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¡Uuuuh!

Gerard Vázquez
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Personajes

CHARLIE RIVEL, payaso (48 años)


WITZI, payaso (unos 40 años)
GOLO, payaso (unos 40 años)
KRAUSS, comisario de la Gestapo (treinta y tantos años)
CHARLIE 2, payaso (personaje mudo)

El personaje de CHARLIE 2 debe ser interpretado por un actor de


baja estatura o por un niño.

La acción transcurre en Berlín y en otros lugares indeterminados,


durante la Segunda Guerra Mundial.

1
“Cuando los héroes abandonan el escenario, lo ocupan los payasos.”

Heinrich Heine

ESCENA PRÓLOGO

En escena CHARLIE 2, en un espacio indeterminado y vacío,


sentado en una silla. Una única luz sobre él. Va vestido de payaso,
con la indumentaria típica de Charlie Rivel. Está sentado con la
espalda hacia un lado de la silla, no hacia el respaldo, los pies
colgando, la barbilla apoyada en una mano, el codo sobre la rodilla.
De repente, se oyen a lo lejos las risas de un público imaginario.
CHARLIE 2 levanta la cabeza, mira a su alrededor. Se pone en pie,
coge la silla y, arrastrándola, sale ligero hacia el lugar de donde
provienen las risas.

2
ESCENA 1

Detrás del escenario del teatro Scala de Berlín. KRAUSS observa la


actuación a través de una abertura de la cortina que da a la pista.
Lleva en la mano un albornoz. Continúan oyéndose las risas de la
escena anterior, ahora mucho más cercanas. KRAUSS, al mismo
tiempo, sonríe. El público vuelve a reír con más fuerza y de
inmediato estalla un largo aplauso. Por la cortina entran corriendo
CHARLIE y WITZI; CHARLIE con su clásica caracterización, WITZI
vestido de clown.

KRAUSS: (Halagador.) ¡Señor Rivel...!

CHARLIE y WITZI, sin dejar de correr, dan una vuelta. CHARLIE


sale de nuevo a la pista, dejando a KRAUSS con la palabra en la
boca. Aumentan los aplausos y las risas del público.

WITZI: ¡Señor Krauss! ¡Buenas noches! ¿De nuevo por aquí? ¿Qué
tal en la Gestapo?
KRAUSS: Como de costumbre.
WITZI: Ya me lo temía.

Un silencio. De pronto se oye una gran carcajada del público


seguida de una gran ovación. Suena la orquesta. CHARLIE vuelve
a entrar. Ahora, una vez dentro, se detiene.

KRAUSS: (Yendo hacia él.) Señor Rivel, usted es...

CHARLIE y WITZI, todavía concentrados en el trabajo, empiezan a


caminar aprisa, esta vez alrededor de KRAUSS.

3
KRAUSS: (Ríe, un tanto desconcertado.) Señor Rivel, realmente
usted es tan... Es el más grande.
CHARLIE: (Sin dejar de dar vueltas alrededor de KRAUSS.) Ah, soy
el más gran, soy el más grande...
WITZI: (Igual.) Es el más grande, es el más grande...
KRAUSS: No sabría explicar lo que hace usted. No tengo palabras.

CHARLIE y WITZI, de repente, se detienen.

CHARLIE: ¡No tiene palabras! (Se palpa todo el cuerpo como


buscando.) Yo tampoco. (A WITZI.) ¿A ti te queda alguna,
Witzi?
WITZI: (Buscando igual.) No. (Tocándose el estómago.) Sí, aquí
tengo una. (Comprueba cuál es.) Pero no se puede decir.
KRAUSS: (Ofreciéndole el albornoz abierto a CHARLIE para
ponérselo.) Su esposa me ha dejado aquí su bata. Su hija
Pauline necesitaba ayuda con el vestido...

CHARLIE introduce los brazos al revés. Mima los gestos de un


cirujano.

CHARLIE: (Yendo hacia WITZI.) A ver, veamos si le podemos


extraer esa palabra. Le advierto que nunca utilizo anestesia.
WIZTI: ¡Qué bestia!

WITZI huye. CHARLIE le persigue. Dan vueltas alrededor de


KRAUSS.

KRAUSS: Señor Rivel, he venido a decirle...


CHARLIE: ¿Qué dice?

4
KRAUSS: Que he venido a decirle...
CHARLIE: Desde aquí no le oigo, acérquese.

KRAUSS camina detrás de los dos, tratando de hacerse oír. Ahora


los tres dan vueltas.

KRAUSS: Como cada año, se está organizando el espectáculo en


honor de nuestro Führer, para celebrar su cumpleaños. Al
doctor Goebbels le gustaría mucho que usted participara.

Finalmente CHARLIE atrapa a WITZI. Le abre la boca y mira en su


interior.

CHARLIE: Al final hará falta la anestesia. ¡Martillo!


KRAUSS: Participaran los mejores artistas del Reich. Carl Orff ha
compuesto una oda especialmente para la ocasión, estará
Von Karajan, en fin... Ah, y José Arriola, español como usted,
tocará el piano.
WITZI: Mientras sólo nos toque el piano...
CHARLIE: Acabaré enseguida. ¡Abrelatas!
KRAUSS: Estaría bien que usted hiciera algunos de sus números.
Ya sabe como el Führer admira su arte.
CHARLIE: Tiene que estar por aquí. ¡Linterna!
KRAUSS: Será el mismo día del cumpleaños, el día 20, por la
noche. Aún no se ha decidido el lugar.
CHARLIE: (A WITZI.) No tenga miedo. Abra la boca.
WITZI: Ah, no, en este país no puedo hacer las dos cosas. O no
tengo miedo o abro la boca.
CHARLIE: ¡Fórceps! Ah, ya la veo. Hay más de una. (Con un truco
visual hace ver que mete la mano garganta abajo y saca una
palabra. Por la palabra.) ¿Scheisse?

5
WITZI: ¿Mierda? No, esta palabra no es mía.
CHARLIE: Veamos, eructe, por favor. (Atrapa la palabra que sale
de la boca de WITZI. Abre las manos.)
WITZI: ¡Ah, Heil! Perdón, es que esta palabra siempre me repite.
KRAUSS: (A CHARLIE.) ¿Qué me dice? Imagino que podremos
contar con usted.
CHARLIE: (Mientras le pide a KRAUSS que le saque la bata.
Después KRAUSS le ayuda a ponérsela correctamente.)
Claro que sí. Pero tendría que hablarlo con mi mujer. Ella se
encarga de todo.
KRAUSS: Ya lo he hecho. Está de acuerdo.
CHARLIE: En ese caso ya pensaremos algo.
KRAUSS: El Führer estará muy contento.
WITZI: Como todo el mundo.
KRAUSS: Tengo otra buena noticia para usted. El Führer vio su
película en un pase privado. Quedó fascinado, conmovido. Me
han dicho que está pensando en la posibilidad de concederle
el título de “Payaso del Estado”.
WITZI: Ah, creía que ese cargo ya estaba ocupado.
CHARLIE: (Alarmado por la actitud de su compañero. Recuperando
la parodia del médico.) Ya puede cerrar la boca, gracias.
KRAUSS: Sería un buen regalo para su cumpleaños. Es el día 23,
¿verdad?
CHARLIE: Me siento muy halagado.
KRAUSS: Pero, por favor, no lo comente con nadie, aún no es
oficial.
WITZI: Pero es cosa segura. El Führer siempre está dispuesto a
cumplir lo que dice.
KRAUSS: (A WITZI.) Déjeme que le dé un consejo: haría muy bien
de meter las narices en el culo.
CHARLIE: (Pera aligerar la situación.) Pero en el tuyo, ¿eh?

6
WITZI: Tengo que irme. Han dicho que uno de los leones del zoo se
ha escapado. Hay orden de matarlo en cuanto lo vean.
KRAUSS: Me parece que usted, de león, tiene muy poco.
WITZI: Sí, pero cómo lo demuestras una vez muerto. (Va a salir.)
KRAUSS: ¡Heil Hitler!

WITZI se toca el estómago con un gesto de pesadez y eructa. Sale.

KRAUSS: En el fondo, admiro a la gente que juega con fuego y se


acaba quemando.
CHARLIE: No haga caso. Él es así, no puede dejar de hacer
bromas. Últimamente está...
KRAUSS: ¿Enfermo?
CHARLIE: No, un poco intranquilo.
KRAUSS: ¿Algún problema?
CHARLIE: No lo sé. Apenas lo conozco. No hace mucho que
trabaja conmigo.
KRAUSS: Bien, quizá algún día nos lo tendrá que explicar. Señor
Rivel, querría pedirle un favor.
CHARLIE: Usted dirá.
KRAUSS: Verá: me gustaría mucho participar personalmente en
este espectáculo en honor de nuestro Führer. Había pensado
que... Le quería pedir si... si me permitiría actuar con usted.
CHARLIE: ¡Pero hombre, qué dice!
KRAUSS: Siempre me ha fascinado el trabajo de los payasos.
CHARLIE: Bien, bien, pero eso no es suficiente.
KRAUSS: De niño siempre decía que de mayor quería ser payaso.
CHARLIE: Y acabó siendo agente de la Gestapo. No es lo mismo.
KRAUSS: Es una buena manera de servir a la patria.

7
CHARLIE: Señor Krauss, ser payaso es otra cosa.
KRAUSS: Para el cumpleaños de mis hijos, siempre me disfrazo y
actúo para ellos.
CHARLIE: No es suficiente. Un payaso no se disfraza de payaso.
Un payaso es payaso siempre, día y noche.
KRAUSS: Sólo se trataría de hacer algo a su lado. Seria un gran
honor para mí...
CHARLIE: Pero no es suficiente.
KRAUSS: Usted podría enseñarme.
CHARLIE: Mire: un payaso, lo es o no lo es. Si es payaso, le
costará toda la vida aprender el oficio. Si no lo es, no lo
aprenderá nunca.
KRAUSS: No tendría por qué hacer de clown. Quizá podría hacer
una especie de Monsieur Loyal.
CHARLIE: Pero no es suficiente. Ya sabe que yo hago pantomima
acrobática con mis hijos o trabajo solo. Ahora,
ocasionalmente, trabajo con Witzi. Pero no llevo ninguna
entrada para una trouppe de tres.
KRAUSS: Podría ser un número clásico para tres payasos en la
primera parte, y en la segunda actuaría usted solo haciendo lo
que quisiera. Han pensado que podría hacer una selección de
sus mejores números.
CHARLIE: ¿Es que la Gestapo no afloja nunca?
KRAUSS: Aflojar supondría un problema, ¿no le parece?
CHARLIE: Y si le digo que no, no dejará de insistir.
KRAUSS: Pertenezco a la Gestapo, señor Rivel. ¿No es suficiente?
CHARLIE: De acuerdo, confesaré.
KRAUSS: Muchas gracias. Cuando quiera empezar no tiene más
que avisarme. Enviaré un coche a buscarlo.
CHARLIE: ¿Qué hay del mío?

8
KRAUSS: Lamento que se lo requisaran. Continuo tratando de
encontrar otro, créame, pero no es fácil. ¿Aún se aloja en el
hotel Edén?
CHARLIE: ¿Acaso no lo sabe?
KRAUSS: Claro que sí. Ah, por cierto, hemos hablado de una
selección de sus mejores números, pero descarte su imitación
de aquel judío, Chaplin. Ese hombrecillo no tiene ninguna
gracia.
CHARLIE: (Da unos pasos imitando a Chaplin.) Oh, claro. Nada de
Chaplin.
KRAUSS: (Ríe. Hace el saludo habitual para despedirse.) ¡Heil
Hitler!

CHARLIE comienza un juego haciendo alternativamente el saludo


nazi y ofreciendo la mano, a contrapunto con lo que hace KRAUSS.
Cuando éste hace el saludo, CHARLIE le da la mano, y a la inversa.
CHARLIE se detiene.

CHARLIE: Búsquese un camarada y empiece a practicar.

Comienza de nuevo el juego con KRAUSS hasta que éste,


desbaratado, sale.

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ESCENA 2

En el camerino. WITI se ha quitado el maquillaje. Se mira en el


espejo, apesadumbrado. Entra CHARLIE. Durante la escena el
también se desmaquilla y se viste de calle.

WITZI: ¿Has visto qué cara ha puesto Krauss? Es un espectador


tan agradecido. Como mínimo ríe tres veces cuando le
cuentas un chiste: una cuando lo oye, otra cuando se lo has
de explicar y la tercera una semana después, cuando por fin
lo entiende.
CHARLIE: No habrías de tocarle tanto los huevos. Un día se
cabreará. No le gustan nada ciertas bromas.
WITZI: ¡Bah!
CHARLIE: Se lo toma todo demasiado en serio.
WITZI: Y encima hemos de participar en sus fiestecitas de
cumpleaños.
CHARLIE: Si nos quieren...
WITZI: Te quieren a ti.
CHARLIE: Nos pagarán bien. Mi mujer se encargará de negociarlo
todo, no te preocupes. Después nos iremos a celebrarlo.
Conozco un local donde todavía sirven unas langostas
buenísimas.
WITZI: ¡Que se hagan la fiesta ellos! No tendrías que colaborar.
CHARLIE: He aceptado que Krauss actúe con nosotros.
WITZI: ¿Qué?
CHARLIE: El hombre quiere salir a hacer un numerito para Hitler.
WITZI: ¿Pero qué se ha creído que es este trabajo?
CHARLIE: Ya se lo he dicho. Yo tampoco estoy de acuerdo.

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WITZI: ¡Pero qué has hecho! ¡Despáchalo! ¡Que se vaya a la
mierda! Si quiere hacer de payaso que lo haga en su casa. El
mundo entero se lo agradecerá eternamente.
CHARLIE: En su casa ya lo hace cuando celebran un cumpleaños.
WITZI: ¡Pobre familia! ¿Y qué hace si no se ríen, los tortura?
CHARLIE: Si le digo que no, es capaz de salir solo, hará el ridículo
y después dirá que no quisimos salir con él.
WITZI: ¡No pueden obligarnos a actuar con un agente de la
Gestapo! ¡Dios mío, es lo último que me faltaba!
CHARLIE: No nos obligan. Nos piden una actuación. Es un
contrato.
WITZI: Ah, es un contrato. Una oferta que no podemos rechazar,
¿verdad?
CHARLIE: Un contrato es un contrato. Mira: yo mismo. Estaba en
Dinamarca trabajando cuando llegaron los alemanes. Aún se
acordaban que había firmado un contrato con ellos y me
hicieron volver para cumplirlo. No sé, ya pensaré algo corto,
cinco minutos y nos lo sacamos de encima.
WITZI: Supongo que asistirá toda la pandilla. No faltará nadie, claro.
A ver quien tiene huevos para no presentarse en el
cumpleaños del jefe. Sólo podrá faltar quien presente un
certificado de defunción. Y aún así seguro que le obligan a ir.
Deberíamos aprovechar la ocasión para fastidiarlos un poco.
Tengo el número ideal.
CHARLIE: ¿Qué quieres decir?
WITZI: Empezaremos por hacerlos reír a ellos...
CHARLIE: Eso es lo que siempre tratamos de hacer.
WITZI: A continuación pasaremos a reírnos con ellos...
CHARLIE: Eso también lo hacemos a menudo.
WITZI: Y acabaremos por reírnos de ellos.
CHARLIE: ¿Y eso por qué?

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WITZI: Alguien ha de atreverse a decir algo en este país.
CHARLIE: Eh, no te compliques la vida. Y no me la compliques a
mí.
WITZI: No nos podemos limitar a divertirlos un rato como si aquí no
pasara nada.
CHARLIE: ¿Y qué pasa?
WITZI: ¿Qué pasa? ¡Dios mío, Charlie! A veces parece como si
no...
CHARLIE: Eh, en primer lugar tú eres payaso, no eres un político.
Tú haces entradas de payaso, no mítines. Si no quieres
trabajar de payaso, dedícate a otra cosa.
WITZI: Nosotros también tenemos nuestras armas. En cada función
vienen a verte más de tres mil personas. ¡Diez mil personas al
día!, que se sientan en su butaca y te miran y te escuchan.
Cada una de esas personas, después de la función, vuelve a
su casa y explica a sus amigos lo que ha visto...
CHARLIE: ¡Eh, para, para! En primer lugar, sabes que eso sólo lo
podrías hacer una vez, no habría una segunda.
WITZI: ¿Eso sería en primer lugar?
CHARLIE: ¿Qué?
WITZI: Es la segunda vez que dices: “En primer lugar”.
CHARLIE: Quería decir en segundo lugar.
WITZI: Ah.
CHARLIE: Ah.
WITZI: Muy bien.
CHARLIE: Muy bien.
WITZI: ¿Y en tercer lugar?
CHARLIE: ¿En tercer lugar?
WITZI: Sí, primero en primer lugar, después en segundo lugar, ¿y
en tercer lugar?

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CHARLIE: En tercer lugar, la gente que viene a vernos, viene para
reírse y olvidarse por un rato de sus sufrimientos.
WITZI: Ah.
CHARLIE: Ah.
WITZI: Muy bien.
CHARLIE: Muy bien.
WITZI: ¿Y en cuarto lugar?
CHARLIE: No hay cuarto lugar.
WITZI: ¿Y quinto?
CHARLIE: Tampoco.
WITZI: Pues en sexto lugar estamos moralmente obligados a hacer
lo que podemos.
CHARLIE: Ya hacemos lo que podemos. ¿O no hacemos nuestro
trabajo lo mejor que sabemos?
WITZI: ¿Eso sería en séptimo lugar?
CHARLIE: ¿Séptimo? Sí.
WITZI: Ah.
CHARLIE: Ah.
WITZI: Muy bien.
CHARLIE: Muy bien.
WITZI: Entonces podemos pasar al octavo lugar.
CHARLIE: ¡No hay octavo lugar!
WITZI: ¡Pues paso directamente al siguiente! (Va a decir algo pero
no acaba de arrancar.) ¿En qué lugar estábamos?
CHARLIE: ¿Qué?
WITZI: ¿Dónde nos habíamos quedado?
CHARLIE: Pero ¿de qué estamos hablando?
WITZI: ¿De qué?

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CHARLIE: Witzi, estás cansado. Ya hemos hecho las tres funciones
de hoy. ¿Por qué no descansas un poco?
WITZI: No sé qué daría por estar en otro lugar. No, en otro lugar no,
en otro tiempo, cuando no había guerra y este país aún no
estaba secuestrado. Cada noche, cuando acababa mi función
en el circo, cogía mi concertina y me iba con Trudi al
Katakombe o al Komiker. Allí estaba rodeado de amigos.
Algunas noches me dejaban actuar. Podía decir lo que
quisiera. Contra todo, contra cualquiera que nos oprimía. Me
sentía útil. Pasábamos hambre pero a ratos éramos felices.
Ahora ni eso.

Sale.

14
ESCENA 3

En el escenario. CHARLIE en un lado. Un poco apartado, WITZI.


Entra KRAUSS. Lleva puesta una mano de goma descomunal. Se
acerca a CHARLIE y sin mediar palabra le pega una bofetada.
CHARLIE se queda quieto.

CHARLIE: ¡No, no! Ha de hacerlo como le enseñé el otro día. Es


así, mire. Permítame. (Le coge la mano de goma y le muestra
cómo se hace pegándole a WITZI.) Así. ¿Ve? Así.
KRAUSS: De acuerdo.

KRAUSS sale.

WITZI: Éste quiere hacernos creer que los de la Gestapo no saben


cómo se pega una buena bofetada.
CHARLIE: (A WITZI.) ¡Sssh! (Ambos vuelven a colocarse en su
lugar. A KRAUSS.) ¡Entre!

KRAUSS vuelve a entrar, se acerca a CHARLIE, le pega una


bofetada. CHARLIE se queda mirándolo.

KRAUSS: ¿No?
CHARLIE: ¡Mmmm! No. Ha de procurar ser un poco más gracioso.
WITZI: (Acercándose.) Espere. Mire, le enseñaré. Así. (Coge la
mano de goma y le muestra cómo hacerlo pero pegándole la
bofetada a KRAUSS.) ¿Lo ve? (Le pega otra.) Natural.
(Empieza a pegar de verdad. Le pega otra.) Soltando la mano.
(Le pega otra.) Como un juego. (Le pega otra.) Pero con
seguridad. (Le pega otra.) ¡Con superioridad!

15
KRAUSS: (Deteniéndolo.) De acuerdo, de acuerdo. Ya lo he
entendido.
CHARLIE: Muy bien, volvamos de nuevo.

KRAUSS sale. CHARLIE y WITZI vuelven a su sitio.

CHARLIE: ¡Adelante!

KRAUSS entra, va hasta CHARLIE y le pega una bofetada.

CHARLIE: (Sin querer decir abiertamente que no lo ha hecho bien.)


¡Mmmm!
WITZI: ¡No, no, no! No es así. Se lo volveré a explicar.
CHARLIE: No, para, para, continuemos o no pasaremos nunca de
aquí. (A KRAUSS.) Ya lo cogerá. Venga, otra vez.

KRAUSS vuelve a pegarle una bofetada a CHARLIE. CHARLIE sale


disparado y rueda por el suelo. KRAUSS sale. CHARLIE,
sorprendido, se toca la cara y lloriquea.

WITZI: ¿Qué ha pasado?


CHARLIE: (Nada.)
WITZI: Me parece que te ha pegado.
CHARLIE: (¿A mí?)
WITZI: Yo diría que sí.
CHARLIE: (Sí.)
WITZI: ¿Y por qué?
CHARLIE: (Se señala a sí mismo de arriba a abajo.)
WITZI: ¿Por ir vestido así?

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CHARLIE: (Igual.)
WITZI: ¿Por ir con la cara pintada?
CHARLIE: (Igual.)
WITZI: ¿No te deja estar aquí?
CHARLIE: (No.)
WITZI: ¡No tiene derecho a pegarte!
CHARLIE: (Dice que no, pero no muy convencido.)
WITZI: Espera, tengo una idea. Mira, si aparece otra vez y vuelve a
pegarte, haré una foto con una cámara. Así tendremos una
prueba y todo el mundo sabrá lo que te está haciendo.
CHARLIE: (Entendido.)
WITZI: Venga, muévete.
CHARLIE: (Le felicita por la idea que ha tenido. Va hacia el lugar
por donde salió KRAUSS pero vuelve atrás. No ha entendido
bien qué ha de hacer.)
WITZI: Cuando él levante la mano para pegarte, yo haré la foto.
Después la repartiremos por todo el mundo. ¿Entendido?
Vamos. (Dibuja un círculo en el suelo con tiza.) Marcaremos
aquí. Ponte en el círculo. Y quieto. Si te mueves, no saldrá
nada. (Se aleja. CHARLIE lo sigue.) No, tu ponte en el círculo.
No has de salir. (CHARLIE señala el círculo.) Eso es. Dentro
del círculo. Así lo atraparemos.

CHARLIE se coloca en el círculo, muy contento. WITZI va a buscar


la cámara fotográfica. CHARLIE llama a KRAUSS con gestos de
provocación.

KRAUSS: (Entrando.) ¿Aún estás aquí? ¿Me lo dices a mí? ¿Me


estás hablando a mí en este tono?

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CHARLIE dice que sí, muy confiado. KRAUSS le pega una bofetada
que le hace rodar por el suelo, lejos del círculo, y se va.

CHARLIE: (Lloriquea, dolorido.)


WITZI: (Vuelve con la cámara.) Bueno, ya estoy preparado. ¿Dónde
estás?
CHARLIE: (¡Aquí!)
WITZI: ¡Es que no entiendes nada! ¡Te digo que te quedes dentro
del círculo y tu vas y te echas ahí!
CHARLIE: (Explica que ha sido KRAUSS quien le ha sacado del
sitio de un bofetón.)
WITZI: Esta bien. Empecemos de nuevo. Yo no me canso nunca.
Quiero ayudarte, lo repetiremos tantas veces como haga falta.
CHARLIE: (Se toca la cara, protestando.)
WITZI: Cuando vuelva le dices que no le tienes miedo. Y, sobre
todo, no te muevas del círculo.

CHARLIE vuelve a llamar a KRAUSS.

KRAUSS: (Volviendo a entrar.) ¿Otra vez tú? ¿No me has oído?


¿Tú no puedes estar aquí?

KRAUSS le pega una bofetada. CHARLIE aguanta de pie, dentro


del círculo. KRAUSS le pega unas cuantas bofetadas más y sale.
WITZI se acerca a CHARLIE, decepcionado. CHARLIE, heroico a
pesar de su estado, señala con satisfacción que no se ha movido
del círculo.

WITZI: Mala suerte... no ha salido.


CHARLIE: (Mira el círculo para certificar que no se ha movido.)

18
WITZI: Sí, sí, lo has hecho muy bien, Charlie, tu no te has movido...
pero esta vez se ha movido la cámara.
KRAUSS: (Entrando.) Un momento. Señor Rivel, antes de
continuar... Mire, no me gustaría que hubiera ningún
malentendido, pero me temo que este número no es el más
adecuado.
CHARLIE: ¿Por qué?
KRAUSS: Vamos, ¿cree que le dejaré hacer todo esto? ¿Cree que
participaré en un juego como éste?
CHARLIE: No entiendo qué quiere decir.
KRAUSS: ¡Se trata del cumpleaños del Führer! Todo el mundo
estará presente. ¿Y usted quiere que yo salga al escenario y
me pase todo el tiempo pegándole?
CHARLIE: ¿Por qué no? El número es así. Es un número de
repertorio.
KRAUSS: Pues no ha elegido él más apropiado. ¡Hay demasiada
violencia! (Después de mirar a WITZI.) ¿O no lo ha elegido
usted?
CHARLIE: (Saliendo al paso.) Da igual quien haya sido.
KRAUSS: ¿Qué imagen cree que voy a dar? ¡Un oficial de la
Gestapo pegando a un hombre como usted delante de todo el
mundo, delante del mismísimo Führer!
WITZI: ¡Nada, hombre! Si quiere puede hacerlo en la parte de atrás
y así no lo verá nadie.
CHARLIE: Señor Krauss, cuando me pega, no me pega a mí, pega
a mi personaje. Es un juego.
KRAUSS: Un juego demasiado equívoco, señor Rivel. ¡Y todo lo
que se dice! ¿Cree que somos idiotas?

WITZI tose. Se señala la garganta, en un gesto de disculpa.

19
KRAUSS: Comprenda que no puedo permitírselo.
CHARLIE: Pero ¿dónde está el problema? Tan solo es una entrada
de payasos.
KRAUSS: Sí, pero todo lo que se dice podría suponer un problema.
CHARLIE: ¿Me está censurando el número?
KRAUSS: ¡No, en absoluto! Pero alguien podría tomárselo a mal.
Todo el mundo está algo susceptible...
WITZI: ¡Qué dice!
KRAUSS: En estos días hay cierta preocupación por la marcha de
la guerra. Son momentos difíciles. Si el Führer, o cualquiera
de sus acompañantes, llegara a sentirse incómodo... O peor
aún, si se sintiera insultado... No se lo puedo permitir, ¿me
entiende?
CHARLIE: ¡Scheisse! ¿Es que no hay nada que les haga reír?
¡Trate de divertirse, hombre!
KRAUSS: Señor Rivel, quiero que me entienda, no quisiera que
tuviera complicaciones. Usted es quien es, lo admiramos, todo
el Reich lo admira, los alemanes lo llevamos en el corazón.
¡Cada hombre, cada mujer, cada niño alemán que ríe cuando
lo ve actuar! ¡Para todos nosotros, usted es un ídolo, lo
sentimos nuestro, es nuestro payaso! No puedo permitir que
se equivoque.
WITZI: (Que hace ver que se ha quedado dormido de aburrimiento.)
¡Zzzzz!
KRAUSS: (A WITZI.) Y usted, ¿no ha dormido esta noche?
WITZI: Demasiado ruido de sirenas.
CHARLIE: ¡Dios mío! De acuerdo, si se ha de quedar más tranquilo,
ya haremos otro.
KRAUSS: Y tal vez no estaría de más que antes del ensayo me
pasara cuatro líneas explicando el número en cuestión.
CHARLIE: (Ofendido.) ¡Ah, no, yo no soy escritor, yo soy payaso!
(Conciliador.) Está bien, ya se lo hará mi mujer.

20
KRAUSS: (Le pasa la mano por el hombro. No se ha dado cuenta
de que aún lleva puesta la mano de goma.) Créame, es lo
más conveniente.
WITZI: ¡Un momento, no se muevan!

Les hace una foto.

21
ESCENA 4

En el camerino. Sonido de sirenas de alarma. WITZI está


desplegando en el suelo un mapa de la península ibérica. Entra
CHARLIE.

CHARLIE: ¿Aún estás aquí? Vamos, bajemos al refugio.


WITZI: ¿Y los demás?
CHARLIE: Ya no queda nadie. Mi mujer y mis hijos acaban de
bajar.
WITZI: Ven, ven, mira.
CHARLIE: ¿Es necesario que hagas esto ahora?
WITZI: Sólo será un momento.
CHARLIE: Están sonando las sirenas.
WITZI: No es nada.
CHARLIE: Los aviones no esperarán a que termines.
WITZI: Aún tardarán en llegar. (Una vez acaba de desplegar el
mapa.) Bien. A ver...
CHARLIE: ¿De dónde lo has sacado?
WITZI: De una librería de Wilhelmstrasse. Es de un amigo.
CHARLIE: No debe estar.
WITZI: (Por el mapa.) ¿En qué parte...?
CHARLIE: (Con un gesto difuso.) Por aquí.
WITZI: (Leyendo.) ¿Aragón?
CHARLIE: Hacia el mar.
WITZI: (Leyendo.) Cataluña. ¿Aquí?
CHARLIE: En la costa.
WITZI: (Leyendo.) Castellón de la Plana.
CHARLIE: Más arriba.

22
WITZI: (Leyendo.) ¿Tarragona? ¿Por aquí?
CHARLIE: Sí. No, más arriba.
WITZI: (Leyendo.) ¿Barcelona? ¿Más arriba, más abajo?
CHARLIE: Sí.
WITZI: Sí, ¿qué? ¿Más arriba?
CHARLIE: Más abajo.
WITZI: (Leyendo.) “Prat de Llobregat, Sitges, Villanueva y Geltrú...”

Estos nombres hacen que CHARLIE se interese. Se acerca al


mapa, se agacha al lado de WITZI y examina la zona un rato.

WITZI: ¿Qué?
CHARLIE: Nada.
WITZI: ¿No está?
CHARLIE: No.
WITZI: ¿Seguro que es por esta parte?
CHARLIE: Sí, más o menos.
WITZI: ¿Más o menos?
CHARLIE: Sí, es por aquí, por aquí.
WITZI: Y ¿cómo sabes que es en la costa?
CHARLIE: ¡Porque había mar!
WITZI: Pero esta costa es muy larga. A lo mejor no es exactamente
por aquí. ¿Y si lo repasamos todo de arriba a abajo?
CHARLIE: ¡Es por aquí!
WITZI: Pues aquí no hay más nombres. Debe ser un pueblo muy
pequeño.
CHARLIE: Ya te lo dije.
WITZI: Es el mapa más grande que encontré.

23
CHARLIE: Venga, vamos. Y no me traigas más mapas, por favor,
déjalo estar. (De lejos se oye ruido de aviones.) Mira, ya están
aquí.
WITZI: ¿No has vuelto nunca?
CHARLIE: No.
WITZI: ¡Tú también...! Si hubieras nacido en una ciudad más
grande. Yo soy de Berlín. Berlín figura en todos los mapas. Tu
pueblo quizás no saldrá en ningún mapa, pero siempre lo
encontrarás en alguna parte cuando quieras volver. En
cambio yo... Sólo podré ver Berlín en algún mapa antiguo.
Pronto no quedará nada.
CHARLIE: No exageres.
WITZI: Y ¿no has querido volver?
CHARLIE: No he pensado en ello.
WITZI: Hay que sentirse de algún lugar.
CHARLIE: Yo soy del lugar donde trabajo. Hoy soy de aquí,
mañana seré de... vete a saber.
WITZI: Está muy bien ser de todo el mundo, pero uno ha de sentir
que pertenece a algún lugar, digo yo.
CHARLIE: Mi lugar son mi mujer y mis hijos.
WITZI: ¡Una patria de carne y hueso!
CHARLIE: Sí.
WITZI: Pero todo el mundo ha nacido en algún sitio, ¿no?
CHARLIE: Nacer se puede nacer en cualquier parte, es una
cuestión de azar.
WITZI: Y ¿morir?
CHARLIE: ¿Qué?
WITZI: ¿Dónde desearías morir?
CHARLIE: ¿Es preciso que hagas estas preguntas ahora?
WITZI: Muy bien, haré otras. ¿Cuántos huevos tiene Hitler?

24
CHARLIE: ¡Dos!... ¿Uno? Yo qué sé.
WITZI: Yo tampoco lo sé. Por eso trato de tocárselos tanto como
puedo, a ver si lo averiguo. (De lejos empiezan a sonar las
explosiones de las bombas.)
CHARLIE: A mí me gustaría morir donde sea, pero trabajando. Es
lo único que deseo. Pero si no nos vamos de aquí, nos va a
caer una bomba en la cabeza.
WITZI: De acuerdo. (Con las manos corta un trozo de mapa, la
zona donde se supone debería estar el lugar que buscaban.)
CHARLIE: Y ahora ¿qué haces?
WITZI: (Le da el trozo de mapa que ha cortado.) Toma, quédatelo.
CHARLIE: No. ¿Qué quieres que haga con esto?
WITZI: Tómalo.
CHARLIE: No.
WITZI: Guárdalo.
CHARLIE: ¡Que no!
WITZI: (Le mete el trozo de mapa en el pecho, bajo la camiseta.)
¡Que sí! Toma, guárdalo aquí. Quizás otro día, si lo miras
bien, encontrarás el nombre.
CHARLIE: Venga, date prisa. (WITZI pliega el resto del mapa.) Mira
cómo has dejado el mapa.
WITZI: Es un trozo muy pequeño. Ni se notará. He pensado otra
entrada para hacer con Krauss. Una cosa muy grotesca.
CHARLIE: ¡Ni hablar! Esta vez la elegiré yo. ¿O acaso no soy el
jefe?
WITZI: Hombre, jefe jefe... De momento, el jefe es el del bigotito.
(Suena una bomba cerca. Hacia el cielo.) ¡Idiotas, estáis
apuntando mal! ¡La Cancillería está hacia allá!
CHARLIE: Witzi, ¿qué te ocurre?
WITZI: ¿A mí?

25
CHARLIE: Pareces un desesperado. Te pones continuamente en
peligro con tu actitud, y lo sabes. ¿Por qué lo haces? ¿Qué
pretendes?
WITZI: (Un poco para esquivar la pregunta.) Ya sabes lo que
pienso. ¡Hay que resistir toda esta mierda con lo que tienes!
¿O no? ¡Ah! (Pausa. Con un tono diferente.) Se llevaron a
Trudi, mi patria de carne y hueso. A mí ya no me queda
ninguna patria. Yo no pensé que... Yo no quería... No quería
que... Lo hice por... Y un día, de repente... Y después...
(Aliviado.) Bueno, ya está, ya te lo he contado.
CHARLIE: ¡Ah!

Cae una bomba muy cerca. Ambos se tiran al suelo.

CHARLIE: ¡Scheisse! ¡De qué poco ha ido!


WITZI: ¡Mira que te lo he dicho, eh: bajemos al refugio!
CHARLIE: (No puede evitar reírse. Después dice con seriedad.)
Witzi, ¿me harás caso? Deja de jugártela, ¿eh?
WITZI: Venga, vamos.
CHARLIE: ¿No te llevas nada?
WITZI: ¿Abajo? No. ¿Llevas tú algo?
CHARLIE: El cepillo de dientes, y un peine.
WITZI: (Ahora es él quien ríe.) ¡Un peine! ¿Para peinarte el
peluquín?
CHARLIE: (Dándole otro cepillo de dientes.) Toma, he cogido uno
para ti.
WITZI: (Le coge la cara con las manos y le da un sonoro beso en la
calva.) ¡Vamos, corre, salgamos de aquí!

Salen corriendo. A CHARLIE se le ha caído el trozo de mapa al


suelo. Se da cuenta pero no lo recoge. Aparece CHARLIE 2

26
atravesando el escenario. Recoge el trozo de mapa. Lo observa. Se
lo guarda bajo la camiseta y sale.

27
ESCENA 5

En el escenario. KRAUSS solo, espera sentado en una silla,


leyendo un escrito. Llega WITZI, vestido de calle. Viene comiendo
una remolacha. Ambos se miran y se saludan fríamente con un
gesto.

WITZI: (Dirigiéndose a la salida opuesta del escenario.) ¡Charlie! (A


KRAUSS.) ¿Ha visto...?
KRAUSS: Todavía no ha llegado.
WITZI: Ah. (Mientras esperan sigue comiendo remolacha.) ¿Qué,
cómo va la cacería? (Parece que KRAUSS no le entiende.)
¡Los leones! (Krauss continua leyendo.) Han plantado
remolachas en Alexanderplatz. (Continua comiendo.) Gracias
a la guerra, muchas noches puedes pasear a oscuras por
Berlín. Es tan agradable. Y si tienes hambre, puedes comerte
una remolacha. (Come.) Ha de disculparme, llego con un poco
de retraso. Pero tengo una buena razón: estaba escuchando
al doctor Goebbels en la radio. ¿Sabe cómo le llama la gente
de la calle al doctor Goebbels? Mahatma Propagandhi. ¡Pero
qué le estoy explicando a usted! Seguro que en la Gestapo ya
lo deben saber. Esta noche, en la radio, le explicaban al
doctor Goebbels que algunos incontrolados van diciendo que
la mitad de los miembros del partido nazi son imbéciles. ¿Y
sabe qué ha contestado? “¡Mentira! ¡Eso es pura propaganda!
¡Le aseguro que la mitad de los miembros de nuestro partido
no son imbéciles!” (Continua comiendo.) Los arios cuando
mastican tienden a aplastar y triturar el alimento, y lo hacen
con la boca cerrada. En los no arios, en cambio, su
masticación vertical tiende, como en los animales, a ser
ruidosa. (Hace ruido al masticar.) Pero ya lo debe saber,
claro. (Pausa.) En Alexanderplatz hay un hombre... Siempre
que paso por allí, me para y me cuenta un chiste. Resulta
que nuestro Führer se está vistiendo y su ayudante le dice:
“Mein Führer, ¿sabe que Napoleón antes de cada combate,

28
siempre se vestía de rojo? Así, si resultaba herido, nadie se
daba cuenta.” “Ah, dice Hitler, entonces a mí vestidme de
marrón.” (Ríe, después para en seco.) Yo ya lo conocía.
Pero hay chistes que tienen eso, ¿verdad? Siempre hacen
gracia. ¡Ay, este hombre de Alexanderplatz...! Explicar
estos chistes... Seguro que no es de raza aria. Pero claro,
como está en la sombra no se le puede ver bien... (Pausa.)
Cuesta entenderlo: El homo germanicus ha de ser rubio,
delgado, alto, viril... y, en cambio, Hitler es moreno, Goering
es gordo, Goebbels es lisiado y muchos especimenes del
homo germanicus son homosexuales.

KRAUSS se levanta y se dirige hacia él con aire amenazador.


Entra CHARLIE vestido de calle.

CHARLIE: Siento llegar tarde.


WITZI: No me digas que tu también te has quedado a escuchar la
radio.
CHARLIE: No, hemos pinchado en Potsdamerplatz. ¿No han
empezado?
WITZI: No, pero estábamos a punto.
CHARLIE: (A KRAUSS.) ¿Tiene claro cómo va todo?
KRAUSS: Sí, muy claro. Su lección del otro día me fue muy útil.
CHARLIE: Muy bien. Para empezar, haremos un repaso de todo.
(CHARLIE y WITZI se ponen una nariz de payaso. CHARLIE
le pasa uno a KRAUSS.) Tenga, póngaselo. Le ayudará a
soltarse.
WITZI: Sí, se sentirá más seguro. Es lo mismo que llevar un
brazalete en la manga.
CHARLIE: Bien, nosotros empezaremos a discutir. No se preocupe
por el tiempo, improvisaremos según cómo respire el público.
Cuando nos encaramemos a la silla, entra usted. Venga, a
partir de aquí. Ya puede hacer su entrada.

29
KRAUSS sale. CHARLIE y WITZI improvisan una discusión. Suben
a la silla. KRAUSS vuelve a entrar.

KRAUSS: (Muy exagerado en su actuación.) ¿Qué escándalo es


éste? ¿No podéis dejar de pelearos?
CHARLIE: (Baja de la silla. Le explica el motivo de la pelea con
gestos y palabras ininteligibles. De repente, se detiene, se ha
perdido en la explicación.) ¡Eso!
WITZI: (Baja de la silla.) Él va diciendo que le debo dinero a todo el
mundo y que no pago mis deudas.
KRAUSS: Si continuáis así, vendrá el diablo y se os llevará.
CHARLIE: (Se ríe.)
WITZI: Eso ya lo hemos oído antes.
CHARLIE: (Hace ver que tiene miedo.) ¡Uyyy!
KRAUSS: Yo ya os he advertido. Si no os lo creéis, allá vosotros.
WITZI: ¡Venga, hombre, venga, lárguese de aquí con su diablo!

CHARLIE también lo echa de allí, muy arrogante, señalando la


salida. KRAUSS comienza a salir. Después da media vuelta y
vuelve. CHARLIE lo echa de nuevo con un gesto. KRAUSS hace lo
mismo una vez más.

CHARLIE: (Fuera de actuación.) Muy bien, pero no exagere. Dos


veces será suficiente. Para mantener un gag tantas veces
hacen falta muchos años de oficio. Ahora nosotros
continuamos peleando, nos volvemos a subir a la silla y usted
vuelve a entrar pero esta vez con los globos. Están ahí detrás.

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KRAUSS sale. CHARLIE y WITZI vuelven a subir a la silla,
improvisando la discusión. KRAUSS vuelve a entrar, ahora con seis
globos atados con sendos cordeles.

KRAUSS: ¡Escuchad, mentirosos! ¡Soy el diablo! Si continuáis


diciendo mentiras, iréis de cabeza al infierno. (Ante la cara
que ponen CHARLIE y WITZI.) ¿No era así?
CHARLIE: Sí, sí. Pero señor Krauss, aunque sea usted el mismo
diablo, trate de ser un poco más gracioso.
WITZI: Si puede.
KRAUSS: (Igual que antes.) ¡Escuchad, mentirosos! ¡Soy el diablo!
Si continuáis diciendo mentiras, iréis de cabeza al infierno.
Estos globos me servirán de prueba. Por cada mentira que
digáis, explotará uno. Y cuando explote el último, al infierno.
(Les da tres globos a cada uno.) ¡Vigilad! (CHARLIE y WITZI
se miran.) ¿Tampoco va bien así?
CHARLIE: (Disimulando.) Sí, sí, solo nos mirábamos cómo parte de
la actuación. Va muy bien.
WITZI: Si sus hijos estuvieran aquí, seguro que se tronchaban de
risa.

KRAUSS sale. CHARLIE y WITZI se quedan inmóviles con sus


globos en la mano.

CHARLIE: Tienes miedo, ¿eh?


WITZI: ¡Qué va!
CHARLIE: Pues demuéstramelo.
WITZI: Me pondré a aprender hebreo para cuando vaya al cielo.
CHARLIE: (Fuera de actuación.) ¿Pero qué dices? Se trata de ir al
infierno.
WITZI: Ah, entonces ya sé suficiente alemán.

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CHARLIE: (No puede evitar reírse. En voz baja, mirando hacia
dónde salió KRAUSS.) Por favor, no hagas estos chistes.
(Vuelve al número.) Demuéstrame que no tienes miedo.
WITZI: Cuando quieras.

CHARLIE avanza hasta el proscenio. Explica al supuesto público


con gestos.

WITZI: ¿Que yo soy un guarro y me como los mocos? ¡Mentira!

Uno de sus globos explota.

CHARLIE: (¡Toma, fastídiate!)


WITZI: (Al público.) Él se inventa historias porque siempre va
borracho. Ayer no se podía aguantar de pie.
CHARLIE: (¿Yo? ¡Nunca!) (Mira de reojo a los globos.)
WITZI: (Al público.) Todo el mundo sabe que bebe como una
esponja.
CHARLIE: (Muy rápido y muy bajo.) Mentira. (Mira de reojo a los
globos.)
WITZI: ¿Qué?
CHARLIE: (Igual.) Mentira.
WITZI: ¿Cómo?
CHARLIE: ¡Mentira!

Uno de sus globos estalla.

WITZI: ¡Ja! Charlie, más te valdría decir la verdad.


CHARLIE: ¡La verdad! (Explica al público con gestos.)

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WITZI: ¿Qué dices? ¿Que yo voy detrás de todas las mujeres?
¡Eso es mentira! (Aparta con aprensión sus globos, que no
estallan.) ¿Lo ves? Yo jamás he engañado a mi mujer.

Estallan los dos globos que le quedaban. CHARLIE lo mira con


suficiencia. Aparece KRAUSS y se lleva a WITZI, sujetándolo por el
cuello de su vestido. CHARLIE le dice adiós. Mira sus globos. Mima
su decisión de no hablar más.)

KRAUSS: (Vuelve a entrar, esta vez con una carta.) Carta para el
señor Charlie. ¡Carta para el señor Charlie! (CHARLIE
permanece callado.) Es para ti, mira la dirección. ¿No sabes
leer?
CHARLIE: ¡Sí!

Estalla uno de los globos que le quedaban.

KRAUSS: Ya te la leeré yo. Es la factura de unos grandes


almacenes. ¡Vaya cuenta! ¡Mil marcos! Con los impuestos, mil
doscientos marcos. El Estado debe andar muy necesitado de
dinero. Tendrás que pagar.
CHARLIE: (No.)
KRAUSS: ¡Ya lo creo que pagarás!
CHARLIE: (¡No, no, no!)
KRAUSS: ¡Si no pagas, irás al infierno!

CHARLIE se lo piensa. Después empieza a retorcer el globo que le


queda para hacerlo estallar.

KRAUSS: Pero ¿qué haces? ¿Te has vuelto loco?

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CHARLIE finalmente consigue que el globo estalle. Se coge a si
mismo por el cuello del vestido y se lleva hacia fuera.

CHARLIE: ¡Charlie, al infierno!


KRAUSS: (Deteniendo el ensayo.) ¡Un momento, señor Rivel!
CHARLIE: ¿Qué ocurre?
KRAUSS: Mire, ahora que lo he visto entero, me parece que este
número no será posible.
CHARLIE: ¿Por qué no?
KRAUSS: Es equívoco... es... ya me entiende...
CHARLIE: ¿Otra vez?
KRAUSS: Hay ciertas alusiones...
CHARLIE: ¿Alusiones? ¿Qué alusiones?
KRAUSS: Todo eso del Estado... Lo de no pagar... Y el papel del
diablo... Es evidente...
CHARLIE: ¡Dios mío, pero si esta entrada es de cuando yo era así!
KRAUSS: Lo siento, pero no podrá ser. En todo caso, se habrá de
retocar.
CHARLIE: ¿Retocarla?
KRAUSS: O buscar otra.
CHARLIE: (Enfadado.) ¡Scheisse! ¿Me está diciendo cómo he de
trabajar? Mire, su problema es que no se lo pasa bien, no se
divierte. De acuerdo, retóquela usted, si quiere. O mejor,
búsquese otra. Yo no puedo perder el tiempo. Actúo dentro de
una hora y tengo que prepararme. Cuando haya decidido
algo, ya me avisará. ¡Witzi!
WITZI: (Entrando con tres globos más.) ¿Qué? De nuevo, ¿no? Ya
lo sabía.
CHARLIE: ¡No! ¡Nada de globos! ¡Se han acabado los globos!
¡Scheisse! Tendremos que hacer otra entrada. Ésta tampoco

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sirve. ¡Qué le vamos a hacer! ¡Scheisse! ¡Scheisse! (WITZI y
KRAUSS ríen.) Y ahora ¿de qué se ríen?
KRAUSS: Disculpe, señor Rivel.
CHARLIE: ¡Scheisse! A mí no me hace gracia.
WITZI: ¡Scheisse!
CHARLIE: ¡Estoy hablando en serio!
WITZI: ¡No, no lo digas! ¡Scheisse!

CHARLIE se va, muy indignado.

WITZI: Eh, Charlie, pero ¿por qué no podemos hacer esta entrada?
CHARLIE: (Mientras sale.) ¡Hay alusiones! Que te lo explique el
señor Krauss.
WITZI: Este Charlie. No te lo puedes tomar en serio ni cuando se
enfada. Nunca podría trabajar en la Gestapo. Ha dicho
alusiones, ¿verdad? ¿Qué quería decir? Si las he sacado
todas. Fíjese: cuando yo le digo a Charlie: “Más te valdría
decir la verdad”, había pensado que él me contestara: “¡Un
alemán nunca miente!” Entonces yo decía: “¿Uno? ¡Es un
triste porcentaje para un país de ochenta millones!” Seguro
que el Führer se hubiera reído. En fin, ya encontraremos otra
cosa. A ver... Mire, para evitar problemas, lo mejor sería que
el número lo hiciera usted con sus camaradas. ¿Qué le
parece? Yo les recomiendo el número de la bombilla. Se trata
de enroscar una bombilla en el techo. Pero a su manera,
claro. Usted se sube a una escalera y aguanta la bombilla con
la mano. Entonces vienen sus camaradas y van girando la
escalera. Tiene el éxito asegurado. (KRAUSS se lo queda
mirando.) ¡Adiós, buen agente!
KRAUSS: ¿Ahora me trata de buena gente?
WITZI: ¡No, qué va! No le he dicho buena gente. He dicho: buen...
agente, buen agente de la Gestapo. Adiós.

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KRAUSS: Espere. Dígame una cosa: ¿No cree que al final he
estado bastante gracioso?
WITZI: ¿Eh? Ah, sí, sí, muy gracioso.
KRAUSS: Yo también había pensado añadir al número una cosa
muy, muy graciosa: usted estaba con los globos en la mano, y
yo me dirigía al público diciendo: Este hombre, hace años,
solía actuar algunas noches, con otro nombre, en el cabaret
Katakombe.
WITZI: ¿Yo? ¡Pero qué dice!

KRAUSS pincha uno de los globos que WITZI sostiene y lo hace


estallar.

KRAUSS: Y estaba casado con una mujer que, digamos... hacía


ruido al masticar.
WITZI: ¡Qué va!

KRAUSS pincha otro globo.

KRAUSS: Tengo un informe de la oficina de investigaciones


genealógicas que dice que una rama de su árbol está podrida.
WITZI: ¡Ja!

KRAUSS pincha el último globo.

WITZI: No ha sido usted, Krauss. No pida un ascenso, no se lo


merece. Todo lo he hecho yo.

KRAUSS le pega una bofetada. Sale.

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WITZI: ¡Es inútil! ¡Nunca lo hará con gracia!

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ESCENA 6

En el escenario del teatro. Entra Witzi, vestido de calle y con una


maleta. Mira el escenario y a un supuesto público. La luz cambia.
Empieza a saludar con un “heil” para cada supuesto espectador,
levantando a medias la mano. De vez en cuando el “heil” es más
pronunciado, dependiendo del estatus del espectador en cuestión.
Se detiene, sorprendido, como si hubiera descubierto entre el
público un espectador en concreto. Hace como que lo reconoce y lo
saluda con un gran “heil”. Después sigue con los demás hasta que,
cansado, decide acabar los saludos que quedan con un “heil”
general en forma de corte de manga. Abre la maleta y saca su
concertina, que utilizará para ir puntuando su “actuación”.

WITZI: Buenos... Buenas noches. Disculpen, ya sé que son las


once de la mañana pero... es que cuando los he visto, de
repente se me ha oscurecido todo. De todas formas, aquí ya
hace tiempo que no se acostumbra a decir “buenos días”.
Desde que ustedes lo cambiaron por el “Heil Hitler”, se
acabaron los buenos días... En Alexanderplatz hay un
hombre... El día que lo encarcelaron, se había enfadado con
un amigo e iba por la calle hablando solo y gritando: ¡Adolf,
hijo de puta! ¡Adolf, hijo de puta! Entonces un policía lo
detuvo: “Le he oído. Ha insultado a nuestro Führer” “¿Yo?
Pero si en Alemania hay un montón de Adolfs.” “ Sí, Adolfs
hay muchos, pero Adolfs hijos de puta...” De todas formas, él
no le guarda ningún rencor a nuestro Führer, ¡qué va! A
veces, cuando no tenía un buen día, decía que Hitler es como
un corsé: oprime a los de dentro, sostiene a los de arriba y
engaña a los de fuera. ¡Pero un mal día lo tiene cualquiera!
Una vez le pregunté: “¿Qué es un nazi?” “Hombre, es aquel
que sigue las ideas del Führer.” “Ah, claro. ¿Y un antinazi?”
“Es aquel que las entiende.” Yo, que no quería pasar por una
persona excesivamente inteligente, me fui a casa enseguida y
me puse a leer el libro de Hitler, Mein Kampf. Perdón, quería

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decir que me puse a releerlo, claro. Pero, miren, no hubo nada
que hacer. A mi ese libro... Mein Kampf es la peor novela
policíaca que he leído, se lo digo yo. Desde la primera página
ya se sabe quién es el asesino. Y no crean que yo soy un
disidente, aunque a primera vista pueda parecerlo. La
pequeña diferencia que existe, entre ustedes y yo, es que yo
soy capaz de no hacer nada en todo el día y ustedes son
capaces de hacer cualquier cosa. ¡Pero que yo sea un
disidente...! Si incluso he comprado un retrato de Hitler, otro
del doctor Goebbels y otro del mariscal Goering. Y aún no he
encontrado el momento, pero en cuanto pueda volver... los
pienso colgar. Quizá la razón de todo haya sido mi pequeño
problema al enviar cartas. Siempre que voy a pegar un sello
con la imagen de nuestro Führer, escupo en el lado
equivocado. A mí... A mí...

Pausa. Mira al supuesto público. Parece que continuará pero


abandona, con un gesto de desencanto. Guarda su concertina en la
maleta. Entra CHARLIE.

CHARLIE: Ah, estabas aquí. Está decidido: no permitiré que Krauss


actúe con nosotros. Ya he tenido bastante. No tiene remedio,
es un caso perdido. No deja de poner pegas a todo... (Ve la
maleta.) ¿Qué es eso?
WITZI: Una maleta.
CHARLIE: ¿Dónde vas?
WITZI: Tengo que irme.
CHARLIE: ¿Te vas?
WITZI: Digamos que me han hecho un contrato.
CHARLIE: ¡Witzi!
WITZI: Es una oferta que no podía rechazar.
CHARLIE: Pero ¿de qué contrato estás hablando?

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WITZI: Bueno, sobre el papel... muy ventajoso... Todo pagado...
CHARLIE: ¡Witzi! Un momento... un momento...
WITZI: En primer lugar, un contrato es un contrato.
CHARLIE: Deja que hable con alguien.
WITZI: Me están esperando.
CHARLIE: Conozco ciertas personas que podrían arreglarlo...
Seguro que me hacen el favor...
WITZI: Ya sabes qué ocurre si llegas tarde, enseguida se ponen
nerviosos. No sé por qué, creen que no quieres ir y vienen a
buscarte...
CHARLIE: No te preocupes, trataré de solucionarlo.
WITZI: Si ha sido una cuestión de suerte: estaba en el lugar
adecuado en el momento adecuado.
CHARLIE: Hablaré con ellos hoy mismo. Se puede solucionar...
WITZI: Soy la persona que buscaban. Se busca clown que se
atreva a contar chistes prohibidos y tenga la sangre algo
sucia.
CHARLIE: Déjame intentarlo. Sólo tendrás que prometerles que no
contarás más chistes.
WITZI: Eso no lo haré. Y aunque lo hiciera, no les puedo prometer
que no he tenido un pariente judío en segundo grado.
CHARLIE: ¿Tienes un...? Debe ser un malentendido...
WITZI: Pera mí no significa nada. La sangre es roja y si te cortas,
sangras.
CHARLIE: Eso quiere decir que tienes una cuarta parte de judío. En
este mismo teatro hay más de uno. No tienen nada en contra.
Legalmente eres alemán.
WITZI: A no ser que te apliquen una de las excepciones previstas:
que muestres que sientes o te comportas como un judío.
CHARLIE: Pero tú no te comportas como un judío.
WITZI: ¿Y cómo se comporta un judío?

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CHARLIE: No lo sé...
WITZI: Ellos sí lo saben. Lo que menos me importaría es tener que
llevar una estrella amarilla en el abrigo. Eso para un payaso...
CHARLIE: ¡Witzi!
WITZI: Charlie... Entiéndeme... No podía trabajar con Krauss... No
te preocupes por mí, todavía me quedan unos cuantos chistes
que contar. La lástima es que no podremos hacerlo juntos.
CHARLIE: Pronto volverás a estar aquí, ya verás.
WITZI: ¡Claro!

Se despiden haciendo un juego de intercambio de sombreros. De


pronto, detienen la broma y se abrazan. WITZI se va.

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ESCENA 7

Andén de una estación de trenes. WITZI espera sentado sobre su


maleta. Aparece CHARLIE 2, caminando hacia él.

WITZI: ¿Charlie?... Charlie, ¿eres tú?... ¡Pero si eres tú! Charlie,


¿qué haces aquí? ¿A ti también te han contratado? ¡Es
fantástico! Pero Charlie, ¿no traes equipaje? Te permiten
llevar una maleta, veinticinco quilos como máximo, lo dice el
contrato. Has de entregar las llaves de tu casa, los
documentos, el dinero y los objetos de valor. Pero mira: te dan
un recibo. Bah, no te preocupes, todo lo que necesitas lo
llevas encima, a ti no te hace falta nada más. ¿Has visto
cuánta gente? Han formado una buena compañía, ¿eh? Eso
es que piensan montar un espectáculo de cojones... Ríete tú
del Medrano y del Krone. De aquí saldrá un espectáculo
nunca visto, ya te lo digo yo. Sólo faltabas tú. Joder, Charlie,
creía que se habían olvidado de ti. Ahora mismo lo estaba
pensando: si quieren montar un buen espectáculo, uno
realmente bueno, no pueden prescindir de Charlie. Y mira por
dónde, levanto la vista, y apareces tú... (CHARLIE 2 se sienta
sobre la maleta de WITZI, a su lado.) El hombre de
Alexanderplatz no podrá venir, tiene un contrato firmado para
un montón de años. ¡Una lástima! Habría podido aportar su
número de la silla. ¿Sabes a cuál me refiero? Sí, hombre. Es
algo absolutamente increíble. De hecho, tu lo miras y es que
no hace nada... Ve la silla, va a sentarse, cae, después se
levanta, quiere volver a sentarse, vuelve a caerse... Increíble...
Sin hacer prácticamente nada. Tan sencillo que no sabes qué
pensar... Pero una vez ha terminado, sientes aquí dentro que
sabes algo que antes no sabías... (Mira a su alrededor.)
Charlie, decididamente estos empresarios no tienen remedio.
Quieren meter en el tren más gente de la que cabe. No sólo
meterán a los artistas, también quieren meter a todo el
público. (Hacia fuera.) ¿Hay alguien de la empresa por aquí?

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(A CHARLIE 2.) Les quiero pedir si no les importa que
viajemos en el mismo compartimiento. Así podremos
aprovechar para ir trabajando. Hemos de preparar algo
realmente bueno, una de esas cosas que no se olvida una vez
vuelves a casa. (Se oye un toque de silbato.) Ah, me parece
que ya nos vamos. Ese debe ser nuestro tren. (Se ponen en
pie. WITZI coge la maleta.) ¡Venga, Charlie, apresúrate!
Vamos a coger un buen sitio. ¡Me pido ventanilla!

Salen corriendo.

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ESCENA 8

En la parte trasera del escenario, KRAUSS mira un ensayo a través


de la abertura de la cortina. Lleva un batín en la mano. CHARLIE
aparece desde el escenario. KRAUSS le ayuda a ponerse la bata.

KRAUSS: Señor Rivel, ¿qué hay de nuestro número?


CHARLIE: ¿No sabe qué ha pasado con Witzi?
KRAUSS: ¿Ya ha pensado qué podríamos hacer?
CHARLIE: ¿Por qué se lo llevaron?
KRAUSS: ¿Sabe cuantos días faltan?
CHARLIE: ¿Era necesario que le hiciera esto?
KRAUSS: ¿Me cree capaz de entrometerme en el trabajo de los
demás?
CHARLIE: ¿No tuvo nada que ver?
KRAUSS: ¿No sabe que las deportaciones no son competencia de
la Gestapo?

Pausa.

CHARLIE: ¿Puede hacer algo por él?


KRAUSS: ¿Usted puede hacer algo por mí?
CHARLIE: ¿Qué quiere?
KRAUSS: ¿Por qué no piensa en nuestro número?
CHARLIE: ¿Y si no quiero pensar?
KRAUSS: ¿Qué significa eso?
CHARLIE: ¿Qué número cree que podríamos hacer ahora?

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KRAUSS: ¿No podemos salir usted y yo solos? ¿No quiere actuar
conmigo?
CHARLIE: ¿Usted no quería actuar con él?
KRAUSS: ¿No le han explicado quién es?

Pausa.

CHARLIE: ¿Y si le digo que he pensado no participar en el


espectáculo?
KRAUSS: ¿Cómo dice?
CHARLIE: ¿Y si decido que no actuaré?
KRAUSS: ¿Le hará un desaire como ése al Führer?
CHARLIE: ¿No soy libre de participar o no hacerlo?
KRAUSS: ¿Entonces no piensa actuar?
CHARLIE: ¿Cómo se lo tengo que decir?

CHARLIE hace ademán de irse. KRAUSS le cierra el paso.

KRAUSS: ¿No quiere volver a ver a su compañero?


CHARLIE: ¿Qué han hecho con él?
KRAUSS: ¿Sabe qué podría hacer usted para que él volviera?
CHARLIE: ¿Es un trato?
KRAUSS: ¿Por qué tan a menudo tengo la impresión de que
adivina lo que pienso?
CHARLIE: ¿Dónde está ahora?
KRAUSS: ¿Siempre quiere ir tan deprisa?
CHARLIE: ¿Se puede perder el tiempo en estos casos?
KRAUSS: ¿Entonces, tiene claro que primero se ha de mover
usted?

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CHARLIE: ¿Debo ser yo?
KRAUSS: ¿Quiere que lo haga volver, sí o no?
CHARLIE: ¿Por qué es tan importante para usted actuar conmigo?
KRAUSS: ¿Por qué es tan importante que vuelva su compañero?
CHARLIE: ¿Me da su palabra?
KRAUSS: ¿Actuará o dejará que se lo lleven?
CHARLIE: ¿No me dirá nada más?
KRAUSS: ¿Tiene suficiente si le aseguro que permanecerá en
Berlín hasta que hagamos nuestra actuación?
CHARLIE: ¿Y después?
KRAUSS: ¿Le parecería bien que lo dejaran en la estación de
metro más próxima para volver a su casa? ¿Va bien así?
CHARLIE: ¿Ha visto a mi mujer?
KRAUSS: ¿Aún tiene más preguntas?
CHARLIE: ¿Y usted?

Salen, cada uno por su lado.

46
ESCENA 9

En el interior de un vagón de tren. En un rincón, un cubo. WITZI, ya


agotado debido al viaje, está sentado en una postura que evidencia
que el vagón va atiborrado de gente. CHARLIE 2 está sentado
sobre sus piernas.

WITZI: (Hacia la gente.) A ver, por favor, pasen hacia el fondo. En


el fondo hay sitio. (A CHARLIE 2.) ¡Lo que cuesta perder las
costumbres! ¿Te has fijado en toda esta gente? Si quieres
que te lo diga: me dan asco. Este olor de sudor... Este hedor
de orina y excrementos me resultan repugnantes. Cuando
todo es necesidad... desaparecen la poesía de Goethe, los
cuartetos de cuerda de Haydn y todo lo demás. Si les han
quitado hasta el sentido del humor. (Levanta un tanto la voz.)
¿Saben? A mí me han caído veinte años y un día por decir
que Hitler es idiota. El día ha sido por el insulto y los veinte
años por difundir un secreto de estado. (A CHARLIE 2.) Sí,
aún son capaces de soltar alguna risita pero... (Pausa.) ¡Dios
mío, Charlie, tengo tanta hambre! Tres días sin comer,
metidos en este vagón, y la gastronomía se convierte en un
tema ridículo. ¿Ves a aquel hombre, aquel que duerme
encima de la maleta? Era el hombre mejor vestido y
perfumado del barrio. Antes he visto cómo cagaba delante de
todos. Parecía tan avergonzado... En un momento, ha
renunciado a ser quien era, se ha abierto paso a codazos
hasta el rincón y se ha agachado sobre el cubo. Y mientras
hacía fuerza, los demás apartaban la vista, no querían mirar, y
disimulaban el asco que les daba sentir el olor, esta
pestilencia humana tan... tan... Se evapora el agua de colonia,
se arruga el almidonado y queda muy poco de todos nosotros.
¿Qué clase de espectáculo podemos ofrecer? Charlie, tengo
el estómago vacío pero se me remueven las tripas. Temo que
antes o después tendré que levantarme y... Eh, Charlie. ¡Sí,
voy a ir a cagar! Pero me sentaré en el cubo con todo el peso,

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con confianza. Y si consigo que todos me miren, como se mira
un cuadro, o a una bailarina, y que al final aplaudan... ¡Bravo!
Entonces, Charlie, ya no necesitaremos tener esperanza
porque ya no nos podrán hacer nada.

Se pone en pie y, al principio con decisión, se abre paso hasta el


cubo. Se baja los pantalones y se agacha sobre él. CHARLIE 2
aparta la vista y mira hacia otro lado. WITZI se tapa la cara.

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ESCENA 10

CHARLIE entra a oscuras en su camerino.

CHARLIE: ¡Carmen! ¿Estás ahí? ¡Pauline! ¿No hay nadie aquí?


¡Han vuelto a cortar la luz! ¡Que alguien traiga más velas, por
favor! (Enciende una vela.)
GOLO: (Cantando mientras aparece en medio de la penumbra.)
“La prisión es un lugar querido
a donde irás si cuentas un chiste
porque Hitler siempre insiste
en que aquí nada es divertido.”
CHARLIE: ¿Witzi, eres tú? ¿Te han soltado?
GOLO: ¡Ah! ¿Señor Rivel?
CHARLIE: ¿Quién es usted?
GOLO: No se alarme. No soy nadie.
CHARLIE: Pero ¿quién es?
GOLO: Sólo un payaso. Casi inofensivo.
CHARLIE: ¿Payaso?
GOLO: Sí. Mis padres eran artistas ambulantes. Ya sabe, un día
aquí, otro allá. A mi madre le vinieron los dolores de parto en
plena actuación. Y yo nací en un pueblecito que ni siquiera
aparece en los mapas. Se llama... Cubelles.
CHARLIE: ¡Ya basta! ¡Me está tomando el pelo!
GOLO: No, lo he leído en el diario. Dos páginas: un reportaje sobre
usted y una entrevista. También dice que actuará ante Hitler
en el espectáculo que le ofrecen por su cumpleaños.
CHARLIE: ¿Qué quiere?

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GOLO: Buscaba a Franz.
CHARLIE: ¿Franz? ¿Qué Franz?
GOLO: Franz el payaso, Franz el cómico, Franz el humorista, Franz
el equivocado, el iluso, el inocente Franz. Trabaja con usted,
¿no?
CHARLIE: Ah, se refiere a Witzi.
GOLO: ¿Se hace llamar Witzi? Un nombre muy apropiado.
CHARLIE: Ya no trabaja aquí.
GOLO: ¿Se fue?
CHARLIE: Debería decirme quién es usted.
GOLO: Sí, claro. No se fía. Y hace bien. No son tiempos para
confiar en nadie. Mi nombre es Hans, pero puede llamarme
Golo, soy un viejo amigo de Franz, de Witzi.
CHARLIE: Witzi tuvo que marcharse hace unos días. Se lo llevaron.
GOLO: ¿Se ha metido en problemas?
CHARLIE: Dijeron que era medio judío. Bueno, ni siquiera medio
judío, un cuarto de judío.
GOLO: ¿Franz? No sabía que fuera...
CHARLIE: Me parece que él tampoco lo sabía.
GOLO: Vaya, el pobre Franz... (Se tambalea, como si fuera a
desmayarse.)
CHARLIE: ¿Qué le ocurre? ¿No se encuentra bien?
GOLO: Sólo es un golpe. En el bombardeo de ayer... Un trozo de
cornisa me cayó en la cabeza.
CHARLIE: ¡Dios mío, está sangrando! Siéntese aquí. Se ha de
curar esa herida. ¡Carmen!
GOLO: Estoy bien.
CHARLIE: Lo llevaré a un hospital.
GOLO: ¡No! No es nada. Es superficial. Es más el cansancio que
otra cosa.

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CHARLIE: Si tuviéramos algo más de luz... ¡Carmen!
GOLO: Con tanto bombardeo, pronto no quedará nadie aquí.
CHARLIE: (Moja un algodón en alcohol y se lo aplica sobre la
frente.) A ver... Así. Lamento que no haya podido encontrar a
Witzi. ¿Hace mucho que se conocen?
GOLO: Desde el tiempo en que un día una patata costaba un marco
y al día siguiente ya valía diez millones. Ambos hacíamos cola
en Alexanderplatz, para pedir trabajo. Él estaba detrás de mí,
y su estómago no paraba de sonar. Entonces me giré hacia él
y le conté un chiste. Él empezó a reír de una manera... cómo
si le fuera a dar un ataque. Después, de repente, se puso
serio y dijo: “Ya lo conocía.” A partir de entonces nos
convertimos en el dúo “Golo und Franz”, los payasos de la
cola. En realidad éramos tres. Él acababa de casarse con
Trudi. Nos entendimos muy bien, al principio. Los tres,
siempre juntos... Hasta el día en que todo se acabó.
CHARLIE: No se entendieron. A mí me pasó igual. Primero con mi
padre, después con mis hermanos. La envidia no es buena
para este oficio. Bien, si quiere algún encargo...
GOLO: Había pensado que tal vez Franz podría saber de algún
trabajo para mí, pero ahora ya...
CHARLIE: Ah, ¿está buscando trabajo?
GOLO: Todo el mundo vuelve a sus orígenes. Yo he vuelto a la
cola.
CHARLIE: ¿Dice que es payaso...? ¿De qué hace?
GOLO: Siempre de augusto. Franz era el clown. Pero puedo hacer
lo que sea.
CHARLIE: Ahora que Witzi no está... Necesitaría a alguien...
GOLO: Bien, yo puedo...
CHARLIE: Alguien para actuar en el espectáculo del cumpleaños.
GOLO: Ah, el cumpleaños.
CHARLIE: No es gran cosa, pero...

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GOLO: Es igual, cogeré lo que haya...
CHARLIE: Espere, déjeme que le explique. Tengo un compromiso.
He de hacer un número con un hombre que quiere actuar para
Hitler. Le quiere ofrecer una actuación como regalo. Parece
que le va la vida en ello...
GOLO: Bueno, es comprensible, para cualquiera sería un honor
actuar ante el Führer, ¿no?
CHARLIE: Sí, claro. Pero el problema es que este hombre no tiene
ninguna experiencia en el mundo del circo, y no tiene ningún
talento, ya le aviso. Se llama Krauss y pertenece a la
Gestapo.
GOLO: ¿A la Gestapo?
CHARLIE: Habrá de tener paciencia con él.
GOLO: ¿Paciencia con la Gestapo?
CHARLIE: Si no quiere hacerlo, no importa. Comprendo que le
inquiete...
GOLO: (Como asustado.) ¿Por qué inquietarme?
CHARLIE: Trabajar con un aficionado.
GOLO: (Bromeando.) Ah, bueno, ya estamos acostumbrados, ¿no?
¿Acaso no hemos tenido paciencia todos estos años?
CHARLIE: Sí, a veces no hay más remedio. Y Witzi no tenía mucha.
GOLO: No ha cambiado. Quizá sería mejor que ése tal Krauss no
me relacionara con él.
CHARLIE: Sí, ya hemos tenido bastantes complicaciones. Bien,
sólo quedan dos días. Si tiene preferencia por algún número...
GOLO: Haré lo que usted quiera. Ah, ¿conoce la entrada de la
bala?
CHARLIE: Sí, claro.
GOLO: Franz y yo la habíamos hecho muchas veces. ¿Qué le
parecería hacer una pequeña variación?

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CHARLIE: Sí, podría ser. Con un par de ensayos lo dejaríamos
listo. No sé si el vestuario de Witzi le irá bien.
GOLO: Ya trataré de aprovecharlo. A él ya no le servirá de nada.
CHARLIE: No, hasta que no vuelva, no.
GOLO: Sería el primero.
CHARLIE: ¿Por qué dice eso?
GOLO: Nadie vuelve de ese viaje.
CHARLIE: No hay que ser tan pesimista.
GOLO: ¿Adónde cree que se lo han llevado?
CHARLIE: A ninguna parte. Está aquí, en Berlín.
GOLO: Una mañana te levantas y te das cuenta que la casa de al
lado está vacía. Un día la mujer que amas... ¿Qué hacen con
toda esa gente?
CHARLIE: Nada. Los llevan a trabajar.
GOLO: Al este.
CHARLIE: Sí, a trabajar al este.
GOLO: Los hay que sí, que tienen suerte y los convierten en
esclavos.
CHARLIE: Todo esto es muy penoso... Pero cuando esta guerra se
acabe...
GOLO: ¿Y qué me dice del resto?
CHARLIE: Mire, aquí trabajaba un músico judío, que también se
llevaron. Nos escribió cartas...
GOLO: ¿Cuánto hace que no reciben una carta suya?
CHARLIE: Y los compañeros le envían paquetes de comida.
GOLO: ¿Cómo saben que le llegan los paquetes?
CHARLIE: Tan sólo los echan. Simplemente no los quieren aquí.
GOLO: ¿Aquí, dónde? ¿En el mundo?
CHARLIE: Pero ¿qué está diciendo?

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De repente, vuelve la luz. Ahora pueden verse bien. Pausa.

CHARLIE: ¡Vaya! Parece que finalmente tendremos función esta


noche.
GOLO: Sí, podremos continuar con nuestras vidas.
CHARLIE: Debería curarse bien esa herida. A veces, estos golpes...
GOLO: Ésta no importa, es de las que se curan.
CHARLIE: Aún no me ha dicho claramente si quiere trabajar
conmigo.
GOLO: Con usted trabajaría donde fuera.
CHARLIE: Hay algo que no le he explicado: he de hacer esta
actuación para recuperar a Witzi.
GOLO: ¡Ah! ¿Tanto poder tiene usted?
CHARLIE: Tengo la palabra de Krauss.
GOLO: ¿Sólo tiene eso? (Pausa.) Está pensando en lo que le he
dicho, ¿verdad?
CHARLIE: Pero sí nadie vuelve, ¿cómo puede saberlo?
GOLO: Es una mancha que se extiende y que empieza a
ensuciarnos a todos.
CHARLIE: ¡Pero usted no ha visto nada! ¿Tiene alguna prueba,
alguna fotografía? (GOLO no le responde.) ¡Entonces! Los
diarios y la radio no dicen la verdad, ya lo sabemos. Pero en
plena guerra qué se puede esperar. Los rumores llenan las
calles. Pero no podemos hacer caso a todo lo que se dice.
GOLO: Sí, ya lo dijo el mismo Hitler: Cuanto más grande es la
mentira, más fácil es que la gente se la trague.
CHARLIE: No puede ser cierto...
GOLO: Es tan horroroso que es imposible de imaginar.
CHARLIE: (Desbordado.) ¿Quiere salir a actuar esta noche?

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GOLO: También habrá de tener paciencia conmigo. Llevo mucho
tiempo sin trabajar.
CHARLIE: No se preocupe, ser payaso no se olvida nunca. Antes
se olvidaría de ir en bicicleta que de ser payaso.
GOLO: ¿Cómo sabe que lo soy?

CHARLIE continúa limpiándole la herida en silencio.

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ESCENA 11

Es de noche. WITZI con su maleta en la mano. CHARLIE 2 está


detrás de él. Mientras WITZI habla, de tanto en tanto, ambos
avanzan unos pasos.

WITZI: ¡Joder, hace un frío que pela! Seguro que nos instalan en
una pensión de mala muerte. Todos los empresarios son
iguales. Con tal de ahorrar... Y esto tiene un aspecto
deplorable, ¿no te parece? Pero ¿dónde coño estamos?
(CHARLIE 2 saca del interior de su camiseta el trozo de mapa
que había recogido y lo estudia.) ¿Quién quieren que venga
aquí a ver un espectáculo? (Se coloca detrás de CHARLIE 2 y
lo hace pasar delante.) Charlie, debo decírtelo. No quiero que
te hundas pero esto no es lo que parece. ¿Te has fijado en
que no hay anuncios luminosos en ninguna parte, ni siquiera
un cartel? Bueno, antes he visto uno en la puerta de una
caseta de la luz, que decía: “¡Cuidado, peligro de muerte!” No
se puede decir que no nos han avisado. (CHARLIE 2 se
coloca detrás de él, dejándolo delante.) Es la primera vez en
mi vida que estoy en una cola donde nadie se quiere colar. Me
parece que cuando te llega el turno, te echan un vistazo y te
preguntan qué sabes hacer. ¡Por qué demonios elegiría yo
esta profesión! (Se coloca detrás de CHARLIE 2, haciéndolo
pasar adelante.) Cuando me pregunten, les diré que soy pintor
de brocha gorda. De joven, trabajé de pintor con mi tío. No
pueden decir que es un oficio inútil. Mira Hitler, empezó de
pintor y ya ves adónde ha llegado. Y aquí hace falta una
buena capa de pintura. Todo está sucio... y oscuro. (CHARLIE
2 emite un sonoro suspiro.) ¡Charlie, por favor, no hagas
comentarios políticos ahora! (Pausa. CHARLIE 2 se coloca
detrás de WITZI, dejándolo delante. Al cabo de un instante,
WITZI hace lo mismo. Después abre su maleta y saca su
concertina.) Toma, quédatela tú. A ti no te la quitarán. Si
tienes problemas, haz ver que forma parte de tu cuerpo. (Se la

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coloca como si fuera un pene.) Así. No creo que se pongan a
mutilar a la gente. Y ahora ¿qué te pasa? ¿A qué viene esa
cara de ofendido? ¿Pequeña? (Estira el fuelle de la concertina
para alargarla.) Mira, siempre puedes hacer así, ¿eh? (Le da
la concertina. CHARLIE 2 se coloca detrás de WITZI y hace
que pase hacia adelante.) Sí, tienes razón. No me esconderé.
Les diré la verdad. Cuando llegue mi turno, les diré que soy
payaso. Yo no sé hacer nada más. Seguro que ya les va bien.
Los payasos también somos necesarios. Incluso para ellos,
somos necesarios. (Pausa.) Somos necesarios, ¿verdad,
Charlie?... Somos necesarios, ¿no?

Con recelo se coloca poco a poco detrás de CHARLIE 2, haciendo


que pase delante.

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ESCENA 12

En el escenario. CHARLIE, GOLO y KRAUSS ensayan. CHARLIE


está subido a una silla. Aguanta un plato con una bala bajo la
barbilla. GOLO está al otro lado, con una pistola en la mano. Lleva
la frente vendada.

GOLO: ¡Señor Krauss!


KRAUSS: (Entrando.) Y ahora ¿qué queréis?
GOLO: ¡Lo hemos hecho! ¡Mire la bala!
CHARLIE: (Con superioridad.) (¡Yo no he tenido miedo!)
KRAUSS: ¡Venga, hombre! Yo no he visto nada. ¿Por qué no lo
volvéis a hacer? Me gustaría verlo.
GOLO: Con mucho gusto. Ahora mismo.

GOLO se guarda la bala. CHARLIE gira sobre si mismo para volver


a subir a la silla. Mientras lo hace, aprovecha, divertido, para
meterse otra bala en la boca. Subido a la silla, aguanta el plato bajo
la barbilla.

GOLO: ¿Preparado?
CHARLIE: (¡Mmm!)
GOLO: Abre la boca.
CHARLIE: ¡Aaaah!
GOLO: ¡Más abierta!
CHARLIE: (Fuera del personaje.) Golo, un poco más lejos. (GOLO
se aleja.) Sí, aquí está mucho mejor.
GOLO: ¡Más abierta! (Mirando hacia la platea.) Por cierto, ¿dónde
se sentará?

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CHARLIE: ¿Dónde se sentará quién?
GOLO: El Führer.
CHARLIE: No lo sé. (A KRAUSS.) ¿Dónde se sentará?
KRAUSS: (A GOLO.) ¿Por qué quiere saberlo?
GOLO: Se me ha ocurrido que quizá podríamos tener un detalle con
él.
KRAUSS: ¿Qué detalle?
GOLO: No sé... Podríamos girarnos hacia él y felicitarlo.
CHARLIE: ¿En este momento?
GOLO: Sí, antes de acabar.
KRAUSS: ¿Felicitarlo?
GOLO: Sí, aquí, los tres.
KRAUSS: Sí, buena idea, muy buena idea. Se sentará allí arriba, en
el palco.
GOLO: Claro, Charlie. Tener al Führer, a nuestro Führer, tan cerca,
y en un día así... (A KRAUSS.) ¿En el palco, dice? ¿Cuál,
aquel de allí?
KRAUSS: Sí, en el primer piso, el del centro.
GOLO: Antes de acabar, podríamos girarnos hacia él y decirle:
¡Feliz cumpleaños!, y después salimos corriendo.
KRAUSS: Sí, sí, perfecto, es un detalle que le gustará mucho.
CHARLIE: De acuerdo. Sigamos, a partir de aquí. (A GOLO, que
aún mira hacia el palco.) ¡Golo!
GOLO: ¿Eh? Ah, sí. ¿Preparado?
CHARLIE: (¡Mmm!)
GOLO: Abre la boca.
CHARLIE: ¡Aaaah!
GOLO: ¡Más abierta!

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CHARLIE: ¡Aaaah! ¡Uuuug! (Hace gestos como si se hubiera
tragado la bala.)
GOLO: (Apuntando con la pistola.) ¡Uno... dos... tres! (Dispara.)
CHARLIE: Muy bien. Yo me tiro el pedo, sale la bala con el humo y
nos vamos.
GOLO: No, nos giramos, decimos: ¡Feliz cumpleaños!, y nos
vamos.
CHARLIE: Eso es, de acuerdo. (A KRAUSS.) Y así terminamos. (Lo
mira, interrogando.)
KRAUSS: Ah, no, no.
CHARLIE: ¿No?
KRAUSS: Usted no puede tirarse un pedo e inmediatamente
después felicitar al Führer.
GOLO: No, claro. El señor Krauss tiene razón. No quedaría bien.
CHARLIE: Pues hagámoslo antes.
KRAUSS: ¡No, no, peor todavía! ¿Quiere que lo felicitemos y usted,
a continuación, tirarse un pedo?
GOLO: No, claro, tampoco estaría bien. ¿Y si lo hacemos antes del
disparo?
CHARLIE: No, eso rompería el ritmo en el momento más
inoportuno. No nos carguemos el número, por favor.
GOLO: Sólo era una idea.
KRAUSS: A mí me parece un gran acierto lo de felicitarlo.
CHARLIE: Pues hagámoslo una vez terminado, en el saludo.
KRAUSS: Ah, bien pensado.
GOLO: Eso es, en el momento de saludar, hacemos un poco de
passacaglia y lo felicitamos.
KRAUSS: ¿Passacaglia? ¿Qué he de hacer?
CHARLIE: ¿Sabe tocar algún instrumento?
KRAUSS: Sí, toco algo el piano.

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CHARLIE: Le costará un poco ir arrastrando el piano por todo el
escenario.
GOLO: No se preocupe, no hace falta que toque nada. Usted
síganos. Lo hará muy bien, ya verá, usted tiene mucha
intuición.
KRAUSS: ¿Le parece?
GOLO: ¡Ya lo creo! Aunque no sea profesional, opino que tiene
mucha gracia actuando.
KRAUSS: ¿Sí?
GOLO: A mí, antes, cuando ha hecho su parte, me ha hecho reír.
KRAUSS: ¡Ah!
CHARLIE: (Que está sorprendido.) De todas formas, aún podemos
mejorar algunas cosas. Volvamos, desde el principio.
KRAUSS: Lo siento pero yo debo irme. Un asunto me reclama. En
el último bombardeo, cayeron algunas bombas sobre la
prisión de Alexanderplatz y algunos reclusos aprovecharon
para huir.
CHARLIE: Pero señor Krauss... Éste es el último ensayo y aún no
sabe bien por donde va.
KRAUSS: Ahora mismo tampoco sé por dónde van los presos
fugados.
CHARLIE: Hagamos un último repaso, al menos. (A partir de ahora
hacen un repaso, con movimientos rápidos, de todo el
número.) Veamos, usted hace su presentación y se va. Las
luces se apagan. Cuando vuelven a encenderse, Golo está en
medio del escenario.
GOLO: Aquí.
CHARLIE: (A KRAUSS.) Entonces entra usted para decirle que no
puede estar allí.
GOLO: Yo le pregunto si me quiere ayudar. (Le da el plato.) Usted
sube a la silla.
CHARLIE: Se pone el plato bajo la barbilla y abre la boca.

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GOLO: Yo me alejo... Apunto...
CHARLIE: Usted baja, asustado.
GOLO: Yo le explico cómo funciona, y usted no quiere saber nada.
CHARLIE: Le devuelve el plato y se aleja. Entro yo.
GOLO: Te pido que me ayudes. (Le pasa el plato.)
CHARLIE: Subo a la silla...
GOLO: Te explico que él, antes, ha tenido miedo de hacerlo.
CHARLIE: Yo me burlo de él. Se me rompe el plato.
GOLO: Te hago volver a la silla y te doy otro plato.
CHARLIE: Me meto con Krauss otra vez. Eso será según cómo
reaccione el público.
GOLO: (A KRAUSS, que cada vez está más confundido.) Al final,
usted se va asqueado.
CHARLIE: Yo vuelvo a la silla.
GOLO: Yo apunto. Uno... dos... tres... ¡Pum!
CHARLIE: Atrapo la bala y la escupo en el plato.
GOLO: Llamo al señor Krauss. Acérquese. Le contamos que lo
hemos hecho.
CHARLIE: Usted no se lo cree. Nos dice que quiere verlo.
GOLO: Y repetimos.
CHARLIE: Subo a la silla...
GOLO: Apunto...
CHARLIE: Me trago la bala...
GOLO: Yo no me doy cuenta. Apunto y disparo.
CHARLIE: Yo me tiro el pedo, sale la bala con el humo y nos vamos
corriendo.
GOLO: No, no, hacemos la passacaglia. (Caminan dando vueltas
en circulo.) Venga señor Krauss. (Krauss se les une como
puede.)

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CHARLIE: De golpe, nos paramos, así en fila, decimos: ¡Feliz
cumpleaños!, y nos vamos.
KRAUSS: ¿No será muy corto?
CHARLIE: No, no. Cuanto más breve, mejor.
KRAUSS: Pero si apenas durará cinco minutos.
CHARLIE: Señor Krauss, es una entrada de payasos, no una ópera
de Wagner.
KRAUSS: De acuerdo. Espero que todo salga bien.
CHARLIE: Sí, hombre, sí.
KRAUSS: Señor Rivel, esto... Sólo hay una cosa que...
CHARLIE: (Que ya lo ve venir.) ¡No!
KRAUSS: Piense en lo que represento... Eso de tener miedo...
CHARLIE: Señor Krauss, el espectáculo es mañana.
KRAUSS: Muy bien, muy bien. No he dicho nada. (De repente se
fija en el vendaje de GOLO.) Señor Golo, le sangra la herida.
GOLO: (Se toca la frente.) ¡Oh, sí! ¡Vaya!
CHARLIE: Ve a ver a mi mujer, que te cambie el vendaje.
GOLO: Sí... Sí, claro...
KRAUSS: Si esta noche hay alarma de bombardeo, baje al refugio,
hágame caso. (Por la herida.) ¿Ve lo que pasa por salir a la
calle cuando no debe? Lo quiero vivo, señor Golo, al menos
hasta mañana.
GOLO: Me comprometo a seguir vivo hasta que se acabe el
espectáculo.

GOLO sale.

KRAUSS: Un personaje realmente extraño. ¿Usted lo ha visto reír?


CHARLIE: ¿Cuándo?

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KRAUSS: Ha dicho que yo tenía gracia.
CHARLIE: No me he fijado.
KRAUSS: ¿Qué le ocurre, señor Rivel? Últimamente lo noto algo
apagado.
CHARLIE: Si todo lo que se dice es cierto, no puedo estar muy
contento.
KRAUSS: No podemos hacer caso de todo lo que se dice.
CHARLIE: Últimamente no suelo hacerlo. Pero no se preocupe,
mañana podrá actuar para su Führer.
KRAUSS: ¿Para él? No. Yo lo que deseo es actuar con usted. Bien,
hasta mañana, señor Rivel, buenas noches.
CHARLIE: ¿Qué hay de Witzi?
KRAUSS: (Como recordándole el trato.) ¡Ah, ah!

Sale.

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ESCENA 13

En un vestuario. WITZI empieza a desnudarse. CHARLIE 2 está a


su lado, con la concertina. WITZI va dejando la ropa sobre un banco
de madera. CHARLIE 2 la recoge y la dobla.

WITZI: Ahora resulta que tenemos piojos. ¡Nosotros tenemos


piojos! Claro: ¿eres artista?, eres un piojoso... ¿Sabes una
cosa, Charlie? Siempre he tenido la fantasía del payaso:
hacer que el público se muera de risa. ¿Me entiendes?...
(Pensando en lo que acaba de decir.) Que se mueran de
risa... Ahora he de salir y hacer una buena actuación para
toda esta gente. La mejor actuación de mi vida. Y matarlos de
risa. Pero quiero decir matarlos de verdad, literalmente, antes
de que lo hagan estos bestias. Que se mueran con una
sonrisa de oreja a oreja, y que esa sonrisa les dure para
siempre. ¿Eh, Charlie? No veas como se cabrearán los de las
SS. Seguro que me acusan de intrusismo.

Se oyen unas voces que gritan y el ruido de una puerta metálica


que se abre. WITZI se va quitando las últimas piezas de ropa.

WITZI: Bueno... Parece que ya nos van a hacer entrar. Charlie, si


por casualidad te encuentras con Trudi, dile que... que me
perdone... que... O si no, sube a una silla y toca algo en la
concertina, ella lo entenderá. (Va hacia la entrada. CHARLIE 2
lo sigue.) Un día Krauss me dio un consejo: “Haría muy bien
de meter las narices en el culo” me dijo. (Tratando de que no
le vean, se mete la mano en el culo, saca una nariz de payaso
y se la coloca. CHARLIE 2 le coge la mano tiernamente.) No,
Charlie, tu no puedes venir. Esta entrada he de hacerla yo
solo. (Por su desnudez.) Mira: esto es todo lo que soy. ¿Pero
sabes? Ahora empiezo a sentirme como no me había sentido
nunca, como un payaso de verdad. ¡Vuelvo ser un niño,
Charlie! ¡Vuelvo a ser un niño!

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WITZI atraviesa la puerta. CHARLIE 2 coge el banco de madera y lo
acerca a la puerta para subir en él y poder mirar a través de una
mirilla. Al cabo de unos instantes, retira la vista. Cabizbajo, baja del
banco y sale.

66
ESCENA 14

En el camerino. CHARLIE está acabando de prepararse para la


actuación. Entra GOLO, ya vestido.

GOLO: La sala debe estar llena hasta los topes. Antes había una
cola en la calle que daba la vuelta al edificio.
CHARLIE: (Buscando.) ¿Has visto mi nariz?
GOLO: Sólo falta él.
CHARLIE: ¿No has visto una nariz?
GOLO: No. ¿Estás seguro de que vendrá?
CHARLIE: Claro que sí. Todo esto se hace para él. ¿Para qué te
buscaba Krauss?
GOLO: Nada, me ha hecho repasar toda su parte otra vez. Está
histérico.
CHARLIE: ¿Lo tienes todo?
GOLO: Sí.
CHARLIE: ¿El plato?
GOLO: En bastidores, junto con la silla.
CHARLIE: ¿La pistola?
GOLO: La llevo en el bolsillo.
CHARLIE: Muy bien. (Buscando su nariz por todo el camerino.)
¡Scheisse, yo tenía una nariz aquí encima, ayer!

KRAUSS asoma por la puerta. Va vestido para la actuación.

KRAUSS: Señor Rivel, ¿qué le parece?


CHARLIE: ¡Ah, muy bien, muy bien!

67
KRAUSS: La chaqueta me queda un poco estrecha. ¿No habría
otra?
CHARLIE: No, qué dice. Si le queda perfecta.
KRAUSS: ¡Y además esta ropa pica! ¡Debe tener piojos!
CHARLIE: ¡Cálmese, hombre! Está muy nervioso. ¿No habrá
encontrado una nariz, por casualidad?
KRAUSS: ¿Una nariz? No. (A GOLO.) Esto... ¿Primero me coloco
el plato bajo la barbilla y después subo a la silla, o era al
revés?
GOLO: No, primero sube a la silla. Como lo acabamos de hacer.
KRAUSS: Entendido. Discúlpenme, creo que tendré que ir al baño.
CHARLIE: Sí, vaya, vaya. (KRAUSS sale.) Está desecho.

De lejos se oye un largo aplauso.

GOLO: Ah, bien, ya ha llegado. Ya lo tenemos aquí.


CHARLIE: (Por fin, encuentra su nariz dentro de un cesto de ropa.)
Ah, mira, estaba aquí dentro. (Encuentra algo más.) Ah, y
también está la pistola. ¿No me habías dicho que la llevabas
en el bolsillo? (GOLO no le contesta. Pausa. CHARLIE se da
cuenta de lo que ocurre. Se abalanza sobre Golo, intentando
coger el arma de su bolsillo.) ¿Pero qué te propones? ¿Qué
vas a hacer?
GOLO: (Liberándose.) ¡Nada!
CHARLIE: ¡Eres un miserable! ¿Por esto buscabas trabajo aquí?
GOLO: No te preocupes, quedarás al margen.
CHARLIE: Esto es... es terrorismo. No permitiré que cometas una
insensatez. Estoy en contra de la violencia. Toda violencia es
mala.

68
Se oye al público, que comienza a cantar el himno nacional alemán,
“Deutschland über alles”.

GOLO: ¿Estás en contra y has trabajado para esta gente todo este
tiempo?
CHARLIE: Yo no trabajo para ellos, yo actúo para la gente
corriente.
GOLO: Toda esta gente tan corriente sabe lo que está pasando. Y
¿qué han hecho? Mirar hacia otro lado mientras reían contigo.
CHARLIE: ¿No te das cuenta? No saldrás vivo de aquí.
GOLO: No les daré ese placer. Guardo una bala para mí.
CHARLIE: Pero ¿qué estás diciendo?
GOLO: Y además, no pueden matar a un muerto. Y yo ya hace
mucho tiempo que estoy muerto.
CHARLIE: Golo, escúchame, ésta no es la manera.
GOLO: ¿Cuál es, pues? Yo no pienso hacer lo mismo que Witzi. El
muy estúpido se pasó la vida pensando que con cuatro
chistes podía enfrentarse a todo. Siempre con la misma
bobada en la boca: “Somos artistas, con nuestro arte
podemos cambiar el mundo.” ¡Nos creíamos tan importantes!
¿Y qué ha podido cambiar? Nada. Ya ves de qué le ha
servido. ¿Y a mí? Sólo para pudrirme en la cárcel.
CHARLIE: Nosotros trabajamos para alegrar la vida a la gente. Para
hacerlos felices. Allí donde sea y sin importarnos quiénes son.
GOLO: ¿Cómo si fuéramos médicos, no? Muy romántico. A ti,
incluso, te vienen a buscar para curar enfermos. Te tienen por
un Dios y te piden milagros. Pero ahí fuera, en esas calles, no
hay enfermos, hay muertos. Todos, en este país, están
muertos. Yo también quiero un milagro, quiero resucitar a
estos muertos, quiero que retornen a la vida. Pero lo haré de
la única manera posible.

69
CHARLIE: ¡No, no! No te lo permitiré, ¿me entiendes? No
saldremos a actuar.
GOLO: ¡No puedes impedirlo!
CHARLIE: ¡Claro que puedo! ¡Suspenderé la actuación! (Se da
cuenta de lo que supondría no actuar.) ¡Dios mío, Witzi!
GOLO: ¡Claro! ¡Witzi! ¡El pobre Witzi! ¡Yo te diré quién es Witzi! Él y
yo éramos amigos, los dos amábamos a Trudi y ella nos
amaba a los dos. Todo era limpio, sin ningún tipo de
malentendido. Hasta que a él se le empezó a llenar la cabeza
de mierda. Se obsesionó con la idea de que Trudi y yo
queríamos abandonarlo... Al final pidió el divorcio. ¿Pero es
que no tenías cerebro? ¡Trudi era judía! Al día siguiente de
obtener el divorcio, vinieron a casa a buscarla. No la volví a
ver. La condenó a muerte. ¡Imbécil!
CHARLIE: Golo, dime que no harás nada. No me obligues a
suspender la actuación.
GOLO: No, no hace falta que suspendas nada. Salgamos y, una
vez en el escenario, cada uno a su negocio.
CHARLIE: ¡No! No puedo dejarte salir...
GOLO: Muy bien. Si prefieres condenarlo...

Una larga pausa. Continua oyéndose el himno. CHARLIE no sabe


qué hacer. Finalmente, toma una decisión.

CHARLIE: ¡Señor Krauss!

Otra larga pausa, ésta muy tensa. GOLO y CHARLIE no dejan de


mirarse. Aparece KRAUSS.

KRAUSS: ¿Qué, ya están preparados? Enseguida nos toca.


CHARLIE: Señor Krauss, no saldremos a actuar.

70
KRAUSS: (Atónito.) ¿Qué? Pero... ¿por qué?
CHARLIE: (Improvisa una razón. Tocándose el vientre.) No me
encuentro bien.
KRAUSS: (Después de los primeros momentos de desconcierto, al
ver a GOLO reír, de repente reacciona, riendo también.)
¡Señor Rivel, usted es un caso! ¡Por un momento...! Haciendo
bromas a mi costa, ¿eh? Disculpen, pero he de volver al baño.
¡Mucha suerte! (Se va. El himno ha acabado.)
GOLO: Ser el mejor payaso del mundo tiene sus inconvenientes.
(Después de una pausa.) Deberíamos ir al escenario.
CHARLIE: ¡Espera! Mi familia y yo hemos decidido salir de
Alemania. Hay un tren...
GOLO: ¿Qué ha ocurrido? ¿Has encontrado tu lugar en el mapa?
CHARLIE: Es un tren que regresa a Suecia. Mi mujer lo está
arreglando todo en la embajada. Es un tren de mercancías
pero lo importante es poder salir. Ven con nosotros.
GOLO: Soy un preso político.
CHARLIE: En Suecia tengo buenos amigos. Allí podrías comenzar
de nuevo.
GOLO: ¿Qué piensas hacer, esconderme en un baúl?
CHARLIE: Podemos intentarlo.
GOLO: Sabes que no hay ninguna posibilidad. Y además, no pienso
morir escondido como una rata. Leí en el diario que te
gustaría morir trabajando.
CHARLIE: (Intenta meter la mano en el bolsillo de GOLO.) ¡Golo,
dame esa pistola! (GOLO se libra de él y sale corriendo.)
¡Golo!

CHARLIE sale tras de GOLO.

71
ESCENA 15

Krauss sale al escenario. Aplausos.

KRAUSS: Mi Führer, para mí es un gran honor poder ofrecerle a


continuación un humilde regalo que hemos preparado con un
artista inmenso, un payaso a quien todos admiramos, el
payaso que ha hecho reír a los alemanes tanto en los
momentos dulces como en los más terribles. Este artista
extraordinario, que un día...

Le interrumpe la aparición de GOLO, que entra corriendo al


escenario, con un plato y una silla. KRAUSS, se queda sorprendido,
dado que no estaba previsto empezar el número de esta manera.

GOLO: Señor, ¿querría ayudarme? (Coloca la silla en un extremo


del escenario.) No tendrá miedo, ¿verdad?
KRAUSS: (Cogiendo el hilo.) No me hagas reír. ¿Miedo yo? ¿De
qué?
GOLO: De sostener un plato.
KRAUSS: ¿Estás bromeando?
GOLO: Usted sube a la silla, coge el plato con las dos manos y lo
sostiene así. (Se coloca el plato, horizontalmente, a la altura
de la barbilla, después se lo pasa a KRAUSS, que hace lo
mismo.) Muy bien. Eso es todo. No se mueva. (Se aleja unos
pasos y se gira. Saca la pistola de su vestido.) Ahora abra
bien la boca. ¡Más! ¡Así!

GOLO estira el brazo y apunta. KRAUSS baja de la silla asustado.

KRAUSS: Eh, esto es una broma, ¿no?

72
GOLO: ¿Y ahora qué le ocurre? ¿Le da miedo un plato?
KRAUSS: (Por la pistola.) ¿Y eso qué?
GOLO: Ah, esto. Ahora se lo explico. Usted sostiene el plato y abre
la boca. Yo cuento: ¡uno, dos, tres!, disparo, usted atrapa la
bala con la boca y después la escupe en el plato. Eso es todo.
Es fácil, ¿verdad?
KRAUSS: ¡Estás completamente loco! ¡Déjame en paz!

Le devuelve el plato. Entra CHARLIE corriendo. Se detiene al ver a


GOLO. Ambos se miran unos instantes.

GOLO: ¡Mira quién tenemos aquí! Hola, Charlie. ¿Qué, dando una
vuelta?
CHARLIE: (Sí.)
GOLO: En ese caso, te contrato. Trabajaremos juntos. Es muy fácil.
Tú subes a la silla, coges el plato y lo sostienes con las
manos, así. Abres la boca y haces “aaaah”.
CHARLIE: (¿Ya está?)
GOLO: Nada más.
CHARLIE: (De acuerdo.)

GOLO se aleja. CHARLIE sube a la silla.

GOLO: Abre la boca.


CHARLIE: ¡Aaaah!
GOLO: ¡Más!
CHARLIE: ¡Aaaah! ¡Aaaah!
GOLO: Charlie, ¿sabes qué ha pasado? Le acabo de pedir al señor
Krauss que sostenga el plato y ha tenido miedo.

73
CHARLIE: (¿Él?) (Baja de la silla y se acerca a KRAUSS. Se burla
de él.)
KRAUSS: Sí, es verdad. He tenido miedo y no me importa decirlo.

CHARLIE, con un gesto de desprecio, se va a su lugar. Al cabo de


un instante, vuelva a bajar de la silla. Se acerca a Krauss, como
preguntándole si realmente le ha dado miedo sostener el plato. Lo
señala mirando al público, no lo puede creer. Mueve los brazos, los
cruza, haciendo exclamaciones y gestos de manera que el plato
acaba en el suelo y se hace pedazos.

GOLO: ¡El plato! Bueno, no importa. Aquí tengo otro. Pero ve con
cuidado. (CHARLIE va a la silla. Está a punto de subir cuando
se lo piensa. Va hacia KRAUSS y de nuevo se encara con él,
gesticulando como antes. GOLO le obliga a volver a su lugar.)
¡Sí, sí, ha tenido miedo!

CHARLIE se sienta en el respaldo dela silla y se burla de KRAUSS.


Baja de la silla, se acerca a él y se reproduce el mismo juego.
GOLO trata de hacerle volver a su sitio. CHARLIE está tan excitado
que golpea con el plato la silla y lo rompe, quedándose con un trozo
de plato en la mano. CHARLIE no se da cuenta y continua
gesticulando en su burla a KRAUSS. Finalmente sube a la silla y
sostiene el fragmento bajo la barbilla. GOLO lo observa en silencio.
CHARLIE abre la boca.

CHARLIE: ¡Aaaah!
GOLO: ¿Y el plato?
CHARLIE: ¡Aaaah! (Finalmente se da cuenta al ver los restos del
plato en el suelo.) ¡Uy! (Acaricia el trozo que lleva en la
mano.)

74
GOLO: (Irónico.) ¡Uy! Se ha roto. (Saca otro plato. CHARLIE vuelve
con KRAUSS para seguir burlándose. GOLO va a buscarlo y
le da el plato.) ¡Deja de fastidiar! ¡Vuelve a la silla!

KRAUSS, harto de las burlas, se va. CHARLIE se pone a


improvisar, se sienta en la silla, encima del plato. GOLO saca la
pistola del bolsillo. Apunta. CHARLIE lo observa como si no pasara
nada. A partir de ahora, CHARLIE hará continuas improvisaciones
para transformar el número, seguidas por los esfuerzos de GOLO
para adaptarse y, al mismo tiempo, conseguir llevarlo hasta el
momento final.

GOLO: (Sorprendido.) ¿Y el plato?


CHARLIE: (¿Qué plato?)
GOLO: ¿El plato que te di?
CHARLIE: (Tocando debajo del asiento. El plato está roto.) ¡Uy!
GOLO: Parece que lo hicieras a propósito.
CHARLIE: (Levanta los brazos, inocente.) (¡No!)
GOLO: (Le da otro plato.) Toma. Pero, éste, nada de romperlo.
CHARLIE: (Tranquilo. No hay ningún peligro.) (Hace unos
malabares con el plato.) (¿Lo ves? No hay peligro.)
GOLO: ¿Quieres parar de hacer eso?

CHARLIE hace malabares más rápidamente, lanzando el plato más


lejos, hasta que pierde el equilibrio y el plato cae al suelo y se
rompe.

CHARLIE: ¡Uy!
GOLO: ¡Ya basta de tonterías! (Va a buscar otro plato y se lo da.)
Toma. Ahora abre la boca.
CHARLIE: ¡Aaaah!

75
GOLO: ¡Más abierta!
CHARLIE: ¡Aaaah! ¡Aaaah!
GOLO: (Estira el brazo y apunta con la pistola.) Uno... (Mira hacia el
palco.)
CHARLIE: ¡Ah! ¡Ah! (Baja de la silla. Deja el plato con aprensión.)
GOLO: ¿Tú también tienes miedo?
CHARLIE: (¡No!) (Se acerca a GOLO, mira el cañón de la pistola.
Saluda y hace ademán de salir.)
GOLO: Espera. Mira, yo apunto, disparo, la bala sale. Tú haces:
¡Am!, atrapas la bala con la boca y la escupes en el plato. No
es muy difícil.
CHARLIE: (Estudiando la jugada.) (La bala sale de aquí (de la
pistola), entra por aquí (por su cuerpo)... y sale por aquí...)
GOLO: No. Así estás muerto.
CHARLIE: (Entonces no. Adiós.)
GOLO: (Obligándolo a ir hacia la silla.) Si te mato te doy mil marcos.
CHARLIE: (Ah, entonces nos entendemos.) (Sube a la silla.)
GOLO: (Mira hacia el palco.) Muy bien, abre la boca.
CHARLIE: ¡Aaaah!
GOLO: (Apuntando.) Uno...

CHARLIE hace ver que ha oído reír a alguien del público. Baja de la
silla y le ofrece el plato a un espectador, como diciéndole: “Si te
parece tan divertido, toma, hazlo tú.”

GOLO: (Se guarda la pistola en el bolsillo y va a buscarlo.)


¿Quieres dejar en paz al público? ¡Ven aquí! (Mientras lo
acompaña hasta la silla, CHARLIE aprovecha para intentar
quitarle la pistola. En otro tono, fuera de la actuación.) ¿Qué
haces? ¡Déjalo ya!

76
CHARLIE sube a la silla. Sostiene el plato. Abre la boca.

GOLO: (Vuelve a apuntar.) Uno... (Mira hacia el palco.) Dos...


(Antes de que diga “tres”, CHARLIE se anticipa haciendo un
gesto como si atrapara la bala con la boca y escupiéndola en
el plato. Desconcertado.) ¡Muy bien, qué reflejos! (Retomando
el número.) ¡Señor Krauss!
KRAUSS: (Entrando.) ¿Qué queréis ahora?
GOLO: ¡Lo hemos hecho! ¡Mire la bala!
CHARLIE: (Con superioridad.) (¡No he tenido miedo!)
KRAUSS: ¡Venga, hombre! Yo no he visto nada. ¿Por qué no
volvéis a hacerlo? Me gustaría verlo.

CHARLIE dice que no. Quiere irse y llevarse a GOLO con él.

GOLO: Con mucho gusto. Ahora mismo. (Empuja a CHARLIE hacia


la silla y le ofrece el plato. CHARLIE intenta decirle que no
tiene bala que esconder en su boca. Y ahora ¿qué te pasa?
(CHARLIE se lo explica con gestos, siempre procurando que
Krauss no se de cuenta.) ¿Qué? (CHARLIE, después de
intentarlo de varias maneras, le dice algo en voz muy baja.)
¿Qué? (Se repite el juego hasta que CHARLIE acaba
gritando.)
CHARLIE: ¡Bala! (Disimulando.) ¡Pala, pala! (Mima la acción de
cavar con una pala.)
GOLO: (Al oído de CHARLIE, fuera de la actuación.) ¿Qué estás
haciendo? ¡Ya basta! (Lo arrastra hasta la silla y lo hace subir.
CHARLIE hace ver que tiene dificultades para esconderse la
bala en la boca. Por la bala.) Al otro lado.
CHARLIE: (Se gira de espaldas.) (¿Dónde?)
GOLO: ¡No! ¡Hacia aquí!

77
CHARLIE se gira, simula un susto, hace caer la bala de su boca.
Rápidamente trata de atraparla. Se le cae al suelo. Se lanza tras de
ella para que Krauss no la vea. Para disimular ante Krauss mima la
acción de nadar. Sube a la silla y se vuelve a lanzar como si lo
hiciera desde un trampolín. Finalmente encuentra la bala y se la
introduce en su boca. GOLO le hace subir de nuevo a la silla, le da
el plato y vuelve a su lugar. Se prepara para disparar. Apunta. De
repente, CHARLIE levanta los manos, como si estuviera detenido,
dejando caer el plato al suelo. GOLO, furioso, va a buscar otro plato
y se lo da.

GOLO: Se acabó, Charlie. Sostén el plato.

Este plato, que aparentemente es igual que los anteriores, es de


metal. Mientras GOLO vuelve a su lugar, CHARLIE golpea el plato
en el respaldo con el objetivo de romperlo. No se rompe. Vuelve a
golpear. Se da cuenta de que el plato es de metal. Mira a GOLO
con gravedad.

GOLO: ¿Preparado, Charlie?


CHARLIE: (¡Mm!)
GOLO: (Mira un instante hacia el palco.) Abre la boca.
CHARLIE: Aaaah!
GOLO: ¡No, más abierta!
CHARLIE: ¡Aaaah!
GOLO: (Vuelve a mirar hacia el palco.) ¡Más!
CHARLIE: ¡Aaaah! ¡Aaaah!...
GOLO: (Apuntando.) Uno...

78
CHARLIE: ¡Uuggg! (Hace gestos de quien se atraganta. Hace ver
que se ha tragado la bala. Se agacha, se levanta, se da
golpes en el pecho, gira sobre la silla, se agarra el cuello...)
GOLO: (Sin hacerle caso ya.) Dos...

CHARLIE dice que ya no hay bala y que el número se ha acabado.


Saluda al público. Baja de la silla, invitando a GOLO a salir con él.

GOLO: (Sigue adelante, decidido.) ¡Tres! (De repente, se gira hacia


la platea, apunta hacia el palco y dispara. Del arma sale una
banderita con la cruz gamada. Silencio. GOLO, horrorizado
mira a CHARLIE, después a KRAUSS. KRAUSS mira al
público, expectante. Estalla un estruendoso aplauso.
CHARLIE, que no sabe qué hacer, mima l’acción de tirarse el
pedo. La “bala” sale ruidosamente de su culo en una
humareda. GOLO sale corriendo. CHARLIE saluda y sale
también, arrastrando su silla.

KRAUSS: (Al público.) ¡Mein Führer, feliz cumpleaños!

Sale mientras continua el aplauso y la orquesta empieza a tocar.

79
ESCENA 16

Una luz extraña permite ver que GOLO está en el suelo. KRAUSS
se acerca y le ofrece una silla. GOLO se levanta con dificultad y
hace ademán de sentarse. KRAUSS le retira la silla. GOLO cae al
suelo. (Se oyen risas, con un sonido extraño, distorsionado, que, a
lo largo de la escena, se van repitiendo en cada “gag”.) KRAUSS le
ofrece de nuevo la silla para volver a retirarla después. Se repite el
juego otra vez pero GOLO ya no se levanta. CHARLIE 2 se le
acerca y le pasa un algodón por la frente. KRAUSS ata unos globos
en el cuello de GOLO. GOLO se eleva, como si estuviera colgado.
Se ahoga visiblemente, saca la lengua. KRAUSS observa el efecto.
CHARLIE 2 sube a la silla y revienta los globos. GOLO cae al suelo.
KRAUSS hace que GOLO suba a la silla. Le hace sostener un plato
en las manos, bajo la barbilla. Se aleja y saca una pistola. Apunta y
dispara. GOLO cae al suelo violentamente. KRAUSS sale.
CHARLIE 2 recoge el plato y escupe en él una bala que llevaba en
la boca. Espera el efecto: que GOLO se levante. Como no lo hace,
CHARLIE 2, sorprendido, coge la bala y vuelve a escupirla en el
plato. GOLO no se mueve. CHARLIE 2 deja el plato y toca unas
notas en la concertina. El resultado es el mismo: GOLO no se
mueve. Finalmente, CHARLIE 2 coge la silla y sale arrastrándola,
con paso cadencioso y vacilante.

80
ESCENA 17

Detrás del escenario, KRAUSS mira a través de la obertura de la


cortina. CHARLIE aparece por un extremo.

CHARLIE: ¿Qué está haciendo aquí?


KRAUSS: Ah, señor Rivel. ¿Sabe que nuestra actuación tuvo un
gran éxito? Todo el mundo habla de ella. El Führer quedó
encantadísimo. Ahora soy famoso.
CHARLIE: Usted ya sabía lo que Golo pretendía hacer, ¿verdad?
KRAUSS: Ah, es el defecto habitual de esta pandilla de traidores:
siempre subestiman el olfato de la policía. (Señalándose la
frente.) El olor de la sangre me dispara la intuición.
CHARLIE: Pero le dejó seguir.
KRAUSS: Por supuesto. No podía permitir que me arruinara la
ocasión de actuar con usted. Me limité a cambiarle el arma
por otra más adecuada a su profesión.
CHARLIE: ¿Qué ha hecho con él?
KRAUSS: El procedimiento habitual. Me mintió cuando dijo que le
había hecho gracia. Le di la oportunidad de reír conmigo...
Hice todo lo posible, créame. ¡Pero no esbozó ni una sonrisa,
que le habría salvado, el hijo de puta!

Pausa.

CHARLIE: (Horrorizado.) ¿Y Witzi?


KRAUSS: ¿Por qué se preocupa tanto por él? ¡No es más que un
pobre diablo, un untermensch!
CHARLIE: ¡Usted ya tuvo lo que quería! ¡Déjelo ir, por favor!

81
KRAUSS: Pronto...
CHARLIE: ¡Scheisse! ¡Ya estoy harto de medias respuestas!
KRAUSS: ¡Muy bien! ¡ Entonces, toda la verdad!
CHARLIE: ¡Dígame dónde está Witzi!
KRAUSS: ¡No lo sé! ¡Ni me importa! ¿Quiere más verdad? Si quiere
encontrarlo, búsquelo sobre los sembrados, en los anillos de
oro que vea, en las pastillas de jabón con que se lava las
manos. ¿Tiene más preguntas?
CHARLIE: Usted es un monstruo, es inhumano.
KRAUSS: ¿Tiene más preguntas?
CHARLIE: Si me permite, debo salir a actuar... Y antes quisiera
hablar con mi mujer...
KRAUSS: Debe estar preparando el equipaje. (Por la reacción de
sorpresa de CHARLIE.) A la Gestapo no se le puede ocultar
nada.
CHARLIE: Yo... me enfriaré aquí.
KRAUSS: De manera que esta noche quiere hacer su última
función. Cuando el barco se hunde, las ratas son las primeras
en saltar al agua. Se lo hemos dado todo, señor Rivel. ¿Así
nos lo quiere pagar?
CHARLIE: Yo... estoy agotado. De tantas cosas que he sabido, de
todo lo que he oído, de todo lo que he visto...
KRAUSS: Podría irse... Pero me podría resultar imposible creer que
usted no tuvo nada que ver en este asunto.
CHARLIE: ¿Qué es lo que quiere?
KRAUSS: (Amargo.) A usted tampoco lo vi reír.
CHARLIE: No lo recuerdo.
KRAUSS: Quiero que me diga... si alguna vez le hice reír.

CHARLIE niega con la cabeza.

82
KRAUSS: Aún puede hacerlo.
CHARLIE: ¿Qué?
KRAUSS: Si es que desea irse.
CHARLIE: ¿Hacer qué...?
KRAUSS: Tan sólo ha de reír conmigo.
CHARLIE: ¿Quiere que ría así...?
KRAUSS: Ahora.
CHARLIE: De acuerdo, estoy dispuesto a reír. Ya puede empezar.
KRAUSS: ¿Qué quiere decir?
CHARLIE: Haga algo para que ría y reiré.
KRAUSS: Pero... ¿Aquí...?
CHARLIE: Ahora.

KRAUSS no sabe qué hacer. Intenta un movimiento impreciso.


CHARLIE espera. KRAUSS abandona.

KRAUSS: Cree que no sirvo para ser payaso, ¿verdad?

CHARLIE niega con la cabeza.

KRAUSS: ¡Mis hijos se ríen conmigo!


CHARLIE: Ríen con usted por el mismo motivo que usted levanta el
brazo ante Hitler.
KRAUSS: ¿Pero podría haberlo sido?
CHARLIE: De niño, cuando decía que quería ser payaso, tal vez.
Ahora ya no. Jamás.

83
Pausa.

KRAUSS: ¡Váyase! A los suecos les alegrará mucho que trabaje


para ellos.
CHARLIE: No volveré a trabajar.
KRAUSS: ¿Qué dice?
CHARLIE: No actuaré nunca más.
KRAUSS: Pero... eso no puede hacerlo.
CHARLIE: Ya no encuentro ninguna razón.
KRAUSS: Cuando la guerra se acabe...
CHARLIE: Pero ¿quién podrá reír después de todo esto?
KRAUSS: ¡No, calle! Si yo supiera que no actuará nunca más, lo
haría fusilar. Lo mataría aquí mismo. Algún día... si
sobrevivimos... Cuando regrese... compraré una entrada e iré
a verlo. Ahora vaya a hacer su maldita función. ¡Fuera!

CHARLIE se va hacia el escenario. KRAUSS no quiere mirarlo.

84
ESCENA EPÍLOGO

CHARLIE sale al escenario. Estalla una ovación. Silencio. Por un


extremo aparece CHARLIE 2, con la concertina y la silla. Va hasta
él. CHARLIE, sorprendido, lo mira con cierta ingenuidad, como si
quisiera reconocerlo. Hace un movimiento con la cabeza. CHARLIE
2 lo imita repitiendo el gesto. CHARLIE hace un movimiento con las
manos. CHARLIE 2 lo imita de nuevo. Después le da la concertina y
la silla, y continua atravesando el escenario hasta que desaparece.
CHARLIE da una vuelta al escenario arrastrando la silla y se coloca
en medio de la escena. Presenta la silla haciéndola saludar. A
continuación presenta la concertina mostrándola con la mano.
Finalmente se presenta a sí mismo de la misma manera. Trata de
encaramarse a la silla. Una vez arriba, se sienta en el respaldo y se
dispone a tocar. Al abrir el fuelle para tocar la primera nota, la
concertina se parte en dos. Sorprendido, se pone en pie, llorando a
su característica manera. Sin que entendamos lo que dice, trata de
explicar lo que siente. Después lanza su conocida exclamación,
profundamente desolada.

CHARLIE: ¡Uuuuh!

Oscuro.

85

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