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No es descabellado pensar que para las empresas sea tan importante mantener
sus actividades y funciones operando dentro del marco de la ley; no solo por
evitar sanciones y perjuicios, sino también porque este elemento contribuye:
primero, a fomentar un buen clima laboral entre el equipo de trabajo, y segundo,
a impulsar su imagen social corporativa.
La ética en los negocios se basa en una serie de reglas escritas y tácitas sobre
los principios que rigen las acciones y la toma de decisiones de una empresa. La
ética viene de una rama de la filosofía que ve los valores humanos en relación
con su conducta a lo bueno o malo, lo correcto e incorrecto. En el mundo de los
negocios, esta ideología, tal y como vamos a ver a lo largo de este artículo,
asegura mejores empleados y más inversiones.
Según Daniel Prieto, docente de la MBA online, la ética es un valor que debe
estar presente en nuestro día a día y, por supuesto, también en los negocios.
«Marcar las directrices de nuestro comportamiento es un principio básico que las
empresas tienen que asumir y deben impulsar un comportamiento ético entre
sus empleados que favorezca la interrelación entre personas, compañía y
sociedad».
No hay más que leer los periódicos o ver las noticias en la televisión para
constatar que el ser humano se ha olvidado de la ética como principal eje de
actuación. El negocio, entendido como la negación del ocio, consiste en
cualquier tipo de transacción económica entre un cliente o empleado con
cualquier proveedor, y según indica José Vera, docente del área de RRHH de
la Escuela de Negocios y Dirección, “cuando hay dinero de por medio, muchos
aplican el principio del todo vale, una actitud que va en contra de cualquier
principio moral”.
Según Rafael Tomás Cardoso, docente del Máster Oficial Online en Dirección y
Gestión de Personas de ENyD, “el principio moral de esta economía política y de
la ideología liberal, basada en la idea de que la búsqueda del bien privado
conduce a la generación del bien público (o bienestar social) a través de los
mecanismos de la mano invisible del mercado, sirvió durante mucho tiempo de
fundamento a la legitimación ética de los negocios”.
En este sentido, añade que “los cuestionamientos críticos del capitalismo, desde
el keynesianismo y el neoliberalismo contemporáneo, a través de la aceptación
de la intervención y regulación social de las economías de mercado, se ha
convertido en la demanda social actual de una economía socialmente
responsable y de unos negocios éticos”.
“Son demasiados los casos que nos muestran hasta qué punto nos hemos
olvidado de la ética, en su sentido más amplio. Gilles Lipovetsky (conocido
filósofo francés), a finales del pasado siglo, acuñó su famosa frase que tanto me
gusta repetir a mis alumnos: El Siglo XXI tendrá que ser el Siglo de la Ética, o no
habrá Siglo XXI».
Vera indica a continuación que esta frase “puede parecer demasiado dramática,
casi truculenta”, pero el día a día le demuestra que el ser humano, en general,
no ha leído a dicho autor.
Por todo lo expuesto, la ética empresarial no sólo tendría que ser necesaria sino,
incluso, obligatoria. Por suerte, buena parte de las nuevas generaciones se han
concienciado en la necesidad de ejercer «buenas prácticas», no sólo desde el
punto de vista medioambiental, sino también desde el comportamiento humano
en la forma de llevar adelante los negocios.
“La exigencia, por parte de estas nuevas generaciones, de unos estándares
mínimos de responsabilidad empresarial, reputación, cumplimiento
(«compliance»), prestigio, etc. hacen que las empresas se estén tomando muy
en serio la aplicación de principios éticos en sus acciones, sean del tipo que
sean”, matiza José Vera.
En este sentido, añade que “es triste constatar que, además de las leyes escritas
por los poderes legislativos de las naciones y del código moral natural del ser
humano, las empresas han tenido que redactar sus propios códigos de conducta
internos para que los empleados tengan que saber qué es lo que se puede y lo
que no se puede hacer en el marco de los negocios”. Inclusive, en estos últimos
años está apareciendo la figura del «Legal Compliance Officer», como garante
del cumplimiento de dichos códigos de conducta.
Los jóvenes de hoy en día pueden tener muchas dificultades para encontrar
empleo, pero cada vez son más exigentes con la reputación de la empresa donde
les gustaría trabajar; aunque no siempre se pueda elegir.
Para el docente del Máster Online Recursos Humanos, “la creciente atención de
las empresas a la demanda social y de las propias dinámicas del mercado, se
constituye en una parte fundamental de su estrategia de negocio, en un motor
de mejora de su imagen de marca, su prestigio y posicionamiento de mercado”.
La ética en los negocios es un punto básico que desde el área de gestión del
talento de las empresas, se puede impulsar a través de la trasmisión de valores
dentro de la compañía. Otro aspecto que podemos impulsar, según Daniel Prieto,
es «desarrollar un código ético que de visión de aquellos comportamientos por
los que se deben de regir las personas».
Tomás Cardoso indica que “es fundamental que los docentes de las Escuelas de
Negocios tengan muy presente dentro de las programaciones de sus materias,
la demanda generalizada en la sociedad y en las tendencias de los mercados,
de unas empresas con propósito social y de su creciente reflejo en la fuerza y
presencia de los nuevos modelos de un Management estratégico con atención a
la ética empresarial, a la responsabilidad, el propósito e impacto social de los
negocios.”
En definitiva, recuerda la famosa frase de Aldous Huxley de que “El fin no puede
justificar los medios por la simple y obvia razón de que los medios empleados
determinan la naturaleza de los fines producidos».