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a. Generalidades.
Es muy claro que al ser una de sus funciones, el Estado se encarga de planificar la
infraestructura, prever la distribución de los aeródromos y aeropuertos y determinar las
categorías que ellos han de tener en cada caso, organizar los servicios de protección al vuelo
y proveer los medios para una mayor seguridad a la aeronavegación. Sin embargo, tal
circunstancia no debe significar la proscripción de la participación privada en este sector. Por
el contrario, los particulares deben cumplir todas aquellas actividades que están a su alcance.
En este sentido el Convenio de Chicago expresa:
b. Aeródromos.
Resulta útil aclarar el concepto de aeródromo ya que puede suscitarse dudas con
respecto a la equivalencia entre aeródromo y aeropuerto. Le Goff define al aeródromo como
el lugar de donde la aeronave debe, en principio partir y donde debe aterrizar. En esta
expresión está involucrada una noción fundamental de la circulación aérea, el principio según
el cual las aeronaves no están habilitadas para iniciar o terminar el vuelo en el lugar que su
capitán o comandante estime oportuno, sino que deben ajustarse a la norma que le impone la
obligación de utilizar un aeródromo para tal fin.
Aeropuertos
Artículo 45. Los aeropuertos son nacionales o internacionales, los cuales pueden ser de uso
comercial o estratégico. Son nacionales los destinados a la operación de vuelo dentro del
territorio venezolano e internacionales, cuando sean designados por la Autoridad Aeronáutica
para permitir la llegada o partida, desde o hacia el extranjero.
Son de uso comercial los que exclusivamente se utilizan con fines de explotación y
aprovechamiento de sus posibilidades. La conservación, administración y aprovechamiento
la harán los Estados, en coordinación con el Ejecutivo Nacional, de conformidad con lo
establecido la presente Ley.
Son de uso estratégico los que por su importancia e interés para la seguridad y defensa de la
Nación y por su situación geográfica cumplen funciones de seguridad de Estado, previa
determinación del Ejecutivo Nacional. La conservación, administración y aprovechamiento
de los aeropuertos públicos civiles de uso estratégico lo harán los órganos y entes
descentralizados adscritos al Ejecutivo Nacional, conforme con su ley especial.
Su elemento técnico recae en que el aeródromo debe estar preparado para el aterrizaje
y la partida de aeronaves, por ello debe ser un área naturalmente plana, lo cual no es suficiente
porque una cancha deportiva también cumple ese requisito, motivo por el cual es preciso
recurrir a un elemento funcional, el cual consiste en analizar el destino propio del
terreno, que consiste precisamente en servir de base para las operaciones de las
maquinas, que allí han de tomar contacto con la superficie. Asimismo, se impone la
exigencia de la habilitación por el Estado para todo aeródromo, lo cual agrega la tercera nota
para el concepto, la autorización estatal, sin la cual faltaría algo esencial. Por ello podemos
definir un aeródromo a las superficies aptas para el despegue y aterrizaje de aeronaves,
destinadas al cumplimiento de tales actividades y habilitadas para ello por el Estado.
Hoy día este criterio ha perdido fuerza, por el auge del criterio funcional, mediante el
cual los aeródromos públicos son aquellos destinados al uso público, los demás son privados.
La condición del propietario del inmueble no califica a un aeródromo como público o
privado.
Ello no quita que el Estado deba tener interés en conocer toda la existencia de
aeródromos privados por varias razones, desde el ejercicio del poder de policía hasta la
facilitación del tráfico aéreo. El Estado puede disponer de algunos aeródromos que no estén
abiertos al uso público, por destinarse a actividades como por ejemplo las Militares.
Otra clasificación importante radica en la de aeródromos como internacionales,
también denominados aduaneros o de frontera, que pueden definirse como aquellos
especialmente destinados a la partida y llegada de aeronaves que se dirigen al extranjero o
proceden de allí.
Ahora bien, sin pretender dar una definición de los servicios de tránsito aéreo, nos
concentraremos en describirlos en sus manifestaciones más importantes; comprenden
instalaciones y servicios destinados a auxiliar a las aeronaves, tanto en vuelo cuanto a la
entrada y salida de los aeródromos, indicación de pistas y obstáculos para el vuelo,
radiocomunicaciones, radiogoniometría, radiodirección, meteorología, indicación de
itinerarios y altura de vuelos, etc.
A esto puede agregarse que las agencias de control de tránsito aéreo proveen tres
categorías de prestaciones: servicios de control de la aproximación a los aeródromos, de
información de vuelo y de alerta de emergencia.
Con este fundamento podemos afirmar, como punto de partida que los servicios de
protección al vuelo abarcan plenamente la atención de la actividad de la aeronave, ya que
algunos se cumplen antes de comenzar el vuelo, otros durante el mismo y los restantes cuando
aquel finaliza.
Ahora bien, la uniformidad internacional en este terreno ha sido factor preponderante para el
desarrollo de aspectos técnicos por parte de la OACI y las diferentes convenciones
internacionales. En efecto el avance técnico depende del adelanto de uno o varios países y
requiere una universalización imprescindible. Al respecto es importante señalar el artículo 5
de la Ley de Aeronáutica Civil que expresa:
Como complemento de análisis de este tema debe señalarse que naturalmente los
servicios de protección al vuelo originan erogaciones de importancia, que en una sana
administración deben ser, al menos parcialmente soportadas por los usuarios. Por cuanto el
ideal en esta materia es que los usuarios lleguen a cubrir mediante las tasas que abonan, el
costo total de los servicios que utilizan.
Como último punto de este tema, analizamos las restricciones al dominio establecidas en
beneficio de la circulación aérea. Para comenzar parece oportuno destacar que constituyen
un punto de confluencia entre dos tópicos, el dominio sobre el espacio aéreo y la
infraestructura, ya que son un complemento imprescindible de las organizaciones de
superficie y necesariamente se vinculan con el ejercicio del derecho de los propietarios del
suelo.
Surge con toda evidencia que si en los terrenos que rodean un campo de aviación abierto
al uso público se levantan plantaciones, construcciones o instalaciones que alcanzan cierta
altura, pueden presentarse serios inconvenientes para las aeronaves que lo utilicen.
Hasta la fijación del área de despeje, el dueño del mundo tiene derecho a realizar
cualquier obra en su terreno y, por consiguiente, no parece posible intimar la demolición de
aquellos que elevó antes de resolverse la habilitación del aeródromo público. En ese caso
debe recurrirse al procedimiento de la expropiación o de la indemnización acordada por
convenio con el dueño del fundo. Al respecto es importante señalar los artículos 50 y 51 de
la Ley de Aeronáutica Civil que expresan:
Claro está la responsabilidad no existe cuando una aeronave sufre un accidente por
embestir un obstáculo que normalmente no debió encontrar en su camino y que solo la afecto
por la anormalidad de su operación, como por ejemplo la realización de un vuelo rasante.
Estas reglas enunciadas constituyen la aplicación genérica de principios jurídicos generales
y no requieren extenso comentario, lo que si requiere una consideración aparte es un tema
que aun genera controversias, y es el referido a quién debe tener a su cargo los gastos de
mantenimiento de las señales. La respuesta más común es que el propietario debe ser el
encargado de los gastos de instalación y mantenimiento de estas señales por cuanto el con su
construcción es el que crea el riesgo a la circulación. Postura que usa la legislación nacional
pues la ley de aeronáutica civil nos expresa que:
Obligación de señalizar obstáculos
Artículo 52. La señalización de los obstáculos que constituyan peligro para la circulación
aérea es obligatoria. La Autoridad Aeronáutica tiene la competencia para exigir el
cumplimiento de esta obligación de conformidad con las normas técnicas correspondientes.
Los gastos de instalación y funcionamiento de las señales que correspondan están a cargo del
propietario. La infracción a esta disposición acarreará las sanciones establecidas en esta Ley.
6. La Aeronave
a. Concepto
Su movilidad, su aptitud para evolucionar, entrar a una jurisdicción o salir de ella, ser
utilizada para finalidades muy variadas, causar daños u originar grandes ventajas, obliga a
quien la estudia con criterio jurídico a contemplarla desde múltiples puntos de vista.
Este concepto fue seguido por otros importantes textos internacionales como el
Convenio de Madrid de 1926 y aún por el Convenio de Chicago en algunos de sus Anexos e
inclusive por el Consejo de la OACI, en su definición de 1967 en que aclara que las
reacciones del aire no han de ser las experimentadas sobre la superficie del suelo.
Es por ello que conviene utilizar como base dos criterios mínimos, que son su aptitud
para circular en el espacio aéreo y el segundo su aptitud para transportar personas o cosas.
Por aplicación del concepto mencionado podemos dar respuesta a ciertas inquietudes, como
por ejemplo que son aeronaves los globos cuando su trayectoria es tan amplia que puede
significar un traslado, mientras no los son los paracaídas, por su falta de aptitud para circular
por el espacio aéreo, ya que solo sirven para posibilitar un descenso, asimismo deben ser
incluidos los planeadores ya que son instrumentos de vuelo que aunque carecen de motor una
vez en el espacio, pueden realizar viajes de larga trayectoria. En este sentido expresa nuestra
ley de aeronáutica civil que:
Aeronave
Artículo 16. La aeronave es toda máquina que pueda sustentarse en la atmósfera por
reacciones del aire, que no sean las reacciones del mismo contra la superficie de la tierra y
que sea apta para transportar personas o cosas.
b. Clasificación
Así lo hizo el Convenio de Paris de 1919 que dividió a las aeronaves en de Estado y
privadas y subdividió a las primeras en militares y maquinas afectadas exclusivamente a un
servicio de Estado como las postales o policiales. Es de notar que las aeronaves de propiedad
del Estado no dedicadas específicamente a algunas de las actividades mencionadas recibían
el tratamiento ordinario de las aeronaves privadas por pertenecer a esta categoría. Creemos
que una enunciación de las aeronaves podía crear conflictos y es por ello que es mejor
otorgarles un criterio de distinción que sería el de estar al servicio del poder público.
Y podemos decir que las aeronaves son públicas y privadas, son públicas las
destinadas al servicio del poder público y las demás son privadas, aunque pertenezcan al
Estado. Este criterio por ende deja de lado toda la consideración de la calidad del propietario
de la aeronave, y por ende no interesa que el Estado sea dueño de un aparato, sino que lo
utilice para cumplir sus funciones como titular del poder público o dicho de otra forma son
empleadas en atribuciones soberanas del Estado, que le son privativas y emanan de su
autoridad, que lo hace titular del imperium. Esta clasificación crea una importancia en tal de
que el régimen jurídico aplicable varia en cada uno de los casos. Ejemplo de ello lo
conseguimos al tema de la matriculación, ya que algunos países no lo exigen para las
aeronaves públicas. O con el tema de la ley aplícale o la jurisdicción o con la materia de
embargos. Siendo así veamos la clasificación dada por nuestra ley de aeronáutica civil, la
cual no difiere mucho de la ya dada.
Clasificación
Artículo 17. Las aeronaves venezolanas se clasifican en aeronaves de Estado y civiles. Son
aeronaves de Estado las de uso militar, de policía o de aduana. Su empleo se regirá conforme
al ordenamiento jurídico…
Es por ello que debemos comenzar por determinar cuáles son aeronaves militares,
cabe acotar que es difícil definirlas porque las civiles pueden convertirse en esta especie, por
ello la definición es netamente jurídica. Lo que ha llevado a buscar pautas especificas
subjetivas u objetivas para tal fin.
Entre ellas podemos mencionar la calidad del propietario, los signos exteriores,
marcas y certificados, el destino al cual está afectada, el estatuto jurídico del comandante,
etc. En busca de una sistematización racional que permita considerar tales criterios, puede
agrupárseles en tres sectores; el referido a la calidad del propietario, el de la construcción
mecánica del aparato y el de la naturaleza del servicio a que está destinada.
Tras esta breve exposición llega a la conclusión de que solamente dos de los
elementos utilizados a lo largo de la historia del derecho aeronáutico deben ser tomados en
consideración; la existencia de relaciones jurídicas entre la aeronave y su tripulación, por una
parte y la autoridad estatal por la otra, que somete a las primeras al control, la vigilancia, las
órdenes y la responsabilidad del Estado y asimismo determina el carácter militar de los
servicios que la aeronave debe cumplir.
Compartimos las opiniones del jurista oriental ya que acumulan los dos elementos
que antes mencionamos, la función asignada a la aeronave y su explotación por el Estado,
que descarta cualquier posibilidad de pretender atribuir carácter militar a aeronaves operadas
por particulares que intervengan en actividades bélicas.
Ahora bien, al observar nuestra ley de aeronáutica civil observamos que nuestra
legislación utiliza como medio de diferenciación el uso que tenga la aeronave. En este sentido
el mismo artículo 17 supra mencionado expresa:
Se entiende que una aeronave está en uso militar cuando esté empleada en operaciones
militares o las tripuladas por militares en ejercicio de sus funciones. Son aeronaves civiles
las de usos distintos a los anteriores.
El primer objeto de nuestra atención en este campo son los Helicópteros, cuyas
características permiten aproximarlos a los automóviles en cuanto a su facilidad de
circulación y a las escasas exigencias de espacio en el suelo que derivan de su aptitud para el
vuelo vertical.
Aquí está precisamente la nota que los diferencia de las aeronaves convencionales.
En efecto se trata de aparatos que prestan grandes servicios en casos de accidentes aéreos,
marítimos u ocurridos en lugares de difícil acceso, así como en ocasión de asistir a las
víctimas de catástrofes.
Si bien es menor el interés que suscitan los hidroaviones, por razón de sus cualidades
técnicas se presentan algunos problemas que pueden requerir la atención del abogado.
Quizás puede encontrarse aquí el germen de la posición que pretende formar con los
hidroaviones una categoría especial de vehículos, que participaría al menos en alguna medida
de las cualidades de los buques.
Pero puede afirmarse que los hidroaviones son aeronaves cuya única especialidad
radica en que pueden despegar del agua o descender en ella. Por ello cabe afirmar que se trata
de una aeronave sometida en todo al régimen ordinario salvo en cuanto a los requisitos de
navegabilidad que cabe exigirles y a la sujeción a algunas reglas destinadas a no perturbar la
circulación marítima.
El desarrollo adquirido por los vehículos que se desplazan sobre colchón de aire nos
mueve a formular algunas reflexiones a su respecto, fundamentalmente con el fin de
excluirlos del ámbito de nuestro derecho.
Para adoptar esta posición excluyente contamos con un argumento vital y es la
definición de aeronave elaborada por el Consejo de la OACI; Aparato que puede sostenerse
en la atmosfera gracias a las reacciones del aire, que no sean las reacciones del aire sobre la
superficie de la tierra”.
Como complemento del panorama general sobre los aspectos más elementales de la
noción de aeronave, corresponde analizar su esencia desde el punto de vista jurídico ya que
su calificación debe servir de base para la consideración del régimen que el derecho
estructura a su respecto.
Es por ello que debe sostenerse que solamente por una metáfora puede hablarse de
personalidad de la aeronave y que la teoría que la considera sujeto de derechos no tiene
fundamentos más sólidos que la ficción estructurada sobre la base de la subjetividad de
aquella. Por consiguiente, la aeronave es sin duda un objeto de derechos y en nuestra
legislación positiva reviste calidad de cosa.
Cabe acotar que muchos juristas recalcan que la aeronave es verdaderamente una cosa
mueble: tiene aptitud para desplazarse, puede ser conducida de un lugar a otro y esto que
constituye una cualidad primordial, sin la cual perdería su esencia. Ello no significa que deba
sujetarse a las aeronaves al régimen ordinario que el derecho común estructura para las cosas
muebles, sino que, por múltiples razones, aquellas como los buques y automotores, requieren
un tratamiento especial.
Naturaleza jurídica
Artículo 18. Las aeronaves civiles venezolanas, aún cuando estén en construcción, en todo
o en parte, son bienes muebles registrables de naturaleza especial, conforme al ordenamiento
jurídico.
Esta norma hay que analizarla de forma conjunta con nuestro código civil que expresa:
Art. 531. "Los bienes son muebles por su naturaleza, por el objeto al que se refieren o por
determinarlo así la ley"
Art. 532. "Son muebles por su naturaleza los bienes que pueden cambiar de lugar, bien por
si mismos o movidos por una fuerza exterior".
Es por ello que decimos que entre los muebles por su naturaleza forman una categoría
especial integrada por aquellos que, como las naves, aeronaves y vehículos de motor, están
sujetos a una matrícula dada por el Estado. Ello supone que dichos bienes sean susceptibles
de identificación o individualización, aunque no todos los bienes identificables están
sometidos al régimen de matriculación. Por lo demás, los bienes sujetos a matricula o registro
administrativo pueden ser sometidos a régimen jurídico tradicionalmente reservados a los
inmuebles, aunque a veces la ley les aplica dicho régimen o solo lo hace en forma parcial. Es
por ello que la ley de aeronáutica civil expresa:
d.1.Nacionalidad
El automóvil por mucha que sea su autonomía y hasta el día de hoy siempre debe
seguir una carretera o un camino y aun aceptada su posibilidad de circular a campo traviesa,
no puede despegarse de la superficie lo que permite someterlo a un contralor al que escapa,
por el contrario, el avión, que aun cuando durante su vuelo siga determinadas rutas goza de
amplia independencia, ya que se trata de líneas solo idealmente señaladas en el espacio, de
las cuales la maquina puede apartarse, así como elevarse a la altura necesaria para pasar
prácticamente inadvertida.
Finalmente, el ultimo argumento señala que el automóvil no circula por lugares donde
ningún Estado ejerce jurisdicción, mientras que la aeronave cumple a veces buena parte de
sus operaciones en el espacio aéreo situado sobre el mar o sea en un ámbito extraño a la
jurisdicción de Estado alguno. Ahora bien, en cualquier lugar pueden ocurrir actos o hechos
jurídicos a bordo del vehículo que intervenga pueden producirse accidentes, choques,
violaciones de reglamentos, delitos en que la aeronave resulte elemento activo o pasivo;
puede ser sometida a detenciones o embargos y pueden intentarse a su respecto acciones
judiciales de variada índole, hipótesis en las cuales solo la atribución de nacionalidad puede
proveer la solución correcta.
Esto nace de aplicarse ordinariamente la ley nacional de la aeronave para la regulación
de cuanto acontece a su bordo, con las lógicas limitaciones de los supuestos en que debe
recurrirse a la ley territorial, como los que afectan al orden público del Estado sobrevalorado.
Pero la complejidad de la situación se agudiza enormemente cuando los acontecimientos se
producen en lugares no sometidos a la jurisdicción de algún Estado como en vuelo sobre el
mar libre, supuesto en que la necesidad de admitir la nacionalidad de las aeronaves se hace
imprescindible, ya que solo así los hechos y actos del caso quedan sujetos a una ley que los
rige y a una jurisdicción.
Artículo 36. Toda aeronave civil deberá llevar a bordo el Certificado de Aeronavegabilidad
y de Matricula, libros, manuales, licencias y demás documentos exigidos por el ordenamiento
jurídico para su empleo específico.
Certificado de Aeronavegabilidad
Artículo 37. El Certificado de Aeronavegabilidad es el documento que certifica que la
aeronave se encuentra en condiciones técnicas para operar de manera segura, conforme con
las especificaciones establecidas en el certificado tipo o documento equivalente. Contendrá
los términos, condiciones y limitaciones que establezca la Autoridad Aeronáutica.
Los Certificados de Aeronavegabilidad de aeronaves extranjeras expedidos por las
autoridades competentes son válidos en el país, cuando concedan un trato reciproco a las
expedidas por la República y cumplan con los requisitos mínimos exigidos por la normativa
técnica venezolana.
Admitida ella, debemos señalar que resulta complemento indispensable que sea única,
lo cual también puede considerarse aceptable universalmente. Así surge de lo dispuesto por
los artículos 17 a 19 del Convenio de Chicago y del artículo 20 de la ley de aeronáutica civil
que expresa:
Marca de nacionalidad y matricula
Artículo 20. Son aeronaves civiles venezolanas las matriculadas en el Registro Aeronáutico
Nacional. La marca de nacionalidad venezolana se identifica con las siglas YV y se acredita
con el certificado de matrícula. Las personas naturales o jurídicas de nacionalidad
venezolana, únicamente, podrán matricular en el Registro Aeronáutico Nacional, aeronaves
destinadas al servicio de transporte aéreo.
Las aeronaves civiles no podrán poseer más de una matrícula y para operar en territorio
venezolano deben llevar las correspondientes marcas de nacionalidad y matrícula. Las
condiciones y requisitos para el otorgamiento, transferencia, calificación y cancelación de
marcas de nacionalidad y matrícula de las aeronaves civiles, se regularán de acuerdo con lo
establecido en la reglamentación respectiva.
Este sistema proviene de una tradición centenaria emanada del Instituto de Derecho
Internacional en 1911 y consagrado en las Convenciones Internacionales de Paris y Chicago,
lógicamente, la influencia de estos convenios sobre las leyes internas de los países ha tenido
la virtud de acordarles vigencia universal en la legislación comparada.
Además, en el registro deben figurar todos los datos de interés para cualquier persona
que haya sufrido daños con motivo de la operación de la máquina. Tanto la calidad pública o
privada de esta, cuanto los informes relativos al nombre y domicilio del propietario y
eventualmente del explotador si fuera otra persona, han de constar allí, lo cual abra el camino
para la promoción de los datos necesarios en forma sencilla y fehaciente.
d.2. Matrícula.
Como paso inicial decimos para fijar un concepto, que la matricula consiste en la
inscripción de una aeronave en el registro de un país determinado.
Las aeronaves civiles no podrán poseer más de una matrícula y para operar en
territorio venezolano deben llevar las correspondientes marcas de nacionalidad y matrícula.
Las condiciones y requisitos para el otorgamiento, transferencia, calificación y cancelación
de marcas de nacionalidad y matrícula de las aeronaves civiles, se regularán de acuerdo con
lo establecido en la reglamentación respectiva.
A ello debe agregarse que el último parágrafo del mismo art. 20 de la ley remite a la
reglamentación a dictar por la autoridad competente (INAC), conforme a lo dispuesto en el
art 19 del convenio de Chicago, en este sentido expresa:
“Las condiciones y requisitos para el otorgamiento, transferencia, calificación y cancelación
de marcas de nacionalidad y matrícula de las aeronaves civiles, se regularán de acuerdo con
lo establecido en la reglamentación respectiva”.
Podrían preguntarse ¿qué ocurre con las trasnacionales que poseen decenas de aeronaves,
¿cuál es la nacionalidad de la aeronave?
Todo ello llevo a que en 1963 al suscribirse el Convenio de Tokio que incluye una
disposición en virtud de la cual, si varios Estados constituyesen una organización
internacional de explotación aérea, debería indicarse cuál de ellos sería considerado como
Estado de matrícula y sumiría las obligaciones que como tal le corresponderían de acuerdo
al convenio de Chicago.
A ello agrego en 1967 la distinción entre dos tipos de matrícula de base no nacional:
la internacional, que correspondería a organizaciones con personería internacional de
Derecho Público, distintas de las dedicadas a la explotación de servicios aéreo-podría ser la
misma OACI- y la común basada en la existencia de un registro único llevado por varios
Estados participantes en un organismo internacional de explotación y dividido en varias
secciones, cada una de ella a cargo de uno de los Estados.