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Trabajo final integrador | Constanza Rapallini
Resumen
Toda persona que por su actuar ocasiona un daño a otro es, en principio, responsable de
dicha conducta y, por lo tanto, deberá reparar el daño. Pero, ¿Qué sucede en los casos de
los menores de edad? ¿Quiénes responden por ellos?, relacionado con este tema es de lo
que tratará mi trabajo práctico, haciendo hincapié principalmente en qué casos deben
responder los padres por actos ocasionados por sus hijos. Sin embargo, para poder llegar a
un buen desarrollo de ello, debemos en primer lugar definir las nociones generales a tener
en cuenta (responsabilidad civil, sus presupuestos, hechos generadores), así como también
los cambios que trajeron aparejados consigo el Código Civil y Comercial en la figura de la
responsabilidad parental. En este sentido, se analizará sintéticamente el sistema del Código
de Vélez para luego abordar lo dispuesto en el Nuevo Código y poder llegar a explayar de
una mejor manera los deberes de los progenitores sobre los daños causados por sus hijos.
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Introducción.
La problemática de los daños causados por menores de edad constituye hoy un fenómeno
multicausal en creciente y lamentable expansión. El modelo de sociedad ha cambiado, y no
siempre para bien, dado que las noticias nos informan cada día sobre nuevos episodios
donde intervienen niños o adolescentes en la causación de prejuicios, ya sea por la
violencia escolar (bullying), accidentes de tránsito en el que intervienen menores, los
efectos del alcohol y las drogas, las nuevas tecnologías (en particular las redes sociales) y
tantas otras cuestiones que han potenciado notablemente la causación de daños por los
menores de edad.
Esta situación llevó a que la regulación jurídica del resarcimiento de los daños causados por
menores de edad, tal como estaba marcada en los artículos 1114, 1115 y 1116 en el Código
de Vélez, fueran revisados. Es decir, se puso en claro si aquellos cambios socio-culturales y
familiares producidos eran receptados por la normativa y si las respuestas que se obtenían a
partir de su aplicación resultaban válidas y por lo tanto no era necesario introducir
variaciones o, si por el contrario, se realizaban desajustes. [Plovanich]
A partir de aquello es que el Código Civil y Comercial trajo aparejados algunos cambios en
esta materia, tales como factor de atribución (que justifica la obligación de los padres),
eximentes previstos, legitimados pasivos y requisitos.
Hecha esta salvedad, es importante aclarar que, durante el presente trabajo, antes de
interiorizarnos totalmente en la responsabilidad de los padres por daños causados por sus
hijos, versaré sobre la responsabilidad civil en general y sus presupuestos, los cambios
producidos en el Código y así, finalmente la regulación de esta materia.
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Sal, Guillermo O., Manual de Derecho de las Obligaciones – 1era ed. – Concepción del Uruguay: Espacio
Editorial Institucional UCU, 2021. Página 394.
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Al agruparse estos requisitos, nace el deber jurídico de evitar la producción del daño, o su
agravamiento, cuya determinación corresponderá al juez en función de lo peticionado, pero
también podrá disponerlos de oficio (art. 1713 Cód. Civ. y Com.).
Así también, como indica el artículo 1711 del CCYC, no es exigible en esta faceta la
concurrencia de un factor de atribución.
Por otro lado, cuando nos encontramos en la faceta resarcitoria, los presupuestos son:
La antijuricidad
El daño resarcible
Un juicio de reproche a la conducta, que se denomina factor de atribución (subjetivo
u objetivo)
Y, la relación de causalidad.
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Un primer modelo es de tipo parental y está fundado en el control del modo de vida de
las personas cuyo estado requiere una vigilancia particular. Ello justifica la
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responsabilidad de padres por el hecho de sus hijos (art. 1755); de los delegados de la
responsabilidad parental, tutores y curadores, por los menores, incapaces y personas con
capacidad restringida a quienes están llamados a controlar, en cuyo caso aquellos son
presumidos responsables a menos que acrediten que les fue imposible evitar el daño
(art. 1756); de los establecimientos a cargo de personas internadas para su vigilancia y
control, que responden "por la negligencia en el cuidado" de aquellas (art. 1756).
El segundo modelo es de tipo patronal, fundado en el control de la actividad de otro en
razón de asociarse o servirse del tercero, en el cual un sujeto aprovecha directa o
indirectamente de la actividad realizada por otro. En esta especie se encuadra la
responsabilidad del deudor por el hecho de sus auxiliares o de quienes se sirve para
cumplir la prestación, y del principal por el hecho de sus dependientes que dañan a un
tercero fuera de un vínculo creditorio (art. 1753).
Dicho esto, puede advertirse que esas múltiples situaciones, obedecen a distintos
modelos, fundamentos y funciones sociales. Empero, en el presente trabajo, como ya
establecí anteriormente, profundizaré en el tipo parental, particularmente la
responsabilidad parental.
2. CAPITULO 2: LA RECEPCIÓN NORMATIVA DE LA
RESPONSABILIDAD PARENTAL.
Sin lugar a dudas, ésta es una de las instituciones que más cambios han sufrido en este
siglo, incluso, es una de las alteraciones centrales que trajo consigo el nuevo Código
Civil y Comercial. Fue la modificación de la anteriormente llamada “patria potestad” y
hoy adecuadamente denominada “responsabilidad parental”.
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centraba en los derechos del padre, dejando de lado los intereses y derechos de los hijos
que ni siquiera estaban mencionados en las normas. En cambio, esta noción que hoy
adopta el Código presenta como prioritarios los deberes, antes que los derechos, al
tiempo que se marca cual es el contenido y la finalidad que la institución debe cumplir
en relación a los hijos menores de edad.
Esta es la noción básica que hoy adopta el CCYC, más bien, que permite visualizar a
esta figura como una función de colaboración, orientación, acompañamiento, e, incluso,
contención instaurada en beneficio de la persona menor de edad en desarrollo para su
formación y protección integral.
Es necesario recalcar, que esta evolución se dio por los cambios fundamentales a nivel
mundial, particularmente con la necesidad de la protección de los derechos humanos
que tuvieron su centro en una serie de tratados internacionales, en los cuales Argentina
tuvo una implicancia directa por la reforma constitucional de 1994 donde se
incorporaron estos últimos.
2.2 La inclusión de principios generales.
Junto con la conceptualización, el nuevo Código establece una serie de principios en la
materia de la responsabilidad parental en los que se reseñan y manifiestan las directivas
constitucionales que sostienen la regulación de este instituto.
Estos, constituyen de manera clara, normas que marcan la guía en materia de
interpretación, ya que toda la institución debe ser aprehendida en base a estos
principios.
En este sentido, podríamos decir que su presencia es de suma utilidad a la hora de
interpretar el sistema jurídico y, para reforzar los diversos postulados de los
instrumentos de derechos humanos que nuestro ordenamiento ha adoptado con rango
constitucional. Hay que mencionar, además, que, ante cualquier silencio, vacío
legislativo o laguna propia del derecho, debe apelarse a estos principios generales que
observan un valor especial.
2.3 Los principios que definen a la institución.
Los principios generales en los que se basa la institución de la responsabilidad parental,
y que, como referenciamos anteriormente serán el prisma desde el cual será entendida e
interpretada esta entidad, se encuentran nombrados en el artículo 639 del CCYC.
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En el sistema del Código Civil de Vélez, no existía una norma como esta, sino que la
delineación de los principios fue creación de la doctrina y jurisprudencia. En un
comienzo, estos fueron inscriptos en la Convención de los Derechos del Niño, que sentó
las bases para la protección integral de los menores de edad elevando el concepto de
“Interés superior del menor” como principio general del derecho y, a su vez como
principio rector. Aquí, se entendía al niño como sujeto y, se le reconocía expresamente
su derecho a mantener debido contacto con ambos progenitores.
Estos principios impactan en el derecho de daños, por cuando obligan a los operadores
jurídicos a efectuar una mirada diferente en cada caso concreto, por tal motivo, me
parece de gran importancia exponer de una manera más profunda cada uno de ellos.
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El aumento de daños causados por menores está relacionado con el avance del
maquinismo y tecnificación, con los cuales los adolescentes y niños entran en contacto
a muy temprana edad. La problemática de la violencia se ha generalizado, en especial
con los menores de edad, requiriendo de un abordaje interdisciplinario.
Se busca que se razone sobre los prejuicios que causan menores e incapaces en general,
que, los cuales, resultan tan injustos como los que provoca cualquier otro sujeto, por lo
que la víctima no es menos víctima. Desde este punto de vista, es importante analizar a
quien se puede y se debe trasladar la obligación de pagar la indemnización por los
daños causados.
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Esta materia, se encuentra regulada en los artículos 1754 y 1755 del CCYC, y como
venimos nombrando, se realizaron muchos cambios con respecto a ella. Por tal motivo,
desarrollaremos los antecedentes del Código de Vélez y así luego tratar con la
regulación actual y las características de la presente figura.
3.1 Antecedentes
El Código Civil de Vélez, se basó especialmente en el texto originario del Código Civil
Francés, y regulaba esta materia en los artículos 1114 y 1116. En primer lugar, el
artículo 1114 regulaba que, “El padre, y por su muerte ausencia o incapacidad, la
madre, son responsables de los daños causados por sus hijos menores que estén bajo su
poder, y que habiten con ellos, sean hijos legítimos o naturales”3. Habría que decir
también que, el artículo 273 disponía que los padres respondían por daños que causaran
sus hijos menores de diez años que habitaran con ellos.
No obstante, sobre la coordinación de ambas normas, existía una gran polémica
doctrinaria, la cual se superó con la aparición de la ley 23.264. Dicha norma derogó el
artículo 273, y ajustó la regulación de la responsabilidad civil de los padres derivada de
los daños causados por sus hijos menores a los artículos 1114, 1115 y 1116.
El primer artículo, rezaba “El padre y la madre son solidariamente responsables de los
daños causados por sus hijos menores que habiten con ellos, sin perjuicio de la
responsabilidad de los hijos si fueran mayores de diez años. En caso de que los padres
no convivan, será responsable el que ejerza la tenencia del menor, salvo que al
producirse el evento dañoso el hijo estuviere al cuidado del otro progenitor”
Es decir que, por un lado, se dejó a salvo la responsabilidad de los hijos mayores de
diez años, surgiendo el compromiso solidario de ambos padres por los daños causados
de sus hijos menores que habiten con ellos. Así como también, en caso de que los
padres no convivan, se imputa la responsabilidad al padre que ejerza la tenencia del
menor, salvo que, a la hora de ser producido el daño, el menor causante estuviera al
cuidado de otro progenitor.
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Sánchez Herrero, Andrés Tratado de derecho civil y comercial. - 1a ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires:
La Ley, 2016
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Plovanich, María Cristina, “Responsabilidad de los padres en el Código Civil y Comercial” publicado en RCyS
2015-IV,167./ página 3.
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Los cambios del régimen dentro del Código, como por ejemplo el de la patria potestad,
motivo a una readecuación de las reglas de responsabilidad. Así, nos encontramos con la
figura denominada ahora responsabilidad parental, la cual ha tenido su impacto en el
régimen específico de la responsabilidad por daños.
A partir de ello, podremos estudiar no sólo su contenido, sino quienes, y porqué quedan
emplazados en tal situación jurídica, es decir, los legitimados pasivos obligados a resarcir el
daño causado.
Las regulaciones actuales de esta materia las encontramos en los artículos 1754 y el 1755
del Código Civil y Comercial, los cuales plantean que:
Artículo 1754. Hecho de los hijos. “Los padres son solidariamente responsables por los
daños causados por los hijos que se encuentran bajo su responsabilidad parental y que
habitan con ellos, sin perjuicio de la responsabilidad personal y concurrente que pueda
caber a los hijos”
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Los padres no responden por los daños causados por sus hijos en tareas inherentes al
ejercicio de su profesión o de funciones subordinadas encomendadas por terceros.
Tampoco responden por el incumplimiento de obligaciones contractuales válidamente
contraídas por sus hijos.”
A simple vista, leyendo ambos artículos podemos ver que uno de los tantos cambios
realizados en esta figura es que la responsabilidad parental corresponde a ambos
progenitores y, el régimen de los no convivientes, es igual que el de los padres
convivientes. Por lo que sendos padres tienen incidencia y responsabilidad en su cuidado y
educación, y en consecuencia ambos deben afrontar solidariamente los efectos lesivos
frente a la víctima.
En efecto, un sector de la doctrina sostenía que dicha responsabilidad era subjetiva, la cual
se sustentaba en la eximente prevista en el artículo 1116. Por otro lado, se consideraba que
se trataba de un supuesto de responsabilidad objetiva, que podía fundarse tanto en el factor
de atribución garantía como en el riesgo que emana de la patria potestad.
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En primer lugar, Lopez Herrera Silveste, decía que el fundamento se encontraba en los
deberes y cargas que el instituto imponía, no importa cuando cuidado el progenitor tenga,
siempre responderá. Por otro lado, Ossola decía que el factor de atribución objetivo se
encontraba en la garantía derivada de deberes fundamentales de la responsabilidad
parental: educar y cuidar a los hijos.
En último lugar, Pizzarro - Vallaspinos decían que se trataba del riesgo creado. Con esto,
querían referirse a el riesgo que genera la conducta de los hijos menores, mientras se hallan
bajo la responsabilidad parental.
En mi opinión, este es el más acertado factor de atribución, ¿Por qué? Porque, en la etapa
actual, junto con la Segunda Guerra mundial, se desarrolla y consolida lo que es una
revolución tecnológica. La tecnología, si bien sirve para mejorar la calidad de vida, también
puede amenazar los derechos personalismos de los ciudadanos. En este sentid, estamos
frente a una sociedad de riesgo, ya que permanentemente afrontamos nuevas y sofisticadas
formas de daños con dimensiones colectivas y masivas. Frente a una sociedad de riesgo,
donde que nos causen un daño es tan sencillo, la responsabilidad civil comenzó a formar
parte de un sistema de mayor amplitud, denominado derecho de daños. Aquí no se busca un
responsable para sancionar, sino un daño injusto para reparar, es decir, que ya no importa
poner acento en el autor del daño sino en la víctima que sufre el mismo, orientando su
búsqueda en quien causo el prejuicio para encontrar a los responsables y que indemnicen a
la víctima.
Desde este punto de vista, podríamos decir que este desarrollo ha influido notablemente en
que los menores de edad puedan ser productores de mayores daños, los cuales deben
resarcirse habiendo o no culpa de los causantes de los prejuicios. No se puede dejar de lado
que, el eje actual sobre el que gira la responsabilidad civil, es el daño y la necesidad de
resarcirlo.
De ahí es que se concluye que la responsabilidad de los padres por hechos de los hijos
menores de edad encuentra su fundamento en el riesgo creado (o en una garantía que se
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nutra del riesgo) siendo la única forma de exonerarse de responsabilidad la causa ajena.
[Calvo Costa]
Al igual que el Código sustituido, el artículo 1754 del CCYC establece que los padres son
solidariamente responsables por los daños causados por sus hijos. Sin embargo, este
introduce una variante, suprime la frase que aludía a los padres no convivientes, por lo que,
la responsabilidad de los padres continúa siendo solidaria cualesquiera sean las vicisitudes
del vínculo entre los progenitores. Tampoco importa que la filiación sea por naturaleza,
mediante técnicas de reproducción asistida o por adopción en todos los casos el régimen
legal es el mismo.
Tampoco se liberan los padres de responsabilidad parental en caso de que los padres no
convivan por una causa atribuible a ellos. En este caso, corresponde a ambos progenitores y
el régimen de los no convivientes es igual que el de los padres convivientes. Las decisiones
que tome uno se presume que son tomadas con la conformidad del otro progenitor.
En los casos que los padres sean menores de edad, hubo un cambio con el CCYC. En el
Código de Vélez si no contrae matrimonio, continúa bajo patria potestad y el hijo de ese
menor de edad, está bajo la patria potestad de los abuelos o, eventualmente, de la tutela del
tutor del progenitor que tenga al hijo bajo su cuidado y amparo. En la hipótesis de que el
hijo del padre menor causase daño, respondería quien tenga la patria potestad o tutela de
ese progenitor, pues éste no tiene la patria potestad sobre su hijo
el Código Civil y Comercial unificado se es adolescente desde los 13 años (art. 25), pero a
diferencia del régimen que se sustituye estos padres ejercen la responsabilidad parental. Así
lo dispone el art. 644 dispone que: "Los progenitores adolescentes, estén o no casados,
ejercen la responsabilidad parental de sus hijos pudiendo decidir y realizar por sí mismos
las tareas necesarias para su cuidado educación y salud". Las personas que ejercen a la
responsabilidad parental de unos progenitores adolescentes pueden oponerse a los actos que
resulten perjudiciales para el niño o cuando el adolescente no tome las medidas necesarias
para su adecuado desarrollo. A los efectos de la responsabilidad en análisis, el responsable
por los daños que el adolescente causare, lo serán sus padres. Pero por los que pudiere
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ocasionar el hijo del adolescente, lo serán los padres adolescentes, pues son ellos los que
tienen la responsabilidad parental. [Plovanich]
Por último, y en relación con el progenitor afín, no asume la responsabilidad de los arts.
1754 y 1755 del CCYC por el solo hecho de ser tal, salvo que asuma el ejercicio de la
responsabilidad parental en los términos del art. 675 del CCYC., y sin perjuicio de la
responsabilidad especial emergente de los arts. 674 y 1756 del CCYC. (en cuanto delegado
de la responsabilidad parental).
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Hay que recordar, en primer lugar, que la titularidad recae en ambos padres, ya sea que
convivan o no, dado que son los derechos y deberes que están enunciados por la ley.
Por otro lado, el ejercicio es la puesta en práctica de aquellos deberes y derechos.
Una vez mencionado esto, hay que tener en cuenta que se puede ser titular y ejercer la
responsabilidad parental, o como puede suceder (por ejemplo, por suspensión) de tener
la titularidad de la responsabilidad, pero carecer de ejercicio.
Por tal motivo, en mi opinión, cuando la ley habla de quien es el que responde a la hora
de resarcir el daño, es aquel que posee la titularidad de la responsabilidad. Con esto
quiero decir que la responsabilidad objetiva de los progenitores está ligada con su
titularidad y no con su ejercicio, ya que, en caso de un daño, deben responder sí o sí,
posean ejercicio o no. Se responde por el simple hecho de ser progenitor no por ejercer
de buena o mala manera la responsabilidad parental. [Pizarro-Vallaspinos]
- Convivencia del hijo menor con el progenitor: Conforme con lo establecido en el Art.
1754 y reiterado en el Art. 1755, es preciso que el hijo menor de edad habite con el
progenitor titular de la responsabilidad parental. El fundamento de este requisito es que
los padres puedan ejercer adecuadamente el control y la vigilancia de sus hijos, tal cual
disponen los deberes de la responsabilidad parental. [Sal Guillermo]
Sin embargo, autores de varias doctrinas (Pizarro-Vallaspinos, Calvo Costa, Sal
Guillermo) consideran que dicho requisito es desacertado e incompatible con un
régimen de responsabilidad objetiva, ya que al ser de este modo el hecho de que el
menor conviva o no con aquellos debería ser absolutamente irrelevante.
En mi opinión, coincido con lo anterior porque que, si lo relacionamos con el requisito
antecedentemente desarrollado, donde nombramos que incumbe responder a los padres
en el resarcimiento del daño, por el simple hecho de ser los progenitores, no veo que sea
necesaria la convivencia con ellos, si de igual manera deben responder.
Otra cuestión que me lleva a estar de acuerdo con esta postura es que el Art. 1755 dice
que “Los padres no se liberan, aunque el hijo menor de edad no conviva con ellos, si
esta circunstancia deriva de una causa que es atribuible”, y como expresa Sal
Guillermo, hoy en día si un hijo menor no convive con sus padres, estos últimos tienen
incidencia en esa decisión, por lo que siguiendo lo que desarrolla el Art. 1755 los
padres no se liberarían de la responsabilidad.
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Pero, en sí, ¿qué sucede cuando uno de los progenitores o ambos queda privado de la
responsabilidad parental? Y como dice Pizzarro-Vallaspinos, quien está privado de
responsabilidad parental lo está en el ejercicio de sus derechos frente al hijo, pero no en el
cumplimiento de sus deberes con relación a éste y de sus responsabilidades frente a terceros
por los daños que el menor cause. Lo mismo sucede en el caso de la suspensión.
Ésta última, se encuentra regulada en el artículo 702 del CCYC y subsiste mientras dure:
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Se dispone en el art. 1755 del Cód. Civ. y Com. que la responsabilidad de los padres "cesa
si el hijo menor de edad es puesto bajo la vigilancia de otra persona, transitoria o
permanentemente". La expresión luce amplia, pero debe ser entendida de manera
restrictiva.
Coincido con Maria Cristina Plovanich al decir que: “Pienso que si al momento de cometer
el daño el menor se encontraba al cuidado o de visita en casa de parientes, amigos, vecinos,
etc., por períodos cortos que se cuentan en días o semanas, esas personas desinteresada y
generosamente colaboran con los progenitores, pero el niño continúa bajo la autoridad
parental. Los allegados han brindado una ayuda a los progenitores, pero de ningún modo
pueden ser considerados responsables ya que han cooperado para desplegar una obligación
que les corresponde a aquellos; salvo que de las circunstancias del hecho se desprenda que
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fue la actuación inapropiada del adulto que transitoriamente cuidaba al menor la que en
definitiva provocó el resultado. Estas eventualidades, a mi entender no eximen de
responsabilidad a los padres a menos que del hecho mismo, del análisis del nexo causal,
resulte la responsabilidad de quien ejercía el cuidado transitorio de modo exclusivo, en
cuyo caso, los damnificados estarían en condiciones de demandar a los padres y al cuidador
del menor, ejerciéndose con posterioridad entre éstos, si es que caben, las pertinentes
acciones de reintegro”
CONCLUSIÓN.
Esta situación, llevo a que se haga un mayor hincapié en los derechos humanos y, como
protegerlos. Lo cual, afectó en el CCYC, y podemos verlo en que la responsabilidad civil
comenzó a formar parte de un sistema de mayor amplitud, denominado derecho de daños.
Aquí no se busca un responsable para sancionar, sino un daño injusto para reparar, es decir,
que ya no importa poner acento en el autor del daño sino en la víctima que sufre el mismo,
orientando su búsqueda en quien causo el prejuicio para encontrar a los responsables y que
indemnicen a la víctima.
En particular, considero que fueron apropiadas las modificaciones introducidas, dado que
aportan de algún modo mayor seguridad a los terceros a los que se dañaron. Un claro
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En este caso, la palabra “vigilancia adecuada” es algo muy ambiguo, que llevaría
fácilmente a que los padres se puedan eximir de aquella responsabilidad, dejando al tercero
sin reparar su daño, y a su vez, al niño sin acompañamiento, y ayuda en su desarrollo.
Otro cambio que me pareció esencial, es que ambos padres, aunque no convivan sean
responsables de los daños causados por sus hijos. Ya que, anteriormente en el Código de
Vélez, el padre que no convivía, no debía hacerse cargo de los daños, siendo totalmente
injusto, puesto que ambos padres deben responder por los daños causados, por el simple
hecho de ser padres del niño.
Aun así, hay mutaciones realizadas que necesitan un mayor trabajo, en mi opinión. Cuando
hablo esto, me refiero a el caso de la cesación de la responsabilidad por la vigilancia
transitoria. Al aparecer de una manera tan ambigua, lleva a innumerables interpretaciones
que pueden ser una rápida y amplia vía de escape a esa responsabilidad.
En definitiva, si bien considero que hubo una gran evolución para bien en lo que es la
figura de la responsabilidad parental, aspiro a que, en algunas cuestiones sea más
específico, siendo de esta manera, menores las posibilidades de evadir la responsabilidad.
De igual modo, estimo que también sería necesario un reforzamiento en los fines
preventivos, ya que al prevenir los daños eficientemente, estos serán menos o de menor
intensidad, traduciéndolo a menores indemnizaciones monetarias.
Bibliografía:
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Fleitas Ortiz de Rosas, Abel, “Manual derecho de Familia” – 2da ed.- Buenos
Aires: AbeledPerrot,2009
Manual de responsabilidad civil :tomo II / Ramón Daniel Pizarro ; Carlos
Gustavo Vallespinos. - 1s ed. revisada - Santa Fe : Rubinzal-Culzoni, 2020
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