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Trabajo final integrador | Constanza Rapallini

LA RESPONSABILIDAD PARENTAL POR DAÑOS CAUSADOS POR


MENORES DE EDAD.

Tema: responsabilidad civil.

Alumna: Rapallini Constanza.

Cátedra: Privado II (Derecho de las Obligaciones y Daños).

Sede: Central.

Profesor Titular: Dr. Guillermo Oscar Sal

Profesor Adjunto: Dr. Alejandro Bonnin.

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Resumen
Toda persona que por su actuar ocasiona un daño a otro es, en principio, responsable de
dicha conducta y, por lo tanto, deberá reparar el daño. Pero, ¿Qué sucede en los casos de
los menores de edad? ¿Quiénes responden por ellos?, relacionado con este tema es de lo
que tratará mi trabajo práctico, haciendo hincapié principalmente en qué casos deben
responder los padres por actos ocasionados por sus hijos. Sin embargo, para poder llegar a
un buen desarrollo de ello, debemos en primer lugar definir las nociones generales a tener
en cuenta (responsabilidad civil, sus presupuestos, hechos generadores), así como también
los cambios que trajeron aparejados consigo el Código Civil y Comercial en la figura de la
responsabilidad parental. En este sentido, se analizará sintéticamente el sistema del Código
de Vélez para luego abordar lo dispuesto en el Nuevo Código y poder llegar a explayar de
una mejor manera los deberes de los progenitores sobre los daños causados por sus hijos.

Palabras clave: responsabilidad parental, menores de edad, Código Civil y comercial,


Código de Vélez.

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Introducción.

La problemática de los daños causados por menores de edad constituye hoy un fenómeno
multicausal en creciente y lamentable expansión. El modelo de sociedad ha cambiado, y no
siempre para bien, dado que las noticias nos informan cada día sobre nuevos episodios
donde intervienen niños o adolescentes en la causación de prejuicios, ya sea por la
violencia escolar (bullying), accidentes de tránsito en el que intervienen menores, los
efectos del alcohol y las drogas, las nuevas tecnologías (en particular las redes sociales) y
tantas otras cuestiones que han potenciado notablemente la causación de daños por los
menores de edad.

Esta situación llevó a que la regulación jurídica del resarcimiento de los daños causados por
menores de edad, tal como estaba marcada en los artículos 1114, 1115 y 1116 en el Código
de Vélez, fueran revisados. Es decir, se puso en claro si aquellos cambios socio-culturales y
familiares producidos eran receptados por la normativa y si las respuestas que se obtenían a
partir de su aplicación resultaban válidas y por lo tanto no era necesario introducir
variaciones o, si por el contrario, se realizaban desajustes. [Plovanich]

A partir de aquello es que el Código Civil y Comercial trajo aparejados algunos cambios en
esta materia, tales como factor de atribución (que justifica la obligación de los padres),
eximentes previstos, legitimados pasivos y requisitos.

Hecha esta salvedad, es importante aclarar que, durante el presente trabajo, antes de
interiorizarnos totalmente en la responsabilidad de los padres por daños causados por sus
hijos, versaré sobre la responsabilidad civil en general y sus presupuestos, los cambios
producidos en el Código y así, finalmente la regulación de esta materia.

1. CAPITULO 1: NOCIONES GENERALES

En el presente capítulo se desarrollarán las nociones generales de la responsabilidad


describiendo conceptos elaborados en el derecho de daños.

1.1 Concepto/terminología de responsabilidad.


Cuando hablamos de responsabilidad, nos encontramos con diversos conceptos que se
le atribuyen a ésta por los ciudadanos, así como también, variadas acepciones como
son: responsabilidad jurídica, moral, penal, civil, administrativa entre otras.

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En nuestro caso, lo que buscamos es desarrollar qué es la responsabilidad en el ámbito


del derecho civil. Si bien, en nuestro país la corriente mayoritaria define a la
responsabilidad civil como “la obligación de reparar todo daño causado a otro sin
causa de justificación”1, el legislador, con respecto a los aspectos valorativos sobre este
tema, en el Código, toma una intervención sobre la cuestión planteada por la doctrina
italiana. Esta última, aporta a la definición la secuenciación del daño, pero, ¿A qué nos
referimos con esto? Hablamos de que el daño no es un bloque sino un proceso: daño
evento, daño injusto y daño consecuencia.
Concordante con aquello, y analizando las funciones de la responsabilidad, el
parlamentario se está apartando de la idea de que la función de la responsabilidad civil
es sólo resarcitoria, sino que hay que incorporar en ella, todas las funciones legales que
posee, ya que, si no, estamos dando una versión acotada y fuera del esquema jurídico
dominante.
En conclusión, la responsabilidad por daño, es un sistema que tiene como eje el daño en
diversas facetas, llevando a que el concepto, posea una mirada diferente dependiendo en
el espacio en el que se encuentre.
Desde el punto de vista de la prevención, lo importante es la conducta del agente que
puede evitar el perjuicio. Dicho de otro modo, en este ámbito, la responsabilidad tiene
como fundamento el cumplimiento de un deber jurídico que despliega el agente con el
objetivo de evitar en los intereses de un tercero, un daño.
Por otro lado, si el deterioro no se pudo evitar, es decir, se causó un daño injusto,
aquel que lo produjo, tiene la obligación de dejar a la víctima en una situación lo más
similar posible a como se encontraba antes de haberlo sufrido.
En este contexto, podríamos decir que la definición de responsabilidad por daños es un
concepto bifronte y circunstanciado.
1.2 Presupuestos de la responsabilidad.
Todo acto jurídico tiene “elementos esenciales”, los cuales deben reunir ciertas
condiciones para que el acto sea válido y produzca efectos jurídicos, lo cual acontece
con aquel acto, que es causa fuente de la obligación de indemnizar.

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Sal, Guillermo O., Manual de Derecho de las Obligaciones – 1era ed. – Concepción del Uruguay: Espacio
Editorial Institucional UCU, 2021. Página 394.

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Por lo que, podríamos decir que cuando hablamos de “presupuestos de


responsabilidad”, nos referimos a aquellos elementos esenciales (y sus requisitos
propios) que debe reunir un acto para constituirse en causa fuente suficiente de la
obligación de indemnizar.
No obstante, al encontrarnos con una responsabilidad civil que posee una mirada
diferente dependiendo del espacio que se encuentre (preventiva o resarcitoria), estos
elementos también varían:
Cuando nos encontramos en la faceta preventiva los presupuestos son
 Un acto positivo o negativo del autor.
 El acto realizado además debe ser antijurídico,
 La causación de un peligro de daño previsible que pueda afectar a un tercero
 Y, por último, una relación de causalidad apropiada entre la conducta del autor
en el cumplimiento de su rol de prevención y el peligro de daño.

Al agruparse estos requisitos, nace el deber jurídico de evitar la producción del daño, o su
agravamiento, cuya determinación corresponderá al juez en función de lo peticionado, pero
también podrá disponerlos de oficio (art. 1713 Cód. Civ. y Com.).

Así también, como indica el artículo 1711 del CCYC, no es exigible en esta faceta la
concurrencia de un factor de atribución.

Por otro lado, cuando nos encontramos en la faceta resarcitoria, los presupuestos son:

 La antijuricidad
 El daño resarcible
 Un juicio de reproche a la conducta, que se denomina factor de atribución (subjetivo
u objetivo)
 Y, la relación de causalidad.

Si confluyen estos cuatro presupuestos nace la obligación de indemnizar a cargo del


“dañador” a favor de la “victima”.

1.3 Hechos generadores de responsabilidad.


El ordenamiento jurídico divide a la responsabilidad en tres categorías diferentes: la
responsabilidad por hecho propio (autoría directa), por el hecho de terceros (autoría

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indirecta) y las que surgen de la intervención de las cosas y de ciertas actividades


riesgosas.
Hay que mencionar, que, además, el nuevo Código incorporó la responsabilidad
colectiva y anónima; así como, los supuestos especiales de responsabilidad que,
comprenden casos particulares de responsabilidad directa e indirecta [Sal Guillermo].
En particular, haré hincapié en esta última, encuadrándola por hecho de un tercero, para
percibir de una manera superior la cuestión del compromiso parental en caso de los
daños causados por sus hijos.
1.4 Responsabilidad por hechos de un tercero
En primer lugar, me parece de gran importancia desarrollar sobre que es la
responsabilidad directa o indirecta. La responsabilidad por actos propios o,
responsabilidad directa se establece sobre la base de la propia acción del agente, es
decir, se genera cuando el daño es por la acción u omisión del causante, el cual es autor
del hecho lesivo y, que, por lo tanto, debe responder por el mismo.
Acerca de la responsabilidad indirecta, podríamos decir que se estructura sobre la
acción desplegada por un sujeto distinto al que es llamado a responder. En otras
palabras, la persona que realiza u omite una acción que causa el daño (autor del daño)
no es quien responde por ella, sino, que se impone a otro sujeto que pasa a ser el
civilmente responsable o responsable secundario.
Esto último, da pie a lo que se llama hecho de terceros, pero ¿a qué nos referimos con
esto? Es cuando la responsabilidad por el hecho de otro denota una pluralidad de
situaciones jurídicas, cuyo común denominador es que se imputan las consecuencias de
la acción ejecutada por un agente, a un sujeto diferente. Integran esta caracterización
diversos modelos, donde los roles y las funciones sociales que los sustentan no son
idénticas. Los fundamentos de control, vigilancia, dirección, organización, guarda,
provecho, riesgo y similares que se enuncian para justificar extender las consecuencias
de una acción a un sujeto distinto a su autoría, difieren en sus significados y finalidades.
Esto último exige reconocer modelos diversos tales como:

Un primer modelo es de tipo parental y está fundado en el control del modo de vida de
las personas cuyo estado requiere una vigilancia particular. Ello justifica la

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responsabilidad de padres por el hecho de sus hijos (art. 1755); de los delegados de la
responsabilidad parental, tutores y curadores, por los menores, incapaces y personas con
capacidad restringida a quienes están llamados a controlar, en cuyo caso aquellos son
presumidos responsables a menos que acrediten que les fue imposible evitar el daño
(art. 1756); de los establecimientos a cargo de personas internadas para su vigilancia y
control, que responden "por la negligencia en el cuidado" de aquellas (art. 1756).
El segundo modelo es de tipo patronal, fundado en el control de la actividad de otro en
razón de asociarse o servirse del tercero, en el cual un sujeto aprovecha directa o
indirectamente de la actividad realizada por otro. En esta especie se encuadra la
responsabilidad del deudor por el hecho de sus auxiliares o de quienes se sirve para
cumplir la prestación, y del principal por el hecho de sus dependientes que dañan a un
tercero fuera de un vínculo creditorio (art. 1753).
Dicho esto, puede advertirse que esas múltiples situaciones, obedecen a distintos
modelos, fundamentos y funciones sociales. Empero, en el presente trabajo, como ya
establecí anteriormente, profundizaré en el tipo parental, particularmente la
responsabilidad parental.
2. CAPITULO 2: LA RECEPCIÓN NORMATIVA DE LA
RESPONSABILIDAD PARENTAL.

Sin lugar a dudas, ésta es una de las instituciones que más cambios han sufrido en este
siglo, incluso, es una de las alteraciones centrales que trajo consigo el nuevo Código
Civil y Comercial. Fue la modificación de la anteriormente llamada “patria potestad” y
hoy adecuadamente denominada “responsabilidad parental”.

La normativa vigente marca un profundo y verdadero cambio de paradigma en la


materia, que se adecua a los postulados y directivas de los Tratados Internacionales de
Derechos Humanos, que tienen vigencia constitucional y desde hace tiempo venían
siendo objeto de nuevas miradas doctrinarias y jurisprudenciales. Por ende, no sólo los
cambios de vínculos familiares, y la lógica necesidad de adaptación a las nuevas normas
sociales traen como consecuencia un nuevo perfil del Código, sino que, además debe
complementarse con valores de raigambre constitucional que han penetrado en el
derecho privado, haciendo que se reformulen los principios sobre los que descansa la

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responsabilidad paternal; término que, como ya se expuso más arriba, desplaza la


noción de patria potestad.

Corresponde explicitar, que la “patria potestad” proviene de la traducción “poder del


padre”, donde importaba referenciar al “poder” del padre sobre los hijos. Esto es
totalmente diferente a el alcance que posee esta institución en la actualidad. Hoy en día,
se encuentra designada de una manera apropiada, teniendo en cuenta su verdadero
sentido. Esta basado en un “deber” y función que hace al mejor interés y bienestar de
niñas, niños y adolescentes.

En el nuevo CCYC se define a la responsabilidad parental como el “el conjunto de


deberes y derechos que corresponden a los progenitores sobre la persona y los bienes
del hijo, para su protección, desarrollo y formación integral mientras sea menor de edad
y no se haya emancipado” (art. 638) Y, claramente, se parte de la idea de una familia
fundada en un plano de igualdad, y participación de todos sus miembros, dejando de
lado aquel modelo patriarcal.

Teniendo en cuenta la cantidad de variaciones que trajo aparejado el nuevo CCYC en


esta figura, podríamos decir que, dentro de la responsabilidad de los padres por daños
causados por sus hijos (art 1754 -1755 del CCYC) también se ocasionaron
modificaciones, las cuales serán tratadas en el capítulo posterior.

Durante este capítulo, presentaré las características generales de la institución, desde su


conceptualización hasta los principios generales.

2.1 Noción/concepto de la responsabilidad parental.


Abriendo el capítulo sobre responsabilidad parental, el nuevo CCYC define claramente
a la institución en su artículo 638, el cual dice: “el conjunto de deberes y derechos que
corresponden a los progenitores sobre la persona y los bienes del hijo, para su
protección, desarrollo y formación integral mientras sea menor de edad y no se haya
emancipado” y si bien, esta noción refleja casi en su conjunto al derogado artículo 264,
agrega la palabra desarrollo, que configura el contenido de la responsabilidad parental.
La modificación del régimen anterior, no es sólo terminológica, sino que de fondo.
Desde el lado conceptual, importa un replanteo de la relación paterno-filial a la luz de la
doctrina internacional de los derechos humanos. Antecedentemente, la mirada se

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centraba en los derechos del padre, dejando de lado los intereses y derechos de los hijos
que ni siquiera estaban mencionados en las normas. En cambio, esta noción que hoy
adopta el Código presenta como prioritarios los deberes, antes que los derechos, al
tiempo que se marca cual es el contenido y la finalidad que la institución debe cumplir
en relación a los hijos menores de edad.
Esta es la noción básica que hoy adopta el CCYC, más bien, que permite visualizar a
esta figura como una función de colaboración, orientación, acompañamiento, e, incluso,
contención instaurada en beneficio de la persona menor de edad en desarrollo para su
formación y protección integral.
Es necesario recalcar, que esta evolución se dio por los cambios fundamentales a nivel
mundial, particularmente con la necesidad de la protección de los derechos humanos
que tuvieron su centro en una serie de tratados internacionales, en los cuales Argentina
tuvo una implicancia directa por la reforma constitucional de 1994 donde se
incorporaron estos últimos.
2.2 La inclusión de principios generales.
Junto con la conceptualización, el nuevo Código establece una serie de principios en la
materia de la responsabilidad parental en los que se reseñan y manifiestan las directivas
constitucionales que sostienen la regulación de este instituto.
Estos, constituyen de manera clara, normas que marcan la guía en materia de
interpretación, ya que toda la institución debe ser aprehendida en base a estos
principios.
En este sentido, podríamos decir que su presencia es de suma utilidad a la hora de
interpretar el sistema jurídico y, para reforzar los diversos postulados de los
instrumentos de derechos humanos que nuestro ordenamiento ha adoptado con rango
constitucional. Hay que mencionar, además, que, ante cualquier silencio, vacío
legislativo o laguna propia del derecho, debe apelarse a estos principios generales que
observan un valor especial.
2.3 Los principios que definen a la institución.
Los principios generales en los que se basa la institución de la responsabilidad parental,
y que, como referenciamos anteriormente serán el prisma desde el cual será entendida e
interpretada esta entidad, se encuentran nombrados en el artículo 639 del CCYC.

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Este último, dispone que se rige por los siguientes principios:


- El interés superior del niño.
- La autonomía progresiva del hijo conforme a sus características psicofísicas, aptitudes y
desarrollo. A mayor autonomía disminuye la representación de los progenitores en el
ejercicio de los derechos de los hijos.
- El derecho del niño a ser oído y a que su opinión sea tenida en cuenta según su edad y
grado de madurez.

En el sistema del Código Civil de Vélez, no existía una norma como esta, sino que la
delineación de los principios fue creación de la doctrina y jurisprudencia. En un
comienzo, estos fueron inscriptos en la Convención de los Derechos del Niño, que sentó
las bases para la protección integral de los menores de edad elevando el concepto de
“Interés superior del menor” como principio general del derecho y, a su vez como
principio rector. Aquí, se entendía al niño como sujeto y, se le reconocía expresamente
su derecho a mantener debido contacto con ambos progenitores.

Como consecuencia de ello, se fija la obligación a los Estados partes de salvaguardar


sus derechos, garantizando el derecho a ser oídos y al reconocimiento de su expresión e
intenciones por medio de su evolución madurativa.

Estos principios impactan en el derecho de daños, por cuando obligan a los operadores
jurídicos a efectuar una mirada diferente en cada caso concreto, por tal motivo, me
parece de gran importancia exponer de una manera más profunda cada uno de ellos.

2.3.1 El interés superior del niño:


Todas las instituciones del derecho que tengan vinculación con los niños, niñas
y adolescentes están indudablemente atravesadas por este verdadero principio
general del derecho. Se trata de un precepto de naturaleza histórico-cultural,
que, simboliza la idea de que el niño o adolescente ocupa un lugar importante en
la familia y la sociedad.
Así mismo, nos encontramos con que su contenido es indeterminado,
delegándole al juez, en el caso concreto, su definición. Este, debe asignarle
contenidos precisos y dar buenos fundamentos acerca de la selección que
realicen.

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Así se ha verificado en varios fallos de la Corte suprema de la Nación en que ha


tenido que dirimir cuestiones relativas a los niños. Ésta entidad, centró de
manera fundamental el interés superior del niño, como parámetro básico a la
hora de tomar decisiones. Los jueces, al aplicarlo, deben tener en cuenta las
características singulares del tiempo, lugar y niño al que sean destinadas las
medidas, considerando el respeto fundamental de sus derechos humanos, puesto
que son insuperables por cualquier decisión que pueda vulnerarlos.
En esta situación, el niño deja de ser un incapaz a quien se debe auxiliar y
rescatar benéficamente, dependiendo de la caridad del Estado y de la sociedad, y
pasa a ser un sujeto cuyos derechos deben ser respetados por la familia, Estado y
comunidad, actuando la Convención como un operador de las relaciones entre el
niño, los Estados, y la familia, que se estructura a partir del reconocimiento de
derechos y deberes recíprocos.
Se puede apreciar incluso, como la “responsabilidad parental” es una de las
instituciones en donde todas las normas de protección de la niñez y de la
adolescencia buscan que se aplique con especial preminencia este postulado.
Hay que mencionar, además que, el propio contenido del interés superior del
niño se nutre de las otras disposiciones en las que está diseñado el sistema de la
responsabilidad parental. Claro ejemplo de ello, es la eliminación de los malos
tratos previsto en el artículo 647.
2.3.2 La autonomía progresiva del hijo.
Otro de los principios básicos que inscribe la reforma en su art. 639 (inc. b) en el
ejercicio de la responsabilidad parental es "la autonomía progresiva de los hijos
conforme a sus características psicofísicas, aptitudes y desarrollo. A mayor
autonomía, disminuye la representación de los progenitores en el ejercicio de
los derechos de los hijos". Este, se relaciona directamente con la nueva forma de
entender la capacidad de los menores de edad, es decir, el derecho del niño de
ejercer ciertas facultades de autodeterminación, en la medida que adquiere la
competencia necesaria para comprender las situaciones que puedan afectar a su
persona.

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El fundamento de esto es que el derecho tome en cuenta los procesos de


maduración ligados al patrón biológico.
La persona menor de edad ejerce sus derechos a través de sus representantes
legales, sin embargo, a través de este principio, podríamos decir que, a mayor
autonomía, disminuye la representación de sus progenitores en el ejercicio de
los derechos del hijo. La que cuenta con edad y grado de madurez suficiente
puede ejercer por sí los actos que le son permitidos por el ordenamiento jurídico.
Así, la capacidad del niño y del adolescente varía y se modifica, ya que, al ser
personas en desarrollo, no se las puede considerar estancadas en el tiempo para
el ejercicio de sus derechos.
La idea de la autonomía progresiva posibilita, en cada caso, dar cuenta y
respetar el desarrollo madurativo de la persona. No obstante, este sistema
implica un procedimiento previo para que alguien determine en cada caso, el
grado de madurez del niño o adolescente y lo habilite o imposibilite a ejercer
por sí mismo el derecho que se trate, quedando la decisión sujeta a la
discrecionalidad del juzgador.
Diversas normas, reflejan de manera directa la posibilidad de ejercicio
progresivo de sus derechos, un ejemplo de ello es el artículo 677, el cual
establece que los padres pueden representar en juicio a sus hijos menores (es
decir, los que no cumplieron 18 años), pero, el hijo adolescente tiene un lugar
significativo en el ordenamiento ya que puede excluir esta representación legal
por los padres.
También se recepta este principio, de manera expresa, en lo relativo a los
tratamientos médicos de menores de edad, ya que, de los 13 años hasta los 16
años, tienen aptitud para decidir por sí mismos sobre aquellos que no resultan
invasivos.
La función de los padres en ese caso particular es de asistencia, que es una
función complementaria respecto de la decisión del hijo. Se considera un medio
de control por parte de un tercero de modo que la persona actúa por sí, sin

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que se la reemplace o sustituya, pero tiene que contar con la conformidad o


asentimiento que le prestará si considera que el acto no es dañoso para el
asistido.
2.3.3 El derecho del niño al ser oído.
El principio de autonomía progresiva se asocia con el previsto en el art. 639,
inc. c): "el derecho del niño a ser oído y a que su opinión sea tenida en cuenta
según su edad y grado de madurez", que armoniza con lo referente a los deberes
de los progenitores, entre los cuales se menciona: "Respetar el derecho del niño
y adolescente a ser oído y a participar en su proceso educativo, así como en todo
lo referente a sus derechos personalísimos" (art. 646.CCYC)
Esta relación entre ambos principios, se da al poner nuevamente al niño o
adolescente como protagonista de su devenir.
Por ello, en todo proceso en el que se falle sobre cuestiones relativas a los
efectos de la responsabilidad parental, surge la necesidad de oír personalmente a
los niños a la hora de tomar decisiones que los involucren.
Al reconocer el derecho a ser oído, se incluye el derecho a participar y a opinar,
y, con respecto a este último, importa para que los operadores del sistema
judicial y extrajudicial consideren, examinen y comprueben lo que el niño, niña
o adolescente presenta o requiere.
Así, los jueces que resuelven los conflictos que presenten los progenitores en
materia de responsabilidad parental, deberán escuchar directamente a los hijos
para tomar conocimiento de su sentir.
2.4 Titularidad y ejercicio de la responsabilidad parental
La responsabilidad parental se deriva tanto de la titularidad como el ejercicio.
Hablamos de titularidad, cuando nos referimos a un conjunto de deberes y derechos que
la ley reconoce a favor de ambos padres. Es decir, que “la titularidad de la
responsabilidad parental indica a la persona que es titular de los derechos y deberes
sobre la persona y bienes de los hijos menores”2.
Esta, es la que hace responsables a los padres por los daños y prejuicios de sus hijos,
siempre que habiten con ellos (requisitos que trataremos en otro capítulo).
2
Calvo Costa, Carlos A. – Doctrina y estrategia del Código Civil y comercial, Tomo II, relaciones de familia – La
Ley S.A.E, Buenos Aires 2016.

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Por otro lado, el ejercicio se refiere a la posibilidad de actuar en cumplimiento de esos


deberes y derechos. Con esto, se alude a la forma en la que se proporcionan esos
derechos y deberes, que los padres tienen sobre sus hijos menores de edad.
Realizada esta aclaración, hay que mencionar que la titularidad y ejercicio de la
responsabilidad parental son enunciadas en el art. 640 del CCYC y reguladas en el
artículo 641 (el cual analizaremos con profundidad más tarde). Este último determina la
legitimación pasiva de los padres en el caso en que se verifiquen los presupuestos de
responsabilidad cuando los hijos causan los daños, por lo que, corresponde
esencialmente a los padres, en las condiciones de dicho artículo, la titularidad y
ejercicio.
3. CAPITULO 3: RESPONSABILIDAD PARENTAL POR HECHOS DE SUS
HIJOS

El aumento de daños causados por menores está relacionado con el avance del
maquinismo y tecnificación, con los cuales los adolescentes y niños entran en contacto
a muy temprana edad. La problemática de la violencia se ha generalizado, en especial
con los menores de edad, requiriendo de un abordaje interdisciplinario.

En el campo específico del derecho de daños, la problemática que involucra a los


menores de edad y otros incapaces es abordada desde un plano particular y específico,
puesto que interesan los daños “causados” por los ellos a las terceras personas y en
virtud de las cuales los padres deben responder.

Se busca que se razone sobre los prejuicios que causan menores e incapaces en general,
que, los cuales, resultan tan injustos como los que provoca cualquier otro sujeto, por lo
que la víctima no es menos víctima. Desde este punto de vista, es importante analizar a
quien se puede y se debe trasladar la obligación de pagar la indemnización por los
daños causados.

El fundamento principal de esta responsabilidad, se encuentra en los deberes que


competen a los progenitores por el ejercicio de la responsabilidad parental, el cual los
obliga, no solo con respecto al niño, sino también en relación con los terceros, por
daños que aquellos ocasionen. En este sentido, se trata de una garantía que los padres
otorgan a los terceros en cuanto a los daños que ocasionen sus hijos. [Ossola]

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Esta materia, se encuentra regulada en los artículos 1754 y 1755 del CCYC, y como
venimos nombrando, se realizaron muchos cambios con respecto a ella. Por tal motivo,
desarrollaremos los antecedentes del Código de Vélez y así luego tratar con la
regulación actual y las características de la presente figura.
3.1 Antecedentes
El Código Civil de Vélez, se basó especialmente en el texto originario del Código Civil
Francés, y regulaba esta materia en los artículos 1114 y 1116. En primer lugar, el
artículo 1114 regulaba que, “El padre, y por su muerte ausencia o incapacidad, la
madre, son responsables de los daños causados por sus hijos menores que estén bajo su
poder, y que habiten con ellos, sean hijos legítimos o naturales”3. Habría que decir
también que, el artículo 273 disponía que los padres respondían por daños que causaran
sus hijos menores de diez años que habitaran con ellos.
No obstante, sobre la coordinación de ambas normas, existía una gran polémica
doctrinaria, la cual se superó con la aparición de la ley 23.264. Dicha norma derogó el
artículo 273, y ajustó la regulación de la responsabilidad civil de los padres derivada de
los daños causados por sus hijos menores a los artículos 1114, 1115 y 1116.
El primer artículo, rezaba “El padre y la madre son solidariamente responsables de los
daños causados por sus hijos menores que habiten con ellos, sin perjuicio de la
responsabilidad de los hijos si fueran mayores de diez años. En caso de que los padres
no convivan, será responsable el que ejerza la tenencia del menor, salvo que al
producirse el evento dañoso el hijo estuviere al cuidado del otro progenitor”
Es decir que, por un lado, se dejó a salvo la responsabilidad de los hijos mayores de
diez años, surgiendo el compromiso solidario de ambos padres por los daños causados
de sus hijos menores que habiten con ellos. Así como también, en caso de que los
padres no convivan, se imputa la responsabilidad al padre que ejerza la tenencia del
menor, salvo que, a la hora de ser producido el daño, el menor causante estuviera al
cuidado de otro progenitor.

3
Sánchez Herrero, Andrés Tratado de derecho civil y comercial. - 1a ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires:
La Ley, 2016

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El artículo 1115, establecía la cesación de la responsabilidad parental en caso que sus


hijos hayan sido colocados bajo la vigilancia y autoridad permanentes de otra persona,
en un establecimiento de cualquier clase.
Por último, el artículo 1116, decía que los padres quedan eximidos de responsabilidad
en caso que fuera imposible haber evitado el hecho dañoso cometido por sus hijos. En
este caso, para poder excluir su responsabilidad, debían acreditar una vigilancia activa y
adecuada sobre aquellos.
Empero, todo lo establecido en dichas regulaciones atentan contra la formación de una
personalidad independiente, tal como requieren los tiempos actuales de los niños, niñas
y adolescentes. Si bien, cabe exigir a los padres que formen y eduquen a sus hijos, la
dificultad está también en definir cuál es la educación razonable y, sobre todo, cómo
valorar si cumplieron con la obligación legal para poder liberarse de la responsabilidad,
dadas las características de la sociedad actual4
Podemos verlo claramente a través del estudio de Plovanich, María Cristina, donde se
analizaron varias resoluciones judiciales, que nunca los deberes de los padres han sido
suficientemente cumplidos, la vigilancia no fue suficiente o el acaecer del hecho mismo
demuestra que el hijo no estuvo debidamente educado, pues de lo contrario el daño no
se hubiese generado. Claramente, observamos que esta situación no es conveniente para
la educación de los niños niñas y adolescentes, como también injusto para la víctima
que sufrió el daño.
Todas las mutaciones realizadas, se fueron produciendo en el régimen de la patria
potestad, pero no en orden al factor de atribución, el cual era subjetivo según lo
dispuesto en el último art. 1116. Los cambios a grandes rasgos sobre esta figura,
comenzaron a aparecer con el Código Civil y Comercial, del cual se desprendieron las
siguientes características sobre la materia:
 El supuesto se extiende a todos los casos de filiación, biológica, adopción o trato
de familia.
 La responsabilidad de los padres es indirecta y objetiva.
 La responsabilidad de los padres es concurrente con la de sus padres

4
Plovanich, María Cristina, “Responsabilidad de los padres en el Código Civil y Comercial” publicado en RCyS
2015-IV,167./ página 3.

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 La responsabilidad de los padres cesa cuando el hijo menor es puesto bajo


vigilancia de otra persona. Y, hay determinados casos en los que jamás cesa
(art.643).
 Los progenitores no responden por los daños por el incumplimiento de las
obligaciones contractuales válidamente contraídas por sus hijos. Esto en relación
con la capacidad progresiva.
Muchos cambios más fueron los que trajo aparejado el CCYC, los cuales desarrollaré
en los próximos capítulos, haciendo una mayor profundización y comparación con el
anterior régimen.
4. CAPITULO 4: REGULACIONES ACTUALES CON RESPECTO A LA
RESPONSABILIDAD PARENTAL POR DAÑOS OCASIONADOS POR SUS
HIJOS

Los cambios del régimen dentro del Código, como por ejemplo el de la patria potestad,
motivo a una readecuación de las reglas de responsabilidad. Así, nos encontramos con la
figura denominada ahora responsabilidad parental, la cual ha tenido su impacto en el
régimen específico de la responsabilidad por daños.

A partir de ello, podremos estudiar no sólo su contenido, sino quienes, y porqué quedan
emplazados en tal situación jurídica, es decir, los legitimados pasivos obligados a resarcir el
daño causado.

Las regulaciones actuales de esta materia las encontramos en los artículos 1754 y el 1755
del Código Civil y Comercial, los cuales plantean que:

Artículo 1754. Hecho de los hijos. “Los padres son solidariamente responsables por los
daños causados por los hijos que se encuentran bajo su responsabilidad parental y que
habitan con ellos, sin perjuicio de la responsabilidad personal y concurrente que pueda
caber a los hijos”

Artículo 1755. Cesación de la responsabilidad paterna. “La responsabilidad de los


padres es objetiva, y cesa si el hijo menor de edad es puesto bajo la vigilancia de otra
persona, transitoria o permanentemente. No cesa en el supuesto previsto en el artículo
643. Los padres no se liberan, aunque el hijo menor de edad no conviva con ellos, si esta
circunstancia deriva de una causa que les es atribuible.

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Los padres no responden por los daños causados por sus hijos en tareas inherentes al
ejercicio de su profesión o de funciones subordinadas encomendadas por terceros.
Tampoco responden por el incumplimiento de obligaciones contractuales válidamente
contraídas por sus hijos.”

A simple vista, leyendo ambos artículos podemos ver que uno de los tantos cambios
realizados en esta figura es que la responsabilidad parental corresponde a ambos
progenitores y, el régimen de los no convivientes, es igual que el de los padres
convivientes. Por lo que sendos padres tienen incidencia y responsabilidad en su cuidado y
educación, y en consecuencia ambos deben afrontar solidariamente los efectos lesivos
frente a la víctima.

Claramente, en relación con lo anteriormente mencionado, analizando los artículos,


podemos observar que estos traen aparejados diversos presupuestos, tales como el factor de
atribución, los casos de legitimación pasiva, los requisitos de la responsabilidad parental,
los casos en los que ella cesa, entre otros. Alrededor de este capítulo, pasaremos a explicar
cada uno de ellos, finalizando dicho trabajo con una conclusión respecto de la materia
tratada.

4.1. Fundamento de esta responsabilidad.

El CCYC ha producido un cambio drástico en esta materia, calificando a la responsabilidad


como “objetiva”. Esta cuestión, había sido reiteradamente discutida en el régimen de los
artículos 1114 y 1116 del Código de Vélez, aun así, luego de la reforma de la ley 24.830.

En efecto, un sector de la doctrina sostenía que dicha responsabilidad era subjetiva, la cual
se sustentaba en la eximente prevista en el artículo 1116. Por otro lado, se consideraba que
se trataba de un supuesto de responsabilidad objetiva, que podía fundarse tanto en el factor
de atribución garantía como en el riesgo que emana de la patria potestad.

La regulación actual terminó con aquel debate, consagrando la responsabilidad objetiva de


los padres, excluyendo la posibilidad que los padres se eximan acreditando de que por su
parte no había culpa o que habían adoptado todas las diligencias requeridas por las
circunstancias de las personas, tiempo y lugar. Es decir, que se eliminó el eximente
establecido en el artículo 1115 del Código de Vélez, ya no importaba cual era el cuidado
que los civilmente responsables pongan en sus hijos, sino que la responsabilidad existirá

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siempre. Empero, ¿Cuál es el factor de imputación objetivo aplicable a la responsabilidad


de los padres? Hay diversos criterios sobre ello.

En primer lugar, Lopez Herrera Silveste, decía que el fundamento se encontraba en los
deberes y cargas que el instituto imponía, no importa cuando cuidado el progenitor tenga,
siempre responderá. Por otro lado, Ossola decía que el factor de atribución objetivo se
encontraba en la garantía derivada de deberes fundamentales de la responsabilidad
parental: educar y cuidar a los hijos.

En último lugar, Pizzarro - Vallaspinos decían que se trataba del riesgo creado. Con esto,
querían referirse a el riesgo que genera la conducta de los hijos menores, mientras se hallan
bajo la responsabilidad parental.

En mi opinión, este es el más acertado factor de atribución, ¿Por qué? Porque, en la etapa
actual, junto con la Segunda Guerra mundial, se desarrolla y consolida lo que es una
revolución tecnológica. La tecnología, si bien sirve para mejorar la calidad de vida, también
puede amenazar los derechos personalismos de los ciudadanos. En este sentid, estamos
frente a una sociedad de riesgo, ya que permanentemente afrontamos nuevas y sofisticadas
formas de daños con dimensiones colectivas y masivas. Frente a una sociedad de riesgo,
donde que nos causen un daño es tan sencillo, la responsabilidad civil comenzó a formar
parte de un sistema de mayor amplitud, denominado derecho de daños. Aquí no se busca un
responsable para sancionar, sino un daño injusto para reparar, es decir, que ya no importa
poner acento en el autor del daño sino en la víctima que sufre el mismo, orientando su
búsqueda en quien causo el prejuicio para encontrar a los responsables y que indemnicen a
la víctima.

Desde este punto de vista, podríamos decir que este desarrollo ha influido notablemente en
que los menores de edad puedan ser productores de mayores daños, los cuales deben
resarcirse habiendo o no culpa de los causantes de los prejuicios. No se puede dejar de lado
que, el eje actual sobre el que gira la responsabilidad civil, es el daño y la necesidad de
resarcirlo.

De ahí es que se concluye que la responsabilidad de los padres por hechos de los hijos
menores de edad encuentra su fundamento en el riesgo creado (o en una garantía que se

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nutra del riesgo) siendo la única forma de exonerarse de responsabilidad la causa ajena.
[Calvo Costa]

4.2 Legitimados pasivos.

Al igual que el Código sustituido, el artículo 1754 del CCYC establece que los padres son
solidariamente responsables por los daños causados por sus hijos. Sin embargo, este
introduce una variante, suprime la frase que aludía a los padres no convivientes, por lo que,
la responsabilidad de los padres continúa siendo solidaria cualesquiera sean las vicisitudes
del vínculo entre los progenitores. Tampoco importa que la filiación sea por naturaleza,
mediante técnicas de reproducción asistida o por adopción en todos los casos el régimen
legal es el mismo.

Tampoco se liberan los padres de responsabilidad parental en caso de que los padres no
convivan por una causa atribuible a ellos. En este caso, corresponde a ambos progenitores y
el régimen de los no convivientes es igual que el de los padres convivientes. Las decisiones
que tome uno se presume que son tomadas con la conformidad del otro progenitor.

En los casos que los padres sean menores de edad, hubo un cambio con el CCYC. En el
Código de Vélez si no contrae matrimonio, continúa bajo patria potestad y el hijo de ese
menor de edad, está bajo la patria potestad de los abuelos o, eventualmente, de la tutela del
tutor del progenitor que tenga al hijo bajo su cuidado y amparo. En la hipótesis de que el
hijo del padre menor causase daño, respondería quien tenga la patria potestad o tutela de
ese progenitor, pues éste no tiene la patria potestad sobre su hijo

el Código Civil y Comercial unificado se es adolescente desde los 13 años (art. 25), pero a
diferencia del régimen que se sustituye estos padres ejercen la responsabilidad parental. Así
lo dispone el art. 644 dispone que: "Los progenitores adolescentes, estén o no casados,
ejercen la responsabilidad parental de sus hijos pudiendo decidir y realizar por sí mismos
las tareas necesarias para su cuidado educación y salud". Las personas que ejercen a la
responsabilidad parental de unos progenitores adolescentes pueden oponerse a los actos que
resulten perjudiciales para el niño o cuando el adolescente no tome las medidas necesarias
para su adecuado desarrollo. A los efectos de la responsabilidad en análisis, el responsable
por los daños que el adolescente causare, lo serán sus padres. Pero por los que pudiere

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ocasionar el hijo del adolescente, lo serán los padres adolescentes, pues son ellos los que
tienen la responsabilidad parental. [Plovanich]

Por último, y en relación con el progenitor afín, no asume la responsabilidad de los arts.
1754 y 1755 del CCYC por el solo hecho de ser tal, salvo que asuma el ejercicio de la
responsabilidad parental en los términos del art. 675 del CCYC., y sin perjuicio de la
responsabilidad especial emergente de los arts. 674 y 1756 del CCYC. (en cuanto delegado
de la responsabilidad parental).

4.3 Requisitos para que opere la responsabilidad

Para que se materialice la responsabilidad de los progenitores, se necesitan cuatro


requisitos: el daño injustamente causado por un menor a un tercero, minoridad del hijo, que
los padres ejerzan la responsabilidad parental y que habiten con estos.

- Daño injustamente causado por un menor a un tercero: Sin dudas, este es un


presupuesto fundante para el nacimiento de la responsabilidad de los progenitores,
requiriéndose una conducta antijurídica y objetiva.
Esta última cuestión, posee gran debate en la doctrina la cual se pregunta si se requiere
de un factor subjetivo (culpa) en el menor que ocasiona el prejuicio. La respuesta a esta
pregunta depende de la edad en la que el hijo transita.
Por un lado, si el niño es menor de diez años, la respuesta a ella sería negativa, dado
que esta persona es inimputable, sin posibilidades de realizar un juicio de reproche, con
que exista una conducta objetivamente antijurídica, que sea causa adecuada de un daño
injusto [Pizzarro- Vallaspinos].
En cambio, cuando el niño ya es mayor de diez años la doctrina se divide en dos: los
que, si consideran que es necesaria la existencia de un factor de atribución subjetivo y,
A su vez, los que consideran que cualquiera puede ser el factor de atribución (subjetivo
u objetivo) siempre y cuando haya una relación de causalidad adecuada ente la
conducta dañosa del menor y el daño que se pretende reparar. [Sal Guillermo]
- Minoría del hijo que causó el daño: Los padres responden mientras los hijos son
menores, por tanto, son responsables hasta los 18 años edad en que se alcanza la
mayoría, salvo en los casos de excepciones que establece el CCYC:
 Hasta los veintiún años si conviven con los padres.

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 Hasta los veinticinco años si el hijo se capacita a través de los estudios.


La minoridad, se computa al momento de producción del hecho dañoso, sin que tenga
relevancia que el autor material del daño llegue a la mayoría de edad durante la
tramitación del juicio [Pizarro-Vallaspinos].
El art. 1754 del Código Civil y Comercial unificado, deja a salvo la responsabilidad
personal y concurrente que pueda caber a los hijos, pero surge aquí una diferencia ya
que no se hace referencia a la edad del menor, con lo que se evitan disquisiciones
interpretativas. La imputabilidad se mantiene en 10 años, Art. 261. "Acto involuntario.
Es involuntario por falta de discernimiento: a) el acto de quien, al momento de
realizarlo está privado de la razón; b) el acto ilícito de la persona menor de edad que no
ha cumplido diez años...". El autor de un acto involuntario podrá responder por razones
de equidad, art. 1750. [Plovanich]
También se resuelve la cuestión de la responsabilidad por los daños generados en la
actividad laboral que pudieran desempeñar los hijos menores, ya que el art. 1755
establece que: "Los padres no responden por los daños causados por sus hijos en tareas
inherentes al ejercicio de su profesión o de funciones subordinadas encomendadas por
terceros. Tampoco responden por el incumplimiento de obligaciones contractuales
válidamente contraídas por sus hijos" art. 30. [Plovanich].
Otra cuestión por la que cesa la responsabilidad parental es cuando el menor de edad
contrae matrimonio antes de los 18 años emancipándose. En esta situación, se asimila
con una persona mayor, por lo que los padres no serán más los responsables.
- Titularidad de la responsabilidad parental: Este tema en particular, en el nuevo CCYC
posee un gran debate en la doctrina con respecto a la base jurídica en la que está
establecida la responsabilidad civil. Hay que tener en cuenta que para que los padres
respondan por los daños de sus hijos, estos deben encontrarse bajo su responsabilidad
parental. Por lo que, la pregunta que se hacen es, cuando la ley requiere que los hijos
estén bajo responsabilidad parental ¿hace referencia a la titularidad de la misma o al
ejercicio? Es decir, a la hora de resarcir el daño, quien responde, el que es titular de la
responsabilidad parental o quien realiza un ejercicio efectivo de ella.

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Hay que recordar, en primer lugar, que la titularidad recae en ambos padres, ya sea que
convivan o no, dado que son los derechos y deberes que están enunciados por la ley.
Por otro lado, el ejercicio es la puesta en práctica de aquellos deberes y derechos.
Una vez mencionado esto, hay que tener en cuenta que se puede ser titular y ejercer la
responsabilidad parental, o como puede suceder (por ejemplo, por suspensión) de tener
la titularidad de la responsabilidad, pero carecer de ejercicio.
Por tal motivo, en mi opinión, cuando la ley habla de quien es el que responde a la hora
de resarcir el daño, es aquel que posee la titularidad de la responsabilidad. Con esto
quiero decir que la responsabilidad objetiva de los progenitores está ligada con su
titularidad y no con su ejercicio, ya que, en caso de un daño, deben responder sí o sí,
posean ejercicio o no. Se responde por el simple hecho de ser progenitor no por ejercer
de buena o mala manera la responsabilidad parental. [Pizarro-Vallaspinos]
- Convivencia del hijo menor con el progenitor: Conforme con lo establecido en el Art.
1754 y reiterado en el Art. 1755, es preciso que el hijo menor de edad habite con el
progenitor titular de la responsabilidad parental. El fundamento de este requisito es que
los padres puedan ejercer adecuadamente el control y la vigilancia de sus hijos, tal cual
disponen los deberes de la responsabilidad parental. [Sal Guillermo]
Sin embargo, autores de varias doctrinas (Pizarro-Vallaspinos, Calvo Costa, Sal
Guillermo) consideran que dicho requisito es desacertado e incompatible con un
régimen de responsabilidad objetiva, ya que al ser de este modo el hecho de que el
menor conviva o no con aquellos debería ser absolutamente irrelevante.
En mi opinión, coincido con lo anterior porque que, si lo relacionamos con el requisito
antecedentemente desarrollado, donde nombramos que incumbe responder a los padres
en el resarcimiento del daño, por el simple hecho de ser los progenitores, no veo que sea
necesaria la convivencia con ellos, si de igual manera deben responder.
Otra cuestión que me lleva a estar de acuerdo con esta postura es que el Art. 1755 dice
que “Los padres no se liberan, aunque el hijo menor de edad no conviva con ellos, si
esta circunstancia deriva de una causa que es atribuible”, y como expresa Sal
Guillermo, hoy en día si un hijo menor no convive con sus padres, estos últimos tienen
incidencia en esa decisión, por lo que siguiendo lo que desarrolla el Art. 1755 los
padres no se liberarían de la responsabilidad.

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4.4 Suspensión, privación y extinción.


Dentro del Código Civil y Comercial, cuando hablamos de extinción, debemos
distinguirla de la privación y suspensión del ejercicio. En este sentido, pasaremos a
desarrollar su diferencia conceptual, para luego exponer en qué casos se aplica cada
uno.
La extinción, se produce de pleno derecho, por la concurrencia de cualquiera de las
causales comprendidas en la norma (artículo 699 del CCYC). A diferencia de la
suspensión y de la privación en el ejercicio, la extinción no responde a la conducta o
situación que atraviesen uno o ambos progenitores, sino a situaciones fácticas que
ponen fin al conjunto de deberes y derechos que hacen al contenido del instituto.
Con esto, queremos decir que, lo que se extingue es la titularidad de la responsabilidad
parental, en cambio, si hablamos de suspensión o privación es de ejercicio, son diversas
cuestiones a través de las cuales los padres suspenden o se privan de aquel ejercicio de
la responsabilidad, pero eso no quiere decir que pierdan la titularidad.
La privacidad, se encuentra contemplado en los artículos 700 y 700 bis del CCYC, y se
aplican cuando se tratan de supuestos de extrema gravedad. Estos incluyen:
 Condena como autor, coautor, instigador o cómplice de un delito doloso contra
la persona o los bienes del hijo de que se trata.
 Su abandono, dejándolo en total desamparo y desprotección.
 Haber puesto en peligro la seguridad, las salud física o psíquica del hijo.

Pero, en sí, ¿qué sucede cuando uno de los progenitores o ambos queda privado de la
responsabilidad parental? Y como dice Pizzarro-Vallaspinos, quien está privado de
responsabilidad parental lo está en el ejercicio de sus derechos frente al hijo, pero no en el
cumplimiento de sus deberes con relación a éste y de sus responsabilidades frente a terceros
por los daños que el menor cause. Lo mismo sucede en el caso de la suspensión.

Ésta última, se encuentra regulada en el artículo 702 del CCYC y subsiste mientras dure:

 La declaración de ausencia con presunción de fallecimiento.


 Plazo de condena a reclusión y la prisión por más de tres años
 La separación del hijo de sus progenitores por razones graves.

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 La declaración por sentencia firme de la limitación de la capacidad por razones


graves de salud mental.

Por consiguiente, la extinción se encuentra regulado en el artículo 699, y establece:

 muerte del progenitor o del hijo;


 profesión del progenitor en instituto monástico;
 alcanzar el hijo la mayoría de edad
 emancipación, excepto lo dispuesto en el artículo 644;
 adopción del hijo por un tercero, sin perjuicio de la posibilidad de que se la restituya
en caso de revocación y nulidad de la adopción; la extinción no se produce cuando
se adopta el hijo del cónyuge o del conviviente.

4.5 Cesación de la responsabilidad parental.

Se dispone en el art. 1755 del Cód. Civ. y Com. que la responsabilidad de los padres "cesa
si el hijo menor de edad es puesto bajo la vigilancia de otra persona, transitoria o
permanentemente". La expresión luce amplia, pero debe ser entendida de manera
restrictiva.

Se ha señalado que la solución legal se orienta esencialmente al caso del menor


escolarizado que causa daños mientras se encuentra bajo la autoridad educativa, pero en
otros casos (una estadía en vacaciones en la casa de un pariente, un viaje con sus tíos, una
salida de esparcimiento, etc.) deberá analizarse el caso concreto en el sentido de que, desde
el análisis causal, resulte la responsabilidad de quien ejercía el cuidado transitorio de modo
exclusivo; caso contrario, eventualmente, la responsabilidad podría ser concurrente entre
los padres y el cuidador.

Coincido con Maria Cristina Plovanich al decir que: “Pienso que si al momento de cometer
el daño el menor se encontraba al cuidado o de visita en casa de parientes, amigos, vecinos,
etc., por períodos cortos que se cuentan en días o semanas, esas personas desinteresada y
generosamente colaboran con los progenitores, pero el niño continúa bajo la autoridad
parental. Los allegados han brindado una ayuda a los progenitores, pero de ningún modo
pueden ser considerados responsables ya que han cooperado para desplegar una obligación
que les corresponde a aquellos; salvo que de las circunstancias del hecho se desprenda que

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fue la actuación inapropiada del adulto que transitoriamente cuidaba al menor la que en
definitiva provocó el resultado. Estas eventualidades, a mi entender no eximen de
responsabilidad a los padres a menos que del hecho mismo, del análisis del nexo causal,
resulte la responsabilidad de quien ejercía el cuidado transitorio de modo exclusivo, en
cuyo caso, los damnificados estarían en condiciones de demandar a los padres y al cuidador
del menor, ejerciéndose con posterioridad entre éstos, si es que caben, las pertinentes
acciones de reintegro”

De esta manera, se puede observar que cuando hablamos de cesación de responsabilidad,


debe entenderse de una manera más restrictiva que amplia, dado que sino, este artículo
causa un mayor riesgo en la víctima, y perjudica a aquellos terceros (amigos, parientes,
vecinos) que generosamente colaboran con los progenitores.

CONCLUSIÓN.

A lo largo de dicho trabajo, observamos muchos cambios que se produjeron en la figura de


la responsabilidad parental, los cuales trajo aparejado el nuevo CCYC.

La evolución de la sociedad, es decir, la consolidación de la revolución tecnológica,


aumentó la posibilidad del riesgo. Por lo que estamos todo el tiempo expuestos a sufrir
daños, amenazas en nuestros derechos personalismos.

Esta situación, llevo a que se haga un mayor hincapié en los derechos humanos y, como
protegerlos. Lo cual, afectó en el CCYC, y podemos verlo en que la responsabilidad civil
comenzó a formar parte de un sistema de mayor amplitud, denominado derecho de daños.
Aquí no se busca un responsable para sancionar, sino un daño injusto para reparar, es decir,
que ya no importa poner acento en el autor del daño sino en la víctima que sufre el mismo,
orientando su búsqueda en quien causo el prejuicio para encontrar a los responsables y que
indemnicen a la víctima.

Como el nuevo Código se realizó en base a estas situaciones (derechos humanos,


protección de la víctima) ocurrieron diversos cambios, algunos para bien y otros aun con
algunas dificultades, en la figura de la responsabilidad parental.

En particular, considero que fueron apropiadas las modificaciones introducidas, dado que
aportan de algún modo mayor seguridad a los terceros a los que se dañaron. Un claro

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ejemplo de esto es cuando en el Código de Vélez se hablaba de que se podía eximir de la


responsabilidad en el caso de que fuera imposible haber evitado el hecho dañoso cometido
por sus hijos. El requisito para poder cesar de ello era que acrediten que tuvieron una
“vigilancia adecuada” y aun así no pudieron evitarlo.

En este caso, la palabra “vigilancia adecuada” es algo muy ambiguo, que llevaría
fácilmente a que los padres se puedan eximir de aquella responsabilidad, dejando al tercero
sin reparar su daño, y a su vez, al niño sin acompañamiento, y ayuda en su desarrollo.

Otro cambio que me pareció esencial, es que ambos padres, aunque no convivan sean
responsables de los daños causados por sus hijos. Ya que, anteriormente en el Código de
Vélez, el padre que no convivía, no debía hacerse cargo de los daños, siendo totalmente
injusto, puesto que ambos padres deben responder por los daños causados, por el simple
hecho de ser padres del niño.

Aun así, hay mutaciones realizadas que necesitan un mayor trabajo, en mi opinión. Cuando
hablo esto, me refiero a el caso de la cesación de la responsabilidad por la vigilancia
transitoria. Al aparecer de una manera tan ambigua, lleva a innumerables interpretaciones
que pueden ser una rápida y amplia vía de escape a esa responsabilidad.

En definitiva, si bien considero que hubo una gran evolución para bien en lo que es la
figura de la responsabilidad parental, aspiro a que, en algunas cuestiones sea más
específico, siendo de esta manera, menores las posibilidades de evadir la responsabilidad.

De igual modo, estimo que también sería necesario un reforzamiento en los fines
preventivos, ya que al prevenir los daños eficientemente, estos serán menos o de menor
intensidad, traduciéndolo a menores indemnizaciones monetarias.

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Gustavo Vallespinos. - 1s ed. revisada - Santa Fe : Rubinzal-Culzoni, 2020

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