1. El recién nacido Entre la semana 38 y 40 de gestación se produce el nacimiento llamado a término. Este es el período que se considera normal para que un bebé nazca, provoca su nacimiento liberando una hormona en la sangre de la madre que desencadena el proceso del parto. el nacimiento es más intenso para el bebé que para la madre puesto que soporta altísimos niveles de adrenalina. El bebé pasa de un medio oscuro, líquido, a temperatura constante y con sonidos amortiguados, a otro luminoso, con aire, más frío y ruidoso. El bebé expulsará en el canal del parto el líquido amniótico que inunda sus pulmones. Al cortar el cordón umbilical el sistema circulatorio empezará a funcionar por sí solo. Esto provoca un aumento de la presión sanguínea que se estabilizará sólo varios días más tarde. Para alimentarse cuenta con un movimiento fundamental para su supervivencia: el reflejo de succión. Bebés prematuros: consecuencias a corto, medio y largo plazo un bebé se considera prematuro cuando nace antes de la semana 37 de gestación Algunos trabajos se han dedicado a establecer las consecuencias que tiene el nacimiento prematuro en diferentes ámbitos del desarrollo. Parece que la consecuencia más importante tiene que ver con la integración de información compleja, el razonamiento lógico y la capacidad para orientarse en el espacio. los niños prematuros parecen tener un temperamento más frágil, sobre todo durante el primer año de vida. Tienen peor humor, son más agitados y menos regulares en sus ciclos de actividad y reposo. Estos rasgos de personalidad pueden dificultar el establecimiento de una relación satisfactoria con los padres. Hay que señalar que los nacimientos prematuros suelen generar estrés y angustia en ambos padres y un sentimiento de culpa en la madre. originan en muchas ocasiones una depresión postparto en la madre, lo que, puede dificultar el establecimiento del vínculo afectivo. los niños prematuros parecen ser más sensibles a los cambios que se producen en su entorno. También parecen tener más dificultades para establecer relaciones con los demás y, sobre todo, para construir una visión positiva sobre sí mismos. estos problemas de relaciones sociales y autoestima ya no se detectan en la edad adulta algunos de los adultos que fueron bebés prematuros se perciben como personas excepcionalmente fuertes puesto que, han conseguido superar las dificultades y llevar una vida completamente normalizada. Quizá habría que plantearse qué consecuencias tiene el nacimiento prematuro en sociedades que no disponen de tantos recursos para compensar todas estas desventajas. 1.1. Estados y ritmos El recién nacido suele llegar al mundo muy despierto. Desde este momento, se sucederán en el bebé diferentes estados sujetos a ritmos naturales que irán variando con el tiempo. Se han descrito en el recién nacido seis posibles estados: sueño tranquilo o profundo, sueño ligero o activo, somnolencia, alerta inactiva, alerta activa y llanto. En el inicio, el ciclo de sueño tranquilo y activo se repite cada 50 o 60 minutos y los ciclos de vigilia se dan cada 3 o 4 horas. Entre los 3 y 4 meses la pauta de sueño nocturno y vigilia diurna suele estar establecida con claridad. a los tres meses de edad, los bebés muestran pautas de ondas cerebrales muy diferenciadas para cada tipo de sueño. El tiempo de uno u otro tipo de sueño se modifica con la edad. el recién nacido distribuye la mitad del tiempo de sueño en activo y la otra mitad en tranquilo. A los tres meses el tiempo de sueño tranquilo dobla al de sueño activo y, a lo largo del desarrollo se produce una disminución progresiva del sueño activo. El predominio del sueño activo en las fases tempranas ha llevado a pensar que cumple alguna función en el desarrollo cerebral. Parece que durante el sueño activo se realizan conexiones neuronales. Parece que los bebés que tienen períodos de vigilia más largos, también tienen períodos de sueño activo más cortos. 1.2. Sistemas para recibir información: los sentidos El oído, el tacto, el olfato y el gusto empiezan a recibir estímulos mucho antes del nacimiento del bebé y constituyen un modo de interactuar con el medio. El oído está casi tan desarrollado en el momento de nacer como el del adulto y el recién nacido será capaz de reconocer la voz de la madre o tranquilizarse con sonidos rítmicos que le recuerden el latido del corazón que escuchó durante los meses de vida intrauterina. en muy poco tiempo los bebés podrán diferenciar su lengua materna frente a otros idiomas, Esta diferenciación pone de manifiesto una temprana capacidad para registrar el ritmo, la entonación y el flujo de palabras. El sentido que se encuentra menos desarrollado en el momento de nacer es la vista. No puede superponer las imágenes de las dos retinas y verá doble durante algún tiempo. Además, no puede enfocar los objetos que se encuentran a más de 20 centímetros de distancia. La capacidad de enfocar a distancias tan cortas le permite observar el rostro de la madre mientras le alimenta. los recién nacidos parecen preferir las caras humanas frente a cualquier otro tipo de sonido, aprecia los contrastes más marcados y siente atracción por los objetos que se mueven. cuenta con una serie de sistemas que le permiten recibir información del mundo en el que vive. Esta recogida de información es básica para el desarrollo del cerebro, para empezar a establecer relaciones sociales y para conocer el contexto en el que el bebé aprenderá a vivir. 1.3. Sistemas para vivir en el mundo: los reflejos Además de los sentidos el recién nacido cuenta con una serie de respuestas involuntarias programadas para activarse ante ciertos estímulos. Estas respuestas denominadas reflejas constituyen la forma de actuar sobre el entorno con la que el bebé viene al mundo. Los reflejos dan información sobre el estado general del sistema nervioso del recién nacido. Algunos de los reflejos son fundamentales para la supervivencia, mientras que otros indican un buen estado al nacer. Se pueden clasificar en tres grupos. Unos, permanecen a lo largo de toda la vida. Otros, se pierden unos meses después del nacimiento y se vuelven a aprender más tarde de forma voluntaria. La función de estos reflejos no está nada clara, pero se supone que son restos de nuestro pasado animal que han sobrevivido a lo largo de millones de años. El tercer grupo de reflejos son aquéllos que se manifiestan en el nacimiento y desaparecen a los pocos meses sin volver a aparecer nunca más. La succión es uno de los reflejos más importantes que posee el recién nacido ya que se convierte en un mecanismo a través del cual explorar los objetos y sus propiedades. La prensión, que en un principio también se manifiesta como una respuesta refleja cuando un objeto presiona la palma de la mano del bebé, se convierte en una conducta voluntaria y adaptada a las características del objeto que se quiere agarrar. Estos reflejos transformados en acciones voluntarias, controladas y adaptadas son las que permiten comenzar a explorar el mundo y a partir de las cuales se construyen todos los esquemas de pensamiento que darán lugar a las modalidades de razonamiento más complejas que muestra el ser humano. 1.4. Sistemas para transmitir información: el llanto y la sonrisa El llanto es una potente arma con la que el bebé llega al mundo. provoca incluso respuestas fisiológicas en la madre como un aumento del ritmo cardiaco y un aumento de la segregación de leche. Dado que el adulto suele responder de forma casi inmediata al llanto del bebé, éste aprende pronto que dispone de un instrumento que le permite controlar su medio, constituye un medio de aprendizaje. El llanto que emiten los recién nacidos es muy básico y presenta características típicas de ritmo y grado. Cuando existen alteraciones los bebés suelen emitir llantos diferentes. los recién nacidos con síndrome de Down suelen emitir llantos atípicos y los bebés con el síndrome del cri du chat o grito del gato se caracterizan, entre otras cosas, porque su llanto recuerda al de los gatos. Así pues, el llanto es un indicador del funcionamiento del sistema nervioso central. En general, se distinguen tres o cuatro tipos de llanto: el llanto de hambre, el llanto: el llanto de hambre, el llanto de dolor, el llanto que reclama el contacto humano y el de miedo o enfado. Estos varían y los adultos son capaces de reconocerlos basándose en estas diferencias. En un principio, la sonrisa de los recién nacidos es un gesto involuntario que sólo refleja bienestar, pero hacia los dos meses aparece la denominada sonrisa social ante la presencia de otras personas que constituye ya una pauta aprendida. se aprende al asociarse con una respuesta externa positiva, con la reacción de admiración y alegría que expresan los adultos cuando ven a un bebé sonreír. el bebé aprenderá que cuanto más sonríe más refuerzo recibe. A partir de los tres o cuatro meses las sonrisas se hacen más amplias y los bebés empiezan a reír, Estas pautas, que parecen ser universales, son el inicio de la vida emocional que los bebés despliegan prácticamente desde el nacimiento. 1.5. El cerebro del recién nacido El cerebro humano está al principio más desorganizado que el de cualquier otra especie. todavía faltan por establecerse la mayor parte de las conexiones que serán vitales para el desarrollo. Sin embargo, constituye una ventaja porque permite un desarrollo mucho más flexible, mucho menos sujeto a la determinación genética y mucho más abierto a la experiencia. el cerebro humano no posee estructuras o partes diferentes de las encontradas en otras especies, especialmente en los primates. Las principales diferencias son su lento desarrollo, su lento desarrollo y el largo período de plasticidad postnatal. La mayor parte de las neuronas se producen entre las semanas 12 y 28 de gestación. Todas las neuronas se producen cerca del centro del cerebro y luego deben emigrar hacia el exterior del encéfalo. Este fenómeno migratorio, que finaliza hacia los siete meses de gestación. Una vez completada la migración empiezan a formar conexiones con otras neuronas. El proceso de establecimiento de conexiones (denominadas sinapsis) que comienza en las fases de desarrollo prenatal, se prolonga a lo largo de muchos años y se producen muchas más conexiones de las que luego se mantienen en la vida adulta. es en el transcurso los dos primeros meses de vida cuando el cerebro alcanza su mayor nivel de actividad. Durante los doce primeros meses el cerebro crece más rápido que cualquier otro órgano y llega a alcanzar los tres cuartos del tamaño de un cerebro adulto. El desarrollo del cerebro no se produce de forma uniforme, sino que existen períodos de una actividad especial y se corresponden con los denominados «acelerones del desarrollo». Estos acelerones tienen que ver con momentos en los que se observan cambios conductuales y cognitivos que marcan etapas cualitativamente diferentes. Muchos de estos momentos coinciden con los cambios de período o de estadio que observó Piaget, lo cual pone de manifiesto la relación que existe entre maduración neurológica y cambio conductual. Otro acontecimiento ligado a la maduración del cerebro tiene que ver con el proceso de mielinización. La mielina es una sustancia que recubre una parte de las neuronas y facilita la conducción del impulso eléctrico. Es uno de los factores que contribuyen al aumento de volumen del cerebro. El cerebro humano realiza muchas más sinapsis de las que luego conserva, observándose períodos de establecimientos de sinapsis y otros de pérdidas de sinapsis. Estas pérdidas se traducen en una disminución de la densidad sináptica y se producen, sobre todo, hacia la pubertad. El proceso de pérdida comienza en las áreas sensoriales. El córtex visual se iguala al del adulto hacia los 11 años mientras que el cortex frontal, que se ocupa de la planificación de las acciones, las habilidades intelectuales más complejas y la inhibición de conductas inapropiadas, lo hace hacia los 16. La experiencia es lo que determina que ciertas sinapsis se conserven y otras se pierdan. Las que no se utilizan son las que se pierden y las que resultan útiles para nuestra vida se mantienen. 2. Las capacidades perceptivas del bebé Los bebés poseen diversos recursos que les permiten estructurar el medio y que vienen al mundo con potentes capacidades perceptivas fundamentales para llevar a cabo dicha estructuración. La investigación sobre las capacidades de los bebés se ha convertido en un tema importantísimo en nuestra disciplina y numerosos autores se dedican a estudiarlas. Las interpretaciones que se pueden hacer a partir de las conductas que realizan los bebés no son unívocas y han creado mucha polémica. Algunos autores piensan que los bebés vienen dotados de representaciones mentales, mientras que otros mantienen una visión más conservadora y siguen defendiendo que esas capacidades iniciales son sólo predisposiciones y que es a través de la interacción con el entorno como fundamentalmente se adquiere conocimiento sobre el mundo. 2.1. La percepción visual Los investigadores han inventado algunas técnicas que, aunque en su mayoría requieren inferencias e interpretación del resultado o de la conducta que realiza el bebé, nos acercan su experiencia. Podemos dividir estas técnicas en dos grandes grupos. Las medidas psicofisiológicas y las medidas conductuales. Las medidas psicofisiológicas tienen en cuenta aspectos del sistema nervioso central y autónomo. miden cómo van madurando los sistemas sensoriales. Existen tres técnicas principales dentro de las medidas conductuales: la de preferencia, la de habituación y el condicionamiento. La técnica de preferencia Consiste en presentar dos estímulos diferentes de forma simultánea al bebé y registrar el tiempo de fijación visual ante cada uno de ellos. La técnica de habituación consiste en presentar un estímulo hasta que el bebé se acostumbra a él y a continuación presentar otro distinto para ver si recupera la atención y, por tanto, lo diferencia del anterior. la técnica de condicionamiento refuerza algunos movimientos voluntarios del bebé (como mirar, chupar o girar la cabeza) para ver si discrimina entre estímulos diferentes. Dado que las conductas y las medidas tomadas necesitan ser interpretadas, el mismo resultado puede tomarse como evidencia de diferentes procesos o mecanismos. La acomodación visual tiene que ver con la capacidad de enfocar. Los recién nacidos enfocan los objetos situados a menos de 20 centímetros, pero a los cuatro meses el ojo del bebé se acomoda ya igual que el del adulto. La agudeza visual es la capacidad que tiene el ojo para percibir detalles. los recién nacidos perciben muy pocos detalles, pero hay un rápido incremento a las seis semanas de vida y se alcanza un nivel similar al adulto a los seis meses. las medidas de sensibilidad al contraste se han establecido mediante la presentación de una pantalla en la que van apareciendo barras negras, al principio muy finas y progresivamente cada vez más gruesas. Cuando las barras son más bien líneas finas los bebés de un mes no las perciben. Durante este primer mes la visión de los bebés se parece a la visión nocturna que tenemos los adultos y sólo ven los objetos grandes y con mucho contraste. Esta sensibilidad al contraste mejora rápidamente y a los seis meses alcanza niveles comparables a los del adulto, aunque todavía algo inferiores. la percepción de la profundidad. Hay indicios que se pueden captar con un solo ojo indicios que se captan con los dos ojos y otros que dependen del movimiento. parece que la sensibilidad a los indicios monoculares y binoculares aparece entre los 5 y los 7 meses. uno de los estudios más importantes realizados ha sido el del abismo visual. Parece que la mayor parte de los bebés que ya gatean perciben la profundidad y además reaccionan con miedo ante ella evitando cruzar el abismo. Estudios posteriores evaluaron la reacción de bebés entre 2 y 5 meses, que todavía no gatean, mediante la medida del ritmo cardíaco (como índice de miedo). Estos resultados pueden interpretarse como que los bebés perciben la profundidad desde los primeros meses, pero no sienten miedo hasta que son capaces de moverse por sí mismos alrededor de los 6 meses y, por tanto, el abismo se convierte en una situación potencialmente peligrosa. Otro de los aspectos más estudiados tiene que ver con la percepción de la forma. Parece que los bebés prefieren objetos moderadamente complejos —como el dibujo de una cara— a otros más simples —como una lámina de color lisa. inspeccionan las formas de una forma particular: durante el primer mes de vida miran casi exclusivamente los contornos de las figuras y a los dos y tres meses van inspeccionando más el interior. Uno de los elementos que más investigación ha generado, dentro de la percepción de la forma, tiene que ver con la percepción del rostro humano. el bebé prefiere mirar el rostro humano frente a otro tipo de objetos desde prácticamente el comienzo de la vida. En algunos casos se ha observado esta preferencia ya a los 2 meses. Por una parte, no está tan claro que la preferencia sea innata y aún menos que se deba a la existencia de una representación previa. A los dos meses los bebés han mirado ya muchos estímulos y han podido aprender a preferir el rostro humano. El movimiento de los ojos y la boca y el brillo de la boca son características muy llamativas que pueden explicar esa preferencia. La percepción de los objetos en bebés constituye un interesante tema de investigación que ha generado muchos estudios. de forma general, los bebés de 4 meses perciben los objetos como unidades. Es el movimiento del objeto lo que favorece la percepción de los objetos como unidades. El mismo estudio realizado con bebés de 7 meses mostró que en todas las condiciones, a esta edad, igual que los adultos, perciben los objetos como unidades independientemente de su movimiento y a pesar de que estén parcialmente ocultos. Independientemente de a qué edad exacta los bebés comienzan a percibir los objetos como unidades, parece que lo hacen muy pronto. Así pues, si el bebé se sorprende ante determinadas presentaciones visuales debe ser porque ya tiene integrados una serie de principios que guían su percepción. Lo que todavía no está claro es si esos principios son innatos. Los estados y ritmos del recién nacido muestran que desde el principio los bebés son seres muy activos que buscan información sobre el contexto. Desde aproximadamente los tres meses, los bebés pasan la mayor parte del tiempo de vigilia observando y manipulando todo lo que cae en sus manos, es decir, aprendiendo cómo son las cosas que tienen a su alrededor. Acerca de la percepción del color Los estudios que se han llevado a cabo ponen de manifiesto que desde el primer o el segundo mes los bebés perciben y discriminan los colores. se ha observado que desde las primeras semanas de vida los bebés prefieren mirar los denominados colores básicos o primarios —como el verde, el azul o el rojo— frente a otros como el negro y el amarillo. 2.2 La percepción auditiva El sistema auditivo comienza a funcionar durante el período de gestación. Cuando el feto está dentro del útero percibe y reacciona a los ruidos internos de la madre, el recién nacido parece reconocer y preferir determinados sonidos. las voces humanas o la música parecen estímulos privilegiados frente a otro tipo de sonidos. Se ha investigado mediante el estudio del ritmo cardiaco en fetos. El procedimiento consiste en el registro del ritmo cardiaco del feto, luego la madre se dirige al feto en lenguaje maternal, mientras que se procede a un segundo registro del ritmo cardiaco del feto. Se observa una deceleración del ritmo cardiaco al comienzo de la emisión verbal de la madre. Este tipo de medidas también se han tomado ante estímulos musicales observándose las mismas respuestas. Conclusión: Los resultados muestran que los fetos atienden a los sonidos de la voz de la madre y a estímulos musicales. Se han realizado experimentos con bebés de 72 horas de vida a los que se presentan muestras de habla emitidas por sus madres y por otras mujeres. Se ha investigado exponiendo el bebé los estímulos de interés y a la vez succiona un chupete conectado a un ordenador que registra la tasa de succión. Procedimiento: El bebé escucha una serie de sílabas grabadas por un investigador y succiona. ¿Qué se observa? En la fase experimental se presenta de nuevo al bebé otra serie de sílabas. La comparación crítica es la siguiente: ¿succionará más el bebé cuando oiga la serie de sílabas que precedía a la voz de la madre o a la voz de la otra mujer? Resultados: Los bebés succionan más ante la serie de sílabas que se asoció con la voz de la madre. Conclusión: Por una parte, el bebé es capaz de aprender la asociación entre estímulos (la serie de sílabas precede la voz de la madre) y, además, prefiere claramente la voz de la madre. Esta preferencia por la voz materna no se ha encontrado cuando se comparan la voz del padre con la voz de otros hombres, lo cual indicaría que la preferencia se debe a la experiencia intrauterina. los recién nacidos parece que ya distinguen entre diferentes sonidos del habla. los estudios ya clásicos de Eimas y colaboradores (1971) pusieron de manifiesto que los bebés de tan sólo un mes ya diferenciaban entre el sonido /p/ y el sonido /b/. Otros estudios han encontrado que bebés pertenecientes a comunidades lingüísticas diferentes distinguen los mismos sonidos, aunque no estén presentes en su lengua, algo que los adultos no somos capaces de hacer. esta capacidad de discriminación fonológica se mantiene durante unos meses y luego se pierde. La principal hipótesis para explicar estos resultados es que llega un momento en que lo que no resulta útil se pierde. Se trata, por tanto, de economizar espacio en el cerebro y guardarlo para lo que sí resulta relevante. Desde el tercer trimestre de vida intrauterina, los bebés discriminan entre tonos agudos y graves, discriminando mejor éstos últimos. A partir de los seis meses de gestación esta pauta se invierte y prefieren y discriminan mejor los sonidos agudos. Desde temprano parecen ser sensibles a las melodías y reconocen leves modificaciones de tonos en melodías conocidas. Estos dos aspectos, la tonalidad y la melodía, parecen ser importantes también para la adquisición del lenguaje. La manera en que los padres y madres cantan a sus bebés es otra forma de conocer la música. Las madres parecen cantar más a menudo, pero interpretan melodías más simples y estereotipadas; los padres cantan melodías más complejas, no necesariamente orientadas hacia el bebé y a menudo inventadas. La melodía y la tonalidad parecen ser elementos importantes en la adquisición del lenguaje, pero también en la comunicación afectiva y en el establecimiento del apego. 2.3. El olfato, el gusto y el tacto han recibido mucha menos atención que la vista y el oído. Los estudios que se han realizado con bebés dentro del útero muestran que desde muy temprano en el período de gestación los fetos pueden detectar olores y sabores a través del líquido amniótico, las expresiones faciales y la orientación hacia determinados olores y sabores permiten suponer que ambos sistemas transmiten información y funcionan ya de forma similar a como lo hacen en el adulto. En lo referente al olfato, en los recién nacidos se observan giros de cabeza y muecas de asco cuando se les presentan olores desagradables. También parecen apreciar los olores agradables con expresiones faciales positivas y ausencia de movimientos de rechazo. Para saber si los bebés distinguen los sabores se ha procedido de manera similar a como se ha trabajado con el olfato. se les ha hecho probar soluciones con sabor dulce, salado, amargo y ácido. A las pocas horas de nacer los bebés realizan muecas faciales diferentes al probar los sabores dulce, amargo y ácido. Los datos acerca del sabor salado no están muy claros. Algunos trabajos encuentran que el recién nacido no detecta el salado hasta los 4 meses, mientras que otros encuentran un rechazo de este sabor desde el nacimiento hasta los 4 meses en los recién nacidos ya perciben sensaciones táctiles y dolor. Así, por ejemplo, las reacciones ante los pinchazos ponen de manifiesto el funcionamiento de este sentido desde el inicio de la vida. 2.4. La percepción intermodal Los adultos asociamos una cara con una voz y reconocemos algunos objetos mediante el tacto. Los estudios llevados a cabo han inspeccionado la conexión entre algunas modalidades sensoriales como la vista y el tacto, la vista y el oído o la vista y la propiocepción. En lo que se refiere a la coordinación entre la vista y el tacto, Meltzoff y Borton (1979) idearon un experimento en el que bebés de un mes chupaban un chupete que no habían visto antes. Una vez que los bebés lo habían explorado mediante el tacto, presentaban las imágenes correspondientes a ambos chupetes. Los bebés miraron más tiempo la imagen del chupete que coincidía con el que habían explorado, mostrando capacidad para emparejar ambos planos del estímulo. La habilidad para relacionar un acontecimiento visual con uno sonoro también ha sido estudiada con bebés. Desde el nacimiento los bebés localizan los sonidos girando la cabeza y los ojos en la dirección en que se producen. Esta capacidad parece que a los cuatro meses se vuelve más eficaz y controlada. Hay trabajos que muestran que a partir de los cuatro meses los bebés también prefieren mirar la imagen de una persona cuyos movimientos labiales coinciden con el sonido, frente a la de una persona cuyos movimientos están desajustados con el sonido. Una última modalidad de conexión entre diferentes sentidos a la que vamos a referirnos es la imitación de gestos. Si un bebé observa a un adulto sacar la lengua y consigue imitar el gesto, está poniendo en relación lo percibido mediante la vista con la ejecución en su propio cuerpo del movimiento a imitar. Los trabajos de Meltzoff y Moore (1983), que mostraron que recién nacidos de dos semanas de edad e incluso de unos minutos de vida eran capaces de imitar gestos faciales. Con respecto a la aparición de la representación, para estos autores, el que los recién nacidos pudieran reproducir el gesto de abrir y cerrar la boca o sacar y meter la lengua, constituía una prueba de la existencia de una capacidad representacional innata que permitía la integración de estas modalidades sensoriales. Estas conclusiones iban en contra de la teoría formulada por Piaget sobre el período sensoriomotor quien, como veremos enseguida, pensaba que la capacidad para manejar y producir representaciones aparece bastante más tarde en el desarrollo —a partir del año y medio. queremos señalar que, aunque los datos que hemos ofrecido hasta el momento parecen indicar que los bebés pueden desde muy pronto relacionar información sensorial de diversas modalidades, una cosa es relacionar eventos y otra integrar información recibida mediante diferentes sentidos para identificar objetos. Existen dos limitaciones que imponen un ritmo a esta integración de información: la maduración de los sistemas periférico y central y el ejercicio de ambos sistemas mediante la interacción con el entorno. Estas han revelado al observarse que la transferencia de información entre modalidades sensoriales no es bidireccional durante el primer año. Podemos, así pues, concluir que la unidad de los sentidos no es innata ni aprendida. Por una parte, el bebé establece relaciones entre eventos procedentes de diversas modalidades sensoriales desde muy temprano, pero, por otra, necesita de la maduración del sistema y la interacción con el entorno para que esa integración sea completa y eficaz. 3. La explicación piagetiana del período sensoriomotor Esta fase, que Piaget denominó período sensoriomotor, constituye un «viaje» evolutivo que conduce al bebé humano desde la actividad refleja, con la que viene equipado tras su nacimiento, hasta la conducta intencional más temprana y la capacidad simbólica. Piaget diferenció 6 estadios dentro del período sensoriomotor: Las reacciones circulares primarias (RC1.ª) consisten en la repetición de acciones sobre el propio cuerpo que conducen a un resultado interesante. Por ejemplo, cuando el bebé muy pequeño encuentra por azar su dedo pulgar junto a su boca y comienza a chuparlo una y otra vez. Las reacciones circulares secundarias son acciones orientadas hacia el exterior, hacia los objetos externos, y que producen, al igual que las RC1.ª, resultados interesantes o atractivos para el bebé. Por ejemplo, un bebé de 4 meses que tiene un móvil colgando de su cuna lo golpea una y otra vez produciendo el movimiento de éste. El concepto de intencionalidad o conducta intencional se refiere a la búsqueda deliberada de una meta, por medio de una serie de comportamientos subordinados a ella. El concepto de reacción circular terciaria supone la búsqueda de un efecto interesante o resultado atractivo para el sujeto. Por ejemplo, pensemos en un bebé de 15 meses fascinado por dejar caer una y otra vez un juguete desde distintas posiciones para ver cómo suena, dónde cae, etc. En el estadio 6 el bebé pasa de utilizar esquemas de acción externa a utilizar nuevos medios, internos, para conseguir el fi n que se proponga. Es decir, el bebé puede comenzar a usar representaciones mentales o símbolos. Los símbolos son cualquier tipo de estímulo o código que representa otra cosa (objeto, persona...). El ejemplo prototípico de símbolo son las palabras; os símbolos tienen por tanto dos planos distintos: el llamado plano del significante o forma y el plano del significado o realidad a la que representan. Pero las palabras, el lenguaje, no agotan toda la realidad simbólica. También encontramos en otros ámbitos o actividades la puesta en funcionamiento de la capacidad simbólica; en concreto, en el llamado juego simbólico, en el dibujo y en la imitación diferida. La capacidad simbólica supone un logro crucial en el desarrollo intelectual. Permite al niño poder anticipar las consecuencias de sus acciones, planificar las mismas y llegar a pensar o representarse no sólo la realidad presente sino también la pasada, la futura, la imaginable o la posible. • ESTADIO 1: El ejercicio de los reflejos (0-1 mes aproximadamente) El bebé humano pone en práctica el conjunto de reflejos con el que viene equipado. El ejercicio de los distintos reflejos le sirve al bebé humano como punto de arranque para su desarrollo psicológico. Los reflejos del recién nacido experimentan en este primer estadio pequeñas adaptaciones, combinación de asimilación y acomodación, y en este ejercicio se modifican, constituyéndose entonces en conductas cada vez más alejadas de lo puramente biológico-hereditario y acercándose gradualmente a lo que constituyen las primeras conductas adquiridas, propias ya del segundo estadio. • ESTADIO 2: Las primeras adaptaciones adquiridas y las reacciones circulares primarias (1-4 meses aproximadamente) Aparecen las primeras conductas adquiridas y lo que Piaget denominó reacciones circulares primarias. Las reacciones circulares primarias son ya conductas adquiridas que se logran mediante la repetición de acciones sobre el propio cuerpo, acciones en las que se ven implicados claramente los mecanismos de asimilación —por ejemplo, asimilación al esquema reflejo de succión— y acomodación. • ESTADIO 3: Reacciones circulares secundarias y procedimientos destinados a prolongar espectáculos interesantes (4-8 meses aproximadamente) Las reacciones circulares secundarias, implican ya objetos externos al propio cuerpo, estamos ante un bebé que se interesa por los efectos que provocan sus propias acciones: tirar, empujar, golpear, agitar, etc. hay que recordar que en este estadio la capacidad intencional no ha hecho su aparición en el escenario psicológico, las actividades típicas del mismo no son consecuencias planificadas o buscadas, sino efectos procedentes de descubrimientos azarosos que se repiten por el placer que proporcionan al bebé. • ESTADIO 4: La coordinación de los esquemas secundarios y su aplicación a nuevas situaciones (8-12 meses aproximadamente) Se observan ya conductas claramente intencionales (CI). la intencionalidad, se logra a partir de que el bebé coordina dos esquemas distintos y uno de ellos se subordina al otro —al esquema que constituye el fi n u objetivo de la conducta—. Por ejemplo, el esquema de tirar o arrastrar en el caso que utilizábamos al definir CI se subordina al esquema de alcanzar un juguete. Este tipo de conductas ya intencionales coinciden en el desarrollo con los primeros indicios de anticipación por parte del niño. • ESTADIO 5: La reacción circular terciaria y el descubrimiento de los nuevos medios mediante experimentación activa (12-18 meses aproximadamente) En este estadio nos encontramos de nuevo con reacciones circulares, es decir, actividades que se inician de manera fortuita y que se repiten; sin embargo, en este caso la reproducción de la acción o el fenómeno da lugar a una verdadera experimentación. Ya no es mera repetición per se, por el placer que provoca el resultado. En este caso el niño va más allá y varía, gradúa, cambia ligeramente sus modos de acción observando las consecuencias que provocan. Mediante las reacciones circulares terciarias, el niño provoca situaciones nuevas, acomodándose a los distintos objetos y luego las repite —componente de asimilación. Su actividad «experimentadora» le lleva a descubrir nuevos medios para conseguir los fines que se propone. No obstante, esta experimentación tiene lugar aún en el plano de la acción sensoriomotriz, no en el de la representación. • ESTADIO 6: La invención de nuevos medios mediante combinaciones mentales (18-24 meses aproximadamente) El estadio 6 constituye el punto de tránsito del período sensoriomotor al de operaciones concretas. El inicio de la capacidad simbólica o representacional constituye un hito importantísimo en el desarrollo de la inteligencia, que supone un cambio cualitativo en el mismo. Se materializa en el paso de la inteligencia sensoriomotriz —no simbólica, no representacional— a la inteligencia operatoria, primero a las operaciones concretas y luego a las operaciones formales. A diferencia de las acciones que se observaban en el estadio anterior, las conductas propias del estadio 6 no parecen operar ya mediante tanteo en el plano de la acción, sino mediante «invención»; además, la búsqueda de la solución o fi n de la acción está de alguna manera controlada por el niño a priori, mediante combinaciones mentales. El niño prevé, anticipa, qué maniobras ha de llevar a cabo para conseguir lo que quiere.
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