En el siguiente trabajo se pretende tomar una muestra del
pensamiento político de la Ilustración Francesa con uno de sus
grandes representantes como Rousseau, aquí se expresa su pensamientos sobre política y sus aportes sobre el estado de naturaleza y el contrato social. “El contrato social” fue un libro escrito en 1762 durante las Ilustración (llamado “siglo de las luces”). Es un ensayo sobre filosofía política y habla principalmente sobre la libertad e igualdad de los hombres, en él se plantea la teoría del contrato social. Se dice que este libro fue uno de los muchos iniciadores de la revolución francesa por sus ideas políticas. Bajo la teoría del contrato social se fundamenta buena parte de la filosofía liberal en especial del liberalismo clásico por su visión filosófica del individuo como ente de origen aislado que luego decide vivir en sociedad por lo que necesita del Estado de Derecho que asegure las libertades para poder convivir. Así también se dice que en este libro se exponen lo que en el futuro serían los principios de la filosofía política socialista, en parte por el concepto de la voluntad general. La Ilustración fue un movimiento cultural Europeo que se desarrolló especialmente en Francia e Inglaterra– desde principios del siglo XVIII hasta el inicio de la Revolución francesa, aunque en algunos países se prolongó durante los primeros años del siglo XIX. Los pensadores de la Ilustración sostenían que la razón humana podía combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía, y construir un mundo mejor. La Ilustración tuvo una gran influencia en aspectos económicos, políticos y sociales de la época. En política surge el despotismo ilustrado que llevará pronto, aún a su pesar, a la teoría de la separación de poderes. Se subordina el poder religioso al civil (secularización) y dentro del religioso aparecen las primeras señales de independencia de las iglesias nacionales respecto al absolutismo del papa (regalismo) y aparece el concepto de contrato social que se hará fuerte con Rousseau y el socialismo utópico. Para los ilustrados, el destino del hombre es la epicúrea felicidad, y la propia Constitución de Estados Unidos acogerá este propósito como uno de los derechos de los ciudadanos. Hacia el final del siglo el liberalismo, con la Revolución francesa a partir de 1789 aunque iniciado en Gran Bretaña de forma menos traumática con las ideas de John Locke, Adam Smith, Jeremías Bentham y John Stuart Mill, expande las conquistas sociales de la Ilustración por Europa y Norteamérica, dándose fin al Antiguo Régimen. En la ciudad independiente de Ginebra, hijo de un artesano relojero y de una dama perteneciente a la elite local, nació el 28 de junio de 1712 JEAN-JACQUES ROUSSEAU, en esos días la ciudad de Ginebra estaba amurallada sobre una colina, dominada por el espíritu republicano y la fe puritana. La familia de Rousseau en un primer momento pertenecía a la cima de la sociedad, a la muerte temprana de su madre ello cambio drásticamente, llegando este estatus hasta las esferas más bajas de la sociedad ginebrina, su padre tuvo que abandonar la ciudad de ginebra, A los 27 años de edad Rousseau. Decide partir a Lyon donde conoce a algunas mentes importantes de la era de las Luces, conoce a el abad de Condillac (Etienne Bonnot de C.), filósofo seguidor de Locke, con el abad de Mably (Gabriel Bonnot de M.) uno de los precursores del socialismo. Al visitar parís hizo amistad con el futuro enciclopedista y filósofo, Dennis Diderot (1713-1784). En 1749 redacta su primera obra para un concurso que organizara el periódico el Mercure de France, con su "Discurso sobre las artes y las ciencias" En 1753 también es nuevamente llamado por la Academia de Dijon para un concurso donde escribe "Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres", cuyos argumentos sobre el origen de las primeras sociedades son mucho más profundos y novedosos que los de su primera intervención en el concurso. Aunque esta vez no se llevaría la gloria. Esta coyuntura lo llevaría a plasmar la profundidad de sus argumentos en su obra cumbre "EL CONTRATO SOCIAL" publicado en 1762, donde establece una formula en la que no hay antagonismo entre ley y libertad, la forma de reconciliar la oposición entre libertad y ley consiste en asociarlas. Los bienes que la humanidad cree haber conquistado, los tesoros del saber, del arte, de la vida lo han alejado de su origen y extraviado de su naturaleza. Las artes y las ciencias deben su origen a nuestros vicios y han contribuido a reforzarlos. “La astronomía ha nacido de la superstición, la elocuencia de la ambición, del odio, de la mentira. Todas aún la misma moral, nacen del orgullo humano. Además han contribuido a establecer la desigualdad entre los hombres, desigualdad de la que nacen todos los males sociales. El ser humano se engaña si cree huir de su pobreza interior consigo mismo. El egoísmo, la vanidad y la necesidad del dominio gobiernan las relaciones entre los hombres, de manera que la misma vida social se rige más por los vicios que por las virtudes. Han sido pues las cosas extrañas y accidentales las que han perfeccionado la razón humana, empeorando la especie, haciendo al hombre malo al hacerlo sociable y conduciendo, en fin, al hombre al punto en que ahora le vemos. Los casos accidentales que han perfeccionado la razón y arruinado la naturaleza humana originaria según Rousseau, son: el establecimiento de la propiedad en primer lugar la condición de ricos y pobres la institución de la magistratura el de poderosos y débiles. la transformación del poder legítimo en poder arbitrario el de amos y esclavos, que es el último grado de desigualdad. Es evidente que el hombre puede volver del estado en que se halla al estado primitivo: en efecto, la decadencia es debida a causas accidentales y extrañas, sobre las cuales la voluntad humana puede actuar. Por esto Rousseau entiende el progreso como regreso a sus orígenes, esto es a la naturaleza. Pero él no entiende este estado como un estado de hecho. “Ésta condición natural, dice en el prólogo del discurso sobre la desigualdad, es un estado que ya no existe, que quizá nunca ha existido que probablemente no existirá jamás, pero del cual es necesario tener ideas para juzgar bien acerca de nuestro estado presente”. EL RETORNO DE LA NATURALEZA “El Contrato Social”, quiere ser para la sociedad política lo que la nueva Eloísa es para la familia: el reconocimiento de las condiciones por las que la comunidad puede volver a la naturaleza, o sea, una norma de justicia fundamental. La obra es de hecho la descripción de una comunidad ético-política en la que cada individuo obedece, no a una voluntad extraña, sino a una voluntad general que reconoce como propia y, por tanto, en último análisis, a sí mismo. El orden social no es un orden natural, nace, con todo, de una necesidad natural cuando los individuos no se sienten capaces de vencer las fuerzas que se oponen a su conservación: en este punto, el género humano perecería si no cambiase su manera de vivir. El problema que entonces se presenta, es el siguiente, “encontrar una forma de asociación que se defienda y proteja con toda fuerza común la persona y los bienes de cada asociado, y por la cual cada uno, uniéndose con todos, no obedezca más que a sí mismo y permanezca de este modo libre como antes” Este problema se resuelve con el pacto, que constituye la base de la sociedad política. La clausula fundamental de este pacto es la enajenación total de los derechos de cada asociado, a favor de la comunidad. A cambio de su persona privada, cada contrayente recibe la nueva calidad de miembro o parte indivisible del todo; y nace así un cuerpo moral y colectivo. Con el paso del estado de naturaleza al estado civil, el hombre sustituye en su conducta el instinto por la justicia y da a sus acciones la moralidad de que antes carecían. “Únicamente entonces la voz del deber sustituye al impulso físico, el derecho sustituye a la apetencia y el hombre que hasta entonces había tenido solo en cuenta su propia persona, se ve obligado a actuar según otros principios y a consultar la razón antes de escuchar sus tendencias”. El paso del estado de naturaleza al estado civil es, como debe ser, la continuación y el perfeccionamiento del estado de naturaleza. Y toda la obra de Rousseau está dedicada a poner de manifiesto las condiciones por las cuales este estado ha de mantenerse como tal. La voluntad propia del cuerpo social o soberano es la voluntad general. Que es la voluntad que tiende siempre al bien general, y que, por tanto no puede equivocarse. De esta voluntad emanan las leyes que son actos de voluntad general, y no son por tanto las órdenes de un hombre o de muchos sino las condiciones para que sea realidad el bien público. Los gobiernos tienden a degenerar, oponiéndose a la soberanía del cuerpo político con una propia voluntad particular, que se opone a la voluntad general. Pero los depositarios del poder ejecutivo no tienen ninguna autoridad legítima sobre el pueblo, que es el verdadero soberano. “No son los amos del pueblo, sino sus empleados, y el pueblo puede nombrarlos y destituirlos cuando guste. No les incumbe pactar, sino obedecer; y al encargarse de las funciones que el Estado les impone, no hacen otra cosa que cumplir con sus deberes ciudadanos, sin que en manera alguna tenga derecho a discutir las condiciones”. El gobierno es un cuerpo intermedio establecido entre súbditos y el soberano para su mutua correspondencia, encargado de la ejecución de las leyes y del mantenimiento de la libertad, tanto civil como política. Desde este punto de vista las tesis del contrato social no se oponen a las de las otras obras. La naturaleza del hombre es la libertad; pero la comunidad política no puede garantizar al individuo la libertad del instinto desordenado, sino solo la libertad de un instinto disciplinado y moralizado por la razón, lo cual sucede precisamente al coincidir la voluntad individual con la voluntad general