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DIPLOMADO

DE
DERECHO DIPLOMATICO
Abogada Stephanie Rodríguez

T.1. DERECHO DIPLOMATICO


El estudio del Derecho Diplomático exige ante todo definir lo que se entiende por
diplomacia y por Derecho diplomático, dado que tales definiciones condicionaran
evidentemente las conclusiones a que se llegue.

1.1. Definición de Diplomacia y Derecho Diplomático

En las obras existentes sobre Derecho diplomático se comprueba con sorpresa


que los autores bordean la noción de “diplomacia” y en general no definen el termino
“Derecho diplomático”

Para R. Genet, en su obra Traite de diplomatie et de droit diplomatique, Paris,


1931 define este derecho como: “La rama del derecho público que se ocupa
especialmente de la práctica y de la reglamentación tanto de las relaciones exteriores
de los Estados como de las modalidades de su representación en el extranjero, tanto
de la administración de los asuntos exteriores como de la manera de llevar las
negociaciones”.
De igual forma resulta interesante citar algunas de las definiciones que se han
dado. Satow (1958) define la diplomacia como: “The conduct of business between
States by peaceful neans”
Charles de Martens la considera como; “la ciencia de las relaciones y de los
intereses respectivos de los Estados o el arte de conciliar los intereses de los pueblos
entre si; y en un sentido mas determinado, la ciencia o el arte de las negociaciones”
Rivier trata de analizar tres aspectos diferentes del vocablo.
En su primera acepción la diplomacia es: “la ciencia y el arte de la representación
de los Estados y de las negociaciones” y añade. “se emplea la misma palabra para
expresar una noción compleja que abarca bien el conjunto de la representación de un
Estado, incluido el ministerio de Asuntos Exteriores, bien al conjunto de los agentes
políticos. En este aspecto se hace referencia a la diplomacia francesa de ciertas
épocas, a la diplomacias mas austriaca. El tercer significado es el siguiente:
“entiéndase por diplomacia la carrera o profesión de diplomatico”.
Por último según Pradler, cuya obra constituye un clásico en derecho
diplomático, “la diplomacia afectivamente despierta la idea de gestión de los asuntos
internacionales de conducción de las relaciones exteriores, de administración de los
intereses nacionales de los pueblos y de sus gobiernos en sus contactos materiales
sean pacíficos u hostiles. Podría incluso llegar a decirse que es el derecho de gentes
aplicado”.
Tales definiciones acarrean la aparición de dos elementos en el término
diplomacia. En primer lugar la diplomacia se sitúa en el plano de las relaciones
internacionales. Teniendo en cuenta que los miembros de la sociedad internacional no
pueden vivir aislados y replegados sobre si mismos, sino que por el contrario están
obligados a entrar frecuentemente en contacto los unos con los otros, deben imprimir
una cierta coherencia a la dirección de los asuntos exteriores. La expresión de esa
conducta exterior es la diplomacia.
Existe pues en la noción de diplomacia una idea de relaciones exteriores, de ello
se deduce que la diplomacia internacional, actualmente Estados u Organizaciones
internacionales y que el Derecho diplomático no es sino una rama del Derecho
internacional. Esto explica que las relaciones entre los Estados que componen una
Federación no puedan ser consideradas como objeto de diplomacia, al no ser estos
Estados sujetos del orden jurídico internacional, sino del orden jurídico interno de la
Federación quien por el contrario, será sujeto del orden jurídico internacional. Habrá
una diplomacia de la Federación pero no una diplomacia de los Estados federados.
Pero ¿puede considerarse diplomacia toda relación exterior de un Estado con
otro? He ahí donde aparece el segundo elemento contenido en el termino de
diplomacia: la idea de negociación.
Todo Estado en efecto, puede perseguir a través del canal de cierta política
exterior objetivos que a menudo serán diferentes, incluso opuestos a los objetivos
perseguidos por los Estados.
A su vez, el hecho de que los Estados no puedan ignorarse entre si los lleva a
tratar de acomodar sus objetivos divergentes mediante la negociación. Y es
precisamente en esta negociación, en este esfuerzo inevitable de negociación donde
se manifiesta la diplomacia de un país. Sin duda tal diplomacia persigue objetivos
políticos pero no puede concretarse sino a través de la búsqueda de un compromiso. O
dicho de otra forma, cabe distinguir entre política extranjera y diplomacia, siendo la
primera la elección de los objetivos y de las grandes lineas directrices que un Estado
seguirá con respecto a otro Estado y la diplomacia la realización de esas lineas
directrices. De ello se deduce que si, incluso durante una guerra, un Estado continua
manteniendo cierta política exterior con respecto al Estado contra el que esta luchando-
decisiones a tomar sobre los fines bélicos, etc.- no podrá aplicar una diplomacia a tal
respecto hasta el momento en que se entablen las primeras negociaciones de paz, bien
directamente bien a través de terceros Estados. De ello se deduce que el choque de
dos ejércitos, la conducción de la guerra, no pueden considerarse como diplomacia,
habida cuenta que ha desaparecido el elemento de contacto pacifico entre dos sujetos
del Derecho Internacional. Por el contrario, estimamos que existe diplomacia tan pronto
como hay contactos pacíficos entre dos Estados, sea a través de discusiones,
negociaciones y cualquiera que sea el lugar donde se situé este intercambio de
impresiones.

Al hacer esta afirmación ensanchamos considerablemente el campo de la


diplomacia, puesto que éste abarcará también los contactos económicos y técnicos
mientras que los autores tradicionales reservan al termino en cuestión a la materia de
los contactos entre Estados referidos principalmente a cuestiones políticas. No se
puede negar que la diplomacia entraña una noción política pero en el mundo actual
resulta patente que incluso las materias mas anodinas tienen repercusiones políticas.
Como corolario del análisis que acabamos de hacer, podriamos definir la
diplomacia afirmando que es la manera de conducir los asuntos exteriores de un
sujeto de Derecho Internacional utilizando medios pacíficos y principalmente la
negociación.
La diplomacia de un Estado se desenvuelve también a través de los Jefes de
Estado, las misiones diplomáticas, los ministros de Asuntos o Relaciones Exteriores y
los delegados en conferencia. Las normas jurídicas destinadas a regular las
relaciones de estos órganos de las relaciones externas constituyen el Derecho
Diplomático.
Se puede, pues definir el Derecho diplomático como conjunto de normas
jurídicas destinadas a regular las relaciones que se crean entre los diferentes órganos
de los sujetos de Derecho Internacional encargados de manera permanente o temporal
de las relaciones exteriores de tales sujetos.

II. ORIGENES DE LA DIPLOMACIA

Al examinar la historia de la diplomacia se comprueba prontamente como ha


dicho Redslob, que ésta es tan antigua como los pueblos mismos. Ello se debe a que la
institución diplomática satisface ese necesidad esencial de las diferentes comunidades
humanas- extranjeras las unas para con las otras- , cual es la de ordenar sus
relaciones.
Tan pronto como dos tribus se enfrentaban y siempre que no entrasen en
conflicto inmediato, era evidente que se iban a plantear una serie de problemas de
convivencia que podían abarcar desde el robo de una propiedad por parte de un
miembro de una de las dos comunidades, hasta cuestiones mas complejas como por
ejemplo, el reparto del agua de un manantial o la alianza de los dos grupos humanos
contra un tercero. Los emisarios que se intercambiaban para arreglar tales cuestiones
eran los antepasados de los actuales diplomáticos y puede decirse que la diplomacia
nació cuando por primera vez un jefe de tribu envío cerca de otro jefe a un emisario con
el fin de zanjar un asunto o cuando dos jefes de tribus diferentes se reunieron para
discutir pacíficamente problemas comunes.
Cierto es, cabria objetar, que aquellas tribus no constituían Estados y que en
consecuencia no podía tratarse de diplomacia tal como la hemos descrito
anteriormente. No creemos que la objeción sea pertinente, pues, en efecto, existía la
diplomacia desde el momento en que se entablaban negociaciones pacificas entre dos
grupos; las dos tribus, que en aquella sociedad primitiva han de considerarse en cierto
sentido como sujetos del Derecho de Gentes de la época. Efectivamente se trataba de
pueblos extraños uno a otro y perfectamente independientes dado que no poseían una
autoridad superior capaz de imponerles su autoridad: el Gobierno central del Estado.
La doctrina especializada han tratado el tema de la historia de la diplomacia en dos
grandes períodos, aunque nosotros pensamos que son cuatro:

A. Antigüedad hasta el siglo XV

En este periodo de tantos siglos la diplomacia tiene una característica


predominante y es que la misma es una diplomacia ambulante. En este periodo se
envían embajadores cuando hay que resolver una cuestión precisa: declaración de
guerra, conclusión de tratados de paz, de alianza, acuerdos comerciales, etc. La misma
diplomacia no sigue reglas fijas, no está organizada. Sin embargo existe, y los
egipcios, los asirios, los judíos y los persas, se intercambian negociadores. En épocas
mas recientes Atenas y Roma tratarán de dotarla de una cierta estabilidad de forma;
pero aunque la segunda lo consiguió en cierta medida, todavía no puede hablarse de
diplomacia organizada, dado que ni los fefeciales ni los legati eran funcionarios
destinados especialmente a las relaciones diplomáticas.
La misión del diplomático, fuente de honores y responsabilidades, se halla bajo la
protección de los dioses. Tal diplomacia, ambulante e inorganizada, presenta como
tercera característica la de sufrir las limitaciones que impone la geografía, pues habida
cuenta de los medios de comunicación de la época la relaciones entre ciudades o
señores no pueden establecerse sino es dentro de un espacio limitado y de tiempo en
tiempo.
En la Edad Media la Iglesia mantendrá la tradición del envío de misiones
diplomáticas temporales, éstas serán las predecesoras de los nuncios. Las ciudades,
los príncipes intercambiarían también misiones pero las característica señaladas mas
arriba no cambiarían; las relaciones seguirán siendo esporádicas.
Los grandes descubrimientos y el Renacimiento provocaran en Europa todo un
movimiento de interpenetración de los pueblos y por ende un desarrollo notable de la
diplomacia; he aquí la segunda etapa.

B. Segunda Etapa.

La segunda etapa contempla un cambio radical en las características de la


diplomacia. En efecto, esta última de ambulante se transforma en permanente. Se
puede situar la aparición del nuevo fenómeno, en el tiempo, hacia la primera mitad del
siglo XV; y en el espacio en Italia.
La mayoría de la doctrina ha creído poder establecer el origen de la diplomacia
permanente en Venecia. Aquella República, potencia marítima y militar de
consideración, gozaba de una prosperidad fundamentada en una gran expansión
comercial.
Venecia comprendió pronto la importancia que suponía, para su comercio, estar
constantemente al corriente de lo que ocurría en las demás ciudades. Así pues, a
comienzos del siglo XV Venecia estableció primeramente misiones diplomáticas
permanentes en Constantinopla y Roma y después en varias ciudades itálicas y cerca
de la corte de los duques de Borgoña. Finalmente tales misiones se extendieron por
todas partes y especialmente cerca de los reyes de Francia.
Aquellos diplomáticos son los “oratores” venecianos que proporcionaron a la
República a través de una correspondencia regular que sigue siendo celebre.
Otros autores consideran como primeras misiones diplomáticas permanentes las
milanesas. En realidad es preciso comprender que el establecimiento de misiones
diplomáticas permanentes correspondía a una necesidad profundamente sentida por
Italia en aquella época, ya que los cinco Estados importantes: Venecia, Milán, Florencia,
Napoles y el Papado de Roma vivían en un estado de intriga el cual no podía ser
resuelto de forma violenta ya que ninguno tenia la fuerza militar suficiente para
imponerse sobre los otros.
Sin embargo la consideración de Venecia como antecesora de las misiones
diplomáticas permanentes, se fundamenta en que es la única ciudad donde las
funciones diplomáticas fueron minuciosamente reglamentadas y donde comenzaron a
aparecer verdaderos diplomáticos en el sentido moderno de la palabra.
La institución de las misiones diplomáticas permanentes se extenderá
rápidamente desde Italia a toda Europa, especialmente después de las guerras
religiosas. La importancia que Richelieu y Luis XIV atribuirán a la diplomacia acentuara
aun mas esta evolución.
Los tratados de Westfalia (1648), por representar un cierto equilibrio europeo que
necesita una vigilancia constante y reciproca de los Estados, el ocaso de los poderes
políticos superiores del Papado y del Santo Imperio Romano y la aparición de la idea de
igualdad jurídica de los Estados, contribuirán a generalizar en casi toda Europa el
sistema de la diplomacia permanente. Al mismo tiempo, la diplomacia que a lo largo de
la Edad Media e incluso después había sido monopolio de los eclesiásticos, tiende a
hacerse laica, tiende a convertirse en privilegio de grandes señores o de hombres de
Estado. A medida que se desarrollan las misiones diplomáticas permanentes se
contempla la creación de una oficina, de una administración encargada de la política
extranjera del Estado y aparece asimismo la superior jerarquía de los agentes
diplomáticos del Estado.

He aquí los antepasados del ministro de Asuntos o Relaciones Exteriores. Estas


organizaciones se convierten en verdaderos órganos de las relaciones internacionales
del Estado y a través de ellos tiene lugar el trabajo de las misiones diplomáticas
extranjeras acreditadas en el país.
Este periodo se extiende aproximadamente hasta finales del siglo XVIII,
específicamente hasta el Congreso de Viena de 1815. En este período la diplomacia
permanente entra en las costumbres, pero por ser recién nacida, busca todavía su
camino, carece de reglas fijas y trata de elaborarlas. En conjunto, puede estimarse que
la diplomacia tiene las siguientes características:
1. las reglas del derecho diplomático son imprecisas y esto no solo en la parte
correspondiente a privilegios e inmunidades, sino en lo tocante a las personas, a
la jerarquía, que serán fuente de numerosos conflictos.
2. El agente diplomático es considerado menos como el representante de un país
que como el representante de su soberano. Ya que el Estado tiende a
confundirse con la persona del soberano, dueño absoluto del territorio y de la
población.
3. En verdad no puede decirse que exista una carrera diplomática. Los
embajadores son escogidos por el soberano, bien entre grades comerciantes o
magistrados. Los colaboradores de los jefes de misión son sus empleados
personales, el es quien los paga y al cesar quedan muy a menudo sin empleo.
4. El diplomático tiene sin duda una misión de observación en el reino donde está
acreditado y también de vigilancia para que el equilibrio entre los Estados no se
rompa, pero también es, a menudo, centro de espionaje y de intriga. A veces
llega incluso hasta a fomentar revueltas, lo que explica que en general sea mal
visto y mirado con desconfianza y recelo. Ejemplo de ello lo vemos en 1653
cuando Inglaterra dictó una ley que prohibía a los miembros del Parlamento
hablar a los diplomáticos extranjeros bajo pena de verse privados de su escaño.
Sin embargo, poco a poco la diplomacia evoluciona, reviste formas diferentes y
mas estables: entramos en la tercera fase.

C. Tercera etapa.

La presente fase se caracteriza por el hecho de que la diplomacia adquiere


características estables que duraran hasta nuestros días y el Derecho diplomático
ofrece un aspecto mas complejo y preciso, convirtiéndose en un verdadero derecho, es
decir en un conjunto de normas obligatorias para los Estados, fundadas en la
costumbre, por la cual estos se sienten obligados a respetar.

El congreso de Viena de 1815 contribuyó en cierto modo a la cristalización de la


practica existente, liquidando, de una vez para siempre, las delicadas cuestiones de
jerarquía diplomática y precedencia que habían sido origen de muchas dificultades
durante los siglos anteriores. ¿Cuales son, pues, las características del Derecho
diplomático en el curso de esta tercera fase?
a. en primer lugar los diplomáticos son los representantes de un Estado y ya no de un
soberano, incluso cuando se les denomina embajadores de su majestad.
b. los miembros de las misiones diplomáticas forman parte ahora de la Administración
de un Estado: son funcionarios.
c. las grandes reglas del Derecho diplomático relativas a la etiqueta, la precedencia, la
jerarquía, la llegada y partida de los miembros de la misión, los privilegios y las
inmunidades quedan fijadas en sus lineas generales, a pesar de que continúan
evolucionando.
d. la misión de espionaje y de subversión del embajador que había sido bastante
importante en el siglo XVIII, tiende a desaparecer. Sin duda alguna que el embajador
desempeña tareas de observador, pero éstas tienen como objetivo señalar a su propio
gobierno la situación del país en el que está acreditado, a fin de que el gobierno
informado pueda adoptar sus decisiones de política extranjera con pleno conocimiento
de causa. El papel de jefe de misión consiste también en facilitar el mutuo
conocimiento de los Estados, contribuyendo a la mejor cooperación internacional de
forma que, a medida que transcurre el siglo XIX, la diplomacia deja notar su influencia
en la solución pacifica de los conflictos internacionales.
e. la diplomacia se hace casi exclusivamente por diplomáticos y éstos gozan en su
función de una gran independencia. Aunque las decisiones de política extranjera se
adoptan, en última instancia por el ministro de Asuntos Exteriores y mas aun por el
Gobierno en pleno, siendo el jefe de misión esencialmente encargado de aplicar las
directrices, que le son dadas.
Entre las numerosas razones de esta independencia del diplomático,
conseguimos: en primer lugar, la política mundial tiene como campo de acción un
espacio restringido “Europa”, y en este restringido espacio existen varias grandes
potencias, que tratan todas, a la par que prosiguen una política nacional, de establecer,
de la forma más favorable a sus intereses, un cierto equilibrio delicado de implantar.
En segundo lugar, los medios de comunicación son mas lentos. Los
desplazamientos requieren tiempo y esto forzosamente limita el control del gobierno.
Las negociaciones directas son raras; se confían más bien a los diplomáticos, ya que
los jefes de Estado o los ministros de Asuntos Exteriores no pueden permanecer largo
tiempo ausentes del país.
En tercer lugar, la diplomacia es secreto y como consecuencia de ello se trata
de una ciencia que se reserva para un circulo de personas bastante restringido. Pocas
son las personas competentes en la materia y éstas son, sobre todo, diplomáticos.
Estos diplomáticos aun siendo de nacionalidad diferente, se comprenden y se estiman.
Y a diferencia de lo que hoy ocurre, el ministro de Asuntos Exteriores es muy a
menudo, diplomático de carrera y comprenden muy bien por propia experiencia, la
necesidad de dejar una cierta liberta, una cierta iniciativa a los diplomáticos.
En cuarto lugar, al tener la opinión pública una importancia restringida y siendo
la diplomacia secreta, ésta se lleva a cabo esencialmente entre gobiernos. No trata de
hacer propaganda ni demagogia: más bien procura construir algo solido y persigue
primordialmente objetivos políticos y estratégicos. La guerra de 1914 al destruir el
mundo forjado por el Congreso de Viena, mundo que por otra parte se había visto
seriamente conmovido durante los años anteriores, modificara considerablemente las
relaciones internacionales y los hábitos de la diplomacia. Esta evolución que empieza
seriamente a partir de 1920, se precipitara después de la Segunda Guerra mundial,
constituyendo lo que nosotros denominamos cuarta fase, fase de revolución que al
finalizar desembocara en un periodo más estable.

D. Cuarta etapa.

Se caracteriza por una decadencia relativa de la diplomacia tradicional y por la


aparición de una nueva diplomacia.
1) Decadencia de la diplomacia tradicional.
Las causas de la decadencia pueden buscarse en los siguientes hechos:
a) La diplomacia antes secreta se ha convertido en una diplomacia abierta. Tal
revolución se realiza bajo los auspicios de Wilson quien consideraba que la diplomacia
debía proceder franca y públicamente. El movimiento en cuestión tuvo una primera
consecuencia: la publicación y registro de todos los tratados. El pueblo y sus
representantes en el parlamento tienen algo que decir y la consecuencia de ello es que
la politice extranjera compromete progresivamente la vida del gobierno, llevándoles a
ocuparse mas activa y directamente de la política exterior del país.
b) la importancia de la opinión pública en la dirección de la política exterior es doble.
Los gobiernos deben tenerla en cuenta en el plano nacional- opinión pública de país- y
en el plano internacional- opinión pública extranjera, la cual crece por el progreso
obtenido por la prensa, la radio y la televisión, que hace llegar la información a
cualquier lugar del mundo.
c) el papel del diplomático se minimiza por la facilidad de comunicación que existe
gracias al teléfono y al telegrama, de igual forma al surgir nuevos medios de transporte
el diplomático puede acudir a cualquier reunión en muy poco tiempo y si solicita una
información puede realizarla por teléfono, lo que al final limita su campo de actuar.
d) el debilitamiento del papel del diplomático sucede también al hecho de que mientras
la diplomacia tradicional perseguía objetivos políticos y tácticos, la actual va tras la
consecución de una multitud de objetivos y en especial los económicos. Ya que al
existir mas relaciones entre los Estados hay mas interpenetración entre los asuntos
mundiales.
e) desde la Segunda Guerra Mundial se comprueba la aparición de grandes bloques a
escala continental, los Estados de ideología socialista y los Estados de ideología
occidental. Por lo cual la política de una nación tiende a ser reemplazada por la política
del bloque al que pertenece.
f) El desarrollo de las organizaciones internacionales. Fenómeno que se liga con la
aparición de la diplomacia técnica, es también causa de decadencia de la diplomacia
tradicional.

Y si bien es cierto ninguno de los factores que analizamos ha sido decisivo por si
mismo. Todos ellos han contribuido al resultado referido. Si examinamos ahora en que
se manifiesta la decadencia de la diplomacia tradicional, comprobaremos que en virtud
de las razones que acabamos de mencionar:
1. el diplomático goza de una autonomía muy restringida
2. el diplomático se ve suplantado por políticos en todas las cuestiones de
envergadura; jefe de Estado, primer ministro o ministro de asuntos Exteriores.
3. La diplomacia se desenvuelve mucho hoy ida en el terreno técnico y en este
campo son los técnicos los que actúan y no los diplomáticos.

Nos corresponde estudiar cuáles son las formas que presentara la nueva diplomacia.
Este es el objeto de nuestro segundo apartado.

b) Aparición de una nueva diplomacia.

Esta nueva diplomacia reviste esencialmente dos formas: la que se realiza a través de
las organizaciones internacionales y las que se lleva a cabo mediante reuniones de
políticos responsables, jefes de Estado, ministros, etc.,
1. La diplomacia a través de las organizaciones internacionales
Nacidas a principio del siglo XIX, las organizaciones internacionales no tardaron
en multiplicarse, bajo la presión de variadas causas políticas, económicas y sociales.
En su estructura tales organizaciones eran bastantes sencillas, pero cada vez se han
hecho mas complejas, a la vez que su papel en la vida internacional ganaba en
importancia.
El verdadero momento capital, desde el punto de vista diplomático, se sitúa al
crearse la Sociedad de Naciones. A raíz de los horrores de la Primera Guerra Mundial,
los gobiernos de aquel entonces creyeron que la defensa de la paz podía garantizarla
mejor una gran organización política general. Sabido es que la Sociedad de Naciones
no dio los resultados esperados y que la mayor parte de la diplomacia siguió
realizándose fuera de aquel recinto.
La Segunda Guerra mundial presencio la sustitución de la Sociedad de Naciones
por la Organización de las Naciones Unidas. En la actualidad una gran parte de la
política actual se hace a través de ella, pues sirve a las pequeñas naciones de foro,
donde pueden exponer sus puntos de vista, dejar oír su voz y desempeñar un papel en
la política internacional. La importancia de la Organización de las Naciones Unidas es
tal, que todo nuevo Estado que alcanza la independencia desea entrar a formar parte
de ella, como si esta admisión fuese la prueba de su soberanía recobrada.
En este aparte conseguimos también las diversas Instituciones especializadas
como seria la UNESCO o la OIT solo por decir las mas renombradas. Todas son
importantes, sobre todo por su labor técnica a través de la cual se desarrolla la que
hemos denominado diplomacia técnica. Los órganos de estas organizaciones son
lugares de encuentro de los delegados de los diferentes Estados. Los delegados
aludidos no son ya diplomáticos, sino técnicos que pertenecen a las diferentes
administraciones estatales especializadas: técnicos de seguridad del trabajo para la
O.I.T., especialistas agrícolas para la O.A.A., etc. Estas reuniones constituyen también
formas de diplomacia, puesto que las decisiones o recomendaciones de las
organizaciones tienen repercusiones en el orden jurídico interno de los Estados.
En el seno de estas organizaciones y muy especialmente de las políticas, el
carácter de la diplomacia tiende a transformarse, los Estados sienten menos la
preocupación de negociar que la de entregarse a grandes debates que no siempre
desembocan en decisiones comunes, pero que permiten a los gobiernos manifestar sus
puntos de vista.

2. La diplomacia a través de las reuniones de jefes de Estado o ministros.

La importancia de esta nueva forma de diplomacia se desprende de los


elementos que hemos expuesto al analizar las causas de la decadencia de la
diplomacia tradicional. Puede añadirse también a la relación anterior la idea americana
de que los contactos personales entre los responsables de la política internacional
debieran tener como consecuencia la creación de una atmósfera propicia a una mejor
comprensión, a una cierta colaboración internacional. Todos estos factores han
contribuido a una diplomacia ambulante. La cual debido a la propaganda y
espectacularidad que nos demuestran, llevan inmerso una preparación insuficiente,
originando repetidos fracasos que no solamente destruyen las esperanzas de los
pueblos sino que además contribuyen a aumentar la tensión internacional.
A veces los hombres parecen haber olvidado que la diplomacia se expresa a
través de negociaciones delicadas que exigen tiempo, habilidad y paciencia con lo cual
vuelve a confundirse entre diplomacia y política extranjera, cuando en realidad el
campo de actividad de esta última deberá limitarse a la elección de las grandes
directrices que un Estado ha de seguir en sus relaciones con los demás Estados y no a
su ejecución.
Como punto final debemos expresar entonces cual es el lugar de la diplomacia
tradicional en la diplomacia actual.

3. Lugar de la diplomacia tradicional en la diplomacia actual.

Puede afirmarse que el papel de la diplomacia tradicional continua siendo importante, al


menos en tres aspectos.

a. ante todo en el plano de la diplomacia tradicional en sí. Las misiones diplomáticas se


multiplican, sus efectivos aumentan y buena prueba es el numero de embajadas que
crece en el mundo en la cual conservan su triple función como veremos luego.
b. si se examina la diplomacia técnica o la que se tiene lugar a través de las
organizaciones internacionales se observa inmediatamente que los diplomáticos
continúan siendo importantes. En la cual el diplomático desempeña un papel de
consejero por lo cual debe preparar dichas reuniones técnicas
c. al examinar la diplomacia ambulante se comprueba que el papel del diplomático es
aún mas grande. Aunque los jefes de Estado o los ministros de Asuntos Exteriores
tomen las decisiones, son los diplomáticos quienes preparan la negociación y su papel
es tanto más decisivo cuanto más importante sea la negociación y más hoy día con las
nuevas armas de destrucción masiva. En el caso de la visita de un jefe de Estado a
otro, el elemento natural de la preparación de esta visita es la misión diplomática del
primer Estado acreditada cerca del segundo, la cual establecerá los contactos
necesarios para resolver los detalles materiales y reunirá los elementos que hayan de
integrar los expedientes de las cuestiones en litigio. En fin, terminada la reunión sigue
siendo y sera la misión diplomática local quien velara para que el Estado receptor
ponga en practica los logros obtenidos por la conferencia o reunión.
T. 2
FUENTES DEL DERECHO DIPLOMATICO

Antes de determinar el contenido de cualquier disciplina jurídica hay que


detenerse en la consideración de sus fuentes, ya que la búsqueda de las fuentes de
Derecho es la primera cuestión que se plantea a un juez o a un tribunal, cuando se ve
obligado a resolver un conflicto.
Puede decirse que las reglas del derecho diplomático pertenecen a dos órdenes
jurídicos diferentes: el derecho internacional y el derecho interno de los Estados. En el
primer caso, las reglas del derecho diplomático van dirigidas a los sujetos del derecho
internacional (Estados, Organizaciones internacionales), para obligarles a adoptar una
cierta conducta con respecto a sus propios órganos encargados de las relaciones
exteriores y asimismo, con respecto a los órganos similares de los otros sujetos de
derecho. En el segundo caso, las reglas del derecho diplomático van dirigidas a los
órganos de las relaciones exteriores de los Estados o de las organizaciones
internacionales, considerados como sujetos del orden jurídico interno de esos Estados
o de esas Organizaciones internacionales.

Las reglas del derecho diplomático que pertenecen al derecho internacional, son
pues reglas generales válidas para los sujetos de derecho internacional, mientras que
las que pertenecen al derecho interno son reglas especiales, que tienen su importancia
para conocer cuál será el estatuto que gozan los órganos exteriores de los Estados o
de las Organizaciones internacionales en el seno de un cierto Estado. Los dos órdenes
están íntimamente ligados, por el hecho de la primacía del derecho internacional sobre
el derecho interno, las normas de orden interno no son la mayor parte de las veces mas
que reglas que permiten la adopción del orden jurídico interno al internacional. Sin mas
que decir pasemos a estudiar las fuentes de nuestra materia.

a. La Costumbre

Se puede definir como: “una práctica general aceptada como derecho por los
que a ella están sometidos” por lo cual diferimos un poco de la definición dada por el
Estatuto del T.I.J en su articulo 38.
Se trata pues, de un proceso que permite crear, modificar y extinguir normas
jurídicas por medio de la repetición frecuente y constante de ciertos actos, con la
convicción de que tal comportamiento es obligatorio.
El hecho de que la costumbre sea la fuente principal de un orden jurídico dado
constituye signo característico de que dicho orden jurídico es primitivo. El estudio
histórico de los diferentes sistemas jurídicos nacionales enseña que si originariamente
la costumbre tuvo una importancia como fuente de derecho interno a medida que el
poder central se reforzaba y se constituía la unidad del país, mosteo tendencia a ceder
el puesto a la legislación.
Ahora bien, la sociedad internacional es una sociedad poco organizada y el
derecho internacional llamado a regular las relaciones de los sujetos de la misma, un
derecho primitivo. La existencia de gran numero de tratados bilaterales y multilaterales
en nada merma nuestra afirmación que se hace especialmente positiva en el caso del
derecho diplomático tradicional, el cual como ya hemos visto ha ido formándose poco a
poco, a lo largo de los siglos por el comportamiento de los Estados y su tácito acuerdo.
Si el derecho diplomático tradicional, ha sido hasta el presente un derecho
consuetudinario, los últimos años han aportado un profundo cambio. En efecto como
veremos en abril de 1961 se firma en Viena un Convenio sobre las relaciones
diplomáticas que codifica la costumbre existente en la materia y en ciertos aspectos
introduce innovaciones.
La costumbre también puede ser fuente de derecho diplomático interno. Este es
el caso del Estado que no ha introducido una legislación sobre la materia o cuando esa
legislación no contempla todos los problemas previstos por la costumbre internacional.
Al hallarse el Estado sometido al derecho internacional pues de lo contrario incurrirá en
responsabilidad internacional en el seno del orden jurídico interno surge una verdadera
costumbre que no es otra cosa que la manifestación de la adaptación del orden jurídico
interno al orden jurídico internacional.
Aunque la costumbre cuente con ciertas ventajas entre las que destaca sin duda
alguna su agilidad y consiguientemente su posibilidad de adaptación a los cambios
circunstanciales de la sociedad internacional, acusa no obstante inconvenientes, como
su indeterminación y la dificultad de probar su existencia. Ello explica que se haya
tratado de precisar dicha clase derecho por medio de un derecho escrito, es decir los
tratados.

b. Los Tratados.

Fuente del derecho diplomático exclusivamente en el plano internacional, los


tratados pueden definirse en general como acuerdo de voluntad entre sujetos del
derecho de gentes, destinado a crear derechos y obligaciones. (fitzmaurice). Los
tratados podemos dividirlos en bilaterales y multilaterales.

b.1) los tratados bilaterales.

En lo que respecta al derecho diplomático, estos acuerdos, concluidos entre dos


Estados, pueden tener objeto, en primer lugar, el establecer entre los signatarios
relaciones diplomáticas y por consiguiente instituir misiones diplomáticas; en segundo
lugar modificar el rango de la misión y en tercer lugar asegurar a la misión diplomática
de un Estado un trato más favorable que a las demás misiones diplomáticas
establecidas en su territorio.
Las reglas de derecho diplomático admiten en cierta medida una discriminación.
Esta política fue consagrada en el articulo 47 del Convenio de Viena sobre las
relaciones diplomáticas, que dice:
1. En la aplicación de las disposiciones de la presente Convención, el Estado receptor no
hará ninguna discriminación entre los Estados.

2. Sin embargo, no se considerará como discriminatorio:

a. que el Estado receptor aplique con criterio restrictivo cualquier disposición de


la presente Convención, porque con tal criterio haya sido aplicada a su misión
en el Estado acreditante; b. que, por costumbre o acuerdo, los Estados se
concedan recíprocamente un trato más favorable que el requerido en las
disposiciones de la presente Convención.

Un tratado bilateral puede también tener por objeto obligar a un Estado a


conceder cierto trato a misiones diplomáticas extranjeras que se encuentren en su
territorio, pero que estén acreditadas cerca de otro sujeto de derecho internacional.
Ejemplo el tratado de Letran de 1929 concluido entre Italia y la Santa Sede en virtud del
cual Italia se compromete a aceptar la presencia en su territorio de las misiones
diplomáticas extranjeras acreditadas cerca de la Santa Sede y a concederles el trato
previsto en su favor por el derecho diplomático, incluso si una o varias de dichas
misiones diplomáticas representan a un Estado no reconocido por el Estado Italiano.

b.2) Los tratados multilaterales.

Concluidos por un numero variable de Estados, puede tener por finalidad crear
un tato mas favorable para las misiones diplomáticas de los Estados partes en el
Convenio. Sin embargo los tratados en cuestión tienen sobre todo como objetivo la
codificación de las costumbres existentes a fin de soslayar los inconvenientes de esta
fuente del derecho internacional.

Las tentativas de codificación de la costumbre acompañadas de innovaciones,


han sido numerosas en materia de derecho diplomático. La contribución de los
diferentes proyectos al desarrollo del derecho diplomático, es considerable, ya que
tiende a precisar y desenvolver el derecho consuetudinario en vigor y aunque acusen
ciertas divergencias, especialmente en lo referente al fundamento de los privilegios y
su extensión, muestran asimismo una gran unanimidad en las lineas principales.

El primer convenio general sobre relaciones diplomáticas es el Reglamento


adoptado en 1815 en Viena y el Protocolo de la Conferencia de Aix-Chapelle del 21 de
noviembre de 1818. Estos convenios tienen un campo extremadamente limitado; poner
fin a los conflictos de precedencia entre los agentes diplomáticos.

Cuando la Asamblea de la Sociedad de Naciones decidió fomentar la


contribución de la Sociedad de Naciones a la codificación progresiva del derecho
internacional y creo un Comité de expertos encargados de establecer una lista
provisional de las materias de derecho internacional que podrían ser objeto de
codificación se planteo el problema de saber si los privilegios e inmunidades
diplomáticas figurarían en la lista. El Comité que se reunió en Ginebra en 1925
considero que tal asunto podía ser objeto de dicha codificación. Sin embargo en 1927 la
Asamblea rechazo los privilegios e inmunidades diplomáticos, porque la conclusión de
un acuerdo le parecía difícil y además no presentaban un interés suficiente para
justificar la inserción.

Paralelamente a este fracaso, debe señalarse por el contrario el éxito de la 6ta.


Conferencia internacional americana de la Habana de 1928. el 20 de febrero dicha
Conferencia culminó en la firma de un Convenio sobre los agentes diplomáticos. Se
trata de una verdadera codificación del derecho diplomático si bien limitada en el
espacio, puesto que no incula mas que a algunos Estados americanos. Ello explica que
la materia hubiera de reconsiderarse y así resulta natural que la Organización de las
Naciones Unidas, heredera de la Sociedad de Naciones, prosiguiese la obra
emprendida por ésta con tan poco éxito.

En 1949, en su primer periodo de sesiones, la Comisión de derecho internacional


creada por la Asamblea de las Naciones Unidas decidió que el tema de las relaciones e
inmunidades diplomáticas figurase en la lista de los asuntos a tratar aunque sin
concederle prioridad. El representante de la República de Yugoslavia dio nuevo impulso
a los trabajos al presentar en 1952 un proyecto de resolución con el fin de que la
Asamblea de las Naciones Unidas invitara a la Comisión de derecho internacional a
proceder con carácter de prioridad a la codificación del tema relaciones e inmunidades
diplomáticas. En el periodo de sesiones de 1958 la Comisión reanudo el estudió de su
Proyecto de articulado a la luz de las observaciones presentadas por los gobiernos,
introdujo algunas modificaciones y elevó el proyecto final a la Asamblea General de las
Naciones Unidas, haciendo patente su deseo de que tal proyecto fuese recomendado a
los Estados con vistas a la conclusión de un Convenio. Recibidas todas las
observaciones pertinentes la Asamblea General acordó el 7 de diciembre de 1959 una
Resolución invitando al Secretario General a convocar una conferencia que debería
reunirse en Viena lo mas tarde en 1961. De esta forma del 2 de marzo al 14 de abril de
1961 tuvo lugar en Viena una conferencia sobre derecho diplomático con participación
de 81 Estados.

La Conferencia de Viena termino con la firma de un Acta final con la elaboración


de un Convenio, abierto a la firma de los Estados miembros de la ONU o de cualquier
cualquier otro Estado al que Invitase la Asamblea General de las Naciones Unidas a
convertirse en parte de dicho Convenio hasta el 31 de marzo de 1962.

Este Convenio incluso limitándose al derecho diplomático tradicional, es de gran


valor pues al plasmar la costumbre hasta el momento existente permite dirimir ciertos
puntos anteriormente litigiosos o inciertos y actuar en otros como creador de nuevas
normas.

C. Las leyes internas

Las leyes internas tienen gran importancia a fin de conocer el Derecho


Diplomático en vigor en el orden jurídico de los Estados. La legislación interna en la
medida en que concierne la mayor parte de las veces a los diplomáticos extranjeros no
hace sino adaptar el orden jurídico interno al orden jurídico internacional. Si embargo
existen reglas que persiguen otros objetivos.

1. Las normas internas dejadas a la libre disposición de los Estados.

El contenido de estas reglas se ha dejado a la libre disposición de los Estados en


primer lugar porque el derecho internacional no posee, en algunas materias una
reglamentación que obligue a los Estados a adoptar cierto comportamiento. Ejemplo
los reglamentos aduaneros o fiscales. Y en segundo lugar se dejan a la libre disposición
de los Estados otras normas porque la materia a regular forma parte de su competencia
interna como es el caso de la organización del servicio diplomático.

2. las reglas jurídicas internas cuyo fin sea adaptar el orden jurídico interno al orden
jurídico internacional. Y deben tenerlas porque sino pueden violar normas del derecho
diplomático originando la responsabilidad internacional del Estado. Cabe acotar que
pueden ocurrir tres escenarios, primero que el orden interno trata de igual forma que el
orden internacional a las misiones diplomáticas; segundo que la legislación le otorgue
un trato mejor a los diplomáticos que los previstos internacionalmente lo cual tampoco
genera problemas. Y por último que las leyes concedan un trato inferior a las del
derecho internacional, lo cual genera ciertas dudas y quejas por parte del personal
diplomático afectado, cabe acotar que siendo parte del derecho internacional el derecho
diplomático no puede ser impuesto sobre los sujetos de derecho.

Por ello siempre hay que recordar que una de las mejores garantías del derecho
diplomático reside en su fundamento es decir la reciprocidad. Todo trato desfavorable
en perjuicio de una misión diplomática de un Estado supondrá automáticamente la
expulsión por parte de ese Estado frente a la misión diplomática del Estado culpable de
dichas medidas.

D) La jurisprudencia y la doctrina.

En el plano internacional, la jurisprudencia está formada por las sentencias de los


tribunales arbitrales, comisiones de conciliación, Corte Internacional de Justicia, la
Corte Penal Internacional, desde el punto de vista del derecho diplomático esta
jurisprudencia es poco relevante, citemos por ejemplo la sentencia del 20 de noviembre
de 1950 sobre el derecho al asilo.

Por el contrario en el plano interno, las sentencias de los tribunales son muy
numerosas aclaran a menudo la legislación incierta y tiene gran importancia para
conocer el derecho diplomático interno de un Estado dado.

No insistiremos sobre la doctrina, su papel fue especialmente útil en el siglo XVIII


para determinar cuales debían ser las reglas a seguir en materia de derecho
diplomático. El papel desempeñado por la doctrina fue importante también durante las
tentativas de codificación hechas a lo largo de estos últimos años. Entre los autores
destacados conseguimos a Calvo, Genet, Satow, de Martens, etc.

Puede resumirse el capitulo indicando que el año 1961 podría significar un


momento crucial en la historia de las fuentes del derecho diplomático, ya que este
derecho que hasta ahora era un derecho no escrito de origen consuetudinario se
convirtió en un derecho escrito cuya principal fuente es un tratado.

Anexo. 1 Fuentes del derecho diplomático de las organizaciones internacionales.

a. los tratados multilaterales


Son sin duda la fuente mas importante del derecho de las organizaciones
internacionales, en lo que respecta al tema que nos ocupa pueden distinguirse dos
categorías de convenios; los convenios generales sobre privilegios e inmunidades y las
constituciones de las organizaciones internacionales.

a.1. Las constituciones.

Estos convenios que vinculan a todos los Estados miembros tienen gran
importancia, pues especifican las competencias de la Organización internacional, sus
poderes, su estructura y las relaciones entre los distintos órganos. Las constituciones
mencionan a los funcionarios de aquellas organizaciones y también a los
representantes de los Estados, pero es raro que planteen la cuestión de las
delegaciones permanentes, o de los expertos, etc.

a.2. Los convenios generales sobre privilegios e inmunidades.

Estos convenios son numerosos; toda organización posee uno. Ejemplo. El


convenio general sobre privilegios e inmunidades de las Naciones Unidas del 13 de
febrero de 1946 o el de privilegios e inmunidades de las instituciones especializadas del
21 de noviembre de 1947. Los convenios enumeran detalladamente el estatuto al que
tienen derecho la Organización, sus funcionarios, los representantes de los miembros y
los expertos. Cabe decir que estos convenios no son obligatorios más que para los
Estados que los hayan ratificado.

b. Los tratados bilaterales.

Estos tratados son esencialmente en la materia que nos ocupa, los acuerdos de
sede. Pueden definirse tales tratados como acuerdos establecidos entre una
organización internacional y un Estado con el fin de determinar el estatuto de aquella en
el Estado donde radica su sede y delimitar los privilegios e inmunidades que se le
conceden, así como a sus funcionarios. Estos acuerdos definen pues, el estatuto de la
organización, delimitan los poderes del Estado y de la Organización internacional, fijan
las reglas concernientes a la sede propiamente dicha, propiedad del inmueble, así
como los privilegios de la organización misma y de las diferentes categorías de
personas que en ella trabajen.

En cualquier caso, los acuerdos en cuestión son mas precisos que los convenios
generales y permiten mas holgura al estatuto de las organizaciones internacionales en
un país dado y así por ejemplo, en los acuerdos de sede se mencionan las
delegaciones permanentes y los representantes de las organizaciones internacionales.

b. La costumbre

Para limitarnos al objeto de nuestro estudio, diremos que se trata de saber si en


ausencia de disposiciones concretas apoyadas en tratados, las organizacio0nes
internacionales, los expertos, los funcionarios, los representantes de los miembros, etc.,
pueden pretender obtener un estatuto privilegiado.

La doctrina está bastante dividida en este punto. Algunos autores estiman que tal
práctica no existe y así a veces lo afirman, como es el caso de Langrod, gran
especialista en cuestiones relacionadas con los funcionarios internacionales, otros
llegan al mismo resultado invocando la jurisprudencia como es Dihn.

Hagamos notar que nada impide que una organización internacional siendo
sujeto de derecho internacional, participe en la elaboración de una costumbre
internacional. Además cabe afirmar que una norma de derecho consuetudinario
adquiere valor obligatorio esencialmente por la practica constante, pero la duración de
tal práctica no se halla fijada y puede ser relativamente corta.

Por ello creemos que la doctrina no se ha equivocado, pues parece orientarse


hacia la existencia de la costumbre, citemos entre otros a Brandon, Lalive y Sibert.
Guggenheim estima que la regla consuetudinaria está en vías de creación, por lo cual
investigar su contenido aun no nos parece prudente, cuando lo que nos interesa es
tener conciencia de su existencia, incluso si su campo de aplicación es restringido.

C. las leyes internas.

Las leyes internas son útiles para conocer el estatuto jurídico de las
organizaciones internacionales en el seno de ciertos Estados. Las leyes internas son
muy numerosas, pues los Estados por un lado, han sentido la necesidad de adoptar su
orden jurídico interno a las obligaciones que resultan de los convenios internacionales
sobre privilegios e inmunidades por ello ratificados y por otro, de armonizar su
legislación interna con las obligaciones internacionales que aceptaron al convertirse en
miembros de una organización.

Las leyes internas asimismo pueden tener como objetivo colmar las lagunas de
los convenios generales o de los acuerdos de sede, sin embargo preciso es reconocer
que en la medida en que el estatuto de las organizaciones internacionales está
precisado por un gran numero de tratados, la legislación interna de los Estados entraña
una importancia menor que la promulgada, con vistas a determinar el estatuto de las
misiones diplomáticas tradicionales.

Cabe preguntarnos si un Estado promulga una legislación contraria a la


costumbre ¿de que medios dispondrá la organización para hacer respetar su derecho a
un trato especial? En este punto también, existen garantías. Ante todo, las
constituciones de las organizaciones internacionales prevén un recurso ante la Corte
Internacional de Justicia, en caso de desacuerdo referente a la aplicación o
interpretación de las mismas. Además una organización internacional puede adoptar
sanciones con respecto a un Estado miembro, que pueden por ejemplo significar su
expulsión. De todo lo dicho resulta que las organizaciones internacionales están mejor
protegidas contra eventuales violaciones de su estatuto que las misiones diplomáticas
tradicionales.

d. El derecho interno de las organizaciones internacionales

Como ocurre con el derecho interno de los Estados, el derecho interno de las
organizaciones internacionales tiene por fin regular las relaciones entre sus diferentes
órganos y las de estos con los distintos sujetos a él sometidos; funcionarios, expertos,
etc., se trata de un conjunto de normas obligatorias para los aludidos sujetos.

Dentro del campo diplomático, las organizaciones internacionales se ven


obligadas a tomar decisiones para regular el funcionamiento de los Estados y de las
organizaciones, como por ejemplo el reglamento interior de la Asamblea de las
Naciones Unidas o del Consejo de Seguridad. También son reglas internas las que
presiden el envío de expertos a los Estados miembros o la creación de una misión
diplomática de la organización internacional cerca de un Estado, medios todos a través
de los cuales una organización internacional lleva a cabo su diplomacia.
T. 3 La Misión Diplomática.

1. Concepto.

Puede definirse como el órgano de un sujeto de derecho internacional instituido


permanentemente cerca de otro sujeto de derecho internacional y encargado de
asegurar las relaciones diplomáticas de aquel sujeto.

Así pues, la misión diplomática es un órgano y en el marco del derecho


internacional tradicional, el órgano de un Estado. Este aserto puede parecer la
comprobación de una verdad evidente, puesto que toda misión diplomática asume la
representación exterior de un Estado. De ello se sigue que la misión diplomática debe
considerarse como algo completamente distinto de sus miembros, lo mismo que las
personas que ostentan temporalmente la función de jefe de Estado ha de considerarse
distinta de la institución permanente de jefe de Estado en la organización constitucional
de éste. Aunque autores como Satow, Genet, Fauchille no ven esta distinción. Sino que
confunde o une tanto las inmunidades de la sede de la misión con las de sus miembros.

La Convención de Viena de 1961 sobre relaciones diplomáticas considera a la


misión diplomática como una entidad distinta; sin embargo no parece que el problema
haya sido bien enfocado.

Ahora bien, corresponde a Maresca el merito de haber señalado con claridad, en


su obra “La Missione diplomatica”, de 1959, la unidad de la misión diplomática. En
efecto, la distinción entre la misión y sus miembros se manifiesta a través de multitud de
factores. Citemos algunos:

a. La creación de la misión diplomática es el resultado de un procedimiento distinto del


seguido para el nombramiento y la creación de los agentes diplomáticos.

b. La mayor parte de los documentos de la misión se hacen en nombre de esta misión y


no del titular.

c. La existencia de la misión es independiente de los cambios que pueden surgir en la


composición del personal.

d. La misión posee privilegios propios distintos de los concedidos a los miembros del
personal.

e. Las causas del cese de un miembro de la misión son diferentes de las causas de
extinción de la misión misma.

Así pues, en nuestro estudio habremos de distinguir cuidadosamente entre los


derechos relativos a las misiones diplomáticas como tales y los pertenecientes
exclusivamente a los agentes de misión.
T. 4.

La Creación de las Misiones Diplomáticas y sus Agentes.

1. La creación de la Misión diplomática.

La creación de la Misión diplomática resulta de un acuerdo entre el Estado


acreditante y el Estado receptor. Para que este acuerdo sea efectivo deben cumplirse
dos requisitos; en primer lugar, que la entidad que envía la misión diplomática y aquella
que la recibe posean personalidad jurídica internacional; en segundo lugar, que esos
dos Estados o que los gobiernos de esos Estados se hayan reconocido. Los tres
aspectos del problema-personalidad jurídica, reconocimiento y acuerdo- serán objeto de
estudio en los correspondientes apartados.

a. La personalidad jurídica internacional.

Para gozar de la categoría de sujeto de derecho se precisa que el orden jurídico


confiera, de forma directa y sin intermediarios, derechos y deberes a la entidad de que
se trate. En efecto si una norma de derecho toma en consideración los derechos y
deberes de ciertas entidades exclusivamente a través de otras, como por ejemplo, los
Estados, hay que concluir determinando que las entidades hacia las que se dirige el
derecho directamente constituyen los sujetos de tal derecho y no las que entran en
juego solamente por efecto reflejo. En consecuencia, resulta patente que podemos
definir el sujeto de derecho como entidad titular de derechos y deberes conferidos por
un orden jurídico dado, inmediatamente y sin intermediarios. Por la cual esta definición
es válida cualquiera que sea el orden jurídico considerado; interno o internacional.

a.1. Necesidad de la personalidad jurídica internacional para la creación de una


misión diplomática.

Esta necesidad resulta de la naturaleza de la misión diplomática tal como la


hemos analizado anteriormente. El Órgano de las relaciones exteriores de una entidad
internacional, no puede crearse salvo si esta entidad tiene personalidad jurídica
internacional. De esta forma la misión diplomática se ve encargada de mantener las
relaciones internacionales entre las diferentes personas que componen el mundo
internacional.

No esta de más expresar que solamente puede despojarse del derecho de


legación a una persona de derecho internacional mediante un acuerdo especial, por
ejemplo un tratado de protectorado en cuya virtud el Estado protector asume la
representación exterior del Estado protegido.

Un sujeto de derecho internacional podrá también establecer una misión


diplomática, pero mientras tal poder se presupone en toda persona jurídica en el caso
de otros sujetos deberá emanar expresamente del tratado que lo constituye, ello explica
por qué a ciertas organizaciones internacionales como las Naciones Unidas, se les ha
concedido un derecho de legación que no estaba previsto en sus constituciones. El
derecho de legación debe considerarse como la facultad que tiene una entidad de
derecho internacional para enviar y recibir una misión diplomática a otro sujeto.

b. El reconocimiento de Estados

No nos corresponde tomar partido por la teoría constitutiva, según la cual el


reconocimiento atribuye al Estado reconocido la personalidad internacional o por la
teoría declarativa, que considera que el fin del reconocimiento es verificar la existencia
de un Estado. Las dos teorías coinciden en admitir que solamente cuando el acto del
reconocimiento ha tenido lugar pueden establecerse relaciones entre Estados.

Por ello el reconocimiento puede caracterizarse como un acto en cuya virtud un


Estado admite la existencia de otro y manifiesta su deseo de entrar en relaciones con
el. Por lo mismo no puede existir la misión diplomática sino se ha reconocido
previamente al otro Estado. El mismo puede ser expreso o tácito, como por ejemplo
seria cuando se mantiene una misión diplomática en el territorio de un Estado que ha
cambiado de gobierno de forma opuesta a la establecida por su constitución.
Puede ocurrir que el reconocimiento de un nuevo Estado o gobierno tenga como
consecuencia la retirada de una misión diplomática que se encuentra acreditada cerca
de otro Estado o de otro gobierno. Así ocurre obligatoriamente cuando un Estado
reconoce a un gobierno revolucionario que continua luchando contra el gobierno
legítimo.

c. Necesidad de un acuerdo entre los Estados.

El reconocimiento es un acto dictado muy a menudo por consideraciones


políticas. Se reconoce a un Estado o a un gobierno porque políticamente no cabe hacer
lo contrario o porque tal acto es políticamente deseable e incluso útil. Resulta de ello
que una vez que tiene lugar el reconocimiento, cabe aplazar el establecimiento de
relaciones diplomáticas, en gracia a consideraciones de tipo político, como por ejemplo
las malas relaciones con el nuevo Estado, o el miedo a comprometerse enviando una
misión diplomática cerca de un gobierno cuya estabilidad resulta dudosa. Asimismo
cabe que el Estado reconocido no tenga deseos de establecer lazos políticos con el
Estado que le reconoce a causa por ejemplo de lo tardío del propio reconocimiento.

Es preciso pues que los dos Estados muestren deseos de establecer relaciones
estables utilizando el cauce de la reciproca creación de misiones diplomáticas. A tal fin
se precisa un acuerdo. En tal sentido Calvo ya en 1896 expresaba: “Ningún Estado
está obligado (en el sentido propio de la palabra) a recibir los enviados diplomáticos de
otro Estado. Es cuestión de buenas relaciones y no de derecho estricto. Por estas
razones resulta sorprendente que juristas tan eminentes como Fitzmaurice o Scelle
expresaran: “salvo en circunstancias excepcionales, ningún Estado puede
legítimamente negarse a establecer relaciones diplomáticas con otro Estado que lo
desee.” . En este sentido expreso El-Erian a la Comision de Derecho Internacional que:
“Desde un punto de vista ideal, por mucho que se desee que los Estados establezcan
entre sí relaciones diplomáticas, ningún Estado está jurídicamente obligado a hacerlo”.

El articulo 2 del Convenio de Viena consagró la practica internacional y la doctrina


autorizada al formular:
El establecimiento de relaciones diplomáticas entre Estados y el envío de
misiones diplomáticas permanentes se realizan mediante consentimiento
mutuo.

En este sentido cabe recordar que los Estados pueden establecer entre sí
relaciones diplomáticas mediante el envío de misiones temporales o a través de la
misión diplomática de un tercer Estado sin que por ello decidan establecer una misión
permanente. En ambos casos sera necesario que exista un acuerdo de creación de la
misión diplomática que podrá adoptar la forma de un tratado especial concluido con
este fin o constituirá parte de un tratado más amplio destinado a regular los diferentes
puntos en litigio entre los dos Estados. Tal fue el caso del tratado de Letrán de 1929
concluido entre Italia y la Santa Sede que entre otras cosas, preveía en su artículo 12 el
intercambio de un embajador y un nuncio.

De acuerdo con el artículo 11 del Convenio de Viena de 1961 los Estados podrán
fijar límites a los efectivos de la misión que ésta no podrá superar. Asimismo los Estados
pueden establecer las categorías de los funcionarios que formaran parte de ella, si
habrá tal o cual agregado, la elección de la sede de la misión y las facilidades
especiales que se le concederán.

En general estos tratados prevén la creación recíproca de misiones


diplomáticas, pues como ya hemos afirmado y comprobaremos más adelante, la
reciprocidad es elemento que desempeña un gran papel en la vida diplomática,
aunque a veces no ocurra así.

Anteriormente el rango de las misiones podía no ser el mismo, por ejemplo


Suiza tuvo por un largo tiempo una legación en París mientras que Francia era
representada en Berna por una embajada. Cabe acotar que el rango de las
misiones se fija por un acuerdo, práctica que fue consagrada por el artículo 15 del
Convenio de Viena:

Los Estados se pondrán de acuerdo acerca de la clase a que habrán de


pertenecer los jefes de sus misiones.

En los últimos años esta práctica ha caído en desuso pero ello sera analizado
posteriormente. Ahora bien, el órgano de un Estado para concluir tal tratado y todos los
tratados se deja por el Derecho Internacional al arbitrio de los Estados, la constitución
de los Estados es quien lo determinará y fijará si la ratificación del acuerdo es
indispensable o no. Una vez concluido el convenio y entrado en vigor, la misión
diplomática se considerará jurídicamente creada, pudiendo comenzar a funcionar
independientemente de la llegada del primer jefe de misión, para lo cual bastará la
presencia de un encargado de negocios “ad interim”.

Ello se deduce de la noción que subrayamos al comienzo de esta parte, a saber


que la misión es un órgano independiente de sus miembros y que su procedimiento de
creación es completamente ajeno al del nombramiento de sus agentes.

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