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UNCAUS Facultad de Medicina Psicología Social, Comunitaria e Institucional

Primer Año

CARRERA DE MEDICINA

INTRODUCCION A LOS CONTENIDOS CONCEPTUALES

y GUIA DE LECTURA
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Concepciones de Salud y lo Colectivo

Comprender la categoría “colectivo” es central para el campo de la Salud y sobre todo para
una salud colectiva e integral. Cabe destacar que la noción de lo colectivo requiere de una
recuperación crítica de la supuesta oposición entre individuo y sociedad, especialmente
cuando se dice que ni el individuo es una entidad exterior a la sociedad, ni la sociedad una
entidad exterior a los individuos.

La expresión “salud colectiva” surge a fines de la década de los años 70, con la perspectiva
de construir un paradigma renovado de la “salud pública, de la salud comunitaria y de la
“medicina preventiva y social” que permita una nueva articulación entre las diferentes
disciplinas e instituciones que converjan en el campo de la salud

La Salud Colectiva, integra áreas clásicamente denominadas como las “ciencias sociales”, la
“epidemiología” y la “planificación estratégica”. Está compuesta por una polisemia de
visiones, como por ejemplo, acerca de la salud, de las controversias y tensiones
conceptuales de los sub campos que la constituyen, e incorpora diversas categorías como
la de género, poder e interculturalidad entre otras.

Estas propuestas surgen en la necesidad de comprender a la salud en forma histórica,


además esta comprensión requiere de que sea contextualizada y las propuestas de cambio
deben reformular la forma de mirar, conocer y actuar alrededor del objeto problema: Proceso
de salud-enfermedad-cuidado/atención (PSEA) de la población, a través del pensamiento
“complejo”.

La Salud Colectiva, así entendida, forma un nuevo campo de conocimiento, en constante


desarrollo y se constituye en un punto obligado de referencia y reflexión para ampliar los
horizontes de visión del proceso de salud enfermedad-atención/cuidado.

En este aspecto también es posible abrir puntos de debate en torno a los llamados
“determinantes sociales de la salud”, para contrastar con otras perspectivas y reflexionar
sobre la “determinación social de la salud” que implica estudiar los modos de vida históricos y
estructurales.

Mostrar la relación que existe entre los procesos estructurales es remplazar la lógica de la
conexión lineal de variables intervinientes por un sistema donde se entre-lazan los tres
grandes dominios de la determinación: el dominio general que corresponde a la lógica
estructurante de acumulación de capital, con sus condiciones político culturales; el dominio
particular de los modos de vivir con sus patrones estructurados grupales de exposición y
vulnerabilidad; y el dominio singular, de los estilos de vida y el libre albedrío personal que
viven las personas con sus condiciones fenotípicas y genotípicas. También es necesario
trabajar con las relaciones de poder como una matriz integrada: clase-género-etnia,
incorporando la dimensión de la interculturalidad como condición de objetividad –
subjetividad innovada en el conocimiento.
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Para este nuevo abordaje de la salud con nuevas categorías y desde propuestas integrales
se propone no solo utilizar los abordajes cuantitativos sino integrar los abordajes cualitativos
(trabajo de campo, observación participante, entrevista en profundidad, investigación-acción,
metodologías participativas) en sus múltiples expresiones. (Liborio, 2013)

La medicina social por su parte, tuvo su origen en la segunda mitad del siglo XIX en varios
países europeos cuando médicos preocupados por las condiciones de salud señalaban que
la enfermedad respondía a problemas sociales y que el estado debía intervenir.

En los años 50 la OPS se interesa por darle a la enseñanza de la medicina un carácter


preventivo y social por esta razón se incorporan sociólogos y antropólogos a los estudios de
medicina. Esto permitió el estudio de las ciencias sociales aplicado a la salud.

En los años 70 fue el tiempo de oro de la orientación social, donde se impuso como una
corriente de confrontación al paradigma positivista, de carácter biológico, reduccionista y
causalista asentado en el hospital, en la medicina curativa y asistencialista y en el técnico
como único poseedor del saber. Este es el modo de atención de salud que llevo a un
argentino antropólogo Eduardo Menéndez a formular su teórica del modelo medico
hegemónico. (Mosso, 2011)

En la década del 80 se ve el agravamiento de las precarias condiciones de vida de la


población en Latinoamérica, por eso la OPS busca promover la generación de conocimientos
a partir de becas y financiamiento de la investigación. Las ciencias sociales quedan
definitivamente incluidas en el campo de la salud, pero al mismo tiempo se globaliza el
mundo y el neoliberalismo se asienta como dominante. (Mosso, 2011)

Se inicia por lo tanto un proceso de retroceso caracterizado por crisis económicas,


desempleo, donde la salud y la educación muestran mayor signo de decadencia.

Por esta razón se concibe al proceso salud-enfermedad como un proceso natural pero
histórico que surge y se desarrolla en un determinado organismo, el cual se encuentra
condicionado por diversas situaciones sociales. Es decir se presenta en individuos y
grupos sociales que trabajan y viven de cierta manera bajo determinadas condiciones físicas
y sociales, la forma de concebir las causas y respuestas a la enfermedad son diferentes en
distintos grupos sociales según marcos culturales y zonas geográficas donde vive.

El proceso salud-enfermedad-atención se manifiesta en un sujeto concreto (en lo singular)


que posee determinantes biológicos, psicológicos y sociales, por eso no existe ningún
proceso que se repita de igual forma, en las mismas circunstancias, por eso en palabras de
Osler es más importante saber qué clase de paciente tiene una enfermedad, qué saber
qué clase de enfermedad tiene un paciente. (Mosso, 2011)

Estos planteamientos deben exigir la reflexión en la práctica médica a fin de evitar modelos
estáticos, paralizantes que limitan una comprensión profunda de la salud como proceso
complejo, cambiante que adopta formas nuevas de acuerdo con circunstancias socio
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históricas concretas, este es el fundamento de adquirir conocimientos y herramientas
desde las ciencias psicológicas y sociales.

Los desafíos del mundo actual

Los rasgos característicos de la Modernidad fueron racionalidad, progreso, ciencia, cultura,


los cuales ahora están en tela de juicio o en crisis. Los principios positivistas de este «modelo
de racionalidad científica» no son válidos para el estudio de los fenómenos sociales actuales.

Por lo tanto desde el paradigma postmodernista se postula que: 1) la realidad es dinámica; 2)


el conocimiento es una construcción social; y 3) el conocimiento tiene consecuencias
sociales. Esta nueva epistemología es histórica, comprensiva y contextualista, definen a la
realidad como simbólica donde el lenguaje y la acción están estrechamente vinculados.

En este sentido el interaccionismo simbólico descansa sobre tres premisas básicas, que son
a su vez, defendidas por la psicología comunitaria:

1) El ser humano orienta sus actos hacia las cosas, -entendiendo por cosas todo aquello que
se puede percibir tanto en el mundo externo como interno- en función del significado que
tienen estas cosas para él.

2) El significado de estas cosas u objetos se deriva de, o surge como, consecuencia de la


interacción social.

3) Los significados se elaboran, reelaboran y modifican mediante un proceso interpretativo


construido por la persona al enfrentarse con las cosas con las que se encuentra.

No puede existir un individuo sin relaciones sociales. El proceso por el cual surge la persona
es un proceso social que involucra la interacción de los individuos con sus grupos de
referencia. De acuerdo con estos supuestos, cada persona define y orienta su conducta a
partir de las acciones de los demás, de modo que la vida en grupo, en sociedad, implica un
proceso continuo de definición. Este proceso consiste por una parte, en definir al otro lo que
tiene qué hacer y por otra, en interpretar las definiciones formuladas por los demás. La
actividad colectiva e individual se forma dentro y a través de este proceso continuo de
interacción simbólica en la que el lenguaje tiene una importancia capital. En este sentido,
puede hablarse como destaca Mead, de construcción social de la realidad. Sólo a través de
la implicación en grupos de referencia que proporcionan de forma consistente y ordenada un
conjunto de símbolos, el individuo puede adquirir los elementos imprescindibles para
aprehender la realidad. (Mead, 1963)

Imaginario Social
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Toda sociedad, para existir, necesita “su mundo” de significaciones. En el imaginario social
Castoriadis se refiere a la instancia de creación del modo de una sociedad, dado que
instituye las significaciones que producen un determinado mundo (griego, romano, incaico,
etc.) llevando a la emergencia de representaciones, afectos deseos y sanciones propias de
cada una. (Castoriades, 1989)

Castoriadis expresa que una sociedad existe en tanto plantea la exigencia de la significación
como universal y total, y en tanto postula su mundo de las significaciones imaginarias
sociales (SIS) como aquello que inaugura e instituye lo histórico-social, procediendo del
imaginario social instituyente, expresión de la imaginación radical de los sujetos. No tienen
referente empírico ni necesariamente son explícitas. Son lo que forman a los individuos
sociales, son el cemento de la actividad social. Es imposible explicar cómo emergen: son
creación. El campo socio- histórico se caracteriza por significaciones imaginarias sociales,
las que deben encarnarse en las instituciones. No pueden ser explicadas por parámetros
lógicos que permite satisfacer esta exigencia.

El imaginario social es un magma de significaciones imaginarias sociales encarnadas en


instituciones. Como tal, regula el decir y orienta la acción de los miembros de esa sociedad,
en la que determina tanto las maneras de sentir y desear como las maneras de pensar.

Pensar desde “lo imaginario” permite entender la institución sin reducirla ni a su significación
funcional ni a lo simbólico. Desde “lo imaginario” se entreteje una “realidad institucional” con
lo simbólico y con lo económico/funcional. Es así como las instituciones forman una red
simbólica. (Castoriades, 1989)

Aproximaciones a la psicología social, comunitaria e institucional

Definir la psicología social implica enumerar la existencia de diversas orientaciones, entre


ellas las del interaccionalismo simbólico (G.H. Mead, Blumer), las de la influencia social
(Asch, Mugny, Moscovici), las antropológicas y etnometodológicas (Goffman, Garfinkel), las
grupalistas (Lewin, Bion, Anzieu), las conductistas (Allport, Skinner), las psicoanalíticas
(Freud, Pichon Riviere, Kaës), las gestalticas (Heider, Newcomb), las institucionalistas
(Foucault, Castoriadis), las sistémicas (Watzlawick, Minuchim, Slutzky). (Musitu G. Buelga S.
Vera A. Avila M. Arango C. Compiladores, 2009).

Esta enumeración señala la coexistencia de enfoques muy diversos que reconocen, no


obstante, la existencia de una problemática común, la de la interacción, ya que todas
reconocen en la psicología social una disciplina que se ocupa del estudio de la interacción
humana. De este modo comprendido, la psicología social aborda las interacciones entre
sujetos en ámbitos grupales, institucionales, organizacionales y comunitarios. (Schvarstein,
2006)

Por otra parte la psicología comunitaria nace preocupada por ser útil y relevante en la
solución de problemas sociales. Se preocupa por promover el bienestar y la calidad de vida
de las personas. Este sentido práctico y de utilidad de la disciplina implica además, la
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defensa de la indisolubilidad con la teoría. Desde esta perspectiva, se plantea que los
conocimientos se construyen al mismo tiempo que se interviene sobre el sistema.

En realidad, su interés por superar la desigualdad, la alienación, la indefensión y la falta de


participación, vincula la disciplina a orientaciones sociopolíticas comprometidas con la
desigualdad y los grupos sociales más desfavorecidos, se hace partícipe del principio de
diversidad y relatividad cultural. Desde este principio, se enfatiza la necesidad de
comprender la cultura y el entorno de la persona para entender su conducta y sus vivencias.
Se preocupa más por acciones preventivas dirigidas a crear o fortalecer recursos con el fin
de evitar la aparición o agudización de una problemática.

La psicología institucional se propone conocer y revisar los imaginarios socialmente


compartidos, que atraviesan y co-constituyen la subjetividad de los actores sociales,
determinando las prácticas colectivas, es decir los modos de hacer y conocer. Desde esta
perspectiva investigación e intervención se construyen mutuamente: al indagar una realidad
intervenimos sobre ella y, además, para intervenir resulta necesario recabar datos y
sistematizarlos. Asimismo, no hay posibilidad de aprender sin revisar lo que se cree saber,
en consecuencia el aprendizaje requiere una intervención sobre las concepciones instituidas
en el ámbito social del que se trate.

Generalmente la institución tiene una doble acepción el término, entendida:

1) en sentido amplio: las instituciones de la sociedad (políticas, religiosas, jurídicas, etc.) y de


cómo estas predeterminan formas de pensar y de actuar de los individuos.

2) en sentido restringido: la organización o el establecimiento concreto.

En el enfoque de la psicología institucional se utiliza el término institución en el primer


sentido.

En este sentido la institución es una norma universal o atravesamiento, sistema lógico de


definiciones de una realidad social. Tiene la función de conservación, estabilidad (lo que da
comienzo y establece) y formación (lo que da forma). Es una tipificación de acciones
habitualizadas por tipo de actores que tienen una historicidad. Clasifica y divide
comportamientos, atribuye valor y decisiones prescritas (indicadas) y proscritas (prohibidas).

Lo instituido designa lo que está establecido, es el conjunto de valores y normas dominantes,


de status y roles que fundamentan el orden social. Tiene pretensión de universalidad, de
perennidad y de verdad que lo convierten en una fuerza conservadora. Generalmente
aparecen otras fuerzas que se oponen a lo instituido promoviendo procesos instituyentes.
Estas fuerzas protestan sobre lo instituido, se manifiesta haciendo caer la máscara de la
universalidad, perennidad y verdad.

Generalmente si estas fuerzas logran cambios con el tiempo ellos pasan por una fase de
institucionalización que implica que aparecen reglas nuevas pero que permiten que la
institución se perpetúe, esto nuevo logra estabilidad y duración.
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Lo instituido, lo instituyente y la institucionalización son procesos dinámicos y dialecticos en
constante interacción.

En Argentina el análisis institucional nace en los 60’, su eje histórico se centra en la facultad
de psicología de la UBA. Del 50 al 60 a partir de los aportes de precursores como P. Riviere,
se construyó una psicología de concepción grupalista con técnicas de grupos operativos y la
inclusión del psicoanálisis freudiano y kleiniano en al ámbito grupal.

Sus seguidores fueron los Dres. Bleger, Ulloa, Liberman, Bauleo y Pavlovsky entre otros.
También en el análisis institucional Lapassade y R.Lourau se encuentran como sus
principales exponentes. Tomando a Castoriadis otro de sus exponentes se define a la
institución como ciertas formas de relaciones sociales, tomadas como generales, que se
instrumentalizan en las organizaciones y en las técnicas donde son producidas,
reproducidas, transformadas y/o subvertidas. Trata de encontrar los significados de los
conflictos y con la tarea, sin perder de vista el contexto sociohistórico donde se desarrollan.
Para Bleger es importante lograr la psicohigiene de las instituciones, que implica alcanzar la
mejor organización y condiciones que tiendan a promover la salud y bienestar.

Instituciones y subjetividad

El orden social es un producto humano, existe producto de la actividad humana. Toda


actividad humana está sujeta a habituación. Es decir todo acto que se repite crea una pauta,
estos procesos de habituación son los que preceden a la institucionalización, que aparece
cuando se da una tipificación reciproca de acciones cotidianas pro determinado tipo de actor
y es sometido al control social. El actor a su vez percibe el mundo institucionalizado como
realidad objetiva porque antecede a su nacimiento y no es accesible a su memoria biográfica.
Este es el mecanismo por el cual las instituciones ejercen coacción sobre el sujeto. Las
instituciones se encarnan en la experiencia individual por medio de los roles. Los roles
representan instituciones ya que permiten que ellas existan como presencia real en la
experiencia real de personas concretas. (Schvarstein, 2006)

Las instituciones habitan y definen modos de pensar, hacer, sentir y decir, en definitiva
modelan la subjetividad según diferentes momentos socio-históricos, donde las tramas
psicosociales son productos de enlaces y desenlaces entre la dimensión institucional y grupal
donde se despliegan los sujetos y la realidad construida socialmente.

Se trata de aportar una lectura de la interrelación y tensión entre individuo- sociedad, en las
acciones e interacciones de la vida cotidiana mediante también la consideración de la
dimensión histórico- social de las instituciones productoras de significados, normas, pautas
de acción y la producción de subjetividad.
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La noción de subjetividad busca e intenta construir un campo de reflexión para pensar “las
formas de existencia” de los sujetos. Las maneras en que se constituyen como tales en
ciertos escenarios y prácticas sociales, en una cultura dada. (Correa, 2011)

Es decir que producción de subjetividad son maneras de habitar lo social, donde los sujetos
constituyentes de un colectivo social producen otros y nuevos sentidos de las circunstancias
en las que se encuentran. Es desde allí que pueden establecerse posibilidades de inventar,
de producir transformaciones que alteren lo instituido, de eso se trata la producción de
subjetividad.

Cada época genera formas específicas de malestar, correlativas, seguramente, a las


problemáticas que le son inherentes. Las formas de producción de la subjetividad serán
particulares de cada momento histórico, porque la subjetividad es producida por la cultura, a
la vez que el individuo resulta productor de ésta, dando vida a la forma social.

Como construcción histórica y social la subjetividad es una formación que corresponde


simultáneamente al sujeto singular y al conjunto. La forma de apropiación que los individuos
realizan de las significaciones, de los sentidos, de los valores éticos y morales que produce
una cultura recrean y determinan sus prácticas concretas, su forma de estar y ser en
comunidad. Pero al mismo tiempo que se realiza esto son ellos mismos los que permiten la
reproducción de esa cultura determinada, son las subjetividades las que operan como
soporte de la cultura. (Correa, 2011)

Institución, Organización, grupo y rol

Las instituciones como se explicó anteriormente, son abstracciones como por ejemplo, la
salud, la educación, la medicina, la salud pública, la religión, el salario, capitalismo, entre
otros. Las organizaciones son el sustrato material de las mismas, el lugar donde las
instituciones se materializan y tienen efectos productores sobre los individuos. Ejemplos de
organizaciones son la escuela, la fábrica, el hospital.

Las organizaciones están atravesadas por muchas instituciones que determinan


verticalmente muchas de sus interacciones sociales. También esto sucede en los grupos.
Estos atravesamiento institucionales permiten reflexionar sobre los modos de hacer y
pensar de los sujetos.

Las organizaciones implican la coordinación racional de actividades de un conjunto de


personas, que buscan conseguir un objetivo en común explicito mediante la división de
funciones y del trabajo. Tiene estructura diferenciada horizontal y/o vertical, quiere decir
sistema de roles asignados explícitos. Se da en un espacio físico concreto. Poseen una
identidad en común. Este dispositivo singular es donde varias instituciones se conjugan y es
atravesado por ellas, marcando las normas por las cuales se dispone de tiempos, los
espacios, los recursos, las personas, los símbolos, etc. ( Schvarstein, 2006)
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Los grupos por su parte son un conjunto restringido de personas ligadas entre sí por
constantes de tiempo y espacio, y por su mutua representación interna, que se propone de
forma explícita o implícita una tarea que constituye su finalidad, interactuando a través de
complejos mecanismos de asunción y adjudicación de roles. (Pichón Riviere, 1975).

Espacios de análisis e intervención

Bleger refiere que la conducta de un ser humano o de un grupo está siempre en función de
las relaciones y condiciones interactuantes en cada momento dado.

Los seres humanos estudiados en psicología, sea en forma individual o grupal, deben serlo
siempre en función y en relación estrecha con el contexto real de todos los factores
concretos que configuran la situación. El ser humano es entendido como totalidad en las
situaciones concretas y en sus vínculos interpersonales (presentes y pasados).

Los ámbitos se refieren a la amplitud de sucesos o vínculos humanos, y pueden mencionarse


como explica Bleger los siguientes:

Psicosocial

Sociodinámico – grupal

Institucional – organizacional

Comunitario

El ámbito psicosocial hace referencia al individuo estudiado en sí mismo, pero estudiado en


todos sus vínculos o relaciones interpersonales, desde el vínculo primario. En el ámbito
sociodinámico se toma al grupo como una unidad; hace referencia a la observación del
sujeto en su grupo. El ámbito institucional abarca la relación de los grupos entre sí y entre
las instituciones que los rigen y también en las organizaciones en la que se concretizan. El
ámbito comunitario incluye lo colectivo-social. (Bleger, 1976).

Realidad-es

La ideología constructivista surgió a mediados del siglo XX y tuvo grandes repercusiones en


diversas disciplinas, entre ellas la psicología. También sirvió de fundamentación teórica para
entender la realidad y la percepción del ser humano como única. La idea central del
constructivismo se resume en la premisa “La realidad existe según se nombra” (Frutos, I.
Rodríguez, P. 2000), afirmando así que el lenguaje construye realidades.

Siguiendo este movimiento encontramos a Paul Watzlawick (1988) que defendía que “Todo
lo que vivimos y experimentamos, conocemos y sabemos, está indefectiblemente construido
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con nuestras propias piezas y solo puede explicarse desde nuestra propia forma de
construirlo”. Así la percepción de la realidad se realiza a través del lenguaje y las piezas son
un conjunto de significantes y significados con los que el individuo construye la realidad.
Éstos dos términos, denominados por Saussure Pero para Watzlawick (1988) hablar es lo
que define al ser humano como tal, el lenguaje es lo que convierte al animal en lo que él
denomina Mamífero Parlante. De ésta forma y desde su nacimiento se introduce al ser
humano en un mundo simbólico en el que todo podrá ser nombrado (filogénesis del lenguaje)
y del cual será su eterno esclavo (ontogénesis del lenguaje).

Dicha realidad creada por lo simbólico determinará no solamente el lenguaje sino también el
pensamiento.

¿Es real la realidad? se preguntaba Watzlawick, y escribía: “Creer que la propia visión de la
realidad es la realidad misma, es una peligrosa ilusión, pero se hace aún más peligrosa si se
la vincula a la misión mesiánica de sentirse en la obligación de explicar y organizar el mundo
de acuerdo con ella, sin que importe que el mundo lo quiera o no”.

Pensaba, como todo constructivista, que la realidad no existe como hecho objetivo, sino que
es una construcción más dentro de las construcciones mentales que realiza una persona a
partir de la interacción permanente con su entorno.

Watzlawick (2000) explica que La realidad supuestamente hallada es una realidad inventada
y sus inventos no tiene conciencia del acto de su invención, cree que esa realidad es algo
independiente de él y que puede ser descubierta, por lo tanto a partir de esa invención,
percibe al mundo y actúa en él.

Desde la perspectiva de Watzlawick, la construcción de la realidad está relacionada con


circunstancias que forman parte de nuestro pensamiento cotidiano y que tienen una profunda
significación en la imagen de la realidad que creamos. Una persona basándose en su
experiencia anterior de estimar los efectos futuros de una decisión, tiene normalmente en
miras el mejor resultado posible.

Watzlawick luego introduce una diferencia en el concepto de realidad, postula que la realidad
presenta dos conceptos distintos entre sí. El primer concepto se refiere a las propiedades
puramente físicas de las cosas y responde por tanto al problema de la “sana razón humana”
o del proceder científico objetivo. El segundo concepto se refiere a la adscripción de un
sentido y un valor a estas cosas y en consecuencia a la comunicación.

Desde esta posición ambos conceptos se diferencian entre si como realidad de primer orden
y realidad de segundo orden, como dos realidades distintivas.

REALIDAD DE PRIMER ORDEN: Una realidad de primer orden se refiere a las propiedades
puramente físicas y objetivamente constatable de las cosas.

REALIDAD DE SEGUNDO ORDEN: está referida a la significación o valor de las cosas y que
son asignadas a partir de visiones o concepciones subjetivas, atribuirle un sentido y un valor
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a estas cosas lo que marcaría la presencia de dos realidades distintivas (realidad de primer
orden y realidad de segundo orden). (Watzlawick, 1976)

Berger y Luckmann plantean que lo que llamamos “realidad” se construye socialmente. El ser
humano se forma en interacción con su ambiente cultural y social, es inducido a participar de
la sociedad y “asume” el mundo en el que ya viven otros. Trata de “comprender” ese mundo
en que él vive, y ese mundo se vuelve propio. Por esto la sociedad existe como realidad
tanto objetiva como subjetiva. La actividad colectiva e individual se da en la interacción
simbólica, en la que el lenguaje tiene una importancia capital. El sujeto por la implicación en
distintos grupos de referencia que proporcionan de forma consistente y ordenada un conjunto
de símbolos, realiza la aprehensión de la realidad. (Berger y Luckmann, 1976).

Foucault por su parte complementa la visión constructivista introduciendo los conceptos de


poder y saber y su imbricada relación, al plantear temáticas relacionados con el saber y el
conocer, plantea que existen las prácticas discursivas, no discursivas y las materializaciones
del discurso, que conforman lo que denomina dispositivo. Foucault (1991) define este
concepto como: "[...]el dispositivo es de naturaleza esencialmente estratégica, lo que supone
que se trata de cierta manipulación de relaciones de fuerza, bien para desarrollarlas en una
dirección concreta, bien para bloquearlas, o para estabilizarlas, utilizarlas, etc. (...) El
dispositivo se halla pues siempre inscrito en un juego de poder, pero también siempre ligado
a uno de los bordes del saber, que nacen de él pero, asimismo lo condicionan”.

Para este autor, los saberes juegan un papel importantísimo dentro de los mecanismos de
poder. Con estos saberes el autor hace referencia a los conjuntos simbólicos de
conocimiento que se erigen como parapetos en nuestra cultura y pueden variar en diferentes
épocas. Entre estos podemos mencionar al saber científico, académico, económico, médico,
etc.

Para entender de forma simplificada estos tres elementos que constituyen el dispositivo
foucaultiano (prácticas discursivas, no discursivas y materializaciones) tomamos como
ejemplo la construcción que hace un hipotético estudiante de Medicina.

Los conocimientos que adquiera en la facultad de medicina serán aquellos que


denominaríamos prácticas discursivas. Este conjunto de saberes técnicos constituye el
corpus de conocimientos adquirido y evaluado por aquellos que ostentan el saber en la
Universidad. Dicho saber tiene el poder de acreditar la adquisición de dicho conocimiento, de
dichas prácticas discursivas. Una vez acreditado, el estudiante de medicina, deberá realizar
la residencia hospitalaria correspondiente para completar su conocimiento. Durante su
estancia en un Hospital adquirirá el bagaje de saberes denominado por Foucault como
prácticas no discursivas, que quizá no han sido explicitadas en la Universidad pero que se
transmiten durante la residencia ya que se encuentran dentro del imaginario social. Hacemos
referencia a todas aquellas prácticas como el tener que ayudarse siempre de una enfermera
para poder ejercer, la forma de administrar los fármacos, los requisitos para ingresar un
interno, o bien, la forma en la que tratará al paciente en su consulta. Finalmente, el lugar
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físico (material) donde ejerce el Médico, el hospital, completará el triángulo llamado
dispositivo del saber que delimita la actuación del Médico. (Foucault, 1991)

Los dispositivos planteados por Foucault dan lugar a situaciones en las que los saberes
crean realidades mediante el lenguaje. Es decir que a partir de nombrarla, esa realidad
existe. De esta forma y según como se nombre, anticipará una realidad ampliamente
compartida y sostenida por un discurso que ostenta el saber, inherente al poder. En palabras
de Watzlawick se trataría de la profecía que se auto-cumple. (Foucault, 1991)

La sociedad como sistema complejo

La teoría de los sistemas con un alcance muy importante y significativo en las ciencias
sociales tiene un origen múltiple y diversificado. Sus raíces se remontan a los trabajos
antropológicos de Bateson en la década de los años treinta; y una década después, a la
influencia de la cibernética de Wiener y de la teoría general de sistemas de Ludwing von
Bertalanffy.

Esta última teoría, lógicamente primordial en la configuración de la teoría de sistemas,


pretende superar la tradición reduccionista-mecanicista de la ciencia. La explicación de los
hechos y procesos individuales mediante cadenas lineales de causa y efecto resulta
insuficiente para explicar una gran cantidad de fenómenos naturales y para dar cuenta de la
coordinación entre los elementos y sus procesos. Por ello, la teoría general de sistemas de
Bertanlaffy (1947) postula que todos los seres vivos desde una célula, a un individuo, a un
grupo o a una organización social son sistemas abiertos con un orden dinámico de partes y
procesos entre los que se ejercen interacciones recíprocas. Estos sistemas se caracterizan
por tres propiedades fundamentales: totalidad, autorganización y equifinalidad.

Las propiedades de los sistemas abiertos son tres:

1.- Totalidad: El todo es mayor que la suma de las partes. Los componentes y propiedades
de un sistema sólo pueden comprenderse como funciones del sistema total. El sistema
trasciende con amplitud las características individuales de los miembros que lo componen.
No se trata de una sumatoria de componentes sino que cada sistema tiene una complejidad,
una organización y una originalidad propia. Todo cambio en una de las partes afecta a todas
las demás, influye sobre ellas y hace que todo el sistema pase a ser diferente de lo que era
antes.

2.- Autoorganización: Los sistemas tienen capacidad para modificar sus estructuras cuando
se producen cambios en su medio. Con ello, se suele alcanzar un nivel más alto de
complejidad lo que aumenta de este modo las probabilidades de supervivencia.

3.- Equifinalidad: Las modificaciones que se producen dentro de un sistema al sucederse en


el tiempo son totalmente independientes de las condiciones iniciales. Derivan más bien de
los procesos internos del sistema y de las pautas interactivas. Cuando se observa un
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sistema, estructura o función, no puede hacerse una inferencia con respecto a su estado
pasado o futuro a partir de su estado actual, porque las mismas condiciones iniciales no
producen necesariamente los mismos efectos. Idénticos resultados pueden tener orígenes
distintos

Mientras que Bertalanffy presenta la teoría general de sistemas, un matemático llamado


Wiener revoluciona también, a finales de los cuarenta, el campo del saber con una nueva
ciencia a la que denomina cibernética. El principio de feedback o retroacción, introducido en
1914 por Armstrong, se convierte en la estructura clave de control, común a los diversos
sistemas capaces de comportamientos dirigidos hacia un objetivo. Con ello, la explicación
lineal tradicional queda obsoleta: todo efecto retroactúa sobre su causa, todo proceso debe
considerarse de modo circular: A actúa sobre B, B sobre C y C sobre A. La retroacción puede
ser de naturaleza positiva o negativa, para lo cual son necesarios ambos tipos de
retroalimentación en los sistemas abiertos. Así, la retroalimentación negativa desempeña un
papel importante en el logro y mantenimiento de los patrones de relaciones presentes en el
sistema (homeostasis), mientras que la retroalimentación positiva relacionada con la pérdida
de estabilidad o equilibrio permite el cambio en el sistema.

Los principios básicos de la teoría de sistemas son seis:

1.- Cualquier sistema es un todo organizado y los elementos del sistema son necesariamente
interdependientes.

2.- Las influencias entre los elementos de un sistema son circulares más que lineales. Dentro
de un sistema específico en dónde ocurren una serie de fenómenos A, B, C, y D, el
fenómeno D vuelve a condicionar a A.

3.- Los sistemas tienen aspectos homeostáticos que mantienen la estabilidad de sus
comportamientos.

4.- La evolución y el cambio se dan de forma inherente en los sistemas abiertos.

5.- Los sistemas complejos están compuestos por subsistemas.

6.- Los subsistemas dentro de un sistema más amplio, están perfectamente delimitados, y las
interacciones entre compartimentos están gobernadas por conductas y reglas implícitas.

Cada subsistema tiene su propia integridad, definida metafóricamente por los límites que le
separan de los otros subsistemas. En este sentido, la psicología comunitaria se basa en los
principios básicos de la teoría de sistemas para comprender como indican Musitu y Buelga
las complejas interrelaciones que se establecen entre los individuos y los sistemas sociales y
ambientales, y todo ello, para favorecer el cambio social.

Roles
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La teoría del rol inicialmente fue propuesta por George H. Mead, y permitió explicar muchos
aspectos de la vida social de los sujetos, desde la consideración de la interacción ente los
sujetos y la influencia que el contexto produce en cada uno.

Pichón Riviere toma aspectos de esta teoría y realiza sus propios aportes, pensando al rol
como un instrumento de interacción, que da cuenta de la complementariedad posible entre
los sujetos: por eso hay padres y hay hijos, médicos y pacientes. Para este autor el rol es un
modelo organizado de conducta relativa a una cierta posición del individuo en una red de
interacción en la sociedad. (Pichon Riviere, 1975)

Los roles son pautas de conducta estable, constituida en el marco de reglas estables que
determinan la naturaleza de la interacción. Estos roles son determinados por las instituciones
y la organización y es ella quien prescribe sus pautas y las modalidades para su desempeño.
Son personas las que adjudican roles a otras personas. El rol surge de la situación por la
necesidad. La adjudicación es prescriptiva, conducida por el poder instituido y reforzada por
sistemas de recompensa y sanciones formalizada. ( Schvarstein, 2006)

Al pensar en una red de relaciones, que condiciona o da forma al ejercicio del rol, pensamos
en las expectativas propias y de los otros, que se juegan en la interacción. Las expectativas
implican un conjunto de derechos y obligaciones recíprocos en cuanto a aquello que
“debemos hacer y los demás esperan que hagamos”, y viceversa, al momento de asumir un
determinado lugar social. Este es el aspecto psicológico del rol, la carga subjetiva que porta
el “rol desempeñado”. El aspecto subjetivo del rol permite pensar que cada uno asume el rol
que desempeña con un sello personal que lo hace parte de un grupo social determinado, en
relación a pautas de conductas esperables.

Representaciones sociales

La teoría de la representaciones sociales elaborada por Serge Moscovici en 1961 en Francia,


marco una posición de la psicología social en las ciencias sociales. Formula un intento
explicativo del conocimiento natural consesual y dinámico, reivindicando el carácter social al
mismo tiempo que opera la transformación redefinición de la dimensión individual y colectiva
para el abordaje explicativo de los procesos de pensamiento social.

Según su principal continuadora, Denise Jodelet la teoría de las representaciones sociales da


cuenta de su vitalidad, apertura y expansión en más cuarenta años. Este concepto permite
dilucidar como lo social transforma el saber de sentido común en RS (objetivación) y como
esta RS transforma lo social a través de otras significaciones (anclaje). Considerada como
una forma práctica de saber, tiene relación directa con la vida cotidiana, es decir siempre
desde una base práctica, desde prácticas discursivas. De esta forma nos sitúa donde se
intersecta lo psicológico y lo social. (Correa, 2011)
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La representación es informativa y explicativa de la naturaleza de los lazos sociales intra e
intergrupos, y de las relaciones de los individuos con su entorno social. Por eso es un
elemento esencial en la comprensión de los determinantes de los comportamientos y de las
prácticas sociales. Por sus funciones justificadoras adaptadoras y de diferenciación social
depende de las circunstancias exteriores y de las prácticas mismas. Es modulada o inducida
por las prácticas, así se revela un doble sistema de determinación entre representaciones
sociales y prácticas.

Es importante establecer el contexto discursivo de las representaciones, es decir la


naturaleza de las condiciones de producción del discurso, a partir del cual será formulada o
descubierta una representación. Es necesario analizar sus condiciones de producción, y
tener en cuenta que la representación recabada se produce en situación, para un auditorio, a
quien pretende argumentar y convencer y que la significación de la representación social
dependerá por lo menos en parte de las relaciones concretas que se verifican en el tiempo
de una interacción. Los elementos de una representación pueden ser activados a no en un
contexto dado, y tener contradicciones aparentes, los componentes extraños de la
representación, pueden estar ligados directamente a sus efectos de contexto. Es
precisamente el tomar en cuenta estos efectos lo que debería permitir descubrir el principio
organizador de la representación ocultado por la imposición de un contexto particular. (Abric,
2004)

Diferentes autores coinciden en plantear que entre los elementos que componen la
estructura de la representación social coinciden tres ejes fundamentales: la actitud, la
información y el campo de representación (Moscovici, S., 1984; Ibáñez, T.,1988 y Páez,
D., 1991).

La actitud muestra las disposiciones positivas o negativas que tienen las personas ante un
objeto representacional, en ella se estructuran elementos afectivos y valorativos que implican
al sujeto emocionalmente, expresando así la orientación evaluativa ante ese objeto. Este
componente afectivo, que tiene mucha relación con la dimensión evaluativa de la
representación es uno de los elementos centrales de la representación que las distingue de
las meras cogniciones sociales.

La información sobre los objetos representados varía tanto en su calidad como en su


cantidad, y abarca toda la gama de conocimientos que poseen los grupos de un determinado
objeto social. La ubicación social de los individuos y el origen mismo de la información que
dispone incide e influye en el tipo de representación social que se forma. La representación
social que se forma en la interacción directa con el objeto difiere de aquella que se forma en
la comunicación social.

Por último y no menos importante, el campo representacional se refiere a la jerarquía y el


orden que adquieren los elementos que se encuentran en la configuración del contenido de
la representación cuando forman parte de ella. Este campo representacional se organiza en
torno al esquema o núcleo figurativo, constituyendo esta la parte más sólida y estable de la
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representación y no solo esto, sino también organiza el conjunto de elementos de la
representación confiriéndole significado a todos los elementos que se encuentran en el
campo representacional. El resto de los elementos quedan redondeando las ideas centrales
y que podrían en el futuro pasar a formar parte del núcleo figurativo. (Abric, 2004)

Esto plantea un doble sistema: por un lado un sistema central (el núcleo central), cuya
determinación es esencialmente social, relacionado con las condiciones históricas,
sociológicas e ideológicas. Directamente asociado a los valores y normas, define los
principios fundamentales alrededor de los cuales se constituyen las representaciones. Es la
base común propiamente social y colectiva que define la homogeneidad de un grupo
mediante comportamientos individualizados que pueden aparecer como contradictorios.
Desempeña un papel esencial en la estabilidad y la coherencia de la representación,
garantiza su perennidad y conservación en el tiempo: se inscribe en la duración y por eso
entendemos que evoluciona en forma muy lenta. Además es relativamente independiente
del contexto inmediato en el que el sujeto.

Por otro lado un sistema periférico cuya determinación es más individualizada y


contextualizada, bastante más asociado a las características individuales y al contexto
inmediato y contingente en que están inmersos los individuos, este sistema periférico permite
una adaptación, una diferenciación en función de lo vivido, una integración de las
experiencias cotidianas. Mucho más flexible que el sistema central, de algún modo la
protege al permitirle que integre informaciones y hasta prácticas diferenciadas. Permite la
aceptación en el sistema de representación de una cierta heterogeneidad de contenido y de
comportamiento.

Es la existencia de ese doble sistema lo que permite entender una de las características
esenciales de la representación social que podría aparecer como contradictoria: son a la vez
estables y móviles, rígidas y flexibles. Estables y rígidas porque están determinadas por un
núcleo central profundamente anclado en el sistema de valores compartido por los miembros
del grupo; móviles y flexibles porque son alimentadas de las experiencias individuales e
integran los datos de lo vivido y de la situación específica, la evolución de las relaciones y de
las prácticas sociales en las que los individuos a los grupos están inscritos. (Abric, 2004)

Los procesos que describen el funcionamiento y la generación de las representaciones


sociales son la objetivación y el anclaje. Estos procesos (objetivación y anclaje) designan la
actividad social y cognitiva que permiten la construcción y generación del conocimiento
social. (Correa, 2011)

Objetivación: es la operación que da imagen y estructura; sirve para materializar ideas y


significados, hace corresponder cosas/ideas con las palabras. La concreción de un objeto
abstracto se conforma de tres partes:
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1) Construcción Selectiva: constituye la descontextualización y selección de la información
según criterios culturales.

2) Esquematización: Construcción de una estructura conceptual, de un conjunto gráfico


comprensible con la información seleccionada.

3) Naturalización: los elementos del esquema figurativo son concretizados, adquieren estatus
de evidencia, son integrados al sentido común. Un ejemplo de ello es decir: el inconsciente
es inquieto.

Anclaje: es el enraizamiento social de la representación. Antes de la formación


representativa, la construcción de la representación del nuevo objeto se integra a un conjunto
de sentidos y saberes preexistentes (familiarización con lo extraño). Por ejemplo; el SIDA,
integrado en lo que se sabe acerca de la enfermedad en general y de enfermedades
similares.

Una vez que la representación social se vuelve visible, es decir, la estructura de imagen,
pasa a ser filtro de lectura y teoría de referencia para comprender la realidad. Ambos
procesos (objetivación y anclaje) actúan de modo simultáneo y se refuerzan entre ellos.

El estudio y análisis de las representaciones sociales aporta a la intervención en lo social y


contribuye de esta manera, al diseño y ejecución de políticas públicas. En los últimos años
este supuesto se ha visto sostenido por varios estudios e investigaciones que analizan las
representaciones sociales referidas a: cuidados, familia, vejez e infancia. En toda
representación no está presente una reproducción de lo real sino más bien un acto de
pensamiento en donde el individuo se relaciona con el mundo y juega un papel muy
importante sobre cómo la gente piensa y organiza su vida cotidiana. En tanto las
representaciones influyen en las acciones y las decisiones, es de resaltar que el
conocimiento de las mismas constituye una herramienta de utilidad para el análisis de las
prácticas profesionales y para el diseño e instrumentación de políticas públicas. (Oberti,
2015)

En este sentido es importante el abordaje de las representaciones sociales sobre salud de la


población con la que se trabajará, porque la salud y la enfermedad son procesos dinámicos
de actualización de necesidades, que se tejen de acuerdo a los valores sociales, donde es
importante las percepciones, representaciones y conceptos de los sujetos sobre su cuerpo, el
dolor, la salud, en tanto formas validas de conocimiento. Se requiere conocer cómo las
representaciones sociales guían el comportamiento y son elementos constitutivos de las
identidades grupales, ya que es posible observar su influencia en las actitudes y los
comportamientos de salud de los sujetos y las comunidades. Otro aspecto importante es
analizar desde donde se construyen esos saberes y que injerencia tienen los profesionales
de la salud en ese conocimiento. Por ejemplo en el diseño y ejecución de campañas
comunitarias o masivas de prevención y su eficacia en el cambio de percepciones y
prácticas.
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Los grupos

Los grupos sociales son los componentes básicos de la sociedad, son lo que hacen posible
socialización. El término grupo tiene diferentes acepciones.

Tanto el término francés groupe, como el castellano grupo, reconocen su origen en el término
italiano groppo o gruppo. Groppo aludía a un conjunto de personas esculpidas o pintadas,
pasando hacia el siglo XVIII a significar una reunión de personas, divulgándose rápidamente
su uso coloquial. Pareciera ser que una de las primeras acepciones del término italiano
groppo, antes de llegar a ser reunión o conjunto de personas era nudo. Derivaría del antiguo
provenzal grop=nudo; éste a su vez derivaría del germano Kruppa = masa redondeada,
aludiendo a su forma circular. (Fernandez A., 1989)

Como es un concepto complejo, generalmente en torno a sus definiciones y características


existen múltiples desarrollos teóricos, solamente se detallarán algunos conceptos básicos de
autores seleccionados como referentes.

Una clasificación general la realizan Anzieu y Martin, quiénes han intentado una tipología de
los grupos, que se sintetiza en el siguiente cuadro (Anzieu D. y Martin J. 1971):
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Por su parte tanto Bion como Pichón Riviere se interesaron inicialmente en grupos
encuadrados institucionalmente, en los cuales metas y tareas tienen más importancia
estructurante que en grupos espontáneos construidos a partir de afinidades.

Para Pichon Rivière el grupo es un conjunto restringido de personas que, ligadas por
constantes de tiempo y espacio y articuladas por su mutua representación interna, se
proponen en forma explícita o implícita una tare a que constituye su finalidad, interactuando a
través de complejos mecanismos de asunción y adjudicación de roles. (Fernandez A., 1989)

Quien lleva la teoría de la Gestalt al estudio de los grupos es el psicólogo alemán Kurt


Lewin. Lewin parte de pensar al grupo como un todo, en el cual se encuentran partes (los
integrantes, los subgrupos, etc.). Considera que la acción de una persona se explica a partir
de la relación que se establece entre el sujeto y ese campo que lo rodea.

Kurt Lewin parte en sus análisis de que un grupo es mucho más que un conjunto de
personas que coinciden en un tiempo y lugar concretos. Lo que le da sentido es la
interacción dinámica entre sus miembros, que provoca influencias de unos en otros, por lo
que -en buena medida- las creencias, valores y reacciones individuales dependen de los
grupos a los que se pertenece. Incluso la fijación de objetivos personales aparece
influenciada de manera decisiva por el grupo.

Desde E. Mayo y K. Lewin se organiza una disciplina: la Dinámica de Grupos; desde su inicio
acoplará campo de análisis y campo de intervención; las primeras investigaciones sobre
grupos surgen en respuesta a una demanda económico-política, dando lugar al "Dispositivo
Grupal". He allí una de las características del dispositivo foucaultiano: "formación que en un
momento histórico determinado, ha tenido como función principal responder a una urgencia;
el dispositivo tiene pues una función estratégica dominante". (Fernandez A., 1989)

La Dinámica de Grupos se expandirá rápidamente por diversos campos: empresarial,


educacional, de mercado, etcétera. El momento y el lugar en que surgió la Dinámica de
Grupos no fueron accidentales. La sociedad norteamericana de los años '30 proporcionó el
tipo de condiciones necesarias para que surgiera este movimiento. Entre ellas merece
destacarse la apuesta que los sectores hegemónicos de dicha sociedad habían realizado en
favor de la ciencia, la tecnología y la solución racional de sus problemas como pilares de su
progreso. La convicción de que una democracia puede mejorar tanto la naturaleza humana
como la sociedad a partir de la educación, la religión, la legislación y el trabajo duro.

Interesa en este punto contrastar la demanda social en la que se inscribió la microsociología


empresarial norteamericana con las condiciones de producción que hicieron posible la
invención y posterior despliegue de los grupos operativos a partir de Pichon Rivière en la
Argentina.
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En este autor, desde su mítica intervención en el Hospicio de las Mercedes y la Experiencia
Rosario que dieron los primeros diseños de su trabajo, pueden marcarse algunas diferencias.
Tal vez la más significativa sea que no surgen desde un requerimiento de los centros de
poder institucional, ni los orienta la intención de consolidar hegemonías instituidas. Muy por
el contrario, sus localizaciones iniciales, se implantaron en los márgenes de las instituciones,
muchas veces fueron animados por marcadas utopías contrainstitucionales. Esta demanda
por los grupos en la Argentina (décadas del 60 y 70) se produce en un cuerpo social agitado,
momento de auge de las luchas populares. Gran parte de la intelectualidad de los '60 se
caracterizó por estar imbuida de fuertes utopías sociales. (Fernandez A., 1989)
Interesa remarcar que los dispositivos de los grupos operativos de Pichón Riviere desde
sus consignas de "aprender a pensar", "romper estereotipos”, "elaborarlas ansiedades frente
al cambio" crearon condiciones para que palabras y cuerpos sofocados en las jerarquías
instituidas pudieran ponerse en movimiento, afectarse en otras formas sociales, abrir nuevos
sentidos para las prácticas colectivas.

Leonardo Schvarstein distingue que una tarea en común y un proceso de internalización


reciproca son los principales organizadores del grupo. Los aspectos de lo grupal son
generalmente determinados por una organización. Un grupo es un holon, su existencia se
debe a la organización. El acontecer de los grupos depende de los siguientes factores:
a- la relación de su tarea con la tecnología central de la organización.
b- Su ubicación en la estructura jerárquica.
c- La estratificación jerárquica del propio grupo (la clase organizacional, la flia organizacional)
d- El carácter formal o informal del grupo en relación con la estructura organizacional y con la
naturaleza de su tarea.
e- La situación que determina la reunión del grupo
f- La historia del grupo en la organización
g- Las características individuales de sus miembros.
Dependiendo del nivel de atravesamiento el grupo puede ser grupo – objeto
sobredeterminado por la dimensión vertical de la organización, es reproductor del orden
establecido, este grupo es instruido. Cuando a la dimensión vertical de la organización el
grupo puede añadir una referencia horizontal a sus propias coherencias internas se trata de
un grupo – sujeto, este se caracteriza por su capacidad instituyente, con este grupo se
trabaja.

Es importante analizar las necesidades que llevan a los miembros del grupo a participar de
este y de la organización. El par dialéctico necesidad – satisfacción es concurrente con la
dialéctica de lo instituido y lo instituyente.

También explica que dentro de la relación grupo – organización se dan distintas tendencias:
a- Tendencia a la autonomía: el grupo se centra en sus propios procesos de producción. Se
constituye como sujeto enunciador de un discurso. Esta tendencia prevalece en grupos
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autosuficientes respecto a las tecnologías que procesan y la utilización de recursos.

b- Tendencia a la integración: el grupo considera su quehacer a la luz de la pertenencia a la


organización. Tendera a buscarse como sujeto destinatario de discursos producidos por otros
sectores de la organización. Se da en grupos con mayor dependencia en relación con los
modos tecnológicos de producción, como por ejemplo un departamento de compras.
(Schvarstein, 1992)

Dicho de otra manera, la definición de grupo ofrece mayores márgenes de ambigüedad que
la de equipo, y el pasaje del grupo al equipo en la organización implica un avance en la
dirección de la eficacia y de la eficiencia en el logro de los objetivos y en el cumplimiento de
las tareas. · El pasaje del grupo al equipo implica la especificación de los siguientes
parámetros: - un propósito compartido y significativo para sus miembros y para la
organización; - los objetivos y metas asociados a dicho propósito, sus alcances , los planes
para cumplirlos y los criterios para evaluarlos y los indicadores para medirlos ; - los roles de
los miembros , adjudicados en base a la utilización complementaria de sus conocimientos y
habilidades; - los métodos de trabajo para llevar a cabo las actividades que conducen al logro
de los resultados; una actitud de cooperación entre los miembros , fundada en la convicción
de que el resultado pretendido sólo puede ser alcanzado con el esfuerzo y el compromiso de
todos. (Schvarstein, 1992)

En el siguiente cuadro se establecen las diferencias entre grupo de trabajo y equipo:


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Rol

El concepto de rol en sentido amplio el rol puede definirse como una pauta de conducta
estable. El concepto de rol organizacional transforma al actor en personaje. Los roles
organizacionales son determinados por la organización, y adjudicados por personas. En el
proceso de asumir un rol intervienen los procesos de inducción (programados por la
organización) por otra parte toda actividad organizacional tienen un valor semántico añadido
y es pasible de ser constituida como referente, nos e debe olvidar el orden simbólico. Dos
competencias se ponen en interacción: la de la organización para denotar y connotar y la del
individuo para decodificar. El rol solo se configura en el encuentro de los mecanismos de
adjudicación organizacionales o grupales y los de asunción individuales según P. Riviere).

El rol surge de lo sincrónico y lo diacrónico individual. Además de la prescripción


organizacional la adjudicación puede estar co-determinada por la fantasía inconsciente de
otro sujeto. (Schvarstein, 1992).

Para Pichón Riviere, rol "es un modelo organizado de conducta, relativo a una cierta posición
del individuo en una red de interacciones ligado a expectativas propias y de los otros". En el
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interjuego de roles se destacan como prototipos: El Portavoz, el chivo emisario, el líder, el
saboteador.

El portavoz es "el miembro que denuncia el acontecimiento grupal, las fantasías que lo
mueven, las ansiedades y necesidades de la totalidad del grupo", es la persona que habla
por todos.

El chivo emisario en un miembro del grupo en el cual se vuelcan aspectos negativos o


atemorizantes, apareciendo mecanismos de segregación frente a dicho integrante.

En la otra cara encontramos al líder, los miembros del grupo depositan en él solamente
aspectos positivos.

El saboteador se encargara de dificultar el cambio y atentará contra la tarea.

Es necesario distinguir los conceptos de rol y desempeño, el primero es de carácter estable y


el segundo de carácter flexible y dinámico. La estereotipia de roles es un obstáculo para el
logro de la tarea. El reconocimiento de las demandas cambiantes en la dialógica entre
estabilidad cambio pone de manifiesto dos capacidades:

1- La de la organización para inducir al cumplimiento de los roles prescriptos dentro de las


pautas fijadas sin inhibir la autonomía de los miembros en cuanto a la elección de los
comportamientos más adecuadas.

2- La del sujeto para enmarcar su autonomía dentro de las exigencias de la organización.


(Schvarstein, 1992)

Liderazgo
El liderazgo es el proceso por medio del cual ciertos miembros del grupo motivan y guían al
grupo.
Algunos líderes son nombrados o elegidos formalmente; otros emergen de manera informal a
medida que el grupo interactúa. El liderazgo efectivo depende de la situación, algunas
personas se destacan en el liderazgo de tareas organizando el trabajo, fijando estándares y
centralizándose en el alcance de ogros. Otros sobresalen en el liderazgo social, estimulando
el trabajo en equipo, mediando en conflictos y brindando apoyo.
Las investigaciones de Lewin llevaron a este pionero a describir tres tipos distintos de
liderazgo en entornos de gestión organizacional: el autoritario, que tiene un carácter
dictatorial, el democrático, en que la toma de decisiones es colectiva, y el “laissez-faire”, en
que la supervisión que lleva a cabo el líder de las tareas que ejecutan sus subordinados es
mínima.
Cada uno de estos estilos de liderazgo se relaciona con patrones conductuales, dinámicas
de interacción y un entorno socioemocional distinto. Los tres tipos de líder presentan sus
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propias ventajas y desventajas, y no se puede decir que ninguno sea superior en todos los
aspectos; no obstante, Lewin afirmó que el democrático es el más efectivo de los tres.
Conflictos
Todo conflicto tiene una razón de ser. El reconocimiento de una racionalidad dominante en la
organización y la jerarquía de valores que la sostienen es un requisito indispensable para
ubicar los conflictos que puedan presentarse en los grupos.
Los distintos tipos de racionalidades subyacentes son:
a- R política: lucha por el poder y su correlato
b- R afectiva: basada en la estructura libidinal de los grupos.
c- R técnica: reconocimiento de los modos tecnológicos de producción
d- R económica; privilegio de aquello q sustenta las condiciones materiales de existencia.
e- R ideológica; la concepción del mundo y del lugar de la organización.
f- R estructural: sostén de los principios organizativos q se concibe como necesarios para el
logro de una acción más eficaz.

La posibilidad de reconocer la racionalidad pertinente a una situación de conflicto está


asociada a la capacidad de discernir distintas “claves” en el lenguaje que se utiliza en las
organizaciones. (Schvarstein, 1992)
En este sentido para Schvarstein es importante el concepto de situación: tiempo, lugar,
personas, recursos, relaciones con el contexto son factores que determinan la particular
“geografía” de un grupo en una organización.
Por el concepto de situación se entiende:
1- el reconocimiento de los factores temporales y espaciales que inciden en los aspectos
sincrónicos y diacrónicos de la organización
2- el establecimiento de los límites del comportamiento apropiado, la calificación de los
sujetos según el tipo de rol y personaje que encarnan”

La capacidad para identificar y desarrollar las conductas apropiadas a cada situación es


parte de la competencia social de los individuos, y se adquiere a través de los procesos de
socialización. (Schvarstein, 1992)

Primeros dispositivos grupales terapéuticos

Se considera que los primeros intentos de abordajes colectivos con fines terapéuticos fueron
las actividades iniciadas por Pratt en 1905, al introducir el sistema de "clases colectivas" en
una sala de pacientes tuberculosos.

El objetivo de esta terapia consistía en acelerar la recuperación física de los enfermos,


mediante una serie de medidas sugestivas destinadas a que éstos cumplieran de la mejor
manera posible su régimen dentro de un clima de cooperación o, mejor dicho, de emulación.
Las clases o sesiones a las que concurrían más de cincuenta pacientes, constaban de una
breve conferencia del terapeuta que disertaba sobre la higiene o los problemas del
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tratamiento de la tuberculosis; a continuación, los pacientes formulaban las preguntas o
discutían el tema con el médico. En estas reuniones, los enfermos más interesados en las
actividades colectivas y los que mejor cumplían con el régimen, pasaban a ocupar las
primeras filas del aula, estableciéndose un escalafón jerárquico bien definido, conocido y
respetado por todos.

El mérito de Pratt fue utilizar en forma sistemática y deliberada las emociones colectivas con
una finalidad terapéutica. Su técnica se apoyaba en dos pilares: activar en forma controlada
la aparición de sentimientos de emulación y solidaridad en el grupo y asumir, él mismo, el
papel de una figura paternal idealizada. El método incentivaba un fuerte enlace emocional del
enfermo con el médico; ilustra gráficamente dicho propósito su sistema de promociones que
premiaba "al buen paciente", permitiéndole que se sentara cada vez más cerca de él en las
reuniones.

En versiones más actuales puede encontrarse este tipo de técnicas auxiliares en algunas
formas de tratamientos de obesos que toman como uno de sus resortes terapéuticos el
"carisma" del médico, generalmente muy reconocido socialmente.

A partir de esta primera corriente, que todavía cuenta con sus adeptos, se produjo una
interesante diferenciación; las terapias que actúan "por" el grupo, con una estructura
fraternal. En este caso, el dinamismo es análogo: incitar y canalizar emociones colectivas en
grupos solidarios; el tipo de relación entre el grupo y el terapeuta es, sin embargo,
diametralmente opuesto al de la corriente ejemplificada por Pratt. En lugar de idealizar el
médico esta corriente estimula una fraternidad que busca el mayor sostén entre sus
miembros, disminuyendo al máximo el liderazgo centrado en el técnico.

El ejemplo más acabado de esta tendencia terapéutica se encuentra entre los "alcohólicos
anónimos" (los A.A.); esta organización, iniciada en 1935, cobra rápida aceptación en los
años siguientes, en EE.UU., difundiéndose luego por muchos países. Los A.A., más que un
grupo terapéutico en strictu sensu, forman generalmente una sociedad con contribución
económica y participación voluntaria de sus miembros, algo así como una asociación de
alcoholistas reformados.

El efecto terapéutico se basa en la presunción de que el ex alcoholista puede influir más


eficazmente a otro alcoholista, este último es capaz de establecer lazos más plenos con su
reformador, al saber que éste ha tenido el mismo problema y -lo que no es menos
importante- frente al hecho de que ha podido superarlo. La dinámica de esta terapia es
ingeniosamente eficaz pues el ex alcoholista se beneficia a su vez "restaurando" al paciente,
y de esta forma se crean condiciones para que pueda conectarse desde "otro lugar" con su
propio alcoholismo. Este tipo de terapia busca, a través de su carácter "fraternista", crear
condiciones para que las personas que concurren a estas instituciones encuentren en ellas
-a través de sus grupos- un espacio de soporte solidario de restitución de la dignidad
personal, y/o de la identidad trastocado. Si bien muchas veces se gestan allí verdaderas
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místicas de lo fraterno, es indudable que estas organizaciones proveen redes de sostén
perdidas generalmente en el espacio familiar, inhallables en el ámbito macrosocial.

Estas orientaciones suelen ser terapéuticamente eficaces más allá de que operen dentro de
"paradigmas" muy específicos. Tienen el mérito de haber llamado la atención sobre la
importancia de la "socialización" del paciente, ya sea dentro de la institución o en su
readaptación a la sociedad; además tienen la ventaja de poder agrupar a gran número de
enfermos (las cifras oscilan entre 30 y 100, según los autores), con los consiguientes
beneficios cuantitativos. Sin haber teorizado sobre esto, en estado práctico, se encuentra
aquí cierta noción de "efecto de grupo", en tanto descubrieron que el tratamiento de sus
pacientes era más eficaz cuando eran agrupados que aisladamente. (Fernández, A. 1989)

Los equipos en salud

En el campo de la salud, desde hace aproximadamente una década se viene promoviendo el


trabajo en equipo, como una forma de resolver algunos de los problemas que se presentan
en la prestación de los servicios de salud y en el óptimo desempeño del personal. Este
esfuerzo está orientado, en términos comparativos, a superar lo que se consideran como
deficiencias del modelo anterior de gestión de los recursos humanos (modelo taylorista).

Lo anterior significa que para que un grupo de trabajadores/as en el campo de la salud se


constituya en un equipo de trabajo, se requieren al menos dos condiciones: En el nivel
objetivo, debe existir una organización del trabajo que implique que éste se realice conjunta y
coordinadamente. Es decir, el trabajo en equipo es el resultado de un trabajo que se realiza
de manera conjunta, coordinada, y dirigido al logro de los objetivos - de producción o
servicio- que la institución ha definido de previo. En el nivel subjetivo, el trabajo en equipo
implica el sentimiento de pertenencia y de apropiación del trabajo. Los miembros se sienten
autores de su producción y artífices de modificaciones en el proceso de trabajo.

A este respecto Osborn indica que: Algunos estudios han demostrado que las personas
integradas en grupos son capaces de asumir riesgos, tomar decisiones y proponer ideas
novedosas, que difícilmente harían de manera individual. A este mismo respecto,
Katzenbach y Smith señalan que son varios los factores que explican el por qué los equipos
por lo general se desempeñan de una manera exitosa: ¾ Reúnen habilidades y experiencias
complementarias que por lo general exceden a las de los individuos. La mezcla de
habilidades y conocimientos permite a los equipos responder a retos de distinta naturaleza,
como la innovación, la calidad y el servicio al cliente. (OMS/OPS, 1994)

Los equipos establecen comunicación y cohesión que respaldan soluciones de problemas de


tiempo real y la iniciativa. Los equipos son flexibles y sensibles a los acontecimientos y
demandas cambiantes. En la tarea de superar obstáculos a lo largo de su desempeño, los
equipos adquieren confianza y seguridad en la capacidad de los demás. Refuerzan las
intenciones de cada uno para lograr el objetivo del equipo. Al trabajar en equipo, las
personas se comprometen a correr riesgos. La responsabilidad mutua, la sinceridad, el
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respeto mutuo y los vínculos afectivos hacen más agradable el trabajo, lo cual ayuda a hacer
frente a las presiones e intensidad de la tarea. (OMS/OPS, 1994)

La confianza y la comunicación en un equipo de trabajo: diversos estudios han demostrado


que la confianza es una condición para el desarrollo de cualquier relación humana sólida. Si
en general esto es así, lo es más aún cuando se trata de las relaciones al interior de un
grupo de trabajo. El trabajo en equipo es una forma de organización del proceso de trabajo
que favorece el estrechamiento de relaciones de confianza entre los miembros del grupo. En
el trabajo en equipo, los miembros discuten en forma abierta y colectiva los procesos,
funciones y responsabilidades, de cada miembro del equipo; reflexionan sobre las mejores
maneras de enfrentar en forma exitosa las tareas encomendadas y despliega iniciativas
diversas de ayuda mutua para sacar la tarea. Estos elementos van contribuyendo a crear
importantes canales de comunicación y confianza entre los miembros del equipo.

La comunicación es en cierto modo, la “moneda” a través de la cual se expresa la confianza


(Rodríguez, 1996 en OMS/OPS, 1994). Con frecuencia, problemas de comunicación
perjudican el trabajo de un grupo o la relación entre dos personas. Esto, por cuanto,
comunicar es mucho más que transmitir información, se trata también de transmisión de
actitudes, sentimientos, valoraciones sobre el otro o los otros que inevitablemente afectan las
relaciones de un grupo. El trabajo en equipo es también un elemento que contribuye a
mejorar la comunicación entre el personal, ayuda a tratar las diferencias en una manera que
fortalece al equipo, propicia un mayor acercamiento y conocimiento entre los distintos
miembros del equipo y favorece el trabajo colectivo.

BIBLIOGRAFIA DE REFERENCIA

ANZIEU, D; MARTIN, J.-Y. (1971): La dinámica de los grupos pequeños, Buenos Aires,
Editorial Kapelusz

FERNANDEZ A. (1989). El campo grupal. Notas para una genealogía. Buenos Aires,
Ediciones Nueva Visión.

OMS/OPS, (1994). Educación Médica y Salud. Volumen 28 N° 4. Obtenido en la red:


http://iris.paho.org/xmlui/bitstream/handle/123456789/3220/Educacion%20medica%20y
%20salud%20(28),%204.pdf?sequence=1&isAllowed=y

SCHVARSTEIN L., (1992). Psicología social de las organizaciones. Buenos Aires, Editorial
Paidos.

Vallejos Jimenez F. (2013) Teoría de los Ámbitos. Revista Huellas de Psicoanálisis y


psicología social Año 3 N°3 Madrid. Obtenida en
http://milnovecientossesentayocho.blogspot.com/2017/09/teoria-de-los-ambitos-felipe-
vallejo.html
UNCAUS Facultad de Medicina Psicología Social, Comunitaria e Institucional
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Guía de lectura

GRUPO

¿Analizar las características que deben presentar los equipos de salud?

Tome como referencia el material del Módulo 8: trabajo en equipo en salud. Programa
Médicos Comunitarios. Se puede obtener en
http://www.msal.gob.ar/images/stories/bes/graficos/0000001033cnt-modulo_8_trabajo-equipos-salud.pdf

REPRESENTACIONES SOCIALES

Berger y Luckmann plantean que la realidad es construida socialmente, analice desde su


obra:

¿Por qué dichos autores consideran que no hay una única manera de interpretar la realidad y
que dicha construcción se realiza social e históricamente?

¿Cuáles son las etapas centrales o momentos en dicha construcción social de la realidad y
con qué instituciones sociales está relacionada?

¿Cuáles son los procesos fundamentales que se dan en dicha construcción? ¿Dichos
procesos operan constantemente en diferentes etapas de la vida?

¿Cuáles son los nuevos agentes de socialización en la sociedad moderna?

¿Según Watzlawick que tipos de realidad existirían?

Existe un debate epistemológico en ciencias sociales donde por un lado están los realistas
que proclaman una realidad en sí misma y por otro lado los relativistas que consideran que
por más sofisticada que sea la versión de la realidad, siempre será constituida a través del
lenguaje y por lo tanto construida a partir de los recursos que circulan en una cultura.

¿En cuál de estas posiciones ubicaría la perspectiva de Berger y Luckman, la de


Watzlawick, la de Foucault, Castoriades?

¿Se podría pensar una postura intermedia? ¿Cuáles serían sus características?

A partir de leer los aportes de Schvarstein referido a la Psicología Social de Las organizaciones,
busque responder:
UNCAUS Facultad de Medicina Psicología Social, Comunitaria e Institucional
¿Cuáles son los conceptos centrales referidos a la relación individuo -institución? ¿Cuáles
son las funciones específicas de las instituciones?

¿Cómo se dan los procesos de cambio y que etapas se pueden identificar?

¿Cuáles son las diferencias entre institución y organización?

¿Qué implica la noción de atravesamiento o tranversalidad y cómo se relaciona con las


instituciones y organizaciones?

Reflexione y realice un esquema para representar las relaciones entre institución –


organización- grupo – rol – comunidad.

¿Cómo operan los procesos de subjetividad en las instituciones y organizaciones


relacionadas al campo de la salud?

A partir de la lectura y análisis del material teórico del núcleo 3 Representaciones Sociales
se le presentan a continuación preguntas orientadoras y de reflexión para el estudio del
mismo.

¿Cuáles son las características centrales del concepto de representación social?

¿Cuál es su diferencia con el conocimiento científico?

¿Cuáles son los procesos básicos que operan en las RS?

¿Cuáles son las funciones y finalidades de la RS?

¿De qué manera se explica la intersección entre lo psicológico y lo social?

¿En qué consiste abordarlas como sistema sociocognitivo y contextualizado?

¿Qué lugar puede ocupar el aspecto emocional en relación a las RS?

¿Cuáles pueden ser sus aplicaciones al campo de la salud?

BIBLIOGRAFIA

Barrault O. Plaza S. Diaz I. (2008) Discusiones en torno a las categorías de exclusión y de lo


construido en común desde la psicología comunitaria. Ponencia presentada en el II congreso
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Berger, P. & Luckmann, T. (1972) La construcción social de la realidad. Buenos Aires:


Amorrortu.

Correa A. (2011) Las representaciones sociales. Ficha de cátedra y guía de lectura. Cátedra
de Psicología Social de la UNC. Córdoba.
UNCAUS Facultad de Medicina Psicología Social, Comunitaria e Institucional
Castoriadis, Cornelius.(1989) La institución imaginaria de la sociedad/1. Tusquets. Barcelona.

Correa A. (2011) Sociedad, Instituciones y subjetividad. Ficha Interna. Facultad de


psicología. Cátedra de Psicología Social. UNC: Córdoba.

Foucault, M. Varela, J. Álvarez-Uria, F. (1991), Saber y verdad. Barcelona: La piqueta.

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Mead, George H.(1963) La Persona (parte III) En Espíritu, persona y sociedad. Buenos Aires:
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Mosso E. (2011). Art. Discusiones acerca de la Salud y lo sanitario. Cátedra de Psicología


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Musitu G. Buelga S. Vera A. Avila M. Arango C. Compiladores (2009). “Psicología Social


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Oberti, P. (septiembre, 2015). El estudio de las representaciones sociales como aporte para
las intervenciones profesionales. Revista Fronteras, 8(1), 157-165.

Pichon-Rivière, E. (1975). Concepto de ECRO. En El Proceso Grupal (pp. 215-220). Buenos


Aires: Nueva Visión.

Rojas Soriano (1985) Cap. Aplicación de las leyes y categorías del materialismo dialéctico al
análisis del proceso salud-enfermedad. En Capitalismo y Enfermedad. México: ediciones
Folios.

Schvarstein L. (1992) Psicología Social de las Organizaciones. Buenos Aires Editorial


Paidós. En Facultad de Periodismo y comunicación social. Universidad Nacional de la Plata.
Obtenido en https://catedracoi2.files.wordpress.com/.../schvarstein-leonardo-psicologc3ada-
social-delasorganizaciones.pdf
Watzlawick, P. (2000). La realidad inventada. ¿Cómo sabemos lo que creemos saber?
Barcelona: Editorial Gedisa

Watzlawick, P. (1976) ¿Es real la realidad? Confusión-Desinformación-comunicación.


Barcelona: Herder, 5ª ed.

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