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HECHO POÉTICO
Los ingredientes imprescindibles de la pizza poética
Gonzalo Escarpa
La poesía no es (sólo) un género literario. Digamos que es más bien un pequeño animal reluciente.
Cuando aparece, milagrosamente, muchos rastros anuncian su presencia. Podemos y debemos, por
lo tanto, proceder científcamente para intentar comprender sus múltiples raigambres. Sobre todo
atendiendo al poema de Ory: la ciencia no es científca, es fantástica.
La poesía tiende a ser más un adjetivo que un sustantivo, que se puede aplicar a muchos fenómenos,
literarios o no. Es más fácil decir que algo es “poético” que asegurar que es un “poema”.
Es tan contradictoria que a veces podemos considerar poéticas expresiones que no fueron creadas
con ese fn
Tal vez estas cuestiones están en la raíz de la gran capacidad de la poesía para la hibridación y la
expansión (hacia otros territorios artísticos, otras realidades semánticas, otros porvenires, en
general). Como nos recuerda Clemente Padín, performer uruguayo, todo lo que se puede analizar
en términos poéticos debe ser considerado poema. Exploremos, por tanto, cuáles son exactamente
esos términos.
Al escribir, el poeta, predispuesto “intencionalmente” para el acto de la escritura, invoca con sus
metadanzas lingüísticas al mismísimo lenguaje, utilizando todas las herramientas a su alcance —
normalmente literarias, textuales, gramaticales, pero también de otras variadas índoles, sin descartar
casi ningún hechizo—.
Para escribir poemas debemos evitar disfrazarnos de poetas. Debemos, sin embargo, ponernos el
disfraz de poema.
“Un verdadero poeta no se molesta en ser poético. Tampoco el jardinero de un vivero perfuma a
sus rosas”. Cocteau.
Seamos poetas. Nos toca provocar algunos elementos, que harán de comburente para el combustible
poético.
1. Extrañamiento
Procedimiento poético complejo, relacionado con la supresión de usos habituales del lenguaje en sus
tres principales niveles: semántico-pragmático, fonético-fonológico y morfológico-sintáctico.
El principal efecto de este elemento básico constitutivo del hecho poético (en adelante, EBCHP) es
lograr que el lector perciba como extraño lo conocido. Y viceversa, tal vez.
La poesía (he aquí una de sus mayores grandezas) nos permite 'desfamiliarizar' el mundo. Nos
brinda la teoría de los mundos posibles 1. Nos vuelve, de nuevo, seres predispuestos a la sorpresa. A
recibirla. A provocarla. A escribirla. Todo poema verdadero desautomatiza al receptor (sobre todo
si antes lo consigue también con el emisor). Desconecta de algo, interrumpe la cotidianidad,
descubre, desvela (aparta el velo): nos permite ver algo que estaba ya a la vista. Nos obliga a hacerlo.
“La poesía es lo que encontramos cuando buscamos todo lo demás”. Juan Ramón Jiménez.
2. Polisemia
La tierra es azul como una naranja. No es ningún error, las palabras no mienten. Paul Éluard.
1 Heterocósmica: ficción y mundos posibles, Doležel. Teoría literaria contraria a la mímesis aristotélica según la cual la
ficción posee una entidad autónoma, no solamente imita una realidad otra. El mundo ficticio de la obra, en realidad,
“existe”.
2 Todas las definiciones “frías” proceden del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
3 Que siempre tiene el mismo significado o la misma interpretación.
Ya no entiendo este mismo poema como lo entendí ayer, como hace un rato, como cuando lo lees
tú, cuando estoy preocupado no es igual que cuando estoy pletórico. No entiendo exactamente lo
que entiendo.
¿Qué palabra no tiene muchos sentidos, dependiendo de quién la emita, quién la reciba, de su
contexto (pragmalingüística), de sus condiciones ocultas, del misterio con el que la queramos
impregnar?
El poema tiene sentido, igual que lo tiene la música. Explicar el sentido de la música. Explicar el
sentido del poema4.
No es sólo una cuestión que atañe a la diferencia entre la denotación (signifcado propio de una
palabra o una expresión sin matizaciones subjetivas 5) y la connotación (signifcado secundario6 y
subjetivo que tiene una palabra por su asociación con otras).
Es otra cosa.
3. Ritmo
Sensación perceptiva producida por la combinación y sucesión regular de sílabas, acentos y pausas
en el enunciado, especialmente en el de carácter poético.
La mayoría de los procesos biológicos tienen ritmo o, lo que es lo mismo, se repiten en el tiempo (el
ritmo es algo así como el encuentro del espacio en el tiempo): hay ritmos cardíacos, hepáticos,
cerebrales, etc. La naturaleza también es rítmica: la lluvia, la salida y puesta del sol, el paso de las
estaciones del año...
Hay, por lo tanto, un ritmo natural. Cuando lo contagiamos con estética se convierte en un ritmo
cultural: elaborado, artifcial, imitativo o heredero de ese otro ritmo universal.
“El universo se caracteriza por la 'ritmización' de los fenómenos, y el poeta, al crear, siente el
ritmo del universo y lo hace entrar en las confguraciones poéticas”. Benedetto Croce.
Repetición. El ritmo es una repetición. Una rosa es una rosa es una rosa es una rosa, repite un famosísimo
verso de Gertrude Stein. El ritmo es siempre poético. La poesía es siempre rítmica. Un poema es un
poema es un poema es un poema. La poesía es esto y esto y esto (Juan Larrea). Hay casi tantos
ejemplos de repetición como poemas. Muchos recursos retóricos se basan en la repetición (anáfora,
4 Esto quizá solo sea posible con otra música, con otro poema. La comprensión del poema tiende a ser intuitiva, tal
como su composición. Pero la intuición también se ejercita.
5 ¿Pero es posible no matizar, lingüísticamente? ¿Poéticamente? ¿Escribir (pensar) no es matizar?
6 ¿Secundario? Diccionario: fábrica de dudas.
«El verso, en su esencia invariable a través de todos los idiomas y de todos los tiempos, como grupo
de fonemas, como “agrupación de sonidos”, obedece solo a una ley rítmica primaria: la de la
repetición. Ritmo, en su fórmula elemental, es repetición. El verso, en sencillez pura, es unidad
rítmica porque se repite y forma series». Henríquez Ureña.
Tipos de ritmo:
en sacudidas
acompasado
cadencioso
monótono
de amalgama
zigzagueante
dubitativo
personal
arrítmico
estridente
arácnido
sereno
colorido
astral
público
enfermizo
artifcioso
sosegado
torpe
vibrante
épico
roto
animal
extravagante
...
4. Sonoridad
No es musicalidad. No es ritmo. Es una de las pocas condiciones si ne qua non del poema. El queso
fundido de la pizza.
Hay una práctica muy interesante que se conoce como “sound walk”, paseo acústico. Consiste
simplemente en caminar, por lo general en el tumultuoso callejero de las ciudades, con la atención
absolutamente centrada en los cientos de sonidos que nos acompañan de forma constante, pero que
suelen pasar desapercibidos7.
Así debe el poeta pasear por sus versos, atendiendo con minuciosidad a sus senderos sonoros. Como
decía José Hierro, la poesía se ve con el oído y se escucha con los ojos.
Resulta imprescindible leer en voz alta cualquier texto poético que queramos entender.
Una de las defniciones más acertadas del poema nos la da Valéry: “oscilación continuada y
mantenida entre un ritmo y una sintaxis, entre el sonido y el sentido8”.
5. Sugerencia
“El arte del sugerimiento, como la palabra lo dice, consiste en sugerir. No plasmar las ideas
brutalmente, gordamente, sino esbozarlas y dejar el placer de la reconstrucción al intelecto del
lector. Ésa es la belleza que debemos adorar. La estética del sugerimiento.” Vicente Huidobro.
Aunque las tesis sobre poética de Aristóteles han sido ya muy cuestionadas, sí aceptamos que “no
corresponde al poeta decir lo que ha sucedido, sino lo que podría suceder”. Al entrar en el terreno
de la hipótesis, del modo subjuntivo, condicional, todo se vuelve sugerencia. Los poemas sugieren,
se sugieren, nos sugieren, no obligan.
Hay tantas formas de entender la palabra poética como de comprender una sinfonía de Beethoven,
el silencio de un somormujo o el sabor de las fresas. Pero son formas sugeridas, casi nunca cerradas
o defnitivas.
La poesía es el arte de la sutileza y de la persuasión. Ésta no se consigue casi nunca desde la
imposición. No puede haber violencia alguna en nuestro acercamiento al sentido, a la forma.
Proponemos poemas. Los esbozamos. Los sugerimos.
6. Armonía
7 Existe incluso una app que nos permite conocer el nivel de ruido de cada zona de las ciudades:
http://www.opensourcesoundscapes.org/hush-city/
8 Sonido y sentido: otra historia de la música, de José Miguel Wisnik, es un interesante tratado sobre estas cuestiones, más
centrada en el campo musical que en el poético.
Lo armónico del texto reside en lo que Valéry denomina “sensación de universo”: “El estado o
emoción poética me parece que consiste en una percepción naciente, en una tendencia a percibir un
mundo, o sistema completo de relaciones, en el cual los seres, las cosas, los acontecimientos y los
actos, si bien se parecen, todos a todos, a aquellos que pueblan y componen el mundo sensible, el
mundo inmediato del que son tomados, están, por otra parte, en una relación indefnible, pero
maravillosamente justa, con los modos y las leyes de nuestra sensibilidad general. Entonces esos
objetos y esos seres conocidos cambian en alguna medida de valor. Se llaman unos a otros, se
asocian de muy distinta manera que en las condiciones ordinarias. Se encuentran —permítanme
esta expresión— musicalizados, convertidos en conmensurables, resonantes el uno por el otro.”
En 1968, el artista catalán Zush creó Evrugo, un estado mental “imaginario y real al mismo
tiempo” que contaba con su propio idioma, alfabeto, bandera, himno, moneda y pasaporte. Era un
lugar que no existía, pero él vivía allí. Era un lugar armónico, curativo, sujeto a sus propias reglas.
Era su universo, creado por él y para él.
Era su poema.
La armonía se logra gracias a la creación de estructuras. El ritmo palladiano, que hace referencia a
las obras de Andrea Palladio, se caracteriza por la sucesión de elementos arquitectónicos ordenados,
de diferentes tamaños: arcos, dinteles, columnas, vanos, macizos, formando siempre estructuras
muy claras y de aire clásico, como en la Basílica de Vicenza de la imagen, que repite
incesantemente la forma dintel-arco-dintel.
El poema es una estructura arquitectónica. El poema es un edifcio, cuyas estructuras permitan que
se mantenga en pie. Un edifcio sonoro, polisémico, extrañado.
Los fonemas dan lugar a sílabas que dan lugar a palabras que dan lugar a sintagmas que dan lugar a
versos que dan lugar a estrofas.
El poema es una complejísima estructura en la que cada elemento cumple su función con absoluta
exactitud.
Un paso en falso, y todo se derrumba.
Las imágenes tienen la función de permitir agrupar los objetos y las acciones heterogéneas y
explicar lo desconocido por lo conocido. La imagen tiende a ser más clara que lo que explica,
aunque esto no siempre es así.
Como en casi toda teoría artística, hay quien no está de acuerdo con estas proposiciones.
Hay quien prefere pensar que “el arte es ante todo creador de símbolos”. Tiene sentido por lo tanto
que exista un movimiento poético que se conoce como imaginismo (“el imaginismo es una poética
que abandona las convencionales formas materiales y de versifcación, libre de elegir cualquier
tema, crear su propio ritmo y utilizar el lenguaje común”, Amy Lowell) y otro que se denomina
simbolismo (escuela artística que surgió en Francia a fnales del siglo XIX y que se caracteriza por
evocar o sugerir los objetos en lugar de nombrarlos de manera directa).
Nombrar. Decir. Decir lo que no se sabe decir (Ory). Combatir el precipicio de lo inefable con la
imagen como parapente, como herramienta visionaria.
La etimología siempre nos deslumbra. “Símbolo” procede del griego σύμβoλoν, “lanzar con”. El
símbolo era un objeto partido en dos, del que dos personas conservan cada uno una mitad.
Pensamos simbólicamente. Cuando una sensación es poliédrica, compleja, cuántica, paradójica, las
palabras no bastan. Podemos estar alegres, pero ligeramente melancólicos. O asustados, y a la vez
deseosos de entrar en un espacio oscuro y desconocido. Uno puede sentirse leal, traidor, cobarde y
animoso, como Lope de Vega, todo a la vez. ¿Con qué palabra podemos describir algo así?
Cuando el lenguaje se desborda, nacen las comparaciones (“los soles son como agujeros de luz”), las
imágenes (“los soles son agujeros de luz”) y las metáforas (“los agujeros de luz del cielo”).
“Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo
así como un misterio”. Lorca.
La medida exacta del poema. Su sostén. La parte científca, que puede conocerse y aplicarse. El
solfeo de la poesía.
Ahí está todo lo que tiene que ver con la estructura externa. El traje del poema. Lo que se ve de él.
La tradición nos ha legado un conocimiento de oro. Formas, moldes, patrones que han sido
comprobados una y mil veces, durante siglos. Sólo lo mejor se vuelve eterno y sigue utilizándose:
endecasílabos, sonetos, silvas, alejandrinos, acentuación en sexta y décima sílabas...
La métrica española (cada país cuenta con una, diferente, adaptada a sus gustos y características
gramaticales) proviene directamente de la clásica grecolatina. Podemos estudiar una, o ambas:
estaremos revisando los éxitos de los mejores poetas de la Historia.
Eso es la tradición. Un greatest hits. Podemos aprender muchísimo de los aciertos (y de los errores) de
todos los poetas que nos preceden. De cómo resolvieron los problemas estéticos a los que se
quisieron enfrentar. La métrica es la crónica del perfeccionamiento.
Para un poeta, conocer la métrica es como entender la arquitectura para cualquiera que quiera
construir un edifcio. Aun cuando sólo escribamos verso libre, debemos acercarnos a la métrica.
El verso libre fue una reacción de la poesía romántica para sacar a la poesía de sus moldes
tradicionales, en aras de la libertad absoluta. Pero el versolibrismo es otro molde. Por lo demás, ser
libre es elegir entre una multitud de opciones que conocemos, comprendemos, compartimos,
empleamos, analizamos y ponemos a prueba. Es casi imposible elegir si sólo conocemos un camino.
Sin moldes, sin estructuras, sin patrones, sin medida, podemos acertar al construir un texto, pero lo
haremos por azar. Y el azar no suele ser generoso.
Hay músicos de oído, los hay de conservatorio, los hay con mucha capacidad para improvisar y
otros que brillan hagan lo que hagan. Hay poetas que conocen la métrica y escritores de textos que
no se suelen sostener.
La métrica es un guía que conoce a la perfección todos los EBCHP, y los ordena para obtener el
mejor resultado posible. Podemos no atender las indicaciones de este guía, pero sólo cuando
conozcamos perfectamente cómo funciona todo esto. En caso contrario es muchísimo más acertado
prestar atención.
Hay muchos manuales de métrica española. Solemos referirnos a ellos por el nombre de su creador:
Baehr, Caparrós, Quilis, Tomás Navarro Tomás, Jauralde (quien nos dice: “A través de la métrica y
de sus caleidoscópicas posibilidades logran dejar los poetas su voz cristalizada en versos; y así llegan
a los lectores como refejo sonoro, unas veces estrepitoso, otras apenas perceptible, que soporta su
necesidad expresiva. Refexionar sobre su naturaleza y sobre su historia es ahondar nuevamente en
el sentido de la literatura”)...
Todos estos tratados son valiosos. Todos contienen información interesante, que nos hará
comprender por qué algunos poemas no nos abandonan nunca y otros se esfuman velozmente.
La métrica es la Historia del Arte que el pintor no tiene por qué dominar. Pero si ese pintor tiene
curiosidad y ama su profesión, se acabará encontrando con ella, de una u otra manera.
No hace falta emplear las estrofas o los ritmos que nos plantea la tradición métrica. Tampoco lo es
para el pintor incluir el azul de Prusia en sus retratos. Pero parece buena idea que sepa que, al
menos, ese azul existe, por si algún día decide emplearlo. Puede que lo decida él, pero es mucho
más posible aún que lo decida el cuadro. La obra. La obra, la creación artística, y he aquí una de
sus más maravillosas cualidades, habla.
El poema nos habla. Se dirige a nosotros. Nos interpela. Quiere algo, está muy claro. Que lo
escribamos, fundamentalmente. Nos espera, plegado sobre la página de papel, tal vez debajo. Pero
nos espera. Cuando los autores románticos creían que el poeta era un mago, un profeta, un hombre
escogido por los dioses, que suplicaban a las Musas para que éstas susurraran las más bellas palabras
al oído del Elegido, se equivocaban, claro. La idea es bonita, pero falsa. Y, sin embargo, sí existe ese
susurro, esa murmuración. Pero no es un grupo de duendecillos acróbatas el que se descuelga hasta
nuestro oído. Es, si es que algo ha de ser, el lenguaje. El idioma, que, en forma de poema, quiere ser
dicho.
Desde esta perspectiva, tal vez excesivamente new age, que empleamos sin embargo seguros de su
interés, al menos pedagógico, la métrica funge como traductora simultánea. Es ella la que nos
transmite lo que el poema quiere decirnos. El poema habla 'en métrica'. Y, en un alarde de
generosidad generativa, también escucha lo que queremos transmitir. Pero para eso necesitamos ese
código métrico. Como si fuera Morse, los acentos, sus golpes, sus cadencias, nos permiten establecer
una vía de comunicación personal, íntima, con cada una de nuestras piezas. No sabemos si la
materia comparte también su canto con el escultor, pero sospechamos que sí. Nosotros sólo hemos
escuchado cantar a las palabras. Constantemente.
Hay mundos más allá de la métrica, claro. Cómo no. Pero todos pasan por ella, la visitan, la
conocen y se saludan al cruzarse. De hecho, hay toda una faceta casi mágica en la creación poética,
que Lorca llama “duende”, otros muchos “emoción”, algunos menos “alma”. Pero nos encontramos
con un problema. Los tratados sobre ese duende, sobre todo esa parte del poema que no explica la
métrica, son tratados de Estética, de Filosofía, de Antropología, de Arte, de Historia. No hay cursos
sobre el alma de los poemas. Eso no signifca que no tengan; sencillamente, no los hay. Así que,
puestos a estudiar, a conocer a ese animal extraño que es la poesía, a explorarlo seria y
formalmente, sólo podemos acceder a él a través de la métrica, ese idioma secreto cuyos códigos
podemos conocer, con el sencillo esfuerzo por nuestra parte del interés total y verdadero.
Volvamos a Valéry, uno de los hombres que mejor y con más claridad nos habló de los intríngulis
de la poesía: “Los dioses facilitan el primer verso; los demás, los hace el poeta”.
9. Retórica
La RAE no acierta mucho: “Arte de bien decir, de dar al lenguaje escrito o hablado efcacia
bastante para deleitar, persuadir o conmover”.
Sería entonces la retórica una suerte de sintaxis premium. Una ordenación-de-la-ordenación que
permite subrayar y amplifcar el sentido creado a través del poema. El poema, pues, como
maquinaria de creación de sentido. Evidentemente.
Retórica y oratoria se usan a veces indistintamente: de hecho, “retórica” en griego signifca “arte del
orador”. Ambas tienen un único objetivo: persuadir al receptor del mensaje, en una u otra
dirección, para incidir en su ánimo y su juicio. Exactamente igual que el poeta.
El poeta está en contacto directo con ella sobre todo gracias a sus múltiples manifestaciones en
forma de recursos retóricos (también llamados recursos estilísticos o tropos), que aluden a los tres
niveles del lenguaje que más nos interesan: fonético-fonológico (el sonido), morfológico-sintáctico (la
organización) y semántico-pragmático (el signifcado).
“El estilo es una manera simple de decir cosas complicadas”. Siempre Cocteau.
- Paronomasia. Vincular palabras formalmente muy similares, aunque con signifcado distinto.
“Cuida tu vista en serio, no en serie”
“La Cope a tope”
9 Persuadir, persuadir, persuadir. El marketing y la poesía persiguen el mismo objetivo. De alguna forma, todos los
poemas tratan de vender, pero no un coche, una colonia o una joya. El poema vende lenguaje. O bien: el poema
vende el propio poema.
La función poética del lenguaje es aquella en la que éste vuelve los ojos hacia sí mismo. Se observa. Toma conciencia
de sí mismo. Qué maravilla.
- Anadiplosis. Repetición de una palabra, con la que ha acabado una frase, al comienzo de la
siguiente.
“Esto es lo mini. Mini es lo máximo”
“La buena mesa es la debilidad de don Carlos. Don Carlos, el vino de mesa”
- Asíndeton. Supresión de las conjunciones entre las frases, o sintagmas, para dar sensación de
dinamismo.
“Vuele, navegue, conduzca, viaje con Europ Assistance”
- Hipérbole. Exageración.
“Madrid, escenario del mundo”
“Fulminamos los precios”
- Metonimia. Nombrar una cosa con el nombre de otra con la que guarda una cierta relación de
causa/efecto.
“Una Casera”, “Un Danone”, “Un kleenex”
10.Paradoja
Dice la RAE: “Hecho o expresión aparentemente contrarios a la lógica”. Otra acepción: “En
retórica, empleo de expresiones o frases que encierran una aparente contradicción entre sí, como en
mira al avaro, en sus riquezas, pobre” (que es un verso de Juan de Arguijo).
Dice la etimología que es “lo contrario a la opinión general”, la doxa (como en “ortodoxo”). Algo,
por tanto, opuesto a la común opinión.
No nos sirven estas defniciones. Sin embargo, donde hay poesía hay paradoja.
Gloria Fuertes
El pensamiento poético es claramente paradójico. En un mundo en el que todo está al revés, el que
lleva el camino correcto parece que va por el equivocado, nos explica el flósofo Žižek.
La paradoja es el perfume que llevan todos los poemas. Donde la olemos, la poesía anda cerca.
Así lo explica Vicente Cervera: “Una de las más sutiles formas de renunciar a la lógica de la
explicación racional, sin renunciar por ello al pensamiento intuitivo, consiste en el uso de la
paradoja”.
en un lugar
y en otro
al mismo
t i e m p o .
Si hablamos de poesía, es mucho más importante responder a la pregunta “para qué” que a la
pregunta “por qué”.
¿Para qué escribimos? “Para ver qué pasa”, según Marguerite Duras.
Spencer: “Conducir el espíritu hacia la noción deseada por la vía más fácil es, a menudo, el fn
único, y siempre el fn principal”.
Los EBCHP nos ayudan a llegar hasta esa noción deseada. Son la vía más fácil.
Los EBCHP logran que surja la poesía en un texto, como surge la hiedra sobre el muro, salvaje,
inesperada.
Los EBCHP permiten que el poema cumpla su fn. Sea éste el que sea. Y que lo haga vivamente.
Shklovski: “Nosotros llamaremos objetos estéticos, en el sentido estricto de la palabra, a los objetos
creados mediante procedimientos particulares, cuya fnalidad es asegurar para estos objetos una
percepción estética.”
Nosotros llamaremos objetos poéticos (poemas), en el sentido estricto de la palabra, a los objetos
creados mediante procedimientos particulares (apoyados en EBCHP), cuya fnalidad es asegurar
para estos objetos una percepción poética.
Escribir poesía supone estar dispuestos a ser modifcados por el texto. Es la única forma posible de
que el texto logre modifcar al receptor, al lector, al oyente.
Para que la maquinaria poética se active, para que el texto, el lenguaje, el poema sea realmente un
poema, bien construido, efcaz, pleno de sentido, tienen que aparecer algunos de los EBCHP. Sin
ellos la poesía, escurridiza, huye. Son sus refugios, sus asideros, sus redes. La apresamos gracias a
extrañar el lenguaje; dejarnos caer por el tobogán de la polisemia; siendo poseídos por el ritmo;
amplifcando la sonoridad; reduciendo el volumen narrativo para que nuestros verbos no expliquen,
sólo sugieran; probando diferentes armonías; recurriendo a la metaforización; haciendo pie en la
métrica; amparándonos en el manto retórico; aceptando sin fn la paradoja.
Cada EBCHP tiene su para qué (su por qué es más complejo). Todos ellos provocan un efecto
inmediato, directo. Cada elemento cambia en cada poema. Por eso es importante escribir/leer
cuantos más poemas, mejor.
Es sorprendente comprobar cómo mutan los elementos, y sus efectos, con cada nuevo uso. No es
necesario que usemos todos los EBCHP en todos nuestros textos. Como sucede con la fórmula de la
Coca-Cola, solo unos pocos conocen los ingredientes exactos, la cantidad precisa, la alquimia que
consigue un producto burbujeante, atractivo e irrepetible.
1. Extrañamiento>profundidad
2. Polisemia>diferencia
3. Ritmo>vibración
4. Sonoridad>vida
5. Sugerencia>persuasión
6. Armonía>estructura
7. Comparación, imagen, metáfora>elevación
8. Métrica>expresión
9. Retórica>impresión
10. Paradoja>infnito
Podemos agrupar todos los EBCHP siguiendo diferentes criterios. Debemos compararlos,
combinarlos, ponerlos a prueba, examinarlos, contrapesarlos. Algunos, como en un laboratorio
químico, potencian sus sabores al juntarse. Otros provocan fuego. Otros, desidia.
Pero una cosa es segura: cuando el milagro de lo poético aparece, e ilumina con sus dedos rosados
un texto que antes era un texto muerto, algo de culpa tienen los dichosos EBCHP.