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DERECHO NATURAL

PROBLEMAS BÁSICOS DEL ESTUDIO DEL DERECHO

La explicación de los “problemas básicos del estudio del Derecho” parte, obviamente, de la aceptación
de una especie de dato originario que no parece razonable someter a discusión: la existencia del conocimiento
humano.

Cuando se intenta aclarar el sentido y alcance del estudio o conocimiento jurídico, resulta
imprescindible comenzar por la determinación de los rasgos peculiares que definen el modo-de-ser del Derecho.

I. LA PECULIARIDAD DEL DERECHO COMO OBJETO DE CONOCIMIENTO

Tal como demuestra su propia historia, el conocimiento jurídico ha experimentado un incesante proceso
de fragmentación y diversificación o especialización, que ha obedecido, al parecer, a la necesidad de captar con
fidelidad el dinamismo y la gran complejidad estructural y funcional del fenómeno jurídico. Por otra parte, ese
conocimiento ha tenido que enfrentarse a varios condicionamientos particulares que han marcado su desarrollo y
que, en consecuencia, es preciso conocer.

1. El lenguaje-jurídico

Peculiaridades del lenguaje jurídico.

Parece exigible que el lenguaje jurídico sea lo suficientemente claro y preciso como para no ofrecer
dificultades a la compresión de la mayoría de los miembros del grupo.

En contra de las propias apariencias y a pesar de que las exigencias de la seguridad jurídica parecen
imponer la coincidencia entre el lenguaje del Derecho y el lenguaje común del grupo, se da una notable distancia
entre uno y otro. Ahora bien, este hecho no es casual. Se ha producido porque la función reglamentadora que
cumple el Derecho dentro del sistema de las relaciones sociales arrastra la necesidad de eliminar de sus propios
enunciados la imprecisión o indeterminación que minar de sus propios enunciados la imprecisión o
indeterminación que acompañan a menudo a los términos del lenguaje cotidiano. Y, consecuentemente, los
juristas se han visto empujados a una constante lucha por la claridad y la precisión del lenguaje que utilizan.

Se hace inevitable reconocer que, si bien es cierto que gran parte de los términos del lenguaje del
Derecho pertenecen al acervo del lenguaje común, tales términos tienen casi siempre en el contexto del lenguaje
jurídico un significado concreto distinto al que ofrecen en el ámbito del lenguaje ordinario.

En esa medida, el Derecho se ha salido del campo de fuerza del lenguaje general, se ha desviado del
significado que se atribuye habitualmente a los dignos lingüísticos y ha terminado por atribuir a éstos una
significación peculiar propia. Consecuentemente, el lenguaje del Derecho se ha convertido en un lenguaje
especializado y tecnificado, es decir, en un área lingüística cuya comprensión exige un especial esfuerzo de
adaptación.

2. Las peculiaridades del fenómeno jurídico

El Derecho es una realidad muy peculiar. Lo importante es determinar en qué consiste esa peculiaridad
y tomar conciencia de que, si bien su existencia no es posible sin la concurrencia de unos elementos físicos o
ideales muy variados, el Derecho no se identifica nunca con esos elementos.

Aunque se recoge en instrumentos materiales y se manifiesta y transmite a través de ellos, el Derecho


no se identifica con esos instrumentos. Por ej: las losetas de piedra de Moisés, el bronce que recogía la Ley de
las XII Tablas, etc., contienen Derecho pero no son Derecho. Tampoco puede identificarse al Derecho con un
determinado sistema de valores y principios éticos ideales. Lo que le caracteriza es ser una realidad híbrida de
materialidad (enunciados lingüísticos, leyes, códigos, instituciones, organismos...) y de idealidad (valores,

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principios, ideales, juicios lógicos...) que los hombres han creado y desarrollado para facilitar su propia vida
dentro de la sociedad.

La peculiaridad del Derecho radica, por tanto, en ser un producto de la necesidad humana de vivir, un
instrumento de la vida humana. En esa medida, el Derecho se constituye y se define también por su propia
estructura funcional e instrumental, es decir, por el destino o finalidad social a que se orienta.

A) Sentido funcional del Derecho dentro de la vida humana

Si se analiza el dato jurídico en profundidad, se descubre inevitablemente la manifestación de tres


grandes dimensiones complementarias: la fáctica, la normatividad y la valorativa. El Derecho es, pues, de
acuerdo con el esquema interpretativo de este punto de vista doctrinal, una realidad constitutivamente
tridimensional que se manifiesta y actúa a un mismo tiempo como hecho y como valor.

B) El Derecho en su dimensión fáctica

Uno de los rasgos primarios del Derecho es el de mostrarse como resultado o producto de la creatividad
humana, como instrumento que el hombre inventa para asegurarse la conservación y el satisfactorio desarrollo
de su propia vida dentro de la trama de las siempre conflictivas relaciones sociales.

El Derecho está siempre como un producto cambiante, incluso aleatorio, pero permanentemente
presente.

Esta dimensión fáctica del Derecho, esta su natural pertenencia al curso del devenir histórico implica,
no sólo la coincidencia existencial del fenómeno jurídico con otros hechos sociales, sino, sobre todo, que el
Derecho surge dentro de la trama de factores sociales que determinan en cada momento la vida colectiva, que
está influido por esta trama de factores y que es, por tanto, un hecho social más.

C) El Derecho en su dimensión normativa

El Derecho se caracteriza, ante todo, por intentar reglamentar de una determinada forma y en un
determinado sentido algunos de los comportamientos humanos que entran en relación y correspondencia con
otras conductas de los hombres. Este es su rasgo característico más acusado.

El Derecho se manifiesta, pues, primordialmente como norma, como regla, como directriz de conducta,
es decir, como un principio regulativo que pretende determinar la orientación que va a presidir el desarrollo de
varia áreas del comportamiento de los sujetos sociales, condicionando al mismo tiempo en forma decisiva la
propia organización social que los comportamientos humanos, en su trama interrelacional. El conocimiento
jurídico ha de ser ante todo búsqueda o investigación orientada al descubrimiento del alcance normativo de las
reglas de Derecho. El conocimiento jurídico ha de ser ante todo búsqueda o investigación orientada al
descubrimiento del alcance normativo de las reglas de Derecho.

D) El Derecho en su dimensión valorativa

La propia dimensión normativa del Derecho exige la presencia de la dimensión valorativa, ya que la
existencia de una norma jurídica se apoya siempre en su precedente selección valorativa de las conductas que
deben ser cumplidas o evitadas.

El sentido directivo del Derecho se basa en el hecho de que las reglas jurídicas intentan implantar un
determinado orden social frente a otros órdenes posibles, orientando la sociedad hacia un concreto modelo
organizativo definido por un conjunto de ideales o valores cuyas exigencias éticas actúan como trama básica de
la organización social que se pretende implantar.

E) Unidad estructural y funcional de las diversas dimensiones del Derecho


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Las tres grandes dimensiones (hecho, norma y valor) presentes en la compleja realidad del fenómeno
jurídico dan origen a tres diferentes ópticas o puntos de vista desde los que ha de ser contemplado
científicamente el Derecho y provocan el desarrollo de tres distintos sectores del saber jurídico.

Ahora bien, tales dimensiones no subsisten en el Derecho de forma independiente y desvinculada, sino
que coexisten en una realidad existencial que es única: la realidad concreta y coherente del Derecho histórico de
cada pueblo.

Cualquier Derecho es en cualquier hipótesis una concreción histórica cuya función constitutiva es crear
y mantener un orden dentro de la vida social de un determinado grupo humano, en una determinada época y
según los imperativos o exigencias de unos determinados valores éticos. Cada una de sus tres dimensiones
integrantes es igualmente importante e igualmente imprescindible para un conocimiento integral del Derecho.

II. NIVELES DEL CONOCIMIENTO JURÍDICO Y SU DIVERSIFICACIÓN SISTEMÁTICA

Puede decirse que el Derecho ha sido objeto del conocimiento reflexivo humano desde el momento
mismo en que los hombres comenzaron a contemplar críticamente el mundo en que vivían y, en especial, las
normas por las que se regían su propia vida. Consecuentemente, el saber sobre el Derecho hubo de sufrir durante
largas etapas la misma suerte que corriera el saber ético general dentro del que se encontraba fusionado e
indistinto, viéndose afectado al mismo tiempo hasta hoy por los avatares que han marcado la larga y lenta
peripecia del desarrollo de los diferentes saberes humanos.

Ha de proyectarse también sobre el saber jurídico esa especie de ley que preside el proceso de
evolución general del saber: el principio de la creciente diversificación, especialización y fragmentación del
conocimiento científico.

1. Las manifestaciones históricas

Todas las manifestaciones del pensamientos humano se produjo en el seno del saber religioso y que
éste condicionó durante largo tiempo el desarrollo de aquél. La historia del análisis de la normatividad ética de la
vida social no fue excepción dentro de ese proceso general. El ideal de la Justicia fue abandonando las sagradas
sedes que venía ocupando en las grandes construcciones dogmáticas de las diversas doctrinas reveladas. La
reflexión sobre los grandes problemas de la vida jurídica ha venido desarrollándose ya desde el siglo XVII
dentro de los confines de las decisiones simplemente humanas e históricas, con expresa desvinculación de las
explicaciones religiosas.

Otra de las grandes manifestaciones históricas del conocimiento jurídico es el desarrollado desde la
perspectiva filosófica, perspectiva que ha estado mediatizado siempre por las tensiones procedentes de su
origen religioso. Así, la filosofía del Derecho cristalizó más tarde en los sistemas de la “ciencia del Derecho
Natural” y entró finalmente en el siglo XIX con una nueva imagen: reflexión sobre el Derecho en cuanto
producto de la razón histórica o del legislador racional. Por esta vía, a mediados del siglo XIX, el saber
filosófico del Derecho llegó a reducirse a una especie de teoría general o común de las diferentes ciencias
jurídicas parciales. Pero, desde entonces, aunque cometido a constantes críticas, discusiones y revisiones, el
conocimiento filosófico del Derecho ha recuperado su carácter abstracto o transhistórico y la funcionalidad
crítica que le ha caracterizado en la mayor parte de los períodos de su historia.

El conocimiento jurídico pragmático es ante todo, un saber predominantemente técnico, tan


vinculado a la habilidad retórica que ha podido ser calificado a menudo como arte.

Finalmente, el panorama de las grandes manifestaciones históricas del saber jurídico se completa en la
presencia del conocimiento científico. Por otra parte, merced fundamentalmente al gran crecimiento interno y a
la consiguiente independización de los diversos sectores normativos (el civil, el penal, el mercantil, el
laboral,...), se ha producido dentro de él un continuo despliegue de investigaciones sectoriales que integran la
tupida trama actual de las ciencias jurídicas dogmático-sistemáticas. Esta trama constituye por derecho propio
el núcleo representativo de los estudios jurídicos de la actualidad a través de las disciplinas que se ocupan de
sistematizar los conocimientos necesarios para la compresión de cada uno de los capítulos o sectores básicos de
la normatividad jurídica.

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2. El panorama actual

En la situación actual el horizonte del saber sobre el Derecho incluye un cuadro sumamente amplio y
fraccionado de conocimientos o “ciencias” que, aunque en ningún caso llegan a ser totalmente independientes, sí
son lo suficientemente distintos como para recibir un tratamiento científico y académico separado. Una vez
eliminada ya de forma general la perspectiva del saber religioso sobre el Derecho.

1. Área del saber jurídico pragmático o técnico:


- Jurisprudencia
- Política jurídica

2. Área del saber jurídico científico:


- Ciencias normativo-sistemáticas
- Ciencias fáctico-sistemáticas
- Ciencias lógico-sistemáticas

3. Área del saber jurídico filosófico:


- Teoría del conocimiento jurídico
- Teoría fundamental del Derecho
- Teoría del Derecho justo

Insistamos una última vez en la idea de que el Derecho, en cuanto objeto de conocimiento, es una
realidad que presenta unas características absolutamente peculiares. Tales características específicas, junto con la
constante presión ejercida en cada momento por las transformaciones a que se ve sometido el conocimiento
humano en su incesante progreso, son las que han determinado y condicionado en última instancia la
multiplicación histórica del saber jurídico. Una multiplicación que se ha producido, no sólo en relación con los
grandes sectores o niveles del saber, sino también dentro de cada uno de estos sectores y muy especialmente en
los dominios del conocimiento científico.

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