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Estas reacciones somáticas causadas por las emociones están controladas por el sistema
nervioso autónomo y por el hipotálamo, por ello se consideran involuntarias (sudoración, ritmo
cardíaco acelerado, etc.). Sin embargo, también podemos decir, que una emoción puede
generar comportamientos observables más o menos controlables como pudieran ser gestos,
lenguaje no verbal, expresiones faciales, etc.
Se considera que existen una serie de emociones básicas universales que todas las personas
independientemente de su cultura, experiencia o vivencias, poseemos desde que nacemos; sin
embargo otras sí están condicionadas por las experiencias pasadas y por los aprendizajes que
se van adquiriendo a lo largo de la vida.
No existe consenso sobre cuáles son las emociones primarias, las más básicas, y cuáles las
secundarias. Las últimas teorías, y en especial las de mayor popularidad, hablan de que al
menos parecen existir entre cuatro y ocho emociones básicas.
Emociones primarias
Son aquellas que aparecen con gran rapidez. Se originan en la amígdala y son innatas.
– Alegría: euforia, gratificación, felicidad, ganas de volver a sentir este tipo de situaciones.
– Miedo: nos prepara ante una amenaza, se anticipa a ella y produce nerviosismos, inseguridad
o ansiedad entre otros estados.
– Aversión: tendencia a alejarnos de aquello que rechazamos, que nos da asco, etc.
Emociones secundarias
– Vergüenza
– Orgullo
– Excitación
– Ansiedad
– Inseguridad
– Esperanza
– etc.
En definitiva, es difícil establecer un número exacto de las emociones existentes, pero lo que sí
se puede afirmar es que las emociones básicas sirven de base para el resto de emociones, que
son más complejas y numerosas que estas. De hecho, en 1980, Robert Plutchik definió «la
rueda de las emociones», en la cual se podían observar cómo las distintas emociones se
combinaban entre sí para crear otras más complejas.