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ACTIVIDAD DE INTEGRACIÓN N° 2
Consignas
1.-Del texto “Antropología Filosófica” (autor José Ángel García
Cuadrado), responda las siguientes consignas:
a) ¿Qué significa el término antropología? ¿Cuáles son sus distintos tipos?
La etimología de la palabra «Antropología» proviene del griego anthropos (hombre) y
logos (tratado o ciencia): así pues, nos encontramos frente a una ciencia o disciplina
acerca del hombre.
En efecto, «lo primero que evoca hoy el nombre de antropología es un conjunto de
conocimientos empíricos o positivos (...) que se preocupan de la especie humana, de
su origen, de la prehistoria, de las razas y costumbres primitivas, etc.
En un sentido más amplio, “antropología” puede designar todos aquellos
conocimientos de orden histórico, psicológico, sociológico, lingüístico, etc., que
aborden desde distintas perspectivas el “fenómeno humano” (“ciencias humanas”).
Se pueden distinguir, al menos, tres tipos de disciplinas:
Antropología física o natural (etnografía): Es el estudio del hombre desde el
punto de vista físico; es decir, estudia los rasgos corporales, morfológicos y
fisiológicos de los individuos o grupos humanos, según las diversas
localizaciones geográficas y climáticas.
Antropología cultural o social (etnología): Esta disciplina se centra en el análisis
de la historia, estructura y desarrollo de las diversas culturas humanas. «Es la
ciencia que estudia los modelos típicos de comportamiento de un grupo
humano para descubrir los códigos o reglas de hábitos o tendencias, tanto en el
lenguaje, en las acciones, en las técnicas y en las creaciones como en sus
normas socio-políticas, su filosofía, su arte y su religión»
Antropología filosófica o Filosofía del hombre: Es un estudio sistemático del
hombre por sus causas últimas y principios esenciales del ser y obrar humanos.
Éste es el centro de nuestra reflexión: nos proponemos estudiar al hombre en
su globalidad.
En principio, si hubiera una naturaleza humana, habría que decidir dónde poner el
límite. O, mejor dicho, habría que decidir con respecto a qué poner el límite. Habría
que decidir también qué es lo no humano.
Aristóteles sostenía que el hombre es un animal racional, y así, el límite, lo trazamos
con los animales. El hombre comparte rasgos con cualquier animal, pero posee una
característica esencial que lo diferencia del resto. El hombre piensa.
El hombre es un ser vivo. Y comparte con todos ellos la mayoría de sus funciones
vitales. Por eso tiene, según Aristóteles, una serie de funciones parecidas al resto. Por
ejemplo, una función vegetativa, que le permite reproducirse o nutrirse, al igual que
las plantas. Pero también tiene una función sensitiva, que comparte con los animales, y
que le permite desear y sentir dolor y placer.
Ahora, lo diferencial del hombre, su función, que no comparte con nadie, es la función
del pensamiento.
El alma se ha constituido, a lo largo de la historia de Occidente, en aquel elemento que
aun siendo externo a lo biológico es quien más propiamente nos hace humanos. Lo
paradójico es que resulta ser un elemento extra natural quien mejor nos instala en
nuestra naturaleza humana.
Sostener la tesis del alma supone una metafísica. Esto es, la existencia de una zona de
sentido de las cosas más allá de la física. El alma se complementa, así, con una serie de
elementos metafísicos, como Dios o la inmortalidad. Y es por eso que las religiones
sostienen una idea de lo humano que está más cerca de lo divino que de lo animal. El
que el hombre habite en un cuerpo es casi una casualidad.
La tradición antigua va insistir en el carácter social de la naturaleza humana. No hay
hombres por fuera del marco social; la sociedad es como una gran familia, pero
expandida.
En la modernidad, en teorías como la de Hobbes, el origen de lo social se lo piensa de
un modo inverso. El hombre, por naturaleza, es un ser aislado, egoísta e individualista.
Ya hay hombre previo al orden social. Hobbes entiende que los hombres estamos
como lanzados a la satisfacción de nuestros deseos, como si fuésemos lobos
hambrientos. De este modo, por temer a la muerte y poseer capacidad racional, el
hombre teme la posibilidad de llegar a una guerra de todos contra todos. Para que
esto no suceda, el hombre decide pactar con el otro y constituir una sociedad regida
por una ley que lo limite y lo ordene.
Marx nos habla del hombre alienado. La alienación es un estado por el cual los
factores de poder que hay en toda sociedad hacen todo lo posible para que el
sometido naturalice su condición de dominado.
La alienación logra su propósito cuando el hombre internaliza valores, creencias e
ideas como si fueran una creación propia e independiente.
Pero entonces ¿se puede pensar lo humano desde otro lugar? ¿Y si el hombre no es
más que un animal, y punto? Un animal que se cree diferente.
Teoría Darwinista: Hay un sentido común que cree que el hombre no es más que un
animal, pero con el cerebro más desarrollado y un cuerpo más eficiente para el
dominio de la naturaleza. Así, nuestra superioridad sobre el resto de los seres vivos se
hallaría justificada.
Sin embargo, la teoría darwinista no postula, como se cree, que en la lucha por la
existencia sobreviven solo los que mejor se adaptan a los cambios naturales por
generar mutaciones, sino que es exactamente a la inversa. Los seres vivos, por puro
azar, generamos variaciones y modificamos ciertos rasgos. Y por ello, cuando se
produce un cambio natural imprevisible, los que por azar hayamos mutado y podamos
adaptarnos mejor a los cambios seremos los que sobrevivamos.
No hay un hombre cerrado. Como trasmite Roberto Espósito: “La naturaleza del
hombre es estar todo el tiempo transformando nuestra propia naturaleza”. No hay un
modelo de lo humano. Lo humano se reinventa todo el tiempo. El hombre, desde la
técnica, vive modificando su entorno y modificándose a sí mismo.
De lo que se trata, tal vez, es de salirnos de la omnipotencia. Nietzsche, para eso, nos
hablaba del superhombre, pero no como una categoría superior, sino como la
posibilidad de pensar lo humano más allá del modo en que la idea de hombre viene
rigiendo en Occidente.
Pensar lo humano como cambio, como vida, como contingencia, como un horizonte
abierto.