0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
7 vistas1 página
El monje San Benito se encuentra con un campesino que viaja a pie cansado. El campesino dice que si hubiera dedicado su vida a la oración como el monje, no tendría que caminar. San Benito le propone una apuesta: si puede recitar el Padre Nuestro sin interrupciones, le dará su caballo. El campesino acepta pero se distrae a mitad de la oración preguntando sobre los accesorios del caballo, perdiendo así la apuesta.
Descripción original:
Título original
Paremia 0030 Oración ( Para Nuestro sin distraerse)
El monje San Benito se encuentra con un campesino que viaja a pie cansado. El campesino dice que si hubiera dedicado su vida a la oración como el monje, no tendría que caminar. San Benito le propone una apuesta: si puede recitar el Padre Nuestro sin interrupciones, le dará su caballo. El campesino acepta pero se distrae a mitad de la oración preguntando sobre los accesorios del caballo, perdiendo así la apuesta.
El monje San Benito se encuentra con un campesino que viaja a pie cansado. El campesino dice que si hubiera dedicado su vida a la oración como el monje, no tendría que caminar. San Benito le propone una apuesta: si puede recitar el Padre Nuestro sin interrupciones, le dará su caballo. El campesino acepta pero se distrae a mitad de la oración preguntando sobre los accesorios del caballo, perdiendo así la apuesta.
San Benito viajaba montado a caballo. Llegó junto a un campesino
que, fatigado y a duras penas, avanzaba a pie. El monje desmontó para entablar conversación. - Eres afortunado al tener un caballo - le dijo el campesino con envidia. Si yo hubiera dedicado mi vida a la oración, estoy seguro de que ahora no tendría que viajar a pie. ¿Crees tú que podrías ser un hombre de oración? - ¿Por qué me lo preguntas? ¿No es eso bien sencillo? Vamos a hacer una apuesta. Si eres capaz de decir un Pa- drenuestro sin ninguna interrupción, te daré mi caballo. - Me lo has puesto fácil - dijo el campesino -. Allá voy. Se detuvo, cruzó sus manos, cerró sus ojos y comenzó a recitar la oración: - Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu ...... Se detuvo, alzó los párpados y le preguntó al santo: - Oiga, ¿ el caballo me lo dará con la brida y con la silla ? ¡ Se dio cuenta inmediatamente de que había perdido la apuesta, pero ya era tarde..!