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SUPERIOR TRIBUNAL DE JUSTICIA

1414/14: Ananía, Leonardo c/ Municipalidad de General Pico s/ Amparo

Fecha: 4/3/2015 Materia: Civil

Tipo Fallo:Sentencia Magistrados:

Sala: Sumarios Relacionados:

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SC-A-1414.14-04.03.2015

En la ciudad de Santa Rosa, capital de la provincia de La Pampa, a los 04 días de marzo de


dos mil quince, se reúne la Sala A del Superior Tribunal de Justicia integrada por su
presidente, Dr. Eduardo Fernández Mendía y por su vocal subrogante, Dr. Hugo Oscar Díaz, a
efectos de dictar sentencia en los autos caratulados: “Ananía, Leonardo c/ Municipalidad de
General Pico s/ Amparo”, expte. nº 1414/14, registro Superior Tribunal de Justicia, Sala A,
del que 
RESULTA: 
I. A fs. 205/211 la Dra. María Valeria Malvicino, en representación de la demandada, con el
patrocinio letrado del Dr. Guillermo Alberto Martín, interpone recurso extraordinario
provincial en los términos del artículo 261, incisos 1º y 3º del Código Procesal Civil y
Comercial contra la sentencia de la Cámara de Apelaciones en lo Civil, Comercial, Laboral y
de Minería de la Segunda Circunscripción Judicial, que a fs. 201 vta. 
resolvió: “I) Hacer lugar al recurso de apelación interpuesto a fs. 150, y en consecuencia,
revocar los puntos I y II del fallo dictado a fs. 149 v., declarar la inconstitucionalidad
de la ley provincial Nº 2679 y de la Ordenanza municipal nº 106/12 y ordenar a la
Municipalidad de la Ciudad de General Pico que previo cumplimiento de los trámites
ordinarios otorgue la licencia de conducir a Leonardo Ananía, DNI nº 10.946.765”. Alega el
cumplimiento de los recaudos formales –sentencia definitiva, plazos y formalidades– y relata
los antecedentes de la litis.
Expresa que el día 25 de febrero de 2013 el actor inició los trámites para la renovación de
su licencia de conducir que había vencido el día 31 de enero de ese año. Agrega que la
oficina de apremios del Municipio informó al interesado que se encontraba impaga la cantidad
de seis mil pesos ($ 6000) en concepto de multas por infracciones de tránsito, suma que
debía abonar previamente para la continuación de aquel trámite.
Dice que ante esa situación el actor promovió una acción de amparo con el objeto de que se
le extienda la renovación de su licencia de conducir porque aquel condicionamiento
restringía en forma actual e inminente y con arbitrariedad e ilegalidad manifiesta su
derecho de transitar libremente que garantizan el artículo 3 de la Ley Nacional de Tránsito
y la Constitución nacional.
Señala que el actor solicitó que se decrete la inconstitucionalidad de las normas y
ordenanzas en que se funda la negativa, particularmente la que erige como condición previa
la obtención de libre deuda por multas derivadas de infracciones de tránsito.
Expresa que la Cámara de Apelaciones revocó los puntos I y II del fallo de primera instancia
que había rechazado la acción de amparo, declaró la inconstitucionalidad de la Ley nº 2679 y
de la Ordenanza nº 106/12 y ordenó a la Municipalidad de General Pico que otorgue la
licencia de conducir al actor, previo cumplimiento de los trámites ordinarios.
En el apartado III desarrolla los fundamentos tendientes a demostrar los vicios que atribuye
a la sentencia de la Cámara de Apelaciones.
En primer término, sostiene que la sentencia impugnada considera erróneamente que la Ley nº
2679 y la Ordenanza nº 106/12 hayan sido dictadas sin ajustarse a la Ley Nacional de
Tránsito.
En ese sentido, señala que el artículo 2, tercer párrafo, de la Ley nº 24.449 establece que:
“La autoridad correspondiente podrá disponer por vía de excepción exigencias distintas a las
de esta ley y su reglamentación, cuando así lo impongan fundadamente específicas
circunstancias locales”.
Agrega que el párrafo cuarto de la misma norma jurídica dispone que: “Las exigencias
aludidas en el párrafo anterior en ningún caso podrán contener vías de excepción que
impliquen un régimen de sanciones administrativas o penales más benigno que el dispuesto por
la Ley Nacional de Tránsito nº 24.449, su reglamentación y lo establecido en la presente
ley”.
Indica que mediante la Ordenanza nº 14/98 la Municipalidad de General Pico adhirió a las
Leyes nº 24.449 y 1713 de adhesión a la Ley Nacional de Tránsito y que por Ordenanza nº
106/12 adhirió a la Ley nº 2679 por la que se había incorporado entre los requisitos que
deberá requerir la autoridad emisora de la licencia de conducir un comprobante fehaciente
del libre deuda por infracciones de tránsito.
Sobre esa base, sostiene que, en ejercicio del poder de policía, el Estado provincial ha
establecido un límite a un derecho que puede ser ejercido por el interesado si cumple con
ciertas condiciones. Una de ellas ha sido la incorporada por la Ley nº 2679.
En segundo término, se agravia porque la sentencia definitiva de la Cámara consideró que la
Ley nº 2679 y la Ordenanza nº 106/12 afectan derechos constitucionales.
Con fundamento en el voto de la minoría del fallo de segunda instancia, dice que la
exigencia establecida por la Ley nº 2679 no importa para el actor la imposibilidad de
transitar por el territorio del país.
También dice que el Municipio está legalmente habilitado para solicitar el certificado de
libre deuda por infracciones de tránsito al momento de tramitar la renovación de la licencia
de conducir y que esa exigencia no tiene una finalidad meramente recaudatoria, sino que se
procura concientizar a la población de la necesidad de respetar las normas de tránsito.
Afirma que con la licencia de conducir su titular acredita la idoneidad para el manejo y que
la existencia de infracciones de tránsito firmes evidencia desconocimiento de las normas de
tránsito o falta de idoneidad del conductor.
Por último, sostiene que la sentencia impugnada juzga erróneamente que los jueces pueden
declarar de oficio la inconstitucionalidad de una norma por considerar que lesiona con
arbitrariedad e ilegalidad manifiesta derechos de raigambre constitucional.
Luego de reseñar los fundamentos expuestos en la sentencia de primera instancia, argumenta
que en este proceso el actor no planteó oportunamente la inconstitucionalidad de la Ley nº
2679, ni demostró que la exigencia incorporada fuera inconstitucional.
Destaca que el actor se limitó a hacer una petición de declaración de inconstitucionalidad
de manera general, abstracta e imprecisa. Agrega que esa deficiencia fue señalada tanto por
el juez de primera instancia como por el representante del Ministerio Público Fiscal.
Asevera que los jueces no pueden efectuar un control de constitucionalidad de oficio porque:
(i) vulnera la garantía constitucional del debido proceso, ya que el juez introduce en la
causa cuestiones que no fueron alegadas por las partes y consecuencia de ello es la falla
extra petita; (ii) se viola la división de poderes, pues el juez se estaría arrogando
facultades legislativas; (iii) los actos del poder estatal se presumen válidos y acordes a
la Constitución nacional, hasta que se demuestre lo contrario.
Cita jurisprudencia afín a su postura y solicita la revocación de la sentencia que impugna.
II. Admitido formalmente el recurso extraordinario por la Cámara de Apelaciones (fs. 212),
este Superior Tribunal lo declara prima facie admisible en los términos del artículo 261,
inciso 1°, del Código Procesal Civil y Comercial e inadmisible respecto del inciso 3º (fs.
219/220).
III. A fs. 225/226 el Dr. Leonardo Ananía, por derecho propio, contesta el traslado del
recurso y solicita su rechazo, con costas.
En primer término, manifiesta que ha optado por “rendirse ante la sordidez de la burocracia”
y que la licencia de conducir le ha sido renovada luego de haberse acogido a un plan de pago
de las multas por infracciones de tránsito. Más adelante, entiende que la Ley nº 2679 “…no
se sancionó pensando en facilitar la convivencia y hacer más fácil la vida a los
contribuyentes o conductores, sino para dar respuesta a una necesidad concreta y favorecer a
las municipalidades”, y que declarar “…que la Ley nº 2679 se ajusta a los preceptos de la
Ley Fundamental (…) convalidará las exorbitancias del poder administrador en su avance
inusitado sobre las garantías y derechos de los ciudadanos de a pie” (fs. 226). Finalmente,
hace reserva de la cuestión federal por violación de la garantía constitucional de trabajar
y transitar libremente.
IV. A fs. 227 se llama autos para sentencia y; 
CONSIDERANDO: El Tribunal considera pertinente plantear las siguientes cuestiones: PRIMERA
CUESTIÓN: ¿Resulta fundado el recurso interpuesto con arreglo al inciso 1º del artículo 261
del CPCyC? SEGUNDA CUESTIÓN: En su caso ¿qué solución corresponde adoptar?
PRIMERA CUESTIÓN: 
1°) Contra la sentencia de la Cámara de Apelaciones de la Segunda Circunscripción Judicial
que revocó los puntos I y II de la sentencia de primera instancia y declaró la
inconstitucionalidad de la Ley nº 2679 y de la Ordenanza nº 106/12 y ordenó otorgar al actor
la licencia de conducir previo cumplimiento de los trámites ordinarios, la demandada opuso
el recurso extraordinario con fundamento en el artículo 261, inciso 1º, del Código Procesal
Civil y Comercial.
2º) El tema a decidir consiste en determinar la validez constitucional de la Ley nº 2679 y
de la Ordenanza nº 106/12 por la que se estableció el deber de exigir el comprobante
fehaciente de libre deuda por infracciones de tránsito como condición para la tramitación de
la licencia de conducir en el ámbito provincial, hipótesis que la demandada sostiene con
base en tres argumentos: (i) que la medida adoptada por el municipio no resulta arbitraria,
ilegal ni irrazonable; (ii) que la exigencia de la Ley nº 2679 no importa para el actor la
imposibilidad de transitar; (iii) que la sentencia considera erróneamente que los jueces
pueden declarar de oficio la inconstitucionalidad de una norma.
3º) En cuanto al último de los agravios, al que se ingresa en primer término por razones
metodológicas, cabe considerar que el motivo de la disidencia no ha sido la cuestión de la
declaración de oficio de la inconstitucionalidad de una norma.
En efecto, los jueces Pérez Ballester y Costantino estuvieron contestes en analizar la
constitucionalidad de las referidas normas.
El primero de los magistrados examinó la cuestión constitucional basándose en la naturaleza
de la acción de amparo, que solo resguarda los derechos tutelados por la Constitución
nacional, los tratados o leyes sobre derechos humanos, y que la imprecisión no provoca el
rechazo por falta de motivación suficiente.
En ese último aspecto, agregó que en el caso aparecen debidamente explicitados los hechos en
los que el actor funda su demanda, esto es, la negativa por parte del municipio a renovar la
licencia de conducir hasta tanto no se presente el comprobante de libre deuda por
infracciones de tránsito, y que se denuncia como derecho conculcado el de transitar previsto
en el artículo 14 de la Constitución nacional (fs. 185 vta./ 186).
Por su parte, el Dr. Costantino se pronunció por la procedencia de la declaración de
inconstitucionalidad de oficio con base en los precedentes “Mill de Pereyra” (Fallos
324:3219), “Juzgado de Instrucción nº 50 de Rosario” (Fallos 306:303) y “Rodríguez Pereyra”
(Fallos 335:2333).
De lo dicho anteriormente se desprende que, ya sea por una vía u otra, los jueces de la
Cámara de Apelaciones examinaron la cuestión constitucional con diferentes resultados en
cuanto a la validez de la norma jurídica en cuestión. La recurrente solo se agravió de lo
considerado por el Dr. Costantino y omitió toda consideración en relación a los motivos
desarrollados por el juez Pérez Ballester para ingresar en la cuestión constitucional.
Evidentemente, su crítica no ha sido integral en el sentido de rebatir la totalidad de los
fundamentos desarrollados en el fallo que ocasionan agravio, circunstancia que determina, en
este aspecto, la insuficiencia de la impugnación.
4º) Sentado lo que antecede, corresponde señalar que en el caso está en discusión si la
provincia tiene la facultad de incorporar requisitos no previstos en la Ley Nacional de
Tránsito para el otorgamiento de la licencia de conducir.
5º) El tribunal a quo, por mayoría, consideró que la norma jurídica provincial ha violado el
principio de supremacía constitucional (art. 31, CN) por cuanto al exigir la presentación
del comprobante fehaciente de libre deuda por infracciones de tránsito ha excedido las
previsiones de la Ley Nacional de Tránsito y ha puesto en riesgo el ejercicio de otros
derechos de raigambre constitucional (fs. 191 vta./ 192 y 200).
6º) El sistema federal da por sentado y existente dos órdenes de poder territorial entre los
que se distribuyen atribuciones las provincias y el Estado nacional.
Así, el artículo 121 de la Constitución nacional establece que las provincias conservan todo
el poder no delegado por la Constitución al Gobierno federal. Este artículo sienta un
principio propio del sistema federal: las provincias han delegado al gobierno nacional solo
los poderes taxativamente enunciados en la Constitución.
Esa es la línea de razonamiento de la Corte Suprema de Justicia de la Nación al considerar
que “el diseño del sistema federal en la Constitución nacional reconoce la preexistencia de
las provincias y la reserva de todos los poderes que éstas no hubiesen expresamente delegado
en el gobierno central, a la vez que exige aplicar estrictamente la preeminencia de los
poderes federales en las áreas en que la Ley Fundamental así lo estableció” (Fallos:
324:3048).
7º) El marco normativo en el que se desenvuelve la controversia se centra en la Ley nº
24.449 (BO, 10/02/1995) que regula el uso de la vía pública, y es su ámbito de aplicación la
jurisdicción federal a la que pueden adherir los gobiernos provinciales y municipales (Cfr.:
art. 1).
En cuanto a la competencia, dispone que sean las autoridades de aplicación y comprobación de
sus normas los organismos nacionales, provinciales y municipales que determinen las
respectivas jurisdicciones, las que podrán disponer por vía de excepción exigencias
distintas a las previstas, cuando así lo impongan fundadamente específicas circunstancias
locales.
También establece que las autoridades de aplicación podrán dictar normas exclusivas, siempre
que sean accesorias a las de la ley y que se refieran al tránsito y estacionamiento urbano,
al ordenamiento de la circulación de vehículos de transporte, de tracción a sangre y a otros
aspectos fijados legalmente.
Agrega el texto normativo que las exigencias aludidas en ningún caso podrán contener vías de
excepción que impliquen un régimen de sanciones administrativas o penales más benigno que el
dispuesto en la Ley Nacional de Tránsito, ni debe alterar su espíritu, preservando su
unicidad y garantizando la seguridad jurídica del ciudadano. A tal fin, añade, estas normas
sobre uso de la vía pública deben estar claramente enunciadas en el lugar de su imperio como
requisito para su validez (Cfr.: art. 2).
En relación con la cuestión de autos, el artículo 14 de la Ley Nacional de Tránsito
establece los requisitos que la autoridad de aplicación debe requerir para el otorgamiento
de la licencia de conducir: 1. Saber leer y para los conductores profesionales también
escribir; 2. Una declaración jurada sobre el padecimiento de afecciones a las que se refiere
expresamente la reglamentación; 3. Asistencia obligatoria a un curso teórico-práctico de
educación para la seguridad vial, en una escuela de conducir pública o privada habilitada,
cuya duración y contenidos serán determinados, auditados y homologados por la Agencia
Nacional de Seguridad Vial; 4. Un examen médico psicofísico que comprenderá: una constancia
de aptitud física, visual, auditiva y psíquica; 5. Un examen teórico de conocimientos sobre
educación y ética ciudadana, conducción, señalamiento y legislación; 6. Un examen teórico-
práctico sobre detección de fallas de los elementos de seguridad del vehículo y de las
funciones del equipamiento e instrumental; 7. Un examen práctico de idoneidad conductiva.
Las personas daltónicas, con visión monocular o sordas y demás personas con capacidades
limitadas que puedan conducir con las adaptaciones pertinentes, de satisfacer los demás
requisitos podrán obtener la licencia habilitante específica; asimismo para la obtención de
la licencia profesional a conceder a minusválidos, se requerirá poseer la habilitación para
conducir vehículos particulares con una antigüedad de 2 años; 8. La Agencia Nacional de
Seguridad Vial determinará, homologará y auditará los contenidos de los distintos exámenes
señalados en los incisos 4, 5, 6 y 7.
El apartado b) del artículo 14 hace referencia a los conductores de transporte de carácter
interjurisdiccional y en párrafo aparte dispone que antes de otorgar una licencia se deberá
requerir al Registro Nacional de Antecedentes de Tránsito informes de infracciones y de
sanciones penales en ocasión del tránsito, más los informes específicos para la categoría
solicitada.
Por su parte, mediante la Ley nº 1713 (BO, 22/11/1996) la provincia de La Pampa adhirió a la
Ley Nacional de Tránsito Nº 24.449 y a su reglamentación aprobada por Decreto Nacional Nº
779/95, en cuanto no se opusiera a sus disposiciones y, seguidamente, fijó las adecuaciones
para la Provincia.
La Ley nº 2679 (BO, 9/11/2012) incorporó en el artículo 1º de la Ley nº 1713 una adecuación
al artículo 14 de la Ley Nacional de Tránsito, y estableció que la autoridad emisora de la
licencia debe requerir del solicitante: “inciso 9. Comprobante fehaciente del libre deuda
por infracciones de tránsito”.
Por Ordenanza nº 106/12, sancionada el 29 de noviembre de 2012, la Municipalidad de General
Pico adhirió a la Ley nº 2679 en cuanto estableció nuevas condiciones para la tramitación de
la licencia de conducir en el ámbito provincial.
8º) Sobre la base de los textos legales examinados, si bien la parte actora cuestiona la
validez de la norma provincial (Ley nº 2679) que a su entender, deniega el derecho a
transitar y perjudica el de trabajar, el nuevo requisito impuesto por la legislación
provincial y a la que adhirió la Municipalidad demandada comporta el ejercicio de facultades
concurrentes de las provincias y municipios para intervenir, por vía reglamentaria, con
fundamento en el poder de policía.
No hay dudas de que la cuestión del tránsito está reservada a la regulación y control local,
pero que por sus propias características se impone la uniformidad normativa. Ahora bien, esa
uniformidad no significa en modo alguno que las provincias y municipios estén obligados a
adherir sin posibilidad de considerar necesidades propias.
Ese ha sido el sentido de la Ley Nacional de Tránsito. En efecto, la ley –que regula el uso
de la vía pública, y es de aplicación a la circulación de personas, animales y vehículos
terrestres en la vía pública, y a las actividades vinculadas con el transporte, los
vehículos, las personas, las concesiones viales, la estructura vial y el medio ambiente, en
cuanto fueren con causa de tránsito– dispone que su ámbito de aplicación sea la jurisdicción
federal y establece que los gobiernos provinciales y municipales podrán adherir (Conf. art.
1).
También establece el mecanismo de adhesión a sus cláusulas con las reservas o adecuaciones
que sobre su texto puedan formular los entes que adhieren y deja a salvo el reconocimiento
de exigencias locales adicionales a las establecidas, con la condición como requisito para
su validez, que no alteren el espíritu de la ley, que preserven su unidad y garanticen la
seguridad jurídica del ciudadano y que se encuentren claramente enunciadas (art. 2).
La nueva adecuación dispuesta en la Ley nº 2679 de ningún modo altera el espíritu de la Ley
Nacional de Tránsito, esto es, la finalidad y el sentido con que ha sido sancionada, ni es
posible deducir que exista una contradicción expresa o incompatibilidad con la norma
jurídica nacional.
Cabe poner de resalto que la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha señalado que el
ejercicio de facultades concurrentes por las provincias, solo puede considerarse
incompatible con las ejercidas por las autoridades nacionales cuando, entre ambas, medie una
repugnancia efectiva, de modo que el conflicto devenga inconciliable (Cfr.: Fallos:
315:1013). En esas condiciones, y en atención a la naturaleza del tema que regula y al
sistema federal, la nueva adecuación que incorpora la Ley nº 2679 para el otorgamiento de la
licencia de conducir de ningún modo traspasa la esfera de su competencia provincial ni
contrasta con los lineamientos establecidos en la normativa nacional.
Por lo tanto, no le asiste la razón al actor cuando afirma que la Ley nº 2679 y la Ordenanza
nº 106/12 contrarían la Ley Nacional de Tránsito, en lo que ha sido materia de examen.
En el estudio de la validez constitucional de una norma jurídica provincial, la Corte
Suprema de Justicia de la Nación ha sostenido –desde sus primeros tiempos– que los actos de
las legislaturas provinciales no pueden ser invalidados sino en casos en que la Constitución
concede al Congreso Nacional, en términos expresos, un poder exclusivo o en el que el
ejercicio de idénticos poderes ha sido expresamente prohibido a las provincias, o cuando hay
una absoluta y directa incompatibilidad en el ejercicio de ellas por estas últimas, fuera de
cuyos casos es incuestionable que las provincias retienen una autoridad concurrente con el
Congreso (Cfr.: Fallos 3:131; 137:212; 239:343), doctrina que ha confirmado en Fallos:
320:619.
Es por ello que aquel Tribunal ha dicho que la atribución de declarar inaplicables leyes o
actos emanados de otros poderes del Estado nacional o provincial, a título de contrarios a
la Constitución o a las leyes nacionales, debe ejercerse con suma prudencia (Fallos: 286:76;
312:1437).
También ha considerado el máximo órgano judicial de la Nación que la declaración de
inconstitucionalidad de una disposición legal es un acto de suma gravedad institucional y
una de las más delicadas funciones susceptibles de encomendarse a un tribunal de justicia y,
por ello, debe ser considerada como última ratio del orden jurídico (Fallos: 312:122 y 435,
entre muchos otros), y solo debe ejercerse cuando la repugnancia con la cláusula
constitucional es manifiesta y la incompatibilidad inconciliable (Fallos: 322:842).
Sobre la base de lo precedentemente considerado, se concluye que la nueva adecuación
dispuesta por la Ley nº 2679, y consecuentemente la Ordenanza nº 106/12, no desnaturalizan
en modo alguno la finalidad de la Ley Nacional de Tránsito respecto de los requisitos para
el otorgamiento de la licencia de conducir, manteniéndose incólume el principio de
supremacía constitucional.
9º) Respecto de la supuesta vulneración de los derechos de trabajar y de transitar, cabe
señalar que al proceso no se han incorporado elementos probatorios que acrediten que el
actor se haya visto impedido arbitrariamente de ejercer con plenitud su derecho de trabajar,
no pudiendo estarse a su simple manifestación (fs. 45 y 225 vta.).
Más aún, de ningún modo la falta de licencia de conducir ha enervado su título de abogado ni
su capacidad como profesional.
Por otro lado, resulta inválido declarar inconstitucional una norma jurídica que impone la
necesidad de acompañar un comprobante de libre deuda por infracciones de tránsito sobre la
base de alegaciones que resultan meramente conjeturales cuando no se han aportado elementos
probatorios concretos que acrediten que el actor haya visto lesionado su derecho de
transitar.
Contrariamente a ello, en autos se encuentra debidamente acreditado el origen de las
infracciones de tránsito y su condena conforme la documental acompañada por la demandada (v.
fs. 57/96) cuya autenticidad el actor reconoció judicialmente (fs. 125).
Además, no hay ninguna prueba que permita inferir que el actor se ha visto económicamente
imposibilitado de asumir su responsabilidad por las infracciones de tránsito en que
incurrió, ni que la exigencia del certificado de libre deuda revista el carácter de
condición infranqueable ya que se le hizo saber la posibilidad de asumir la cancelación de
la deuda mediante un plan de pago, hecho que el actor ha concretado, circunstancia que
habilitó la renovación de su licencia de conducir (fs. 225 vta).
A lo considerado, corresponde agregar que resulta inválido calificar la exigencia del
comprobante de libre deuda como una nueva sanción, ya que aquel no es la consecuencia
jurídica desfavorable por el incumplimiento de un deber, sino que solo se trata de un
requisito habilitante para el otorgamiento o renovación de la licencia de conducir, de igual
categoría que los restantes requisitos y extensiva a todas aquellas personas que pretendan
que se les expida la licencia.
En razón de lo expuesto precedentemente, cabe concluir que la exigencia de presentar un
comprobante de libre deuda por infracciones de tránsito como requisito para emisión de la
licencia de conducir se presenta como razonable, no altera en lo esencial la Ley Nacional de
Tránsito, ni afecta los derechos de trabajar y de transitar del accionante toda vez que
aparece como destinada a incidir en la conducta vial del interesado.
10) Finalmente, no es apropiado que los jueces invaliden una ley mediante su crítica a la
solución que aquella propugna.
En efecto, el voto de la mayoría del tribunal a quo ha puesto énfasis en el mérito de los
alcances de la legislación. Así, consideró que “la Ley nº 2679 no es el remedio apropiado
para los problemas denunciados por la diputada coautora del proyecto”; que “el Estado
provincial plantea prevenir accidentes autorizando a cobrar compulsivamente las multas a
quien estaciona mal, cuando no logra controlar el desborde de infractores peligrosos que –
por lo que puede apreciarse– rara vez pueden ser sancionados y circulan a sus anchas sin
respetar normas ni controles”, y que “no cumple con eficacia el proclamado propósito de
‘concientizar a la población’ de la necesidad de respetar las normas de tránsito” (fs.
194/194 vta). En ese orden de pensamiento, es necesario recordar que “el debate sobre la
razonabilidad de una norma no puede llevarse a cabo sino en el ámbito de las previsiones en
ella contenidas y de modo alguno sobre la base de los resultados posibles de su aplicación,
lo que importaría valorarla en mérito a factores extraños a sus disposiciones” (Fallos:
248:291; 314:1376).
No corresponde juzgar la ventaja, el acierto o desacierto del medio arbitrado por el
legislador en el ámbito propio de sus atribuciones para alcanzar el fin propuesto (Cfr.:
Fallos: 324:3345; 325:2600; 327:5614; 328:2567; 329:385 y 4032 y 330:3109, entre muchos
otros), pues el control de constitucionalidad que incumbe a los jueces excluye tal examen.
11) Las razones expresadas autorizan a dejar sin efecto el fallo de la Cámara de
Apelaciones, pues la Ley nº 2679 de ningún modo desvirtúa los propósitos ni altera el
espíritu de la Ley Nacional de Tránsito y, consecuentemente, no vulnera el principio de
supremacía del artículo 31 de la Constitución nacional.
Por los fundamentos expuestos corresponde dar respuesta afirmativa a la PRIMERA CUESTIÓN.
SEGUNDA CUESTIÓN: Por ello, corresponde hacer lugar al recurso extraordinario planteado por
la Municipalidad de General Pico con fundamento en el artículo 261, inciso 1°) del Código
Procesal Civil y Comercial, casar la sentencia impugnada y rechazar la demanda por los
fundamentos expuestos en los considerandos (art. 271, CPCC).
En razón del resultado a que se arriba, corresponde adecuar la imposición de costas y
regulación de honorarios de la segunda instancia, las que se impondrán en el orden causado
en atención a la complejidad jurídica de la cuestión debatida.
Las costas de esta instancia extraordinaria se imponen en el orden causado (art. 62, última
parte, CPCC) por los fundamentos expuestos precedentemente.
Por todo lo expuesto, la Sala A del Superior Tribunal de Justicia.
RESUELVE: 1º) Hacer lugar al recurso extraordinario interpuesto a fs. 205/211 por los Dres.
María Valeria Malvicino y Guillermo Alberto Martín, en representación de la Municipalidad de
General Pico con fundamento en el artículo 261, inciso 1°) del Código Procesal Civil y
Comercial, casar la sentencia impugnada y rechazar la demanda por los fundamentos expuestos
en los considerandos (art. 271, CPCC).
2º) Imponer las costas de la segunda instancia por su orden y regular los honorarios
profesionales de los Dres. María Valeria Malvicino y Guillermo Alberto Martín, en forma
conjunta, en el 28% de lo que corresponda a la primera instancia (artículos 6, 7, 9, 14 y
ccdtes. de la Ley de Aranceles).
3º) Imponer en el orden causado las costas de esta instancia extraordinaria (art. 62, última
parte, CPCC) y regular los honorarios de los Dres. María Valeria Malvicino y Guillermo
Alberto Martín, en forma conjunta, en el 35% de lo regulado para la primera instancia
(artículos 6, 7, 9, 14 y ccdtes. de la Ley de Aranceles). 
A cada importe se le adicionará el porcentaje de IVA, de así corresponder.
4º) Ordenar la devolución del depósito judicial realizado en autos y acreditado a fs. 204,
por la suma de quinientos pesos ($ 500,00). A sus efectos, extiéndase libranza a la orden de
la Dra. María Valeria Malvicino, letrada apoderada de la demandada (art. 274, CPCC), a cuyos
efectos deberá informar el número de CUIT y la CBU correspondiente.
5º) Regístrese, notifíquese por Secretaría mediante cédulas y, oportunamente, devuélvanse
estas actuaciones a su procedencia.

EDUARDO D. FERNÁNDEZ MENDIA


DR. HUGO OSCAR DÍAZ PRESIDENTE SALA A 
VOCAL SUBROGANTE SALA A SUPERIOR TRIBUNAL DE JUSTICIA
SUPERIOR TRIBUNAL DE JUSTICIA

DRA. CECILIA MARÍA BELÁUSTEGUI


SECRETARIA DE SALA 
SUPERIOR TRIBUNAL DE JUSTICIA
 

http://www.jusonline.gov.ar/Jurisprudencia/textos.asp?id=11857&fallo=true

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