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glucocorticoides (cortisol).
1. La secreción de ACTH ectópica por tumores no hipofisarios causa el 10% de los casos
de síndrome de Cushing. En muchos casos, el tumor responsable es un carcinoma
microcítico de pulmón, aunque otras neoplasias malignas se han asociado a este
síndrome, incluidos los carcinoides, los carcinomas medulares de la glándula tiroidea y
los PanNET. Además de los tumores que elaboran ACTH ectópica, en ocasiones una
neoplasia maligna neuroendocrina produce CRH ectópica, que, a su vez, causa la
secreción de ACTH e hipercortisolismo. Igual que sucede en la variante hipofisaria, las
glándulas suprarrenales sufren hiperplasia cortical bilateral secundaria a la elevación
de las concentraciones de ACTH, aunque la rápida degradación de los pacientes que
padecen estos cánceres a menudo reduce el aumento de sus glándulas suprarrenales.
Las neoplasias primarias se parecen a las neoplasias corticales no funcionales. los adenomas
suelen ser pequeños (menos de 30 g), amarillos y bien delimitados, mientras que los
carcinomas suelen ser más grandes y no encapsulados. Se encuentra atrofia de la corteza
residual adyacente y la glándula contralateral.
Evolución clínica:
• Redistribución del tejido adiposo con obesidad central, cara de luna llena y acumulación de
grasa en la parte posterior del cuello y la espalda (la
denominada «joroba de búfalo»)
• Atrofia de las fibras musculares de contracción rápida de tipo 2, con reducción de la masa
muscular y debilidad de los músculos proximales.
• Mala cicatrización de las heridas y estrías abdominales por los efectos catabólicos sobre el
colágeno
Características clínicas :
Los signos y síntomas del síndrome de Cushing son una exageración de las acciones conocidas
de los glucocorticoides.
Generalmente, el síndrome de Cushing se desarrolla de forma gradual y, al igual que muchas
otras anomalías endocrinas, puede ser muy sutil en sus estadios precoces. Una excepción
importante a este comienzo insidioso es el síndrome de Cushing asociado a carcinoma
pulmonar de células pequeñas, en el que la rápida evolución de la enfermedad subyacente
provoca el desarrollo de muchas de las características clfnicas. Entre las manifestaciones
precoces del síndrome de Cushing se encuentran la hipertensión y un aumento de peso.
Con el tiempo, la redistribución centrípeta más característica del tejido adiposo se vuelve muy
evidente, lo que provoca una obesidad troncal, «cara de luna llena» y acumulación de
grasa en la parte posterior del cuello y en la espalda («joroba de búfalo»). El hipercortisolismo
produce una atrofia selectiva de las miofibrillas de contracción rápida (tipo II) con la
consecuente reducción de la masa muscular y debilidad de las extremidades proximales. Los
glucocorticoides inducen gluconeogenia e inhiben la captación de glucosa por las células,
lo que produce una diabetes secundaria con la consiguiente hiperglucemia, glucosuria y
polidipsia. Los efectos catabólicos de la resistencia a la insulina sobre las proteínas provocan la
pérdida de colágeno. Por eso, la piel es delgada, frágil y sufre hematomas con facilidad;
aparecen estrías cutáneas sobre todo en la región abdominal). El cortisol también ejerce
distintos efectos sobre el metabolismo del calcio, que producen la reabsorción del hueso, con
aparición de osteoporosis y tendencia a las fracturas. Dado que los glucocorticoid es suprimen
la respuesta inmunitaria, los pacientes con síndrome de Cushing también tienen un mayor
riesgo de desarrollar diversas infecciones. Las manifestaciones clínicas adicionales
son hirsutismo y anomalías menstruales, así como síntomas psiquiátricos, incluidos cambios en
el estado de ánimo, depresión y psicosis franca. El síndrome de Cushing extrasuprarrenal
provocado por secreción de ACTH hipofisaria o ectópica generalmente se asocia a un aumento
de la pigmentación cutánea provocada por la actividad estimulante de los melanocitos de
la molécula precursora de ACTH. En el síndrome de Cushing hipofisario y ectópico, las
concentraciones de ACTH están elevadas y la orina se caracteriza por unas concentraciones
altas de corticoesteroides excretados. Por el contrario, las concentraciones de ACTH en
el síndrome de Cushing secundario a tumores suprarrenales están bajas.
La medición del cortisol libre en orina de 24 h (UFC, urine free cor- tisol) es una técnica de
detección inicial precisa y rentable. Como otra posibilidad, cabe utilizar la incapacidad para
suprimir el cortisol plasmático después de administrar durante toda una noche 1 mg de
dexametasona como prueba de supresión, para identificar a pacientes con hipercortisolismo.
Por la noche se manifiestan las concentraciones mínimas de cortisol, razón por la cual el
incremento de esta hormona en muestras de suero o saliva de medianoche sugiere la
presencia del síndrome de Cushing.
Por medio de las concentraciones plasmáticas basales de ACTH es posible diferenciar a los
pacientes con la forma independiente de ACTH (gluco- corticoides suprarrenales o exógenos),
de los que tienen el síndrome de Cushing que depende de ACTH (ACTH hipofisaria ectópica).
Los niveles basales medios de ACTH son ocho veces mayores en sujetos con secreción de ACTH
ectópica que en los que tienen adenomas que secretan ACTH hipofisaria. Sin embargo, la
superposición extensa de dichas concentracio- nes en los dos trastornos mencionados impide
utilizar las mediciones de ACTH para confirmar tal diferenciación.
Casi todos los tumores hipofisarios secretores de ACTH tienen <5 mm de diámetro, y en
promedio, la mitad no son detectables por MRI sensible. La elevada prevalencia de
microadenomas hipofisarios cuya presencia se detecta accidentalmente disminuye la
capacidad de diferenciar tumores hipofisarios secretores de ACTH con precisión, de los
incidentalomas no secretores.
Abreviaturas:
sólo <50% en el de los macroadenomas. Sin embargo, rara vez se obtieen buenos resultados
con la cirugía si en la MRI no es visible el adenoma. Después de ablación lograda del tumor
muchos pacientes presentan un periodo posoperatorio de deficiencia sintomática de ACTH que
puede durar 12 meses y obliga a veces a administrar dosis pequeñas de cortisol
complementarias porque las personas presentan síntomas de abstención de esteroides y
también queda en ellas suprimido el eje hipotálamo-hi- pófisis-suprarrenales. La recidiva
bioquímica se observa en cerca de 5% de los pacientes en quienes la cirugía mostró buenos
resultados al inicio.
Si no se obtienen buenos resultados iniciales con la cirugía, a veces está indicada su repetición,
particularmente si se corrobora que la hi- pófisis es la fuente de ACTH. En pacientes de mayor
edad y ancianos en que asumen menor importancia factores como crecimiento y fecundi- dad,
se necesita a veces hipofisectomía parcial o total si no se identifica un adenoma hipofisario
totalmente definido.
Cabe utilizar la radiación hipofisaria después de no obtenerse buenos resultados con la cirugía,
pero logra curación sólo en alrededor de 15% de los pacientes.
Los efectos de la radiación son lentos y parcialmente eficaces en los adul- tos, razón por la cual
se utilizan inhibidores esteroidógenos junto con radiación hipofisaria para bloquear los efectos
suprarrenales de las concentraciones de ACTH persistentemente altos.
En Estados Unidos se aprobó el uso de pasireótido (600 a 900 μg/día por vía subcutánea) para
tratar a pacientes con tumores hipofisarios que secretan ACTH en casos en que la cirugía no
constituye una opción válida o si con ella no se han obtenido buenos resultados.
En investiga- ciones clínicas, dicho fármaco hizo que disminuyeran las concentracio- nes
plasmáticas de ACTH, normalizó los niveles de cortisol libre en orina de 24 h en cerca de 25%
de los pacientes y en 40% de los casos se ob- servó la disminución promedio del volumen del
tumor hipofisario.
Los efectos secundarios frecuentes incluyen incremento de las transaminasas del hígado,
ginecomastia, impotencia, perturbaciones de tubo digestivo y edema.
El mitotane ( 3 a 6 g/día por vía oral en cuatro fracciones) suprime la hipersecreción de cortisol
al inhibir la 11β-hidroxilasa y las enzimas que desdoblan la cadena lateral de co- lesterol y al
destruir las células corticosuprarrenales. Entre sus efectos secundarios están manifestaciones
de tubo digestivo, mareo, gineco- mastia, hiperlipidemia, erupciones cutáneas y aumento de
las enzimas del hígado. También puede originar hipoaldosteronismo.
Otros fármacos incluyen aminoglutetimida (250 mg tres veces al día); trilostane (200 a 1 000
mg/día); ciproheptadina (24 mg/día) y etomidato IV (0.3 mg/kg/h). La insuficiencia de 11β-
hidroxilasa es un posible efecto secundario de fármacos utilizados para bloquear la
esteroidogénesis.
El uso de inhibidores esteroidógenos ha hecho que sea menor la necesidad de adrenalectomía
bilateral. La extirpación quirúrgica de ambas suprarrenales corrige el hipercortisolismo, pero se
acompaña de índices notables de morbilidad y obliga a la reposición exógena permanente de
glucocorticoides y mineralocorticoides. La extirpación de las suprarrenales en el entorno del
tejido residual de un adenoma corticótropo predispone al desarrollo del síndrome de Nelson,
trastorno caracterizado por agrandamiento rápido del tumor hipofisario e hiper- pigmentación
secundaria a las mayores concentraciones de ACTH. La radioterapia profiláctica puede estar
indicada para evitar el desarrollo de dicho síndrome después de adrenalectomía.