Estamos acostumbrado a la hora de imprimir si el documento será tamaño carta cuyas dimensiones son 21.59 cm (ancho) x 27.94 cm (largo), dimensiones que suelen ser la más usada en el entorno laboral (generalizado en los Estados Unidos, Europa y en nuestros países) y que de seleccionar otra como es la denominada Legal (21.59 cm x 35.56 cm) se relaciona con tamaños de documentos preestablecidos, justamente como éste último para aspectos legales.
La clasificación A (la más común, aunque existe la B que responde a la
norma ISO 216), corresponden a medidas provenientes de un estándar internacional creado por el Instituto Alemán de Normalización para definir el tamaño del papel.
Los documentos – formato – con hojas tamaño carta (también el A4)
son los más utilizados para cartas, formularios, cuadernos que se utilizan en los colegios, de los libros infantiles y de las enciclopedias (que requieren más espacio para las ilustraciones), de las revistas y de los folletos.
Hecho que nos induce – durante años, tanto en la vida como
estudiante, así como en la laboral – al documento que solemos tener en nuestras manos. ¿Qué sucede cuando nuestra “pantalla” o formato se reduce al tamaño de un celular?
En esta ocasión – para celulares – el tamaño se determina en forma
diagonal, es decir la distancia de punta a punta del cristal de la pantalla y se mide en pulgadas. Para comparar cuanto se reduce a nuestros ojos la hoja tamaño carta a un celular, la diagonal de la primera en centímetros será de 35.31 cm, convertidos a pulgadas serían 13.9 pulgadas. ¿Y en el caso del celular? Tomaré como muestra dos: iPhone XS Plus de 6.5 pulgadas y el Samsung Galaxy S9+ de 6.2 pulgadas. Si divido (mis disculpas a los que no les agradan los números) 13.9 pulgadas (diagonal de la hoja tamaño carta) entre 6.5 pulgadas (diagonal del iPhone XS Plus) = 2.13. ¿Resultado? La hoja tamaño carta, su formato es 213 % veces mayor que la del celular seleccionado o la “pantalla” del celular se reduce a un 46.76 %, con relación a la hoja de nuestro cuaderno o libro de texto. ¿Por qué y para qué todo este trabalenguas?
Reducir nuestra visión en casi un 50 % (46.76) para darle lectura a una
tarea, investigación orientada por la institución educativa conlleva a un esfuerzo – más allá de un hábito de lectura – de (mal) acostumbrarnos – aunque no me parece que la “desaparición de los textos impresos, estén al doblar de la esquina”- a los lectores (sin distinción de edad) de apropiarnos en el uso de recursos tecnológicos (al menos los más comunes y los de mayor consumo, como son los celulares)
¿Este cambio tecnológico, conduce a la pérdida visual? En las personas
mayores, adultas con el paso de los años suele ser necesario el uso de anteojos, por diversos motivos como es el caso de la presbicia o vista cansada (el cristalino, lente del ojo) pierde flexibilidad y deja de enfocar bien los objetos que están más cercanos.
Para solventar esta situación, el paciente necesita utilizar anteojos de
lectura, progresivos o bifocales; otra enfermedad visual puede ser la denominada Baja Visión (impedimento que no puede ser corregido con anteojos normales, lentes de contacto o intervención médica), la cual restringe la capacidad de realizar tareas visuales en el día a día, producto de la pérdida de agudeza visual y la pérdida de campo visual.
Lo anterior, uso de celulares en aspectos educativos, nos pone en una
preocupante encrucijada, ¿será adecuado realmente el uso del mismo de forma sistemática? Continuaremos.
¿Formato carta o formato celular? (parte I) 4
30 de noviembre de 2020 Ernesto González Valdés
¿Formato carta o formato celular? (parte II
y final)
Conversemos Acerca De:
En la parte I del presente artículo hicimos referencia a la dificultad – una de las tantas – que ocasiona la lectura en la pantalla (formato) de un celular, cuando estamos acostumbrados (espero que no se pierda el hábito) a recibir la información mayormente a través de libros de textos, medios de comunicación escritos y los inconvenientes que puede ocasionar en nuestra visión, tras una reducción drástica del celular (46.76 %, con relación a la hoja de nuestro cuaderno o libro de texto)
Para los que leemos solemos – estando en una biblioteca, oficina –
aprovechar la luz solar preferentemente que esté ubicada a nuestra espalda, y colocando el material de lectura a una distancia tal que podamos visualizar satisfactoriamente; sin embargo en el caso del uso de un celular, por la dimensión de la pantalla, solemos acercar el dispositivo a nuestro rostro, prácticamente descartando la luz solar o artificial y limitándonos a la luz azul que emana el dispositivo. Y cito un ejemplo: ¿En alguna ocasión ya estando acostado, y para no molestar a su pareja, visualiza usted el celular sin encender una lámpara?
Investigaciones médicas realizadas, plantean que la luz azul (también
emanada por las tabletas y computadoras), no puede ser bloqueada ni reflejada por la córnea, ni el cristalino y por ende puede dañar la retina del ojo, además provoca resequedad en el ojo debido a la reducción del parpadeo y dificulta el enfoque a distintas distancias con visión borrosa y miopía temporal, que se desarrolla por tensión en los músculos oculares. Otra parte del cuerpo afectada – por el uso prolongado de los dispositivos – son los tendones de las muñecas, los cuales se inflaman. Otra incomodidad – de la “pequeña pantalla” – lo es que para leer, se requiere de ampliar la imagen, girando el celular para tratar de ver ¿mejor? y a ello sumarle con el uso de los dedos agrandar el párrafo, el cuadro, el gráfico en los diferentes sentidos (arriba, abajo, izquierda, derecha) todos ellos que a la larga se convierten en distractores y que el lector rechaza y que con cierta dificultad podrá concentrarse lo suficiente, para alcanzar un resultado óptimo en su aprendizaje, hecho que se dificulta aún más si el docente orienta la toma de notas o resolución de ejercicios.
Otros elementos disociadores del celular en clase, resulta la entrada de
mensajes “en medio de la nada” (fotos, correos, etc.) que interrumpe de un plumazo la atención del estudiante.
¿Paliativos? El uso de recursos tecnológico de “diagonales mayores”
que permitan un menor esfuerzo para la lectura (te recuerdo que la hoja tamaño carta, su diagonal es de 13.9 pulgadas) por ejemplo las computadoras que pueden llegar a 15.6 pulgadas a menos la más común y que resulta obvio la mejora.
Lo anterior nos conlleva a pensar en posibles soluciones – ya que a la
tecnología hay que saberla usar, lo positivo y lo negativo de la misma – y en el caso que nos ocupa (el celular) para aspectos puntuales: notificaciones del docente sobre resultados, lecturas de corta duración, imágenes sobre la cual reflexionar, no siendo siempre el medio idóneo para la interacción docente – estudiante.
Contradecir los avances tecnológicos, no es posible. Pero sí, cuando el
docente (magno esfuerzo) logra controlarlas y las usa en beneficio de la comprensión, aplicación de una forma gradual por parte del estudiante.
¿Formato carta o formato celular? (parte II y final) 3