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Academia Pre Cadete Mariano Santos

BOLETIN N°01

EL HOMBRE COMO SER SOCIAL Y LA PERSONA HUMANA.


NATURALEZA SOCIAL DEL HOMBRE, LOS DEBERES Y DERECHOS.
LAS LIBERTADES HUMANAS.

"Persona significa lo más perfecto que hay en toda la naturaleza".


SANTO TOMÁS DE AQUINO
"El hombre es por naturaleza un ser social y el que vive fuera de la sociedad por naturaleza
y no por efecto del azar es, ciertamente, o un ser degradado, o un ser superior a la especie
humana".
ARISTÓTELES
1. PERSONA HUMANA
a. EL HOMBRE
Para tener una idea adecuada de lo que es el hombre, es necesario ubicarlo primeramente
en la estructura del mundo biológico; hay que partir de las rudimentarias formas de la
actividad vegetal para llegar a las más complejas manifestaciones vitales.
El hombre tiene una indisoluble continuidad biológica con vegetales y animales y está
sometido a las leyes de la física y de la química. Si estudiamos sus reacciones y las
comparamos con las de los demás integrantes del reino animal, podemos encontrar cierta
semejanza entre ellas, tanto mayor si reconocemos, lo que no es aventurado, que no sólo
en el hombre existe la inteligencia, sino que una cierta forma de ella se manifiesta
también en los demás seres animales.
Si con Carlos Roberto Darwin seguimos la historia de la evolución del reino animal y,
luego de recorrer la escala zoológica, llegamos al rriono y ascendemos, por fin, al
hombre, no podemos menos de asombrarnos ante la extraña similitud entre sus
respectivas morfologías y reacciones. Esta semejanza puede conducirnos a definir al
hombre como el "ápice de la serie de los vertebrados mamíferos" (Carlos Linneo). Pero
esta conclusión biológica no nos deja satisfechos; nos negamos a creer que entre un hábil
orangután y un genio exista sólo una diferencia de formas y grados de inteligencia, aun
cuando éstos sean muchos.
La esencia del hombre está por encima de la vida animal. Hay algo que lo define y
diferencia fundamentalmente de los demás seres creados. En el animal, toda acción
procede de un estado fisiológico de su sistema nervioso en relación con su medio. Él
vive estático en el medio ambiente; está incrustado en la realidad; no puede prescindir de
ella ni reaccionar dinámicamente; está atado a la naturaleza y no puede independizarse
de ésta. En el hombre, en cambio, existe un principio nuevo, esencial, único, ajeno a
todo lo demás que en la naturaleza podemos llamar vida: este principio es el espíritu.
El hombre es un individuo que se sostiene a sí mismo por la inteligencia y la voluntad;
no existe solamente de una manera física; hay en él una vida más rica y más elevada;
sobre existe espiritualmente en conocimiento y en amor. Es así, en cierta forma, un todo,
y no solamente una parte; es un universo en sí mismo, un microcosmo. Esto quiere decir
que en la carne y en los huesos del hombre hay un espíritu que vale más que todo el
universo material. El hombre, por mucho que dependa de los menores accidentes de la
materia, existe con la existencia misma de su espíritu, que domina al tiempo y a la
muerte. Posee independencia y libertad frente al medio que lo circunda. Tiene, además,
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conciencia de su ser y por ello puede modelar libremente su vida y objetivar todos sus
procesos psíquicos. Puede elevarse por encima de sí mismo y es capaz de reprimir sus
impulsos, dominar sus pasiones y construir su existencia según los dictados de su razón.
Como expresa Max Scheler, "el hombre es el ser vivo que puede adoptar una conducta
ascética frente a la vida, vida que le estremece con violencia. El hombre puede reprimir
y someter los propios impulsos; puede rehusarles el pábulo de las imágenes perceptivas
y de las representaciones. Comparado con el animal, que dice siempre "sí" a la realidad,
incluso cuando la teme y rehúye, el hombre es el ser que sabe decir "no", el asceta de la
vida, el eterno protestante contra toda mera realidad. En comparación también con el
animal (cuya existencia es la encarnación del filis teísmo), es el eterno "Fausto", la
"bestia cupidissima rerum novarum", nunca satisfecha con la realidad circundante,
siempre ávida de romper los límites de su ser ahora, aquí y de este modo, de su "medio"
y de su propia realidad actual"
b. LA LIBERTAD.
La persona humana, como ser dotado de entendimiento y voluntad, no está
intrínsecamente obligada a obrar de un modo determinado, sino que posee la facultad de
elegir los medios más aptos para alcanzar su perfeccionamiento.
La libertad del hombre es consecuencia de su naturaleza racional porque sólo es señor de
sus actos el que puede elegir. La dignidad de la persona humana requiere que obre según
una libre y consciente elección, movida e inducida personalmente, desde dentro, no bajo
un impulso ciego o una mera coacción externa.
Es necesario distinguir entre la libertad física y la moral. La primera se extiende tanto a
lo bueno como a lo malo, a lo lícito como a lo ilícito. La segunda se contiene dentro del
orden racional y consiste en la facultad de escoger entre los diversos medios aquel que
sea más adecuado para alcanzar el bien del hombre. De ambas, la que es esencial al
hombre es la libertad moral. La libertad moral debe aplicarse a la consecución de un fin.
El fin general que debe lograr el hombre con la libertad es el cumplimiento de su destino
individual y social. Con todo, la libertad moral del hombre puede restringirse por
circunstancias de orden físico, psíquico, cultural, social, etc., que influyen en las
acciones humanas.
El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó y
proclamó la Declaración Universal de Derechos Humanos, cuyo texto completo figura
en las páginas siguientes. Tras este acto histórico, la Asamblea pidió a todos los Países
Miembros que publicaran el texto de la Declaración y dispusieran que fuera "distribuido,
expuesto, leído y comentado en las escuelas y otros establecimientos de enseñanza, sin
distinción fundada en la condición política de los países o de los territorios".
"Artículo 1. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos
y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los
unos con los otros.
Artículo 2. Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta
Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión
política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición.
Artículo 3. Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de
su persona.
Artículo 4. Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la
trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas.
c. LA INDIVIDUALIDAD
El principio de la individualización o raíz primera de las diferencias individuales en el
mundo de los cuerpos es la materia. Ella, por naturaleza, exige multiplicidad de
posiciones en el espacio y en el tiempo, y esto es lo que obliga a las substancias a
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encerrarse en cierta especialidad. Las ideas de división y de diferenciación, por lo tanto,


están ligadas a la individualidad; constituyen la condición de la existencia misma de las
cosas, y es por ello que en el campo de la materia sólo existen realidades individuales.
Cada hombre es un individuo, al igual que una planta o un perro; es parte del universo,
fragmento singular de una inmensa conjunción de influencias cósmicas. En cuanto a ello,
su naturaleza obedece esencialmente a los mismos principios que la de los demás seres y
está regida por las mismas leyes.
d. LA PERSONALIDAD.
La noción de personalidad, en cambio, no dice relación con la materia, sino que se
refiere al ser espiritual y a su subsistencia. En el hombre la potencia material va sellada
por una energía metafísica, el espíritu, que constituye, junto con ella, una unidad
substancial que lo hace ser lo que es. Cada hombre subsiste todo entero por la existencia
en él del espíritu, que es un principio de unidad creadora, de independencia y de libertad.
De manera que la noción de personalidad radica en las más profundas y excelsas
dimensiones del ser, en el espíritu. Por ello, Santo Tomás de Aquino expresa que
"persona significa lo más perfecto que hay en toda la naturaleza, o sea el ser subsistente
en la naturaleza racional"
EN SINTESIS
En consecuencia, todo hombre es una persona. "Como sustancia forma un núcleo
ontológicamente distinto, que sólo debe el ser a su acto propio de existir. Como substancia
racional es un centro autónomo de actividad y la fuente de sus propias determinaciones. Más
aún, su acto de existir es el que constituye en cada hombre su doble privilegio de ser una
razón y de ser una persona; todo lo que sabe, todo lo que quiere, todo lo que hace, deriva del
mismo acto por el cual es lo que es".
La personalidad es la subsistencia, este último acabamiento por el cual el influjo creador
imprime una naturaleza frente a todo orden de existencia, de manera que la existencia que
recibe es su existencia y su perfección; la personalidad es la subsistencia del alma espiritual
comunicada al compuesto humano. Así, la personalidad significa interioridad en sí misma.
Ya no se trata de compartir con otros su esencia, sino de poseer la existencia en plenitud,
eficacia e independencia; la soberanía de sí misma en el orden del ser y de la acción. Cierto
es que un individuo de una especie cualquiera, animal o vegetal, es ya un todo subsistente y
distinto de los demás; pero por carecer de personalidad, está determinado por las leyes que
rigen el mundo de los cuerpos, en forma absoluta.
La concepción filosófica tradicional de persona procede de Man-lio Boecio, en quien
encontramos expresado, por primera vez con plena madurez, la fórmula que fue aceptada por
la ontología medieval y gran parte de la moderna. La persona es, según la definición de
Boecio, "substancia individual de naturaleza racional". Esto quiere decir que la persona es
una substancia que subsiste por derecho propio y es perfectamente incomunicable. Por su
propia definición la persona es una substancia que no puede ser otra distinta de ella y cuyo
ser es, de consiguiente, suyo.
2. NATURALESA SOCIAL DEL HOMBRE
El hombre no es un todo cerrado, aislado en sí mismo, que pueda realizarse en una existencia
individual, sino que, por naturaleza, está inclinado a la vida comunitaria, a causa de las
limitaciones que le son inherentes y de la capacidad de comunicación que posee como
persona, en virtud de las cuales necesita de los demás para el logro de su integral desarrollo
espiritual, intelectual y físico.
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En este orden de ideas hay que tomar en todo su rigor el sentido de las palabras de
Aristóteles según las cuales "el hombre es por naturaleza un ser social y el que vive fuera de
la sociedad por naturaleza y no por efecto del azar es, ciertamente, o un ser degradado, o un
ser superior a la especie humana". Y luego agrega: "el que no puede vivir en sociedad, o no
necesita nada por su propia suficiencia, no es miembro de la ciudad, sino una bestia o un
dios".
El hombre y la sociedad. El hombre, desde que adquiere conciencia se encuentra formando
parte de un mecanismo de relaciones sociales, al cual lo conducen todos sus instintos, tanto
los egoístas como los altruistas y sus necesidades, tanto las biológicas como las del espíritu.
En el orden lógico, las sociedades singulares están al nivel del individuo. En el orden
ontológico, las sociedades están en el plano de los accidentes y, por lo tanto, debajo de la
persona humana, que es el plano de la sustancia.
La sociedad es un modo de ser de las personas que consiste en un cierto ordenamiento de
ellas, en una relación recíproca. La sociedad "no es un ser que puede tener subsistencia
propia; para existir necesita un sostén; y este sostén está constituido por los individuos
asociados, a los cuales ella no se suma ni como antecedente ni como consecuente ni como
concomitante sustancial, sino que se les sobrepone en cuanto se identifica con un cierto
modo de ser de ellos; modo que consiste en existir todos juntos ordenados, coordinados,
subordinados. Brevemente: la sustancia de la sociedad está en los individuos que la
constituyen en cuanto están unidos en un cierto orden".
Si se comprenden bien las ideas anteriormente expuestas, se explica la razón por la cual, aun
cuando la vida en sociedad es natural a la persona humana, existe siempre una tensión entre
el hombre y la sociedad. Este conflicto es natural e inevitable, y su solución no es estática,
sino dinámica; provoca un movimiento y se ejecuta en un movimiento.
3. LA SOCIEDAD Y EL DERECHO.
La sociedad humana no es una mera coexistencia física, sino una delicada, fluctuante y
complejísima estructura de relaciones materiales y espirituales, sustentadas en la
conciencia de una multiplicidad de objetivos de interés común.
Toda convivencia, desde la más elemental, en la familia, hasta la más compleja en la
sociedad civil, requiere de una adecuada ordenación de las relaciones de las personas.
La convivencia implica, inevitablemente, limitaciones en la esfera de la libertad y del
poder de cada cual, ajustes de los individuos entre sí y de éstos con las sociedades.
El mantenimiento y desarrollo de la vida en común exige que la conducta de los
asociados se regule normativamente en forma ordenada, segura y pacífica, con el fin
de realizar un orden de justicia, pues, de lo contrario, la convivencia se haría
perjudicial y aun imposible. Esta regulación externa de la conducta de los hombres,
tendiente a establecer un ordenamiento justo de la convivencia humana, es lo que se
denomina Derecho. La justicia es el valor absoluto que determina la igualdad que debe
existir en las relaciones humanas y ella se expresa a través del Derecho.
4. LOS DEBERES Y DERECHOS
a. Los Derechos. - Son libertades individuales o sociales garantizados por la
máxima ley, con el fin de brindar protección y seguridad a todos los ciudadanos.
En nuestro país, estos derechos están en la Constitución Nacional.
b. Los Deberes. - Los deberes son reglas, leyes y normas que regulan nuestra
convivencia en la sociedad.
La conciencia de derechos y deberes
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La conciencia de derechos y deberes se da cuando las personas dentro de un


ordenamiento jurídico saben cuáles son sus derechos y cuales sus deberes de acuerdo
con las normas vigentes. La implementación del derecho depende en gran medida de
esta conciencia. Sin ella es posible que las normas no pasen de ser frases en un papel a
ser elementos reguladores de la conducta. La conciencia de derechos y deberes facilita
la resolución de conflictos, evitando que muchos casos sean llevados a litigio; pues el
hecho de que una de las partes del conflicto reconozca que tiene un deber, hace que
esta parte esté dispuesta a ceder ante las pretensiones de la otra. De esta forma se
consolidan poco a poco la nueva forma de convivir en sociedad.
Julieta Lemaitre propone tres elementos necesarios para la conciencia de derechos y
deberes:
El conocimiento de la norma.
La existencia de un movimiento social sostenido en el tiempo que exija la
implementación de la norma.
Las agencias estatales de vigilancia.

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