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BOLILLA 6: teoria del delito

Derecho penal
El hecho punible

I. Objeto y método de la teoria del delito

Objeto

Los delitos contenidos en el Libro segundo del Código Penal aluden a comportamientos
diversos, como, por ejemplo, matar (art. 79), abusar sexualmente (art. 119), o apoderarse
ilegítimamente de una cosa mueble ajena (art. 162). Consiguientemente, son también
distintos los presupuestos que deben concurrir para que cualquiera de esos delitos pueda ser
imputado a una persona. A pesar de esas diferencias, el objeto de la teoría del delito es
formular reglas generales que, sin afectar las particularidades de cada caso, sirvan para
imputar cualquier hecho punible a determinadas personas a las que se atribuye
responsabilidad en su comisión. De lo que se trata, en consecuencia, es de presentar aquellas
exigencias que en todos los casos deben cumplirse para que una determinada acción sea
punible. Esa pretensión sólo es posible si más allá de sus diferencias, necesariamente todos
los delitos reúnen características iguales, es decir, los mismos elementos esenciales.

Consecuentemente es una teoría que obliga a una abstracción, que, sin embargo, no responde
a un interés meramente teórico o especulativo, pues está destinada a cumplir una función
práctica: como la teoría del delito enuncia una serie de presupuestos (condiciones) de la
imputación, favorece una jurisprudencia nacional, objetiva e igualitaria.

Si no existieran esos principios generales, exigibles en todos los casos, fiscales y jueces
formularían sus imputaciones en función de criterios emocionales e inseguros, lo que
inevitablemente generaría inseguridad jurídica. La sentencia en la que un tribunal decide que
determinado hecho punible debe ser imputado a un sujeto, a quien considera responsable de
su comisión, no puede ser producto de una intuición, sino el último acto de un proceso en el
que es necesario verificar si se han cumplido todos los presupuestos de la pena, o lo que es
igual todos los elementos esenciales del concepto de delito.

Método

La elaboración del concepto de delito, es decir, la determinación de los distintos presupuestos


de punibilidad, requiere satisfacer las siguientes exigencias:

 En primer lugar, la formulación de una teoría del delito debe tomar como base el
derecho positivo, pues de las normas de contenido penal que forman parte del orden
jurídico debe deducirse la estructura que es común a todo delito. n. Esa estructura
debe tener unidad, exigencia que se satisface cuando todos los elementos que
componen el concepto de delito tienen armonía, evitando contradicciones que afecten
la coherencia del sistema 2.
 Cuando un tribunal enfrenta un caso concreto, debe resolver la cuestión siguiendo un
orden lógico que comienza por la acción que realizó el imputado, para recién después
indagar las restantes características. Sólo es posible determinar si concurre un
elemento del delito, si previamente se ha afirmado la existencia del que lógicamente
lo precede.

 El concepto de delito debe ser además funcional con la rnlsión del derecho penal y
con los instrumentos de que dispone (penas y medidas de seguridad), lo que obliga a
ponderar los efectos sociales que produce cada proposición metodológica.

Sintetizando, la teoría del delito debe:

A) deducirse de la ley

B) ser armónica

C) generar consecuencias político-criminales útiles para la sociedad.

Las dos primeras exigencias han conferido a la teoría una considerable estabilidad, mientras
que la tercera opera como factor de cambio, impulsando su permanente evolución.

II. Evolución histórica


III. Elementos del delito

Lo que en todo caso no ofrece duda alguna, es que un modelo de teoría del delito vinculado a
la idea del Estado de Derecho requiere que toda imputación gire en torno a un hecho, pues
resultan inadmisibles las manifestaciones de derecho penal de autor. En consecuencia, toda
imputación penal reconoce una doble fundamentación (i) el hecho cometido debe ser ilícito,
lo que significa que existe una norma que lo prohíbe y ninguna que lo autoriza; y (ii) el sujeto
debe ser considerado culpable por haber cometido ese hecho ilícito. Consiguientemente, la
atribución de responsabilidad a una persona por la comisión de un delito no se formula en
forma total o global, pues la imputación depende de la constatación de que en el caso
concreto se han verificado todos los elementos del delito (presupuestos de punibilidad), los
que son considerados en función de un orden sistemático.

1. Acción
2. Tipicidad
Observando los delitos que contienen las normas jurídico-penales, se verifica que
consisten en la descripción de comportamientos concretos de las personas. Así, por
ejemplo, la norma que incrimina el homicidio alude "al que matare" (art. 79); en la que
prevé el hurto se lee "...el que se apoderare ilegítimamente de una cosa mueble, total o
parcialmente ajena" (art. 162); y la que sanciona la omisión de auxilio dice " ...el que
encontrando perdido o desamparado a un menor de diez años o a una persona herida o
inválida o amenazada de un peligro cualquiera, omitiere prestarle el auxilio necesario,
cuando pudiere hacerlo sin riesgo personal o no diere aviso inmediatamente a la
autoridad" (art. 108).

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El derecho vigente permite concluir que no debe valorarse cómo el imputado es, pues se
edifica la teoría del delito en función de lo que el imputado hizo. Consiguientemente,
nuestro sistema penal no está basado en la personalidad del imputado (derecho penal de
autor), sino en comportamientos concretos de las personas que pueden ser ubicados en
tiempo y espacio (derecho penal de acción), que es el único compatible con la idea del
Estado de Derecho. Corresponde aclarar que la expresión acción, es utilizada en un
sentido amplio que comprende también las omisiones, como en el ejemplo del abandono
de personas (art. 108). Consecuentemente, corresponde descartar la imputación cuando el
suceso que se analiza no reúne algún requisito necesario para poder sostener que se ha
cometido una acción.

Por ello, se descarta la punibilidad cuando el sujeto ha obrado en estado de inconsciencia


absoluta (art. 34, inc. l.), o violentado por una fuerza física irresistible (art. 34, inc. 2),
casos que al igual que los actos reflejos, son supuestos de falta de acción.

A) El concepto de tipo

Si se las compara con otros sistemas normativos, lo que caracteriza a las normas
jurídico-penales es que no prohíben acciones en forma directa, como sucede, por
ejemplo, con el homicidio, pues la norma en vez de no debes matar, dice que "se aplicará
reclusión o prisión de ocho a veinticinco años, al que matare a otro" (art. 79, CPen.). Esa
norma tiene entonces dos partes: 1) un presupuesto, que consiste en la descripción de un
determinado comportamiento ("al que matare a otro"); y 2) una consecuencia jurídica
("reclusión o prisión de ocho a veinticinco años"), que en el ejemplo es la pena 14. Es de
todos modos evidentes que la lectura de la norma del 79, permite fácilmente concluir que
en el derecho penal argentino el homicidio está prohibido, pues se ha previsto una
sanción para quien priva de la vida a otro.

Lo cierto es que la consecuencia (la pena) está condicionada a que el sujeto haya
realizado exactamente la acción descripta como presupuesto, lo que permite deducir el
segundo elemento del delito: para que una acción pueda ser punible debe tener la
cualidad de coincidir con alguna de las descripciones contenidas en la ley penal.

Se denomina tipicidad a esa característica de la acción de adecuarse exactamente a la


descripción prevista en la norma jurídica penal 15. Análogamente, se entiende que un
tipo es la descripción de una conducta prohibida, como sucede con el tipo de homicidio
(art. 79), el de omisión de auxilio (art. 108.), o el de hurto (art. 162).

Consiguientemente, sólo una conducta típica puede ser punible, por lo que se dice que
una acción es atípica cuando no se adecua exactamente a ninguna de las descripciones
que realiza el orden jurídico penal, como sucede, por ejemplo, con el incesto en nuestro
derecho. En cambio, en los países donde se sancionan las relaciones sexuales entre
padres e hijos, o entre hermanos, el incesto es un comportamiento típico.

B) Diversas nociones de tipo

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Las expresiones tipo y tipicidad suelen ser usadas en la literatura jurídica penal para
aludir a conceptos y cumplir funciones distintas dentro de la teoría del delito. Conviene
tener en cuenta que esas denominaciones suelen ser utilizadas con significados distintos,
pues: 1) puede referirse a todos los presupuestos de punibilidad (tipo-garantía); 2) suele
aludirse sólo a aquellos presupuestos que permiten adecuar el comportamiento de un
sujeto a las descripciones formuladas por el legislador en las normas penales (tipo-
sistemático); 3) se puede referir únicamente a los presupuestos que requieren ser
conocidos por el autor de un delito (tipo-objetivo).
Para evitar confusiones debemos distinguir el alcance que estas expresiones tienen en
cada caso.

 Tipo-garantía

Se utiliza la expresión con este alcance cuando se la vincula a la función de


garantía individual que es consecuencia del principio de legalidad concretado en
la máxima “nullum crimen, nulla poena sine lege”.

Es evidente que el requisito por el cual para que una acción pueda ser punible es
necesario que coincida exactamente con la descripción legislativa, cumple una
función de garantía, ya que descarta la sanción para todo comportamiento no
previsto expresamente en la ley, Sin embargo, esta característica no es exclusiva
de la tipicidad, pues también los restantes presupuestos de punibilidad deben
deducirse de una ley previa a la comisión del hecho.

En consecuencia, la expresión tipo-garantia es de tal amplitud que resulta


equivalente al concepto de delito.

 Tipo-sistemático

Más restringida que la anterior, esta noción alude a la función específica que el
tipo cumple en el sistema de la teoría del delito, o sea permitir realizar eljuicio de
adecuación entre el hecho cometido y la descripción legislativa 16. En los delitos
dolosos ese juicio de adecuación comprende dos aspectos: 1) la subsunción de la
parte externa de la conducta del sujeto en la hipótesis legal (tipo objetivo); y 2) la
consideración de la parte interna, para determinar si la intención del autor fue
realizar precisamente ese comportamiento (tipo subjetivo). En otras palabras,
tanto debe adecuarse al tipo lo que (objetivamente) un sujeto hace, como lo que
(subjetivamente) sabe que hace. Como en los delitos culposos el sujeto no dirige
su voluntad a realizar el resultado producido, el juicio de adecuación sólo puede
referirse a aspectos externos del comportamiento, por lo que en estos casos no
hay tipo subjetivo

 Tipo objetivo (tipo del error)

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Es un concepto aún más restringido, pues sólo está integrado por la parte externa
del comportamiento. En los delitos dolosos tiene la función de servir de punto de
referencia para identificar los presupuestos de la pena que deben ser conocidos
por el autor, y por consiguiente establecer si puede afirmarse o debe descartarse
en cada caso la intención del autor. Así, por ejemplo, si una enfermera equivocó
la inyección que debía aplicar al paciente causándole la muerte: 1) Realizó un
comportamiento que se adecua exactamente al tipo objetivo de homicidio (art. 79,
CPen.) pues lo que hizo (matar) es exactamente la conducta descripta por la ley.
2) La consideración del tipo subjetivo obliga a concluir que, en el momento del
hecho, la enfermera no sabía que estaba matando (padeció un error), por lo que no
tuvo intención de causar ese resultado. Nadie puede querer lo que no conoce. 3)
Comparando lo que hizo la enfermera con lo q~e dice la ley (adecuación típica),
queda claro que si bien su comportamiento está contenido en el tipo objetivo de
homicidio, debe descartarse la tipicidad en relación al homicidio doloso (art. 79,
CPen.) por falta de tipo subjetivo. 4) Corresponde entonces considerar todas las
circunstancias del hecho, para determinar si la enfermera se equivocó de jeringa
porque no obró con el cuidado necesario, pues si la respuesta es afirmativa, el
comportamiento se adecua al tipo de homicidio culposo (art. 84, CPen.).
3. Antijuridicidad

El orden jurídico no prevé que se impongan penas en todos los casos en que una persona
realiza acciones típicas, como puede corroborarse leyendo la norma que declara no punible el
comportamiento de quien obrare en defensa propia o de sus derechos, siempre que concurran
una serie de requisitos (art. 34, inc.6).

En consecuencia, quien mata a otro en legítima defensa realiza una acción que se adecua al
tipo de homicidio (art. 79), pero que no resulta punible porque estaba autorizado a hacerlo
por otra norma (art. 34, inc. 6). Cabe interpretar entonces, que la prohibición de matar que
surge de la norma que contiene el tipo de homicidio admite excepciones, siendo una de ellas
la legítima defensa.

De lo anterior se deduce la existencia de un tercer elemento del delito, o lo que es igual un


tercer presupuesto de punibilidad: la acción además de típica debe ser antijurídica, es decir,
contraria a derecho. Esto es así porque el orden jurídico no está integrado sólo por
prohibiciones (tipos), sino también por normas permisivas, que son las que autorizan a
realizar determinados comporta mientas, como sucede, por ejemplo, con la que permite matar
en legítima defensa 18.

Cuando la autorización contenida en una de esas normas permite realizar una acción típica,
recibe el nombre de causa de justificación. En consecuencia, como sólo son antijurídicos los
comportamientos cuando no están amparados por ninguna causa de justificación,
antijuridicidad equivale a ausencia de justificación.

Lo expuesto significa que una acción es antijurídica cuando es contraria a derecho, es decir
cuando no está permitida por ninguna norma jurídica, pues una sola disposición que autorice
la conducta es suficiente para poder afirmar que no existe contrariedad con el orden jurídico.

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Sintetizando: una causa de justificación es un permiso para realizar un tipo, y su efecto es
eliminar la antijuridicidad de la acción típica cometida.

ART. 34: 1º. El que no haya podido en el momento del hecho, ya sea por insuficiencia de sus
facultades, por alteraciones morbosas de las mismas o por su estado de inconciencia, error o
ignorancia de hecho no imputables, comprender la criminalidad del acto o dirigir sus
acciones.

En caso de enajenación, el tribunal podrá ordenar la reclusión del agente en un manicomio,


del que no saldrá sino por resolución judicial, con audiencia del ministerio público y previo
dictamen de peritos que declaren desaparecido el peligro de que el enfermo se dañe a sí
mismo o a los demás.

En los demás casos en que se absolviere a un procesado por las causales del presente inciso,
el tribunal ordenará la reclusión del mismo en un establecimiento adecuado hasta que se
comprobase la desaparición de las condiciones que le hicieren peligroso;

2º. El que obrare violentado por fuerza física irresistible o amenazas de sufrir un mal grave
e inminente;

3º. El que causare un mal por evitar otro mayor inminente a que ha sido extraño;

4º. El que obrare en cumplimiento de un deber o en el legítimo ejercicio de su derecho,


autoridad o cargo;

5º. El que obrare en virtud de obediencia debida;

6º. El que obrare en defensa propia o de sus derechos, siempre que concurrieren las
siguientes circunstancias:

a) Agresión ilegítima;

b) Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla;

c) Falta de provocación suficiente por parte del que se defiende.

Se entenderá que concurren estas circunstancias respecto de aquel que durante la noche
rechazare el escalamiento o fractura de los cercados, paredes o entradas de su casa, o
departamento habitado o de sus dependencias, cualquiera que sea el daño ocasionado al
agresor.

Igualmente respecto de aquél que encontrare a un extraño dentro de su hogar, siempre que
haya resistencia;

7º. El que obrare en defensa de la persona o derechos de otro, siempre que concurran las
circunstancias a) y b) del inciso anterior y caso de haber precedido provocación suficiente
por parte del agredido, la de que no haya participado en ella el tercero defensor.

En el derecho vigente encontramos algunos ejemplos de causas de justificación, como es el


caso de:

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- Estado de necesidad, contenido en la norma que prevé la impunidad del "que
causare un mal por evitar otro mayor inminente a que ha sido extraño" (art. 34, inc.
3)
- Cumplimiento de un deber (art. 34, inc. 4 )

- Ejercicio de un derecho, norma que justifica al "que obrare en el legítimo ejercicio


de su derecho, autoridad o cargo" (art. 34, inc.4, )

- Legítima defensa, norma por la que decae la punibilidad tanto del "que obrare en
defensa propia o de sus derechos" (art. 34, inc. 6), como también del "que obrare en
defensa de la persona o derechos de otro" (art. 34, inc. 7).
4. Culpabilidad

Tampoco la realización de una acción típica y antijurídica es siempre punible, como se


comprueba revisando algunas otras normas contenidas en el derecho vigente, por ejemplo, la
que establece que no son punibles quienes "no haya podido en el momento del hecho, ya sea
por insuficiencia de sus facultades o alteraciones morbosas de las mismas comprender la
criminalidad del acto o dirigir sus acciones" (art. 34, inc. l.).

No basta entonces con los elementos anteriores, pues la pena depende de un cuarto
presupuesto: el autor debe ser culpable, lo que, por ejemplo, no sucede respecto de quien
realizó un comportamiento prohibido (y no justificado) porque una enfermedad mental le
impidió en el momento del hecho comprender la criminalidad de su comportamiento,
supuesto en el cual el hecho fue cometido en circunstancias que no permitieron al autor una
motivación normal, Para el orden jurídico penal, es responsable quien realizó el acto de
infracción a la norma, pudiendo haberse motivado por su cumplimiento.

Así, la culpabilidad, cuarto elemento del delito, equivale a reprochabilidad: sólo puede ser
sancionado el sujeto a quien se le pueda reprochar la conducta realizada, lo que no sucede
con quienes en el momento del hecho no pudieron motivarse normalmente. Ésta es la razón
por la que se predica que existe un principio general, según el cual no es reprochable el
comportamiento de aquellos sujetos a quienes, en el momento del hecho, no se podía exigir
una conducta diversa 19.

En consecuencia, las causas de inculpabilidad son situaciones en las que se excluye la


punibilidad de quienes han realizado acciones típicas y no autorizadas, porque no se les
formula reproche toda vez que son personas que en el momento del hecho no obraron en
función de una motivación normal, por lo que no es posible exigirles cumplir lo establecido
en las normas.

El derecho vigente prevé como causas de inculpabilidad:

A) incapacidad o inimputabilidad, que alude al "que no haya podido en el momento del


hecho, ya sea por insuficiencia de sus facultades, por alteraciones morbosas de las mismas
(...) no imputable, comprender la criminalidad del acto o dirigir sus acciones..."

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B) error, norma que alude al "que no haya podido en el momento del hecho (...) por (...)
error o ignorancia de hecho no imputable, comprender la criminalidad del acto o dirigir sus
acciones" (art. 34, inc. 10.)

C) coacción, regla que refiere al "que obrare violentado por (...) amenazas de sufrir un mal
grave e inminente" (art. 34, inc. 20)

D) obediencia debida, que se encuentra prevista en la norma que declara no punible al "que
obrare en virtud de obediencia debida"

Además de las indicadas, se presentan otras situaciones en las que el reproche no puede
formularse, como el caso del náufrago que le arrebata a otro la tabla de salvación porque sólo
soporta el peso de uno de ellos, ejemplo denominado estado de necesidad disculpante, que no
puede resolverse aplicando el arto 34, porque es un autor que causa un mal para evitar otro
igual (mata para salvar su vida). Lo adecuado es considerarlo también causa de
inculpabilidad, ya que no es exigible al autor cumplir la norma que prohíbe el homicidio.

IV. Concepto de delito

Acción típica, antijurídica y culpable.

V. Otros presupuestos de la punibilidad

Si bien la gran mayoría de los supuestos de hecho contenidos en las normas penales generan
la consecuencia de punibilidad cuando concurren los presupuestos ya analizados, en algunos
casos ellos no fundamentan todavía la imposición de una pena, pues se requiere la
verificación de otros presupuestos de punibilidad 20, como sucede con las condiciones
objetivas, y las excusas absolutorias. En estos casos la pena no está condicionada
exclusivamente a la comisión del delito, sino también a otras exigencias.

Las condiciones objetivas y las excusas absolutorias no deben confundirse con los requisitos
de procedibilidad, que son casos en los cuales se condiciona el ejercicio de la acción penal en
el proceso. Se las denomina condiciones de la persecución penal, porque se trata de requisitos
de admisibilidad del proceso penal, como sucede, por ejemplo, con la regla que exige para la
procedencia de la acción penal en los delitos concursales que el acusado haya sido
judicialmente declarado en quiebra en sede comercial (art. 176).

ART.176: Será reprimido, como quebrado fraudulento, con prisión de dos a seis años e
inhabilitación especial de tres a diez años, el comerciante declarado en quiebra que, en
fraude de sus acreedores, hubiere incurrido en algunos de los hechos siguientes:

1º Simular o suponer deudas, enajenaciones, gastos o pérdidas;

2º No justificar la salida o existencia de bienes que debiera tener; substraer u ocultar alguna
cosa que correspondiere a la masa;

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3º Conceder ventajas indebidas a cualquier acreedor.

Corresponde tratar aquí las de naturaleza penal, que pueden excluir o levantar la punibilidad.

 Condiciones objetivas de punibilidad

Se trata de exigencias ocasionales, previstas por la ley, que condicionan la punibilidad de


algunos delitos , a las que la doctrina dominante aprecia como circunstancias que tienen
relación inmediata con el hecho, pero que no pertenecen al tipo . Consecuentemente, su
singularidad radica en que a diferencia de los elementos del tipo objetivo, operan como
requisitos cuya concurrencia no necesita ser conocida por los autores y partícipes del delito.

Ésa es la razón por la que se las denomina condiciones objetivas, ya que como no necesitan
ser captadas por el dolo, cualquier error sobre su concurrencia carece de significación. Así, el
hecho resultará punible si concurre la condición aunque el autor lo ignore, y a la inversa
quedará impune si la condición no se cumple, aunque el autor crea lo contrario. En el derecho
argentino se puede exhibir como ejemplo la norma que castiga al que instigare a otro al
suicidio o le ayudare a cometerlo, si el suicidio se hubiere tentado a consumado (art. 83,
CPen.).

De acuerdo con esta interpretación, ese delito queda consumado cuando el autor instiga o
ayuda a otro a suicidarse, pero para imponer la pena es necesario que se cumpla una
condición: que la persona a quien el autor persuadió o a la que prestó ayuda, se haya
efectivamente quitado la vida o al menos lo haya intentado. Esta condición es objetiva porque
no necesita ser captada por el dolo.

En consecuencia, el hecho es punible si el destinatario de la instigación o ayuda se suicida o


al menos lo intenta, cualquiera sea el alcance del conocimiento del autor, quien a la inversa
quedará impune si la condición no se produce, con independencia de lo que haya creído.

Las exigencias materiales de la pena no deben ser confundidas con las condiciones de la
persecución penal, que son de naturaleza procesal, como sucede,

Ejemplo: como ocurre con la norma que declara que determinados delitos son dependientes
de instancia privada, por lo que el fiscal no podrá actuar de oficio aunque el delito esté ya
consumado, pues no procede formar causa, sino por acusación del agraviado, su tutor,
guardador o representante legal. (art.72)

Ley 27.445 (modifico el art.72 en 2018)

Artículo 72: Son acciones dependientes de instancia privada las que nacen de los siguientes
delitos:

1. Los previstos en los artículos 119, 120 y 130 del Código Penal cuando no resultare la
muerte de la persona ofendida o lesiones de las mencionadas en el artículo 91.

2. Lesiones leves, sean dolosas o culposas.

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3. Impedimento de contacto de los hijos menores con sus padres no convivientes.

En los casos de este artículo, no se procederá a formar causa sino por acusación o denuncia
del agraviado, de su tutor, guardador o representantes legales. Sin embargo, se procederá
de oficio:

a) En los casos del inciso 1, cuando la víctima fuere menor de 18 años de edad o haya sido
declarada incapaz
b) En los casos del inciso 2, cuando mediaren razones de seguridad o interés público;

c) En los casos de los incisos 2 y 3, cuando el delito fuere cometido contra un menor que no
tenga padres, tutor ni guardador, o que lo fuere por uno de sus ascendientes, tutor o
guardador, o cuando existieren intereses gravemente contrapuestos entre éstos y el menor,
siempre que resultare más conveniente para el interés superior de aquél.

Así, por ejemplo, no concurriendo razones de seguridad o interés público si bien el delito de
lesiones leves está consumado cuando se ha causado un daño en el cuerpo o en la salud de la
víctima (art.89), sin que la punibilidad esté supeditada a ninguna condición de derecho
material, existe un impedimento procesal, pues la posible imputación al autor depende de que
la acción penal haya sido instada por la víctima.

Es decir que la acusación del agraviado opera como condición ineludible para que sea
procedente la persecución. Las condiciones objetivas de punibilidad han sido cuestionadas
por un sector de la doctrina argentina contemporánea, que considera que consagran supuestos
de responsabilidad objetiva, por lo que resultarían siempre lesivas al principio de
culpabilidad.

La objeción no es atendible cuando de lo que se trata no es de calificar el hecho si se produce


un resultado ni siquiera previsible, sino de condicionar la punibilidad al cumplimiento de una
condición. Cuando se trata de genuinas condiciones de punibilidad el efecto es acotar el
ámbito de punibilidad y no ensancharlo

La crítica se torna atendible cuando se pretende encubrir delitos calificados por el resultado
como condiciones objetivas de punibilidad, así sucede con numerosos ejemplos en los que ha
sido frecuente que se predique que corresponden aumentos automáticos de la escala de
punibilidad como exclusiva consecuencia de la acusación de resultados más graves, lo que
efectivamente es lesivo al principio de culpabilidad.

VI. Modalidades del hecho punible.


1) Acción y omisión : Los tipos pueden describir supuestos de acción (comisión) o de
omisión, y en este sentido:

A) Un delito es de acción cuando la norma prohíbe una conducta, por lo que la


infracción consiste en realizar el comportamiento prohibido, como sucede con el
hurto.

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ART.162: Será reprimido con prisión de un mes a dos años, el que se apoderare
ilegítimamente de una cosa mueble, total o parcialmente ajena.

B) Es de omisión cuando la norma ordena realizar una acción, consistiendo la


infracción en omitir el comportamiento ordenado, como es el caso de la omisión de
socorro.

ART.108: Será reprimido con multa de pesos setecientos cincuenta a pesos doce mil
quinientos el que encontrando perdido o desamparado a un menor de diez años o a
una persona herida o inválida o amenazada de un peligro cualquiera; omitiere
prestarle el auxilio necesario, cuando pudiere hacerlo sin riesgo personal o no diere
aviso inmediatamente a la autoridad

2) Dolo y culpa : la infracción a la norma puede ser dolosa o culposa, por lo que se debe
distinguir:

A) Un delito es doloso cuando en el momento del hecho, el autor sabe que está
realizando la conducta típica.

ART.79: Se aplicará reclusión o prisión de ocho a veinticinco años, al que matare a


otro siempre que en este código no se estableciere otra pena.

B) Es culposo cuando el autor no sabe que está realizando el comportamiento típico,


pero lo comete por falta de cuidado.

ART.84: Será reprimido con prisión de dos (2) a cinco (5) años e inhabilitación
especial, en su caso, por cinco (5) a diez (10) años el que por la conducción
imprudente, negligente o antirreglamentaria de un vehículo con motor causare a
otro la muerte.

La pena será de prisión de tres (3) a seis (6) años, si se diera alguna de las
circunstancias previstas en el párrafo anterior y el conductor se diere a la fuga o no
intentase socorrer a la víctima siempre y cuando no incurriere en la conducta
prevista en el artículo 106, o estuviese bajo los efectos de estupefacientes o con un
nivel de alcoholemia igual o superior a quinientos (500) miligramos por litro de
sangre en el caso de conductores de transporte público o un (1) gramo por litro de
sangre en los demás casos, o estuviese conduciendo en exceso de velocidad de más
de treinta (30) kilómetros por encima de la máxima permitida en el lugar del hecho,
o si condujese estando inhabilitado para hacerlo por autoridad competente, o violare
la señalización del semáforo o las señales de tránsito que indican el sentido de
circulación vehicular o cuando se dieren las circunstancias previstas en el artículo
193 bis, o con culpa temeraria, o cuando fueren más de una las víctimas fatales.

3) Consumación y tentativa

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A) En los delitos dolosos hay consumación cuando el autor realizó todos los elementos
del tipo objetivo, por lo que si concurren los demás presupuestos (antijuridicidad y
culpabilidad), corresponde imponer la pena prevista en la ley
Así, por ejemplo, si el autor ha consumado un homicidio porque mató a la víctima, el
juez debe imponer una pena tomando como base la escala prevista en la norma, es
decir, entre ocho y veinticinco años de reclusión o prisión (art.17)

B) También los delitos dolosos admiten como modalidad la tentativa, entendida como el
comportamiento de quien con el fin de cometer un delito determinado comienza su
ejecución, pero no lo consuma por circunstancias ajenas a su voluntad (art. 42,
CPen.), caso en el cual la consecuencia es una disminución de la escala de
punibilidad aplicable (art. 44, CPen.).

ART.42: El que con el fin de cometer un delito determinado comienza su ejecución,


pero no lo consuma por circunstancias ajenas a su voluntad, sufrirá las penas
determinadas en el artículo 44.

ART.44: La pena que correspondería al agente, si hubiere consumado el delito, se


disminuirá de un tercio a la mitad.

Si la pena fuere de reclusión perpetua, la pena de la tentativa será reclusión de


quince a veinte años. Si la pena fuese de prisión perpetua, la de tentativa será prisión
de diez a quince años.

Si el delito fuera imposible, la pena se disminuirá en la mitad y podrá reducírsela al


mínimo legal o eximirse de ella, según el grado de peligrosidad revelada por el
delincuente.

4) Autoría y participación criminal

En la mayoría de los casos, el tipo está redactado previendo que la conducta sea realizada
por una sola persona, pero pueden concurrir varios protagonistas.

Cuando concurren varias personas en la comisión del hecho se debe distinguir entre
autores y partícipes. A su vez, la participación admite dos modalidades: cómplices e
instigadores.

ART.45: Los que tomasen parte en la ejecución del hecho o prestasen al autor o autores
un auxilio o cooperación sin los cuales no habría podido cometerse, tendrán la pena
establecida para el delito. En la misma pena incurrirán los que hubiesen determinado
directamente a otro a cometerlo.

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