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Lactante mayor
Marta Gómez Fernández-Vegue: Pediatra. CS Montesa. Madrid. España.
Marta Costa Romero: FEA Neonatología. AGC Pediatría. Hospital Universitario Central de Asturias.
Asturias. España.
Las gráficas tradicionales se han realizado con niños mayoritariamente alimentados con leche
artificial y pueden llevarnos a error cuando evaluamos a un niño alimentado con lactancia materna.
Por tal motivo, la OMS ha elaborado unas gráficas con niños sanos alimentados exclusivamente con
leche materna. Estas gráficas son el patrón que deberían seguir todos los niños,
independientemente de su alimentación.
Existen sin embargo diversas gráficas según regiones y países. En las últimas décadas hay un
creciente interés por revisar la metodología utilizada. Muchas de estas gráficas de referencia se
realizaron en grupos homogéneos (raza, estatus económico, lugar de residencia…) y con
predominancia de niños mayoritariamente alimentados con fórmula, ya que las tasas reales de
amamantamiento en exclusiva eran muy bajas en el momento de la recogida de datos. Estas gráficas
reflejan cómo estamos; pero no cómo “deberíamos estar”, y por tanto hay que tener cautela a la
hora de utilizarlas como patrón.
Utilizar unas gráficas u otras puede no ser importante para un niño en concreto, pero a nivel
poblacional, sobre todo en niños alimentados al pecho exclusivamente, puede tener implicaciones
importantes. Hay que considerar que la alimentación con leche de fórmula aumenta el riesgo de
obesidad en los lactantes. Por tanto, se discute si las curvas en las que la mayoría de niños tomaban
fórmula son un buen patrón con el que medir a todos los niños. Un bebé sano, alimentado en
exclusiva con lactancia materna, que se sitúe en un percentil bajo de peso puede ser considerado
por debajo de lo esperable. Esto implica muchas veces estudios innecesarios, preocupación a las
familias y sobre todo inicio de suplementos con fórmula o con alimentación complementaria precoz,
que muchas veces terminan en un destete precoz y no deseado. Por otro lado, se puede estar
infraestimando la obesidad y el sobrepeso a nivel poblacional, ya que el corte de la “normalidad” es
superior en niños con fórmula.
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Gráficas OMS. Elaboración
Desde finales del siglo XX la OMS viene expresando su preocupación por la problemática de las
gráficas. Se constata la necesidad de un patrón universal, sólidamente diseñado, con bebés
amamantados en exclusiva, multiétnico y de madres sanas. Es el origen del Multicentre Growth
Reference Study (MGRS). En 2006 se publican los resultados, que se convierten en el estándar o
patrón en crecimiento infantil, a diferencia del resto de gráficas, que son consideradas una
referencia.
La palabra estándar implica un patrón de cómo deberían crecer los niños, no solo en ausencia de
enfermedad, sino en condiciones óptimas de nutrición (lactancia materna a demanda) y de entorno
(familias no fumadoras). Este patrón es el patrón oro con el que se contrastan las demás gráficas o
medidas, y permite tomar decisiones sobre la idoneidad del crecimiento. Por el contrario, las
gráficas de referencia reflejan cómo es el crecimiento en una población y tiempo concretos, o
incluso en un subgrupo de la población, como una fotografía. Sin embargo, no informan de cómo
“debería ser” el crecimiento, solamente de “cómo es”.
Se han obtenido datos de niños desde los 0 a los 5 años, seguidos de forma longitudinal y
monitorizados estrechamente. La OMS dispone también de gráficas de referencia para niños entre
los 5 y los 19 años, elaboradas con datos previos al MGRS pero con una exhaustiva revisión de la
metodología, de forma que se pueda monitorizar el crecimiento de los niños desde su nacimiento
hasta el final de la pubertad.
A pesar de existir voces discrepantes, las gráficas y tablas de la OMS son el estándar a nivel
internacional en crecimiento de bebés y niños pequeños.
Al comparar las curvas de la OMS con curvas las curvas NHS (hechas con lactantes en su mayoría
alimentados con fórmula), se observan diferencias:
• En el peso. Los niños amamantados en exclusiva ganan mayor peso de media que los niños
con fórmula en los primeros 3-4 meses. A partir de los 4 meses, la tendencia se invierte, y la
ganancia de peso en los niños sanos amamantados es menor que en aquellos que toman
fórmula artificial. La norma fisiológica es, como hemos visto, el crecimiento en niños con
lactancia exclusiva. Por tanto, no es que a partir de los 4 meses los niños con leche materna
ganen “poco peso”, sino que los niños de fórmula engordan “en exceso”, con una mayor
tendencia a la obesidad. Esta reinterpretación de las gráficas es importante, porque durante
mucho tiempo, al tomar como referencia gráficas hechas con niños de fórmula, se ha
considerado que a partir del cuarto mes la lactancia materna no era “suficiente”, y esto ha
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conllevado un riesgo de adición de suplementos, inseguridad en la madre, introducción
precoz de alimentación complementaria y destete temprano no deseado.
• En la talla: los bebés amamantados tienen una talla ligeramente superior a la de los bebés
que toman fórmula durante los primeros 4 meses de edad, aunque la diferencia es pequeña
y no siempre significativa. A partir de los 4 meses, los bebés que toman pecho son más
delgados que los bebés de fórmula.
• En el perímetro cefálico: el perímetro craneal es ligeramente mayor en bebés que toman
pecho respecto al de los niños que toman solo fórmula, desde el nacimiento y hasta después
de los 12 meses. Sin embargo, el estudio del perímetro cefálico en bebés y su relación con
el tipo de alimentación y origen geográfico está en constante revisión.
Una escasa ganancia ponderal es un síntoma inespecífico que puede deberse a muchas
enfermedades distintas, aunque frecuentemente tan solo se trata de una variación de la
normalidad.
Es mejor valorar el incremento de peso durante un periodo que el peso puntual en un momento
determinado.
No hay que esperar al diagnóstico de retraso de crecimiento, sino valorar de forma precoz a todos
los recién nacidos para subsanar cuanto antes cualquier dificultad detectada.
Hay que explorar al bebé para descartar patología y comprobar su estado general; preguntar por el
número de micciones y deposiciones y cómo va la lactancia.
Hay que explorar al bebé para descartar patología y comprobar su estado general y preguntar por
el número de micciones y deposiciones. Como regla general, a partir del 4.º día las micciones deben
ser claras y abundantes, mojando 6 o más pañales en 24 horas. La orina escasa es un signo de baja
ingesta. Las deposiciones típicas de lactante, amarillas y semilíquidas tienen que aparecer en 5-7
días. Normalmente hacen más de 3 deposiciones al día en las primeras semanas y a partir del 2.º
mes es muy frecuente que hagan una vez cada varios días, de consistencia blanda.
Se requiere una anamnesis dirigida para valorar la lactancia, con preguntas preferentemente
abiertas. Investigar acerca de la frecuencia y duración de las tomas, problemas de la madre con el
pecho, observación de una toma (posición, agarre, chupetes), si existe lactancia mixta (cantidad,
vivencia subjetiva, motivo de la introducción) motivación y dudas de la familia.
CRISIS DE LACTANCIA
A lo largo de la lactancia existen momentos en que el niño parece no quedar satisfecho tras la toma
y demanda con más frecuencia. Estos episodios se denominan crisis o baches de lactancia o brotes
de crecimiento.
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La sucesión de periodos de crecimiento y por lo tanto de mayor necesidad de calorías es la
explicación más plausible a este hecho. Los niños necesitan aumentar la producción de leche de las
madres y solo pueden hacerlo mediante un aumento del número habitual de tomas.
Las crisis suelen presentarse a las 3 semanas, al mes y medio y a los 3 meses de edad.
Posteriormente se describen también a los 4-6 meses, tendiendo a desaparecer a partir de
entonces11.
Los cuadros suelen ser parecidos, con algún matiz según la edad del lactante: tras unos días-meses
de lactancia instaurada y correctamente establecida en los que el niño tiene horarios similares
presenta de forma súbita los síntomas recogidos en la siguiente tabla.
Niño Madre
Demanda del pecho muy frecuente Nota el pecho más flácido
Tomas muy largas y otras más cortas de lo Impresión subjetiva de menor producción de
normal leche
Nervioso y lloroso Miedo de escasa ingesta
Al pecho parece incomodo, con arqueamiento
y tirones del pezón
Se distraen fácilmente durante la toma
Dado que el cuadro se produce por un aumento en la necesidad de ingesta, la única solución es
adaptarse al nuevo ritmo del niño. Existen varias recomendaciones para facilitar la toma:
HUELGA DE LACTANCIA
Es el rechazo del pecho por parte de un niño que hasta el momento tomaba bien. Suelen ser súbitas
e inesperadas.
• Falso rechazo: situaciones normales en las que el bebé no desea mamar, como
adormecimiento tras el nacimiento o la sensación de saciedad tras la toma de un pecho.
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• Rechazo real: en este caso se debe diferenciar si es siempre del mismo pecho o si es de
ambos. En el primer caso se suele deber a causas locales: mastitis, pezón plano, dolor en la
zona de apoyo… en el segundo caso es propiamente la huelga de lactancia.
Existen varias razones que pueden abocar en una huelga de lactancia. Con frecuencia son varias
simultáneamente, y en muchas ocasiones no se llega a descifrar el origen.
Niño Madre
Erupción dental, lesiones en la boca Enfado de la madre ante un mordisco del niño
durante una toma
Infección de vías altas Cambio importante de rutina: inicio del trabajo,
mudanza
Otitis media Lactancia con horarios restringidos
Dolor en la zona de apoyo Entorno ruidoso
Distracciones durante la toma Cambio en el sabor de la leche por
medicamentos o comidas
Separación brusca de madre e hijo
La clínica es variada: desinterés por el pecho, múltiples distracciones durante las tomas, tomas
breves con interrupciones, llanto y rechazo del pecho.
Como en las crisis, el pediatra debe realizar una adecuada anamnesis y exploración. Si se trata de
un niño sano y el cuadro se limita a las tomas estamos ante una huelga de lactancia.
Una vez diagnosticada se debe tratar la causa si se reconoce, tranquilizar a la madre, reforzar la
confianza en sí misma y dar una serie de pautas. Siempre debemos asegurarnos de que la ingesta
sea adecuada, y en algún caso la madre deberá extraerse la leche. La evolución más frecuente es la
resolución del proceso en 4-7 días.
• Se debe dar el pecho en lugares tranquilos, con poca luz y poco ruido.
• Disponer de tiempo suficiente para cada toma.
• Ofrecer el pecho mientras el niño duerme o está adormilado.
• Variar las posturas y mecer al niño durante la toma (usar una mecedora o mochila porta
bebes).
• Antes de la toma se puede abrazar al niño, estar piel con piel para tratar de tranquilizarlo.
• Evitar abrigar en exceso al niño.
• Si el rechazo es total la madre deberá extraerse la leche varias veces al día y ofrecérsela
mediante un suplementador, jeringuilla o cuchara. Se recomienda no utilizar biberones.
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Es importante conocer las particularidades de la introducción de alimentos en niños que toman
lactancia materna, ya que las recomendaciones son diferentes de las de aquellos niños que toman
biberón. Las tomas no se “sustituyen”, sino que el pecho sigue siendo la fuente principal de alimento
hasta los 12 meses, siendo el resto de la comida “complementaria”. Individualizar el consejo según
las particularidades de cada caso, horarios de trabajo, cultura y preferencias familiares puede
ayudar al mantenimiento de la lactancia y a la satisfacción en la relación médico-paciente.
¿Cuándo comenzar? ¿Qué dar? ¿Cómo hacerlo? Además de esto, abordaremos también el baby-led
weaning, una alternativa cada más extendida en la introducción de alimentos, siendo necesario
conocer sus ventajas y sus inconvenientes.
¿Y si el bebé es prematuro?
En el caso de un bebé nacido prematuro, como norma general se utiliza la edad corregida para
introducir otros alimentos distintos de la leche, individualizando según las necesidades y el
desarrollo motor. El objetivo general es esperar a los 6 meses de edad corregida, y no se recomienda
introducir alimentación complementaria antes de los 4 meses de edad corregida.
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• Si el bebé tiene más de 17 semanas, valorar la introducción de alimentación complementaria
no láctea en las tomas que no esté con su madre, manteniendo la lactancia materna
frecuente y sin restricciones el resto del día y noche.
Para comenzar se requiere una destreza psicomotora que permita manejar y tragar de forma segura
los alimentos. Como cualquier otro ítem del desarrollo, no todos los niños lo van a adquirir al mismo
tiempo, aunque suele ocurrir en torno al sexto mes. Se requiere:
La maduración neurológica necesaria para manejar comida con consistencia puré se adquiere algo
antes, en torno a los 4-5 meses; aunque como hemos visto, la recomendación activa es esperar al
sexto mes para comenzar.
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• Mayor riesgo de destete precoz, con los riesgos añadidos que esto conlleva, entre ellos un
desarrollo intelectual subóptimo y el cese de protección inmunológica con consecuencias a
corto y largo plazo.
No se recomienda esperar más allá del inicio del 7.º mes, ya que esto también puede aumentar el
riesgo de complicaciones.
Por ello, a partir del 6.º mes se pueden introducir (de uno en uno), lo que ayuda a diversificar la
dieta del lactante y mejorar el aporte nutricional, así como disminuir el riesgo de alergias
alimentarias.
En los últimos años ha habido cambios en las recomendaciones. Se pensaba que la mejor forma de
introducir el gluten era junto a la lactancia materna, entre los 4 y 6 meses, pero hoy en día esta
afirmación no está aceptada. Están en marcha diversos estudios para poder conocer cuál es el cauce
más adecuado.
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Por el momento, la recomendación actual es no adelantar ni retrasar su introducción; pudiendo ser
introducido entre los 4 y los 11 meses de edad (idealmente esperando a los 6 meses, como hemos
visto), y procurando no dar cantidades muy grandes de gluten al inicio.
Carne, pollo, pescado, huevo, legumbres, gambas. Se pueden ofrecer en forma de puré, cocinados
y desmigados o en pequeños trozos en lactantes más mayores. Ofrecer diariamente alimentos de
este grupo, de forma variada, especialmente aquellos ricos en hierro.
El hierro es un micronutriente cuyos depósitos se ven influenciados por el pinzamiento tardío del
cordón, entre otros factores. A partir del sexto mes en adelante, los depósitos disminuyen y
aumenta el riesgo de anemia ferropénica, especialmente en niños con lactancia materna exclusiva.
La carne roja aporta hierro con muy buena biodisponibilidad y es un alimento especialmente
recomendado. También son una buena opción la yema de huevo, los cereales enriquecidos con
hierro, así como alimentos con hierro no-hem (guisantes, lentejas, alubias, frutos secos, brócoli,
algunos tipos de pan) y deberían alternarse de modo que diariamente se ofrezcan alimentos ricos
en este mineral.
Fruta y verdura
El gusto por ciertos alimentos se forja en esta temprana edad. Si acostumbramos al paladar a
sabores ácidos, como algunas frutas, o amargos, como algunas verduras, el consumo de estas será
mayor a lo largo de la vida.
Se desaconsejan los zumos en menores de 1 año, ya que aumentan el riesgo de caries, aunque sean
caseros, aportan calorías “no nutritivas” (sin proteínas ni fibra) y no sustituyen a la ingesta de fruta
entera, contribuyendo a una ganancia inadecuada de peso (en algunos casos sobrepeso y en otros
escasa ganancia ponderal).
Cereales
Existen muchas formas de ofrecerlos. A partir de los 6 meses se pueden ofrecer cereales en diversos
formatos, siendo conveniente explorar los gustos y necesidades de cada familia y plantear
alternativas, dando preferencia a las harinas integrales:
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• Si la madre se extrajera leche por otros motivos, se podrían añadir los cereales en polvo en
esas tomas.
• Se pueden mezclar los polvos de cereal con frutas, verduras o agua. Es un error sustituir una
toma de pecho por fórmula con el único objetivo de “dar los cereales”, ya que puede
condicionar un destete precoz innecesario.
• Se pueden preparar cereales en forma de arroz hervido y chafado, pan, pasta, arepas o tortas
de maíz, quinoa, avena… no siendo obligatorio el uso de cereales en polvo.
Existen además otras fuentes de hidratos de carbono complejos, como las patatas.
Los cereales infantiles vienen preparados para ser disueltos en leche de fórmula (según el
fabricante), aunque también se pueden disolver en leche materna, puré de frutas o verduras o agua.
Son una forma fácil y rápida de administrar cereales y están fortificados con hierro, aunque su
biodisponibilidad es mucho menor que el hierro hem de las carnes. No están exentos de polémica,
ya que contienen una gran cantidad de azúcares libres. Tampoco está demostrado que disminuyan
los despertares nocturnos.
Lácteos
La leche materna sigue siendo el alimento principal, por lo que se recomienda mantenerla a
demanda, sin disminuir el número de tomas. La alimentación no es sustitutiva, sino
complementaria. Si el lactante mayor de 6 meses realiza al menos 4-5 tomas de pecho al día no se
precisan otras fuentes de lácteos.
Se puede ofrecer yogur natural o queso desde los 9 meses, aunque no es imprescindible; y leche de
vaca entera como bebida principal a partir de los 12 meses de edad. La leche materna es el lácteo
de primera elección, y se recomienda por encima de cualquier otra leche, siempre que madre e hijo
deseen, hasta los 2 años o más. En madres que trabajan fuera de casa, una buena aproximación es
ofrecer la alimentación complementaria las horas que ella esté fuera, y cuando la madre esté en
casa continuar con el pecho frecuente y a demanda.
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semana en niños de 3 a 12 años). También evitar el consumo habitual de las cabezas de
gambas o langostinos y el cuerpo de cangrejos por su contenido en cadmio.
• Carne: en menores de 6 años evitar el consumo de carne cazada con munición de plomo.
• Leche de vaca: la leche de vaca se puede ofrecer en pequeñas cantidades o formando parte
de otros alimentos, pero como bebida principal, la leche entera solo puede usarse desde los
12 meses de edad. En un lactante que toma pecho (al menos 4-5 tomas diarias) no es
necesaria.
• Sólidos con riesgo de atragantamiento: frutos secos enteros, palomitas de maíz, salchichas
cortadas transversalmente, manzana o zanahoria crudas, uva entera, trozos de carne u otros
sólidos a criterio de los padres. Tener especial cuidado, sobre todo al inicio de la introducción
de alimentos. Evitar sólidos con riesgo de provocar atragantamiento, utilizando otras
preparaciones seguras para estos alimentos (frutos secos molidos; maíz en tortas o en
harina, salchichas cortadas longitudinalmente, manzana asada o rallada, zanahoria cocida,
carne picada o desmenuzada, etc.). Los frutos secos enteros se podrán administrar a partir
de los 3-6 años.
Hay que evitar hablar con las familias de cantidades concretas, ya que el apetito de los lactantes es
imprevisible y diferente en cada niño y circunstancia. Una expectativa de ingesta puede frustrar a
los padres y hacer que el momento de la comida se convierta en una lucha en vez de en un disfrute.
La mayoría de las calorías durante el primer año de vida provienen de la leche materna, por lo que
no es tan importante la cantidad total de alimentos complementarios que ingieran, como su
variedad, su disponibilidad y el establecimiento de los hábitos futuros.
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Se han descrito problemas de alimentación y un consumo escaso de frutas y verduras en niños en
los que se introdujeron tardíamente las texturas (más tarde de los 9 meses). Estos problemas se
describen a los 15 meses de edad y se mantienen hasta al menos los 7 años. Por tanto, se
recomienda comenzar con texturas y semisólidos lo antes posible, preferentemente a partir del 6.º-
7.º mes.
Es importante conocer en qué consiste y cuál es la evidencia al respecto, para poder informar
claramente a las familias. En los últimos años se ha despertado un creciente interés en el BLW.
Muchos padres optan por este método, incluso al margen de la opinión de los profesionales
sanitarios, que en muchas ocasiones transmiten consejos poco actualizados y de rechazo. El intento
de encajar unas recomendaciones rígidas a la hora de la alimentación complementaria para todas
las familias, y de equiparar a los bebés que toman pecho con los que toman fórmula produce en
muchas ocasiones insatisfacción familiar, destetes tempranos no deseados o búsqueda de
alternativas como el BLW fuera del sistema sanitario, como en grupos de apoyo o internet.
¿Cuál es su origen?
En todas las épocas y culturas se ha utilizado un sistema similar al BLW, ya que no ha sido sino a
finales del siglo XIX y siglo XX cuando han aparecido las batidoras eléctricas, los purés comerciales y
los cereales en polvo; todo ello introducido sin especial evidencia científica.
A lo largo del siglo XX han variado mucho las recomendaciones sobre alimentación complementaria.
En la época que se recomendaba comenzar a los 3-4 meses, los triturados se hacían necesarios, ya
que los bebés no adquieren la capacidad de comer por ellos mismos hasta aproximadamente los 6
meses de edad. Sin embargo, a raíz de las recomendaciones de la OMS en el año 2002 de esperar al
6º mes y de mantener la lactancia materna a demanda durante el periodo de la alimentación
complementaria, padres y profesionales comienzan a cuestionar la necesidad de los triturados. Gill
Rapley es la autora que ha publicado más sobre el tema, aunque desde entonces se suceden los
estudios científicos sobre el BLW. A pesar de tener un origen empírico hay cada vez más trabajos
metodológicamente serios que han estudiado su aplicabilidad, riesgos y resultados a medio y largo
plazo.
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aporte de leche (ya sea materna o fórmula) continúa siendo a demanda, sin relación con los
momentos familiares de la comida.
No se han encontrado diferencias en las calorías totales ingeridas entre uno y otro método. El BLW
se ha relacionado con una disminución del riesgo de obesidad a largo plazo por una autorregulación
del apetito. Sin embargo, estos datos se han obtenido de estudios observacionales y con alto riesgo
de sesgos (autoselección de las familias, ya que aquellas con mejores hábitos son las que se
decantan por el BLW). En un estudio aleatorizado, los niños con BLW tenían un índice de masa
corporal (IMC) ligeramente superior que el grupo control, según los autores probablemente
relacionado con un mayor disfrute de la comida. El BLW parece una buena estrategia para fomentar
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hábitos saludables desde la primera infancia, aunque hacen falta más estudios para determinar el
efecto del BLW en el aumento de peso.
Aunque resulta poco frecuente en nuestro medio en la actualidad, sí lo fue en siglos pasados, donde
la lactancia llegaba hasta los tres años de vida del niño. En otras culturas, en cambio, la lactancia
prolongada tiene un papel fundamental, ya que garantiza alimento y protección frente a infecciones
además de consuelo a los niños.
Así, en el mundo, la tasa de LM al año de vida es del 74%, reduciéndose hasta el 46% a los 2 años,
obteniéndose los porcentajes más altos en los países del África Subsahariana y del sur de Asia, donde
casi un 70% de los niños continúa recibiendo LM a los 2 años.
Las principales organizaciones científicas sanitarias españolas e internacionales (OMS, Unicef, AAP,
AEP…) establecen una duración ideal mínima de la lactancia (6 meses de lactancia materna exclusiva
y al menos 12-24 meses junto a otros alimentos), pero no marcan un límite superior, de manera que
son el binomio madre-hijo quienes finalmente determinan la duración.
• Nutricionales: a partir del año de lactancia el contenido de grasa aumenta, de manera que
el aporte calórico de la leche materna sigue resultando un alimento de mejor calidad que la
leche de fórmula o de vaca.
• Prevención de enfermedades en el niño: las propiedades inmunológicas se mantienen y se
ha demostrado que los niños amamantados más tiempo tienen menor riesgo de
enfermedades metabólicas, autoinmunes y ciertos tumores tras el destete.
• Prevención de enfermedades en la madre: se describe menos incidencia de diabetes mellitus
tipo 2, cáncer de mama, cáncer de ovario, hipertensión e infarto de miocardio.
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• Emocional: parece que existe mejor desarrollo emocional y psicosocial en el niño
amamantado, con una mejor relación materno-filial a lo largo de la infancia y adolescencia.
• Desarrollo cognitivo: científicos españoles han demostrado que la lactancia materna
prolongada se asocia a un mejor desarrollo cognitivo y social y parece ser protector frente a
trastornos del espectro autista.
No se ha descrito ningún riesgo de la lactancia prolongada siempre que el niño reciba alimentación
complementaria además de la leche materna. Las ultimas evidencias descartan la posible relación
entre lactancia prolongada y caries y obesidad en el adulto.
Si el niño esta saludable y recibe una alimentación completa, el pediatra solo debe apoyar y animar
a la familia en su decisión, sin prejuicios alejados de la evidencia científica.
LACTANCIA Y EMBARAZO
El mecanismo por el que durante la lactancia se produce la supresión de la ovulación y de la regla
es un complejo proceso hormonal en el que participan la hipófisis y el hipotálamo, el ovario y la
mama. Esta reducción de la fertilidad tiene una duración variable y se relaciona con la succión; no
obstante, a partir de los seis meses tras el parto, la ovulación y la regla pueden aparecer en cualquier
momento, aunque la lactancia materna continúe43.
De esta forma, no es infrecuente que una madre quede embarazada mientras da el pecho a su hijo
mayor.
Aunque en la mayoría de los casos no es necesario destetar al niño amamantado, es innegable que
el embarazo tendrá repercusiones:
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hasta la 40 semana de embarazo, por lo que en la mayoría de los casos no hay problemas.
Según se recoge en un metaanálisis reciente, no existen diferencias significativas en la tasa
de partos prematuros ni de abortos espontáneos entre embarazos con lactancia y sin
lactancia.
LACTANCIA EN TÁNDEM
Consiste en el amamantamiento simultaneo de un recién nacido y de su hermano mayor.
Este tipo de amamantamiento no solo es posible, sino que resulta beneficioso para el recién nacido.
Por un lado, la leche adquiere las características del calostro semanas antes del parto. Por otro, el
pecho se adapta a las necesidades de ambos niños, existiendo suficiente cantidad para ambos,
obviando así los primeros 2-3 días de la mayoría de los pospartos en que aún no existe suficiente
leche para el recién nacido. Se ha visto, además, que la pérdida de peso del recién nacido es menor
y parece que no se favorece el contagio de infecciones.
Para llevarlo a cabo es necesaria una organización de las tomas, dando preferencia a la alimentación
del menor, no siendo necesario más medidas higiénicas que las habituales.
PUNTOS CLAVE
• La lactancia materna es el método óptimo de alimentación del lactante.
• Las gráficas OMS (hechas con niños amamantados) son el patrón para todos los niños,
independientemente de su forma de alimentarse.
• La huelga de lactancia y la crisis de lactancia pueden provocar un destete precoz no deseado.
Es fundamental reconocerás y atajarlas.
• La introducción de alimentos complementarios se inicia en torno al sexto mes, manteniendo
las tomas de lactancia materna e individualizando según cada familia.
• Con la información y precaución adecuadas, la mayoría de familias pueden realizar si lo
desean baby-led weaning de forma segura y eficaz.
• La lactancia prolongada es beneficiosa para madre e hijo. La lactancia en tándem no es
perjudicial para el recién nacido.
• La lactancia en el embarazo es segura en la gran mayoría de los casos.
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