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Nutrición
Entre los niños menores de cinco años, 46.5 por ciento sufren retardo en el crecimiento
(baja talla para la edad) o desnutrición crónica, y 13 por ciento sufren de bajo peso para
talla (desnutrición global). Otro 5,8 por ciento tiene sobrepeso. Estas estadísticas varían
ampliamente de una a otra región geográfica de Guatemala, observando que los niveles
de retardo en el crecimiento en la región noroccidental son casi tres veces mayores que
en las regiones suroccidental o metropolitana. Aunque no se ha avanzado tanto en la
transición nutricional como algunos de sus vecinos de la región, en Guatemala se está
presentando, sin embargo, un incremento de la obesidad. Juntas, la persistencia del
retardo en el crecimiento y el incremento de obesidad infantil son alarmantes, ya que se
demuestra cada vez mayor evidencia de que los individuos que de niños sufrieron de
desnutrición –ya sea retrasos en el crecimiento u obesidad – tienen más probabilidades
de convertirse en adultos obesos (Black et al. 2013). Entre las mujeres comprendidas
entre 15 y 49 años de edad que tienen un niño de menos de cinco años de edad, 15 por
ciento son obesas, y 35 por ciento tienen sobrepeso (MSPAS, 2010). De todas las mujeres
de Guatemala de 20 años en adelante, 26.7 por ciento son obesas (OMS, 2014). Estas
cifras son importantes no solamente porque la obesidad contribuye a las ENT, sino
también porque los hijos de madres obesas tienen más probabilidades de sufrir sobrepeso
(Martorell, 2012). Además de la obesidad, una nutrición materna deficiente se refleja
también en los elevados niveles de anemia materna en Guatemala (29,1 por ciento), lo
cual impacta la anemia infantil (47,7 por ciento) y el retardo en el crecimiento (Martorell,
2012).
Estructura familiar
Las familias en las que nacen los niños ejercen una profunda influencia en ellos. Los niños reciben
apoyo de diferente manera y adquieren visiones distintas del mundo en función de factores como
el trabajo de uno o ambos padres, número de hermanos y presencia cercana de una familia
extendida. Deben observarse las variaciones de la estructura familiar, como padre adolescente,
padre soltero, padres homosexuales, niños a cargo de abuelos y padrastros. Los cambios sociales
han influido profundamente en la vida familiar y en las necesidades de los niños. Los padres que
trabajan con frecuencia crían a sus hijos con poco tiempo para una relación de calidad.
Escuela y guardería
Cuando el niño tiene 5 o 6 años de edad pasa varias horas al día en la escuela. Las habilidades
físicas se desarrollan a través de la participación en la educación y en actividades deportivas.
Los estadios psicosociales se alcanzan a medida que el niño interactúa con otros niños y adultos y
adquiere patrones de interacción social y elogios por sus logros. La presentación de conceptos
que desafíen el proceso de razonamiento estimula el desarrollo cognitivo. Aunque la función
principal de la escuela es la educación, también realiza varias funciones relacionadas con la salud,
existen programas de salud en los que se da prioridad a estudiantes niños y jóvenes como por
ejemplo, vacunación, suplementación y desparasitación entre otros.
Comunidad
La comunidad en la que vive el niño puede apoyar su desarrollo o, por el contrario, exponer al niño
a accidentes. Una comunidad pobre, con escasos servicios y una tasa alta de homicidios no apoya
al niño en crecimiento y supone un riesgo para él. El entorno físico es de ayuda cuando tiene
aceras por las que el niño puede ir andando a la escuela, espacios abiertos para aprender y jugar y
aire puro para respirar. Los niños que deben ir andando a la escuela por calles inseguras, con
acceso a suministros con agua contaminada, o viven cerca de industrias contaminantes o en casas
llenas de gente o de estructura antigua tienen riesgo de presentar lesiones y problemas sanitarios,
como envenenamiento por plomo.
Cultura
El grupo cultural del niño influye en el uso de las prácticas sanitarias tradicionales y
contemporáneas. Todos los grupos culturales tienen normas con respecto a los patrones de
interacción social. Muchos de los problemas de salud varían según las comunidades. Las formas
normales de comportamiento, creencias, valores y uso de recursos de una comunidad constituyen
una pauta o modo de vida. Esto se denomina cultura. Las culturas han sido desarrollado a lo largo
de muchos cientos o miles de años por personas que vivían juntas y compartían experiencias en
un determinado medio. Las culturas evolucionan, a veces lentamente, en ocasiones con rapidez,
como consecuencia de acontecimientos de carácter natural o social o del contacto con personas
de otras culturas. Lo que importa señalar aquí es que la cultura o el modo de vida es una
combinación de la mayoría de los aspectos que acabamos de examinar. El comportamiento
normal es uno de los aspectos de una cultura, pero ésta, a su vez, influye profundamente en el
comportamiento.
Desde un punto de vista práctico, la cultura puede verse, oírse y comprenderse siempre que se
está en la comunidad, observando cómo se viste la gente, cuáles son los alimentos comunes y la
organización del trabajo o escuchando canciones, fábulas y el modo de hablar habitual. Los
saludos son distintos según las culturas: un abrazo, un apretón de manos, un beso, palabras
especiales, para no mencionar sino unos pocos. La manera de comer es parte de la cultura: con
palillos de madera, con los dedos o con cubiertos de metal; en grupos familiares, grupos de niños
o grupos de hombres solos; sentados en sillas, esteras o bancos. Hay muchas posibilidades. Cada
cultura tiene su manera especial de hacer las cosas, y creencias acerca de las razones para
hacerlas de esa manera. Esta pauta común de comportamiento, creencias y valores ayuda a la
gente a comprender la vida y sentirse cómoda. Cada cultura representa una forma que las
personas han encontrado para vivir juntas en su medio.
Salud infantil
En los últimos 25 años, Guatemala ha reducido de manera dramática la tasa de mortalidad de
niños menores de cinco años de edad. Entre 1990 y 2013, la tasa de mortalidad de menores de
cinco años bajó de 80 muertes por cada 10,000 nacidos vivos a 31 muertes por cada 10,000
nacidos vivos, acercándose a la meta del ODM 4 de reducir esta mortalidad en dos terceras partes
(meta de 27 en el caso de Guatemala). La mortalidad de niños menores de cinco años de edad se
compone principalmente de mortalidad infantil (niños de menos de un año de edad) y de
mortalidad neonatal (infantes de menos de un mes de edad). Estas tasas de mortalidad han
demostrado ser más difíciles de reducir que las de los niños mayores de un año. Mientras que los
niños de entre uno y cuatro años de edad representaron 26 por ciento de la mortalidad de niños
menores de cinco años en 1990, esa cifra bajó a 17 por ciento en 2013. Mientras tanto, la
mortalidad neonatal ha pasado de 26 a 48 por ciento de la mortalidad de niños menores de cinco
años durante el mismo periodo. Estas cifras ilustran que para reducir de manera significativa la
mortalidad de niños menores de cinco años será necesario lograr mayores resultados en la
reducción de la mortalidad de infantes y neonatos.
b) ¿Quién es un niño/a?
Se hace la pregunta ¿quién? No ¿qué?, para llamar la atención sobre su calidad de persona, de
sujeto que siente, desea, comunica, comunica, actúa y responde estímulos. La pregunta esta
formulada en singular y no en plural, para enfatizar la individualidad de cada niño.
Muy pocos son los registros que suministran información sobre los niños de la época prehistórica,
aunque se ha constatado que el infanticidio era común. En Mesopotamia alrededor del año 2100
a.C., se escribió sobre el cuidado de los niños, la afirmación se hace con base en las descripciones
registradas en unas tablillas de arcilla encontradas después de hacer unas excavaciones en el área.
En Egipto en el período de 1600 a 1450 a.C., fueron escritos tres papiros que más tarde se hicieron
famosos: Ebers, Westea y Brugsch; en ellos se incluían temas de pediatría y Puericultura, como
lactancia natural y artificial, juego infantil, relaciones sociales de los niños, circuncisión etc.
En Esparta se consideraba a los niños como unos adultos pequeños, a quienes sometían a una
disciplina rígida y se aceptaba el infanticidio por parte del padre. Al cumplir 10 días de nacido se
sometía al niño a una evaluación física y se daba muerte a los que se consideraban defectuosos.
En Atenas, al décimo día de nacido un hijo, se decidía si era aceptado o rechazado en la familia; si
era aceptado se le asignaba un nombre y se asumían las obligaciones de la alimentación y la
educación; si era rechazado, se abandonaba completamente. Tanto los niños como las niñas
compartían los mismos juegos hasta los 7 años; a partir de esta edad los niños iban a la escuela y
las niñas permanecían en su casa.
En Roma, a diferencia de otras culturas, el infanticidio era considerado como delito, aunque los
padres que lo cometían no pasaban de ser amonestados. Allí tanto los niños como las niñas eran
enviados a la escuela.
En la Edad Media se escribió poco sobre los niños. En ésta época eran tratados como pequeños
adultos y vestidos como tales; a los 7 años, los que no pertenecían a las clases sociales altas,
debían trabajar. La mortalidad infantil era muy alta y la esperanza de vida al nacer era baja (de 30
años durante el siglo XV por ejemplo). El poder paterno era excesivo; así en el siglo XIII, en
Alemania, un padre podía vender a su esposa e hijos.
Durante el Renacimiento se da un mayor interés por el niño; en 1472 se publica el primer libro
dedicado a las enfermedades infantiles, escrito por Paolus Bagellardi de la Universidad de Padua,
después de la Revolución Francesa, Juan Jacobo Rousseau publicó “Emilio”, libro en el que hizo
grandes aportes a la educación del niño. Al niño ya no se le miraba como un adulto en miniatura,
sino como un ser en crecimiento y desarrollo,
Durante los siglos XIX y XX se avanza bastante en el estudio del niño aparecen teoristas y
educadores como Juan Enrique Pestalozzi, Federico Fröebel, Sigmund Freud, María Montessori,
Arnold Gessell, Jean Piaget, Erick Erikson, entre otros.
Actualmente la mirada del adulto hacia el niño es muy variada, según la cultura y la clase social,
pero en general en el mundo hay un interés cada vez mayor por el niño, manifestado en hecho
como los siguientes: el consenso internacional sobre los derechos del niño; la disciplina en la
familia y en las instituciones, cada vez más centrada en la persuasión y no en la represión; los
movimientos mundiales por la igualdad de género; y la vinculación creciente del varón en la
crianza del niño, con manifestaciones de ternura hacia él y respeto por su palabra.
Entonces se puede decir que el niño es un ser humano único e irrepetible, deseante, capaz de
generar y captar sentimientos, con derechos y deberes; que crece y se desarrolla de acuerdo con
su potencial genético, su dinámica interna y el aporte del medio externo,
El niño tiene características generales comunes a todo ser humano y características específicas de
su condición de niño; a continuación se plantean algunas de ellas:
c) ¿Quién es un adolescente?
OMS: El período de crecimiento y desarrollo humano que se produce después de la niñez y antes
de la edad adulta, entre los 10 y 19 años. Se trata de una de las etapas de transición más
importantes en la vida del ser humano, que se caracteriza por un ritmo acelerado de crecimiento y
de cambios, superado únicamente por el que experimentan los lactantes. Esta fase de
crecimiento y desarrollo viene condicionada por diversos procesos biológicos. El comienzo de la
pubertad marca el pasaje de la niñez a la adolescencia.
La Ley Pina en Guatemala en el artículo 2. Define a la niñez y adolescencia. Para los efectos de
esta Ley se considera niño o niña a toda persona desde su concepción hasta que cumple trece
años de edad, y adolescente a toda aquella desde los trece hasta que cumple dieciocho años de
edad.
Según Piaget, el conocimiento progresa hacia niveles de organización cada vez más complejos y
estables. En este progreso, los procesos fundamentales son los de asimilación y acomodación,
mediante los cuales se llega a la adaptación. La asimilación es la incorporación de los datos de la
experiencia sobre el sustrato genético (herencia) y sobre lo creado por la actividad del niño o el
joven: hace posible manejar problemas nuevos con los mecanismos ya adquiridos. Como
analogía, piénsese en la asimilación de los alimentos en el tubo digestivo: normalmente se
incorpora el alimento ingerido solo si el organismo tiene los mecanismos para procesarlo.
La acomodación consiste en los cambios que hacen el niño y el joven para resolver problemas
nuevos. El niño y el joven deben cambiar para adaptarse. Continuando con la analogía del tubo
digestivo, este cambia para acomodarse a alimentos nuevos.
A continuación se enuncian las etapas del desarrollo cognoscitivo y las edades correspondientes
según Piaget:
Freud
El psicoanálisis se creó para que el hombre fuera capaz de aceptar la naturaleza problemática de
la vida sin ser vencido por ella o sin ceder a la evasión. Sigmund Freud, su creador ha
proporcionado, al igual que muchos de sus seguidores, una visión clara del desarrollo de niños y
jóvenes desde el punto de vista psicosexual o emocional.
Desde esta perspectiva, se asigna el nombre a cada etapa del desarrollo según la zona del cuerpo
en que el niño o el joven ponen su energía sexual (libido). La libido es la energía sexual con que
están dotadas distintas zonas y que realza con placeres específicos funciones vitales como la
ingestión de alimentos, la regulación esfinteriana y el movimiento de las extremidades. Cada niño
o joven (ser deseante) posee una reserva de energía sexual que puede desplazar de una zona a
otra, y el deseo de diversos objetos le permite aprender acerca de la realidad. Esta manera de
entender el desarrollo explica que inicialmente el niño solo tiene interés en sí mismo, para
interesarse más adelante en los objetos y llegar finalmente a las personas como su interés
principal.
La madre, entendida como quien cumple las funciones nutricias, satisface las necesidades del
niño, las cuales son registradas como tensiones y manifestadas como descargas motrices tales
como agitación, llanto, pataleo, etc. La experiencia placentera de la satisfacción de una necesidad
constituye el deseo, el cual es la base de la estructura psíquica y recibe de la pulsión la fuerza que
necesita en la búsqueda de un objeto de satisfacción. El deseo está representado por las fantasías.
Estas experiencias, y sus soluciones, se dan por etapas que han sido explicadas hasta la edad
adulta, cuando se llega a la utopía de la genitalidad (Erikson), la cual consiste en la mutualidad del
orgasmo, con un compañero amado, del otro sexo, con quien uno quiere y puede compartir una
confianza mutua, de trabajo, procreación y recreación, con el fin de asegurar a la descendencia
todas las etapas de un desarrollo satisfactorio.
En seguida se enuncian las etapas del desarrollo psicosexual y las edades correspondientes según
la escuela psicoanalítica.
Erickson
El psicoanalista alemán Erik Erikson dedicó todos sus esfuerzos al estudio del desarrollo humano
en el campo psicosocial. Se aparta de la teoría psicoanalítica clásica, en el sentido de que le da
preponderancia a la psicología del yo. Sus estudios son deductivos, construidos desde historias
clínicas, con apoyo en el saber popular y no en el mito griego, como lo hizo Freud. Su trabajo se
ha hecho con minorías, entre las cuales resalta la de los adolescentes y trasciende el marco
meramente familiar de la teoría clásica, para dar sus luces en el marco histórico cultural. En
resumen, para Erikson, al lado de lo psicosexual está lo psicosocial (el yo y su relación con los
demás).
En la formulación eriksoniana, el yo no es concebido como el resultado de las presiones entre el
ello y el superyó, sino como delineador del desarrollo y forjador del destino de cada individuo,
como objeto y agente de las operaciones que realiza. Además, se le resta importancia a los
mecanismos de defensa, para concedérsela a los procesos del yo como mecanismos adaptativos
(lenguaje, pensamiento y juego, entre otros). La personalidad se desarrolla mediante una lucha de
toda la vida entre el deseo innato y la internalización de las realidades sociales.
La formulación dialéctica (en oposición) de las frases de desarrollo revela que cada una de ellas,
que tienen su contraparte en la evolución filogenética del hombre, posee un componente positivo
y un componente negativo, y de esta lucha o conflicto yoico resulta la realización de una virtud
básica o, lo que es lo mismo, la consecución de un valor yoico. Los conflictos yoicos son resueltos
en lo fundamental por uno de los procesos más importantes del yo, el juego, el cual es utilizado
por Erikson y sus epígonos como herramienta fundamental para el estudio del desarrollo.
El paso de una frase a otra se da cuando se tiene la preparación biológica, psicológica y social,
siempre y cuando las preparaciones individuales coincidan con las sociales generales, culturales.
Para Erikson, las frases del desarrollo, también formuladas de manera epigenética, no terminan
en la adolescencia, sino que van hasta la edad adulta, lo que permite entender que el adulto que
ayuda al niño y al joven, dado que afronta sus propias tareas de desarrollo, sirve a su vez como
instrumento de desarrollo del niño y del joven. Esta manera de concebir el desarrollo enlaza la
primera fase con la última, de tal modo que la consecución de todas las realizaciones (integridad
adulta), lleva al hombre a mirar la muerte sin miedo, y al niño que ha conseguido la primera
(confianza básica), a no temerle a la vida.
Relación padres-hijos.
Si bien es cierto que el niño nace preparado a nivel biológico para su desarrollo, requiere de un
adulto para que se haga cargo de preservar su vida y facilitar su crecimiento, siendo a partir de esa
relación que se construye la mente del niño.
Es a través de los cuidados de los padres hacia el bebé y de la relación con éste que se activan y
modulan las estructuras innatas que le permiten gestionar sus emociones, pensamientos y
conductas. Por lo tanto, es fundamental poder centrar los esfuerzos en conocer y potenciar los
recursos que, como padres, permitirán construir una relación sana, en la que se faciliten esos
procesos de forma adecuada.
En este sentido, es fundamental que los padres puedan consolidarse como figuras de seguridad
para el pequeño. Por lo tanto, que puedan animar al niño a que explore y conozca el mundo,
mientras que le supervisan y protegen desde una distancia adecuada para su edad. A la vez, que
aporten consuelo ante el malestar del niño si algo le sucede, siendo capaces de comprenderlo y
regularle emocionalmente. Por ejemplo, permitirle que pueda alejarse para jugar mientras se le
supervisa, asegurándole que puede acudir si lo necesita. Esto permitirá que el niño construya una
idea positiva acerca de sí mismo, los demás y el mundo, que le ayudará a relacionarse con el
exterior de forma sana.
Igualmente, la habilidad de los padres para detectar lo que puedan experimentar sus hijos a nivel
emocional, así como su capacidad para construir una teoría sobre lo que pueden estar pensando y
sintiendo en cada momento, influirá en la capacidad del niño para regular sus emociones. El bebé
nace sin conocer qué son y cómo puede manejar sus sensaciones y emociones, e inicialmente las
comprende a través de sus cuidadores. Requiere de un adulto que lo comprenda, valide su
posibilidad de sentir, ponga palabras a lo que siente y le dé opciones acerca de qué hacer con
ellas. De lo contrario, tendrá miedo de explorar su mundo emocional y lo vivirá como una
experiencia sobre la que tiene poco control.
Muchas veces las situaciones negativas que se han vivido durante la infancia pueden generar
dificultades en las propias capacidades de los padres y en el proceso de ayudarlas a desarrollar en
sus hijos. Por ejemplo, si un padre ha tenido dificultades para separarse en la infancia,
probablemente llevará esto a la relación con sus hijos y podrá generar dificultad en el momento
de la separación con ellos.
El psicólogo Daniel Holloway explica que: “el padre tiene un papel fundamental en diversos
aspectos que se refieren a la construcción de la identidad en los hijos, el rol de un padre es tan
importante como el de la madre, pese a que el primer vinculo fuerte de fusión y apego, tanto de la
gestación, nacimiento o adopción es el lazo materno. Sin embargo, el progenitor que está
presente y participa activamente en la crianza genera mayor autoestima y seguridad en el hijo,
además de ser una instancia para construir y establecer vínculos con otros basados en el respeto y
amor.
Si bien madre y padre no son intercambiables, porque son dos dimensiones diferentes de afectos
y relaciones, según el psicólogo, la figura paterna encarnada por la persona que cumple dicha
función cumple un rol clave en el desarrollo del niño, ya que además del sostenimiento emocional
es la figura de autoridad que ayuda a establecer límites entre realidad y fantasía lo que puede y no
hacerse etc.
Se estima que los niños que desarrollan una relación sana con el padre y también con la madre,
con el paso del tiempo muestran mayor autoestima y seguridad. En este contexto el psicólogo
puntualiza que cada etapa de la vida del niño es una oportunidad para vivenciar sus sueños,
miedos y alegrías además de ayudarlo a que pueda elaborarlos y darles un asidero en la realidad.
Referencias bibliográficas:
Posada, Gómez, Ramírez, “El Niño Sano”, [internet], 3ra Edición. Bogotá: Editorial Médica Panamericana. [Citado el 1 de julio de 2019]
Disponible en:
https://drive.google.com/drive /movile/folders/1Y|1vUkoGWN3U-ODhfl
Ball, JW, Bindles, RC.Enfermería Pediatrica Asistencial Infantil. 4ta Edición. Madrid, España. Pearson.2010.