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Romanticismo

El romanticismo es un movimiento artístico y literario que surgió entre finales del siglo XVIII
y comienzos del siglo XIX en Alemania e Inglaterra. Desde allí se extendió a toda Europa y
América. El movimiento romántico está basado en la expresión de la subjetividad y la
libertad creadora en oposición al academicismo y el racionalismo del arte neoclásico.
Este movimiento rechazó la rigidez académica del neoclasicismo que, para entonces, había
ganado la reputación de frío y servil al poder. La importancia del romanticismo radica en
haber promovido la idea del arte como un medio de expresión individual.
El movimiento romántico se caracterizó por la sensibilidad emocional y la subjetividad de
sus obras. Fue una corriente que rechazó los preceptos de orden, calma y racionalidad de
la época clásica y neoclásica de fines del siglo XVIII.
El romántico exaltaba la belleza y los ideales, dando libertad a los sentimientos. El espíritu
creativo resultaba más importante que la estricta adhesión a las reglas de la sociedad.
El artista romántico buscaba escapar de la realidad inmediata que lo abrumaba y lo
angustiaba. Por eso, las obras suelen representar épocas pasadas o lugares lejanos. El
artista se refugiaba en sí mismo y se aislaba de la sociedad.

Ejemplo:
Los miserables, Víctor Hugo

La novela Los miserables de Víctor Hugo tiene como contexto histórico el período de la
restauración de la monarquía absolutista en Francia, que inició tras la caída de Napoleón y
se extendió hasta mediados del siglo XIX. En ese período crecen los ideales libertarios,
republicanos y democráticos, alimentados por las profundas desigualdades sociales y las
injusticias perpetradas por el Estado.
En la obra saltan dos cosas a la vista: el orden social perpetúa la pobreza y obliga a las
personas más desfavorecidas a corromperse. Al mismo tiempo, el sistema de justicia se
ensaña contra quien viola la ley, sin advertir cuán responsable es de las iniquidades. Víctor
Hugo implica que la ley de los hombres, más que buscar el bien común, busca el castigo.
La pregunta sobre la justicia atraviesa toda la novela y está claramente representada en los
personajes Jean Valjean y Javert. Valjean es un hombre fuerte y trabajador que desea
alimentar a su familia. Pero no solo gana poco, sino que termina sin trabajo. La
desesperación lo lleva a robar pan. Es verdad que robar está mal —piensa Valjean—, ¿pero
acaso merece cinco años de prisión? ¿No es desproporcional el castigo al daño
ocasionado? ¿No es un exceso del sistema de justicia?
Por su parte, Javert representa la ley y el orden, el apego absoluto a la ley por encima del
bien. En realidad, la ley es para Javert lo más parecido a un ídolo sediento de sacrificios, a
cuyos pies ofrece las víctimas. Javert no se interroga si las personas a las que persigue
han causado daño. Simplemente, han infringido la ley.
Las nociones del bien y el mal presentes en Los miserables
A través de la crítica a la noción de justicia de la sociedad, Víctor Hugo desnuda una
cuestión más profunda, base de toda la obra: las nociones del bien y el mal. El equívoco de
Javert está en hacer de las leyes el absoluto, cuando el absoluto verdadero es el bien. De
este modo, queda claro que para Víctor Hugo existe una distancia significativa entre la
moralidad, entendida como mero cumplimiento de normas, y la ética (y el amor).
Si la ley está concebida para el castigo, el amor y la fe están concebidos para la
rehabilitación, pues la invocan y la motivan. Es eso justamente lo que representa el obispo
Myriel. Este personaje encarna el principio cristiano fundamental: el amor al prójimo y la fe
en la capacidad de rehabilitación del ser humano. Aunque no es un personaje principal, el
obispo Myriel impulsa los ejes de cambio en la novela, como una energía que se transforma
de un estado al otro sin destruirse jamás.
La misericordia como motor de la transformación humana y social
La respuesta positiva a la rehabilitación es el camino de la humanización. Inversamente, el
envilecimiento es el camino a la deshumanización. En esto también vemos a Valjean y a
Javert: Valjean se deja transformar por el bien. Javert, en cambio, a pesar de reconocer su
error, no tiene espacio ni siquiera para la autocomprensión. Por eso, se deshumaniza al
punto de procurar su propia muerte.
Aunque el ser humano requiere de la fe de otro para encontrar el deseo de rehabilitarse, es
cierto que el libre albedrío constituye el gancho final. Si la persona está abierta al bien que
recibe de los otros, podrá cambiar. Si no, continuará deshumanizándose.
A semejanza de Jean Jacques Rousseau en el siglo XVIII, Víctor Hugo da a entender que
el sistema social corrompe al ser humano. Sin embargo, Víctor Hugo no lo justifica, pues el
ser humano tiene ante sí la opción de elegir entre humanizarse o deshumanizarse
(envilecerse). ¿Pero de qué depende ello? Es muy claro que para Víctor Hugo este proceso
no es espontáneo, sino que algo exterior al sujeto lo suscita.
El ser humano necesita el auxilio de sus pares; necesita sentirse amado por el prójimo;
necesita misericordia, la respuesta a la injusticia de la «justicia». Esta relación amorosa, en
su sentido más profundo y comprometido, es lo que toca el corazón corrompido de Valjean
ante las injusticias sufridas, y también es lo que libera a Fantine de su extravío al final de
sus días.
Juan Ángel Hernández de León
Poema

Admirable damisela de inigualable belleza


Su mirada cautiva a las más hermosas creaturas
De su gran talento y destreza, nadie duda
Es venerada en este reino y en todas las tierras

Mi afecto por ella, se los juro que es inmenso


Tan grande como su majestuosa testa
Reluciente y brillante, tan amplia como el mismo universo
Destaca y sobresale de entre todo su cuerpo

Su voz es como el canto de las golondrinas y gorriones


Te hace despertar con una mezcla de emociones
Es tan peculiar que marea tu cabeza
Retumban los cristales por su singular agudeza

¡Ay Berenice! ¡Cómo eres amada entre todo el pueblo!


La gente se aparta de usted por no sentirse digno de su encanto
Y evita cualquier tipo de encuentro, no nos merecemos su trato
La gente chifla y se alborota cuando sale a su encuentro.

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