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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE LOS ANDES

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS, CONTABLES Y

SOCIALES

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

TRABAJO MONOGRÁFICO:

“ANTROPOLOGIA JURIDICA”

ASIGNATURA:

FILOSOFIA

GRUPO:

DOCENTE:

Dr. VICTOR RAUL VILLEGAS SARMIENTO

PRESENTADO POR:

 Contreras Espinoza, Wilfredo

SEMESTRE:

2022 - II

ABANCAY – APURÍMAC-2023
1 DEDICATORIA

A mis hijos que son mi motor y

motivo para seguir estudiando.

A mi esposa por su

apoyo incondicional.
1 AGRADECIMIENTO

“A mis amigos y compañeros de la carrera profesional de derecho quienes con

simples palabras me van motivando, es importante en mi vida recordad son muchas tardes,

noches, muchas horas que pasamos haciendo los trabajos en toda nuestra vida

universitaria. En esta oportunidad en esta asignatura de filosofía me dado la oportunidad de

poder agradecerles la maravillosa historia de vida y también no puedo dejar de agradecerles

por su apoyo y constancia, al estar en las horas más difíciles, por compartir horas de

estudio. Gracias por estar siempre allí.”


2 RESUMEN

Es un honor hacer esta monografía dentro del curso de filosofía, en un primer

capítulo se abordará en esta investigación monográfica que tiene como título antropología

jurídica por ello se desarrolló la Dogmática de la antropología jurídica, cuyo análisis de

estudio es el derecho positivo. Es por ello que se continuo sobre el Positivismo de la

antropología jurídica que nos narra el uso del derecho en las distintas sociedades, cuyo

análisis nos lleva a conocer el Realismo de la antropología jurídica, enmarcándonos dentro

del comportamiento de las personas en el derecho positivo, Positivismo ideológico de la

antropología jurídica. Formalismo jurídico o positivismo legalista de la antropología jurídica,

Positivismo metódico o, conceptual de la antropología jurídica, Escepticismo ético de la

antropología jurídica, Función social de la ciencia jurídica. Teoría y práctica jurídicas.

Ordenamiento jurídico y pluralismo jurídico de la antropología jurídica Ordenamiento jurídico

como relación jurídica de la antropología jurídica Ordenamiento jurídico como institución

jurídica de la antropología jurídica

Ordenamiento como conjunto de normas de la experiencia social y de la

organización de la sociedad organizada. Pluralismo jurídico de la antropología jurídica

Sociología y antropología jurídicas analizadas desde una perspectiva sistémica.

CAPITULO II.- ANTROPOLOGÍA JURÍDICA PERSPECTIVAS SOCIOCULTURALES

EN EL ESTUDIO DEL DERECHO, El estudio antropológico de lo jurídico. Algunos aspectos

históricos teóricos de la antropología, Área de contacto entre antropólogos y juristas Ideas

clave en algunas posiciones clásicas de la antropología jurídica. La antropología

evolucionista Esquemas evolucionistas de la antropología jurídica, Subsistemas de la

antropología jurídica. Inicios de la antropología política jurídica. La antropología jurídica y la

solución de conflictos. La estructura social de la antropología jurídica La antropología

jurídica como instrumento de dominación La antropología del derecho El acercamiento socio

antropológico al fenómeno del derecho definición y estrategias. Sobre el problema

definitorio. Teoría del derecho vigente, Teoría legal del derecho Antropología sociocultural
Problemas teóricos metodológicos generales del análisis de la antropología jurídico,

Antropología y derecho ante la interdisciplinariedad.

3 ÍNDICE GENERAL

PORTADA
DEDICATORIA
AGRADECIMIENTO
ÍNDICE
RESUMEN
INTRODUCCIÓN

CAPITULO I. ANTROPOLOGÍA JURÍDICA

1. Dogmática de la antropología jurídica.

2. Positivismo de la antropología jurídica

3. Realismo de la antropología jurídica

3.1. Positivismo ideológico de la antropología jurídica.

3.2. Formalismo jurídico o positivismo legalista de la antropología jurídica

3.3. Positivismo metódico o conceptual de la antropología jurídica

3.4. Escepticismo ético de la antropología jurídica

3.5. Función social de la ciencia jurídica.

4. Teoría y práctica jurídicas.

5. Ordenamiento jurídico y pluralismo jurídico de la antropología jurídica

6. Ordenamiento jurídico como relación jurídica de la antropología jurídica

6.1. Ordenamiento jurídico como institución jurídica de la antropología jurídica

6.2. Ordenamiento como conjunto de normas de la experiencia social y de la

organización de la sociedad organizada.

6.3. Pluralismo jurídico de la antropología jurídica

7. Sociología y antropología jurídicas analizadas desde una perspectiva sistémica.


4 CAPITULO II.- ANTROPOLOGÍA JURÍDICA PERSPECTIVAS

SOCIOCULTURALES EN EL ESTUDIO DEL DERECHO

2.1. El estudio antropológico de lo jurídico.

2.2. Algunos aspectos históricos teóricos de la antropología

2.2.1. Área de contacto entre antropólogos y juristas

2.2.2. Ideas clave en algunas posiciones clásicas de la antropología jurídica.

a) La antropología evolucionista

b) Esquemas evolucionistas de la antropología jurídica

c) Subsistemas de la antropología jurídica.

d) Inicios de la antropología política jurídica.

e) La antropología jurídica y la solución de conflictos.

f) La estructura social de la antropología jurídica

g) La antropología jurídica como instrumento de dominación

2.3. La antropología del derecho

2.3.1. El acercamiento socio antropológico al fenómeno del derecho definición y

estrategias.

2.3.2. Sobre el problema definitorio.

a) Teoría del derecho vigente

b) Teoría legal del derecho

c) Antropología sociocultural

2.3.3. Problemas teóricos metodológicos generales del análisis de la antropología

jurídico

2.3.4. Antropología y derecho ante la interdisciplinariedad


5 CAPITULO I. ANTROPOLOGÍA JURÍDICA.

La antropología jurídica es una disciplina de la antropología cultural o social,

afianzada durante el siglo XIX y XX gracias a las investigaciones de importantes juristas y

antropólogos como Henry Sumner o John McLennan, que aplicaron los conceptos de

la antropología cultural al estudio del derecho.

La antropología jurídica estudia los sistemas normativos de [[control social]] que

conforman cualquier [[sociedad]], especialmente el sistema jurídico, así como los objetivos y

funciones que tiene el derecho en la satisfacción de las necesidades humanas y sus

aspiraciones sociales. Por otro lado, uno de sus principales campos de estudio es la

investigación del comportamiento humano regulado en una sociedad determinada.

Establece principios que expliquen las similitudes y diferencias entre los sistemas

normativos de las distintas sociedades humanas, con el objetivo de formular propósitos

generales sobre el fenómeno jurídico.

La antropología jurídica tiene la necesidad de comprender tanto la naturaleza del

derecho como la naturaleza humana. Teniendo en cuenta que todo derecho se fundamenta

en norma, y ésta es formulada y proviene de la naturaleza del hombre, no podemos

entender la ciencia jurídica sin la intervención del estudio de la antropología. Es decir, el

derecho como ciencia que estudia las normas tiene el objetivo de servir al hombre con el fin

de lograr su felicidad, pero para ello requiere la colaboración de otras ciencias como la

antropología, [[sociología]], [[psicología]]… Dentro del desarrollo del derecho, la antropología

jurídica busca la manera de crear normas jurídicas que sean lo más justas y equilibradas

posibles.
Según el autor Esteban Krotz existen tres campos de estudio específicos de la

antropología jurídica: el campo del derecho comparado como campo de conflictos y de

luchas; el derecho como mecanismo de control social; el campo del derecho y la ideología.

Esta división pertenece a la manera en que trabaja la antropología en general: empieza con

el estudio de los conflictos y termina con el estudio de la ideología.

El objetivo de la antropología jurídica es encontrar el sistema o los sistemas de orden

que pueda haber en las relaciones sociales humanas, hallar las conexiones entre actitudes

aparentemente inconexas, formular proposiciones simples que las describan e idear pruebas

que verifiquen la validez de tales proposiciones. La primera y fundamental preocupación de

la antropología jurídica es alcanzar la [[objetividad]], convirtiéndose en un instrumento

jurídico normativo para mejorar la convivencia humana.

 normativos de control social que conforman cualquier sociedad, especialmente el

sistema jurídico, así como los objetivos y funciones que tiene el derecho en la satisfacción

de las necesidades humanas y sus aspiraciones sociales. Por otro lado, uno de sus

principales campos de estudio es la investigación del comportamiento humano regulado en

una sociedad determinada. Establece principios que expliquen las similitudes y diferencias

entre los sistemas normativos de las distintas sociedades humanas, con el objetivo de

formular propósitos generales sobre el fenómeno jurídico.

La antropología jurídica tiene la necesidad de comprender tanto la naturaleza del

derecho como la naturaleza humana. Teniendo en cuenta que todo derecho se fundamenta

en norma, y ésta es formulada y proviene de la naturaleza del hombre, no podemos

entender la ciencia jurídica sin la intervención del estudio de la antropología. Es decir, el

derecho como ciencia que estudia las normas tiene el objetivo de servir al hombre con el fin

de lograr su felicidad, pero para ello requiere la colaboración de otras ciencias como la

antropología, sociología, psicología… Dentro del desarrollo del derecho, la antropología

jurídica busca la manera de crear normas jurídicas que sean lo más justas y equilibradas

posibles. (GARCIA CUADRADO , 2010)


Según el autor Esteban Krotz, existen tres campos de estudio específicos de la

antropología jurídica: el campo del derecho comparado como campo de conflictos y de

luchas; el derecho como mecanismo de control social; el campo del derecho y la ideología.

Esta división pertenece a la manera en que trabaja la antropología en general: empieza con

el estudio de los conflictos y termina con el estudio de la ideología.

El objetivo de la antropología jurídica es encontrar el sistema o los sistemas de orden

que pueda haber en las relaciones sociales humanas, hallar las conexiones entre actitudes

aparentemente inconexas, formular proposiciones simples que las describan e idear pruebas

que verifiquen la validez de tales proposiciones. La primera y fundamental preocupación de

la antropología jurídica es alcanzar la objetividad, convirtiéndose en un instrumento jurídico

normativo para mejorar la convivencia humana.

1.1 DELIMITACIÓN DEL TÉRMINO «ANTROPOLOGÍA»

La etimología de la palabra «Antropología» proviene del griego anthropos (hombre) y

logos (tratado o ciencia): (GARCIA CUADRADO , 2010)

así pues, nos encontramos frente a una ciencia o disciplina acerca del hombre.

La utilización de este término aplicado a la ciencia del hombre es relativamente

reciente.

Kant, por ejemplo, define la Antropología como «una ciencia del conocimiento del

hombre sistemáticamente desarrollada». (GARCIA CUADRADO , 2010)

La definición apenas citada resulta lo suficientemente amplia como para acoger lo

que ahora entendemos por Antropología filosófica, pero tiene el inconveniente de ser

excesivamente vaga e imprecisa.

De hecho, el término «Antropología» encierra cierta ambigüedad semántica, puesto

que son muy diversas las ciencias que tienen por objeto al hombre.

En efecto, «lo primero que evoca hoy el nombre de antropología es un conjunto de

conocimientos empíricos o positivos (...) que se preocupan de la especie humana, de su

origen, de la prehistoria, de las razas y costumbres primitivas, etc. (paleoantropología).


En un sentido más amplio, “antropología” puede designar todos aquellos

conocimientos de orden histórico, psicológico, sociológico, lingüístico, etc., que aborden

desde distintas perspectivas el “fenómeno humano” (“ciencias humanas”).

Pero el término admite todavía un significado distinto y más radical: aquella reflexión

última sobre el ser del hombre y su constitución ontológica, que forma parte de la filosofía

(...) y posee como tal una dimensión metafísica»

2.5 Dogmática de la antropología jurídica.

El Derecho puede ser definido desde una concepción convencionalista de la relación

entre el lenguaje y la realidad. Se denotará como ordenamiento jurídico o como Derecho

positivo. Esta definición estipulativa se puede describir en el uso natural de la palabra

Derecho con mayúsculas cuando se dice verbigracia que “el Derecho establece diferentes

posibilidades a los sujetos sociales para poder realizar diferentes clases de negocios

jurídicos” y es claramente contrapuesto a las siguientes expresiones: “tengo el derecho de

exigir el cumplimiento de la prestación al ar rendatario” , “no hay derecho en los fallos de la

Corte Suprema” y “el derecho no es en estricto una disciplina teórica”.

En la ciencia pura del derecho la palabra dogma es utilizada para designar

semánticamente a la norma fundamental. La norma fundamental es el axioma del

ordenamiento jurídico o el presupuesto teórico de la ciencia del Derecho positivo.

1.1 Positivismo de la antropología jurídica

La noción de positividad se refiere al conjunto de normas con fuerza obligatoria actual.

La positividad implica la vinculación del ordenamiento jurídico con la sociedad por

medio del significado del adagio latino ubi ius ibi societas. Esta interrelación también

interesa a la ciencia jurídica. La positividad del Derecho es para Luhmann la consecuencia

de la adaptación del sistema jurídico a las influencias del entorno. Objetivamente, la teoría

jurídica o ciencia jurídica pura es una teoría jurídica positivista. La noción de “positivismo”

tiene cinco significados en la doctrina jurídica.


5.1.

5.2. Realismo jurídico.

La primera acepción alude al realismo jurídico. La ciencia jurídica estudia el conjunto

de normas efectivamente aplicadas en una sociedad determinada.

5.3. Positivismo ideológico.

Todo Derecho positivo tiene por sí mismo validez o fuerza obligatoria. La ciencia del

Derecho adquiere un valor positivo y autónomo, independientemente de su correspondencia

o no con determinados valores jurídicos. Interesa para esta teoría jurídica, el acatamiento y

la aplicabilidad de las normas jurídicas sin necesidad de valorar las filosóficamente.

Realismo de la antropología jurídica.

5.4. Formalismo jurídico o positivismo legalista

se basa en la doctrina de Thomas Hobbes: el estado de naturaleza es un estado

preexistente a la sociedad regido por dos leyes del Derecho natural. En este mundo los

sujetos individuales tienen derecho a hacer todo lo que desean y no existen normas que

determinen específicamente las situaciones jurídicas de los seres humanos ni la propiedad

de las cosas. Estos desean las cosas escasas y cada uno debe luchar incesantemente por

su cuenta para obtener las.

5.5. Positivismo metódico o conceptual

La cuarta acepción denota al positivismo metódico o conceptual5. Esta teoría jurídica

positivista constituye la verdadera ciencia jurídica pura por las siguientes consideraciones: el

científico del Derecho positivo describe la realidad en “términos de observación” y por esto la

noción de Derecho se vale de propiedades descriptivas. La teoría jurídica positivista tiene

dos propiedades convencionalmente aceptadas: la coherencia y la objetividad. En primer

lugar, todo jurista debe concebir y observar la experiencia normativa 6 0 teniendo en cuenta la

noción convencional entre el lenguaje y la realidad; y las relaciones de compatibilidad y de

deducibilidad entre las proposiciones científicas. La concepción y la observación es la

abstracción del mundo de las normas para transformar conceptualmente el mundo de las
normas en un mundo jurídico. El mundo de las normas jurídicas comprende un mundo de

normas, pero no todo mundo de normas comprende un mundo de normas jurídicas.

5.6. Escepticismo ético.

La quinta acepción se refiere a un escepticismo ético. Según este significado, para el

positivismo no existen principios morales y de justicia universalmente válidos y cognoscibles

por medios racionales y objetivos. Contrariamente a lo afirmado, el positivismo jurídico es la

ciencia jurídica: es un modo de aproximación científica al Derecho y de ninguna manera

rechaza una concepción iusfilosófica.

1.1 Función social de la ciencia jurídica.

Vernengo, describe la función social de la ciencia jurídica como la constitución de un

sistema institucionalizado de comunicación de los contenidos normativos del Derecho

positivo. En otros términos, la función social de la dogmática jurídica significa que las

normas formalmente válidas con fuerza obligatoria deben ser reconocidas y acatadas por los

sujetos sociales por medio de los mecanismos autocompositivos y hetero compositivos

regulados por el ordenamiento.

1.1 Teoría y práctica jurídicas.

La teoría científica es el conjunto coherente de proposiciones sobre un tema objetivo

y la práctica científica es la concretización de la teoría a situaciones concretas: la

racionalidad predomina en el campo de la razón pura, mientras que la razonabilidad

predomina en el campo de la razón aplicada. La juridicidad se manifiesta en los temas

jurídicos de validez y de vigencia del Derecho positivo. Es decir, la juridicidad se expresa en

un positivismo normativista (el objeto de la ciencia jurídica pura es el Derecho positivo

puesto o válido) y en un positivismo factualista (el objeto de la ciencia jurídica aplicada es el

Derecho vigente o efectivamente aplicado). Proponemos un método unitario el cual conjuga

el aspecto teórico y el aspecto práctico de la ciencia jurídica en una sola unidad.


6 CAPITULO II. ANTROPOLOGÍA JURÍDICA Y SUS PERSPECTIVAS

2.4. Los debates recientes y actuales en la antropología jurídica: las corrientes

anglosajonas, María Teresa Sierra, Victoria Chenaut.

En torno al estudio antropológico del derecho. Muchos de estos estudios abordaron la

problemática del derecho consuetudinario en sociedades coloniales y postcoloniales,

apuntando problemas similares y cercanos a la realidad latinoamericana, por lo cual son

particularmente interesantes, ya que nos permiten confrontar nuestras propias

interpretaciones. Los acelerados procesos de globalización que atraviesan al mundo entero

generan nuevos marcos de regulación y nuevos escenarios que conectan realidades hasta

hace poco tiempo distantes, pero acentúan también las diferencias sociales y las tensiones

étnicas, y hacen emerger la multiculturalidad como una característica extensiva a todas las

sociedades: ¿En qué sentido el derecho constituye un referente y símbolo de estas

transformaciones? ¿Hasta qué punto nos abre nuevas opciones para comprender los

ordenamientos sociales? ¿En qué aspectos el derecho consuetudinario continúa siendo un

concepto útil para documentar las dinámicas de regulación en los espacios locales?

¿Cómo interactúan los sistemas jurídicos construyendo espacios de pluralidades

normativas? Estas son algunas interrogantes que remiten a la comprensión del papel que

tiene el derecho en la cultura y su inserción en contextos históricos determinados, ante los

cuáles la antropología jurídica tiene mucho que aportar

1.1 Sociedades, conflictos, cultura y derecho desde una perspectiva.

1.1 antropológica Esteban Krotz

Este último aspecto recuerda que los juristas y los antropólogos de aquel tiempo

vivían en países que estaban transitando sinuosa mente de un orden determinado por la

voluntad del monarca y la nobleza a uno de tipo ciudadano y constitucional. La normatividad

unitaria era el proyecto identitario de la burguesía en proceso de consolidación, resultando

una idea uniforme de nación.6 Así se combinaban y reforzaban mutuamente la acción de los

mecanismos creados para reducir la diversidad sociocultural realmente existente (por


ejemplo, en cuanto a lengua y derecho y la búsqueda del «espíritu nacional» considerado de

modo romántico como esencia inmutable de un pueblo, que se revelaba también en su

tradición jurídica, que lo distinguía de sus vecinos y rivales). Empero, tal cercanía e

interacción entre derecho y antropología se fue desvaneciendo en la medida en que se

consolidó la antropología como campo de conocimiento científico propio. El aislamiento

mutuo se produjo también a causa del aumento vertiginoso de la información sobre la

diversidad cultural en los territorios coloniales, en el interior de los países europeos y en la

historia antigua de la humanidad; además, este distanciamiento fue fruto de la

especialización del conocimiento científico en todas sus áreas.7 En la actualidad mexicana

la lejanía entre las dos disciplinas se expresa asimismo en que en las carreras universitarias

de antropología el tema de la ley suele ser inexistente y en que en las carreras de leyes no

se suele atender sistemáticamente ni el derecho consuetudinario ni los sistemas y

costumbres legales indígenas

1.1 Derecho consuetudinario indígena en América Latina Rodolfo Stavenhagen

En América Latina la subordinación de los pueblos indígenas al Estado colonial

primero y a las repúblicas independientes después (sin olvidar el papel opresor de la Iglesia)

modificó profundamente las estructuras sociales y las características culturales, incluyendo –

por supuesto– las costumbres jurídicas. Nada más erróneo que la idea simple y simplista

que el derecho consuetudinario de los pueblos indígenas es un conjunto de normas

“ancestrales”; que se han mantenido inmutables desde la época precolonial. Si bien este

derecho consuetudinario puede contener elementos cuyo origen puede trazarse desde la

época precolonial, también contendrá otros de origen colonial, y otros más que hayan

surgido en la época con- temporánea. En todo caso, todos estos elementos constitutivos del

derecho consuetudinario conforman un complejo interrelacionado que refleja la cambiante

situación histórica de los pueblos indígenas, las transformaciones de su ecología,


demografía, economía y situación política frente al Estado Y sus aparatos jurídica

administrativos. Incluso, los mismos elementos pueden significar cosas totalmente 108

disímiles. De ahí que para muchos observadores el derecho consuetudinario indígena en

América Latina no sea más que la forma en que las comunidades y pueblos indígenas

reinterpretan, adaptan y usan el derecho positivo nacional a su manera (Iturralde 1989).

1.1 Etnofagia y multiculturalismo, Díaz-Polanco Héctor

Las izquierdas han dado un gran paso adelante en los últimos años conforme

incluyen cada vez con más énfasis el horizonte sociocultural, la diversidad y particularmente

los fenómenos identitarios como parte de su comprensión del mundo. Esto ha enriquecido

sus perspectivas y sus dispositivos analíticos. Pero hace falta revisar y corregir

constantemente los enfoques y las tesis básicas, en consonancia con el desarrollo del

capitalismo, particularmente en su actual fase globalizadora, a fin de evitar lugares comunes

que oscurecen la percepción de los procesos en marcha.

Uno de esos tópicos se refiere a la supuesta concordancia entre la globalización del

capital y la disolución de la diversidad. Todavía persiste la idea de que el proceso

globalizador conduce forzosamente a la homogeneización cultural. No obstante, la evidencia

no avala esa visión. Todo indica que, por el contrario, la globalización no sólo no está

provocando la mencionada uniformidad, sino que va acompañada de un notable

florecimiento de las identidades. Esto, desde luego, tiene que ver con la resistencia de los

grupos identitarios, pero también con la propia lógica globalizadora del capital. Para

entenderlo, es preciso abandonar la perspectiva de una globalización que funcionaría de

acuerdo con los patrones homogeneizadores de antaño y aceptar que la actual

mundialización funciona con mecanismos más complejos, esto es, que -sin abandonar los

propósitos integrantes del capital- la globalización procura ahora la inclusión universal de las

identidades, sin que eso signifique en todos los casos la disolución de las diferencias. En

síntesis, la globalización ha encontrado la manera de aprovechar la diversidad sociocultural

en su favor (saciando el incontenible apetito del capital por la ganancia). En ese trance, el

capital globalizante y etnófago “exalta” la diversidad, mediante la ideología multiculturalista y


como nunca antes busca convertir la pluralidad de culturas en un puntal de su reproducción

y expansión

1.1 La reinvención del Estado y el Estado Plurinacional, Boaventura de Sousa

Santos

Pienso que vivimos tiempos paradójicos. Por un lado, existe un sentimiento de

urgencia, de que es necesario hacer algo ya ante la crisis ecológica que puede llevar al

mundo a colapsar; ante desigualdades sociales tan intensas que no es posible tolerar más;

en suma, ante la creatividad destructiva del capitalismo tan grande hoy en día, que destruye

la ecología y las relaciones sociales. De allí, la urgencia de muchos por intentar cambiar la

realidad.

Por otro lado, hay un sentimiento casi opuesto, el sentimiento de que las

transformaciones que necesitamos son de largo plazo, son civilizacionales. Es decir, de que

no es posible cambiar todo ahora, porque para ello no basta tomar el poder; es necesario

transformar este Estado moderno, cuya crisis final fue producida por el neoliberalismo. Se

trata, pues, de crear o refundar otro Estado sin olvidar la historia, claro, porque nunca

comenzamos desde cero. Este planteamiento hoy es común en varios países del continente,

y quizás también en Europa, aunque por razones diferentes.

1.1 El nuevo multiculturalismo en América Latina: ¿regulación o emancipación?

Rachel Sieder

Los cambios constitucionales impulsados por los Estados latinoamericanos para

reconocer la diversidad étnica a partir de los años 80 y el giro “multiculturalista” de las

políticas públicas que tuvo lugar en algunos países en la región en los años 90 parecían

indicar que estábamos frente a un fenómeno complejo, contradictorio y difícil de descifrar,

que no tenía precedentes en el continente. Los cambios impulsados desde el Estado y los

bancos multilaterales de desarrollo para reconocer la identidad étnica como parte de las

políticas públicas en América Latina respondían en parte a las demandas y largas luchas de
los pueblos indígenas y sus aliados. Por lo tanto, despertaron muchas esperanzas y, de

hecho, en los años 90 muchos activistas trabajando en pro de los derechos indígenas se

incorporaron a las esferas gubernamentales para trabajar en la elaboración de leyes,

políticas y programas novedosos. Sin embargo, ya para el 2000 se palpaba una decepción

con las políticas multiculturales oficiales de la década anterior o, más bien, con los

resultados concretos de las promesas de reconocimiento.

Algunos autores como Charles Hale han señalado lo limitado del proyecto que

denominan como “el multiculturalismo neoliberal” (Hale 2000; Grey-Postero and Zamosc

2004). Ellos enfatizan que, aunque exista un reconocimiento constitucional de los pueblos

indígenas en varios Estados y cierta sensibilidad hacia la diversidad étnica en políticas

públicas en campos como la salud, la educación o la pro- visión de justicia, esto no ha

llevado a un cambio del modelo económico dominante. En algunos casos, ciertas luchas

indígenas, como por la educación bilingüe o una atención diferenciada en materia de salud,

han sido absorbidas o cooptadas por los gobiernos mediante las nuevas políticas

multiculturales. Lo anterior puede ser entendido como una muestra de lo que Hale ha

denominado el fenómeno del “indio permitido”. Según su análisis, algunas demandas

indígenas para el reconocimiento de la diferencia son admitidas como parte de las políticas

públicas, mientras otros reclamos más radicales (de los “indios no- permitidos”) son

rechazados. En general, las demandas de los pueblos indígenas para un mayor control

sobre tierras, territorios, recursos naturales o mayor consulta sobre planes de macro

desarrollo han sido ignoradas o en algunos casos criminalizadas. El modelo económico

dominante, que implica una acelera- da explotación de los recursos naturales,

particularmente de los hidrocarburos, y la 158 creciente conversión de la tierra y hasta los

recursos biogenéticos en bienes comerciales, no ha sido cuestionado a pesar del giro

multicultural de las políticas públicas (Toledo Llancaqueo, 2005). Tales patrones de

desarrollo económico constituyen amenazas directas para los pueblos indígenas y sus

territorios históricos, particularmente en las zonas selváticas de la región. Es notable que, en

Bolivia y Ecuador, los países con los movimientos indígenas nacionales más fuertes y
consolidados, la decepción con el multiculturalismo oficial de los años 90 llevó los

movimientos a un fuerte cuestionamiento de los límites del modelo neoliberal de “desarrollo

con diferencia”. Aunque los reclamos para el reconocimiento de diferencia étnica no han

desaparecido, lo que vemos es un fuerte giro hacia demandas de clase y un rechazo cada

vez más insistente del modelo económico hegemónico.

Sin embargo, aunque ha sido fuertemente criticado, sería prematuro decir que el

multiculturalismo oficial ha muerto. Más bien podríamos postular que se está readecuando

en conformidad con las nuevas circunstancias y desafíos políticos, aunque obviamente la

naturaleza de estos cambios depende de muchos factores como el tipo de Estado, de

gobierno y la fuerza de los movimientos indígenas en los distintos contextos nacionales.

Aquí quisiera reflexionar sobre cómo entender las políticas multiculturales actuales

promovidas desde los Estados y en alguna medida por las instituciones multilaterales de

desarrollo, como el Banco Mundial. En los términos planteados por Santos (1998) ¿es el

nuevo multiculturalismo una nueva forma de regulación u ofrece también posibilidades de

emancipación para los pueblos indígenas en América Latina hoy?

Para empezar, señalaré brevemente y en forma bastante esquemática los contrastes

entre el multiculturalismo actual en Latinoamérica y las políticas estatales anteriores hacia

los pueblos indígenas. Mi intención es reflexionar sobre lo viejo y lo nuevo del “nuevo

modelo multicultural”. Considero que un elemento esencial del nuevo paradigma es el

reconocimiento de los pueblos indígenas como sujetos del derecho. Esto va más allá de las

políticas públicas y está íntimamente relacionado con las transformaciones en el campo del

derecho internacional humanitario, lo cual ha sido fuertemente marcado en los últimos años

por la codificación de una amplia gama de garantías legales tal como los derechos

humanos. Aunque se puede entender a estos nuevos instrumentos legales, tanto nacionales

como internacionales, como marcos de regulación, la lucha de los movimientos sociales

para hacer eficaz la promesa de derechos y judicializar sus demandas mediante el uso

estratégico del derecho puede ser considerado como una práctica emancipadora. Cada vez
más, los pueblos indígenas recurren a los juzgados nacionales y regionales, utilizando a la

legislación nacional e internacionales para tratar de defender sus derechos.

1.1 La política de la multiculturalidad en México y sus impactos en la movilización

indígena: avances y desafíos en el nuevo milenio. Laura R. Valladares de la Cruz

En este contexto de movilización india proliferaron decenas de organizaciones

campesinas e indígenas con influencia local, regional y nacional muchas de las cuales

lograron articularse y constituirse como un vigoroso movimiento político aglutinado alrededor

del rechazo a los festejos del V Centenario de la Conquista de América. En términos

organizativos fue un momento muy relevante, pero que no logró constituirse como un actor

político con la fuerza suficiente para lograr que el Estado respondiera a sus reclamos.

(Sarmiento y Mejía, 1988; Díaz-Polanco, 1997; Valladares, 1998, Pérez, 2005). Fue poco

después con el levantamiento del EZLN en el sureño estado de Chiapas, en enero de 1994,

que las demandas y las organizaciones indígenas cobraron una fuerza inusitada pues a

partir de ese año se generó una riquísima discusión sobre las autonomías indígenas y la

necesidad de reconocer constitucionalmente los derechos colectivos que les asisten como

los pueblos indígenas. Se trato de la construcción del movimiento indígena como un actor

político independiente que ya no requiere de los intermediarios indigenistas para negociar

y/o exigir sus demandas frente al Estado Mexicano.

Es también es en las últimas dos décadas en donde podemos ubicar algunos de los

cambios más significativos al interior de la estructura de poder estatal. Se trata en términos

amplios de un proceso inserto en la llamada Reforma del Estado que ha venido

acompañado de algunos cambios democráticos y de una apertura en ciertas estructuras

Estatales, como son el Congreso de la Unión y la Suprema Corte de Justicia de la Nación,

así como en la toma de decisiones del Poder Ejecutivo. Lo mismo podemos señalar en

cuanto a los partidos políticos quienes a partir del año 1994 comenzaron a incorporar en sus

plataformas políticas el tema indígena. Como de sobra sabemos, estos procesos de cambio

acelerados obedecen por un lado a la aceptación del gobierno mexicano del llamado
“Consenso de Washington” en términos del modelo económico emprendido y a las

exigencias de organizaciones supranacionales como el Banco Mundial y/o el Banco

Interamericano de Desarrollo. Simultáneamente tenemos la construcción de escenarios

políticos plurales en donde una nueva democracia se abre camino en un contexto

profundamente complejo. Estos cambios responden también a la lucha por la democracia

que desde hace décadas importantes actores sociales han impulsado. Entre los actores

políticos de este proceso nos centramos en las organizaciones indígenas en tanto que han

sido demandantes de establecer una nueva relación entre el Estado y los pueblos indios y

porque con sus acciones y protestas colectivas han desafiado al poder existente, y han

obligado al Estado a responder a sus reclamos, sin embargo, como describimos a lo largo

de este capítulo, a pesar de que 171

las organizaciones indígenas han acudido reiteradamente a los tres poderes de la

federación a negociar y/o exigir el cumplimiento de sus demandas no han sido escuchados o

bien las respuestas de dichos poderes han sido consideradas parciales cuando no

ignoradas o minimizadas, en este sentido afirmamos que los indígenas mexicanos son los

grandes excluidos de los beneficios de la nueva democracia.

1.1 Hacia una concepción multicultural de los derechos de las mujeres: reflexiones

desde México. R. Aída Hernández Castillo

Del mundo mostrándonos prácticas tan diversas como el incesto y el sati, la ablación

del clítoris o infibulación y la violación, tiene el mismo origen común: la dominación patriarcal

de los hombres sobre las mujeres. Las críticas de Audre Lorde en "An Open Letter to Mary

Daly” señalaban ya en 1984 la falta de contexto para analizar las prácticas culturales

africanas, la reducción de las culturas a prácticas patriarcales y el silenciamiento en torno al

racismo y el colonialismo.

Mis intuiciones e incomodidades en torno a los discursos generalizadores sobre los

efectos de la dominación patriarcal en la vida de las mujeres, fueron tomando más forma,
cuando escuché las reacciones de algunas amigas tsotsiles ante las denuncias que mis

compañeras feministas hacían sobre la “venta de mujeres” en las comunidades indígenas,

para referirse a los matrimonios concertados y al intercambio ritual de regalos entre la

familia. Aunque varias de ellas estaban dando una lucha al interior de sus familias y sus

comunidades por tener libertad de elegir pareja, el término “venta de mujeres” les parecía

ofensivo y poco respetuoso hacia ellas y sus familias. A pesar de las buenas intenciones de

nuestra práctica feminista, nuestros discursos universalizantes no siempre encontraban eco

en las mujeres indígenas a quienes pretendíamos “salvar” de sus culturas patriarcales.

1.1 Justicia de género, ciudadanía y diferencia en América Latina Maxine

Molyneux

El término "justicia de género" implica un concepto de justicia que remite a las

relaciones sociales y jurídicas que predominan entre los sexos. No es fácilmente definible,

dado que carga con significados diferentes que han cambiado con el tiempo. La justicia de

género puede comprender diversas concepciones de justicia, en un arco q-¡:j¡vi desde la

simple igualdad a conceptos de igualdad diferenciada. Estos últimos con el sentido de

respeto por la diferencia, aunque acompañados de dos importantes condiciones: que la

igualdad siga siendo un principio fundamental de la justicia, y que tanto en la letra de la ley

como en su aplicación se trate a todos como moralmente iguales. En lenguaje político

moderno, la justicia de género implica ciudadanía completa para las mujeres, y así es como

generalmente se entiende el término en el contexto latinoamericano.

1.1 El multiculturalismo en disputa: derechos humanos, género y diversidad

cultural María Teresa Sierra

El reconocimiento de la diversidad cultural constituye uno de los retos centrales que

confrontan hoy en día los estados nacionales y el orden internacional para garantizar la

convivencia social y la paz mundial. La interacción de sistemas culturales y legales en

contextos multiétnicos producto de procesos históricos y económicos trae consigo nuevas

formas de relación y de conflicto cultural, hecho que está en juego no solamente en las

sociedades poscoloniales sino en el mismo mundo metropolitano. La multiculturalidad se ha


convertido efectivamente en el rasgo principal de las sociedades contemporáneas obligando

a los estados nacionales a redefinir sus pactos nacionales. Tal proceso no se ha dado sin

problemas y observamos que el conflicto cultural se encuentra en el centro de las nuevas

tensiones producidas por la globalización y el renacimiento de las reivindicaciones étnicas y

nacionalistas en el mundo entero (Díaz Polanco, 2000). Detrás de dichos conflictos, que

algunos autores han llamado “choque de civilizaciones” 1 y otros “fundamentalismos

culturales”2, se encuentran poderosos intereses que incentivan las diferencias para justificar

la exclusión. Un hecho evidente es que el conflicto de las identidades se ha acompañado de

un aumento de la desigualdad y de una falta de acceso a la justicia social que afecta sobre

todo a los grupos etnoculturales o minorías étnicas dentro de los estados nacionales. En el

caso de los países latinoamericanos tal situación se ha agravado por las políticas de

reestructuración económica y ajuste estructural que han implementado los gobiernos

nacionales bajo la presión internacional. Estos procesos han significado un aumento de la

pobreza, una mayor presencia de organizaciones multilaterales en la definición de las

políticas estatales, pero también el incremento de la violencia y de las tensiones sociales.

Dichos marcos estructurales son referentes centrales al analizar las políticas estatales de

reconocimiento y sus alcances, y claves para comprender el debate sobre el

multiculturalismo en los diferentes países latinoamericanos

1.1 Transgredir y construir una vida digna: el encuentro de los derechos humanos

y los derechos de género de las jóvenes indígenas, Laura R. Valladares de la

Cruz

En los últimos años se ha venido discutiendo sobre la importancia de realizar

estudios que aborden de manera específica la situación, las condiciones de vida, las

demandas y aspiraciones de los jóvenes pertenecientes a los pueblos indígenas. Esta

propuesta es sin duda innovadora e importante y responde por un lado, a la realidad fáctica

que nos demuestra que los jóvenes indígenas son un actor social demográficamente

relevante, con problemáticas específicas, de educación, empleo, de representación política,

entre otras muchas, y por otro lado, también la realidad nos ha mostrado que en muchas de
las organizaciones indígenas su presencia es importante, que de los jóvenes profesionistas

proceden muchos de los y las líderes del movimiento indio contemporáneo.10 Hemos sido

testigos de la existencia al interior de las filas de los zapatistas de cientos de jóvenes, ya

como milicianos o como bases de apoyos, rostros de mujeres y hombres que proponen

nuevos rumbos a la tradición indígena y a la forma de ejercer el poder en sus regiones y en

el país en su conjunto.11

Uno de los grandes aportes de la aparición pública de las mujeres zapatistas fue

generar un amplio debate sobre la situación que guardan las mujeres al interior de muchas

comunidades indígenas y exigir la instauración de modelos sociales, que, sin romper con la

tradición, respeten sus derechos fundamentales. Me parece así mismo, que la discusión

nacional sobre la importancia de los derechos humanos y las demandas de muchas mujeres

indígenas que participan en organizaciones no tradicionales han tenido un papel

fundamental para visualizar las condiciones en que viven gran parte de las mujeres

indígenas y conocer sus propuestas de cambio a su situación social.

1.1 Las prácticas de justicia indígena bajo el reconocimiento del estado. el caso

poblano desde la experiencia organizativa de Cuetzalan, Claudia Chávez y

Adriana Terven

La apropiación discursiva de la justicia indígena, disfrazada de reconocimiento,

revela sus peligros al contrastarse con el silencio de la reforma legal en cuanto al carácter

indígena de los jueces de paz comunitarios; ellos son autoridades indígenas que han estado

tradicionalmente encargadas de impartir la justicia indígena en las comunidades. Tal silencio

legal ha significado que el Estado ha excluido a los jueces de paz comunitarios de su propio

ámbito jurisdiccional -el indígena -, orillándolos a desempeñar sus funciones como si se

tratasen de autoridades mestizas: apegándose a la jurisdicción ordinaria, conociendo

asuntos de menor cuantía en materia civil y penal, y resolviéndolos dentro de los marcos de

la normatividad estatal. Lo anterior significa que los jueces de paz comunitarios están

obligados a conocer el derecho positivo, aun cuando el mismo es, en muchos sentidos,
ajeno a su realidad cotidiana, e incluso cuando el Estado no se ha ocupado de

proporcionarles la instrucción necesaria para estar en posibilidad de utilizarlo sin ponerse a

sí mismos en riesgo de incurrir en el delito de abuso de autoridad. Tales omisiones por parte

del Estado también son parte de esa forma de gobierno dirigida a las poblaciones indígenas

que, como argumentamos en este capítulo, está caracterizada por la simulación, la

ambigüedad y la ambivalencia. Los jueces de paz rurales son una de aquellas instituciones

que han estado presentes por largo tiempo en las normas locales; pero, en la práctica, las

autoridades poblanas han soslayado su existencia, al grado de omitir dotar a los jueces de

paz de los elementos más indispensables para realizar su trabajo: papelería, equipos.

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