Bolilla 2: el Derecho Penal y la Constitución Nacional
1. Relaciones del derecho penal con la Constitución Nacional.
En los ordenamientos jurídicos de los modernos estados de derecho, la Constitución, en cuanto ley suprema, se erige en el marco normativo de referencia insoslayable, regulador y limitador del sistema de control social llamado sistema penal. Es la Ley Fundamental la que marca al legislador el sistema axiológico en el que deberá inspirarse al dictar la ley penal, delimitándole, además, su ámbito de actuación. El modelo constitucional penal integra la dimensión antropológica, social, cultural y jurídica del fenómeno penal, el modelo comprende: 1) Los principios generales de la constitución, que indican directrices de la política criminal, las cuales inciden en el sistema penal y lo legitiman antropológica, cultural y socialmente. 2) Los derechos fundamentales del hombre, consagrados en la Constitución de 1853 y enriquecidos con el paradigma constitucional de 1994. 3) Los preceptos constitucionales que expresamente regulan contenidos del sistema penal, integrado por el derecho penal, procesal penal y penitenciario. La pretensión de elaborar un diseño constitucional de derecho penal no debe entenderse como un proyecto desde afuera de la Constitución, sino como una sistematización de las normas superiores vigentes con relación al derecho penal, procesal penal y penitenciario, es decir, una elaboración intraconstitucional de lo penal. Sistematización que deberá tener en cuenta los contenidos de los tratados internacionales de derechos humanos enumerados en el artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional. Puede hablarse de un derecho constitucional penal, como el conjunto de valores y principios generales que surgen de la Constitución Nacional, y de los concretos preceptos de ella vinculados al sistema penal. Los principios generales de la Constitución- Jerarquía y subordinación En primer lugar, los principios generales que la Constitución consagra y que tienen relevancia para el sistema penal. Del preámbulo de la Constitución Argentina se extraen como fines de la Constitución “afianzar la justicia”, “promover el bienestar general”, “asegurar los beneficios de la libertad”. La Primera Parte (Parte Dogmática) de la Constitución Nacional consagra entre otros la adopción de la forma representativa republicana federal de gobierno (artículo 1 y 5); principio de igualdad ante la ley (artículo 16). Del capítulo segundo de esta primera parte se extraen: consagración normativa del sistema democrático, al que denominamos principio democrático (artículos 36, 38 y 75 incisos 19 y 24), el principio de soberanía popular, la iniciativa y consulta popular. Además, de la Segunda Parte (o Parte Orgánica) de la Constitución: el artículo 75 inciso 22 otorga jerarquía constitucional a un grupo de tratados en los que se condensan los derechos fundamentales del ser humano, del inciso 23 que consagra la igualdad real de oportunidades y trato, el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos, una particular protección respecto de los niños, las mujeres, los ancianos y las personas con discapacidad, del inciso 19 que ratifica el fin de promoción de los valores democráticos, etcétera. 2. Disposiciones de derecho penal contenidas en la Constitución Nacional a) En este punto, podemos situar a las llamadas garantías penales: Exigencia de ley previa (art. 18 C.N) Irretroactividad de la ley penal más severa (art. 18 C.N) Prohibición de injerencia en la vida privada (arts. 18 y 19 C.N) Respeto del principio del juez natural (art. 18 C.N) Derecho a un proceso regular (art. 18 C.N) Derecho de defensa (art. 18 C.N) Prohibición de detención arbitraria (art. 18 C.N) Derecho del inculpado a no ser obligado a declarar contra sí mismo (art. 18 C.N) Restricciones a la imposición de la pena de muerte (art. 18 C.N) Humanidad de las penas (art. 18 C.N) b) Un segundo aspecto se halla configurado por normas de carácter excepcional o prohibitivo, referidas al funcionamiento de instituciones con gravitación en el sistema penal: Prohibición de iniciativa popular sobre proyectos de ley en materia penal (art. 39, último párrafo, C.N) Se prohíbe al presidente de la Nación dictar normas que regulen materia penal, a través del dictado de decretos por razones de necesidad y urgencia (art. 99, inc. 3 C.N) Consagración de inmunidades parlamentarias (y en relación al defensor del pueblo), establecidas en resguardo de la función (arts. 68,69 y 86 C.N) c) Finalmente, los llamados delitos constitucionales: Compra y venta de personas (art. 15 C.N) Sedición (art. 22 C.N) Concesión de poderes tiránicos (art. 29 C.N) Atentados contra el sistema democrático (art.36 C.N) Traición contra la Nación (art. 119 C.N) Tortura (art. 75 inc. 22 C.N) Genocidio (art. 75 inc. 22 C.N) Principios generales, sustanciales y procesales. Disposiciones sobre los delitos, las penas y el proceso. 3. La Constitución Nacional y los tratados internacionales La ley 24.309 de necesidad de reforma de la Constitución Nacional establecía entre los temas a tratar, el de los institutos de integración y tratados internacionales. Remitimos al texto del art. 75 de la Constitución Nacional reformada en 1994, que en su inciso 22 enumera los documentos internacionales incorporados expresamente y regula los procedimientos relacionados con la aprobación, el rechazo y la denuncia de tratados con las demás naciones, organizaciones internacionales y la Santa Sede. En cuanto al orden de prelación que debe establecerse en lo relativo a la trilogía Constitución- leyes nacionales- tratados internacionales, a cuyo fin ha distinguido dos grandes grupos de tratados internacionales. a) En primer lugar (art. 75 inc. 22, primer párrafo), se ha referido a los tratados y concordatos en general, a los que otorga jerarquía supralegal; esto es, un rango superior a las leyes, pero inferior a la Constitución. b) El segundo bloque está formado por los tratados sobre “derechos humanos”, enumerados en el párrafo segundo de la norma constitucional, que le asigna jerarquía constitucional. Su objeto y su fin son la protección de los derechos fundamentales de los seres humanos, independientemente de su nacionalidad, tanto frente a su propio Estado, como frente a los otros Estados contratantes. De tal manera, el concepto de derechos humanos se equipara al de derechos fundamentales o esenciales del hombre; vinculados a su dignidad de ser humano, cuyo respeto es, por ello, exigible erga omnes. Son universales. La protección de los derechos humanos o derechos esenciales, va unida a la restricción del ejercicio del poder estatal. La comunidad internacional obliga objetivamente a los Estados a no vulnerar ni obstaculizar su pleno goce y ejercicio, así como a garantizar la vigencia sociológica de aquellos en su territorio, por el bien común, o pena de reparar y responder frente a la comunidad internacional. Solo los tratados enumerados en el segundo párrafo del inc.22 tienen jerarquía constitucional, por lo cual gozan de supremacía sobre el resto de los tratados celebrados por el país (aun tratados de derechos humanos) y sobre la ley interna. Otro aspecto a destacar, se refiere a la aplicación del principio pro hominis, por el cual, tratándose de derechos humanos, debe aplicarse en el caso concreto, la norma más favorable al ser humano. Las normas contenidas en los tratados de derechos humanos, gozan de la presunción de operatividad, es decir, sus normas se consideran operativas, salvo que de una interpretación gramatical estricta surja su carácter pragmático. Finalmente, merece destacarse que la constitución reformada de 1994, ha establecido un mecanismo limitador, que exige una mayoría agravada (las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Cámara) para que el Poder Ejecutivo pueda denunciar un tratado con jerarquía constitucional (art. 75 inc. 22, segundo párrafo, ultima parte).