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Derecho penal
El hecho punible
Objeto
Los delitos contenidos en el Libro segundo del Código Penal aluden a comportamientos
diversos, como, por ejemplo, matar (art. 79), abusar sexualmente (art. 119), o apoderarse
ilegítimamente de una cosa mueble ajena (art. 162). Consiguientemente, son también
distintos los presupuestos que deben concurrir para que cualquiera de esos delitos pueda ser
imputado a una persona. A pesar de esas diferencias, el objeto de la teoría del delito es
formular reglas generales que, sin afectar las particularidades de cada caso, sirvan para
imputar cualquier hecho punible a determinadas personas a las que se atribuye
responsabilidad en su comisión. De lo que se trata, en consecuencia, es de presentar aquellas
exigencias que en todos los casos deben cumplirse para que una determinada acción sea
punible. Esa pretensión sólo es posible si más allá de sus diferencias, necesariamente todos
los delitos reúnen características iguales, es decir, los mismos elementos esenciales.
Consecuentemente es una teoría que obliga a una abstracción, que, sin embargo, no responde
a un interés meramente teórico o especulativo, pues está destinada a cumplir una función
práctica: como la teoría del delito enuncia una serie de presupuestos (condiciones) de la
imputación, favorece una jurisprudencia nacional, objetiva e igualitaria.
Si no existieran esos principios generales, exigibles en todos los casos, fiscales y jueces
formularían sus imputaciones en función de criterios emocionales e inseguros, lo que
inevitablemente generaría inseguridad jurídica. La sentencia en la que un tribunal decide que
determinado hecho punible debe ser imputado a un sujeto, a quien considera responsable de
su comisión, no puede ser producto de una intuición, sino el último acto de un proceso en el
que es necesario verificar si se han cumplido todos los presupuestos de la pena, o lo que es
igual todos los elementos esenciales del concepto de delito.
Método
En primer lugar, la formulación de una teoría del delito debe tomar como base el
derecho positivo, pues de las normas de contenido penal que forman parte del orden
jurídico debe deducirse la estructura que es común a todo delito. n. Esa estructura
debe tener unidad, exigencia que se satisface cuando todos los elementos que
componen el concepto de delito tienen armonía, evitando contradicciones que afecten
la coherencia del sistema 2.
Cuando un tribunal enfrenta un caso concreto, debe resolver la cuestión siguiendo un
orden lógico que comienza por la acción que realizó el imputado, para recién después
indagar las restantes características. Sólo es posible determinar si concurre un
elemento del delito, si previamente se ha afirmado la existencia del que lógicamente
lo precede.
El concepto de delito debe ser además funcional con la rnlsión del derecho penal y
con los instrumentos de que dispone (penas y medidas de seguridad), lo que obliga a
ponderar los efectos sociales que produce cada proposición metodológica.
A) deducirse de la ley
B) ser armónica
Las dos primeras exigencias han conferido a la teoría una considerable estabilidad, mientras
que la tercera opera como factor de cambio, impulsando su permanente evolución.
Lo que en todo caso no ofrece duda alguna, es que un modelo de teoría del delito vinculado a
la idea del Estado de Derecho requiere que toda imputación gire en torno a un hecho, pues
resultan inadmisibles las manifestaciones de derecho penal de autor. En consecuencia, toda
imputación penal reconoce una doble fundamentación (i) el hecho cometido debe ser ilícito,
lo que significa que existe una norma que lo prohíbe y ninguna que lo autoriza; y (ii) el sujeto
debe ser considerado culpable por haber cometido ese hecho ilícito. Consiguientemente, la
atribución de responsabilidad a una persona por la comisión de un delito no se formula en
forma total o global, pues la imputación depende de la constatación de que en el caso
concreto se han verificado todos los elementos del delito (presupuestos de punibilidad), los
que son considerados en función de un orden sistemático.
1. Acción
2. Tipicidad
Observando los delitos que contienen las normas jurídico-penales, se verifica que
consisten en la descripción de comportamientos concretos de las personas. Así, por
ejemplo, la norma que incrimina el homicidio alude "al que matare" (art. 79); en la que
prevé el hurto se lee "...el que se apoderare ilegítimamente de una cosa mueble, total o
parcialmente ajena" (art. 162); y la que sanciona la omisión de auxilio dice " ...el que
encontrando perdido o desamparado a un menor de diez años o a una persona herida o
inválida o amenazada de un peligro cualquiera, omitiere prestarle el auxilio necesario,
cuando pudiere hacerlo sin riesgo personal o no diere aviso inmediatamente a la
autoridad" (art. 108).
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El derecho vigente permite concluir que no debe valorarse cómo el imputado es, pues se
edifica la teoría del delito en función de lo que el imputado hizo. Consiguientemente,
nuestro sistema penal no está basado en la personalidad del imputado (derecho penal de
autor), sino en comportamientos concretos de las personas que pueden ser ubicados en
tiempo y espacio (derecho penal de acción), que es el único compatible con la idea del
Estado de Derecho. Corresponde aclarar que la expresión acción, es utilizada en un
sentido amplio que comprende también las omisiones, como en el ejemplo del abandono
de personas (art. 108). Consecuentemente, corresponde descartar la imputación cuando el
suceso que se analiza no reúne algún requisito necesario para poder sostener que se ha
cometido una acción.
A) El concepto de tipo
Si se las compara con otros sistemas normativos, lo que caracteriza a las normas
jurídico-penales es que no prohíben acciones en forma directa, como sucede, por
ejemplo, con el homicidio, pues la norma en vez de no debes matar, dice que "se aplicará
reclusión o prisión de ocho a veinticinco años, al que matare a otro" (art. 79, CPen.). Esa
norma tiene entonces dos partes: 1) un presupuesto, que consiste en la descripción de un
determinado comportamiento ("al que matare a otro"); y 2) una consecuencia jurídica
("reclusión o prisión de ocho a veinticinco años"), que en el ejemplo es la pena 14. Es de
todos modos evidentes que la lectura de la norma del 79, permite fácilmente concluir que
en el derecho penal argentino el homicidio está prohibido, pues se ha previsto una
sanción para quien priva de la vida a otro.
Lo cierto es que la consecuencia (la pena) está condicionada a que el sujeto haya
realizado exactamente la acción descripta como presupuesto, lo que permite deducir el
segundo elemento del delito: para que una acción pueda ser punible debe tener la
cualidad de coincidir con alguna de las descripciones contenidas en la ley penal.
Consiguientemente, sólo una conducta típica puede ser punible, por lo que se dice que
una acción es atípica cuando no se adecua exactamente a ninguna de las descripciones
que realiza el orden jurídico penal, como sucede, por ejemplo, con el incesto en nuestro
derecho. En cambio, en los países donde se sancionan las relaciones sexuales entre
padres e hijos, o entre hermanos, el incesto es un comportamiento típico.
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Las expresiones tipo y tipicidad suelen ser usadas en la literatura jurídica penal para
aludir a conceptos y cumplir funciones distintas dentro de la teoría del delito. Conviene
tener en cuenta que esas denominaciones suelen ser utilizadas con significados distintos,
pues: 1) puede referirse a todos los presupuestos de punibilidad (tipo-garantía); 2) suele
aludirse sólo a aquellos presupuestos que permiten adecuar el comportamiento de un
sujeto a las descripciones formuladas por el legislador en las normas penales (tipo-
sistemático); 3) se puede referir únicamente a los presupuestos que requieren ser
conocidos por el autor de un delito (tipo-objetivo).
Para evitar confusiones debemos distinguir el alcance que estas expresiones tienen en
cada caso.
Tipo-garantía
Es evidente que el requisito por el cual para que una acción pueda ser punible es
necesario que coincida exactamente con la descripción legislativa, cumple una
función de garantía, ya que descarta la sanción para todo comportamiento no
previsto expresamente en la ley, Sin embargo, esta característica no es exclusiva
de la tipicidad, pues también los restantes presupuestos de punibilidad deben
deducirse de una ley previa a la comisión del hecho.
Tipo-sistemático
Más restringida que la anterior, esta noción alude a la función específica que el
tipo cumple en el sistema de la teoría del delito, o sea permitir realizar eljuicio de
adecuación entre el hecho cometido y la descripción legislativa 16. En los delitos
dolosos ese juicio de adecuación comprende dos aspectos: 1) la subsunción de la
parte externa de la conducta del sujeto en la hipótesis legal (tipo objetivo); y 2) la
consideración de la parte interna, para determinar si la intención del autor fue
realizar precisamente ese comportamiento (tipo subjetivo). En otras palabras,
tanto debe adecuarse al tipo lo que (objetivamente) un sujeto hace, como lo que
(subjetivamente) sabe que hace. Como en los delitos culposos el sujeto no dirige
su voluntad a realizar el resultado producido, el juicio de adecuación sólo puede
referirse a aspectos externos del comportamiento, por lo que en estos casos no
hay tipo subjetivo
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Es un concepto aún más restringido, pues sólo está integrado por la parte externa
del comportamiento. En los delitos dolosos tiene la función de servir de punto de
referencia para identificar los presupuestos de la pena que deben ser conocidos
por el autor, y por consiguiente establecer si puede afirmarse o debe descartarse
en cada caso la intención del autor. Así, por ejemplo, si una enfermera equivocó
la inyección que debía aplicar al paciente causándole la muerte: 1) Realizó un
comportamiento que se adecua exactamente al tipo objetivo de homicidio (art. 79,
CPen.) pues lo que hizo (matar) es exactamente la conducta descripta por la ley.
2) La consideración del tipo subjetivo obliga a concluir que, en el momento del
hecho, la enfermera no sabía que estaba matando (padeció un error), por lo que no
tuvo intención de causar ese resultado. Nadie puede querer lo que no conoce. 3)
Comparando lo que hizo la enfermera con lo q~e dice la ley (adecuación típica),
queda claro que si bien su comportamiento está contenido en el tipo objetivo de
homicidio, debe descartarse la tipicidad en relación al homicidio doloso (art. 79,
CPen.) por falta de tipo subjetivo. 4) Corresponde entonces considerar todas las
circunstancias del hecho, para determinar si la enfermera se equivocó de jeringa
porque no obró con el cuidado necesario, pues si la respuesta es afirmativa, el
comportamiento se adecua al tipo de homicidio culposo (art. 84, CPen.).
3. Antijuridicidad
El orden jurídico no prevé que se impongan penas en todos los casos en que una persona
realiza acciones típicas, como puede corroborarse leyendo la norma que declara no punible el
comportamiento de quien obrare en defensa propia o de sus derechos, siempre que concurran
una serie de requisitos (art. 34, inc.6).
En consecuencia, quien mata a otro en legítima defensa realiza una acción que se adecua al
tipo de homicidio (art. 79), pero que no resulta punible porque estaba autorizado a hacerlo
por otra norma (art. 34, inc. 6). Cabe interpretar entonces, que la prohibición de matar que
surge de la norma que contiene el tipo de homicidio admite excepciones, siendo una de ellas
la legítima defensa.
Cuando la autorización contenida en una de esas normas permite realizar una acción típica,
recibe el nombre de causa de justificación. En consecuencia, como sólo son antijurídicos los
comportamientos cuando no están amparados por ninguna causa de justificación,
antijuridicidad equivale a ausencia de justificación.
Lo expuesto significa que una acción es antijurídica cuando es contraria a derecho, es decir
cuando no está permitida por ninguna norma jurídica, pues una sola disposición que autorice
la conducta es suficiente para poder afirmar que no existe contrariedad con el orden jurídico.
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Sintetizando: una causa de justificación es un permiso para realizar un tipo, y su efecto es
eliminar la antijuridicidad de la acción típica cometida.
ART. 34: 1º. El que no haya podido en el momento del hecho, ya sea por insuficiencia de sus
facultades, por alteraciones morbosas de las mismas o por su estado de inconciencia, error o
ignorancia de hecho no imputables, comprender la criminalidad del acto o dirigir sus
acciones.
En los demás casos en que se absolviere a un procesado por las causales del presente inciso,
el tribunal ordenará la reclusión del mismo en un establecimiento adecuado hasta que se
comprobase la desaparición de las condiciones que le hicieren peligroso;
2º. El que obrare violentado por fuerza física irresistible o amenazas de sufrir un mal grave
e inminente;
3º. El que causare un mal por evitar otro mayor inminente a que ha sido extraño;
6º. El que obrare en defensa propia o de sus derechos, siempre que concurrieren las
siguientes circunstancias:
a) Agresión ilegítima;
Se entenderá que concurren estas circunstancias respecto de aquel que durante la noche
rechazare el escalamiento o fractura de los cercados, paredes o entradas de su casa, o
departamento habitado o de sus dependencias, cualquiera que sea el daño ocasionado al
agresor.
Igualmente respecto de aquél que encontrare a un extraño dentro de su hogar, siempre que
haya resistencia;
7º. El que obrare en defensa de la persona o derechos de otro, siempre que concurran las
circunstancias a) y b) del inciso anterior y caso de haber precedido provocación suficiente
por parte del agredido, la de que no haya participado en ella el tercero defensor.
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- Estado de necesidad, contenido en la norma que prevé la impunidad del "que
causare un mal por evitar otro mayor inminente a que ha sido extraño" (art. 34, inc.
3)
- Cumplimiento de un deber (art. 34, inc. 4 )
- Legítima defensa, norma por la que decae la punibilidad tanto del "que obrare en
defensa propia o de sus derechos" (art. 34, inc. 6), como también del "que obrare en
defensa de la persona o derechos de otro" (art. 34, inc. 7).
4. Culpabilidad
No basta entonces con los elementos anteriores, pues la pena depende de un cuarto
presupuesto: el autor debe ser culpable, lo que, por ejemplo, no sucede respecto de quien
realizó un comportamiento prohibido (y no justificado) porque una enfermedad mental le
impidió en el momento del hecho comprender la criminalidad de su comportamiento,
supuesto en el cual el hecho fue cometido en circunstancias que no permitieron al autor una
motivación normal, Para el orden jurídico penal, es responsable quien realizó el acto de
infracción a la norma, pudiendo haberse motivado por su cumplimiento.
Así, la culpabilidad, cuarto elemento del delito, equivale a reprochabilidad: sólo puede ser
sancionado el sujeto a quien se le pueda reprochar la conducta realizada, lo que no sucede
con quienes en el momento del hecho no pudieron motivarse normalmente. Ésta es la razón
por la que se predica que existe un principio general, según el cual no es reprochable el
comportamiento de aquellos sujetos a quienes, en el momento del hecho, no se podía exigir
una conducta diversa 19.
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B) error, norma que alude al "que no haya podido en el momento del hecho (...) por (...)
error o ignorancia de hecho no imputable, comprender la criminalidad del acto o dirigir sus
acciones" (art. 34, inc. 10.)
C) coacción, regla que refiere al "que obrare violentado por (...) amenazas de sufrir un mal
grave e inminente" (art. 34, inc. 20)
D) obediencia debida, que se encuentra prevista en la norma que declara no punible al "que
obrare en virtud de obediencia debida"
Además de las indicadas, se presentan otras situaciones en las que el reproche no puede
formularse, como el caso del náufrago que le arrebata a otro la tabla de salvación porque sólo
soporta el peso de uno de ellos, ejemplo denominado estado de necesidad disculpante, que no
puede resolverse aplicando el arto 34, porque es un autor que causa un mal para evitar otro
igual (mata para salvar su vida). Lo adecuado es considerarlo también causa de
inculpabilidad, ya que no es exigible al autor cumplir la norma que prohíbe el homicidio.
Si bien la gran mayoría de los supuestos de hecho contenidos en las normas penales generan
la consecuencia de punibilidad cuando concurren los presupuestos ya analizados, en algunos
casos ellos no fundamentan todavía la imposición de una pena, pues se requiere la
verificación de otros presupuestos de punibilidad 20, como sucede con las condiciones
objetivas, y las excusas absolutorias. En estos casos la pena no está condicionada
exclusivamente a la comisión del delito, sino también a otras exigencias.
Las condiciones objetivas y las excusas absolutorias no deben confundirse con los requisitos
de procedibilidad, que son casos en los cuales se condiciona el ejercicio de la acción penal en
el proceso. Se las denomina condiciones de la persecución penal, porque se trata de requisitos
de admisibilidad del proceso penal, como sucede, por ejemplo, con la regla que exige para la
procedencia de la acción penal en los delitos concursales que el acusado haya sido
judicialmente declarado en quiebra en sede comercial (art. 176).
ART.176: Será reprimido, como quebrado fraudulento, con prisión de dos a seis años e
inhabilitación especial de tres a diez años, el comerciante declarado en quiebra que, en
fraude de sus acreedores, hubiere incurrido en algunos de los hechos siguientes:
2º No justificar la salida o existencia de bienes que debiera tener; substraer u ocultar alguna
cosa que correspondiere a la masa;
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3º Conceder ventajas indebidas a cualquier acreedor.
Corresponde tratar aquí las de naturaleza penal, que pueden excluir o levantar la punibilidad.
Ésa es la razón por la que se las denomina condiciones objetivas, ya que como no necesitan
ser captadas por el dolo, cualquier error sobre su concurrencia carece de significación. Así, el
hecho resultará punible si concurre la condición aunque el autor lo ignore, y a la inversa
quedará impune si la condición no se cumple, aunque el autor crea lo contrario. En el derecho
argentino se puede exhibir como ejemplo la norma que castiga al que instigare a otro al
suicidio o le ayudare a cometerlo, si el suicidio se hubiere tentado a consumado (art. 83,
CPen.).
De acuerdo con esta interpretación, ese delito queda consumado cuando el autor instiga o
ayuda a otro a suicidarse, pero para imponer la pena es necesario que se cumpla una
condición: que la persona a quien el autor persuadió o a la que prestó ayuda, se haya
efectivamente quitado la vida o al menos lo haya intentado. Esta condición es objetiva porque
no necesita ser captada por el dolo.
Las exigencias materiales de la pena no deben ser confundidas con las condiciones de la
persecución penal, que son de naturaleza procesal, como sucede,
Ejemplo: como ocurre con la norma que declara que determinados delitos son dependientes
de instancia privada, por lo que el fiscal no podrá actuar de oficio aunque el delito esté ya
consumado, pues no procede formar causa, sino por acusación del agraviado, su tutor,
guardador o representante legal. (art.72)
Artículo 72: Son acciones dependientes de instancia privada las que nacen de los siguientes
delitos:
1. Los previstos en los artículos 119, 120 y 130 del Código Penal cuando no resultare la
muerte de la persona ofendida o lesiones de las mencionadas en el artículo 91.
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3. Impedimento de contacto de los hijos menores con sus padres no convivientes.
En los casos de este artículo, no se procederá a formar causa sino por acusación o denuncia
del agraviado, de su tutor, guardador o representantes legales. Sin embargo, se procederá
de oficio:
a) En los casos del inciso 1, cuando la víctima fuere menor de 18 años de edad o haya sido
declarada incapaz
b) En los casos del inciso 2, cuando mediaren razones de seguridad o interés público;
c) En los casos de los incisos 2 y 3, cuando el delito fuere cometido contra un menor que no
tenga padres, tutor ni guardador, o que lo fuere por uno de sus ascendientes, tutor o
guardador, o cuando existieren intereses gravemente contrapuestos entre éstos y el menor,
siempre que resultare más conveniente para el interés superior de aquél.
Así, por ejemplo, no concurriendo razones de seguridad o interés público si bien el delito de
lesiones leves está consumado cuando se ha causado un daño en el cuerpo o en la salud de la
víctima (art.89), sin que la punibilidad esté supeditada a ninguna condición de derecho
material, existe un impedimento procesal, pues la posible imputación al autor depende de que
la acción penal haya sido instada por la víctima.
Es decir que la acusación del agraviado opera como condición ineludible para que sea
procedente la persecución. Las condiciones objetivas de punibilidad han sido cuestionadas
por un sector de la doctrina argentina contemporánea, que considera que consagran supuestos
de responsabilidad objetiva, por lo que resultarían siempre lesivas al principio de
culpabilidad.
La crítica se torna atendible cuando se pretende encubrir delitos calificados por el resultado
como condiciones objetivas de punibilidad, así sucede con numerosos ejemplos en los que ha
sido frecuente que se predique que corresponden aumentos automáticos de la escala de
punibilidad como exclusiva consecuencia de la acusación de resultados más graves, lo que
efectivamente es lesivo al principio de culpabilidad.
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ART.162: Será reprimido con prisión de un mes a dos años, el que se apoderare
ilegítimamente de una cosa mueble, total o parcialmente ajena.
ART.108: Será reprimido con multa de pesos setecientos cincuenta a pesos doce mil
quinientos el que encontrando perdido o desamparado a un menor de diez años o a
una persona herida o inválida o amenazada de un peligro cualquiera; omitiere
prestarle el auxilio necesario, cuando pudiere hacerlo sin riesgo personal o no diere
aviso inmediatamente a la autoridad
2) Dolo y culpa : la infracción a la norma puede ser dolosa o culposa, por lo que se debe
distinguir:
A) Un delito es doloso cuando en el momento del hecho, el autor sabe que está
realizando la conducta típica.
ART.84: Será reprimido con prisión de dos (2) a cinco (5) años e inhabilitación
especial, en su caso, por cinco (5) a diez (10) años el que por la conducción
imprudente, negligente o antirreglamentaria de un vehículo con motor causare a
otro la muerte.
La pena será de prisión de tres (3) a seis (6) años, si se diera alguna de las
circunstancias previstas en el párrafo anterior y el conductor se diere a la fuga o no
intentase socorrer a la víctima siempre y cuando no incurriere en la conducta
prevista en el artículo 106, o estuviese bajo los efectos de estupefacientes o con un
nivel de alcoholemia igual o superior a quinientos (500) miligramos por litro de
sangre en el caso de conductores de transporte público o un (1) gramo por litro de
sangre en los demás casos, o estuviese conduciendo en exceso de velocidad de más
de treinta (30) kilómetros por encima de la máxima permitida en el lugar del hecho,
o si condujese estando inhabilitado para hacerlo por autoridad competente, o violare
la señalización del semáforo o las señales de tránsito que indican el sentido de
circulación vehicular o cuando se dieren las circunstancias previstas en el artículo
193 bis, o con culpa temeraria, o cuando fueren más de una las víctimas fatales.
3) Consumación y tentativa
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A) En los delitos dolosos hay consumación cuando el autor realizó todos los elementos
del tipo objetivo, por lo que si concurren los demás presupuestos (antijuridicidad y
culpabilidad), corresponde imponer la pena prevista en la ley
Así, por ejemplo, si el autor ha consumado un homicidio porque mató a la víctima, el
juez debe imponer una pena tomando como base la escala prevista en la norma, es
decir, entre ocho y veinticinco años de reclusión o prisión (art.17)
B) También los delitos dolosos admiten como modalidad la tentativa, entendida como el
comportamiento de quien con el fin de cometer un delito determinado comienza su
ejecución, pero no lo consuma por circunstancias ajenas a su voluntad (art. 42,
CPen.), caso en el cual la consecuencia es una disminución de la escala de
punibilidad aplicable (art. 44, CPen.).
En la mayoría de los casos, el tipo está redactado previendo que la conducta sea realizada
por una sola persona, pero pueden concurrir varios protagonistas.
Cuando concurren varias personas en la comisión del hecho se debe distinguir entre
autores y partícipes. A su vez, la participación admite dos modalidades: cómplices e
instigadores.
ART.45: Los que tomasen parte en la ejecución del hecho o prestasen al autor o autores
un auxilio o cooperación sin los cuales no habría podido cometerse, tendrán la pena
establecida para el delito. En la misma pena incurrirán los que hubiesen determinado
directamente a otro a cometerlo.
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