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Los problemas para falsar concluyentemente una teoría, ya que los enunciados
observables dependen de la propia teoría, así como la dificultad de progreso
científico si se aplica de forma radical el falsacionismo, llevaron a algunos
investigadores a meditar sobre la resistencia al cambio en las teorías científicas por
el hecho de que no se encuentran aisladas sino que funcionan como estructuras
organizadas. Entre estos autores, y dentro de la denominada escuela histórica,
destaca Kuhn, quien en su obra La estructura de las revoluciones científicas postula
una concepción discontinuista del proceso de desarrollo científico.
2. Período de inseguridad.
En cualquier caso, las teorías articuladas no dejan de ser científicas por el hecho de
que hayan sido descartadas. Sin embargo, es difícil poder considerar el desarrollo
como un proceso de acumulación. La investigación histórica misma, que muestra
las dificultades para aislar inventos y descubrimientos individuales, proporciona las
bases para abrigar dudas profundas sobre el proceso de acumulación, por medio
del que se creía que había surgido esas contribuciones individuales a la ciencia
(Kuhn, 1971).
La amplitud del concepto de paradigma hace que Kuhn admita la imprecisión del
término y posteriormente lo sustituya por el de “matriz disciplinaria” (disciplinaria,
porque se refiere al patrimonio común de los que practican una disciplina, y matriz,
porque alude a un conjunto ordenado de elementos de diversa naturaleza que
requieren especificación adicional): “Una matriz disciplinar está compuesta de
paradigmas, partes de paradigmas que constituyen una unidad y funcionan
conjuntamente” (Katouzian, 1982, pág. 123).
El proceso de sustitución de unos paradigmas por otros, puede resumirse en las
siguientes etapas:
• Periodo de confusión
• Nuevamente ciencia normal, integrada por los nuevos paradigmas aceptados, con
lo que el proceso dialéctico inicia un nuevo ciclo.
El camino abierto por Kuhn apunta, pues, no sólo a una concepción diferente a la
popperiana de progreso científico y de racionalidad científica, sino que también
propicia cierta reflexión sobre la finalidad de las ciencias, las responsabilidades de
la praxis científica y, encontrando una perspectiva hacia la epistemología social de
la ciencia (Mardones y Ursa, 1982).
Kuhn ofrece una teoría del progreso científico en la que la ciencia normal es lo
habitual y la revolución lo excepcional, realizándose la aceptación de la falsación
por parte de la comunidad científica con carácter extraordinario.
A lo largo de un período de ciencia normal, las teorías y principios que dan lugar a
un paradigma son aceptados de forma indiscutida en la comunidad científica,
originándose un proceso de perfeccionamiento del mismo. Como afirma el profesor
Quintanilla (1976), “la actividad científica en estas épocas se limita a ser una tarea
de resolver rompecabezas más o menos nuevos con ayuda de los instrumentos
tradicionales. Se trataría, en cierto modo, de un proceso en el que lo único que
acontece es que aumenta el campo de las experiencias a las que se aplican unas
teorías y procedimientos dados...”. Y como indica Schwartz (1972), durante las
épocas de ciencia normal “la comunidad científica trabaja sobre la base de un
paradigma o teoría común indiscutida; los científicos se ocupan principalmente de
resolver los acertijos que plantea tal paradigma. Lejos de querer refutarlo buscando
contraejemplos fácticos, los científicos, en épocas normales, consideran los hechos
que no corresponden a lo predicho por el paradigma como anomalías que, o se
resuelven, o se archivan, o se toman como muestra de la incapacidad del
experimentador. La acumulación de anomalías, sin embargo, crea un ambiente de
crisis en la comunidad científica; cuanto más se prolongue la crisis, más probable
es la aparición -a menudo simultánea en varios lugares distintos- de un nuevo
paradigma, que resultará en otra época de ciencia normal. Lejos de abandonar,
pues, sus teorías a la primera señal de refutación, los científicos tienden a
mantenerlas contra las anomalías hasta tanto no tienen otro paradigma más
satisfactorio al que acogerse”.
Kuhn (1971) señala, por su parte, que “el descubrimiento comienza con la
percepción de la anomalía, o sea, con el reconocimiento de que en cierto modo la
naturaleza ha violado las expectativas inducidas por el paradigma, que rige a la
ciencia normal”. Esta sustitución de paradigmas tiene lugar cuando la energía de
una crisis y un paradigma alternativo se satisfacen. Ese es el punto donde la
resistencia al cambio se debilita y acaba por derrumbarse.
De esta forma, con el establecimiento del nuevo paradigma se consigue cumplir tres
importantes exigencias (Katauzian, 1982): “Ofrece una solución a la crisis científica;
proporciona una nueva visión del mundo; y finalmente ofrece una agenda de
investigación alternativa sobre la que los científicos trabajen”.
De otro lado, cabe señalar que la tesis defendida por Kuhn estaba dirigida, en cierto
modo, a criticar la metodología de Popper. Como es sabido, este autor niega la
existencia de todo procedimiento de verificación, y en su lugar hace hincapié en la
importancia de la falsación, esto es de la prueba que, debido a que su resultado es
negativo, hace necesario rechazar una teoría establecida. En este sentido, Kuhn
(1971) señala “el papel que en este ensayo atribuimos a las experiencias anómalas;
o sea, a las experiencias que, al provocar crisis, preparan el camino hacia una nueva
teoría. Sin embargo, las experiencias anómalas no pueden identificarse con las de
falsación. En realidad, dudo mucho que existan estas últimas”.
Cabe añadir, que la principal novedad aportada por este autor es, en opinión de
Medina (1989), el concepto de paradigma, y que las principales diferencias que lo
separan de los positivistas se encuentran en la sustitución del individuo por la
comunidad científica y la teoría por el paradigma, así como la eliminación de la
acumulación lineal de hechos y teorías por las fases normales y revolucionarias en
la ciencia (Medina, 1989).
Por último, señalar, que motivado por las críticas recibidas por la imprecisión del
concepto de paradigma, Kuhn (1971) sugiere la utilización del término “matriz
disciplinar” en sustitución de este último, porque se refiere a la posesión común de
los practicantes de una disciplina particular y está compuesta por elementos
ordenados de varios tipos. Estos elementos serían los que a continuación se
exponen:
3. Valore: son los elementos que más hacen en pro de considerar a la comunidad
científica como un todo. Su importancia particular surge cuando los miembros de
una comunidad científica deben identificar las crisis o, posteriormente, elegir entre
teorías.