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Para 1910 Rudolf Höber encontró que cuando la frecuencia de la corriente aplicada era alta,
la impedancia de la membrana era baja, ya sea que las células estuvieran intactas o
destruidas. En cambio, cuando la frecuencia de la corriente era baja, la resistencia de un
medio conteniendo células destruidas también era baja.
Alrededor de 1925, Hugo Fricke inició estudios con suspensiones de glóbulos rojos
(eritrocitos) para medir la capacitancia de la membrana. Sus mediciones de la impedancia
de esas células le permitieron calcular un valor de 0.81 µF/cm2 para la capacitancia de la
membrana, el cual, suponiendo una constante dieléctrica de 3 (igual a la del aceite), le daba
un valor de 3.3 nm para el grosor de la membrana.
Estos experimentos son descritos con detalle por Kenneth S. Cole (1966), quien continuó
los experimentos de Fricke, estudiando en forma semejante una gran variedad de células y
como consecuencia actualmente se considera que el valor de 1 µF/cm 2 para la capacitancia
de la membrana es casi una constante biofísica.
En estos experimentos y después de corregir los errores debido a los potenciales de unión
líquida, obtuvo valores de aproximadamente -61 𝑚𝑉 para el potencial de la membrana en
reposo, mientras el potencial de acción promediaba 110 𝑚𝑉 en amplitud. Con esos datos
Cole encontró que la membrana tenía que invertir su polaridad durante el potencial de
acción. (Anonimo, S.F)
Cada uno de esos elementos modela el comportamiento eléctrico de uno de los dos
componentes principales de la membrana, la bicapa lipídica que la forma y las moléculas
proteicas embebidas en ella que forman los canales iónicos. La bicapa lipídica se comporta
eléctricamente como un capacitor y se representa como tal, y los canales iónicos se
comportan y representan como una resistencia. (Anonimo, S.F)
Estas son las unidades para la capacitancia específica de la membrana y para el axón gigante
del calamar tiene un valor de aproximadamente 1 µF/cm 2
Toda célula viviente, animal o vegetal, produce y mantiene una diferencia de potencial entre su
interior y el medio líquido que la rodea que denominaremos potencial de reposo o potencial de
reposo de transmembrana: ya que es la membrana celular la que separa el medio extracelular.
Todas las células del organismo responden de alguna manera a cualquier estímulo, pero sean cuales
fueran los efectos finales (contracción muscular, secreción de una hormona, secreción de soluciones
electrolíticas tales como sudor o lágrimas, etc.) subyacente a ellos habrá siempre un intercambio
iónico entre el interior celular y el exterior (líquido intersticial) que alterará el potencial de reposo
de manera mas o menos ostensible según la célula de que se trate.
La experimentación muestra que los únicos iones que deben tenerse en cuenta como “formadores
del potencial de reposo” y así mismo como “generadores del potencial de acción” son el Clˉ, el K+ y
el Na+.
El Mg++ y el Ca++ influyen con su mayor o menor concentración en la permeabilidad que presenta
la membrana al Na+, pero la permeabilidad de esta hacia ellos mismos es pequeña, de aquí es que
no se los considera en la formación de potenciales eléctricos.
Esta ‘Bomba de Na-K” obliga al Na+ a mantenerse en una concentración 15 veces menor en el
interior que en el exterior y al K+ a alcanzar una concentración 30 veces mayor dentro que fuera.
Esta situación es la que origina un “Potencial de difusión mantenido” que será el “Potencial de
Reposo” mencionado al comenzar en capítulo.
BIBLIOGRAFÍA