Al ir a Misa, has visto que otras personas ayudaban al sacerdote, y han

pensado que te gustaría hacerlo a ti. Ese es un llamado que te hace Dios
para que lo sirvas de forma especial. Por el servicio que prestarás tendrás el
nombre de monaguillo o acólito/a.

Los monaguillos sirven a Dios por medio de su ayuda en la celebración de la

Santa Misa. A lo largo de este Manual de Acólitos, te encontrarás con varias
cosas de las que hacemos los monaguillos.

Actividad Inicial
Se invita a los acólitos y acólitas a presentarse, diciendo su nombre y
una característica de cada uno/a. Oración
Señor,
Profundicemos Te doy gracias porque me llamas
nuevamente a tu servicio.
En esta celebración que estamos a punto
Jesús, tal como nosotros, también necesito gente a su lado, amigos, de empezar.
compañeros, probablemente cuando era niño los tuvo. Cuando grande Ayúdame a estar muy atento
buscó para compartir las alegrías y tristezas, trabajo y descanso, para reconocerte en seguida en la
dedicándoles tiempo necesario y logrando una relación de amor, persona
compromiso, comunicación y fidelidad con ellos. Fue el mismo Jesús del sacerdote,
quien llamo a los apóstoles: Pedro, Juan, Andrés, Mateo, y a quienes hoy a escuchar con provecho tu Palabra,
son Santos que están junto a él, como San Alberto Hurtado, Santa a alimentarme dignamente con tu
Teresa de los Andes, San Francisco de Asís, Santa Teresa de Calcuta, Cuerpo y
entre otros Santos y Santas de Dios, y hoy nosotros también somos tu Sangre,
llamados. y a reconocerte presente
en medio de la asamblea de los
El ser monaguillo es algo muy especial. Estarás muy cerca del sacerdote hermanos.
mientras realiza la acción más grande que Jesús le encomendó a sus Ayúdame a servir a tu altar como tú
apóstoles, a su Iglesia: convertir el pa y el vino en su Cuerpo y Sangre mereces,
para ofrecerlos al Padre por todos nosotros. a hacerlo todo con diligencia  y eficacia,
y, sobre todo, a hacerlo por tu amor.
Poder ayudar al sacerdote en esta acción tan santa e importante es un Sí, que todo mi actuar sea, Señor,
privilegio que Dios te concede, un privilegio al que te llama. Tu debes expresión del amor con el que quiero
responder a ese llamado, y empezar a cuidar especialmente algunas amarte,
cosas que ya te han enseñado en tu casa. puesto que sólo en ti encuentro la paz y
la
Tienes que cuidar tu pulcritud. Ahora vas a usar un traje especial. Debe alegría.
estar siempre limpio. Cuando sea necesario, llévalo a lavar. Procura ir Ayúdame, Madre de Dios y madre mía,
con las manos y la cara muy limpias, y con las uñas recortadas. Es tú que nos dijiste a todos: "Haced lo que
importante que manifiestes la pureza de la fe. Pero más allá de tu porte él
externo, debes cuidar la limpieza de tu alma. Procura vivir no solo os diga".
durante la Misa, sino todos los días y en todas tus actividades, como un Amén.
autentico cristiano. Ama a tus semejantes. Aplícate más en tus estudios,
perdona a quien te ofende.
San Tarcisio era un niño, que vivió en el siglo III D.C, el es considerado
el patrono de los monaguillos junto como patrono de los ministros de la
comunión. En este encuentro hablaremos sobre la vida de este Santo
Mártir de la Eucaristía.

Actividad Inicial
El formador les va a entregar tarjetas con nombres aleatorio antes de
comenzar el encuentro. El nombre que se encuentre en la tarjeta será
el que se utilizará para todo el encuentro, si por algún motivo se
llegase a nombrar su verdadero nombre acumularán puntos negativos,
quien tenga más puntos negativos pagará penitencia.

Oración
Padre amoroso y rico en misericordia
que por tu providencia nos has dado
a San Tarcisio, Mártir de la Eucaristía,
por tu intercesión, te pedimos,
que guíes nuestros pasos y protejas a
tu familia tarcisiana, le des sabiduría y prudencia.
Haz que crezca el amor
a Jesús en la Eucaristía y sienta la
necesidad de este alimento que da vida,
que la encamines sobre los valores del
Evangelio.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén
¿Qué nos dice Dios?
Jeremías 1: 5 - 8
“Antes de formarte en el vientre te conocí; antes que
salieras del seno te consagré, te constituí profeta de las
naciones. Yo te dije: ¡Ah, Señor mira que no sé hablar, pues
soy un niño! Y el Señor respondió: No digas ‘Soy un niño’,
porque iras adonde yo te envíe y dieras todo lo que yo te
ordene. No tengas miedo, pues yo estaré contigo para
librarte, oráculo del Señor.”
Palabra de Dios.

Actividad
Los grupo de acólitos se sentarán en circulo y empezaremos a
hablar sobre las razones por las cuales San Tarcisio puede ser
el Patrono de los monaguillos, todo esto antes de narrar la
historia, luego se realiza un plenario compartiendo las razones
del porque es el patrono de este servicio.
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Compromiso
A la luz de la palabra de Dios reflexionar sobre el
llamado que cada uno/a ha recibido,
reconociendo que es Jesús mismo quién nos llama.
Deben realizar un compromiso durante la semana,
dónde puedas ayudar a otros/as en la familia, en la
comunidad, en el colegio o con los vecinos.

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 La Iglesia es la encargada de celebrar los sacramentos, de
manifestarnos el amor de Dios. Y así como nosotros le manifestamos
a nuestros papás que los queremos con un dibujo o con una canción,
también a la Iglesia le corresponde manifestarle a Dios que lo
amamos por medio de la oración.

Actividad Inicial
En una cartulina o en la pizarra, se va a dibujar unas escaleras que
lleven a un trono del rey que no tiene corona. El grupo se va a
dividir dependiendo de la cantidad que sean, y se les va a asignar
un color para diferenciarlo.

A cada grupo se les va a entregar una corona de un color, para ir

avanzando hasta llegar al trono deberán responder bien las
preguntas, si responden mal deberán de bajar 1 peldaño de la
escalera.
Oración
Señor, bendito seas por  el gran  don de la
Eucaristía.
Una vez más me has querido cerca de tu
altar,
sirviéndote a ti y a los hermanos.
Gracias por tu Palabra, que me enseña
todo lo que has hecho y haces constantemente por mí;
gracias por el sacerdote, imagen tuya,
que eres el buen Pastor de todo el rebaño;
gracias por la comunidad de los hermanos,
que me ayudan a comprender que soy
miembro de la Iglesia;
que una vez más nos has dado por amor.
Ayúdame, ahora,
al volver a mi casa y a mis obligaciones de
cada día,
a ser buen cristiano.
Que sepa reconocer en cada persona a mi
hermano,
que espera ser amado de todo corazón.
Así no me apartaré nunca de tu lado,
aquí en la iglesia y también fuera de ella.
Madre de Dios y madre mía,
intercede para que en todo lo que diga,
haga o piense,
tu Hijo y Señor nuestro sea glorificado.
Amén
Profundizar
Nuestros primeros padres, Adán y Eva, desobedecieron a Dios y
cometieron el pecado original. Dios se compadeció de los seres
humanos y decidió salvarlo del pecado. Durante muchos siglos
preparó la salvación. Cuando todo estuvo preparado, envió a su
Hijo al mundo, que se hizo hombre, nació de Santa María,
murió y resucitó. Con eso nos abrió las puertas al cielo.
Eso ocurrió hace muchos siglos. Pero Jesús quiso que en el
mundo permanecieran unos signos que nos permiten
acercarnos a él y a su salvación en todo momento. Estos signos
se llaman sacramentos.
Sabes tu que el amor existe, pero no lo puedes ver. Sin
embargo, el se manifiesta de muchas formas. Pensemos en los
papás. Ellos quieren a sus hijos. ¿Cómo les manifiestan que los
aman? Pues los bañan, los alimentan, los curan. Pues lo mismo
ocurre con Dios. A través de los sacramentos nos manifiesta su
cariño. Nos baña en el Bautismo, para que tengamos un alma
limpia. Nos cura en la Penitencia, para sanarnos el alma. Nos
alimenta en la Eucaristía, para que tengamos fuerza espiritual.
Como nuestra alma es invisible, al celebrar los sacramentos o al
manifestarle el amor a Dios, la Iglesia tiene que hacer cosas que
sí se vean. Eso es la liturgia: la forma en que hacemos visible lo
que ocurre pero no podemos. Por ejemplo, cuando se celebra el
Bautismo, se limpia el alma de quien se bautiza. Para que
podamos ver eso, se le entrega una ropa blanca al bautizado. O
el que hace la Primera Comunión lleva una vela encendida,
para que se pueda ver que comulga con una fe encendida.
Algunos de los símbolos los estableció Jesús, como en pan, el
vino, o el agua. Otros los ha incorporado la Iglesia a lo largo del
tiempo.