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MARX

“El manifiesto del partido comunista”


Es uno de los tratados políticos más influyentes de la historia. Se trata de un manifiesto
encargado por la Liga de los Comunistas a Karl Marx y Friedrich Engels entre 1847 y
1848, y publicado por primera vez en Londres el 21 de febrero de 1848.
Engels describe el manifiesto con una Tesis:
[...] en cada época histórica el modo predominante de producción económica y de
cambio y la organización social que de él se deriva necesariamente, forman la base
sobre la cual se levanta, y la única que explica, la historia política e intelectual de dicha
época; que, por tanto (después de la disolución de la sociedad gentilicia primitiva con
su propiedad comunal de la tierra), toda la historia de la humanidad ha sido una
historia de lucha de clases, de lucha entre explotadores y explotados, entre clases
dominantes y clases oprimidas; que la historia de esas luchas de clases es una serie de
evoluciones, que ha alcanzado en el presente un grado tal de desarrollo en que la clase
explotada y oprimida — el proletariado — no puede ya emanciparse del yugo de la
clase explotadora y dominante — la burguesía — sin emancipar al mismo tiempo, y
para siempre, a toda la sociedad de toda explotación, opresión, división en clases y
lucha de clases.
Capítulo I: Burgueses y proletarios
El texto empieza desarrollando la idea de que la historia de la sociedad humana es una
historia de luchas de clases opresoras y clases oprimidas, y que en la actual sociedad la
humanidad tiende a dividirse entre dos clases antagónicas: burguesía y proletariado.
Los autores hacen un repaso histórico desde las últimas épocas de la sociedad feudal
hasta la "moderna sociedad burguesa", encontrando en el desarrollo económico el hilo
que explica los radicales cambios políticos y culturales que causaron que la segunda
surgiera revolucionariamente de la descomposición de la primera y dieron lugar al
ascenso de la burguesía de clase dominada a clase dominante. Marx y Engels
reivindican el papel de la burguesía en crear un único mundo civilizado con su sello de
clase.
Pero, al "contrario de cuantas clases sociales la precedieron, que tenían todas por
condición primaria de vida la intangibilidad del régimen de producción vigente", la
burguesía "no puede existir si no es revolucionando incesantemente los instrumentos
de la producción, que tanto vale decir el sistema todo de la producción, y con él todo
el régimen social." Y en este desarrollo incesante de las fuerzas productivas Marx y
Engels vaticinan que la época de la burguesía tiene un límite en las propias relaciones
de producción burguesas.3
Marx y Engels anuncian que la nueva clase revolucionaria que terminará con el
régimen burgués para poner en pie las nuevas relaciones de producción es el
proletariado, al cual definen como "esa clase obrera moderna que sólo puede vivir
encontrando trabajo y que sólo encuentra trabajo en la medida en que éste alimenta a
incremento el capital."
En los párrafos siguientes Marx y Engels describen el mundo industrial en el que vive el
proletariado, la tendencia de las clases medias empobrecidas a engrosar sus filas, y la
historia de su lucha contra el régimen burgués de producción, que ha ido desde la
confrontación aislada entre obreros y burgueses individuales hasta llegar a la
confrontación de las dos clases. Es el mismo desarrollo acelerado de la industria el que
nivela las condiciones obreras, cohesiona a los proletarios, y presenta su asociación de
clase como primera necesidad para la lucha por sus intereses sociales, contrarios a los
de la clase de los burgueses.
Sin embargo, la revolución proletaria no tiene objetivos similares a los que tuvo la
revolución burguesa: "Todas las clases que le precedieron y conquistaron el Poder
procuraron consolidar las posiciones adquiridas sometiendo a la sociedad entera a su
régimen de adquisición. Los proletarios sólo pueden conquistar para sí las fuerzas
sociales de la producción aboliendo el régimen adquisitivo a que se hallan sujetos, y
con él todo el régimen de apropiación de la sociedad. Los proletarios no tienen nada
propio que asegurar, sino destruir todos los aseguramientos y seguridades privadas de
los demás. (...) Hasta ahora, todos los movimientos sociales habían sido movimientos
desatados por una minoría o en interés de una minoría. El movimiento proletario es el
movimiento autónomo de una inmensa mayoría en interés de una mayoría inmensa. El
proletariado, la capa más baja y oprimida de la sociedad actual, no puede levantarse,
incorporarse, sin hacer saltar, hecho añicos desde los cimientos hasta el remate, todo
ese edificio que forma la sociedad oficial."
Los autores terminan este capítulo señalando la desaparición de la burguesía y la
victoria del proletariado como "igualmente inevitables" debido a la incapacidad de la
burguesía para elevar las condiciones de vida del proletariado que, lejos de ello,
decaen constantemente producto del desarrollo de la gran industria dentro del
régimen de producción burgués.
Capítulo II: Proletarios y comunistas
Los autores dejan claro que los comunistas son parte del movimiento proletario y no
se encuentran por encima de él. Lo que los distingue del resto del movimiento
proletario es destacar en cada acción los intereses comunes que tienen los proletarios
de todas las naciones.4
Los autores describen la teoría del comunismo empezando por resumirla en la
fórmula: "abolición de la propiedad privada", pero aclarando que no se refieren a la
abolición de la propiedad en general, sino de la propiedad privada burguesa, que
resulta de la explotación capitalista.
A continuación, en forma polémica, los autores responden a "los reproches de la
burguesía contra el comunismo": abolición de la propiedad, del trabajo, de la familia,
de la nacionalidad, de la individualidad, etc. La respuesta a cada objeción aclara que lo
que se busca abolir es la forma burguesa que adoptan todas estas instituciones. En
cada caso los autores demuestran cómo estas acusaciones tópicas contra el
comunismo, cuando no son directamente calumnias, son una defensa más o menos
velada de los intereses de clase de la burguesía haciéndolos pasar por intereses de
toda la sociedad.
Más adelante los autores señalan la base de las ideas de cada época en "las
condiciones de vida, las relaciones sociales, la existencia social del hombre",
desmintiendo la existencia de "verdades eternas", y concluyendo "Las ideas
imperantes en una época han sido siempre las ideas propias de la clase imperante".
Como terminación de este capítulo, Marx y Engels vuelven al punto de la conquista del
poder político por el proletariado como primer paso de la revolución obrera. Señalan
como tarea del proletariado erigido en clase dominante el centralizar los medios de
producción "en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase
gobernante".5
A continuación los autores esbozan un programa general de 10 propuestas de
expropiaciones, políticas fiscales, medidas jurídicas y reorganización de la economía y
de la educación a ser aplicado por el proletariado erigido en clase dominante. Que son
las siguientes:
Expropiación de la propiedad de la tierra y empleo de la renta de la tierra para los
gastos del Estado.
Fuertes impuestos progresivos.
Supresión del derecho de herencia.
Confiscación de la propiedad de todos los emigrantes y sediciosos.
Centralización del crédito en manos del Estado por medio de un Banco nacional con
capital estatal y monopolio exclusivo.
Centralización del transporte en manos del Estado.
Multiplicación de las fábricas nacionales, de los medios de producción, roturación y
mejora de terrenos con arreglo a un plan colectivo.
Proclamación del deber general de trabajar; creación de ejércitos industriales,
principalmente en el campo.
Articulación de las explotaciones agrícolas e industriales; tendencia a ir borrando
gradualmente las diferencias entre el campo y la ciudad.
Educación pública y gratuita de todos los niños. Abolición del trabajo infantil fabril en
su forma actual. Unificación de la educación con la producción material, etc.
Por último matizan que, si bien el proletariado, en lucha contra la burguesía, se ve
obligado a la conquista del poder político, una vez "hayan desaparecido las diferencias
de clase y toda la producción esté concentrada en manos de la sociedad", la
hegemonía política de clase del proletariado dejará de ser necesaria, "Y a la vieja
sociedad burguesa, con sus clases y sus antagonismos de clase, sustituirá una
asociación en que el libre desarrollo de cada uno condicione el libre desarrollo de
todos."
Capítulo III: Literatura socialista y comunista
Entre la nebulosa de propuestas socialistas de la época, los autores del Manifiesto
destacan varias tendencias que clasifican en tres: el socialismo reaccionario, el
socialismo burgués o conservador, y el socialismo y comunismo crítico-utópicos.
Socialismo reaccionario
Por socialismo reaccionario Marx y Engels entendían a aquellas variantes de socialismo
que, pretendiendo representar intereses obreros, representaban intereses de clases
pre-capitalistas.
En el socialismo feudal, se trataba de los sectores de la aristocracia desplazada del
poder por la burguesía, con los que confluían sectores del clero.
En el socialismo pequeñoburgués, se trata de sectores de las clases medias,
condenadas a engrosar el proletariado, que critican al régimen burgués desde los
intereses de los pequeños burgueses y los campesinos. Como su principal
representante, señalan a Sismondi. Sus méritos residen en la crítica correcta del
régimen de producción burgués y sus consecuencias antisociales. Pero en cuanto a sus
propuestas positivas, no pasan de un retorno a los antiguos medios de producción y de
cambio, con el modo de vida asociado a ellos.
Socialismo conservador o burgués
Esta ideología proviene de la sensibilización de parte de la burguesía ante el
sufrimiento del proletariado y un intento de mitigar estas injusticias para conservar el
orden social burgués.
"Se encuentran en este bando los economistas, los filántropos, los humanitarios, los
que aspiran a mejorar la situación de las clases obreras, los organizadores de actos de
beneficencia, las sociedades protectoras de animales, los promotores de campañas
contra el alcoholismo, los predicadores y reformadores sociales de toda laya.
Socialismo y comunismo crítico-utópicos
En este socialismo se encuentran las doctrinas y sistemas características de los
primeros choques del proletariado como clase contra el régimen burgués. Estas
doctrinas realizan una crítica medianamente correcta del mundo burgués y profesan
"un ascetismo universal y un torpe y vago igualitarismo" y diseñan modelos de
sociedades futuras de carácter utópico.
Capítulo IV: Actitud de los comunistas ante los otros partidos de la oposición
Marx y Engels hacen un esbozo de la táctica que deben seguir los comunistas en el
contexto político de varios países de Europa: en donde no sea posible llevar a cabo
directamente su objetivo, situarse de parte de los partidos más progresivos y contra
los más reaccionarios, sin por ello perder su independencia programática y
organizativa.
Resumiendo: los comunistas apoyan en todas partes, como se ve, cuantos
movimientos revolucionarios se planteen contra el régimen social y político imperante.
Este capítulo, y el manifiesto, termina con la siguiente arenga:
Los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e intenciones.
Abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por la
violencia todo el orden social existente. Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes,
ante la perspectiva de una revolución comunista. Los proletarios, con ella, no tienen
nada que perder, como no sea sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que
ganar. ¡Proletarios de todos los países, uníos!.

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