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Fecha: 28 de noviembre, 2004

Título del sermón: Hombres más santos que Dios (El Dios
abundante es un Dios santo)
Predicador: Reverendo Yonggi Cho
Versículo de la Biblia: II Corintios 8:9

Muchas veces me encuentro con personas que pretenden ser


más santo que Dios. Ellos dicen “La riqueza material es el
principio de todo mal, poseer el oro y la plata no es bueno
para tener una vida piadosa. Debemos vivir en pobreza para
tener una vida santa”. Entonces me pregunto ¿Hizo mal el
creador del cielo y la tierra? Porque dijo “mio es el oro y
la plata” ¿Piensa usted que el poseedor del oro y la plata
no es santo? Dice en Hageo 2:8 “Mía es la plata y mío el
oro, dice Jehová de los ejércitos”. En Salmos 50:10-11
también dice “Porque mía es toda bestia del bosque, y los
millares de animales en los collados. Conozco a todas las
aves de los montes, y todo lo que se mueve en los campos me
pertenece”. Si decimos que debemos vivir en pobreza para
tener una vida piadosa, erramos. En el reino de Dios no
existe la pobreza, y los habitantes del reino de Dios
tampoco son profanos. El Dios que creó todas las cosas del
mundo es Santo. El Dios que posee todo el oro y la plata es
Santo. El Dios abuntante es Santo. La riqueza material, el
oro, la plata y la riqueza en sí no es mal ni pecado. Ellos
están siempre en neutro. Si nosotros amamos más a éstas
cosas que a Dios, entonces se convierten en pecado y en la
raíz de toda maldad. Codiciando tratará de poseerlo
indebidamente, de allí que cae al lazo de tentaciones, de
tribulaciones y dolores. Dios no desea que padezcamos de
necesidad alguna, desea que poseamos el oro, la plata y
tengamos una vida en abundancia; al mismo tiempo que seamos
santos y piadosos.

1. El origen de la pobreza
¿De dónde vino la pobreza? En el huerto del Edén no existía
la pobreza. Dios nunca creó la pobreza. Cuando Adán fue
creado, fue creado para vivir centrado en Dios, sirviendo y
habitando el huerto que Dios creó. El jardín de Edén estaba
rodeado de hermosos árboles, de ríos, frutas, y de joyas,
era una tierra muy rica dice en Génesis 2:11-12. El hombre
fue creado a imagen y a semejanza a Dios, recibió la
bendición de fructificar y multiplicar y llenar la tierra y
para sojuzgarla y para señorear en los peces del mar, en
las aves de los cielos y en todas las bestias que se mueven
sobre la tierra. Dios creó a Adán y a Eva con la identidad
de un rey, le rodeó de riqueza y abundancia. Pero ¿por qué
se llenó de maldición la tierra? ¿por qué el mundo creado
por Dios se llenó de tanta maldición? Por la desobediencia
del hombre que quiso ser igual a Dios, por la rebelión
fueron echados fuera del jardín y la tierra se llenó de
maldición.
En Génesis 3:17-19 dice “Y al hombre dijo: Por cuanto
obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que
te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la
tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los
días de tu vida. Espinos y cardos te producirá y comerás
plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan
hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste
tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás”.
Es una gran tragedia. A causa de la desobediencia la tierra
se llenó de maldición.
En Jeremías 17:5 dice “Así ha dicho Jehová Maldito el
varón que confió en el hombre, y pone carne por su brazo, y
su corazón se aparta de Jehová”.
Porque el hombre se apartó de Dios, tanto Adán y Eva como
la tierra se llenó de maldición. Así comenzó la vida de
trabajo y carga. Antes de la desobediencia el hombre estaba
disfrutando de toda la riqueza y bendición de Dios, no
conocía el trabajo ni la carga. Pero ahora Adán mismo teniá
que cargarse y trabajar arduamente para sobrevivir. El cual
era el resultado de la pobreza. Los hijos desconocen lo que
es vivir en necesidad cuando están bajo el cuidado de los
padres, pero una vez que se independizan, tendrán que
trabajar para comer, para vestirse y para beber.
En Jeremías 2:13 dice “Porque dos males ha hecho mi pueblo:
me dejaron a mí fuente de agua viva, y cavaron para sí
cisternas, cisternas rotas que no retienen agua”.
Dios es la fuente de agua viva donde el agua no cesa de
brotar, pero por cuanto el hombre dejó la fuente de agua
viva y cabaron cisterna para sí, cisternas rotas que no
retienen agua; aunque trabaje y camine cargado, no podrá
solucionar el trabajo y las cargas. “Si Jehová no edificare
la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no
guardare la ciudad, en vano vela la guardia” dice la
Escritura.

2. ¿Es la pobreza bendición o maldición?


Muchos de los que padecieron la dura pobreza dicen que la
pobreza no es bendición sino maldición. Vean la historia
moderna de los hombres que padecieron los 36 años del
domino japonés, muchos de ellos emigraron a otros países
con la esperanza de tener una vida mejor. Durante el
dominio japonés el promedio de la vida de los hombres
estaba entre 32.4 para el varón y 35.1 para la mujer.
Porque estaban padeciendo de hambre y de desnutrición. Si
hoy una persona muere a los 33 años nos preguntamos el por
qué. Pero la edad promedia de vida en tiempo del dominio
japonés no alcanzaba más de los 33.7 años. Ahora que han
pasado 70 años, en el año 2003 se declaró que el promedio
de vida del hombre es de 72.8 años y de la mujer 80 años.
Que da un promedio de 76.5 años de vida. Aumentó un 43 años
más. Vivimos más de 43 años que los que vivieron durante el
dominio japonés. ¿Por qué si somos los mismos coreanos y
estamos viviendo en la misma tierra? Porque los alimentos
son mejores que antes y contamos con buenos medicamentos y
tratamientos médicos. Para los hombres que vivieron en
necesidad la vida fue reducida, mientras que los que viven
en abundancia, se prolongó la vida. Acuérdese de la Guerra
de Corea. La Guerra de Corea causó gran tragedia y pérdida
a nuestro país. La guerra destruyó los montes con fuego y
mató a miles de gentes. Después de la liberación del domino
japonés, en menos de diez años se levantó la guerra. El
hambre y la pobreza se empeoró aún más. Una cuarta parte de
la población padeció de la pobreza y hambre. Hubo más de
dos millones ococientos mil muertos y heridos entre norte y
sur. Dos millones quinientos mil muertos y heridos de los
civiles, dejando más de trescientos mil viudas. La mayoría
trabajaron arduamente para sobrevivir y hubo personas que
vendían hasta sus cuerpos por alimento. Dejó más de cien
mil huérfanos, pero nadie podía encargarse de ellos; así
ellos se alimentaban de los restos que hallaban en las
calles o fuera de los restaurantes. Lo que vemos hoy en día
en Corea del Norte es lo que nosotros padecimos hace 50
años atrás. Muchos perdieron la vida por la guerra, por el
hambre y por el frío. Por tanto, Herald Post el centro de
investigación del desastre del mundo consideró la Guerra de
Corea como el cuarto desastre más importante del mundo. Lo
que nosotros padecimos por la Guerra de Corea fue la
pobreza. Muchos sufrieron por la pobreza el hambre y el
frío. De modo que podemos decir con certeza que la pobreza
y el hambre no es bendición. Es un desastre muy terrible.
Es una maldición. ¿Quién podría decir que la pobreza es una
bendición? O ¿quién podrá decir que la pobreza es santidad?
Vean la realidad del mundo pobre. El hambre que padecen los
habitantes del Tercer Mundo es una tragedia. En Corea del
Norte murió entre el año 95 a 98 tres millones quinientos
mil personas por el hambre. Son tres millones quinientos
mil personas. Actualmente un 62% de los niños están
sufriendo de desnutrición y unos cuatros millones están
enfermos de tuberculosis. Es decir de los 5 norcoreanos uno
está enfermo de tuberculosis.
Veamos lo que dice en Deuteronimio 7:9 “Conoce, pues, que
Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la
misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos,
hasta mil generaciones”. Cuán terrible es vivir alejado de
Dios y en maldición, en pobreza y en hambre. Una de los
organismos complementario de las Naciones Unidas, el
Consejo Mundial de la Alimentación declaró que en el mundo
existe unos ochocientos veintiseis millones de personas que
sufren de hambre. Ellos están sufriendo de desnutrición
crónica, en especial las mujeres y nos niños son más
perjudicados. Diariamente unas mil mujeres mueren por falta
de medicamento básico. Al año veinte mil niños pierden la
vista porque no pueden tomar una vitamina que cuesta 70 won,
y al año catorce millones de niños pierden la vida por el
hambre y por la desnutrición. Es decir que cada 7 segundo
un niño está perdiendo la vida por el hambre. ¿Con todo
podrá usted decir que la pobreza es una bendición? La
pobreza es maldición que sacude al hombre. Según un reporte
de los 24 países de Africa, ciento cincuenta millones de
personas sufren de falta de proviciones, y por la sequía un
95% de los productos agrícolas mueren. La pobreza es una
maldición.
En Deuteronomio 28:15-19 dice “Pero acontecerá si no
oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir
todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy,
que vendrá sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzará.
Maldito serás tú en la ciudad, y maldito en el campo.
Maldita tu canasta, y tu artesa de amasar. Maldito el fruto
de tu vientre, el fruto de tu tierra, la cría de tus vacas,
y los rebaños de tus ovejas. Maldito serás en tu entrar, y
maldito en tu salir”.
También en Deuteronomio 30:19-20 dice “A los cielos y a la
tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he
puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la
maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu
descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz,
y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y
prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la
tierra que juré Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob,
que les habría de dar”.
En el libro de los judíos hay una anécdota. Hay un doctor
eminente, sea cual sea la enfermedad que los otros no
podían sanar, él lo sanaba. Un día un enfermo le buscó
“maestro, padezco de una enfermedad crónica. Escuché que
usted es un doctor eminente que sana sea cual sea la
enfermedad, sáneme” “veamos, qué tienes” trató de tomar el
pulso y el enfermo le dijo “no, señor, mi enfermedad no
está en el cuerpo, mi enfermedad es la pobreza” El doctor
suspirando le dijo “es una grave enfermedad, tampoco yo
puedo sanarle” La pobreza es una enfermedad que nadie puede
sanar. El hombre de ciencia Andrew Mattews dijo “Los
religiosos enseñan que de alimento y vestidos a los pobres,
pero no nos pidió que fuerámos pobres”. ¿En qué pasaje de
la Biblia nos pide que seamos pobres? Mas nos pide que
demos alimento y vestido a los pobres. Smiles dijo “La raíz
del mal no está en el dinero, sino en el amor al dinero”

3. La pobreza no es la voluntad de Dios


Entendamos que la pobreza no es la voluntad de Dios. Porque
la voluntad de Dios está en que seamos bendecidos ricamente.
No creó la pobreza en el jardín del Edén. Vean al nuevo
Jerusalén, la nueva tierra y el nuevo cielo. Son todos muy
hermosos y llenos de abundancia. La pobreza es el resultado
de la desobediencia del hombre.
En Deuteronomio 28:1-6 podemos ver cuánto desea Dios
derramar bendiciones sobre nosotros “Acontecerá que si
oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y
poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo
hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las
naciones de la tierra. Y vendrá sobre ti todas estas
bendiciones, y te alcanzará , si oyeres la voz de Jehová tu
Dios. Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el
campo. Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu
tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los
rebaños de tus ovejas. Benditas serás tu canasta y tu
artesa de amasar. Bendito será en tu entrar, y bendito en
tu salir”.
No solamente derrama bendición al hombre sino que la
bendición alcanza también a los ganados y el medio que le
rodea.
En II Corintios 9:8-10 dice “Y poderoso es Dios para hacer
que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo
siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis
para toda buena obra; como está escrito: Repartió dio a
los pobres; Su justicia permanece para siempre. Y el que da
semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y
multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de
vuestra justicia”
En III Juan 1:2 dice “Amado, yo deseo que tú seas
prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como
prospera tu alma”.
Lo que Dios desea es que seamos prosperado en todas las
cosas, y que tengamos salud, así como prospera nuestra alma.
La vida de Abraham estuvo llenos de tribulaciones, pero no
sufrió de pobreza. Fue bendecido y se enriqueció
grandemente. Tuvo muchos ganados, oro, plata, camellos,
mula y siervos. Él es el padre de la fe. El hijo Isaac
también fue ricamente bendecido y cosechó ciento por uno y
se enriqueció el varón. Su nieto Jacob fue con las manos
vacía a casa del tío Labán, pero cuando regresó estaba
rodeado de ganados y de siervos, convirtiéndose en un
hombre rico del oriente.
En Gálatas 3:9 dice “De modo que los de la fe son
bendecidos con el creyente Abraham”
Porque por medio de la fe somos descendientes de Abraham,
estamos bajo la bendición de Abraham. Entonces algunos
dicen “Pero Jesús fue pobre” Es cierto, Jesús vivió en
pobreza. En San Mateo 8:20 dice “Jesús le dijo: Las zorras
tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo
del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza”. Lo cierto es
que nuestro Señor Jesús vivió a la intemperie. Pero el
Señor Jesús padeció toda la pobreza con la finalidad de
redimirnos a nostros de la pobreza.
En II Corintios 8:9 dice “Porque ya conocéis la gracia de
nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo
pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza
fueseis enriquecidos”.
Jesús no dice “yo fui pobre, quiero que ustedes también
vivan en pobreza; yo viví a la intemperie, también tú vive
a la intemperie” Pero nos dice “yo padecí todo por ti, la
pobreza y la vida a la intemperie, porque deseo que tú
vivas en abundancia” Los padres sacrifican sus vidas por
dar lo mejor a los hijos; ellos ajustan aún más el cinturón
y trabajan arduamente para no dejar la pobreza a los hijos.
¿Qué padre querrá que los hijos padezcan de pobreza?
En Gálatas 3:13-14 “Cristo nos redimió de la maldición de
la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito:
Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en
Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los
gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa
del Espíritu”. El Señor padeció hasta la maldición para
derramarnos bendición. Porque él desea que seamos
prosperados en todas las cosas y que tengamos salud y
prospere nuestra alma. Que nos llenemos de vida y vida en
abundancia.

4. ¿Podremos ser santo y al mismo tiempo vivir en


abundancia?
Muchos me preguntan “el hombre rico no es santo, ¿cómo será
posible que un hombre rico sea santo?”
Si nosotros establecemos una orden correcta en nuestra vida,
aunque sobreabundemos del oro y la plata, podremos vivir
una vida santa y piadosa.
En San Mateo 6:33 dice “Mas buscad primeramente el reino de
Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
No cambie el orden. Busque primeramente el reino de Dios y
su justicia. Busque lo eterno primeramente. Busque al Padre
Celestial, al Hijo y al Espíritu Santo y busque la vida
siguiendo la voluntad de Dios y todo lo que les haga falta
serán añadidas. Si tiene a Dios como el dueño absoluto de
la vida, cómo no tendrá una vida piadosa. No podemos servir
a dos señores.
En San Mateo 6:24 dice Ninguno puede servir a dos señores;
porque aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno
y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las
riquezas”.
Si vive centrado en las riquezas, no podrá tener una vida
piadosa. Se llenará de codicia, de lo secular, a la final
se esclavizará al diablo. No podemos servir a Dios y a las
riquezas al mismo tiempo. Si vive centrado en Dios,
teniendo al Señor como dueño absolunto de su vida, él se
encargará de llenarlo, de sostenerlo y de llevar frutos. Si
el dueño es santo, cuánto más los que viven con él. Si Dios
es el dueño de nuestra vida, también seremos santos. Si
toma a Dios como el dueño absoluto de su vida, él mismo se
encargará de responsabilizarse de su vida.
Al mismo tiempo debemos ser buenos administradores. Porque
nuestra vida no nos pertenece a nosotros, sino a Dios; él
nos dio para que lo administremos.
En Malaquías 3:8-10 dice “¿Robará el hombre a Dios? Pues
vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿Con qué te hemos
robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con
maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis
robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento
en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los
ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y
derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”.
¿Cómo el hombre podrá robarle a Dios? Pero dice el Señor
que sí le hemos robado, y nos preguntamos ¿en qué? Y nos
dice en los diezmos y las ofrendas. Muy clara y
terminantemente dice el Señor que le hemos robado en los
diezmos y en las ofrendas. De todas las ganancias los
diezmos son de Dios. Debemos ser buenos administradores
sobre ella, devolviendo a Dios lo que le pertenece. De lo
contrario no espere las bendiciones de Dios, después que
haya robado a Dios. Lo que espera a tales personas son
maldiciones. Porque el que roba a Dios es un gran ladrón.
En Proverbios 3:9-10 dice “Honra a Jehová con tus bienes, Y
con las primicias de todos tus frutos; Y serán llenos tus
graneros con abundancia, Y tus lagares rebosarán de mosto”.
En otros tiempo el reverendo Kim Ik Doo estaba
evangelizando en una provincia. El tenía dones de sanidad.
Y cuando él llegaba para realizar una campaña evangélica se
llenaba de gentes enfermos y muchos eran sanados. Y llegó
un hombre a la campaña evangélica, tomando las manos del
reverendo Kim Ik Doo no les dejaba. Y le dijo “soy
saludable, no necesito oraciones de sanidad, pero necesito
oraciones de bendición y escuché que para enriquecerme
necesito diezmar, pero mi corazón titubea mucho para
diezmar, necesito que me ore para que pueda diezmar”.
Escuchando al hombre, el reverendo rompió el brazo de su
abrigo coreano y le dijo “tóme ésto y cárguelo siempre con
usted, cada vez que tenga ganacia, separe los diezmos aquí
y entreguélo a la iglesia”. Aquel hombre era un vendedor
ambulante, iba de un mercado a otro vendiendo todo tipo de
artículos. Pero siempre iba con la bolsa que le dio el
reverendo; si ganaba diez won separaba uno para el diezmo,
si ganaba cien separaba diez won. Si alguien le preguntaba
de qué se trataba la bolsa, le contestaba “es la bolsa de
los diezmos, para mí es una bolsa de bendiciones”. Pasado
tres años algo maravilloso ocurrió, Dios le bendeció y le
enriqueció que se convirtió en el hombre más rico de esa
provincia y en el anciano que mayor diezmo entregaba a la
iglesia. El es el anciano Jung Chan Sik. Un hombre
ordinario, un vendedor ambulante que cuando comenzó a
diezmar y a ofrendar se convirtió en el hombre más rico de
la provincia y dejó su nombre en la historia de la iglesia.
Por tanto, debemos ser buenos administradores. Si el
administrador roba a su dueño, cuando le sea descubierto
será inmediatamente despedido. También en nuestra vida se
aplica la misma ley de la siembra y la cosecha. Conforme lo
que sembremos, eso también segaremos. Si siembra frijol,
segará frijol, si siembra haba roja, segará haba roja. Si
siembra amor, segará amor. Si siembra odio, segará odio. Es
la ley universal de la siembra y la cosecha. Si siembra
pecado, eso también segará.
En II Corintios 9:6-7 dice “Pero esto digo: El que siembra
escasamente, también segará escasamente; y el que siembra
generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé
como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por
necesidad, porque Dios ama al dador alegre”.
Viendo Dios lo que sembramos en nuestra vida, también nos
hará segar. Si siembra para vida, segará vida; pero si
siembra para muerte, segará muerte.
En Salmos 37:1-2 dice “No te impacientes a causa de los
malignos, ni tengas envídia de los que hacen iniquidad.
Porque como hierba serán pronto cortados, y como la hierba
verde se secarán”.
Muchos piensan que estarán libre de la destrucción aún de
las obras malignas o de las iniquidades, pero dice la
Escritura muy claramente que serán pronto cortados y como
la hierba verde se secarán.
Asimismo es lo material. El servicio voluntario. Sea que
usted siembre con los bienes materiales o que siembre con
servicio voluntarios entragando tiempo y dedicación, segará
lo que siembre, si no lo cosecha usted los hijos suyos lo
segarán de generación a generación.
Es un hecho que pasó en una iglesia pequeña de Filadelfia.
Ellos habían orado mucho tiempo por la construcción. Un día
el revendo de la iglesia estaba orando por el asunto en la
madrugada y escuchó que alguien golpeaba la puerta. Se
perturbó mucho al principio porque era muy temprano, pero
le abrió la puerta. Y allí estaba un muchado llamado Jhon
quien estaba trabajando en una fábrica de ladrillo. “Jhon
qué hace a tan temprana hora de la mañana” “Reverendo
perdone por la molestia, pero si no es esta hora no tengo
tiempo para visitarle. Usted dijo que para la construcción
se necesita dinero, también materiales primos, y pedí al
dueño de la fábrica donde yo trabajo un ladrillo
diariamente y reuní un carro lleno de ladrillo. Deseo que
estos ladrillos sean usados para la construcción de la
iglesia” El reverendo fue tan conmovido y dijo “Jhon muchas
gracias, viniste en medio de este frío, gracias. En lugar
de Dios te doy las gracias, tu dedicación es mucho más
valioso que millones de dólares” y lo abrazó al muchacho
que estaba temblando de frío y le bendijo. Era un muchacho
quien no había terminado ni siquiera la escuela primaria,
pero se convirtió en el rey de departamento en los Estados
Unidos, él es Jhon Wannamaker. Quien a la postrer fue
también Ministro de Hacienda. Dios lo levantó del lodo
cenagoso y lo convirtió en un hombre mundialmente famoso,
conforme lo que él sembró. Aunque lo que él sembró fue un
carro llenos de ladrillos, estaba acompañado del amor y de
la fidelidad a Dios. Cuando el reverendo lo recibió en el
nombre de Dios, era Dios mismo quien lo recibió. Cuando le
bendijo en lugar de Dios, fue Dios mismo quien le bendijo.
Para tener una vida piadosa aún con abundancia, debemos
dejar el amor a lo material.
En San Lucas 6:38 dice “Dad, y se os dará medida buena,
apretada, remecida y rebosando dará en vuestro regazo;
porque con la misma medida con que medís, os volverá a
medir”
Si tiene riqueza, no se convierta en esclavo de ella, mas
cuando Dios le pida, úselo abundantemente. Ofrenda
abundantemente, dé para socorro, cuando Dios le pida que
use para tal cosa, hágalo sin mezquinidad. Una vida sujeta
a lo material es una vida muy trágica. Sea usted dueño de
lo material. No tenga amor a lo material. Sirviendo a Dios,
donde Dios le pida que use, úselo. Algunos años atrás fui a
España y en la Iglesia de Las Palmas llevó a cabo una
cruzada. La Iglesia de las Palmas es muy hermosa. Está
ubicado sobre un monte alto como un faro. La iglesia fue
construida por un diácono de la iglesia. Necesitaban de una
iglesia, pero no tenían dinero. El diácono tenía una casa
que a duras penas había comprado de su trabajo arduo. En la
oración decidió vender la casa y entregó todo el dinero de
la venta a la iglesia y construyeron la iglesia. Luego dejó
la empresa y compró un barco con préstamo y puso por nombre
Haleluya I. Oró en ayuno y sarpó al mar y el milagro de
Dios se manifestó. Cuando los barcos sarpaban para la pesca
durante 70 días en el mar ganaban unos trecientos mil
dólares. Pero el barco del diácono apenas estaba 40 días en
el mar y había ganado setecientos mil dólares, era gran
pesca. Con la venta de la primera pesca pagó el préstamo y
testificando glorificó a Dios. Pues, cuando él entregó lo
mejor a Dios, Dios le devolvió en medida buena, apretada,
remecida y rebosando. Si amando a lo material no usa donde
Dios manda, entonces Dios maldecirá la riqueza. Dios nos da
la riqueza para que lo usemos, no para que lo agarremos;
conforme lo que nos da déjelo fluir como los ríos. No lo
retenga como el lago. Mar Galilea es un lago que deja fluir
el agua del Jordán, mientras que el Mar Muerto retiene el
agua y mata todo ser viviente. La riqueza puede dar vida a
la persona y el medio que le rodea, pero también puede
matar a la persona y lo que le rodea. No se esclavice a la
riqueza, pero viva una vida piadosa aún con la abundancia
de lo material.
La riqueza obtenida con Dios no es malo. Si lo bienes
materiales son usados para la voluntad de Dios y para la
gloria de Dios serán muy hermosa. Por medio de ella se
construyen iglesias, hospitales, horfanatorios y asilos. La
pobreza en sí es maldición. No piense que la pobreza es
bendición. Algunos aunque viviendo en pobreza no se
desaniman, y sirven a Dios, lo cual es muy valorable. Pero
la pobreza en sí es maldición y juicio y no bendición. Por
tanto, busquemos primeramente el reino de Dios y su
justicia para recibir las ricas bendiciones de Dios. Unas
manos vacías no podrá ofrecer nada al prójimo, como tampoco
podrá ayudar para construir el reino de Dios. Para
compartir debemos tener, para llenar a otra persona,
debemos primeramente ser llenados. Ore a Dios para que Dios
le llene de su rica bendición.

Oración
Dios llenos de amor y santo. La pobreza no es bendición ni
santidad. Padre Celestial bendícenos para compartir tus
bendiciones con los necesitados en el mundo. Oramos en el
nombre de Jesús. Amén.

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