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presencia
Luego de aceptar a cristo como nuestro salvador, estamos llamados a experimentar una
transformación progresiva de nuestro corazón. Debemos permitir que la misma unción que
nos salvó cambie nuestro corazón. Cada persona experimenta la transformación de una
manera única, porque la obra de Dios en cada corazón es diferente y especial.
Tratando de agradar a la gente los líderes han diluido el evangelio, alternado así la verdadera
naturaleza de la iglesia. Un líder no puede guiar a la gente a la presencia de Dios a menos que
el mismo haya estado allí.
Hubo un tiempo cuando las personas que hoy se han convertido en “odres viejos” eran “odres
nuevos”.
Estas personas se convirtieron en odre viejos porque dejaron de buscar una renovación
espiritual, así que se estabilizaron en su caminar con Dios conformándose al pasado. Muchos
de ellos desarrollaron una mentalidad de ya llegue, otros no han salido más allá de su
experiencia de nacer de nuevo.
Ninguno de nosotros puede declarar que un movimiento divino no es genuino solo porque no
lo entendemos. Nuestra crítica puede indicar que estamos espiritualmente estancados,
viviendo de acuerdo a una forma de religiosidad que sofoca la vida del espíritu y su obra en
nosotros. En nombre del orden el espíritu de religiosidad trata de ahogar el mover del Espíritu
Santo.
La expresión tocados por Dios se refiere a sentir du poder sobrenatural de alguna manera. Sin
embargo si la persona sale de esa experiencia sin haber sido libre de sus malas actitudes, pudo
haber sido tocada en sus emociones y en su cuerpo pero la experiencia nunca alcanzo su ser
más íntimo. La experiencia del poder de Dios es maravillosa pero no necesariamente indica
que nos hemos abierto a él durante ese encuentro.
Solo cuando somos expuestos a mayores niveles en el Espíritu y cuando respondemos a esas
revelaciones con un corazón abierto, entendemos que Dios es más grande que todo lo que
hemos visto y oído. Para entrar en una dimensión mayor debemos morir a lo que sabemos y
hemos logrado hasta hoy. Entrar en la gloria de Dios significa expansión y cambio.
3. Un rompimiento de su ambiente
Nuestro ambiente puede imposibilitar nuestra transición a una nueva dimensión.