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Este documento contiene dos historias. La primera historia cuenta la experiencia de un jesuita que se enojó al ver a una niña pobre y culpó a Dios, pero Dios respondió diciendo que había hecho al jesuita para ayudar. La segunda historia es una fábula sobre un zorro mutilado que recibió comida de un tigre, y una lección sobre confiar en Dios pero también tomar acción uno mismo. El documento concluye que el hombre no debe echar la culpa a otros por los problemas en el mundo, sino asumir la respons
Este documento contiene dos historias. La primera historia cuenta la experiencia de un jesuita que se enojó al ver a una niña pobre y culpó a Dios, pero Dios respondió diciendo que había hecho al jesuita para ayudar. La segunda historia es una fábula sobre un zorro mutilado que recibió comida de un tigre, y una lección sobre confiar en Dios pero también tomar acción uno mismo. El documento concluye que el hombre no debe echar la culpa a otros por los problemas en el mundo, sino asumir la respons
Este documento contiene dos historias. La primera historia cuenta la experiencia de un jesuita que se enojó al ver a una niña pobre y culpó a Dios, pero Dios respondió diciendo que había hecho al jesuita para ayudar. La segunda historia es una fábula sobre un zorro mutilado que recibió comida de un tigre, y una lección sobre confiar en Dios pero también tomar acción uno mismo. El documento concluye que el hombre no debe echar la culpa a otros por los problemas en el mundo, sino asumir la respons
NO ECHAR LAS CULPAS A DIOS El jesuita De Mello, nacido en Bombay, que vivió y trabajó apostólicamente en la India, cuenta que un día vio por la calle a una niña aterida de frío dentro de su ligero vestidito harapiento y con pocas perspectivas de conseguir una comida decente, y dijo: «Me encolericé y le dije a Dios: ¿Por qué permites estas cosas? ¿Por qué no haces nada para solucionarlo?» Durante todo el día Dios guardó silencio. Pero llegada la noche, de improviso, Dios me respondió: «Ciertamente que he hecho algo. Te he hecho a ti.» El místico árabe Sadi tiene una fábula sobre un zorro mutilado en la que dice: «Un hombre que iba por el bosque vio un zorro que había perdido sus patas, posiblemente en una trampa. Y el hombre se preguntaba cómo podía vivir si el animal no podía cazar. De pronto vio llegar un tigre que llevaba una presa en la boca. El tigre comió y una vez harto dejó el resto para el zorro mutilado. Al día siguiente Dios volvió a alimentar al zorro mediante el mismo tigre. El hombre en cuestión estaba maravillado y se dijo a sí mismo: Voy también yo a quedarme en un rincón, confiando plenamente en Dios, y él me dará cuanto necesito." Así lo hizo durante unos días. Pero no sucedía nada. Llegó a tal punto que el pobre estaba a las puertas de la muerte cuando oyó una Voz que le decía: ¡Oh tú, que te hallas en la senda del error, abre tus ojos a la Verdad! Sigue el ejemplo del tigre y deja ya de imitar al pobre zorro mutilado.
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Shakespeare dejó escrito en una de sus obras
inmortales. «La culpa, querido Bruto, no está en las estrellas, sino en nosotros mismos, que somos infieles.» Y es que el hombre tiene hoy soluciones para desterrar del mundo el HAMBRE, la POBREZA, las GUERRAS y un buen número de ENFERMEDADES. Con arrancar sólo el egoísmo bastaría.