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Entre Sistemas y Errantes

Entre Sistemas e Errantes

José Arispe Rodríguez*

RESUMEN
Hacer frente a los productos de la industria cultural es una tarea urgente desde la
teoría y la práctica artística. La industria cultural esta utilizando al arte para crear sus
productos serializados, pero ¿puede el arte escapar de este uso superficial de la
industria cultural? En el presente ensayo identificamos potenciales emancipadores
propios de la realidad en el sistema del arte actual en Bolivia, los cuales se forman
gracias al particular escenario político del mismo país. Proponemos identificar
quiebres en el sistema cultural para una salida del mismo.

Palabras Clave: Raíz; radicante; sistema del arte; Bolivia; industria cultural.

Introducción
Siempre sentí que había un problema en el arte en Bolivia , algo inquietante,
algo que no encajaba. Desde la práctica del arte contemporáneo pude ver de cerca
los procesos que rodean al arte: un sistema en el cual las prácticas artísticas son
elaboradas, difundidas y esparcidas. Y eso era lo que incomodaba mi experiencia.
Una vez aprendido más de este sistema fue importante estudiarlo para revelar su
origen, su objetivo y proponer herramientas para quebrar aunque sea una fuga de
posible escape, o por lo menos para tomar otro aire. La contundente afirmación sobre
el diagnóstico de la cultura hoy en día hecha por Theodor Adorno y Max Horkheimer ,
teóricos miembros del pensamiento de la escuela de Frankfurt, sobre que los medios
de comunicación y medios artísticos están constituidos por un sistema es nuestro
punto de partida. Entender la construcción de algunos sistemas nos ayudarán a
visualizar como la llamada industria cultural ha afectado la vida social y cómo esta
produce no solo productos culturales sino audiencias en masa como principales
consumidores. Los efectos de esta industria en la edad moderna fueron detonadores

*JoseArispe Rodriguez, migrante de origen boliviano, es doctorando del programa en Estudios


Contemporáneos de las Artes en la Universidad Federal Fluminense (PPGCA- UFF).

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para lo que continua hasta nuestros días. La dualidad que se desenvolvió es
contrastada en nuestras clasificaciones: arte y entretenimiento o cultura e industria. Si
la modernidad quería liberar al individuo, esta trajo otro tipo de dominación a través
de la cultura, la de hacer un mundo más estético a partir de la producción serializada
de productos culturales para las masas, poniendo en peligro las particularidades que
aún podemos encontrar en el mundo a través de la mirada de sujetos. Estos moldes
de producción llegan como enlatados a Bolivia e incluso se intentan reproducir
internamente, ¿nos damos cuenta del peligro al que se enfrentan las subjetividades
de nuestra sociedad?

Del fundamentalismo cultural a la industria


Nadie esperaba que la cultura sea apropiada por el espíritu de la máquina que
se caracterizó por la revolución industrial. Justamente la cultura, en el concepto que
establecía la distinción universal de los seres humanos con respecto a la naturaleza
... Si todos los seres humanos somos seres culturales, se afirmaba, cada cultura es
en consecuencia particular y diferente de las otras (GRIMSON, ALEJANDRO. 2011)
La cultura es la marca distintiva entre los seres humanos, no en un sentido nacionalista
o territorial, sino en la vida social. El desenvolvimiento de lo cotidiano es el lugar donde
la cultura se experimenta y nos identifica. Son decisiones que realizamos, que
imitamos de los progenitores, que las adoptamos de nuestro contexto
desenvolviéndonos en un universo específico de sentido (GRIMSON, ALEJANDRO.
2011). En esta continua vivencia de la cultura se ha ido desarrollando también, lo que
llamamos las artes. Desde el siglo XVI, el arte europeo, principalmente las artes
plásticas se ha difundido en el nuevo mundo. La conquista de occidente en el
continente americano inicia el choque de ideologías artísticas. Como menciona
Alejandro Grimson, antropólogo social argentino, se origina el fundamentalismo
cultural en América, que a diferencia del racismo este implica una jerarquía entre
culturas, segrega al otro, al de diferente cultura, quiere decir que una cultura se
autoimpone encima de otra, en nombre de preservar lo “puro”. En el sentido que
podemos referirnos al racismo entre personas, vamos a enfocar el fundamentalismo
cultural en la creación de subalternos de las prácticas artísticas, la disminución de
valor de ciertas prácticas solo por su posición geográfica, que por su valor estético.
Desde la modernidad el arte europeo no solo ha intentado, sino ha triunfado en difundir
su ideología artística en el mundo moderno. En la conquista imponiendo la pintura con

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contenidos religiosos como herramienta evangelizadora de los nativos en tierra
sudamericanas. A partir de ahí, la noción del cómo hacer arte y como aprender arte
fue regido por Europa occidental. No hace falta mencionar la cantidad de artistas
bolivianos y latinoamericanos que a principios del siglo XX iban a estudiar artes
plásticas a Europa como una obligación de legitimar su práctica y aprender del mismo
lugar de donde se difundía la idea del arte de ese entonces. Y volvían a nuestros
países a dirigir academias de bellas artes, pinacotecas, archivos patrimoniales,
galerías de arte reproduciendo el sistema que vieron en Europa de 1900 ́s.
En la lengua corriente, “modernizar” asumió el sentido de reducir la
realidad cultural y social a los formatos occidentales, y el modernismo
(modernidad) hoy se resume a una forma de complicidad con el
colonialismo y eurocentrismo. (BOURRIAUD, NICOLAS. 2009, p17.
traducción nuestra).

El arte ha sido preso del sistema creado por Europa


Ahora bien, Adorno y Horkheimer hacen una diferencia entre arte serio y arte
ligero. Se refieren al arte ligero como un arte para la diversión, sin embargo no lo
condenan, no es una forma degenerada. La distracción o diversión ha existido siempre
a través de los lenguajes artísticos. Por otra parte se refieren al arte serio como una
herramienta crítica de la realidad, para ellos el arte aún es una herramienta fiel para
revelar lo particular en la cultura. Los autores, entendidos en las complejidades de la
elaboración de la música, las artes plásticas y el cine, no desestiman ningún contenido
artístico, por mas flojo o tonto que sea, están conscientes que el artista es libre de
presentar cualquier tipo de mensaje a través de su lenguaje. El verdadero problema
está en que la cultura, arte y diversión han sido reducidos, subordinados a la totalidad
de la industria cultural. Su principal característica de la industria cultural es la
repetición para conseguir su masificación. La atención de los artistas y consumidores
se desvía hacia la técnica de estos procesos, en lugar de a los contenidos artísticos
que estos producen. Esta fábrica, la industria cultural, produce serialidades, enlatados,
productos que se repiten y repiten con el objetivo de masificar los lenguajes. Este
accionar de la industria cultural, que se contextualiza dentro los marcos de la
modernidad, es similar a la del fundamentalismo cultural, así como la colonización. A
pesar de que la modernidad quería dar libertad igualitaria al individuo, otra vez cae en
el problema del sometimiento de unos pocos sobre otros.( Domingues, José Mauricio
2019) Como establecimos al comienzo, es la creación de sistemas las cuales
comienzan el impulso de dominación, los mensajes y lenguajes artísticos están

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suscritos a enviarse dentro de las condiciones de estos sistemas. El sistema del arte,
reproducido en Bolivia, por los museos, galerías, concursos y editoriales son sombras
de la idea del arte europeo de principios del siglo XX. Los lenguajes se repiten a la
hora de nombrar eventos como Bienales, Salones de Arte, Festivales, aún, los códigos
del arte contemporáneo son más difundidos y se manejan con destreza. Lo que en los
años 70 ́s eran considerados nuevos lenguajes: la instalación, el performances, video
arte, arte conceptual, etc., ahora celebran festivales. Para ser artistas globales es
necesario manejar estos lenguajes para así́ tener una oportunidad de entrar a este
sistema. A pesar que este sistema es reproducido en Bolivia, está lejos de parecerse
al sistema que rige en occidente, ya que es un sistema que no se ha establecido del
todo, ya sea porque las instituciones gubernamentales no le dan la misma importancia
o no se difunde sus conocimientos en las unidades educativas. No es un sistema que
colabore con la economía de los artistas, es mas, muchos artistas por el sueño de
dedicarse al arte pierden bienes y dinero. Personalmente creo que este es un aspecto
positivo en el país, no contar con el sistema del arte occidental bien establecido, esto
nos da vía libre para proponer una propia forma de ejercer la actividad artística. Me
preocupa que las instituciones encargadas de la cultura en el país no aprovechen de
elaborar sistemas propios que vayan de acuerdo con la cultura, diversidad y
cosmovisión plurinacional. Es mas, cuando hay algún atisbo de interés por la cultura,
esta se la utiliza sólo como propaganda política, eventos sin propósito, o se la quiere
para activar el modelo occidental. Es que no tenemos otros modelos referentes que
sean anti-sistema eurocéntrico. Tenemos papel en blanco, pero no manos para
escribir en este papel. Por ejemplo, este es un caso de poder ejercer una acción
descolonizadora, que es inventarse un “propio”. Así que como Europa se inventó hace
siglos un sistema de arte que se convirtió en el tradicional, en el cual ponía en valor y
legitimación objetos de arte que contengan ciertas condiciones y presentado en ciertos
lugares, de la misma manera es que cualquier contexto cultural, como el de Bolivia,
pueden ser reflexionados que sean construidos de maneras más igualitarias a partir
de la identidad. El sistema del arte europeo es consecuencia de sus conflictos
políticos, economías, guerras, sociedad, filosofía, los cuales fueron exportados al
mundo llegando a nuestros países como la única forma de hacer prácticas artísticas.
Sin embargo, el caso de Bolivia es particular, ya que es un sistema que está
establecido pero es flojo y no tiene un alcance amplio. Es un buen momento de pensar

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políticas culturales, proponer significados del arte y debatir ideologías del arte a partir
de nuestra historia, intereses, economía, tradiciones e hibridaciones.

El modernismo había sido radical


Algo que me motiva del estudio de la cultura, es que aún son complejas sus
definiciones, varían y son vistas desde distintos ángulos por muchos autores. Como
un objeto resbaloso, cuando crees que lo has cogido, sus conceptos se resbalan de
las manos y otra vez empieza la búsqueda por agarrar conceptos que la definan o la
expandan. Una de las ilustraciones interesantes de la cultura es verla como
archipiélago, ósea un conjunto de islas separadas pero que interactúan una con la
otra. La estructura del archipiélago no tiene centro, así que se piensa que puede ser
una solución al dominio eurocéntrico de sus concepciones. Cada isla tiene su
característica, forma e identidad.
Los continentes rechazan mezclas, al paso que el pensamiento
archipiélago posibilita decir que ni la identidad de un individuo ni la
identidad colectiva están fijas y establecidas de una vez por todas.
Puedo cambiar por medio del intercambio con otros sin perder o
engañar mi noción del yo. (Obrist, Hans Ulrich, 1968. Traducción
nuestra).

Es interesante que el curador Hans Ulrich Obrist en su libro Caminos de


Curaduría comience tu texto citando al novelista y poeta francés Édouard Glissant y
exponiendo un pequeña parte del concepto de Criollización y la globalidad refiriéndose
a las formas de intercambio mundial que reconocen y preservan la diversidad y la
criollización. (Obrist, Hans Ulrich, 1968) Obrist, uno de los referentes en curaduría,
quien se relaciona todo el tiempo con artistas y su trabajo consiste en realizar
exposiciones de arte contemporáneo presenta en su libro una de sus principales ideas
sobre lo que cree que la curaduría puede alcanzar mediante el arte contemporáneo:
el intercambio, la diversidad e identidad sin perder la noción de uno mismo. ¿Será que
en el bombardeo de la industria cultural podamos no perder esta noción? Conviviendo
en una sociedad que no solo consume, sino celebra los productos serializados,
repetidos, fáciles de masticar, ¿es un desafío para el pensamiento de arte
contemporáneo ir contra esta corriente? Según algunos autores quienes practican las
artes como Obrist quien identificó su motivación para hacer curaduría, también
aparece Nicolas Bourriaud, historiador y crítico de arte francés, quien propone incluso
un nuevo término para definir artistas: Radicante. Bourriad, hace una diferenciación
detallada sobre qué es ser artista radical e identifica una nueva clasificación de artistas

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a los cuales llamará de artistas radicantes. Según el autor, el radical es quien quiere
encontrar lo novedoso, una tradición del modernismo, retornar a ese principio donde
todo comienza de cero. Una búsqueda propia del arte moderno, el cual clasificaba las
obras de arte por este valor exigiendo a los artistas del siglo XIX y XX presentar lo
nuevo, lo único. Así que los artistas de estos siglos luchaban contra la industria cultural
luchando por presentar lenguajes que la industria aún no se las había apropiado. Esta
maquinaria de la cultura, definida por Adorno y Holkheirmer, una vez un lenguaje o
técnica se establece y es aceptado por las élites, la máquina se apropia del mismo
para comenzar a reproducirlo y masificar su “novedad”. Un ejemplo de esto es el cine:
comenzó como un experimento para aficionados a la física el cual tenía el objetivo de
atrapar la realidad. Una vez se desenvolvió, se afinaron sus procesos, este proceso
de captura de la realidad se comenzó a masificar y eran más quienes entendían su
lenguaje. La industria cultural, encontró un aliado, quien como una metáfora de sí
misma, le ayudaba a capturar imágenes y reproducirlas repetidamente un montón de
veces. Las funciones en el cine comenzaron y la gente iba a ferias a ver el espectáculo
de ver a la luz de un proyector imágenes repetidas. Una sensación parecida a la
imprenta, la cual podía reproducir textos e imágenes en largos tirajes. ¿Dónde está la
novedad en esta repetición? Ya no existe, los inventos de máquinas que reproducen
la realidad, conspiraban contra la idea moderna del encuentro con el origen, del estado
puro de algo, del deseo del recomienzo, contra la idea de radicalidad. Otra metáfora
que nos puede ayudar es la de una raíz de planta como representación del arte
moderno, como imagen de un inicio, estableciéndose en un lugar y creciendo como
un organismo, con una identidad nueva. Esta representación de la raíz es similar a la
de las culturas como archipiélagos. Cada isla o raíz, particular y con características
propias está separada de otra isla, de otra cultura. Existen pero no se tocan, no se
conectan. Autónomas, existen en el mar de varias otras culturas. Como nos dice
Alejandro Grimson en su texto Dialéctica del Culturalismo, este concepto de
pensamiento archipiélago favorecía a la idea de la diversidad.

La idea de que no hay jerarquías entre los grupos humanos, de que


las diferencias son sociales y no naturales, y de que esas diferencias
deben comprenderse a partir de la historia y la especificidad de cada
grupo son argumentos a favor de la diversidad humana. (GRIMSON,
ALEJANDRO. 2011).

Añadiendo la propuesta que Glissant tituló de Globalidad, esta legitimó la


diversidad a través del intercambio entre culturas, apostando que las culturas se

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fortalecen y mantienen su identidad en el espacio. Sin embargo esta idea insular, trae
consigo tres problemas. Como nos dice Grimson: ...la diversidad no está distribuida
en el espacio, sino mas bien puesta en juego en cada espacio. (GRIMSON,
ALEJANDRO. 2011) Los rastros de conquista, presencias de jerarquías establecen
desigualdad en los territorios, una heterogeneidad forzada afecta estas “islas
culturales” ya que partimos de que no contar con un estado puro, en muchos casos ni
siquiera memoria de sus estados pasados más genuinos. Además, el segundo
problema es la migración. Esta se viene dando desde los primeros siglos de la historia,
una práctica antigua de la humanidad. Los desplazamientos de gente, fueron tan
normales en el pasado, hoy se las clasifica como movimientos de personas entre
Estados nacionales. Tanto así que en las grandes capitales no es difícil encontrar y
reconocer comunidades nacionales, como la comunidad boliviana en São Paulo,
comunidad hispana en Miami, comunidad Japonesa en Estados Unidos, etc. Sin
embargo, el tercer problema no tiene que ver con los desplazamientos de personas,
sino lo que Grimson llama La transformación de las tecnologías de la comunicación.
La cultura es un sistema de significados diferente en cada grupo, entonces los
símbolos y los mensajes se desplazan sin la necesidad que individuos se muevan de
un lugar a otro.

Raíz y archipiélago
El concepto de raíz del modernismo en el arte, esta búsqueda por lo nuevo, el
origen de un lenguaje o vanguardia lo relaciono con el pensamiento archipiélago de
cultura. Cada isla es una raíz, un lugar donde existe diversidad, particularidad, pero
que ha sufrido también migraciones a lo largo de los años, jerarquías que clasifican
su sociedad y símbolos ajenos que han quedado en el lugar y que la isla cultural se
los ha hecho propios. Este pensamiento de raíz implica también la búsqueda filosófica
del origen, además de repensar estos orígenes con expresiones, quiere decir
reinventarse, crear su propio nuevo lenguaje. El modernismo y pensamiento
archipiélago tienen la figura de una raíz, inmóvil, diverso, simboliza el origen y fomenta
una radical continua reinvención a través de sus expresiones.
Ahora bien, volviendo a las definiciones de Nicolas Bourriaud, el presenta al
individuo Radicante: ...quien hace nacer sus raíces a medida que avanza, al contrario
de los radicales, cuya evolución es determinada por el anclaje en algún suelo.
(BOURRIAUD, NICOLAS. 2009, traducción nuestra) La planta de la hiedra es una

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buena ilustración para ver las características del Radicante. Una planta que no cuenta
con una raíz única para crecer, sino avanza por todo lado adaptándose del suelo,
aprovechando cada superficie para expandirse, utilizando los recovecos, esquinas,
cualquier forma de superficie creciendo por el lugar. Este individuo con una semejanza
al espíritu del emigrante, exiliado, turista y errante urbano. Persona con la conciencia
de adaptarse a un lugar, a pesar de su complejidad, con voluntad de desenraizarse,
un ser entre la globalización y la singularidad. Para Borriaud, esta es la figura del
individuo posmoderno del siglo XXI. Aquí destaco un contraste entre autores:
Grimson, citando a Hannerz nos dice que ya no podemos asociar cultura y
territorialidad de modo simplista (GRIMSON, ALEJANDRO. 2011) , sino que son los
significados los cuales deben ser reorganizados, disputados y negociados. Pero
Bourriaud va más allá y nos dice que es el sujeto un objeto de negociaciones. El
conflicto no está en los significados, sino en él mismo. El Radicante es una mezcla de
necesidad de crear vínculos pero a la vez capaz de desenraizarse; vive entre la
identidad y lo aprendido del Otro.

¿Cómo encontrar en el individuo Radicante un potencial emancipador del


problema que ocasiona la industria cultural? ¿Será que podremos proponer dar golpes
para una posible descolonización a la maquinaria que controla las subjetividades de
las sociedades?

El aliento casi extinto del arte moderno


El modernismo fue inicialmente un movimiento de oposición que desafíó el
orden cultural de la burguesía y la falsa “normatividad” (Habermas) de su historia. Hoy,
empero, es la cultura oficial. (Hal, Foster. 1985)
No se si existe otro movimiento en la historia donde el concepto de arte sea tan
ambivalente que en el modernismo. Por un lado el arte vivía una emancipación, una
liberación de los poderes de la iglesia, de la aristocracia y del mecenazgo. Los artistas
celebraban su divorcio de estos poderes, se identificaban con la autonomía del arte,
reivindicaban la libertad creadora, un momento de atención a las vanguardias, a la
valoración estética por la forma y no por el bolsillo del comprador. Sin embargo, esta
liberación del pasado y de la opresión de los poderes religiosos y burgueses será
momentánea, porque aparecerá otra fuerza de control: la dependencia económica. Si
bien los artistas se liberaron de la aristocracia e Iglesia para poder entregarse a la
secularización del arte, se iban a encontrar con una bestia que parecía inofensiva, sin

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embargo iba alimentándose de las expresiones artísticas y resolviendo el problema
económico de los creadores. Los artistas que siempre atendían en mayor medida
situaciones estéticas, formales y formativas, en la edad moderna tendrán que
aprender a relacionarse con los valores económicos también. ¡Qué dilema para los
artistas radicales de ese entonces! Les toca vivir en el momento en que el mundo
occidental marca una serie de divisiones en el consumo estético: arte/comercio ;
cultura/industria; arte/entretenimiento. Estas divisiones encontrarán más
desdoblamientos como lo puro y lo impuro, lo auténtico y lo kitsch, arte de élite y
cultura de masas, vanguardias e instituciones. Es la industria cultural la que
desestabilizará y marcará un contraste en los valores del arte que ellos conocían. Si
bien el arte tenía la misión de hacer conocer y contemplar la esencia misma del
mundo, la industria dirigida por la economía se interesará más en el grado estético
que el arte puede aportar a la vida social. Los valores de vida y belleza tal vez sean
más adecuados para un sacerdote, que para un artista industrial. Es por esa razón
que el artista moderno tiene la necesidad mirar sus raíces, de fortalecerlas, de
reinventarlas para no caer en manos de la máquina seductora de reproducción. Crear
raíces fuertes para establecer bien su identidad, visión del arte, y propuesta estética.
Es por esa razón que los museos, mirando el panorama en que los artistas modernos
se encontraban, abraza los valores radicales del arte, y actúan como preservadores
de las ideas del arte de vanguardia, arte por el arte, la belleza, el academicismo, etc.
Los museos llegaron a ser las instituciones anti-sistema industrial, capaces de
prescindir de los modos de producción y difusión repetitivos y afirmar su carácter
consagrador. Y con estas instituciones, los artistas modernos podían sentirse seguros
de este retorno a las raíces, podían ser otra vez radicales, tenían libertad de jugar con
la forma y discutir aspectos academicistas entre ellos, sin embargo caían otra vez en
la situación de producir obras de arte para una élite. La reivindicación del arte no duró
mucho para volver a caer en otro sistema.

Modelo Radicante para la emancipación cultural


¿Cómo navega este ser Radicante que presenta Bourriaud en la escena
contemporánea? Sí sus características son más flexibles, podemos decir que al
individuo radicante no le interesa volver al origen, es capaz de desprenderse con
mayor facilidad de su raíces. Un ser errante por voluntad. Le interesa lo opuesto que
al individuo radical, no se interesa por busca del origen, más bien su objetivo es la

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deconstrucción crítica del mismo. Un ser que se hace más preguntas, cuestiona los
códigos culturales establecidos. Es un individuo en continuo conflicto, continuo cambio
de camuflaje o de piel. Él es el objeto de negociaciones, no llega a un lugar a imponer
un lenguaje y predicar una sola forma de sentir, sino él se interesa por aprender las
formas de sentir del otro ya sea por necesidad de adaptación al nuevo lugar. Además
cuestiona su propia forma de sentir y ser en el mundo. Un individuo nacido en el
posmodernismo, un ser en crisis de representación, crisis de autoridad hacia lo
establecido y hacia las afirmaciones universales. Como es un ser en movimiento, su
característica más interesante es la de entrar y salir del posmodernismo sin que esto
le sea un conflicto existencial. Esto le permite hacer propuestas sobre una
deconstrucción del modernismo, convive con el arte popular y el arte de los museos,
además mi hipótesis es que también el artista posmoderno convive en buenos
términos con la cultura de masas. Hoy todo artista tiene que tener su página web,
cuenta en Instagram y Facebook, sin estas herramientas es difícil nadar entre islas.
Es un consumidor mas y productor de la industria cultural, cumple un papel de
metamorfosis continua. Así como un migrante se adapta a su entorno, afectando con
su cultura su nuevo contexto, aprende un nuevo idioma para sobrevivir, pero no para
olvidar su lengua materna.
El radicante traslada significados de un lugar a otro sin prejuicios ni
remordimientos. Es el caso de artistas contemporáneos los cuales entran a lugares
privilegiados de la industria cultural y salen sin ningún reparo. Artistas que las grandes
marcas globales contratan para sus campañas publicitarias. No es raro escuchar que
David Lachapell trabaja para revistas de moda o en la industria del video musical.
Cineastas como Wong Kar Wai, después de ser reconocido como cineasta-autor
independiente y sus películas siendo distribuidas solo en circuitos alternativos, hoy lo
vemos elaborando comerciales de grandes marcas de automóviles. Además pasa lo
contrario, artistas que trabajan en la industria cinematográfica elaborando
blockbusters, ahora quieren crear películas de “autor” y entrando a circuitos de
festivales como Cannes, Berlín, Venecia, y volviendo a sus puestos en la industria del
cine comercial al día siguiente, como es el caso del director de “The Joker” con una
carrera comercial exitosa. Podríamos decir que al artista posmoderno le interesa más
este viaje, este trayecto, y no así establecerse en un lugar. Puede convivir con muchos
extremos del arte y de la industria, sin prejuicios. Su casa podría parecerse a un
aeropuerto, a una estación de tren, su lugar de convivencia es un lugar de transito,

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porque siempre está en movimiento. Sin embargo en este mundo global que el
radicante se mueve, se desplaza, ya anticipando qué se va a encontrar. Su paisaje no
es del todo agradable ya que donde quiera que vaya encontrará códigos propios de la
globalización y cultura de masas con los cuales se podrá relacionar y será de fácil
comprensión. ¿Identifica y admira lo serial, pero para luego buscar lo particular? ¿O
será que se acomoda con lo ofrecido por la cultura de masas?
En esta industria cultural, con sus sistemas y difusión masiva de mensajes su
objetivo con el consumidor está definido: lo clasifica, organiza y manipula. Para todos
hay algo previsto, a fin de que ninguno pueda escapar. (Adorno, Horkheimer.1969)
Este es otro gran problema para lenguajes que no están siendo hablados en la
industria cultural. En el contexto boliviano este es un problema para las organizaciones
artísticas, ya que la falta de gente, de asistencia a eventos relacionados al arte quedan
siempre con poca gente o amigos del artista. Se habla mucho de realizar eventos para
la formación de públicos, para que las personas puedan aprender a leer una película
independiente, una instalación, un performance, nuevos medios, etc. Pero creo que
debemos partir de reconocer que el público está bien formado e instruido por los
lenguajes de la cultura de masas. Es más, están satisfechos con esta producción, han
aprendido a que su percepción está adecuada a un tipo de intuición y capacidad de
observación. Aún que vean una nueva serie de Netflix, algo les dice que será en un
lenguaje que no requerirá más que dedicar una hora diaria y no necesitarán más
herramientas mentales para leer esta serie. A pesar que la serie sea nueva, saben
que estará realizada en un idioma comunicacional familiar y no encontrarán problemas
con la comprensión narrativa ni estética. Estos productos están hechos para que el
espectador disminuya su capacidad de pensar. No le dan más herramientas, sino que
le hacen utilizar las más básicas visualmente. Es en este sentido que nos enfrentamos
a un público bastante formado, adoctrinado desde que es una criatura.

La de-formación de públicos
A manera de conclusión presento una propuesta para la emancipación del
individuo frente a la industria cultural como la de-formación de públicos. Quiere decir,
aceptar que somos una audiencia controlada, manipulada por las hegemonías de los
medios industriales productores de mensajes mediáticos. Mas allá de saber que
somos consumidores, en esta últimas décadas se sabe que los consumidores pasan
a ser el producto, ya que a la hora de acceder a algún producto de los medios debemos

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registrar nuestros datos, son estos datos personales que se convierten en producto y
las empresas venden nuestra información, para tener mayor alcance a sus productos.
El internet es otro monstruo que aún no lo entendemos bien, pero que crece cada vez
más. El mundo entero es conducido a través del filtro de la industria cultural. (Adorno,
Horkheimer.1969) Vernos dentro del sistema, como en un parque de diversiones, de
maquinita en maquinita, de jueguito en jueguito, y en ese mar de repeticiones activar
esa intuición de curiosidad por intentar conocer lo que está afuera, porque lo que no
cabe en el jueguito, utilizar esa motivación errante, migrante, radicante de
desplazarnos, ya no de maquinita en maquinita, sino de parque de diversiones a otra
isla de miradas distintas, lectura diferentes, idiomas nuevos, subjetividades
particulares. Utilizar la manera de desenraizarnos para poder ir aunque sea un poco
más allá de lo establecido. Usar la flexibilidad radicante. La figura errante es la cual
nos permitirá forzosamente curiosear para poder encontrar algo de sentido en los
lugares nuevos que vayamos a pisar. Así como todo turista se pierda en una gran
ciudad, propongo buscar perdernos en los mares de los nuevos lenguajes, de la
interdisciplinariedad, de las subjetividades y de los productos expresivos que aunque
no los entendamos, intentemos aproximarnos para así despertar del adormecimiento
en el cual vivimos día a día.

REFERENCIAS
HORKHEIMER, Max; ADORNO, Theodor. La industria cultural. Ilustración como engaño de
masas. S. Fischer Verlag GmbH, Frankfurt am Main. 1969. Traducción Juan José Sánchez,
1994.

GRIMSON, Alejandro. Dialéctica del culturalismo. Del libro Los Límites de la Cultura. 2011.

LIPOVETSKY, Gilles; Serroy, Jean. La estetización del mundo. Editorial Gallimard. 2013.
Traducción Antonio Prometeo Moya, Editorial Anagrama. 2015.

BOURRIAUD, Nicolas. Radicante. Martins Fontes. 2009. Traducción Dorothée de Bruchard.


São Paulo.

DOMINGUES, José Mauricio. Vicisitudes y posibilidades de la teoría crítica hoy. Una


conceptualización eucuménica. Revista de Ciencias Sociales DS-FCS, vol. 32, #44, enero-
junio 2019, pp 103-122.

OBRIST, Hans Ulrich. Caminhos da Curadoria. Penguin Books, Londres. 1968. Traducido por
Alyne Azuma. Livros Cobogó. 2014.

HAL, Foster. Introducción al posmodernismo. Compilador de La posmodernidad. 1983. Bay


Press. En castellano por Editorial Kairós. S.A. 1985.

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