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Unidad 5 y 6.

con Olga

Desarrollo psicosocial en los primeros tres años

Enfoque contextual social: aprendizaje por interacción con los cuidadores.

Estudia los efectos de los aspectos ambientales en el aprendizaje. Los


investigadores influenciados por Vigotsky estudian el papel del contextual cultural
en las primeras interacciones. Según Vygotsky, el aprendizaje es un proceso
colaborativo, donde la interacción procede de manera informal, donde a través del
juego y actividades en compañía de quienes los cuidan e interactúan de manera
activa con ellos. Por lo tanto, se presenta la participación guiada se refiere a las
interacciones recíprocas con adultos que ayudan a estructurar las actividades de
los niños y salvar la brecha entre lo que entienden unos y otros. Este concepto se
inspiró en la idea de Vygotsky de que el aprendizaje es un proceso colaborativo.
La participación guiada ocurre en juegos compartidos y en las actividades
cotidianas en las que los niños aprenden de manera informal las habilidades,
conocimientos y valores importantes en su cultura.

En 1950 el psicoanalista Erick Erickson propuso la teoría de las 8 edades del


hombre, después de haber realizado sus estudios en el Instituto Psicoanalítico de
Viena. Según Erickson las características más relevantes de cada edad hasta la
adolescencia son las siguientes:

• Autonomía vs. Duda: Empieza en los dieciocho meses y va hasta los 3 años. A lo
largo de este estadio, el niño experimenta grandes cambios cognitivos, motores y
físicos. Es el momento en que empieza a caminar y a controlar los músculos, por
ejemplo, los excretores. Esto puede acarrear momentos de vergüenza y dudas.
Pero si el niño supera esta fase del desarrollo, se sentirá autónomo e
independiente.
Es necesario permitir que el niño explore y manipule su medio para desarrollar un
sentido de autonomía. Los padres no deben desalentarse ni mucho menos exigirle
demasiado al niño.

Por otra parte, en vez de esta actitud descrita, es bastante fácil que el niño
desarrolle un sentido de vergüenza y duda. Si los padres acuden de inmediato a
sustituir las acciones dirigidas a explorar y a ser independiente, el niño pronto se
dará por vencido, asumiendo que no puede hacer las cosas por sí mismo. Es
importante tener presente que, si los esfuerzos del niño reciben algún tipo de
burla, puede este sentirse muy avergonzado, y dudar de sus habilidades.

También hay otras formas de hacer que el niño se sienta avergonzado y dudoso.
Si al niño se le libertad sin restricciones con una ausencia de límites, o si le ayuda
a hacer lo que él podría hacer solo, también se le está diciendo que no es lo
suficientemente bueno. Si los padres no son lo suficientemente pacientes para
esperar a que el niño ate los cordones de sus zapatos, nunca aprenderá a
atárselos, asumiendo que esto es demasiado difícil para aprenderlo. No obstante,
un poco de vergüenza y duda no solo es inevitable, sino que incluso es bueno. Sin
ello, se desarrollará lo que Erikson llama impulsividad, una suerte de
premeditación sin vergüenza que más tarde, en la niñez tardía o incluso en la
adultez, se manifestará como el lanzarse de cabeza a situaciones sin considerar
los límites y los atropellos que esto puede causar. Peor aún es demasiada
vergüenza y duda, lo que llevará al niño a desarrollar la malignidad que Erikson
llama compulsividad.

La persona compulsiva siente que todo su ser está envuelto en las tareas que
lleva a cabo y por tanto todo debe hacerse correctamente. Un poco más de
paciencia y tolerancia hacia sus hijos podría ayudarles a evitar el camino recorrido
que ustedes han seguido. Y quizás también deberían darse un respiro ustedes
mismos. Si se logra un equilibrio apropiado y positivo entre la autonomía y la
vergüenza y la culpa, se desarrolla la virtud de una voluntad poderosa o
determinación. Una de las cosas más admirables (y frustrantes) de un niño de dos
o tres años es su determinación. Su mote es “puedo hacerlo”. Si preservamos ese
“puedo hacerlo” (con una apropiada modestia, para equilibrar) seremos mucho
mejores como adultos. • Confianza vs. Desconfianza: Transcurre desde el
nacimiento hasta los 18 meses, y depende del vínculo que haya establecido el
bebé con su madre. La relación que haya establecido el neonato con la madre
influirá en los vínculos futuros que el individuo va a tener con otras personas. La
sensación de confianza, apego, satisfacción, seguridad (o sus antónimos) pueden
influir decisivamente en la calidad de las relaciones futuras.

En el ámbito psicosocial, Noam Chomsky da mayor importancia a la capacidad


innata de aprender el lenguaje que al proceso de sociabilización del hombre.
Chomsky considera que el lenguaje está primero porque es el espejo del alma
humana, y en segunda medida se emplea como un medio de comunicación, es
decir, se puede hacer cualquier clase de escritos (cartas, monólogos) sin ninguna
intención comunicativa. Avram Noam Chomsky (Filadelfia, 7 de diciembre de
1928) es un lingüista, filósofo, politólogo y activista estadounidense. Es profesor
emérito de lingüística en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y una de
las figuras más destacadas de la lingüística del siglo XX, gracias a sus trabajos en
teoría lingüística y ciencia cognitiva. También es reconocido por su activismo
político, caracterizado por una fuerte crítica del capitalismo contemporáneo y de la
política exterior de los Estados Unidos. Se ha definido políticamente como un
anarquista o socialista libertario. El New York Times lo ha señalado como el más
importante de los pensadores contemporáneos. En la crianza de los niños es
importante tomar en cuenta la dimensión psicosocial; es decir, la interacción que
tienen los niños con el ambiente físico y social que los rodean, en el cual se
alcanzan niveles cada vez más complejos de movimientos y acciones, de
pensamiento, de lenguaje, de emociones y sentimientos y de relaciones con los
demás. Está dimensión emplea todo lo que va respecto a las sensaciones,
emociones, conductas y la integración del individuo en el entorno social, por lo
cual se afina la personalidad res- pecto a cómo se expresan sus ideas y
conocimientos en un entorno real. En la infancia se procede al apego no solo de
los padres, sino, a la iniciación de amistades que se involucran de acuerdo a los
pares. Los lazos emocionales que se realizan desde la temprana edad, proceden
a ser base esencial del desenvolvimiento de los mismos en la sociedad, el
desarrollo adecuado de sus emociones pero además, los factores de suma
importancia en lo que es el desarrollo intelectual y en la toma de decisiones. Otro
factor que no se debe dejar de lado es el hecho de que desde temprana edad se
desarrolle el elemento de anteceder a la conducta de los demás y leer el lenguaje
corporal, sin emitir palabra.

Los hijos de padres que trabajan

Los niños de padres que trabajan, pueden sentirse abandonados.


Independientemente de lo agitada que se vuelva su vida, es necesario dedicar un
tiempo cada día para los hijos. Es vital hacerles saber lo importantes que son para
sus padres, no solo mediante palabras o regalos, debemos considerar esencial el
compromiso del tiempo que se les dedica. Las familias donde trabajan ambos
padres pueden generar más ingreso, lo que les permite accede a cubrir bastantes
necesidades con más comodidad, pero se debe entender que las cosas materiales
y el acceso lugares recreativos de elevados costos no sustituye la compañía que
los padres les pueden ofrecer a sus hijos. Es vital, que los padres establezcan
conversaciones con sus hijos, es necesario, tratar un vínculo de comunicación,
que puede verse terriblemente afectada, en la administración del tiempo que
pueden pasar con ellos, debido a sus horarios de trabajo, es necesario des- tacar
que los hijos e hijas, pueden manifestarse una actitud molesta, desafiante,
violenta, antisocial… porque sus padres no suelen pasar tiempo de calidad con
ellos, como suelen ver en otros hogares o sus mismas vivencias, cuando sus
padres pasen de estar bastante tiempo con él a uno muy reducido.
Miller (2018) destaca aspectos relevantes sobre el desarrollo emocional y social, a
través de las siguientes categorías:

• Importancia del vínculo: Muchos factores, como los estilos de crianza de los
hijos, la disponibilidad de los padres, la presencia o ausencia de los hermanos, el
estatus socioeconómico y el temperamento individual del niño, influyen en su
desarrollo social y emocional. Uno de los factores más importantes para el
desarrollo social y emocional normal, sin embargo, es la capacidad de un niño de
relacionarse con sus padres, desde el momento en que sale del vientre materno.
La vinculación de los padres ayuda al niño a sentirse seguro, protegido,
alimentado y amado.

• Calidad vs. Cantidad: La calidad del tiempo que pasas con tu hijo puede ser más
importante que la cantidad. Los padres que proporcionan el cuidado de niños
durante todo el día y tratan de seguir todas las reglas convencionales de la crianza
de los hijos todavía pueden ser incapaces de formar un vínculo seguro con sus
hijos. Los padres que trabajan que hacen del tiempo para la familia una prioridad y
están comprometidos con el desarrollo de sus hijos son tan capaces de establecer
un vínculo sano con el niño como los padres que no trabajan. Crear un apego
seguro y saludable con tu hijo requiere más que una cierta cantidad de tiempo que
pasamos juntos, que requiere el amor, crianza, compromiso, atención a las
necesidades físicas y desarrollar un sentido de conexión con tu hijo.

Según Silva (2016) el rol del padre dominicano ha sido históricamente de


proveedor, jefe o cabeza de hogar, relegando a la madre la parte emocional y
afectiva bajo el cuidado y protección propios de su instinto materno. Los estilos de
paternales están definidos de acuerdo a la forma en que el papá ejerce la
autoridad, la disciplina y la educación de sus hijos: “autoritario, democrático y
negligente.

• Papá autoritario: Es el padre que ejerce control sobre sus hijos con poder e
intimidación; no tiene comunicación y no existen las demostraciones afectuosas.
Imprimen presión sobre los hijos para que sean obedientes. Los hijos del papá
autoritario son responsables y con autoestima baja.
• Papá democrático: Es el padre que tiene control sobre sus hijos, pero es más
compresivo que el autoritario. Da explicaciones de por qué las decisiones que
toma, son cariñosas y tienen buena comunicación. Los hijos de los padres
democráticos son responsables, independientes y afectuosos.

• Papá negligente: Es un padre frío y distante con sus hijos. En ocasiones el


control que ejerce es excesivo sin mediar explicación. Tiene poca o ninguna
participación en la educación de los niños. Los hijos de padres negligentes tienen
baja autoestima, no obedecen normas y suelen ser antisociales. El patrón de papá
únicamente proveedor ha ido cambiando con la modernidad de los tiempos.

Maltrato abuso y negligencia

La negligencia consiste en la falta de satisfacción de las necesidades principales


del niño: físicas, médicas, educativas y emocionales. A su vez el maltrato puede
ser físico, sexual o emocional. Es el hecho de no cubrir o no ocuparse de las
necesidades físicas, emocionales, educativas y médicas básicas de un niño. Los
progenitores o los cuidadores pueden dejar al menor al cuidado de una persona
pese a saber que puede maltratarlo o puede dejarlo solo, sin supervisión. La
negligencia se diferencia del maltrato en que, por lo general, en el primer caso los
progenitores y los cuidadores no tienen intención de hacer daño a los menores
que están a su cargo. Suele ser resultado de una combinación de factores como la
mala crianza de los hijos, pocas habilidades para afrontar el estrés, sistemas
familiares poco colaboradores y circunstancias vitales estresantes.

Perspectiva sobre el desarrollo del género

En este país, es normal poder determinar que si eres niño físicamente, debes usar
objetos donde el color predominante sea el azul, el verde e incluso el rojo… los
juguetes deben estar relacionado con actividades donde predomine el género
masculino; Carros, bicicletas, pelotas, bates… mientras que, si físicamente eres
niñas, tus objetos deben ser rosados, amarillos, morados…los juguetes deben
estar relacionado con actividades fe- meninas: Juego de maquillaje, muñecas,
mariquitas, juego de cocina…´´Se procede a la evolución del género, mediante la
integración de juegos y juguetes que vallan del par a las expectativas establecidas
por cada sexo en el país´ Así, los juguetes de los niños incitan a la acción
(camiones, artículos deportivos, personajes que luchan), mientras que los de las
niñas tienden a la actividad pasiva y a menudo relacionada con funciones
domésticas u ornamentales (cacerolas, plancha). Lo mismo ocurre con los cuentos
y las historias. Si bien en la actualidad existen algunos libros de cuentos ‘no
sexistas’, que reivindican la expresión de la afectividad para ambos sexos y el
desarrollo de la personalidad sin que esté prefijada por el sexo con el que se nace,
en algunos de ellos se advierte una exagerada intención didáctica, utilitaria,
alejada de la literatura. Podría considerarse que en la literatura infantil como en la
vida, la igualdad entre los géneros está aún en proceso de construcción.

Relaciones con otros niños

Las relaciones con los pares en la infancia, promueve el adecuado desarrollo


emocional y social en los infantes. El contacto piel con piel es fundamental para el
buen crecimiento de tu bebé. Lo mejor que puedes hacer es estimularle, tocándole
por todo el cuerpo, lo cual facilitará el desarrollo de su sistema nervioso. Sin
embargo, ¿qué pasa cuando empieza a relacionarse con alguien que no es su
familia cercana? Se trata de una época muy importante, en la que el niño aprende
muchos valores que luego condicionarán su personalidad y le harán sentir
empatía. Cuando un bebé tiene 24 meses, empieza a querer relacionarse con
otros niños. Poco a poco el niño pequeño en el que se está convirtiendo asimila
que hay otros como él, que no es el centro del universo y descubre el valor de
compartir. Durante esa etapa están desarrollando su individualidad y
conociéndose mejor a ellos mismos, así que hasta después de los tres años no
empiezan a interesarse por los demás niños que les rodean. Es posible que
durante esos momentos todavía tengan reticencias a compartir, ya que durante
sus primeros años es algo que les pasa a todos los niños. Es normal, porque es
una etapa en la que el bebé abandona el que ha sido su mundo hasta ese
momento: el hogar con los padres. Otro momento crucial es cuando ya puede
andar, pues su mundo se amplía considerablemente y dará rienda suelta a su
curiosidad, y eso incluye a sus ganas de pasarlo bien. Es importante tener en
cuenta que está descubriendo todo: tanto el mundo que le rodea como sus propias
posibilidades. Nunca le obligues a socializarse y edúcalo firmemente, pero con
comprensión y sin prisas. Obviamente este proceso funciona mucho mejor si el
bebé o niño en cuestión ya cuenta con hermanos mayores, que suponen un paso
intermedio entre los padres y los niños con los que se van a relacionar en el futuro.
De ese modo, aprenden los valores fundamentales de empatía y compartir incluso
antes de haber salido de casa y llegar al colegio en los primeros cursos. Todo
fluirá con naturalidad. Teniendo en cuenta estas consideraciones se puede
discriminar la importancia que tiene la interacción con otros para los infantes, este
necesita ampliar su mundo social, aparte de relacionarse con sus padres o
hermanos; necesita el contacto con otros niños. Con niños de su guardería, del
parque, sus vecinos, estancias, zonas de juegos; con ellos comienza a
relacionarse, a ser seres sociales que comparten y respetan las normas de los
juegos. En este periodo el niño puede mostrarse terco, recurre a las pataletas y las
rabietas para conseguir lo que quiere; la paciencia es el mejor aliado. Quiere
sentirse independiente y piensa que él debe ser quien mande, quien tome las
decisiones (algunas de ellas). Por ello es bueno que se le proporcione cierto
espacio y margen para que tome alguna decisión que otra, dentro de las normas y
límites de los padres. Por otra parte, las normas orientan en sus acciones, le dan
la seguridad y la oportunidad de ir desarrollando poco a poco los criterios de valor;
lo que está bien y lo que está mal. Este período requiere una actitud muy cariñosa
pero firme. Además, el juego proporciona al niño la capacidad de tomar sus
propias decisiones, como los de planificación y construcción donde además de
desarrollar su creatividad, experimenta la sensación de dominio.

Relaciones entre hermanos

La adaptación de un niño a un bebé nuevo puede depender de la edad del niño,


de la calidad de su relación con su madre y de la atmosfera familiar. Las
relaciones entre hermanos representan un papel específico en la socialización; lo
que los niños aprenden de las relaciones con sus hermanos se transfiere a las
relaciones fuera del lugar.

Caraballo (2017) considera que las bases de las creencias establecidos acerca de
que los hijos únicos se llevan la palma en cuanto a los mitos: que si son egoístas,
que si están más mimados, que si tienden a ser tiranos... Todo ello se basa en la
idea de que no tienen hermanos con quienes compartir y, además, se llevan toda
la atención y mimos de sus padres, en exclusiva. Sin embargo, por fin, después de
muchos años criticando a los hijos únicos y sacando punta a su comportamiento,
un estudio viene a decir bondades y maravillas de ellos, y es que ser hijo único
puede cambiar el desarrollo cerebral y llevar a los niños a ser más imaginativos y
creativos, aunque eso sí, menos amables. Las relaciones entre hermanos resultan
interacciones con características propias y ofrecen marcos de competencia social
peculiares. No hay que olvidar que los momentos evolutivos de los hermanos se
encuentran más sincronizados, lo que supone que las relaciones se establecen en
un plano de mayor igualdad. Por ejemplo, resulta mucho más frecuente la
comunicación de emociones y necesidades ante conflictos entre hermanos que
entre hijos y padres. Desde las últimas décadas, muchas de las investigaciones
llevadas a cabo en este terreno, se han preocupado fundamentalmente por
encontrar y estudiar los aspectos positivos de estas relaciones. Todas estas
investigaciones tienen en común resaltar la complejidad re las relaciones entre
hermanos, remarcando que si algún término puede definirlas es el de
ambivalencia. Efectivamente, estas relaciones son complejas y llenas de afectos
contrapuestos que suponen la combinación de sentimientos y emociones positivas
con otras negativas. La explicación a esto hemos de buscarla en los distintos
individuos que componen el grupo familiar, sus relaciones y la influencia que
ejercen unos sobre otros. Así, las relaciones entre hermanos pueden analizarse
tomando en cuenta dos factores fundamentales: Las características de los
hermanos y las relaciones entre padres e hijos. Algunos autores apuntan que, al
comparar hermanos, resultan más frecuentes las diferencias en rasgos generales
(personalidad, aptitudes, actitudes, etc.) que las semejanzas. Esto hace que uno
de los factores que mejor predice unas relaciones filiales poco conflictivas sea lo
que se denomina calidad de ajuste entre sus temperamentos. Así, hermanos con
temperamentos y personalidades opuestas suelen ser más conflictivos y hostiles
entre sí que aquellos con temperamentos entre los que existe una mayor sintonía.
Durante mucho tiempo, la visión de la familia y los hermanos tendía a describir a
estos desde la óptica de que son individuos que han sido educados por los
mismos padres y en un ambiente similar. Hoy sabemos, que, aunque las pautas
de crianza son tendencias estables, estas se modifican atendiendo a un buen
número de factores y que, por otro lado, las interacciones entre los diversos
miembros de la familia tienen repercusiones en todo el sistema. Teniendo en
cuenta estas consideraciones los padres se enfrentan a cada uno de sus hijos
marca de forma considerable el clima de relación entre los hermanos. Sin
embargo, como hemos visto, las interacciones de los padres con sus hijos están
influidas, también, por la personalidad de estos. Así, cuando uno de los hijos es
cálido o comparte gustos, intereses, motivaciones, etc., con uno de sus padres,
este tiende a tratarle y a establecer vinculaciones afectivas con él diferenciadas.
En otras ocasiones, los padres establecen tratos distintos entre los herma- nos
desde el convencimiento de que resulta lo mejor para su desarrollo. De cualquier
forma, estas variaciones de comportamiento hacia los hijos suelen promover entre
ellos sentimientos de competencia y rivalidad. Por otra parte, aunque el estilo
educativo es estable, muchos padres lo revisan al nacer su segundo hijo, haciendo
un balance de cuáles son los resultados que perciben de su actuación con el
primogénito. No obstante, un factor que tiene gran importancia respecto al trato
diferencial por parte de los padres es la verbalización de comparaciones entre los
hermanos en las que uno de ellos sale claramente perjudicado frente al otro. Este
tipo de comportamientos paternos/maternos producen baja autoestima y
sensación de abandono en el niño menos valorado y fomenta la rivalidad y los
celos.

Por último, señalar que, aunque crecer con hermanos suponga grades beneficios
ello no quiere decir que ser hijo único conlleve un desarrollo deficiente por carecer
de dichas relaciones.
El hijo único

De manera general diversos autores y fundamentos sobre el desarrollo emocional


y social de los individuos, nos permiten concluir que el hecho de criarse sin
hermanos marca la personalidad del niño. Las consecuencias son a veces
positivas y otras no tanto, todo depende de la actitud de los padres y de su
habilidad para contrarrestar los aspectos negativos de no tener hermanos. Vivir sin
la necesidad de compartir con otros hermanos el cariño, la atención y la
generosidad de los padres, sin esa competencia entre ellos, existen grandes
indicadores de que se marca la personalidad de los hijos únicos. Tanto es así que
se han definido rasgos de personalidad y características que suelen compartir los
hijos únicos. A los padres corresponde adecuar su educación para sacar provecho
de las ventajas y contrarrestar los inconvenientes de crecer sin hermanos. Al
respecto se destacan cinco características esenciales y riesgos que estas
representan:

1. Afectuosos y muy unidos con sus padres: Comparten mucha intimidad con ellos
y los lazos que los unen son muy fuertes. Los niños admiran a sus padres, los
imitan en todo, comparten gustos, opiniones y forma de ser. No es raro que, de
adulto, elija la misma profesión. El riesgo, en la adolescencia, los niños necesitan
rebelarse contra los padres para asumir su propia identidad. Los hijos únicos
tardan más en hacerlo y esta falta de sana rebeldía puede ocasionar una
importante carencia de imagen propia en unos años claves para su desarrollo
personal.

2. Ambiciosos: Desde pequeños, suelen llevar sobre sus hombros los sueños de
sus padres que se proyectan en ellos como único espejo. Están acostumbrados a
ser exigidos, a so- portar la presión y a buscar el éxito. El riesgo, los padres no
deben perder de vista que su hijo no ha nacido para alcanzar sus ambiciones. Les
toca encontrar su propio camino.

3. Seguros de sí: No tienen competidores en casa y reciben todos los estímulos y


todas las alabanzas lo que contribuye a que crezcan con una buena autoestima. El
riesgo, pueden llegar a pensar que son niños superiores a los demás o que su
manera de actuar es la única posible. Esto les hará mostrarse intolerantes,
testarudos y poco comprensivos. Limitar los elogios es la recomendación de todos
los psicólogos.

4. Responsables e inteligentes: El contacto constante con los adultos les lleva a


manejarse bien en el mundo de los mayores. Son maduros para su edad, se
expresan muy bien y suelen ser buenos alumnos. El riesgo, pueden comportarse
con soberbia y encajar mal el fracaso. En el colegio, la buena relación que suelen
mantener con el profesor les puede alejar de los compañeros y ahondar su
sentimiento de solitario incomprendido.

5. Prudentes: Durante los primeros meses de vida, la madre siente un fuerte


apego hacia su bebé. Si no nacen más hermanos, este vínculo permanece
invariable a lo largo de la infancia. Con frecuencia, los padres temen con mayor
intensidad que a su hijo le pase algo, lo que le suele convertir en un ser prudente,
que evita los riesgos incontrolados. El riesgo, sin darse cuenta y tal vez por un
“exceso” de cariño, los padres pueden poner trabas a su autonomía por temor a
que se aleje de ellos y de la protección que ejercen. La personalidad del hijo único,
influyen diversos contextos y la crianza de los padres, existen ciertos aspectos
similares entre ellos.

Algunos estudios demuestran que los hijos únicos pueden mostrarse más
ambiciosos, competitivos y conservadores. Además, tienen mejores niveles de
autoestima con respecto a otros niños de su edad por haber crecido con la total
atención y apoyo de sus padres.

Existen diversos rasgos de manera generalizadas en los hijos únicos, estos


pueden ser:

a) Triunfadores: Generalmente están altamente motivados. Se exigen mucho a sí


mismos y suelen fijarse metas altas. Por lo cual, tienden a ser responsables,
organizados y meticulosos para alcanzar sus metas. Estos al ser tan ambiciosos,
sus expectativas pue- den ser muy altas, lo que causa estrés en ellos y en los
demás. También pueden volverse estrictos e impacientes con aquellas personas
que no estén a la altura de sus estándares. Suelen ser tercos y odiar los
imprevistos. b) Líderes: Los hijos únicos tienen igual número de amigos que los
niños que tienen hermanos. En general, las diferencias entre hijos únicos y
aquellos criados con herma- nos tienden a ser positivas. Por regla general, son
líderes naturales y pueden llegar a ser “personas influyentes”.

c) Pensamiento lógico: Suelen tener excelentes habilidades de lenguaje, como


resultado de la constante interacción con los adultos. En cuanto a su pensamiento,
tienden a ser más lógicos y prácticos en la resolución de problemas. Recolectan
los hechos y la información pertinente y luego analizan las cosas hasta llegar a
una conclusión satisfactoria. Esto es que, al tener estas habilidades, tienden a ser
reacios para aceptar las ideas de los demás o a admitir que están equivocados.

d) Nivel de Escolaridad suele ser más alto: El nivel educativo suele ser más alto
(mejores notas en los exámenes y mayores niveles de logros educativos y
profesionales). Esto podría deberse por haber contado con la ventaja de tener
todos los recursos financieros de sus padres para ellos solos y no ser repartido
entre sus hermanos. Los padres suelen ser muy exigentes con ellos y pueden
sentirse presionados constantemente, generando algún tipo de ansiedad o temor
al fracaso.

Rodríguez. M.A 321 e) Nivel intelectual: Suelen tener un buen nivel intelectual.
Son más críticos y observa- dores, pues existe una interrelación más directa con
los padres, recibiendo una atención individual y personalizada, lo que les permite
desarrollar ciertas habilidades verbales y una gran destreza para discutir. Lo que
son proclives a desarrollar una madurez prematura, adelantando su desarrollo
psicológico. Al haber estado rodeado de adultos sus padres olvidan que sigue
siendo un niño, por lo que esperan demasiado de él. f) Temperamento: El no
haber tenido hermanos con quienes pelear o defenderse, impulsa a muchos hijos
únicos a asumir comportamientos más tranquilos y a veces más maduros que los
llevan a evitar conflictos. En ocasiones, al no tener hermanos, no aprenden a
compartir, a jugar ni a socializarse con otros niños. Esto puede hacer que
disminuya su madurez emocional y su grado de sociabilidad, ya que no aprenden
a negociar, a discutir, a enojarse, o a desarrollar plenamente su empatía. g)
Perfeccionismo: Tienden a ser perfeccionistas y esperan que los otros hagan las
cosas correctamente. Cuando esto no ocurre, pueden frustrarse. Este
perfeccionismo puede dar lugar a que sean demasiado críticos e intolerantes
consigo mismos y con los demás. Con frecuencia se suele observar una tendencia
a ser procrastinadores, ya que temen que su trabajo no sea lo suficientemente
bueno. h) Soledad: Al estar solos y no tener con quien jugar, desarrollan su
imaginación y creatividad. Por otro lado, al no tener que competir con sus
hermanos por la atención de sus padres, son menos celosos y envidiosos.
Algunos pueden crear mucha dependencia de los padres o éstos de él, por lo que
las separaciones normales de la vida, como ir a la escuela, dormir en casa de un
amigo, ir a un campamento, etc. se vuelven sumamente difíciles tanto para los
chicos como para los padres. A diferencia de lo que se cree no tienen mayores
problemas para sociabilizar. A nivel cerebral, se han establecidos diversos
estudios como por ejemplo la Universidad de China la cual tomó una muestra de
303 estudiantes. El estudio reveló datos muy interesantes sobre los hijos únicos.
De estos 303 niños, 177 eran hijos únicos y 126 tenían hermanos. Todos ellos se
sometieron a varios exámenes tanto psicológicos como psicotécnicos. Incluso se
les realizó una resonancia magnética para estudiar su cerebro. ¿Qué encontraron
que estas revelaciones han dado la vuelta al mundo? Se llegaron a las siguientes
conclusiones los hijos únicos tenían más materia gris en el lóbulo parietal lo que
les hacía más hábiles con el lenguaje además de tener una mayor agilidad mental
y una mejor planificación de las cosas. Eran más imaginativos y creativos, y es
que, este mayor volumen de materia gris a nivel del giro supra marginal, está
asociado a personalidades con mayor imaginación.

humano 322 Sin embargo, los hijos únicos tendían a ser menos agradables y
amables en sus relaciones con los demás, según los investigadores debido al
excesivo foco de sus familiares sobre ellos, la sobreatención y la menor exposición
a otros menores, a diferencia de los niños con hermanos, que conviven
diariamente con niños. Eran niños más dependientes y con menos habilidades
sociales que los niños con hermanos. En definitiva, este estudio, a diferencia de
otros similares, viene a poner de relieve cómo existe una relación directa entre el
ambiente familiar en el que un niño crece y el desarrollo cerebral. El estudio afirma
que ser hijo único afecta a la estructura del cerebro. En consideración, se cree que
es debido a la mayor atención que se le al niño que, se vuelve más introvertido por
lo que le faltan habilidades sociales, pero desarrolla otras áreas del intelecto. Por
tanto, los expertos recomiendan exponer a los hijos únicos a la relación con otros
niños de forma frecuente y constante, para ayudarles de esta manera, a fomentar
sus habilidades sociales y a aprender ciertos valores que desarrollan más y mejor
los niños que tienen hermanos. A pesar de que este estudio dio indicios a los
planteamientos establecidos debemos des- atacar que los estudios
comportamentales anteriores muestran resultados bastante similares. Un análisis
de 115 estudios científicos realizado en 1986 señalaba también que los hijos
únicos tenían mejores resultados en test de inteligencia, de carácter y de
relaciones con los padres que los hijos procedentes de familias numerosas. Si los
niños tenían un hermano o si eran los primogénitos, sus resultados se parecían
más a los de los hijos únicos. Según algunos expertos de la conducta, crecer sin
hermanos o hermanas condiciona el comportamiento y personalidad en el sentido
que nos hace más egoístas y más propensos a no querer compartir. Pero la
ciencia acaba de demostrar que también existen diferencias en la estructura
cerebral de las hijas e hijos únicos. No obstante, los resultados de estudios
realizados han determinado que no hay muchas diferencias en cuanto a la
inteligencia de los niños o niñas, pero aquellas personas que son hijas e hijos
únicos demostraron tener mayor flexibilidad en su pensamiento, así como
personalidades menos agradables. Los resultados muestran que las hijas e hijos
únicos tienen un volumen mayor en la región del lóbulo parietal, que es
responsable de la percepción y procesamiento del lenguaje, lo cual se
corresponde con lo observado en cuanto a la flexibilidad de pensamiento. En otras
áreas los cerebros de las hijas e hijos únicos parecerían tener menor volumen, en
particular en la corteza prefrontal media, que se asocia con la regulación de
emociones y comportamiento social. Esto a su vez también se corresponde con
los bajos niveles de simpatía que se registraron en otras pruebas.
Rodríguez. M.A 339 Esta es una de las etapas más importantes del niño, puesto
que es la fase en que sustentan las bases del desarrollo físico y psicológico del
individuo y con ellos se producen pro- fundos cambios, pues pasan de tener las
herramientas elementales para su sobrevivencia, y dominar una amplia gama de
potencialidades, a dominar complejas habilidades físicas, emocionales, psíquicas,
cognitivas y sociales. Debido a la importancia de esta etapa para los niños, es
fundamental al inicio de sus vidas, proveerles de las condiciones favorables y
necesarias tales como: bienestar social, una apropiada nutrición, acceso a
servicios de salud oportunos y una educación inicial de calidad, así como fomentar
el buen trato y el cuidado de sus familias y de la comunidad donde habitan.

7.2. Aspectos del Desarrollo Físico

El concepto de desarrollo físico se refiere a los cambios corporales que


experimenta el ser humano, especialmente en peso y altura, y en los que están
implicados el desarrollo cerebral, como ya se ha indicado, el desarrollo óseo y
muscular. De acuerdo a Maganto y Cruz (2018) el crecimiento es continuo a lo
largo de la infancia y adolescencia, pero no se realiza uniformemente. El ritmo de
crecimiento es rápido en la primera infancia, a partir del segundo año, muestra un
patrón más lineal y estable, enlenteciéndose gradualmente hasta la pubertad.
Entre los cambios físicos mas visibles durante la primera infancia son los
siguientes: apa- recen los dientes de leche, comienzan a controlar su sueño
nocturno y los estados de vi- gila. Por lo general, tanto los niños como las niñas
crecen entre cinco y siete centímetros y aumentan entre 1.8 y 2.7 Kg. por año.
Empiezan a coordinar las funciones de la vista y de las manos. Desde la mitad de
esta etapa hasta la finalización de la misma controlan sus habilidades motoras
gruesas (correr, trepar y saltar con autodominio). Papalia (2009) asegura que los
niños crecen de forma bastante rápida entre los tres y seis años de edad, pero en
menor manera en comparación con la lactancia y primera infancia,
aproximadamente los niños a los tres años comienzan a tomar un aspecto más
atlético. A medida que se desarrollan los músculos abdominales, la pancita del
infante adquiere firmeza. El tronco, brazos piernas se vuelven más largos. La
cabeza sigue siendo relativamente grande, pero las otras partes del cuerpo
comienzan a crecer y a adquirir proporciones cada vez más adultas.

Desarrollo Cognoscitivo

El desarrollo cognitivo es el proceso por el que una persona va adquiriendo


conocimientos sobre lo que le rodea y desarrollar así su inteligencia y
capacidades. Comienza desde el nacimiento y se prolonga durante la infancia y la
adolescencia. En otras palabras, es un proceso evolutivo por el cual pasa el bebé
desde su fecundación hasta que llega el nacimiento, es un proceso que continua
durante las siguientes fases de la niñez y que lo acompaña a lo largo de su vida.
Con el crecimiento físico en la etapa infantil se cierne también el desarrollo
psicológico. Este es el resultado de tres factores que interactúan de manera
recíproca: (el desarrollo cognitivo, emocional y social) estos tres aspectos del
desarrollo, no deben estudiarse como entes separados, ya que interactúan y se
retroalimentan entre ellos para dar forma a la identidad psicológica del individuo y
que sustentan las bases de lo que será la personalidad del sujeto y su intelecto
futuro.

7.4 Enfoque del procesamiento de información: planeación, atención y


memoria

Garrido y Puyuelo (2005) entienden que el procesamiento de la información no se


lleva a cabo en función de la forma en la que esta se presenta (serial o
concurrente), sino que depende de los requerimientos de la tarea o de la forma en
que habitualmente se procesa la información. En el procesamiento de la
información todos los componentes actúan de forma interactiva y armónica, y
según sean las características y los requerimientos de cada tarea, la participación
de cada proceso puede tener un peso diferente. La planificación requiere un
estado adecuado de activación bioeléctrica para poder centrarse en la resolución
de un problema, es decir, existe una estrecha relación entre planificación y
atención ya que se necesita un nivel apropiado de atención para que los planes de
acción puedan ser generados y utilizados. Estos autores definen la planificación
como un proceso mental a partir del cual la persona determina, selecciona y utiliza
resoluciones eficaces en los problemas, lo que implica su presencia en las
siguientes funciones: Resolución de problemas, formación de representaciones
mentales, control de los impulsos, control del procesamiento, recuperación de los
conocimientos y activación selectiva del lóbulo frontal. La planificación permite al
individuo analizar la actividad cognitiva, elaborar métodos de resolución de
problemas, y modificar el plan seguido si fuera necesario. La atención es un
proceso mental a partir del cual la persona atiende selectivamente algunos
estímulos e ignora otros. En este sentido, supone lo siguiente: Dirección de la
actividad cognitiva, atención selectiva, resistencia a la distracción, orientar la
respuesta vigilancia asociada con la formación reticular y el tálamo. Las tareas de
atención requieren que el individuo dirija su respuesta a un estímulo en particular y
que inhiba la respuesta ante los demás estímulos. En cuanto a la memoria,
Viramonte (2000, p. 31) la define como “la capacidad de re- tener y evocar
información de naturaleza perceptual o conceptual”. Mientras que para Fuenmayor
y Villasmil (2008) es la facultad por medio de la cual se retiene y recuerda el
pasado, es la facultad por la cual se almacena el conocimiento que se tiene sobre
algo y las interpretaciones que se hacen de ello. Cuando se memoriza, en primer
lugar, se necesita codificar la información, de modo que pueda formar alguna
clase de representación mental (acústica para los acontecimientos verbales, visual
para los elementos no verbales, o semántica para el significado). Una vez hecho
esto, se almacena esa información durante un cierto período de tiempo (corto o
mediano plazo), y luego, en una ocasión ulterior, se recupera. La codificación de la
información puede implicar también el establecimiento de conexiones con otros
detalles de información o su modificación. Por tanto, la memoria no es como una
grabación, es un proceso activo.

Viramonte (2000) indica que existes tipos o almacenes de memoria que han sido
presen- tados por algunos estudiosos; la sensorial, la de corto plazo y la de largo
plazo. La primera se relaciona con los órganos sensitivos hasta la llegada de la
información al cerebro, la segunda, es de capacidad limitada, propuesta para
explicar la cabida que tienen las personas para retener y repetir dígitos y sílabas
sin sentido. El tiempo durante el cual la información permanece en ella es de unos
pocos segundos. Mientras que la memoria de largo plazo es de capacidad y
retención indefinida. a) Memoria sensorial: Esta memoria está relacionada con la
llegada de la información a un órgano receptor (el ojo), hasta que el cerebro ha
realizado su percepción. Su función operativa es de segundos, la entrada de la
información es muy rápida, la persistencia es muy breve, se diría que antes que
ocurra otra fijación ya ha desaparecido la anterior; y la evocación depende de la
velocidad en que el cerebro procesa la información. b) Memoria operativa: Esta
memoria, más que ser concebida como un almacén don- de se guarda información
por un tiempo breve, antes de pasar a la memoria de largo plazo, se le figura
como un sitio en el que se integra la información que se recibe del exterior o
información nueva, con la que estaba almacenada en la memoria de largo plazo,
los conocimientos previos. Esta integración permite reconocer, identificar y dar
sentido a lo percibido. Es decir, la memoria operativa es un proceso cognitivo en el
que ciertas unidades o elementos de información se retienen en un almacén de
memoria, caracterizado por su temporalidad, mientras se procesan nuevos datos y
se recupera información desde el almacén de memoria de largo plazo.
Evidentemente, la memoria operativa más que ser un almacén o lugar diferente al
de la memoria de largo plazo, es la parte “evocada” o “activada”, una vez recibida
información nueva, de los recuerdos o conocimientos latentes o almacenados en
la memoria de largo plazo. c) Memoria a largo plazo: Está constituida por todos los
conocimientos, experiencias y saberes que se almacenan a lo largo de la vida y
resulta fundamental al momento de comprender. Sólo se comprende aquello que
puede relacionarse coherentemente con lo que ya se conoce, es decir, con aquello
que se tiene en la memoria de largo plazo. Una de sus características es su
capacidad infinita de almacenar información. En otras palabras, es la fuente de
información permanente acerca del mundo, fuente de conocimiento pre- vio acerca
del lenguaje y del mundo. Esta realiza un proceso de adquisición y organización
supeditado a lo que ya se conoce, lo que hace posible la lectura y su comprensión.
En resumen, los procesos indicados implican mecanismos mentales que permiten
captar mediante los sentidos esos “datos actuales”, fijar la atención en algunos
especialmente, representarlos mentalmente a través del pensamiento y
relacionarlos (asemejarlos, diferenciarlos o complementarlos) con información
previa guardada en la memoria, para finalmente interpretarlos y exteriorizarlos con
un lenguaje conveniente.

Habla y lenguaje

El National Institute on Deafness and Other Communication Disorders (NIDCD,


2017) afirma que en los primeros 3 años de vida, cuando el cerebro está en
proceso de desarro- llo y maduración, es el período más intensivo en la
adquisición de las habilidades del habla y el lenguaje. Estas habilidades se
desarrollan mejor cuando el niño está expuesto consistentemente a un mundo
lleno de imágenes, sonidos y al habla y el lenguaje de los demás. Indica además
que, existen períodos clave en el desarrollo del habla y el lenguaje de los bebés y
los niños pequeños. En estos períodos clave el cerebro está más capacitado para
absorber el lenguaje. Si se dejan pasar estos períodos y no se expone al niño al
lenguaje, será más difícil que el niño lo aprenda. El bebé muestra las primeras
señales de comunicación cuando aprende que con el llanto logra obtener alimento,
consuelo y compañía. Los recién nacidos, además, comienzan a reconocer los
sonidos importantes a su alrededor, por ejemplo, la voz de la madre o de quien lo
cuida. A medida que crecen, los bebés comienzan a distinguir los sonidos del
habla que componen las palabras de su lenguaje. A los 6 meses de edad, la
mayoría de los bebés reconocen los sonidos básicos de su lengua materna. No
todos los niños desarrollan las habilidades del habla y el lenguaje de la misma
manera. Sin embargo, todos los niños siguen una progresión natural o una serie
de etapas para dominar las habilidades del lenguaje. Herrezuelo (2014) expresa
que los niños en edad preescolar proceden a conceder un mundo donde preguntar
es su actividad favorita: ¿Qué es eso? ¿Por qué es así?... la creciente facilidad de
los pequeños con el uso del lenguaje les ayuda a expresar su perspectiva única
del mundo. La gran velocidad con la que aprenden palabras nuevas se debe a que
asimilan el significado de una palabra al escucharla solamente una o dos veces
durante la conversación. Al comienzo de la niñez temprana, los niños pueden
seguir instrucciones que incluyen más de un paso, como: “recoge tus juguetes y
guárdalos en el arcón”, pero a menudo malinterpretan las oraciones complejas.
Por ejemplo, si le dices “puedes ver la televisión después de ordenar tu cuarto”, el
niño puede procesar las palabras en el orden en que las escuchó y creer que
puede ver primero la televisión y después ordenar su cuarto. Los niños pequeños
suelen ser también muy literales para interpretar el significado de las palabras y no
es raro que perciban un significado muy diferente al que los adultos intentar
comunicar. Por este motivo hay que prestar atención a lo que se le dice a los
niños, sobre todo en momentos de ira. Después de los tres años, los niños
pronuncian con más claridad y tratan de hacerse entender, intentando explicarse
con más claridad cuando alguien dice no entenderlos. Cuando se habla del
lenguaje en la niñez temprana, es necesario destacar el desarrollo del mismo en
ámbitos esenciales, teniendo bien en claro que el infante, ya procede hacer parte
esencial del lenguaje materno. El vocabulario promedio de un niño de 3 años es
entre 900 y 1000 palabras, a los 6 años, ya entiende más de 20000, gracias a la
educación formal, en donde el vocabulario pasivo o receptivo de un niño se
cuadruplicará a 80,000 palabras en el momento en que ingrese a la escuela
primaria.

Los niños en estas edades son capaces de hacer un mapeo rápido lo que le
permite captar el significado aproximado de una nueva palabra. Empiezan hacer
conexiones lógicas entre un aspecto de sí mismo y otro. La imagen de sí mismos
todavía se expresa en términos positivos de todo o nada. La Gramática y Sintaxis
son las formas en que los niños combinan sílabas en palabras y palabras en
oraciones. A los 3 años los niños empiezan a usar plurales, posesivos y el tiempo
pretérito, conoce la diferencia entre el yo, tú y nosotros, sus oraciones por lo
regular son cortas simples y declarativas. Entre los 4 y los 5 años las oraciones
incluyen un promedio de cuatro a cinco palabras y pueden ser negativas,
declarativas, interrogantes, o imperativas. Entre los 5 y 6 años el habla de los
niños es más parecida al habla adulta, sus oraciones son más largas y
complicadas, emplean oraciones compuestas y complejas, y pueden manejar
todas las partes del habla. Cuando los niños pequeños descubren una regla
tienden a sobre generalizarla, es decir, a usarla incluso con palabras que no se
ajustan a ella. Los niños de 3 años son bastante locuaces y prestan atención al
efecto que tiene su habla en los demás. Los niños de 4 años, en especial las niñas
simplifican su lenguaje y emplean un registro más alto cuando hablan con
pequeños de 2 años. Los niños de 5 años pueden adaptar lo que dicen a lo que
conoce quien escucha. Según Vygotsky (1962) propuso que el habla privada
aumenta durante los años prees- colares y luego se desvanece durante la primera
parte de la niñez media. Es decir, no la consideraba egocéntrica, la veía como una
forma especial de comunicación. Nuevo (2018) entiende que los niños aprenden a
hablar de forma evolutiva y por etapas, que se corresponden con su edad y grado
de desarrollo. Detectar a tiempo un retraso en el desarrollo del lenguaje de los
niños, en la adquisición de vocabulario o en la pronunciación de los fonemas es
fundamental para iniciar a tiempo un tratamiento o un entrenamiento que le
permita al niño adquirir el ritmo de desarrollo normal. No está claro por qué
algunos niños hablan más tarde que otros. Los problemas de audición y
anormalidades faciales y de la cabeza pueden estar asociados con retrasos en el
habla y el lenguaje, igual que el nacimiento prematuro, historia familiar, factores
socioeconómicos, y otras demoras del desarrollo. Los niños con demora del
lenguaje pueden tener problemas en el mapeo rápido. Pueden experimentar
consecuencias cognoscitivas, sociales y emocionales, no es fácil predecir si un
hablador tardío necesita ayuda. Nuevo (2018) expresa que el retraso en el
desarrollo del lenguaje del niño consiste en el desarrollo tardío de lo que es
esperable según su edad, su crecimiento y su nivel de

desarrollo. El retraso del lenguaje se puede observar tanto a nivel de expresión


como de comprensión, están afectadas ambas partes, aunque la expresión está
más afectada que la comprensión. Esta autora, sugiere a los padres estar atentos,
ya que los niños reflejan una serie de indicativos que se pueden ver antes de que
empiecen a hablar, es decir, no hace falta hablar para ver que hay algo en la
comunicación que no está yendo bien. Aunque son cosas sutiles, son muy
importantes, hay algo no va bien cuando un niño no comparte con los padres, no
mira, no tiene una atención, la necesidad de llamar la atención de sus padres, no
ha aprendido a señalar más o menos a los 9 meses, a los 9 o 10 meses, que
serían conductas muy importantes para que el niño aprenda a hablar, en el fondo
cuando no existe la intención de comunicarnos algo y ya la palabra. Cuando ya
está en la etapa lingüística, cosas que indican que algo no va bien, además de
todo lo anterior, es la falta de intención por comunicar. Es decir, cuando se
observa que el niño no habla de una manera muy correcta según lo que espera
por su edad de desarrollo o realiza frases muy poco estructuradas y sin ningún
sentido o tiene un vocabulario muy reducido según lo que se espera para su edad.
Otro indicativo en el que hay que fijarse es en la aparición de las primeras
palabras. En general, suelen aparecer entre los 12 y los 18 meses, pero en el niño
con retraso del lenguaje aparecerán a los 2 años, lo que provoca que todas las
etapas del lenguaje aparezcan de manera retrasada. En los niños con retraso en
el lenguaje, la holofrase que consiste en utilizar una palabra para expresar toda
una frase, aparece más tarde. También comienza más tarde a utilizar el lenguaje
telegráfico, es decir, a utilizar la conjunción de dos palabras y además este
lenguaje telegráfico va a perdurar durante más tiempo. Otras indicaciones son el
uso de un vocabulario reducido para lo que es esperable, que utilicen frases muy
simples, que no usen pronombres posesivos cuando sería normal que los
utilizasen. En definitiva, son niños que no tienen las capacidades para expresarse
libremente y entonces esperan a que les pregunten. A nivel de comprensión, son
niños que tienen problemas con conceptos espacio-temporales o con conceptos
como los colores, lo que tiene como consecuencia una repercusión en su
aprendizaje a nivel escolar.

Educación de los niños con necesidades específicas de apoyo educativo

En República Dominicana, la inclusión y atención a la diversidad aún sigue siendo


un proyecto de escuela, por lo que es un compromiso de todos los actores de la
comunidad educativa: directivos, maestros, maestras, psicólogos, orientadores,
familias, entre otros, a aunar esfuerzos, a cambiar actitudes, a unir voluntades,
para enfrentar este desafío; puesto que solo en la medida en que se asuma la
educación inclusiva como un proyecto de todos se podrá ir construyendo una
escuela más equitativa y con mayor calidad. En ese sentido, en el 2003,
asumiendo compromisos asumidos en los convenios internacionales sobre
Educación para Todos, en el marco de la equiparación de oportunidades, se eroga
la Orden Departamental que establece las directrices nacionales para la educación
inclusiva. En la cual se estipula que: “Todo centro educativo debe acoger y valorar
al alumnado en su diversidad por lo que debe garantizar su acceso, permanencia
y promoción en el sistema educativo, sin excluir a nadie por razón de género,
procedencia social, cultura, etnia, religión, edad, etc., ni por su condición personal
(diferentes estilos y ritmos de aprendizaje, capacidad, intereses, motivaciones,
forma de relacionarse, discapacidad o sobredotación)”. Orden Departamental No.
24-2003, p. 8) De igual forma, esta Orden Departamental en sus artículos 11 y 12
crea los diferentes Centros de Recursos para la Atención a la Diversidad: Art. 11:
Se crean en las distintas regionales del país los Centros de Recursos para la
Atención a la Diversidad (CAD) como una estrategia innovadora de
acompañamiento y apoyo psicopedagógico a las escuelas, para estos fines cada
CAD contará con un equipo de profesionales de diferentes disciplinas. Art. 12: Los
CAD tienen como objetivos fundamentales promover el incremento en los
aprendizajes de todos los alumnos y alumnas, sin exclusión, apoyar el proceso de
mejora de toda la escuela, a través del acompañamiento, asesoramiento,
capacitación al personal docente y administrativo del centro educativo, ofrecer
apoyo directo al alumnado, cuando se requiera y orientación a las familias con el
fin de crear las condiciones para el desarrollo de la educación inclusiva. En el
2018, el Ministerio de Educación de la República Dominicana, eroga la Ordenanza
N. 4 -2018 que norma los servicios y estrategias para los estudiantes con
necesidades específicas de apoyo educativo acorde al currículo establecido. En
dicha Ordenanza, las Necesidades Específicas de Apoyos Educativos (NEAE) se
asumen como aquellas demandas de apoyo y recursos requeridos por cualquier
estudiante, de forma transitoria o permanente, durante su trayectoria educativa.
Estos apoyos y recursos se ofrecen con la finalidad de eliminar o disminuir las
barreras que limitan su acceso, participación y aprendizaje en la escuela. Art. 3. La
atención a los estudiantes con NEAEse enmarca en los principios de equidad,
igualdad de oportunidades y flexibilización, por lo que, se tomarán todas las
medidas necesarias para que estos estudiantes accedan, participen y logren los
aprendizajes en el centro educativo de su comunidad. (Ordenanza 4-2018, p. 12)

La educación inclusiva se asocia frecuentemente con la participación de los niños


con discapacidad en la escuela común y de otros alumnos etiquetados con
necesidades educativas especiales. Implica que todos los niños y niñas de una
determinada comunidad aprendan juntos independientemente de sus condiciones
personales, sociales o culturales, incluidos aquellos que presentan una
discapacidad. Se trata de un modelo de escuela en la que no existen requisitos de
entrada ni mecanismos de selección o discriminación de ningún tipo, para hacer
relativamente efectivos los derechos a la educación, a la igualdad de
oportunidades y a la participación. El enfoque de educación inclusiva implica
modificar substancialmente la estructura, funcionamiento y propuesta pedagógica
de las escuelas para dar respuesta a las necesidades educativas de todos y cada
uno de los niños y niñas, de forma que todos tengan éxito en su aprendizaje y
participen en igualdad de condiciones. El Ministerio de Educación entiende que su
gran desafío es crear una escuela y un en- torno didáctico en los cuales se
considere la diversidad como una oportunidad para el enriquecimiento de la clase
y no como algo que entorpece el aprendizaje y la participación “de los/las demás”,
realizando una separación entre los/las que tienen alguna condición específica y
los/las que no. El enfoque de educación inclusiva considera la diferencia como la
norma, de forma tal que cada estudiante es especial y tiene condiciones que son
diferentes a las de los y las demás. Blanco (2004) lo resume así: Las escuelas
comunes con una orientación inclusiva representan el medio más eficaz para
combatir las actitudes discriminatorias, crear comunidades de acogida, construir
una sociedad más inclusiva y lograr una educación para todos; además,
proporcionan una educación efectiva a la mayoría de los niños y mejoran la
eficiencia y, en definitiva, la relación costo-beneficio de todo el sistema educativo.
(pp. 16-17) En síntesis, la creación de espacios verdaderamente inclusivos en las
escuelas implica una importante transformación en la cultura escolar, como lo es
avanzar hacia la convivencia respetuosa, y hacia una comunidad escolar
acogedora, colaboradora y estimulante. Desde esta perspectiva, es la escuela la
que debe adaptarse a los/las estudiantes y no estos/estas a la escuela. En cuanto
a la concepción de las Necesidades Educativas Especiales (NEE) abogaba por
dejar atrás las prácticas de clasificar o etiquetar a las personas en función de sus
limitaciones, para centrar la atención en las condiciones y oportunidades que el
contexto escolar debería ofrecer para que estas pudieran participar y aprender en
la mayor medida posible. Sin embargo, a pesar de la gran potencialidad de este
concepto, existen dificultades en su aplicación. Entre las más importantes, se
pueden señalar las siguientes: • La larga tradición de clasificar a los estudiantes en
diferentes categorías diagnósticas ha conducido, en muchas ocasiones, a utilizar
el concepto de NEE como sinónimo de discapacidad o como una nueva
categorización centrada en los sujetos. Es frecuente hablar de estudiantes con
NEE asociadas o no a discapacidad; esto muestra que, en general, las dificultades
de aprendizaje o de participación siguen atribuyéndose básicamente a las
condiciones personales de los/las estudiantes y no a factores del contexto y la
respuesta educativa que se les ofrece. • Los/las estudiantes que presentan NEE
de carácter transitorio suelen quedarse con esta etiqueta a lo largo de su vida
escolar, con las consecuencias negativas que esto representa, y que permanecen,
tanto en los/las estudiantes (baja autoestima y autoimagen), como en el entorno
(bajas expectativas y discriminación). Ainscow y Echeita (2011) indican que
genéricamente, se debe entender como barreras aquellas creencias y actitudes
que las personas tienen respecto a este proceso y que se concretan en las
culturas, las políticas y las prácticas escolares que individual y colecti- vamente
tienen y aplican, y que al interactuar con las condiciones personales, sociales o
culturales de determinados alumnos/as o grupos de alumnos/as - en el marco de
las políticas y los recursos educativos existentes a nivel local, regional o
nacional- , generan exclusión, marginación o fracaso escolar. Con el concepto de
barreras se resalta que es el contexto social, con sus políticas, actitudes y sus
prácticas concretas el que, en buena medida, crea las dificultades y los obstáculos
que Orientaciones Generales para la Atención a la Diversidad - Guía para la
realización de Ajustes Curriculares Individualizados (ACI) 21 impiden o disminuyen
las posibilidades de aprendizaje y participación de determinados niños (as) […] lo
importante de esta perspectiva interactiva y contextual es que nos ayuda a pensar
que tales condiciones pueden cambiar. (Echeita, 2006). Las barreras se refieren a
una amplia gama de aspectos que van desde las actitudes prejuiciosas a la
utilización de un currículo rígido que no considera las situaciones contextuales y
personales de los/ las estudiantes que participan de él. Si bien estos obstáculos se
dan de forma interrelacionada y se traducen igualmente en una reducción de las
posibilidaes de aprender para algunos/as estudiantes, es necesaria una
clasificación que ayude a su identificación con miras a la creación de sistemas de
apoyo que requieren algunos/as estudiantes para participar y aprender.

Según Ainscow (2004) existen tres tipos fundamentales de barreras en el sistema


educa- tivo. Estas barreras son de: 1. Acceso: Se refieren a todos los obstáculos
de tipo físico, arquitectónico y de comunicación que impiden o dificultan a
algunos/as estudiantes el acceso al centro educativo, a la comunicación y, por
ende, a los aprendizajes. Por ejemplo, vías de acceso no adecuadas para
personas con dificultades de movilidad, ausencia de sistemas de comunicación
alternativas y aumentativas, falta de intérpretes de la lengua de señas, entre otros
aspectos. 2. Actitud: Las barreras actitudinales se refieren a los prejuicios o
concepciones discri- minatorias que se puedan tener frente a algunos/as
estudiantes, como son las actitudes sobreprotectoras, bajas expectativas, rechazo
abierto o encubierto, acoso, que pueden provenir de los y las docentes, los padres
o los propios compañeros y compañeras. 3. Participación y aprendizaje: Las
barreras de participación y aprendizaje se refieren a aquellos aspectos curriculares
que limitan el desarrollo de competencias en algunos/as estudiantes, como
metodologías poco diversificadas, recursos materiales inapropiados o que no
respondan a las necesidades de los/las estudiantes, entre otras. Por otro lado, la
Educación Especial, en el marco de la actualización curricular, se desarrolla en
todos los Niveles, Modalidades y Subsistema de Jóvenes y Adultos, con el fin de
asegurar la participación, progreso y permanencia de los estudiantes con
necesidades específicas de apoyo educativo (NEAE) en el sistema educativo
desde una perspectiva inclusiva, basada en los principios de igualdad de
oportunidades, equidad, aceptación de la comunidad y flexibilidad. La Educación
Especial ofrece una educación orientada sobre la base de la propuesta curricular y
persigue los mismos fines y los mismos propósitos que los contemplados en la Ley
de Educación. Ofrece un conjunto de conocimientos, estrategias y recursos
especializados que contribuyen a optimizar los procesos de desarrollo y
aprendizaje de las y los estudiantes que, por diferentes causas, enfrentan mayores
barreras para participar o aprender durante su trayectoria educativa. En la Ley
General de Educación 66-97 se define como “un subsistema que tiene como
objeto atender con niveles de especialización requerida a los niños y jóvenes que
poseen discapacidades o características excepcionales.” En la Ordenanza 1-95 se
destaca que “el currículo concibe la educación especial como un conjunto de
recursos sistematizados al servicio de la educación y, en tal virtud, asume que la
educación especial se desarrollará en todos los niveles de la educación integrando
a los alumnos con necesidades educativas al programa regular”. Desde luego que
estas acciones implican todo un marco de trabajo

tendente a lograr que esta expectativa conjugue esfuerzos dentro de los centros
regulares para disolver o minimizar las barreras que se van encontrando. En ese
sentido, Santos (2017) realizó un estudio titulado “Construyendo Escuelas
Inclusivas- Experiencia Dominicana” en donde afirma que las autoridades
educativas gubernamentales pretenden convertir la educación en un espacio de
igualdad y equidad, “una meta que avanza para que ninguna persona, sin importar
su condición física o social, sea privado de esa oportunidad”. En dicho estudio,
narra la realidad desde las experiencias del docente ante la educación inclusiva,
su labor a diario para afrontar y adaptarse a las necesidades de sus alumnos y
alumnas, asumiendo el compromiso y el reto, a pesar de que la mayoría de los
centros o instituciones educativas en el país, tanto, al nivel de estructura física del
edificio, como la estructura del equipo de gestión docente, no están preparados ni
formados a cabalidad para esto.

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