Está en la página 1de 11

Teoría de la desaparición de Baudrillard, una perspectiva general

Jean Baudrillard fue un sociólogo y ensayista francés que nació en Reims el 20 de


julio de 1929. Destacó como uno de los analistas más lúcidos de la sociedad
contemporánea, quien en 2005 recibió la medalla de oro del Círculo de Bellas Artes
en Madrid, España. Estudió Filología Germánica en la Sorbona, y a partir de 1958 y
1966 fue profesor de alemán en un instituto. En 1966 empieza a dar clases dentro
de la facultad de Letras y Ciencias Humanas en Paris X-Nanterre, donde tuvo una
participación activa en los sucesos de mayo del 68. Posteriormente entre 1986 y
1990 dirigió la IRIS de la Universidad París-IX Daphine. Luego en 2001 comienza a
trabajar en la European Graduate School de Saas-Fee en Suiza, como profesor de
Filosofía de la Cultura y de los Medios. Su tesis doctoral, titulada como “El sistema
de los objetos”, ha sido una de la más peculiares de sus obras, puesto a que supo
relacionar las teorías de Karl Marx en conjunto con los conceptos de Saussure; es
aquí en donde el valor de cambio y el valor de uso de Marx representan el
“significante” y el “significado”. Baudrillard como un estudioso de los medios de
comunicación, define a la pantalla de la televisión como una barrera que nos separa
de los acontecimientos y es por eso que todo lo que se ve a través de ella no logra
afectarnos. Entre sus obras más destacadas se pueden mencionar: La sociedad de
consumo (1970) El espejo de la producción (1973), El intercambio simbólico y la
muerte (1976), De la seducción (1981), Cultura y simulacro (1981), Estrategias
fatales (1983), La transparencia del mal (1990), La guerra del Golfo no ha tenido
lugar (1991), entre otras. Finalmente muere en su país natal, el 6 de marzo de 2007.
Siempre mantuvo una vida bastante alejada de los medios.

Ahora bien, Baudrillard fue una persona que sostuvo una visión poco esperanzadora
sobre la humanidad y su devenir en la historia. Para él las sociedades
posindustriales, son sociedades que tienen un alto porcentaje de estar
mediatizadas; en otras palabras, la información y la comunicación han de cumplir un
rol sumamente importante, siendo protagonistas e incluso tomando un papel
decisivo. El sociólogo galo sostiene una teoría que habla sobre que las sociedades
actuales están dirigidas por el principio de la simulación. El sistema comienza a girar
sobre sí mismo; ya los hechos no tienen la relevancia que tienen los simulacros, los
cuales se anteponen al propio suceso. Es decir, los medios se apropian de los
acontecimientos, siendo ellos quienes lo crean “Esta sociedad ya sólo produce
acontecimientos inseguros, cuya elucidación es improbable. Antes, un
acontecimiento estaba hecho para producirse, hoy está hecho para ser producido.
Así pues, se produce siempre como artefacto virtual, como un travestido de las
formas mediáticas.(Baudrillard,1990 , p.48). Con esto, lo real ya no solo se
representa sino que también se va proliferando de forma casi infinita. La realidad en
sí se va desvaneciendo, se disipa de forma excesiva. A partir de ello, se pierde la
referencia, como bien señala Baudrillard (2004) “Al igual que no existe
representación posible, no existe propiamente hablando difusión de semejante
acontecimiento. Es a la vez espectacular y clandestino. No hay difusión, sino una
especie de difracción (como un fenómeno fractal), de destilación, de silenciosa
eficacia que por supuesto todos tratan de diluir en los comentarios, que son como
sus metástasis” (p.25). A su vez se va provocando una desintegración progresiva de
lo social. El exponencial y veloz avance de la comunicación ha llevado a que lo real
comience a desaparecer, y empiece a verse simulado en un mundo alterno y
paralelo, que si bien tiene realidad, no necesariamente existe.

De esta forma, Baudrillard habla sobre que la creencia sobre la realidad está siendo
cada vez menor, esto en el sentido de que; “es el exceso de realidad el que nos
hace dejar de creer en ella. La saturación del mundo, la saturación técnica de la
vida, el exceso de posibilidades, de actualización de necesidades y deseos. ¿Cómo
vamos a creer en la realidad una vez que su producción se ha vuelto automática?”
(Baudrillard, 2005, p.19) Lo real está siendo sofocado por su propia acumulación. Ya
no existe manera de que el sueño sea un expresar del deseo, debido a que la
realización virtual del sueño está presente. Falta de sueños, falta de deseos.
Actualmente según Baudrillard (1990);

Ya no estamos en el crecimiento, estamos en la excrecencia. Estamos


en la sociedad de la proliferación, de lo que sigue creciendo sin poder ser
medido por sus propios fines. Lo excrecente es lo que se desarrolla de una
manera incontrolable, sin respeto a su propia definición, es aquello cuyos
efectos se multiplican con la desaparición de las causas. Es lo que lleva a un
prodigioso atasco de los sistemas, a un desarreglo por hipertelia, por exceso
de funcionalidad, por saturación. Sólo es comparable al proceso de las
metástasis cancerosas: la pérdida de la regla del juego orgánico de un
cuerpo posibilita que un conjunto de células pueda manifestar su vitalidad
incoercible y asesina, desobedecer las propias órdenes genéticas y proliferar
infinitamente. (p.)

Cabe acotar que este sociólogo estaba adelantando a su época puesto a que hoy es
posible evidenciar todo lo que ha producido este gran auge de la comunicación y
con ello de la tecnología. “Los avances tecnológicos auguran una carrera sin
sentido, un final tétrico, provocado por una explosión interna ante la falta de
referencias a la que está sometido el hombre moderno. Dios ha muerto, Marx ha
muerto, el hombre ha muerto, la economía ha muerto, sólo prevalece el caos de las
apariencias.”(Baudrillard, 1970, p.49). Baudrillard (1990) ya hablaba sobre la
relación que se podría tener con las nuevas tecnologías. Para ello hace una
comparación entre la relación de una máquina tradicional con el hombre y una de
una nueva máquina con el hombre;

En la relación con las máquinas tradicionales no existe ambigüedad. El


trabajador siempre es, en cierto modo, extraño a la máquina, y por tanto
alienado por ella. Mantiene su cualidad preciosa de hombre alienado. Pero
las nuevas tecnologías, las nuevas máquinas, las nuevas imágenes, las
pantallas interactivas no me alienan en absoluto. Forman conmigo un circuito
integrado. Vídeo, televisor, computador, minitel, son, al igual que las lentes
de contacto, prótesis transparentes que están como integradas al cuerpo
hasta formar parte genéticamente de él (...). (p.65)

Como bien plantea el sociólogo francés, la relación que se tiene actualmente con las
nuevas tecnologías es bastante energética, es decir, la tecnología se ha metido con
mayor velocidad en la cotidianidad de los seres humanos, por lo cual se ha
provocado que en buena parte se tenga que depender de estos nuevos avances
tecnológicos. De esta forma es como Baudrillard (1990) plantea una visión sobre el
ámbito de lo social y lo que este éxtasis de la comunicación y de la información ha
provocado en el;
¿Acaso, de igual manera, el éxito de la comunicación y de la
información no procede de la imposibilidad para la relación social de
superarse en tanto que relación alienada? A falta de redoblar en la
comunicación, se multiplica en la multiplicidad de las redes y cae en la
indiferencia de éstas. La comunicación es más social que lo social, es lo
hiperrelacional, la socialidad superactiva por las técnicas de lo social. (p.19)

Básicamente, tomando lo que comenta Baudrillard, la nueva comunicación


extasiada ha traído consigo pues nuevas formas de comunicarse con los otros.
Pudiese decirse que las relaciones sociales han mejorado en la medida de que
ahora es más sencillo hablar con el otro, sin embargo, es realmente esto una
verdadera conversación o es solamente la simulación de la misma. Para respaldar
este argumento Baudrillard (1990) expresa de manera detallada lo siguiente;

Al banalizar la interfaz, la comunicación conduce la forma social a la


indiferencia. Por ello no existe una utopía de la comunicación. La utopía de
una sociedad comunicacional carece de sentido, ya que la comunicación
resulta precisamente de la incapacidad de una sociedad de superarse hacia
otros fines. Lo mismo ocurre con la información: el exceso de conocimientos
se dispersa indiferentemente por la superficie en todas direcciones, pero no
hace más que conmutar. En la interfaz, los interlocutores están conectados
entre sí como un enchufe y una toma eléctrica. «Eso» comunica, como
acertadamente suele decirse, a través de una especie de circuito único,
instantáneo, y para que eso comunique bien, es preciso que vaya rápido, no
hay tiempo para el silencio. El silencio es expulsado de las pantallas,
expulsado de la comunicación. (p.19)

Asombra la forma en que Baudrillard se expresa, respecto a que está haciendo


referencia a la televisión y a todo lo que eso significaba en aquel entonces. Es por
esto que sus argumentos son bastante acertados cuando se hace hincapié en las
implicaciones que han surgido a partir de que las vidas de los seres humanos en la
actualidad giran en torno a una pantalla. De forma irónica Baudrillard (1990)
comenta que “La imagen del hombre sentado y contemplando, un día de huelga, su
pantalla de televisión vacía, será algún día una de las más hermosas imágenes de
la antropología del siglo xx” (p.19). Además de envolver en su teoría de la
desaparición el efecto que tiene el éxtasis de la comunicación, la velocidad de la
información y la gran influencia de la pantalla sobre la realidad, habla también sobre
que muchos otros aspectos están desapareciendo; en este caso hace referencia a
la política. Baudrillard (1990) señala que;

Es cierto que la política ha desaparecido, pero no ha trascendido en lo


social sino que ha arrastrado lo social en su desaparición. Estamos en la
transpolítica, o sea en el grado cero de lo político, que también es el de su
reproducción y de su simulación indefinida. Pues todo lo que no se ha
trasladado más allá de sí mismo tiene derecho a un revival interminable. Así
pues, la política jamás acabará de desaparecer, pero no permitirá que
aparezca nada en su lugar. Estamos en la histéresis de lo político. (p.16)

Siguiendo el hilo conductivo de la teoría de Baudrillard sobre la desaparición de lo


real, es momento de hablar sobre las repercusiones que esta desaparición trae a la
vida del ser humano. Es por esto que Baudrillard (2009) en su obra titulada como
¿Por qué todo no ha desaparecido aún?, expresa que;

(...) podemos pensar que todo lo que desaparece,-las instituciones, los


valores, las prohibiciones, las ideologías, las ideas mismas- sigue llevando
una vida clandestina y ejerciendo una influencia oculta, como se ha dicho de
los dioses antiguos que en la era cristiana tomaron la forma de demonios.
Todo lo que desaparece infiltra nuestra vida en dosis infinitesimales, a
menudo más peligrosas que la instancia visible que nos dominaba. En
nuestra época de tolerancia y transparencia, las prohibiciones, los controles,
las desigualdades desaparecen uno por uno, pero sólo para interiorizarse
mejor en la esfera mental. Incluso podríamos imaginar que seguimos las
huellas de nuestras vidas anteriores, por no hablar del inconsciente. Nada
desaparece nunca. Pero no hagamos parapsicología y miremos un poco por
el lado de la desaparición del sujeto, que es un poco la imagen en espejo de
la de lo real. (p.17)
Cuando las cosas, las acciones y los signos quedan despojados de su idea, de su
concepto, de su valor, de su esencia, de su origen, de su referencia y de su final,
entran en una etapa de auto proliferación hacia el infinito. Gracias a esto las cosas
siguen en funcionamiento aun cuando su idea pasó mucho tiempo desaparecida; lo
hacen con una indiferencia total hacia su contenido propio. Y la paradoja de todo
esto tiene que ver en que logran funcionar mucho mejor. Así es como por ejemplo la
idea de progreso ha desaparecido, pero el progreso continúa dando pasos
agigantados. La idea de la riqueza que sostiene la producción ha desaparecido, sin
embargo, la producción continua avanzando cada vez más. Lo que sucede es que
se aceleran las cosas a medida en que se vuelven indiferentes a sus finalidades
naturales. Retomando nuevamente la idea de la política, su idea ha desaparecido,
pero el juego político avanza con una indiferencia oculta respecto a su propia
partida. Con la televisión sucede que se va a desarrollar con una indiferencia total
hacia sus propias imágenes. Por ello se plantea la duda sobre que ¿es posible que
todo sistema, todo individuo contenga la pulsión secreta de liberarse de su propia
idea, de su propia esencia, para poder proliferar en todos los sentidos, extrapolarse
en todas direcciones? Sin embargo, las consecuencias de esta disociación solo
pueden ser mortíferas. Una cosa que pierde su idea es como si un hombre perdiera
su sombra; de esa forma cae en una ilusión en la que se pierde. (Baudrillard, 1990)

Siguiendo la idea de que todas sus cosas pierden su esencia, su idea, su concepto;
Baudrillard (2009) expone lo que sucede con el sujeto;

En efecto, el sujeto se pierde, el sujeto como instancia de voluntad, de


libertad, de representación, el sujeto del poder, del saber, de la historia, aquél
desaparece, pero deja tras de sí a su espectro, su doble narcisista, un poco
como el gato dejaba flotar su sonrisa. El sujeto desaparece, pero en provecho
de una subjetividad difusa, flotante y sin sustancia, ectoplasma que lo
envuelve todo y lo transforma en una inmensa superficie de reverberación de
una conciencia vacía, desencarnada -cosas todas que brillan con una
subjetividad sin objeto-, donde cada mónada, cada molécula está presa en
las redes de un narcisismo definitivo, de un retomo-imagen perpetuo. Ésta es
la imagen de una subjetividad de fin del mundo, de donde ha desaparecido el
sujeto como tal, que ya no debe enfrentarse con nada. El sujeto es víctima de
esta peripecia fatal, a la que, en un sentido, ya nada se opone, ni el objeto, ni
lo real, ni el Otro. (p.17)

Esto último señala pues el resultado que tiene la influencia de la desaparición de lo


real sobre el hombre, quien es víctima de todos estos sucesos que envuelven el
fenómeno de dicha teoría. Esta desaparición del sujeto para Baudrillard es el paso
de una vida real a una vida virtual, donde reina la subjetividad y el hombre se
transforma en un espectro que simula representar la verdadera realidad de cierta
persona. Con esto surge un tema, el de la identidad y la diferenciación con los
demás. Baudrillard (1997) sostiene que;

(...) en nuestra búsqueda desesperada de identidad y de diferencia. Ya


no tenemos tiempo para buscarnos una identidad en los archivos, en una
memoria, en un pasado, ni tampoco en un proyecto o en un futuro.
Necesitamos una memoria instantánea, una conexión inmediata, una especie
de identidad publicitaria que pueda comprobarse en el instante mismo. Así, lo
que hoy se busca con respecto al cuerpo ya no es tanto la salud, que es un
estado de equilibrio orgánico, sino la forma, que es una expresión efímera,
higiénica y publicitaria del cuerpo -mucho más que una performance que un
estado ideal- y que a la vez hace de la enfermedad una contra-perfomance.
Dicho en términos de moda y de apariencias, lo que se busca ya no es tanto
la belleza o la seducción, sino el look. (p.21)

Lo que se quiere decir con respecto a esto es que cada quien busca su look, es que
ya no es posible definirse solo por la propia existencia, no queda de otra sino hacer
un acto de apariencia sin preocuparse de ser, ni tampoco de ser observado. No se
trata de decir: yo existo, estoy ahí; sino más bien: soy visible, soy imagen, look, look.
Cada quien se vuelve empresario de su propia apariencia. (Baudrillard,1997). Esto
sucede porque al desaparecer la necesidad de definirse de forma real, bien sea a
través de la propia personalidad o la personalización que pudiese tener el hombre
respecto a su entorno, la identidad de las personas queda sometida a una mera
simulación, donde en la era de las plataformas virtuales, se abre un sinfín de
maneras para que las personas puedan ser lo que nunca lograron ser en la
realidad.”La «persona» en valor absoluto, con sus rasgos irreductibles y su peso
específico, tal como la ha forjado toda la tradición occidental, como mito organizador
del Sujeto, con sus pasiones, su voluntad, su carácter o... su banalidad, esta
persona está ausente, muerta, ha sido barrida de nuestro universo funcional. Lo que
se pretende «personalizar» es pues esa persona ausente, esa instancia perdida.”
(Baudrillard,1970, p.153). Se desprenden de su realidad y se sumergen en una
simulación total, creando quizás un alter ego virtual, el cual será el protagonista de
las nuevas relaciones sociales que existen gracias a la nueva comunicación. En
otras palabras, la esencia de una persona, definida a partir de su personalidad, se
pierde, desaparece, puesto a que en el mundo virtual cada quien asume la
personalidad que más se ajuste a sus necesidades, complejos, deseos, etc. Es
necesario volver a señalar que el sociólogo galo se refiere pues a todo ese
movimiento social y cultural que hubo a finales del siglo XX, donde las cosas se
hicieron cada vez más superficiales, todo se medía en cuestión de los signos.”Es
importante comprender que esta personalización, esta búsqueda de estatus y de
prestigio social se basa en los signos, es decir, no en los objetos y bienes en sí
mismos, sino en sus diferencias.” (Baudrillard, 1970, p.157). Posteriormente esos
signos rompen su valor y se transforman en meras simulaciones, ahora el prestigio y
el estatus social lo puede determinar un perfil en alguna red social con cientos de
miles de seguidores.

Baudrillard comienza a adentrarse más en lo que significa este paso de lo real a lo


que va más allá de lo real, algo que el catálogo como Hiperrealidad, lo cual significa
que “Lo real no se borra en favor de lo imaginario, se borra en favor de lo más real
que lo real: lo hiperreal. Más verdadero que lo verdadero: como la
simulación”(Baudrillard, 1983, p.8).Baudrillard (2002) expone lo siguiente;
(...) la raza humana y todo el planeta se están convirtiendo ya en su
propia realidad virtual, que bajo su vasta bóveda geodésica de información, el
planeta ya se ha embarcado en una vía experimental sin retorno. Desde este
momento es posible preguntarse si todavía estamos tratando con seres
humanos. ¿Es todavía esta especie que logra sintetizar su propia
inmortalidad, y que busca transformarse en pura información, una especie
humana? (p.14)
Asimismo, Baudrillard ya para los años setenta venía advirtiendo que todo lo que se
ha venido recopilando significaba para la humanidad. En una de sus obras más
nombradas, titulada como La Sociedad de Consumo (1970) Baudrillard va a exponer
lo que se estaba buscando en aquel entonces con todo este auge del signo, la
comunicación y la información. Es así como Baudrillard (1970) sugiere que;

(...) hay que cuidarse de interpretar esta gigantesca empresa de


producción de artefactos, de make-up, de subobjetos, de
pseudoacontecimientos que invade nuestra existencia cotidiana como
desnaturalización o falsificación de un «contenido» auténtico. Por todo lo que
acabamos de decir, vemos que el desvío del sentido, la despolitización de la
política, la aculturación de la cultura, la desexualización del cuerpo en el
consumo mediático está mucho más allá de la reinterpretación «tendenciosa»
del contenido. Todo ha cambiado en la forma: en todas partes, se opera la
sustitución y el lugar de lo real aparece ocupado por lo «neo-real»,
completamente producido partiendo de la combinación de elementos del
código. En toda la superficie de la vida cotidiana, se da un inmenso proceso
de simulación, a imagen y semejanza de los modelos de simulación sobre los
que trabajan las ciencias operacionales y cibernéticas. Se «fabrica» un
modelo combinando rasgos o elementos de lo real y se lo hace «representar»
un acontecimiento, una estructura o una situación futura y luego se sacan
conclusiones tácticas a partir de las cuales se opera sobre la realidad. Este
puede ser un instrumento de análisis en un procedimiento científico
controlado. En las comunicaciones de masas, este procedimiento adquiere
fuerza de realidad: la realidad queda abolida, se volatiliza a favor de esta
neo-realidad del modelo materializada por el medio mismo. (p.210)

Esta neo-realidad es la que luego se va a llamar como Hiperrealidad. Esto se


desarrolla a partir de que “La realidad ha muerto por su manipulación general, todos
nos podemos recrear mediante vídeos, ordenadores, juegos de ordenador y
representaciones comunicacionales, todos somos actores y nadie tiene tiempo para
ser espectador; lo que no conduce a una comunicación verdadera sino a una
confusión total es la función de la hiperrealidad y la realidad virtual, acabar con la
realidad misma por sobre-exposición” (Baudrillard, 1970, p.55). Este es uno de los
puntos claves que protagonizan la teoría de la desaparición de lo real de Jean
Baudrillard. “toda realidad es absorbida por la hiperrealidad del código y de la
simulación. Es un principio de simulación que nos rige en lo sucesivo en lugar del
antiguo principio de realidad. Las finalidades han desaparecido, son los modelos los
que nos generan. Ya no hay ideología, sólo hay simulacros.” (Baudrillard, 1980, p.6)

Por último, este devenir de la desaparición está protagonizado por el nacimiento de


una era en donde todo irá más allá de sí. El transhumanismo, aunque Baudrillard no
menciona explícitamente dicho término, hace énfasis en que el futuro que le depara
a la humanidad va a estar determinado por la excesiva actividad que tendrá la
tecnología en la vida humana. Con esto nos referimos a que la tecnología va a
abarcar todos los espacios y ámbitos de la vida humana, bien sea de manera en
que aporte beneficios y solucione problemas, así como también que generará
nuevos dilemas sobre hasta qué punto está bien que la tecnología impere sobre la
humanidad. Para ello Baudrillard (1990) hace referencia a McLuhan y plantea una
cuestión que genera incertidumbre sobre los próximos años;

El horizonte sexual y social de los otros ha desaparecido virtualmente


y el horizonte mental se ha restringido a la manipulación de las imágenes y
de las pantallas. Por tanto tiene todo lo que necesita. ¿Por qué debería
preocuparse por el sexo y el deseo? Pendiente de las redes nace el
desafecto de los demás, de sí, contemporáneo a la forma desértica del
espacio generado por la velocidad, de aquélla de lo social generado por la
comunicación y por la información, de aquélla del cuerpo generado por sus
innumerables prótesis. Todo lo del ser humano, de su cuerpo biológico,
muscular, animal, ha pasado a las prótesis mecánicas. Nuestro mismo
cerebro ya no está en nosotros, fluctúa alrededor de nosotros en las
innumerables ondas hertzianas y ramificaciones que nos circundan. No es
ciencia ficción, es simplemente la generalización de la teoría de McLuhan
sobre las «extensiones del hombre». Simplemente, a fuerza de hablar de la
electrónica y de la cibernética como extensiones del cerebro, de alguna
manera es el cerebro mismo el que se ha transformado en una extensión
artificial del cuerpo, y que por tanto ya no forma parte de él. Se ha exorcizado
el cerebro como modelo, para accionar mejor sus funciones. Se ha formado
una prótesis en el interior mismo del cuerpo. Así es la espiral del ADN: una
verdadera prótesis en el interior del individuo, de cada una de sus células. Y
esto vale para todo el cuerpo, es el cuerpo mismo el que se ha transformado
en una extensión artificial de sus mismas prótesis. (p.24)

Ahora, para continuar el buen entendimiento de esta teoría, es necesario señalar y


especificar diversos conceptos que constituyen las bases de la desaparición que
plantea Jean Baudrillard.

También podría gustarte