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diciones interpretativas de los fariseos, la tradición de los antiguos,

Glaubens, Viena 1962, p. 15-101; H. Bardtke, Qumran-Probleme, Berlín


no las aceptaban ellos. No compartían las esperanzas apocalípticas y 1963; G. Jeremías, Der Lehrer der Gerechtigkeit, Gotinga 1963; J. Becker,
escatológicas. En opinión suya no hay ni pervivencia después de la Das Heil Gottes, Gotinga 1964; A. Finkel, The pharisees and the Teacher of
muerte ni resurrección de los muertos. La salvación se realiza den- Nazareth, Leiden 1964; W. Grundmann, Das palástinische Judentum im
tro de la historia. También rechazaban la existencia de ángeles. En Zeitraum zwischen der Erhebung der Makkabaer und dem Ende des Jüdi-
ello tenían plena conformidad con el «Antiguo Testamento» en su schen Krieges, en J. Leipoldt — W. Grundmann (dirs.), Umwelt des Urchri-
estadio primitivo. stentums I, Berlín 1967, p. 143-291 (trad. cast., Los judíos de Palestina entre
Josefo cuenta de los saduceos que el destino del hombre lo hacían el levantamiento de los macabeos y el fin de la guerra judaica, en El mundo
depender únicamente de la voluntad de éste, y no estaría determina- del Nuevo Testamento I, Madrid 1973, p. 159-304); P. von der Osten-Sak-
do por Dios 27 . Recibimos la impresión de que Josefo los quiere ken, Gott und Belial, Gotinga 1969; G. Baumbach, Das Sadduzáerverstánd-
presentar a sus lectores helenísticos como una especie de epicúreos. nis bei Josephus Flavius und im NT, «Kairos» 13 (1971) 17-37; J. Neusner,
The rabbinic traditions about the pharisees before 70, 3 vols., Leiden 1977; J.
En su actuación eran políticos realistas; en su manera de pensar
Le Moyne, Les Sadducéens, 1972; E. Bammel, Sadduzaer und Sadokiden,
podrían aparecer como «ilustrados» a los piadosos. En los juicios ETL 55 (1979) 107-115; J.M. Baumgarten, The Pharisaic-Sadducean con-
por delitos observaban una práctica jurídica bastante rigurosa. Su troversy aboutpurity, JJS 31 (1980) 157-170; H. Lichtenberger, Studien zum
relación con los esenios era clara, ya que éstos se habían separado Menschenbild in Texten der Qumrangemeinde, Gotinga 1980; J. Neusner,
espectacularmente del templo y, por tanto, de ellos. En Qumrán se Das pharisaische und das talmudische Judentum, Tubinga 1984; J. Maier,
los consideraba como los obcecados «hijos de las tinieblas». Es di- Antikes Judentum, en G. Strecker — J. Maier (dirs.), NT-Antikes Juden-
fícil describir su relación con los fariseos. Ambos partidos, fariseos y tum, Stuttgart 1989, p. 137-184.
saduceos, se habían visto obligados muchas veces a tener que arre-
glárselas juntos. Los saduceos poseían el poder; los fariseos tenían Desde aquí hasta la pagina 92
influencia en el pueblo. Así que tenían que tener consideración los
unos con los otros. El nombre de «saduceos» se deriva de Sadoq, 2. Situación social
importante sacerdote entre los que andaban con David (véase 2Sam
15,24 y passim), que procedía del linaje sacerdotal de los sadoci- «A lo largo del lago Genesaret se extiende la tierra del mismo
tas 28 . Posiblemente no fueron ellos mismos los que se dieron este nombre: tierra de admirable naturaleza y hermosura. La fertilidad
nombre, sino que se lo impusieron con cierto acento polémico 29 . del terreno permite toda clase de vegetación. Sus habitantes la culti-
van en su totalidad. La templanza del clima es también muy apro-
piada para todas las plantas. Los nogales que, en comparación con
Bibliografía otros árboles, necesitan clima especialmente fresco, aquí abundan y
florecen. Hay también palmeras, que necesitan calor ardiente, y a
R. Marcus, The Pharisees in the light of modern scholarship, JR 32 continuación inmediata hay también higueras y olivos, que necesi-
(1952) 153-164; F.M. Cross, The ancient library of Qumran and modern tan clima templado. Podría hablarse de una emulación de la natura-
biblicalstudies, Londres 1958; M. Hengel, Die Zeloten, Leiden 1961, 21976; leza, que aquí se esfuerza intensamente por reunir en un solo lugar
M. Weise, Kultzeiten und kultischer Bundesschluss in der «Ordensregel» las cosas opuestas, o de una noble lucha de las estaciones del año,
vom Toten Meer, Leiden 1961; K. Schubert, Die jüdische Religionsparteien cada una de las cuales se preocupa con emulación de esas tierras. El
im Zeitalter Jesu, en id. (dir), Der historische Jesús und der Christus unseres suelo no sólo produce las frutas más diversas, sino que se cuida
también de que durante mucho tiempo haya frutos maduros. Los
27. Bell, 2,164ss; Ant. 13,173. más nobles de ellos, las uvas y los higos, se recogen ininterrumpida-
28. Hay una tradición rabínica posterior que asocia el nombre de «saduceos» con mente durante diez meses. Los restantes frutos van madurando a lo
Sadoc, discípulo de Antígono de Soco (comienzos del siglo n a.C). Véase Billerbeck largo de todo el año. Porque, además de la suavidad del clima,
IV, p. 343s. contribuye a la fertilidad de esta tierra el regadío por las aguas de
29. Véase R. Meyer, en ThWNT VII, col. 43. una fuente que mana con mucha pujanza y que es denominada Ca-

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farnaúm por los moradores del lugar1... La tierra se extiende con
una longitud de 30 estadios y una anchura de 20 estadios»2. (véase Mt 20,1-16). Los jornaleros no sólo podían ofrecerse para
Con estas palabras, casi ampulosas, describe Josefo la región que trabajar en el campo, sino también para la pesca y para otros menes-
se halla entre Cafarnaúm y Magdala, la llanura de Genesaret, el teres. De Zebedeo, padre de Santiago y Juan, nos enteramos que
núcleo fértil de Galilea. Pero las condiciones sociales y económicas tenía jornaleros para la pesca (Me 1,20). El jornal de un día de
de la mayoría de la población tenían un aspecto muy diferente. trabajo solía ser un denario.
Si queremos comprender un poco las circunstancias de la pobla- Pero existía también una clase social media. A ella pertenecían
ción total de Palestina, que contaba aproximadamente con un mi- los artesanos, los pequeños comerciantes y también los sacerdotes
llón de habitantes, habrá que distinguir entre Galilea (y Samaría), ordinarios (y los levitas), de los cuales debía de haber unos 70003.
por un lado, y Judea y Jerusalén, por el otro. En el aspecto econó- Estaban distribuidos en turnos que prestaban servicio religioso por
mico, el país se caracterizaba por la agricultura, es decir, por el semanas. La mayoría de ellos ejercían su ministerio sacerdotal muy
cultivo del campo y por la ganadería, la artesanía y el comercio. Es raras veces, de manera que era imposible que vivieran del templo.
obvio que en Galilea predominaba la agricultura, asociada —a ori- Se veían obligados, por tanto, a ejercer también otro oficio. La
llas del lago— con la pesca, mientras que en el Sur y en Jerusalén mayoría de ellos no podían permitirse residir en la capital. Jericó se
ocupaba un lugar más destacado la artesanía y el comercio. Pero consideraba como ciudad de residencia de sacerdotes. Esa clase so-
también en Judea había pastizales, campos de labranza y huertos, cial media debía de ser un factor estabilizador en la estructura
así como también en Galilea eran imprescindibles determinadas social.
profesiones artesanales. Entre los oficios se contaban, por ejemplo, Como en todo el mundo antiguo, también había esclavos en
el de sastre, el de fabricante de sandalias, el de maestro albañil Israel. Hay que comprender toda la dureza que suponía vivir
—José de Nazaret, como tekton (Mt 13,35), debe incluirse en este en condición de esclavo. Ser esclavo significaba ser propiedad de
grupo—, carnicero, curtidor (véase Me 9,3), panadero, herrero, al- otra persona. La existencia de esclavos en Israel se nos confirma
farero. En Jerusalén había tejedores de telas finas. El valle de los también indirectamente por medio de las parábolas que leemos en
queseros, que se encuentra en esa ciudad al oeste de la zona del los evangelios sinópticos. El correspondiente término griego de
templo, nos indica que existía el correspondiente oficio. Hay que doulos debemos traducirlo en lo posible por «esclavo», no por «sier-
contar además con un número nada reducido de desempleados. Pe- vo», a fin de no proyectar sobre la época de Jesús condiciones socia-
ro nos resulta aquí absolutamente imposible dar cifras concretas. les que se darían más tarde. Es verdad que la situación de los escla-
Los niveles sociales de la población mostraban graves diferen- vos en el hogar judío era menos dura que en un hogar griego o
cias. En el nivel alto había una delgada capa social de grandes terra- romano. Al menos, así sucedía con los esclavos judíos. Además que
tenientes, que podían permitirse tener en Jerusalén una mansión. el número de esclavos en todo el país no debió de ser tan elevado,
En el nivel bajo se encontraba la masa de los pequeños labradores y otra vez en comparación con el número de esclavos existente en
los jornaleros. Estos últimos llevaban la peor parte. Vivían al día; Grecia y, sobre todo, en Roma. El esclavo judío tenía conciencia de
no solían encontrar trabajo sino por poco tiempo o para una sola hallarse bajo la protección de la Ley, y tenía que ser tratado como
jornada, y tenían que esperar día tras día a que alguien los contra- un jornalero que vendía su trabajo. De esta manera podía llegar a
tase. Como los describe la parábola de los trabajadores de la viña, tener una cantidad modesta de bienes. Sobre todo, el año sabático le
andaban ociosos por la plaza del mercado a ver si salía alguna cosa concedía la libertad. En todo esto se manifiesta un rasgo humaní-
simo de la Ley. Pero la situación era muy distinta en lo que respecta
a los esclavos paganos. No disfrutaban de los privilegios judíos. No
1. La región de Cafarnaúm abunda mucho en manantiales. Josefo, Vit. 403, cuen- raras veces se esforzaban por ser admitidos como prosélitos en la
ta que no lejos del lugar se metió en un pantano y se cayó del caballo. sinagoga.
2. Bell. 3,516-521. El estadio —con una equivalencia que oscila entre 177 y 185
m— se considera el camino que puede recorrerse en dos minutos. Véase O.W. Rein-
muth, en KP V, p. 336s.
3. Véase Foerster, Zeitgeschichíe, p. 96s.

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Las diferencias y oposiciones en las condiciones sociales se acen- do consiste en que se le ha de entregar un tanto por ciento fijado de
tuaron por una distribución muy desigual de la propiedad de las la cosecha, que naturalmente tendrá una cuantía diferente en distin-
tierras, las cuales —por la concentración de la propiedad rural— tos años. Por eso, el propietario tiene que estar presente en la re-
quedaron en gran parte en manos de unos cuantos. La mayor exten- colección o ha de hacer que alguien la vigile, como vemos que su-
sión de propiedades, en tiempo del rey Herodes el Grande, la tenía cede en la mencionada parábola. En la segunda forma, se fija de
el rey mismo. Pero la cosa no cambió, cuando pasó el poder a sus antemano el arrendamiento que hay que pagar por una parcela
hijos. Sospechamos que ellos se reservaron las tierras más fértiles. de terreno. Existe, además, la economía del oikos. En ella un ad-
Sabemos de Herodes Antipas que él, anualmente, sacaba de Galilea ministrador actúa en nombre del propietario que vive fuera o en el
y de Perea un rendimiento económico de 200 talentos4. Los bienes extranjero. Tiene que preocuparse de los trabajadores y de los es-
de Arquelao fueron vendidos después de su destierro. Es verdad clavos y, naturalmente, tiene que rendir cuentas al amo8. También
que no sabemos quiénes fueron los compradores, pero debieron de la economía del oikos se refleja en algunas parábolas (Le 12,42s;
ser personas con grandes capitales5. Podía ocurrir también —así 16,1-8; Me 13,34s).
sucedió ya en la época de los Seléucidas— que el rey concediera en Con la formación de grandes latifundios llega también el auge de
feudo tierras a personas beneméritas de su entorno (ministros, mi- la exportación9, que consistía principalmente en productos de la
litares). naturaleza como aceite, vino, aceitunas y cereales. La red de ca-
Los papiros de Zenón nos ofrecen una interesante perspectiva minos, promovida por los romanos, era relativamente buena. Había
de cómo se administraban esos bienes. Zenón es un encargado de una calzada que salía de Cesárea del Mar, cruzaba Galilea (vía ma-
Apolonio, el cual ha sido investido por el rey de Egipto del puesto ris) y llegaba a Damasco; también Jerusalén estaba unida por una
de ministro de hacienda. Apolonio posee en Galilea, concretamente calzada con la ciudad portuaria. La prosperidad del comercio se ve
en Bet-Anat, una finca, que fue visitada y examinada por Zenón, en también por el hecho de que Herodes el Grande hiciera construir el
los años 260/259 a.C, acompañado por un considerable personal de puerto de Cesárea, denominada anteriormente Torre de Estratón.
griegos, y que además hizo muchos otros negocios6. Se nos ha con- La fundación de la nueva ciudad tiene lugar en el año 10 a.C. Los
servado una lista de entrega, que hace referencia a barriles encera- grandes terratenientes disponían de buenas relaciones con el extran-
dos y cántaros empecinados que contenían vino. Sospechamos que jero. El Imperium Romanum y la Pax Romana favorecieron el co-
Apolonio había arrendado las tierras a labradores galileos y hacía mercio internacional. En Act 12,20 se hace referencia de pasada a
que ellos las trabajasen. Un papiro nos informa de los esfuerzos del negocios de exportación que eran propiedad del soberano. Herodes
encargado por doblegar a los labradores, que ponían dificultades Agripa mantenía esas relaciones comerciales con las ciudades coste-
para hacer las entregas7. Tenemos así una imagen que concuerda ras de Tiro y de Sidón, que importaban víveres del país del sobera-
ampliamente con las circunstancias que se presuponen en la parábo- no. En Jerusalén había mercado periódicamente: mercado de cerea-
la de los viñadores rebeldes (Me 12,1-9 par). También en este caso les, de ganado, de frutos y de madera. Había también una lonja para
se trata de una viña arrendada por un propietario extranjero a vi- subastas, en la que se exponían esclavos y esclavas y se los ofrecía a
ñadores galileos que ponían dificultades a la hora de pagar la renta. la venta. Por los evangelios conocemos la feria o mercado anual que
Los contratos de arrendamiento pueden ajustarse a dos fórmulas: en se celebraba en el atrio exterior del templo, y que estaba relaciona-
el caso de arrendamiento parcial, el dueño del terreno arrienda la da con la fiesta de la pascua y comenzaba unas tres semanas antes de
tierra o la viña y hace que su encargado vigile la cosecha. El arrien-
8. Véase Kippenberg, Klassenbildung, p. 146-152. Kippenberg cuenta con un
4. Josefo, Ant. 17,318ss. conflicto entre la aristocracia asentada desde antiguo y que estaba representada en la
5. Véase Theissen, Studien, p. 137. gerousia o sinedrio, y los aristócratas dedicados a la recaudación del Estado, porque
6. Rostovtzeff, Die hellenistische Welt I, p. 277. parecía que estos últimos se hallaban más favorecidos. Representaban además la
7. Véase M. Hengel, Das Gleichnis von den Weingartnern Me 12,1-12 im Lichte nobleza del dinero, constituida por los nuevos ricos, que tenía que aparecer como
der Zenonpapyri und der rabbinischen Gleichnisse, ZNW 59 (1968) 1-39, concre- sospechosa ante los ojos de la nobleza de estirpe (p. 133s).
tamente 12-14. 9. Véase Theissen, Studien, p. 137; Herz, PJ 24 (1928) 98-113.

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la fiesta. Las ganancias obtenidas con la exportación iban a parar d.C, se quedaron sin pan unos 18 000 trabajadores. Por aquel en-
principalmente a los ricos. En ellos se cumplían aquellas palabras: tonces Agripa II, movido por razones sociales y a instancias del
«Al que tiene se le dará, y tendrá en abundancia» (Mt 13,12). pueblo, y con el fin de dar trabajo a las personas, hizo que se empe-
Pero también la continuación de esta sentencia: «Al que no drara Jerusalén con losas blancas. El dinero para ello lo tomó de las
tiene, aun lo que tiene se le quitará», reflejaba plenamente la reali- arcas del templo, ya que podía disponer de él12. Las arcas del tem-
dad: la realidad de los modestos labradores y de los jornaleros. Los plo, con el correr del tiempo, se habían enriquecido con ingentes
labradores modestos trabajaban juntamente con sus familias las es- sumas.
casas tierras que les pertenecían. Las irregularidades en el abaste- Los múltiples impuestos se experimentaban como una carga es-
cimiento económico, originadas por circunstancias políticas o por pecialmente abrumadora. El tributo de dos dracmas que había que
circunstancias externas de otra índole, les afectaban a ellos más que pagar al templo, lo sentían las personas religiosas como la cosa más
a nadie. En la gran hambre del año 25 a.C, Herodes pudo evitar lo natural, tanto más que los recaudadores judíos voluntarios de ese
peor vendiendo sus propios bienes10. Pero más tarde no volvemos a impuesto consideraban esa función como un timbre de honor (Mt
oír ya que se organizaran semejantes campañas de socorro. Raras 17,24-27). Los aranceles cobrados por los «publícanos» o recau-
veces llegaban días de alegría a la vida triste de esas personas. Esos dadores de impuestos, tenían por objeto el cobro de tributos in-
días eran las fiestas religiosas, los varios días que duraban los feste- directos, no habituales, sobre todo los arbitrios con que se cargaba a
jos de una boda, la hospitalidad que se prestaban mutuamente, y las mercancías al cruzar las fronteras del país, y también los arbitrios
que hacían que irradiara un poco de luz sobre la sombría existencia que había que pagar en el mercado y los derechos de peaje. Los
de aquellas gentes. El derecho sucesorio contribuía a empeorar más «publícanos» o recaudadores arrendaban la recaudación de esos tri-
aún la situación de los descendientes. Porque era siempre el hijo butos y tenían así la ocasión de aumentar su cuantía y llenar de este
mayor el único que heredaba la casa y la granja, que nunca se repar- modo los propios bolsillos. De ahí la impopularidad de esas perso-
tían. Los demás hijos tenían que contentarse con una parte de los nas y su equiparación con los pecadores públicos.
bienes muebles. Esto explica a su vez la gran diáspora judía, porque Los que más pesaban sobre la gente eran los tributos ordinarios.
muchos preferían abandonar la escasa región hogareña y marchar al Los romanos consideraban las provincias conquistadas como bienes
extranjero. No había pocos mendigos, como nos lo confirman los que eran propiedad de Roma13. Por tanto, los habitantes de las
evangelios. Entre los mendigos se contaban sobre todo personas provincias, que sólo gozaban del usufructo de esos bienes, tenían
enfermas e incapacitadas para el trabajo, como los ciegos y los pa- que pagar tributos. Se trataba, en lo esencial, del tributo sobre el
ralíticos. En la calzada por la que pasaban los peregrinos, y en terreno y de la capitación o impuesto sobre los individuos (tributum
Jerusalén, había puestos preferidos por los mendigos, como por agrí et capitis). Sobre la cuantía de esos impuestos no estamos infor-
ejemplo ante el pórtico del templo (Act 3,2). El mendigo ciego mados con seguridad. En Sicilia el impuesto sobre el terreno consis-
Bartimeo está sentado, cerca de Jericó, a la orilla de la calzada por tía en una décima parte de los productos del campo. El impuesto de
la que pasan los peregrinos (Me 10,46). Entre esas personas desgra- capitación estaba graduado según el nivel social. Para determinarlo,
ciadas debió de encontrar Jesús oyentes atentos. se llevó a cabo un censo al crearse la provincia de Judea. En tiempos
Por lo demás, en Jerusalén, la construcción del templo llevada a de Jesús la recaudación de impuestos directos no se arrendaba. Sos-
cabo por disposición de Herodes, y que duró varios decenios, pro- pechamos que había un procurador de finanzas, bajo las órdenes del
porcionó a muchas personas trabajo y pan11. Canteros, carpinteros y gobernador, que se encargaba de recaudar los impuestos14. Parece
artesanos encontraron allí puestos de trabajo. En la construcción que los romanos aumentaron los impuestos en comparación con
debieron de participar unos 18 000 trabajadores. Porque se nos
cuenta que, una vez terminadas las obras, entre los años 62 y 64 12. Josefo. Ant. 20,9.
13. Véase T. Pekáry, en KP V, p. 952-954.
14. Filón, Leg. Gal 199, nos habla de un procurador romano de finanzas llamado
10. Véase Josefo, Ant. 15,299-316. Capito y que se hallaba en Judea. O. Michel, en ThWNT VIII, col. 97, cree que el
11. Véase Jeremías, Jerusalem I, p. 23-29. sinedrio tenía que recaudar las contribuciones bajo la supervisión del gobernador.

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lo que había que pagar antes15. En Galilea la situación relativa a los ocupaba toda la superficie de la casa, y a la que se llegaba por una
impuestos era distinta16. Herodes Antipas, etnarca de Galilea, tenía escalera exterior. En una habitación como ésa se reúnen los apósto-
su propia administración de finanzas y de impuestos, y con ayuda les según Act 1,13, y quizás lo hace también Jesús, cuando se reúne
de esa administración cobraba los tributos. Se servía del sistema de con los Doce para celebrar la cena (Me 14,14). Los edificios a ma-
arrendamiento de la tributación. Los publicani, que habían arren- nera de palacios tenían un antepatio de regulares dimensiones con
dado la recaudación de impuestos, se encargaban de cobrarlos para un pequeño pórtico (Me 14,68).
el etnarca. Por tanto, los telonai, en Galilea, eran más que simples ¿Cómo era la vida que se desarrollaba dentro de la casa? La
recaudadores. Eran verdaderos exactores de impuestos (exigían y sociedad estaba estructurada patriarcalmente. El hombre era el
aplicaban los impuestos)17. El telonion («despacho de impuestos»), dueño y señor de la casa. En el aspecto jurídico la mujer se veía
en el que se hallaba Leví desempeñando su oficio (Me 2,14), po- muchas veces menoscabada. Se consideraba como propiedad del
demos imaginárnoslo sencillamente como la mesa de un cambista en marido. Estas relaciones entre marido y mujer, basadas en el dere-
la que se efectuaban pagos y se expedían recibos. cho de posesión, encuentran expresión en el decálogo, donde se
Muy significativo para conocer la situación social de las personas hallan yuxtapuestas estas dos prohibiciones: «¡No codiciarás la casa
es su tipo de vivienda. La casa de una aldea constaba a menudo de de tu prójimo! ¡No codiciarás la mujer de tu prójimo ni su siervo ni
una sola habitación en la que estaba alojada toda la familia, y en ella su sierva ni su buey ni su asno ni nada que sea de tu prójimo!» (Éx
hacía la vida y dormía. Diversas parábolas nos permiten ver cómo 20,17). Esa manera de ver las cosas no había cambiado para nada.
era esa casa. Bastaba una luz puesta sobre el candelero, para ilumi- Por el contrario, dentro del derecho conyugal, había conducido a la
nar toda la casa (Mt 5,15). Cuando una mujer pierde una moneda, opinión de que el hombre cometía adulterio siempre que deshiciera
enciende esa luz y barre la casa para encontrar la moneda perdida un matrimonio ajeno, pero no cuando era infiel a la propia esposa.
(Le 15,8). Es preciosa la parábola del amigo inoportuno con sus La esposa se consideraba adúltera aun en el caso de que tuviera
peticiones, y que habla de un hombre que se había echado ya a relaciones con un soltero. Divorciarse resultaba relativamente fácil.
dormir, él y sus hijos, y que había trancado la puerta y no quería que En concreto se trataba siempre de repudiar a la mujer, es decir, de
le molestasen (Le 11,5-7). Cuando había algo de ganado, éste podía que el hombre la echase de la vida conyugal. La mujer no tenía la
estar alojado también dentro de la casa. El lugar donde habitaban posibilidad de disolver el matrimonio.
las personas se hallaba entonces un poco elevado. El techo estaba Es difícil decir hasta qué punto se practicaba el divorcio en tiem-
cubierto con cañas, paja y ramas, de forma que podía hacerse fácil- po de Jesús. Los fariseos admitían el divorcio. Pero dentro de las
mente un boquete (Me 2,4: exoryxantes). Hemos de imaginarnos diversas escuelas se propugnaban normas jurídicas de diferente ri-
que las paredes de la casa se hacían de barro o de ramas secas18. En gor. Los discípulos de Hilel creían que era lícito el divorcio en el
cambio, la casa urbana de Jerusalén tenía dos plantas. Encima de la caso de que la mujer hubiera dejado que se quemase la sopa. Entre
primera planta había otra habitación superior (hyperoon), que los esenios el divorcio estaba muy mal visto. En lo que respecta a su
posición social, la mujer estaba relegada al hogar. El marido apre-
15. Tácito, Ann. 2,42, nos cuenta que Judea, exhausta por los impuestos, pidió a ciaba a una buena ama de casa. En la literatura sapiencial se alaba a
Tiberio que rebajara el tributo. No sabemos si se accedió a esta petición. esta clase de mujer: «Mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Su valor
16. Véase O. Michel, en ThWNT VIII, col. 96. supera en mucho al de las joyas. En ella confía el corazón de su
17. Véase Rostovtzeff, Die hellenistische Welt I, p. 276, quien cuenta que tam-
bién en Judea se arrendaba la recaudación de impuestos. Sin embargo, en Judea se marido y no carecerá de ganancias. Ella le trae bien y no mal todos
arrendaban únicamente los impuestos indirectos, COÍIO el portorium, que era un los días de su vida. Busca lana y lino... Extiende su mano al pobre, y
impuesto que gravaba todas las ventas y arriendos. Entre los arrendatarios figuran alarga sus manos al necesitado. No tiene temor de la nieve por los de
principalmente gentes del país como el recaudador superior de impuestos Zaqueo, su casa, porque todos los de su casa llevan ropa de lana...» (Prov.
que ejercía su actividad en Jericó (Le 19,ls). Véase Schürer, Geschichte I, p. 477; O.
Michel, en ThWNT VIII, col. 97. 31,10-31). Como el casar de las hijas era asunto del padre, uno se
18. Según Mt 24,43 un ladrón (armado de un cuchillo) podía abrir un boquete en pregunta si podía existir el matrimonio por amor. De todos modos,
la pared de una casa. poseemos en la Biblia el Cantar de los cantares en el que se ensalza

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con el más bello lirismo el amor entre dos jóvenes enamorados. vor dem jüdischen Krieg «Acta Antiqua» 17 (1969) 223-254; id., Die sozia-
También en la educación las muchachas llevaban la peor parte. len Zusammenhange des jüdischen Krieges, Berlín 1970; S. Applebaum,
Aprender la tora era cosa de los muchachos varones. La educación, Economic Ufe in Palestine, en S. Safrai y otros autores (dirs.), The Jewish
people in the first century II, Assen 1976, p. 631-700; H.G. Kippenberg,
desde la primera infancia, estaba en manos del padre. Las mujeres
Religión und Klassenbildung im antiken Judáa, Gotinga 21982; B.O. Long,
no podían heredar y no eran aceptadas como testigos en un juicio. The social world of ancient Israel, «Interpretation» 36 (1982) 243-255.
No tenían acceso a los festines en que había invitados. Sólo podían
hacer acto de presencia en la cena del sábado y en la de pascua. La
presencia de mujeres en un convite de hombres era cosa inusitada y
chocante (véase Me 14,3 par; Le 7,36-50). Entretener a los hombres
con bailes, durante las comidas, era cosa de rameras (véase Me 7,22
par).
Había diferencias sociales en la sociedad, basadas en el prestigio
y la popularidad por ejercer determinadas profesiones. Se compren-
de por sí mismo que los recaudadores de tributos no fueran de-
masiado bien vistos. Otros oficios eran menospreciados porque su
quehacer estaba asociado con los malos olores y la suciedad, como
el trabajo de los curtidores. Otros tenían fama de ser impuros, corno
los oficios de pastores y de arrieros19. Otro criterio era el de la
pertenencia plena a Israel. Los registros genealógicos que leemos en
los libros de Esdras, Nehemías y de las Crónicas nos muestran el
valor que se atribuía al hecho de pertenecer al pueblo de Israel por
la sangre que se llevaba en las venas. Para los sacerdotes era impor-
tante el conocimiento de su genealogía. Para determinados oficios
honoríficos como el de presidente de la comunidad, colector de
limosnas, miembro del sinedrio, se elegía preferentemente a israe-
litas de pura estirpe. Los evangelistas Mateo y Lucas se esfuerzan
por establecer un árbol genealógico de Jesús.

Bibliografía
F.C. Grant, The economic background of the Gospels, Oxford 1926;
J. Herz, Grossgrundbesitz in Palastina im Zeitalter Jesu, PJ 24 (1928)
98-113; S.W. Barón, A social and religious history ofthe Jews, Nueva York
1952; M. Rostovtzeff, Die hellenistische Welt. Gesellschaft und Wirtschaft,
3 vols., Stuttgart 1955-1956 (trad. cast., Historia social y económica del
mundo helenístico, 2 vols., Madrid, s.a.); W. Foe/ster, Ntl Zeitgeschichte,
Hamburgo 1968; H. Kreissig, Die landwirtschaftliche Situation in Palastina

19. Las listas de oficios despreciados que enumera Jeremías, Jerusalem II, p.
174-184, son un poco excesivas. Según Act 10,6, Pedro habita en Jope en casa del
curtidor Simón.

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