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Tarea 3

Transdisciplina
Luis Muñoz Martínez

En su influyente Introducción a la lectura de Hegel, el filósofo ruso Alexander Kojève


comprimió la profunda innovación que supuso el sistema dialéctico en una sugerente
fórmula: “toda acción humana es historia, la historia es tiempo; el ser humano es, por tanto,
tiempo”. Separada de la densa red argumentativa que la sostiene en el texto original, la
frase puede sonar reduccionista, incluso simplona; desmadejarla para revelar toda su
complejidad es una tarea que rebasa las aspiraciones del presente trabajo, por lo que ha de
tomarse únicamente como recordatorio de la posición fundamental que ocupa la
temporalidad en la experiencia humana. En consideración a lo anterior, la escasa relevancia
de las nociones de tiempo e historia en los modelos teóricos de la psicología —disciplina
cuyo objeto es, precisamente, la experiencia humana— se antoja como una limitación
grave, un caso de miopía epistémica. Al respecto, la psicóloga social venezolana Maritza
Montero señaló que “el carácter histórico de los procesos cognoscitivos pasó a ser sólo una
referencia, una mención superficial, que nada agregaba al asunto tratado, llegándose incluso
a considerar que, si algo era histórico, escapaba entonces al interés psicológico”.

Con el fin de paliar el carácter atemporal y ahistórico del que está imbuida buena parte de
la psicología, pensadores como Kenneth Gergen han sugerido un acercamiento
transdisciplinario a la historia. Dicho acercamiento puede arrojar una nueva luz en más de
una dirección: por un lado, permitiría explicar con mayor profundidad eventos pretéritos,
ahondando en las representaciones, actitudes, sesgos y demás procesos cognoscitivos que
pudieron haber influido el decurso histórico; por otro lado, enriquecería la comprensión de
fenómenos psicológicos al considerarlos dentro del contexto de una sociedad y cultura
cambiantes, cuyas transformaciones impactan la experiencia subjetiva de los individuos.
Este enfoque podría ser especialmente provechoso para la psicología social, puesto que, en
palabras de Gergen, esta disciplina es “ante todo, una indagación histórica. A diferencia de
las ciencias naturales, trata con hechos que son en gran medida irrepetibles y que fluctúan
sensiblemente a lo largo del tiempo porque los hechos sobre los cuales se basan
generalmente no permanecen estables”. (Gergen, 1998, citado en Almagro, 2008).

Un ejemplo concreto que se beneficiaría de un análisis transdisciplinario psico-histórico es


el de la Guerra Cristera, conflicto disputado entre el gobierno anticlerical encabezado por
Plutarco Elías Calles y milicias de feligreses católicos, de 1926 a 1929. He tenido la
oportunidad de visitar rancherías que fueron hogar, escondite e incluso cuartel de
combatientes cristeros en el estado de Aguascalientes. Hablar con los descendientes de
quienes sufrieron el frente de batalla es una oportunidad para vislumbrar las creencias y
actitudes que forjaron en aquellas personas la voluntad de lucha, su sistema de valores y su
representación del mundo. A través del andamiaje teórico y las herramientas metodológicas
de la psicología social, este conocimiento, que hasta ahora permanece anecdótico (o, en el
mejor de los casos, registrado en diarios y crónicas), podría ser robustecido y generar
indagaciones más serias sobre los mecanismos psicológicos de la fe. Que un estudio de esta
índole sea ideográfico, esto es, que describa hechos singulares y proponga explicaciones no
generalizables, no es una debilidad. Al contrario, da cuenta del carácter proteico y complejo
del ser humano, justificando así que se estudie no desde el paradigma de las ciencias
naturales sino desde el de la ciencia histórica.

Este esfuerzo transdisciplinario no sólo favorecería a la psicología, que por fin tomaría en
cuenta el carácter inexorablemente histórico de su sujeto de estudio, sino que dotaría al
análisis de la historia de una dimensión adicional. Reconocer que el sujeto histórico
también desea, teme, juzga y tiene sesgos implica abandonar la escenificación maniquea
que abunda en libros de texto y en la cultura popular, donde los participantes del proceso
histórico son percibidos como poco más que peones en una partida planeada de antemano,
engranes en un mecanismo de relojería.

Referencias

Almagro, A. (2008). Marañón y la psicología social histórica. Consideraciones


epistemológicas y metodológicas. Athenea Digital, XIV, 21-39.

Kojeve, A. (1954). Introduction to the Reading of Hegel. Cornell University Press: Ithaca.

Montero, M. (2002). Tiempo y transformación social: construcción y deconstrucción.


Psykhe, XI (2), 215-223.

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