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Aura: una Experiencia Sensorial

Maria Isabel Ladino Salazar

Facultad de Artes y Humanidades, Universidad de Caldas

G5F0075: Literatura Latinoamericana

Docente: Alejandro Arango Agudelo

4 de abril del 2022


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Aura: una Experiencia Sensorial

Sentir, una palabra que evoca una cantidad inmensurable de sensaciones. En su acepción

más literal puede asociarse a toda percepción física del entorno, como el viento en el rostro, el

aroma a chocolate, el ruido de la calle o los colores del paisaje. Desde un punto de vista más

intrínseco, puede ligarse a emociones como la alegría, o sentimientos como la soledad. En efecto,

el aprendizaje sensorial es un proceso que los seres humanos experimentamos a lo largo de la

vida, principalmente involucrando los cinco sentidos primarios: la vista, el oído, el gusto, el tacto

y el olfato. En el vasto mundo literario, se encuentran autores que involucran estos sentidos

como parte del juego narrativo en sus obras. Entre ellos está el escritor latinoamericano Carlos

Fuentes, quien en su novela corta “Aura” (1962) narra la historia de un joven que en busca de

una oportunidad laboral, descubre un mundo permeado de incógnitas. En esta obra Fuentes

utiliza diversos recursos narrativos para suscitar el interés en cada página, entre ellos el uso de

referencias sensoriales. En este sentido, ¿cuál es el rol de las sensaciones representadas en la

obra de Fuentes? Para responder a esta pregunta, se analizarán las funciones de las referencias

sensoriales desde una perspectiva contextual y emocional; además, se analizará la relación entre

las representaciones sensoriales y el lector.

Por un lado, puede reconocerse la obra como una experiencia inmersiva que envuelve al

lector en la realidad narrada. Por medio de la descripción de las sensaciones y acciones del

personaje principal, se traslada al lector y lo sitúa en el contexto donde se dan los

acontecimientos. Una muestra de lo anterior puede encontrarse cuando Felipe espera el autobús;

allí se encuentran expresiones como “El autobús se acerca y tú estás observando las puntas de tus

zapatos negros” (p.7) o “Metes la mano en el bolsillo, juegas con las monedas de cobre” (p.7). El

lector puede imaginar a partir de estas descripciones la apariencia del bus, la sensación del cobre
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al tacto, la vestimenta del personaje, etc. De la misma manera, en otro fragmento cuando Felipe

entra a la casa, pueden encontrarse expresiones como “puedes oler el musgo, la humedad de las

plantas, las raíces podridas [...]” (p.8), que acercarán al lector al contexto, pero que además

generarán una sensación de cercanía para aquellos que ya hayan tenido contacto con el entorno

descrito. Por ende, puede definirse que una de las funciones de las representaciones sensoriales

es dotar de herramientas al lector para recrear en su mente el mundo narrado y acercarse a las

experiencias del personaje en la historia.

Asimismo, las sensaciones descritas en la obra pueden evocar diversas emociones y dar

una idea de aquello que está sintiendo el personaje en su vivencia. Un ejemplo de esto está en el

siguiente fragmento: “Has terminado de afeitarte cuando ese maullido implorante y doloroso

destruye el silencio de la mañana.” (p.17), a partir de allí puede asociarse una sensación de

cotidianidad al hecho de afeitarse; pero también una emoción de perturbación debido a un sonido

que puede percibirse como desgarrador. Nuevamente son los lectores quienes hayan

experimentado esta sensación, los que podrán trasladar con más facilidad la impresión del

personaje. De igual manera, puede evidenciarse cuando se describe la escena en la cocina: “[...]

en el momento en que degüella un macho cabrío: el vapor que surge del cuello abierto, el olor a

sangre derramada, los ojos duros y abiertos del animal te dan nauseas [...]” (p.23), las

percepciones alrededor de este hecho pueden variar dependiendo del lector, pero puede

establecerse una generalidad en cuanto a la sensación de desagrado que se percibe de parte de

Felipe. Así pues, puede determinarse que otro papel que juegan las descripciones sensoriales en

la obra de Fuentes, es despertar en el lector una serie de emociones que lo involucran en los

hechos narrados y le permiten hacerse una idea de lo que experimentan los personajes.
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Por otro lado, el juego sensorial no sólo genera un acercamiento a experiencias físicas;

sino que también produce una sensación de empatía con los personajes, en este caso, con Felipe

y aquello que vive durante toda la historia. Es decir, no sólo reconocer las emociones que

experimenta el personaje, sino también la emoción que genera en el lector la narración de estos

hechos. Un ejemplo de esto es el comienzo del capítulo V: “Duermes cansado, insatisfecho. Ya

en el sueño sentiste esa vaga melancolía, esa opresión en el diafragma, esa tristeza que no se deja

apresar por tu imaginación” (p.28) allí el lector puede identificar tanto las emociones nombradas

(p. ej. la tristeza), como la sensación física de haber pasado una mala noche. Además, esta

descripción puede hacer que el lector se reconozca en una situación similar y suscite en él una

sensación de compasión por lo que está sintiendo Felipe. En otro fragmento puede encontrarse

una representación similar: “y la fotografía de Aura: Aura con sus ojos verdes, su pelo negro

recogido en bucles, [...] Aura y la fecha 1876, escrita con tinta blanca [...]” (p.31), a partir de allí

puede inferirse que Felipe está observando la foto detenidamente, incluso puede interpretarse una

sensación de sorpresa al ver a Aura en una foto con fecha del siglo pasado. En ese sentido,

personaje y lector comparten una emoción de intriga y confusión; y aún más por parte del lector

una sensación de suspenso y deseo por descifrar la gran incógnita. Así pues, en la descripción

sensorial puede reconocerse una función de generar ciertas sensaciones a partir de las emociones

que se ven expresadas en la narración.

Seguidamente, la inmersión sensorial se convierte en un conjunto de estímulos que

genera en el lector una sensación de apropiación del personaje, en este caso, Felipe. Sin embargo,

hay un elemento que acompaña la narración para producir este efecto, y es la segunda persona

del singular como indicador del personaje principal que vive la historia. Incluso es el mismo

Fuentes (1977) quien revela que el tú hace referencia a cada persona que lea la historia. Así pues,
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puede verse el siguiente fragmento: “Pegas esas fotografías a tus ojos, las levantas hacia el

tragaluz: tapas con una mano la barba blanca del general Llorente, lo imaginas con el pelo negro

y siempre te encuentras, borrado, perdido, olvidado, pero tu, tu, tu.” (p.31), allí puede percibirse

la representación de una acción que suscita confusión y sorpresa, acompañada de una narración

en segunda persona donde el lector se sitúa en la posición de Felipe. En ese punto, el lector se

encuentra inmerso preguntándose tal vez qué haría en esa posición; y genera un interés por

continuar leyendo para descubrir qué hará el personaje de la historia. Por ende, una última

función que puede reconocerse es la de aproximación a la historia con la intención de situar al

lector no sólo como espectador sino como personaje.

En conclusión, a través de este análisis se pudo reconocer una variedad de roles que

cumplen las representaciones sensoriales. Desde contextualizar al lector con la obra, generar un

imaginario del mundo narrado, hasta producir un efecto de empatía y una aproximación a ser un

personaje experimentando la historia. Puede interpretarse entonces que las diversas funciones de

la experiencia sensorial apuntan a un objetivo común, causar un efecto de transformación de

lector en personaje que vive en carne propia la historia narrada; en Aura particularmente, una

historia fuera de lo cotidiano, donde incluso el autor deja el final abierto a la interpretación, para

que sea el mismo lector quien decida cómo termina. Finalmente, sería interesante analizar cómo

sería contada la historia desde la perspectiva de Consuelo.

Referencias bibliográficas

Fuentes, C. (1962). Aura. México: Ediciones Era.

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