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UN UMBRAL HACIA EL LENGUAJE

PARTE 2 - LENGUAJE Y COGNICION

Capítulo 6

LAS FACULTADES COGNITIVAS TEMPRANAS


DEL DESARROLLO INFANTIL Y LA IMPRONTA DE LA CULTURA.
JEROME BRUNER Y EL HABLA DEL NIÑO

Oscar Amaya

Si la psicología quiere avanzar en la comprensión de la naturaleza humana y la condición


humana, tiene que aprender a comprender la sutil acción recíproca de la biología y la
cultura. Es probable que la cultura sea el último truco evolutivo de la biología. Permite al
homo sapiens construir un mundo simbólico suficientemente flexible como para satisfacer sus
necesidades locales y para adaptarse a una miríada de circunstancias ecológicas. He
intentado mostrar cuán crucial es la capacidad del sujeto para la intersubjetividad en esta
adaptación cultural. Al hacerlo, espero haber dejado claro que, aunque el mundo de la
cultura ha logrado una autonomía propia, está restringido por límites biológicos y
predisposiciones determinadas biológicamente. Así que el dilema en el estudio del sujeto no
es sólo captar los principios causales de su biología y su evolución, sino también
entenderlos a la luz de los procesos interpretativos implicados en la creación de significado.
Quitar de en medio las restricciones biológicas sobre el funcionamiento humano es cometer un
exceso de arrogancia. Despreciar el poder de la cultura para conformar la mente humana y
abandonar nuestros esfuerzos por poner ese poder bajo control humano es cometer un suicidio
moral. Una psicología bien forjada nos puede ayudar a evitar estos dos desastres. Jerome Bruner

La concepción culturalista de Bruner. Aprendizaje lingüístico. Desarrollo cognitivo y


comunicación. Usos significativos de la palabra. La mediatización de la cultura y la
naturaleza del proceso intelectual.

Este autor observa la existencia de procedimientos primitivos, dotes como condiciones


habilitantes para la entrada a la cultura por parte del sujeto; modos biológicos para equipar
al sujeto-niñe a fin de que ingrese en la escena cultural y pueda adquirir los medios
simbólicos que le permitan ocupar su/un lugar: el lenguaje constituye el medio de
interpretar y regular la cultura por parte del sujeto.

Sin embargo, ninguna de estas facultades genera lenguaje, puesto que éste implica un
conjunto de reglas y máximas fonológicas, sintácticas, semánticas e ilocutivas (1). Bruner
sostiene que cualquier desarrollo humano se realiza en la cultura: “la aptitud humana es
biológica en sus orígenes y cultural en los medios con los que se expresa. Mientras la
capacidad para las acciones inteligentes tiene profundas raíces biológicas y una evolución
histórica discernible, el ejercicio de esa capacidad depende de la apropiación que haga el
hombre de modos de actuar y pensar que no existen en los genes sino en su cultura”.
(Bruner, 1986)
Bruner observa que el sentido del lenguaje emerge de sus formas de empleo en los diversos
contextos donde los sujetos interactúan. Un estudio de la pragmática se torna crucial,
entonces, para comprender el ingreso de éstos en su cultura.

En otros términos, para entender cómo un sujeto-niñe adquiere el lenguaje, resulta


insuficiente explicar cómo llega a construir frases gramaticales de modo correcto. Aunque
resulten sintácticamente correctas, pueden no ser adecuadas en el marco de cierto contexto
de comunicación. Adquirir lenguaje entonces, es aprender a formular frases en contextos
específicos, expresar intenciones de acuerdo a estos contextos, que están entramados
intersubjetivamente, es decir, que un sujeto logre comprender los efectos que producen en
otras y otros las expresiones lingüísticas que efectúa.

La adquisición del lenguaje comienza cuando madre y niñe crean una estructura predecible
de acción recíproca que funciona como un microcosmos semiótico para que se comuniquen
y constituyan una realidad compartida. Esta estructura transaccional constituye la entrada a
partir de la cual el sujeto niñe comienza a conocer la gramática, la forma de referir y de
significar, así como la forma de realizar sus intenciones comunicativamente.

Esta particular forma de interacción es denominada por Bruner a través del concepto de
formato: un sistema semiótico que posibilita la emergencia del lenguaje. Esto es así porque
además de la competencia gramatical, el bebé manifiesta una serie de habilidades de orden
comunicacional y cognitivo que lo sitúan en relación con los contextos de un modo
específicamente humano: “muchos de los procesos cognitivos que se dan en la infancia
aparecen actuando en apoyo de actividades en relación a un objetivo (…) el niño desde el
comienzo está adaptado a los requerimientos coordinados de la acción. Parece capaz de
apreciar la estructura de la acción y particularmente la forma en que deben combinarse
los medios y los fines para lograr resultados satisfactorios.” (Bruner, 1986)

Por eso sostenemos que los contextos no “influyen” sino que constituyen al sujeto.

El sujeto, para lograr la adquisición del lenguaje posee una predisposición (genoma
humano), una capacidad para el aprendizaje del lenguaje, denominada Mecanismo de
Adquisición del Lenguaje (LAD). Ocurre que esta capacidad no podría funcionar en el
sujeto niñe sin la asistencia brindada por les adultes, es decir, la apertura de una dimensión
transaccional. Se trata de un Sistema de Apoyo de la Adquisición del Lenguaje (LASS) que
al principio controla les adultes y del que progresivamente se apropiará el sujeto niñe.

Bruner afirma que la interacción entre LAD y LASS es lo que posibilita que acceda a la
comunidad lingüística y al mismo tiempo acceda a la cultura, a la cual el lenguaje le
permite acceder: esto implica que el lenguaje es tanto el creador como el instrumento.
Aprender un lenguaje, entonces, consiste en aprender no sólo la gramática de una lengua
particular sino aprender a lograr los propios propósitos, con el uso adecuado a los
contextos, de esa gramática.

Consideremos finalmente, un esquema ordenador de este proceso:


Nota

(1) Locución: es el acto que se realiza al decir algo. Ilocución: es la intención del
mensaje, es decir, el significado en conjunto de todos esos elementos comunicativos.
Perlocución: es el efecto que el enunciado produce en el receptor/receptores, la reacción o
consecuencia de lo que se ha dicho.

Bibliografía

Bruner, J. (1986) El habla del niño. Barcelona, Paidós.


Colombo, M. (2005) Lenguaje. Una introducción al estudio psicológico de las habilidades
humanas para significar. Buenos Aires, Proyecto Editorial.

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