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Servicio Bíblico Latinoamericano

Octubre de 2013 – Ciclo C

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Martes 1 de octubre
26ª semana del Tiempo Ordinario
Teresita del Niño Jesús, virgen y doctor (a. 1897)

Zac 8,20-23: Vendrán pueblos numerosos a visitar al Señor en Jerusalén


Salmo responsorial 86: Dios está con nosotros
Lc 9,51-56: Tomó la decisión de ir a Jerusalén

S egún Lucas, el camino hacia Jerusalén se presenta como un evento decisivo en la


misión de Jesús. Dos de sus discípulos participan de ese viaje en condición de
mensajeros, cuya misión es adelantarse en búsqueda de alojamiento. Tal necesidad, tan
humana y tan vital para quienes han emprendido un largo viaje, les lleva a tocar puertas
en un pueblo en el que no son bien vistos desde tiempos atrás. A los samaritanos les
molesta que se dirijan a Jerusalén y por eso deciden negarles hospedaje. Juan y
Santiago, molestos por la actitud poco acogedora en aquel pueblo, reaccionan con
violencia, invocando poderes superiores para que acaben con quienes se negaron a
acogerles. Consultan a Jesús sobre sus intenciones, pero él les reprende, enseñándoles
que la violencia, que tiende a destruir a las personas que piensan o actúan de modo
diferente, no forma parte de su Buena Noticia. – A nosotros nos corresponde, como
comunidad creyente, seguir decididamente a Jesús, en actitud abierta, comprensiva y
dialogante con quienes piensan diferente, forman parte de culturas diferentes y hasta
carentes de hospitalidad. Pasar por Jerusalén supone enfrentar muchas dificultades, pero
Jesús de Nazaret nos convida a seguir en el camino.
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Miércoles 2 de octubre
Ángeles Custodios

Neh 2,1-8: Déjeme ir a reconstruir la ciudad de mis padres


Salmo responsorial 136: Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti
Lc 9,57-62: Te seguiré adonde vayas

L as exigencias del seguimiento de Jesús se presentan mediante tres episodios de la


vida común y familiar. En el primer episodio, con imágenes campesinas de animales,
Jesús deja claro a sus seguidores que estarán expuestos a una vida desprovista de
seguridad, comodidad y poder. Quien desea seguirlo recibe una respuesta para una vida
itinerante. – El segundo episodio corresponde al llamado que hace Jesús a una persona,
que presenta una dolorosa situación familiar (enterrar a su padre) como excusa para no
seguirlo en aquel mismo instante. No es suficiente motivo para negarse a un
seguimiento que no admite esperas. El seguimiento de Jesús debe hacerse deprisa, al
instante, en el acto mismo. El anuncio del Reino de Dios no puede condicionarse al
padre que ya no tiene vida. – Al tercer episodio corresponde la situación de una persona
que quiere seguir a Jesús, pero que está pendiente de despedirse primero de su familia.
La respuesta de Jesús puede desconcertarnos. Sin embargo, Jesús reclama una actitud
radical frente a su Proyecto de Vida, para cuya realización demanda prioridad
incondicional. Lo contrario significa incapacidad de seguirlo por el camino. – Y
nosotros, ¿qué excusas aducimos para no seguir a Jesús de forma más radical?
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Jueves 3 de octubre
Francisco de Borja, religioso (a. 1572)

Neh 8,1-4a.5-6.7b-12: Esdras abrió el libro de la Ley y todo el pueblo respondió: Amén,
amén
Salmo responsorial 18: Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón
Lc 10,1-12: La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos

E stamos ante un pasaje rico en criterios sobre el seguimiento de Jesús. Se trata de


una elección de dimensiones más universales y ecuménicas, dado que se nombra a
setenta y dos, con el encargo de ir a todas las ciudades. El grupo es organizado en
parejas y enviado de dos en dos, muy probablemente conformado por hombres y
mujeres. Con las imágenes de una cosecha abundante y una escasez de trabajadores para
recogerla, Jesús procura animar y motivar a sus oyentes para que, no siendo sordos a las
urgencias misioneras, se integren a aquel colectivo de discípulos y discípulas. El envío
exige condiciones frágiles y limitadas, sin provisiones para el camino. Sin embargo,
esos misioneros llevan la fortaleza en la capacidad de trasmitir la paz, aceptar lo propio
de las culturas, hacer valer el derecho a un salario, sanar a las personas enfermas,
proclamar la llegada del Reino de Dios y denunciar públicamente su rechazo. –
Quienes, llamados por Jesús, formamos parte de la comunidad cristiana, debemos hacer
realidad la vivencia del Reino de Dios en medio de los conflictos, las crisis y las
dificultades. Esto explica la expresión “enviados en medio de lobos”. – ¿Y nosotros, nos
sentimos también enviados en misión?
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Viernes 4 de octubre
Francisco de Asís, fundador (a. 1226)

Bar 1,15-22: Pecamos contra el Señor no haciéndole caso


Salmo responsorial 78: Líbranos, Señor, por el honor de tu nombre
Lc 10,13-16: Quien me rechaza a mí rechaza al que me ha enviado

A l leer este evangelio podríamos concluir que las ciudades de Corozaín, Betsaida y
Cafarnaún desoyeron y despreciaron a Jesús y sus discípulos. Los ayes de Jesús son un
reproche a la actitud arrogante y soberbia con que respondieron los habitantes de
aquellas ciudades a la misión y a los milagros realizados. En cambio, Tiro y Sidón,
ciudades no pertenecientes al país de Jesús, se ponen como ejemplos de acogida,
conversión y humildad. En tanto, a los discípulos se les advierte del sentido y las
consecuencias que sobrevienen por no escuchar y por despreciar. Quienes escuchan a
los discípulos escuchan a Jesús, mientras quienes les desprecian, desprecian a Jesús y
también al Padre que le envió. El texto bíblico insiste en la centralidad de la escucha de
la Palabra de Dios como clave segura de acceso para ver y propagar el Reino de Dios. –
Estas palabras siguen resonando en nuestro mundo, tan carente de oídos para escuchar
las palabras que llaman a la vida, la equidad y la paz, pero tan dispuesto para escuchar
los mensajes que convidan al rechazo y al desprecio de los auténticos valores del
Evangelio. –Y nosotros, ¿escuchamos y acogemos gozosamente la Palabra?
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Sábado 5 de octubre
Zacarías e Isabel, padres de Juan Bautista

Bar 4,5-12.27-29: El que les mandó las desgracias les mandará el gozo
Salmo responsorial 68: El Señor escucha a los pobres
Lc 10,17-24: Estén alegres porque sus nombres están inscritos en el cielo

É sta es una de las páginas más bellas del Evangelio de Lucas, que dimensiona los
frutos de la misión. Quienes la asumieron en la fidelidad y la autenticidad exigidas por
Jesús, retornan contentos y alegres, después de experimentar los poderes concedidos por
Jesús. No reclaman para sí protagonismo alguno, sino que reconocen que los demonios
se les sometieron en nombre de Jesús. Jesús confirma la práctica liberadora de los
setenta y dos discípulos como la expresión de un poder para vencer todas las fuerzas
malignas. Sin embargo, advierte sobre la actitud de alegrarse por aquel sometimiento,
nada comparable con el hecho de estar inscritos en el cielo. La pretensión de
engrandecerse por los frutos logrados en la misión, representa siempre una amenaza
para el discípulo, que así se desviaría del camino. Jesús pronuncia una alabanza al Padre
por el testimonio de quienes regresaron de la misión, distinguiéndolos claramente de
quienes se consideran sabios y entendidos. La sencillez es realzada como criterio para
comprender las cosas del Reino de Dios. Ahora bien, la relación de Jesús con el Padre, y
del Padre con Jesús, consagra la divinidad de la revelación hacia el discipulado. –
¿Entraremos también nosotros en esta bendición de Jesús porque hemos sido sus fieles
testigos y mensajeros?
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Domingo 6 de octubre
27º domingo del Tiempo Ordinario
Bruno, fundador (a. 1101)
Beata Marie-Rose Durocher, virgen (Canadá, a. 1849)

Hab 1,2-3; 2,2-4: El justo vivirá por su fe


Salmo Responsorial 94: Si hoy escuchas su voz, no endurezcas tu corazón
2 Tim 1,6-8.13-14: No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor
Lc 17,5-10: Si tuvieran fe como una semilla de mostaza…

O frecemos en primer lugar un comentario bíblico tradicional


El profeta Habacuc nos pone en el contexto del diálogo entre el profeta y Dios,
donde el primero toma la iniciativa y pregunta a Dios por la raíz del mal y el
sufrimiento que lo rodea. La injusticia, la violencia y la desigualdad parecen convertirse
en la única forma de vivir de la sociedad en muchos momentos, no sólo de la historia
del pueblo de Dios, sino también de la historia de la humanidad. La queja del profeta es
clara: no hay justicia; se vive en una violación sistemática de los derechos básicos
provocados por la anomia y la confusión de su tiempo. Sin embargo, la respuesta del
Señor, ante la situación, no se hace esperar. El Dios de la historia y la creación hace un
llamado al “justo” a la fidelidad y a la confianza. Dios se encuentra con el ser humano
en la justicia, en la resistencia pacífica y en la esperanza del ser humano en él.
En la segunda carta a Timoteo el autor nos presenta de dónde procede el ser
apóstoles del Señor: del plan divino de la salvación de Dios. Los creyentes hoy estamos
exigidos a tomar conciencia que hemos recibido del Señor el don de la fe, de la fortaleza
y de la caridad; por tanto, este don recibido demanda una respuesta oportuna. Ante la
situación tan compleja, adversa y confusa de nuestra situación mundial, los carismas del
Espíritu del resucitado se nos dan para dirigir a la comunidad humana con valentía y dar
testimonio de la liberación y salvación del Señor. Dichos dones recibidos de la gracia de
Dios, son también, tarea humana, y necesitan ser cultivados e incrementados
constantemente para evitar caer en el absurdo y la desesperanza.
En el texto de Lucas vemos a los discípulos, conscientes de su poca fe, de su
incapacidad para dar su adhesión plena a Jesús y a su mensaje. Por eso le piden que les
aumente la fe. Jesús constata en realidad que tienen una fe más pequeña que un grano de
mostaza, semilla del tamaño de una cabeza de alfiler. No dan ni siquiera el mínimo,
pues con tan mínima cantidad de fe bastaría para hacer lo imposible: arrancar de cuajo
con sólo una orden una morera y tirarla al mar. Este mínimo de fe es suficiente para
poner a disposición del discípulo la potencia de Dios.
Miro a mi alrededor y pienso que algo no funciona. Tantos cristianos, tantos
católicos, tantos colegios religiosos... Y me pregunto: ¿Cuántos creyentes? ¿Tienen fe
los cristianos, los sacerdotes y religiosos, los obispos? ¿Tenemos fe? ¿O tenemos una
serie de creencias, un largo y complicado credo que recitamos de memoria y que poco
atañe a la vida?
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Las palabras de Jesús siguen resonando hoy. “Si tuvierais fe como un grano de
mostaza...” O lo que es igual: si siguierais mi camino, si vivierais según el evangelio,
tendríais la fuerza de Dios para cambiar el sistema.
Sigo mirando a mi alrededor y veo una Iglesia apegada a sus privilegios, que se
codea con los poderes fácticos, que depende en muchos países económicamente del
Estado, capaz de echarle un pulso al poder político y vencer, identificada con frecuencia
con la derecha o el centro, defensora a ultranza de su estatuto de religión verdadera y
prioritaria.
Me vuelvo al evangelio y releo sus páginas: “Vende todo lo que tienes y repártelo
a los pobres, que Dios será tu riqueza, y anda sígueme a mí” (Lc 18,22). “Las zorras
tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero este hombre no tiene dónde reclinar la
cabeza” (Lc 9,58). “No andéis agobiados pensando qué vais a comer, ni por el cuerpo
pensando con qué os vais a vestir” (Lc 12,22). “Los reyes de las naciones las dominan y
los que ejercen el poder se hacen llamar bienhechores. Pero vosotros nada de eso; al
contrario, el más grande entre vosotros iguálese al más joven y el que dirige al que
sirve” (Lc 22,25-26).
Pobres, libres, sin seguridades, sin poder, como Jesús. Sólo tiene fe quien se
adhiere a este estilo de vida evangélico. Quien no, tiene creencias, que para casi nada
sirven. Y así no se puede cambiar ni el sistema religioso ni siquiera el mundano.
Tal vez tengamos que reconocer que somos “siervos inútiles”, pues no andamos
en el sistema de la fe, sino en el del cumplimiento de las obras de la ley, como los
fariseos, que, al final, de su trabajo tienen que considerarse “siervos inútiles”, pero no
“hijos de Dios” que es a lo que estamos llamados a ser, como ciudadanos del reino.

El evangelio de hoy no está recogido en la serie «Un tal Jesús», pero en ella puede
encontrarse varios episodios relacionados con el contenido de ese evangelio:
www.untaljesus.net

Añadimos un comentario crítico.


La palabra «fe» es polisémica, tiene significados múltiples, que dependen del
contexto de su uso. En el evangelio que hoy leemos, es claro que aparece como
sinónimo de coraje, decisión, convicción de entrega... y «esa fe» es la que mueve
montañas... o traslada moreras, no necesariamente con una eficacia «sobrenatural», sino
a veces simplemente psicológica.
No hay que confundir ese significado de la palabra «fe» con aquel otro que se nos
inculcó en el catecismo infantil: «fe es creer en lo que no se ve», significado dominante
en el imaginario cristiano tradicional. Confundir estos significados de la palabra nos
lleva a pensar que lo que Dios nos estaría pidiendo como prueba máxima en nuestra
vida sería una especie de «fideísmo», un creer lo que no se ve, un aceptar sin pruebas lo
que nos dice la religión, un saltar continuamente por encima de nuestra razón o de lo
que hoy nos dice la ciencia... para «creer» o dar por cierto prioritariamente lo que dice
nuestra religión (doctrina, dogmas, catecismo, magisterio...), sin pedir razones, sin
cuestionar, obedientemente, como niños, porque sí.
Obviamente, esta confusión, tan frecuente, es una distorsión del cristianismo, y de
la religión misma, en lo que tiene de más básico. ¿Es que Dios puede jugar al escondite
con la humanidad? Es que, supuestamente, la «prueba máxima» exigida por Dios al ser
humano en esta vida, sería «creer en la existencia de Dios», una existencia
deliberadamente auto-ocultada, para probarnos? Ésa es en definitiva la síntesis de una
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tradicional concepción cristiana de la existencia, la que hemos vivido durante casi dos
milenios. Y está todavía presente en el imaginario de muchas personas, personas que se
mantienen cristianas, y personas que no aguantaron la sensación de incredibilidad que
esta visión clásica les suscita.
Es hora de matizar bien el sentido de las palabras claves que el evangelio y la
Biblia en general nos presentan. No podemos leerlo hoy entendiéndolo como se
entendía en el seno del viejo paradigma, que todo lo entendía como obra de un Dios que
habría decidido crear al ser humano en esta vida pidiéndole caprichosamente «creer en
lo que no se ve»... Aquella concepción, aquel viejo «relato cristiano», incluso esa
imagen de un Dios que tiene esos planes sobre la humanidad, no resisten la mirada
crítica de nuestra visión de hoy. No podemos creer en un Dios así. No podemos creer
eso (es decir: nos resulta increíble, ininteligible, inverosímil incluso); no podemos
aceptar una tal cosmovisión cristiana.
Dios no juega al escondite, ni nos obliga a jugar ese juego. Es seguro que a Dios
le agrada que nos tomemos la vida en serio, y que busquemos con ahínco la verdad, y
que nos apoyemos en la ciencia, y que hagamos continuamente hipótesis (provisionales
hasta que encontremos otras mejores y más plausibles), sin aceptar pensar que en el
centro del significado de nuestra existencia humana estuviéramos llamados simplemente
a «creer lo que no se ve», ciega e infantilmente.
La actitud de fe a la que Jesús nos llama hoy es la del coraje de combatir la
oscuridad, la valentía de buscar la verdad, y el valor para asumir, «visto lo que podemos
ver», una decisión interpretativa sobre el mundo y lo que no se puede ver. Todo lo
contrario de una actitud infantil, ciega, cobarde, alienante... Cuando nos recomienda una
actitud de fe, lo que Jesús nos pide una actitud valiente de coraje, de atrevernos a tomar
una decisión interpretativa de la existencia, a partir de lo poco o mucho que dan de sí
nuestras actuales condiciones de conocimiento. Él también tuvo fe, no lo veía claro,
tuvo el coraje de tomar una posición existencial positiva y creativa ante las oscuridades
que rodean el mundo y nuestras vidas personales.

Para la revisión de vida


-El justo vivirá por la fe... ¿Puedo decir yo lo mismo de mí mismo? ¿Es la fe el
principio que realmente orienta mi vida? ¿Soy en verdad una persona "de fe", de
coraje, de valor?
-¿He hecho lo que tenía que hacer? ¿Se me debe agradecer lo que he hecho?
¿Tengo simplicidad de corazón, o necesito continuamente estar recibiendo
alabanzas o gratitud de los demás?

Para la reunión de grupo


- Si el justo vivirá por la fe... analicemos: qué porcentaje de nuestra propia vida
estamos conduciéndola así por una decisión personal ante el misterio de la
existencia, de forma que si perdiéramos esa fe inmediatamente nos conduciríamos
de otro modo? Si ese porcentaje es pequeño, significa que no es muy grande el
coraje de mi fe.
- En qué situaciones del mundo de hoy el cristiano consecuente debería ir a
contracorriente, fiado en su fe y no en lo que es usual en la sociedad actual?
- «El Señor dijo: Si tuvieran fe como una semilla de mostaza, dirían a esta morera:
Arráncate de raíz y plántate en el mar, y les obedecería»... ¿Cómo leemos esto
hoy? ¿Alguna vez lo hemos entendido literalmente? ¿Es posible que por mucha fe
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que tenga una persona, pueda arrancar una morera con un acto de fe? ¿Por qué
hoy no podemos entender esto literalmente? ¿Por qué hoy no creemos en
milagros físicos? ¿Será que tenemos todavía en nuestra mente una visión
premoderna de la realidad, como dividida en dos pisos, pensando que desde el
piso superior Dios puede actuar sobre el nuestro...? Si esta temática no estuviera
clara en la comunidad o grupo de estudio, podría ser bueno organizar un curso o
cursillo sobre el paradigma moderno. Un libro que podría servir de texto base
sería Otro cristianismo es posible, de Roger Lenaers sj, de editorial Abyayala,
colección Tiempo Axial (tiempoaxialorg), disponible en http://2006.atrio.org/?
page_id=1616

Para la oración de los fieles


- Para que sea la fe el principio que organice, anime e impulse nuestra vida,
roguemos al Señor.
- Para que vivamos nuestro cristianismo como un seguimiento de Jesús: creer
como él, afrontar la vida y la historia como él, ser en verdad discípulos suyos...
- Para que demos nuestra contribución al Reino de Dios con entusiasmo, con
pasión y, a la vez, con complicidad y humildad, conscientes de que ese trabajo es
simplemente "lo que debemos hacer"...
- Para que el Señor nos dé la humildad de los que "hacen lo que deben" sin sentirse
importantes ni dignos de agradecimiento...
- Para que sean muchos los jóvenes que, con simplicidad y humildad, se sientan
llamados a un servicio total y desinteresado...

Oración comunitaria
• Dios, Padre Nuestro, que en Jesús nos has mostrado el camino heroico del
servicio y la entrega sin ostentación ni exigencias; haz que nosotros, con motivos
mucho mayores, seamos humildes, sencillos y fraternales, sin reclamar nunca
honores, reconocimientos ni agradecimientos. Por Jesucristo Nuestro Señor.

• Oh Dios, Misterio insondable que nos rodea y envuelve, dentro del cual nos
movemos sin poder captarlo ni observarlo desde fuera, como «ob-jeto»...
Aceptamos agradecidos esta participación, este ser parte del todo del misterio.
Asumimos con gozo nuestra condición, y renovamos con coraje nuestra decisión
de vivir lo más coherentemente posible con nuestra propia condición divina, en la
que nos has dado la gracia de participar. Acoge nuestro gozo, y esta manera
personalizada de expresártelo. Tú que vives y haces vivir, porque eres la misma
Vida-Energía sin principio ni fin. Amén.
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Lunes 7 de octubre
Nuestra Señora del Rosario

Jon 1,1–2,1-11: Se levantó Jonás para huir lejos del Señor


Interleccional Jon 2,3-8: Sacaste mi vida de la fosa, Señor
Lc 10,25-37: ¿Quién es mi prójimo?

E stamos ante una lectura que, cada vez que la escuchamos, toca la sensibilidad de
nuestro corazón. Esta parábola nos sitúa ante una pregunta fundamental: “¿Y quién es
mi prójimo?”. Cuatro personajes están en el camino de Jerusalén a Jericó. Uno sin
nombre, que se debate entre la vida y la muerte. Dos representantes del sistema religioso
de la capital y otro, de procedencia samaritana. Sus actitudes ante el hombre medio
muerto hablan por sí solas y revelan en profundidad la calidad humana que anida en sus
corazones. El sacerdote y el levita ven al herido y pasan de largo. El samaritano, en
cambio, lo ve y se compadece. Lucas nos muestra en detalle la actitud del samaritano,
sobre quien pesaban muchos prejuicios negativos. En el sentimiento de compasión es
donde se diferencian los personajes religiosos y el samaritano. Todos pueden ver al
hombre caído, pero no todos se ponen en su lugar. El samaritano sana y venda las
heridas, monta al herido en su cabalgadura, lo conduce a la posada y cuida de él. Asume
los gastos, invita al posadero, y nos invita también a las comunidades y a los creyentes
de hoy a cuidar la vida amenazada de nuestro prójimo.
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Martes 8 de Octubre
Demetrio de Tesalónica, diácono y mártir (a. 306)

Jon 3,1-10: Los ninivitas se convirtieron de su mala vida, y Dios se compadeció


Salmo responsorial 129: Si llevas cuentas de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Lc 10,38-42: Marta lo recibió en su casa. María escogió la mejor parte

E l episodio de Jesús en casa de Marta pone de manifiesto la inconveniencia de dejar


que se enrede nuestra vida en demasiadas preocupaciones. La lectura nos sitúa en el
nivel de la vida y las relaciones cotidianas de dos hermanas que actúan con Jesús de
modo diferente. A Marta le absorben los quehaceres domésticos de la casa, como puede
sucederle a muchos hombres y mujeres hoy en nuestras comunidades y en nuestras
parroquias. En cambio, María asume el camino de discípula, que, poniéndose a los pies
de Jesús, expresa su deseo de seguirle y de escuchar su palabra. María hizo la mejor
elección. Jesús no subvalora la labor de Marta. Con Jesús incluso habría que recriminar
a quienes no valoran el trabajo arduo y abnegado de las mujeres en la dirección de sus
hogares y a quienes consideran su trabajo como inferior y de menor valor al de otras
personas. Pero queda de manifiesto que, como cristianos, el discipulado es como una
carta de navegación que debe orientar por el buen camino todo lo que hagamos o
digamos. Con Marta miremos hacia María para aprender que, a los pies de Jesús,
comienza nuestro discipulado al servicio de la familia y de la sociedad.
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Miércoles 9 de octubre
Juan Leonardi, sacerdote y fundador (a. 1609)
Héctor Valdivielso Sáez, mártir (Argentina, a. 1934)
Luis Beltrán, misionero (Colombia, a. 1581)

Jon 4,1-11: ¿No voy a sentir la suerte de Nínive, la gran ciudad?


Salmo responsorial 85: Tú, Señor, eres lento a la cólera, rico en piedad
Lc 11,1-4: Señor, enséñanos a orar

E l Padrenuestro es la oración por excelencia. Los discípulos habían visto muchas


veces a Jesús que se apartaba a orar. Sabían también que Juan el Bautista enseñaba la
oración a sus seguidores y tuvieron conciencia de la necesidad de aprender a orar. La
oración implica un aprendizaje y una actitud de disposición, para que no se quede ni en
una mera repetición de palabras ni distante de la vida cotidiana. La oración supone
entrar en diálogo y comunión con Dios, pero no en las nubes, sino en la realidad
concreta donde puede acontecer la llegada de su Reino. Mediante la oración,
reconocemos la santidad y el amor de Dios, entramos en comunión con los hermanos y
tomamos conciencia del valor de nuestras necesidades vitales. El “pan nuestro de cada
día” se torna en el signo de la manifestación de Dios, en el alimento que nos fortalece,
en el pan de la vida. No obstante, muchas veces torcemos el querer de Dios, acaparando
el alimento, negándolo a quienes lo necesitan para vivir. Y ese es un pecado por el que
pedimos perdón y perdonamos a quienes nos han ofendido. – Rezar el Padrenuestro es
disponernos a anticipar el Reino de Dios en estos tiempos.
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Jueves 10 de octubre
Tomás de Villanueva, obispo (a. 1555)

Mal 3,13-20ª: Miren que llega el día, ardiente como un horno


Salmo responsorial 1: Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor
Lc 11,5-13: Pidan y se les dará

C ontinuando la lectura de ayer, la oración se ofrece a Dios como una petición de lo


que nos hace ser hijos e hijas en dignidad. Tomando ejemplos de lo que comúnmente
ocurre en la vida, Jesús profundiza sobre el contenido de la oración. En nuestra vida
normal las peticiones se conceden o por amistad o por obligación, con agrado de hacerlo
o a regañadientes como el padre de los niños. Las imágenes del pan, el pescado y el
huevo contrastan con las de la piedra, la culebra y el escorpión. El amor del padre
biológico, aún en sus límites y estrecheces, sabe dar lo mejor a sus hijos e hijas. ¡Cuanto
más el Padre del cielo dará lo que necesitamos para vivir! Llama la atención que las
peticiones están conectadas con los alimentos materiales, que simbolizan también el
alimento espiritual que concede el Espíritu Santo. El Evangelio propone una oración
cristiana con criterios reales, vitales y espirituales, mediante los cuales podamos
responder acertadamente a las necesidades vitales de nuestros hermanos y hermanas.
Las peticiones o necesidades humanas que reciben como respuesta la piedra, la culebra
o el escorpión de la corrupción, la desigualdad y la violencia, no están en el camino de
Jesús.
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Viernes 11 de octubre
María Soledad Torres, fundadora (a. 1887)
Beato Juan XXIII, papa (a. 1963)

Jl 1,13-15; 2,1-2: El día del Señor, día de oscuridad y tinieblas


Salmo responsorial 9: El Señor juzgará el orbe con justicia
Lc 11,15-26: Si yo echo los demonios es que el reino de Dios ha llegado a ustedes

E n la mentalidad del tiempo de Jesús, los demonios representaban los poderes del
mal que actuaban sobre las personas. Se creía que había un jefe de los demonios. Jesús
actúa con el poder de Dios, pero frente al origen de su poder había opiniones muy
divididas. Es verdad que, en medio de las divisiones, difícilmente se construye el bien.
Hay un dicho muy frecuente: “Divide y vencerás”. Jesús advierte claramente esta
situación y nos orienta en el sentido de que el mal no actúa contra sí mismo, sino contra
el bien. Ante la fuerza destructora de los poderes del mal, Jesús nos invita a definirnos,
o a favor o en contra de su proyecto. No hay término medio. O estamos con él o contra
él. No caminar con Jesús significa quedar a merced de las fuerzas que se oponen al bien.
Esto explica su sentencia “el que no recoge conmigo desparrama”. La llegada del
Reino de Dios se manifiesta en que Jesús expulsa y vence las fuerzas y los espíritus que
obran negativamente sobre la vida de las personas. – Desde nuestras familias o
comunidades estamos ayudando a Jesús para combatir las fuerzas del mal, que luchan
por apoderarse del mundo.
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Sábado 12 de octubre
Nuestra Señora de Aparecida (Brasil)
Nuestra Señora del Pilar

Jl 4,12-21: Mano a la hoz; madura está la mies


Salmo responsorial 96: Alégrense, justos, con el Señor
Lc 11,27-28: Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen.

E l evangelio da a la escucha de la Palabra de Dios la categoría de Bienaventuranza.


Sin embargo, no basta con la sola escucha de la Palabra. Lo importante es cumplirla,
ponerla en práctica, de modo que se vean sus frutos. Dos exclamaciones expresan el
evento feliz de la Palabra. La expresión de la mujer que alzó la voz de entre la multitud
encarna, en la vida de las personas creyentes, el testimonio de la Virgen María que fue
la primera en acoger la Palabra de Dios y hacerla vida. Pero Jesús lanza más allá de sí
mismo el alcance poderoso de la Palabra de Dios, haciendo partícipe de esta dicha a
quien disponga sus oídos para escucharla y su vida para cumplirla. – Es hermoso que en
este día podamos disponer de una celebración con motivo de los frutos que ha generado
en nuestras vidas la escucha y la práctica de la Palabra; que podamos sentir y expresar
nuestros sentimientos como aquella mujer de la multitud, y como Jesús, cuando nos
sentimos encantados, apasionados y enamorados de la Palabra de Dios; que podamos
sentirnos felices y dichosos porque el Espíritu, a través de la Palabra, ha obrado
maravillas en la comunidad eclesial de creyentes.
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Domingo 13 de Octubre
28º domingo del Tiempo Ordinario
Eduardo, rey (a. 1066)

2 Re 5,14-17: Volvió Naamán al profeta y alabó al Señor


Salmo Responsorial 97: El Señor revela a las naciones su salvación
2 Tim 2,8-13: Si perseveramos, reinaremos con Cristo
Lc 17,11-19: El que volvió agradecido era samaritano

(Después de un comentario tradicional, añadimos un comentario crítico).


Ésta era la situación en tiempos de Jesús, judío de nacimiento, cuando tiene lugar
la escena del evangelio de hoy. Los leprosos vivían fuera de las poblaciones; si
habitaban dentro, residían en barrios aislados del resto de la población, no pudiendo
entrar en contacto con ella, ni asistir a las ceremonias religiosas. El libro del Levítico
prescribe cómo habían de comportarse éstos: “El que ha sido declarado enfermo de
afección cutánea andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando:
¡Impuro, impuro! Mientras le dure la afección seguirá impuro. Vivirá apartado y tendrá
su morada fuera del campamento” (Lv 13, 45-46). El concepto de lepra en la Biblia
dista mucho de la acepción que la medicina moderna da a esta palabra, tratándose en
muchos casos de enfermedades curables de la piel.
Jesús, al ver a los diez leprosos, los envía a presentarse a los sacerdotes, cuya
función, entre otras, era en principio la de diagnosticar ciertas enfermedades, que, por
ser contagiosas, exigían que el enfermo se retirara por un tiempo de la vida pública. Una
vez curados, debían presentarse al sacerdote para que le diera una especie de certificado
de curación que le permitiese reinsertarse en la sociedad. Pero el relato evangélico no
termina con la curación de los diez leprosos, pues anota que uno de ellos, precisamente
un samaritano, se volvió a Jesús para darle las gracias.
Por lo demás algo parecido había sucedido ya en el libro de los Reyes, donde
Naamán, general del ejército del rey sirio, aquejado de una enfermedad de la piel, fue a
ver al profeta de Samaría, Eliseo, para que lo librase de su enfermedad. Eliseo, en lugar
de recibirlo, le dijo que fuese a bañarse siete veces en el Jordán y quedaría limpio.
Naamán, aunque contrariado por no haber sido recibido por el profeta, hizo lo que éste
le dijo y quedó limpio. Cuando se vio limpio, a pesar de no pertenecer al pueblo judío,
se volvió al profeta para hacerle un regalo, reconociendo al Dios de Israel, como
verdadero Dios, capaz de dar vida. Este Dios, además, se manifiesta en Jesús como el
siempre fiel a pesar de la infidelidad humana.
Lo sucedido al leproso del evangelio sentaría muy mal a los judíos. De los diez
leprosos, nueve eran judíos y uno samaritano. Éste, cuando vio que estaba curado, se
volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole
gracias. Estar a los pies de Jesús es la postura del discípulo que aprende del maestro.
Los otros nueve, que eran judíos, demostraron con su comportamiento el olvido de Dios
que tenían y la falta de educación, que impide ser agradecidos. Sólo un samaritano -
oficialmente heterodoxo, hereje, excomulgado, despreciado, marginado-, volvió a dar
gracias. Sólo éste pasó a formar parte de la comunidad de seguidores de Jesús; los otros
quedaron descalificados.
Tal vez, los cristianos, estemos demasiado convencidos de que sólo los de dentro,
los de la comunidad, «los católicos», o «los de la parroquia»... somos los que adoptamos
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los mejores comportamientos. Con frecuencia hay gente mucho mejor fuera de nuestras
iglesias, en otras iglesias, o en otras religiones, incluso entre quienes dicen que «no
creen». En el evangelio de hoy es precisamente uno venido de fuera, despreciado por los
de dentro, el único que sabe reconocer el don recibido de Dios, dando una lección
magistral a quienes no supieron agradecer. Aprendamos la lección del samaritano.

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 89 de la serie «Un tal Jesús», de


los hnos. López Vigil, titulado «Los leprosos de Jenín». El guión del capítulo, y su
comentario, puede ser tomado de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?
id=1400089 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap89b.mp3

Añadimos un comentario crítico-teológico.


Utilizar en la liturgia relatos bíblicos sobre la realización de milagros y, por tanto,
tomarlos como plataforma sobre la que montar una reflexión cristiana que oriente
nuestra vida actual, resulta problemático por varios conceptos. En primer lugar porque
hoy dudamos seriamente de su veracidad histórica, incluso de la de muchos de los
milagros atribuidos a Jesús. Pero también y sobre todo porque, aunque fueran muchos
menos los milagros que los expertos bíblicos consideran «históricos», los milagros en sí
mismos resultan incomprensibles para la mentalidad moderna posterior a Newton, en la
que se abandona la visión precientífica de un mundo con un segundo piso superior
desde el que los dioses vigilan e intervienen alterando el orden natural de las cosas. En
la mentalidad moderna, los relatos religiosos sobre milagros tienen algo en común con
la literatura de ficción.
Sólo simbólicamente -más allá pues o al margen de la historicidad o de la ficción-
puede extraerse algún mensaje provechoso sobre el relato de la curación de Naamán
(leyéndolo entero, no en el extracto que toma la liturgia de este domingo). Y otro tanto
ocurre con el relato de hoy de la curación de los leprosos: fuera del valor ejemplarizante
del agradecimiento precisamente del samaritano, poco nos aporta ver a Jesús haciendo
ese tipo de milagros, que incluso nos lo alejan de la realidad de su entera y perfecta
humanidad.
Lo cual sugiere lo que tantos están diciendo: ¿no es necesaria otra selección
litúrgica de textos bíblicos en el actual ordenamiento del año litúrgico? Es cierto que la
actual, que no tiene todavía cincuenta años, mejoró en mucho la anterior; pero los
tiempos cambian -y nosotros con ellos-, y cunde la sensación de que la actual selección
necesita una actualización importante. No se tratará sólo de seleccionar textos bíblicos
mejores, sino de ampliar los criterios de selección (¿sólo textos bíblicos?), de superar la
uniformidad obligatoria (¿todas las comunidades en la Iglesia cada domingo y cada día
con los mismos textos?), de utilizar inteligentemente la liturgia también como vehículo
de formación (con una ordenación sistemática que permita un itinerario formativo
teológico, por ejemplo), de abrir la posibilidad de una liturgia experimental con
símbolos y lenguajes nuevos (para los muchísimos, sobre todo jóvenes, que ya no tienen
la mínima tolerancia a la simbología litúrgica actual), de abrir la posibilidad al
enriquecimiento inter-religioso de formas de cultivo de la espiritualidad (una liturgia
con más silencio, con menos palabra, con menos ideas, sin homilías reganoñas, dando
paso a otros tipos de gestos)...
Si nadie lo dice, si nadie da voz al malestar que se percibe al respecto, seguiremos
indefinidamente como estamos. Nosotros queremos decirlo. Por lo menos decirlo.
Además, ¿no ha invitado el papa Francisco a los jóvenes a que «hagan lío» en la
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sociedad y en la Iglesia... En todo caso, una forma de colaborar a hacerlo saber a quien
corresponde, es la de tomarse la libertad de cambiarlos, allá donde las condiciones de la
comunidad lo permiten y hasta lo aconsejan. El ordenamiento litúrgico de los textos, no
es -ni de lejos- un dogma de fe, y supuesta la pervivencia de un ordenamiento oficial
universal, debiera ser facultativa la posibilidad de acomodarlo en las comunidades
locales que quieran aprovecharlo pastoralmente con inteligencia. Porque el
ordenamiento litúrgico es para la comunidad, y no ésta para aquél.
¿Será que el papa Francisco ya ha pensado en que no hay por qué arrastrar por
más tiempo esta situación? Tal vez él está demasiado ocupado con los problemas de la
Curia... Pero no habría por qué perder más tiempo: una buena comisión de pastoralistas
de mente abierta y práctica puede hacer excelentes propuestas. Cumplidos ya los 50
años de la liturgia re-ordenada por el Vaticano II, es el momento... no de cambiar, no de
eliminar nada, sino de abrir una puerta a experiencias de grupos, comunidades y
personas a quienes obviamente se les ha quedado demasiado chica la ordenación
bíblico-litúrgica de hace 50 años...

Los diez leprosos (Pedro Casaldáliga)

Eran diez leprosos. Era


esa infinita legión
que sobrevive a la vera
de nuestra desatención.

Te esperan y nos espera


en ellos Tu compasión.
Hecha la cuenta sincera,
¿cuántos somos?, ¿cuántos son?

Leproso Tú y compañía,
carta de ciudadanía
nunca os acaban de dar.

¿Qué Francisco aún os besa?


¿Qué Clara os sienta a la mesa?
¿Qué Iglesia os hace de hogar?

Para la revisión de vida


¿Tengo personas en el círculo en que me muevo -o más allá- a las que he
marcado para mí con una señal de segregación o marginación?
¿Vivo en actitud de acción de gracias?
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Para la reunión de grupo
- Naamán no quería poner en práctica lo que el profeta le había mandado para
curarse, porque le parecía demasiado simple; él esperaba algo más complicado,
incluso espectacular... ¿Ocurre esto hoy día también?
- Un detalle curioso: Naamán, cuando percibió el milagro y dio gracias a Yahvé,
pidió que le dejaran llevarse a su tierra una carga de tierra de Israel... «para
poder adorar a Dios en su propia tierra». Preguntar, o buscar la explicación en
algún libro, o en las notas mismas de la Biblia, y comentar esa «vinculación que
se creía que había entre la Divinidad y la tierra»...
- ¿Quiénes son las personas más pobres y marginadas (los actuales "leprosos") del
entorno en que vivimos? Describir los actitudes concretas con las que se les
margina.
- ¿Cuál es nuestra proyección concreta hacia estas personas marginadas?

Para la oración de los fieles


- Para que descubramos los motivos que tenemos para vivir en "continua acción de
gracias", roguemos al Señor
- Por los modernos "leprosos", los que la sociedad evita... para que nuestra fe
rompa con esa imposición social y demos testimonio de una fraternidad que salta
fronteras y separaciones...
- Para que, como Jesús, estemos atentos a recibir la sorpresa de la gratitud del
extranjero, del pagano, del no creyente... y para que nosotros mismos seamos
siempre agradecidos...
- Para que los cristianos defiendan el derecho de los pobres a buscar mejores
condiciones de vida fuera de sus fronteras, cuando a los capitales de sus países
nunca se les opuso resistencia para su fuga, y cuando el mercado libre proclama
la igualdad de oportunidades...
- Para que, como recomienda Pablo a Timoteo, "hagamos memoria permanente de
Jesús", y hagamos memoria también de quienes le siguieron fielmente,
especialmente de los mártires de estas últimas décadas...
- Para que prolonguemos nuestra "eucaristía" (nuestra "acción de gracias")
durante toda la semana que comenzamos...

Oración comunitaria
• Dios Padre Nuestro, que en Jesús nos has mostrado tu voluntad de que se
rompan las barreras y fronteras que nos separan, de que los "leprosos" de todos
los tiempos sean curados y se integren a la comunidad; danos una actitud abierta
y acogedora como la suya, que destruya los efectos de la marginación y nos
ayude a construir una ciudad humana para todos, de hijos de Dios, hermanos y
hermanas sin distinción. Por Jesucristo Nuestro Señor.

º• Oh Dios, Misterio inefable de Vida y Plenitud, al que nos acercamos


reverentemente, cada domingo, en comunidad, para volver a la profundidad de
nuestro ser, a nuestro centro espiritual y realimentar nuestra capacidad de vivir y
de amar. Empápanos de tu energía, transfórmanos con tu presencia, y llena con
tu entusiasmo nuestros deseos silenciados. Tú que vives y haces vivir, , porque
eres la misma Vida-Energía sin principio ni fin. Amén.
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Lunes 14 de octubre
Calixto, papa y mártir (a. 222)

Rom 1,1-7: Por Cristo hemos recibido este don y esta misión
Salmo responsorial 97: El Señor da a conocer su victoria
Lc 11,29-32: A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás

S abiduría, predicación y conversión son palabras claves en el evangelio de hoy. Jesús


advierte que su generación es apática, indiferente e incrédula ante la Buena Nueva que
se anuncia. Decide enfrentarla, llamarla por su nombre y ponerla en el lugar adecuado.
No duda, pues, en descubrir su maldad y perversidad. Como en otros pasajes, Jesús hace
memoria de la actitud que tienen personas extranjeras como la reina del sur o la
población ninivita, atraídas por la sabiduría de Salomón y por la predicación de Jonás.
Cabe resaltar la contundencia y la radicalidad con las que Jesús se presenta a sí mismo
como la señal mayor entre profetas y sabios, aunque no le escuchen ni le crean. La
sabiduría de Salomón y la predicación de Jonás quedan superadas por Jesús. La escucha
y la conversión representan las actitudes de quien quiera ponerse en el camino hacia
Jerusalén. No es cuestión de grandes prodigios o milagros, sino de reconocer la acción
salvadora de Dios en Jesús de Nazaret. – A nosotros nos corresponde dar razón del
talante profético y sabio de Jesús ante una generación que en nuestros días es cada vez
más apática, indiferente, insensible, individualista y contraria al auténtico mensaje
cristiano.
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Martes 15 de octubre
Teresa de Jesús, religiosa y fundadora (a. 1582)

Rom 1,16-25: Los hombres no han dado a Dios la gloria que se merecía
Salmo responsorial 18: El cielo proclama la gloria de Dios
Lc 11,37-41: Den limosna, y lo tendrán limpio todo

L a escena de Jesús en casa del fariseo es impactante, y hasta desconcertante. ¿Cómo


es posible que se atreva a cuestionar el sistema de normas de purificación que regía la
vida de los fariseos? Uno puede imaginarse a Jesús sentado a la mesa, consciente de que
es observado por el anfitrión de la casa, extrañado por que no cumplió con el protocolo
de invitado. Y por si fuera poco, acusa a los fariseos de ladrones, insensatos y
maliciosos. La denuncia es tremendamente radical y temeraria, desestabilizadora del
sistema de pureza legal y social, que centraba su atención en las cosas insignificantes y
olvidaba los grandes males sociales. ¿Podríamos imaginarnos la cara que puso el fariseo
ante estas palabras de Jesús? Es de suponer que allí había también una práctica de
muchas limosnas, como demostración de la bondad de los fariseos y maestros de la ley.
Tampoco escapa a Jesús el que este sistema reportaba fama y reconocimiento social a la
gente pudiente, que daba de lo que le sobraba. Jesús desaprueba todo sistema que, bajo
el amparo de la ley o del reconocimiento social, esconde corrupción e injusticias. – Y
nosotros, ¿aparentamos limpios por fuera, pero dentro estamos llenos de egoísmo y de
maldad?
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Miércoles 16 de octubre
Margarita María de Alacoque, virgen (a. 1690)

Rom 2,1-11: Pagará a cada uno según sus obras


Salmo responsorial 61: Tú, Señor, pagas a cada uno según sus obras
Lc 11,42-46: ¡Ay de ustedes, fariseos! ¡Ay de ustedes, maestros de la Ley!

D esde la casa del fariseo, Jesús no da tregua a la confrontación con los fariseos y
maestros de la ley, sus más directos opositores. Aquella invitación terminó
desenmascarando el proceder de quienes alardeaban de ser celosos guardianes de la ley
y de la purificación. El cumplimiento del impuesto de la hierbabuena, la ruda y las
verduras, que simbolizan la práctica de los fariseos para quedar bien con las autoridades
religiosas, contrasta con el descuido de la justicia y del amor de Dios, que es lo
verdaderamente valioso que hay que observar y cuidar. Su rigurosidad y su fanatismo
por la ley quedan al desnudo en esta confrontación. La esencia de toda práctica humana,
religiosa y social, es que apunte a la salvaguarda de la justicia, la igualdad, la
fraternidad y el amor de Dios. – La situación que vivimos hoy no dista mucho del
ambiente social, político y religioso en tiempos de Jesús. Nuestros países están
agobiados con leyes insoportables, mientras que la mayoría de quienes las promulgan y
promueven nadan en mares de corrupción y de impunidad. A nivel religioso, abundan
los ritos externos, pero naufragamos en una religiosidad distante del camino, de los
valores y de la vida que nos enseñó Jesús.
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Jueves 17 de octubre
Ignacio de Antioquia, mártir (a. 107)

Rom 3,21-30ª: El hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley
Salmo responsorial 129: Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa
Lc 11,47-54: Se pedirá cuenta de la sangre de los profetas

S eguimos acompañando a Jesús en esta larga contienda con los fariseos y maestros
de la ley. La denuncia de Jesús señala la responsabilidad histórica de los crímenes
cometidos en un largo período de la historia de su pueblo. Aquella comida se tornó en
un tribunal para señalar a los culpables. Textos como éstos nos desmontan la imagen
pasiva y espiritualizada de Jesús, que evita acusar y señalar. Jesús denuncia a los padres
de sus opositores como los responsables directos de la muerte violenta de los profetas.
A estos opositores también les toca la responsabilidad de cómplices de esas muertes. Se
trata de una rendición de cuentas en el juicio final, del que no escapará esta generación,
la de Jesús; pero también a la nuestra se le pedirán cuentas por la sangre que han
derramado los poderes de la muerte. Jesús alude a la Sabiduría de Dios, denunciando
que los doctores de la ley se han hecho dueños de las llaves del saber, en una lógica que
ni entran ni dejan entrar. – Es un mensaje para quienes en la Iglesia sirven en el
ministerio de la formación, de modo que no manipulen los saberes, y no sean
intolerantes en la aplicación de la ley.
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Viernes 18 de octubre
Lucas, evangelista

2 Tim 4,9-17ª: Sólo Lucas está conmigo


Salmo responsorial 144: Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado
Lc 10,1-9: La mies es abundante, pero los obreros pocos

L a Iglesia celebra hoy la fiesta del evangelista Lucas, y nos invita a reflexionar
nuevamente sobre el envío de los setenta y dos. Acerca de Lucas se nos cuentan cosas
muy interesantes, como por ejemplo, que tenía una sensibilidad muy cercana con las
personas enfermas, dada su profesión de médico. Poseía gran talento para escribir, como
puede comprobarse en sus dos obras: el Evangelio y los Hechos de los Apóstoles. Su
procedencia griega le hacía tener un vasto conocimiento de su cultura, evidenciado en la
obra de los Hechos. Se nos cuenta también de su ímpetu misionero y espiritual, al
conceder el carácter de un seguimiento de prisa a Jesús, guiado por la fuerza del Espíritu
Santo. El envío de los setenta y dos simboliza la perspectiva ecuménica que sigue
Lucas, para quien el cristianismo sobrepasa las barreras geográficas de Israel y los
límites de Jerusalén. La frase “La mies es abundante y los obreros pocos”, dimensiona
su perspectiva de evangelización inclusiva y universal. La misión de los doce
discípulos, los setenta y dos, el viaje de Jesús a Jerusalén, de Pedro al mundo griego y
de Pablo a Roma revela el lugar central de la evangelización en la Iglesia.
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Sábado 19 de octubre
Pablo de la Cruz, fundador (a. 1775)
Isaac Jogues (a. 1646) y John de Brereuf (a. 1649), mártires (USA y
Canadá)

Rom 4,13.16-18: Apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza


Salmo responsorial 104: El Señor se acuerda de su alianza eternamente
Lc 12,8-12: El Espíritu Santo les enseñará lo que tienen que decir

E n este pasaje del Evangelio se trata de percibir la radicalidad de decidirse por Jesús.
Tal decisión no se plantea como vivir una vida relajada, sin conflictos, al gusto de todo
el mundo. Al contrario, el seguimiento de Jesús implica persecución y sufrimiento,
entereza y valor de reconocerlo abiertamente. Implica fidelidad y ser consecuentes en
nuestras palabras y acciones. No se trata, pues, de un simple reconocimiento, sino de un
compromiso, que implica hasta la decisión de morir por su causa. Así testimoniaron esta
opción las primeras comunidades cristianas. Se extiende también este llamado a quienes
hoy siguen creyendo y consagrando su vida a la causa del Reino de Dios. Jesús concede
una papel muy grande al Espíritu Santo, como el defensor por excelencia en los
momentos en que las autoridades pidan cuentas. Ante el poder de las sinagogas y de los
tribunales, no proceden los recursos y méritos propios, sino que el Espíritu Santo nos
reconforta y nos inspira para saber encontrar las mejores y apropiadas palabras. Hemos
experimentado esto muchas veces, cuando nos hemos encontrado en apuros y en
peligros. La acción del Espíritu nos sorprende a cada momento, y su poder nos relanza
más allá de lo que nuestras fuerzas humanas nos permiten.
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Domingo 20 de octubre
29º domingo de tiempo ordinario
Pedro de Alcántara, penitente (a. 1562)

Éx 17,8-13: Mientras Moisés tenía en alto la mano, vencía Israel


Salmo Responsorial 120: Nuestra ayuda está en el nombre del Señor, que hizo el cielo y la
tierra
2 Tim 3,14–4,2: Proclama la palabra a tiempo y a destiempo
Lc 18,1-8: Parábola de la viuda y el juez injusto

J esús propuso esta parábola para invitar a sus discípulos a no desanimarse en su


intento de implantar el reinado de Dios en el mundo. Para ello deberían ser constantes
en la oración, como la viuda lo fue en pedir justicia hasta ser oída por aquél juez que
hacía oídos sordos a su súplica. Su constancia, rayana en la pesadez, llevó al juez a
hacer justicia a la viuda, liberándose de este modo de ser importunado por ella.
Esta parábola del evangelio tiene un final feliz, como tantas otras, aunque así no
suele suceder siempre en la vida. Porque, ¿cuánta gente muere sin que se le haga
justicia, a pesar de haber estado de por vida suplicando al Dios del cielo? ¿Cuántos
mártires esperaron en vano la intervención divina en el momento de su ajusticiamiento?
¿Cuántos pobres luchan por sobrevivir sin que nadie les haga justicia? ¿Cuántos
creyentes se preguntan hasta cuándo va a durar el silencio de Dios, cuándo va a
intervenir en este mundo de desorden e injusticia legalizada? ¿Cómo permite el Dios de
la paz y el amor esas guerras tan sangrientas y crueles, el demencial armamento militar,
el derroche de recursos que destruyen el medio ambiente, el hambre, la desigualdad
creciente entre países y entre ciudadanos?
En medio de tanto sufrimiento, al creyente le resulta cada vez más difícil orar,
entrar en diálogo con ese Dios a quien Jesús llama “padre”, para pedirle que “venga a
nosotros tu reinado”. Desde la noche oscura de ese mundo, desde la injusticia
estructural, resulta cada día más duro creer en ese Dios presentado como omnipresente y
omnipotente, justiciero y vengador del opresor.
O tal vez haya que cancelar para siempre esa imagen de Dios a la que dan poca
base las páginas evangélicas. Porque, leyéndolas, da la impresión de que Dios no es ni
omnipotente ni impasible –al menos no ejerce como tal-, sino débil, sufriente,
“padeciente”; el Dios cristiano se revela más dando la vida que imponiendo una
determinada conducta a los humanos; marcha en la lucha reprimida y frustrada de sus
pobres, y no a la cabeza de los poderosos.
El cristiano, consciente de la compañía de Dios en su camino hacia la justicia y la
fraternidad, no debe desfallecer, sino insistir en la oración, pidiendo fuerza para
perseverar hasta implantar su reinado en un mundo donde dominan otros señores. Sólo
la oración lo mantendrá en esperanza.
No andamos dejados de la mano de Dios. Por la oración sabemos que Dios está
con nosotros. Y esto nos debe bastar para seguir insistiendo sin desfallecer. Lo
importante es la constancia, la tenacidad. Moisés tuvo esa experiencia. Mientras oraba,
con las manos elevadas en lo alto del monte, Josué ganaba en la batalla; cuando las
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bajaba, esto es, cuando dejaba de orar, los amalecitas, sus adversarios, vencían. Los
compañeros de Moisés, conscientes de la eficacia de la oración, le ayudaron a no
desfallecer, sosteniéndole los brazos para que no dejase de orar. Y así estuvo –con los
brazos alzados, esto es, orando insistentemente-, hasta que Josué venció a los
amalecitas. De modo ingenuo se resalta en este texto la importancia de permanecer en
oración, de insistir ante Dios.
En la segunda lectura Pablo también recomienda a Timoteo ser constante,
permaneciendo en lo aprendido en las Sagradas Escrituras, de donde se obtiene la
verdadera sabiduría que, por la fe en Cristo Jesús, conduce a la salvación. El encuentro
del cristiano con Dios debe realizarse a través de la Escritura, útil para enseñar,
reprender, corregir y educar en la virtud. De este modo estaremos equipados para
realizar toda obra buena. El cristiano debe proclamar esta palabra, insistiendo a tiempo
y a destiempo, reprendiendo y reprochando a quien no la tenga en cuenta, exhortando a
todos, con paciencia y con la finalidad de instruir en el verdadero camino que se nos
muestra en ella.

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 74 de la serie «Un tal Jesús», de


los hnos. López Vigil, titulado «El juez y las viudas». El guión del capítulo, y su
comentario, puede ser tomado de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?
id=1400074 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap74b.mp3

A quienes tienen una mentalidad moderna, en la que ya no imaginamos a Dios


como un alguien que está «ahí afuera» y «ahí arriba» manejando los acontecimientos de
este mundo, la oración clásica de petición se les ha ido transformando en su sentido. En
un primer momento damos menos valor a la oración de petición: descubrimos su
carácter egoísta, y su intención de «utilizar a Dios», «servirse» de él más que de
servirle. Llega un momento en que asimilamos esta situación de estar en el mundo sin
un «Dios tapa-agujeros» y le vemos menos sentido a estar recurriendo a él a cada
instante. Vamos tratando de asumir este estar en el mundo «etsi Deus non daretur»
(Grotius), como si dios no existiera. O, como dijo Bonhoeffer: nos sentimos llamados a
vivir ante Dios pero «sin dios», es decir, sin poder echar mano de Dios; el Dios
verdadero quiere que seamos adultos, que asumamos nuestra responsabilidad.
La oración continúa teniendo sentido, obviamente, pero «otro sentido» que el de
andar estableciendo transacciones («yo te doy para que tú me des») con el «dios de ahí
arriba», que puede mejorarnos la salud, o facilitarnos alguna dificultad del camino
removiendo los obstáculos. La oración es otra cosa, para otra finalidad, y sigue siendo
bien necesaria, como la respiración, pero no sirve para hacer milagros. Después de
Copérnico y Newton, ya no hay milagros.
Con una «segunda ingenuidad», cabe permitirnos una forma leve (light) de
oración de petición: aquella forma de oración en la que sabemos que no pretendemos
realmente una «transacción» con Dios, ni ponerlo de nuestro lado (influirle, hacerle
cambiar de actitud), sino simplemente permitirnos expresarnos ante Dios y ante
nosotros mismos nuestras inquietudes, como un desahogo personal, con una forma
«teísta» de «hablar con el Misterio», como un modo de colocar nuestras preocupaciones
en el contexto de la voluntad de Dios y de consolidar nuestra búsqueda de buscar esa
voluntad.
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Sobre la oración de petición y su necesaria reconsideración, ya se ha escrito
mucho y probablemente lo hemos estudiado bien. Lo que nos toca ahora es irnos
haciendo más y más consecuentes.

Para la revisión de vida


Como la viuda del evangelio, ¿soy una persona perseverante, convencida, que
sabe lo que quiere y no vacila, que quiere lo que debe querer y en ello se realiza?
¿Sería yo capaz de pasar una situación difícil... sin pedirle a Dios que intervenga,
aceptando lo que sé de que Dios no es un tapa-agujeros para mis debilidades o de
las dificultades que se me presentan en la vida?
“A Dios rogando y con el mazo dando”: ¿es lo que hago yo?

Para la reunión de grupo


- Hacer una reunión de estudio en torno al tema de la oración de petición.
Comenzar con nuestras propias experiencias. Seguir con una iluminación
teológica que puede preparar alguien. Continuar con un diálogo o debate.
Extraer algunas conclusiones. Hay varios libros de Torres Queiruga sobre el
tema. También los libros de Lenaers, y de Spong, de la colección «Tiempo axial»
(tiempoaxial.org) tocan el tema.
- La viuda también representa a las personas sencillas del pueblo que, a pesar de
su pequeñez e indefensión, encuentran en su fe fuerza para defender sus derechos,
que son derechos de los pobres, y como tales, derechos de Dios... ¿Cómo se
podría leer la parábola en este sentido, en un tiempo como el que vivimos de
“globalización” y de “mundialización del derecho”?

Para la oración de los fieles


- Por todos los cristianos, para que creamos siempre en el valor de la oración, sin
tener que identificarla con un recurso mágico o un remedio fácil para nuestros
problemas, roguemos al Señor.
- -Por todos los que claman a Dios desde situaciones insoportables de marginación
a las que el sistema económico actual los ha lanzado en las últimas décadas, para
que comprendan que Dios quiere tanto su oración como su compromiso
organizativo, social y político ("a Dios rogando y con el mazo dando")...
- Por todos los cristianos que participan en la administración de la "cosa pública",
para que den ejemplo de celo por el bien común, frente a la ola de corrupción,
falta de ética y el individualismo que invade nuestra sociedad...
- Por los cristianos que participan en la administración de la justicia, para que
comprendan que antes que cualquier otra cosa, lo que Dios espera de ellos es un
testimonio cabal de integridad y honradez...
- Para que la sociedad acierte a superar esta situación de desencanto y pesimismo,
de individualismo y pasividad, de “fin de la historia” y ausencia de utopías... y
para que los cristianos hagamos gala de la fuerza inquebrantable que la fe tiene
para hacernos sostener nuestros brazos en alto...
Servicio Bíblico Latinoamericano
Oración comunitaria
• Oh Dios, Padre de misericordia, que miras con entrañas de Madre el
sufrimiento de tus hijos e hijas: confiamos a tu corazón la esperanza y la
resistencia de todos nuestros hermanos y hermanas que reclaman insistentemente
una justicia que no saben de dónde les llegará, y te pedimos nos des un corazón
como el tuyo, para que armados de fe y de coraje, resistamos la tentación de la
desesperanza y permanezcamos firmes junto a Ti en tu proyecto de crear un
Mundo Nuevo, más digno de Ti y de nosotros tus criaturas. Por nuestro Señor
Jesucristo...

• Oh Dios, misterio inabarcable, que nos has hecho parte del movimiento caótico
de una Realidad global en la que nada se destruye y todo se transforma, en una
sucesión permanente no exenta de dolor y muerte que generan nueva vida, nuevas
complejidades, y nuevas auto-organizaciones sobre las inevitables y siempre
recurrentes caídas en el caos... Permítenos contemplar receptivos el misterio de
la creatividad siempre triunfante de la vida sobre el dolor y la muerte, confiados
en la bondad global que transpira el Universo y que nos habla de ti, su Realidad
suprema...
Servicio Bíblico Latinoamericano

Lunes 21 de octubre
Gerardo de Mayela, religioso (a. 1755)
Úrsula, mártir (siglo IV)

Rom 4,20-25: Está escrito también por nosotros


Interleccional Lc 1,69-75: Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su
pueblo
Lc 12,13-21: Lo que has acumulado, ¿de quién será?

E l evangelio de hoy está marcado por un claro lenguaje económico: herencia,


codicia, riqueza, bienes, tierras, cosecha, graneros, trigo, acumulación, tesoros. También
podemos identificar otro lenguaje, muy afín con los tiempos neoliberales que dominan
el mundo de hoy: descansa, come, bebe y disfruta. Por estas dos perspectivas se orienta
hoy en día la vida de muchas personas, que ponen su confianza en un sistema
económico que les garantiza acumulación de bienes y posibilidades de disfrutar la buena
vida. Sin embargo, los criterios del Evangelio parecen ser otros. El asunto es que “la
vida no depende de los bienes”, ni de la voluntad nuestra. En cualquier momento nos
será reclamada. ¿Cuál es, entonces, el meollo problemático de esta orientación de Jesús?
Jesús recomienda cuidarse de la codicia, la acumulación para sí y la necedad. Aplicar
esta lectura al pie de la letra puede resultar inconveniente, ya que aspirar a tener los
bienes necesarios para una vida digna es un anhelo profundamente humano. Lo
escandaloso es que orientemos nuestra vida a la acumulación de riqueza, al poder y al
placer, haciendo “harina” a las demás personas. O que obtengamos riquezas a base de
codicia, corrupción, usura y explotación. – ¿Cómo nos interpela este exigente
evangelio?
Servicio Bíblico Latinoamericano

Martes 22 de octubre
Hilarión, monje (a. 371)

Rom 5,12.15-21: Por el delito de un solo hombre comenzó el reinado de la muerte.


Salmo responsorial 39: Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad
Lc 12,35-38: Dichosos los criados a quienes el señor los encuentre en vela

E l seguimiento de Jesús en el Evangelio de Lucas se reviste de actitudes como estar


en disposición de actuar rápido, de esperar y de estar en vela. Tener “la ropa puesta y
las velas encendidas” se constituyen en distintivos de la comunidad, que no se duerme
mientras espera la llegada del Señor Jesús. No obstante, hay que advertir que la llamada
de Jesús no tiene hora ni plazo definido. Puede irrumpir en cualquier momento, razón
por la cual hay que estar preparados y despiertos para ser bienaventurados. Puede
acontecer a la media noche o al amanecer. Jesús, tomando ejemplos cotidianos de las
relaciones sociales de su época, pedagógicamente nos transmite su enseñanza. Las
figuras del amo y los siervos, representativas de la vida social y del mundo del trabajo,
sugieren una inversión en las relaciones sociales, pues los amos tenían que ser servidos
por sus siervos en las mesas. Realizar lo contrario resultaba escandaloso y fuera de lo
común. Jesús se presenta, pues, como el que sirve, no como el que vino a ser servido.
Reivindicar la dignidad de los siervos, darles su lugar de primeros en la mesa,
representa el motivo fundamental para sentirse un cristiano bienaventurado. – ¿Vivimos
nuestra vida con estas actitudes cristianas?
Servicio Bíblico Latinoamericano

Miércoles 23 de octubre
Juan Capistrano, religioso (a. 1456)
Antonio Galvao de Franca, religioso (Brasil, a. 1822)

Rom 6,12-18: Ofrezcan a Dios como hombres que han vuelto de la muerte a la vida
Salmo responsorial 123: Nuestro auxilio es el nombre del Señor
Lc 12,39-48: Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá

L a lectura del Evangelio nos convoca a reflexionar sobre la actitud de estar en


constante preparación ante la llegada del Hijo del Hombre. Muy probablemente, en
tiempo de Jesús ocurría que la gente era víctima de los ladrones, quizás por falta de
prevención. Jesús utiliza esa experiencia para dar una enseñanza a sus discípulos con
respecto al carácter sorpresivo de la irrupción del Reino. Una segunda parábola, la del
administrador, sirve de pretexto para ampliar las actitudes que han de caracterizar al
discípulo de Jesús: la fidelidad, la prudencia, el cumplimiento y la confianza. La lectura
advierte sobre las acciones que no sintonizan con las exigencias del seguimiento de
Jesús, las cuales conllevan un juicio muy severo. – Ante el mensaje de la parábola que
nos interpela en lo más profundo de nuestras vidas, reconocemos la abundancia de
dones que el Señor nos ha regalado. Esos son los bienes que nos han sido confiados, por
los cuales se nos exigirá un mayor resultado. ¿De qué manera estamos administrando
los bienes que nos regaló el Señor, al interior de nuestras familias y de la sociedad?
¿Qué nos está pidiendo Dios hoy, en concreto, como respuesta agradecida a los bienes
recibidos?
Servicio Bíblico Latinoamericano

Jueves 24 de octubre
Antonio María Claret, obispo y fundador (a. 1870)

Rom 6,19-23: Ahora han sido hechos ustedes esclavos de Dios


Salmo responsorial 1: Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor
Lc 12,49-53: No he venido a traer paz, sino división

J esús dice que desea prender fuego a la tierra; no ha venido a traer paz, sino división.
¿Cómo entender esto? Jesús tiene un ardiente deseo de llevar a cabo su misión. Su paz
no es tranquilidad a cualquier precio, falsa. Es signo de contradicción; ante su mensaje
no puede uno quedarse neutral. El evangelio despierta siempre el espíritu abrasador; la
presencia de un auténtico cristiano es suficiente para inquietar a muchos. El fuego con
el que quiere incendiar al mundo es su luz, su vida, su Espíritu. Jesús lleva dentro un
fuego que le hace entregarse al cumplimiento de su misión. San Antonio M. Claret,
cuya fiesta celebramos hoy, dejó esta definición del auténtico cristiano, del misionero:
“Es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa. Que desea
eficazmente y procura por todos los medios encender a todo el mundo en el fuego del
divino amor. Nada le arredra; se goza en las privaciones; aborda los trabajos; abraza
los sacrificios; se complace en las calumnias; se alegra en los tormentos y se gloría en
la cruz de Jesucristo…”. Y su lema episcopal fue: “El amor de Cristo me apremia”. –
¿Abrasamos también nosotros, como discípulos de Jesús?
Servicio Bíblico Latinoamericano

Viernes 25 de octubre
Los Santos Macabeos (siglo II aC)

Rom 7,18-25ª: ¿Quién me librará de este cuerpo presa de la muerte?


Salmo responsorial 118: Instrúyeme, Señor, en tus leyes
Lc 12,54-59: ¿Cómo no saben interpretar el tiempo presente?

E l Evangelio de hoy se centra en una interpretación del tiempo presente. ¿A qué


tiempo se refería Jesús? La gente era experta en comprender los cambios en el clima.
Podían darse cuenta de los momentos en que iba a llover o hacer calor. Jesús no ve nada
de extraordinario en ese tipo de sabiduría. Que haga calor o llueva es propio de la tierra
y del cielo. El señalamiento por parte de Jesús es muy fuerte, al llamarles hipócritas. El
momento presente se refiere al tiempo de la manifestación de Dios en Jesús, que la
multitud no interpreta acertadamente. Se trata del paso de Dios por la historia, del
tiempo como “kairós”. La gente contemporánea de Jesús no sabe interpretar sus
palabras y milagros como señales de la llegada del Reino de Dios. En su segunda parte,
la lectura presenta una situación diferente. Se trata de un llamado a resolver los
conflictos por medio del diálogo, con criterios de justicia. Estar a las puertas de un juez
es recorrer un camino que tiene como destino la cárcel, sin muchas esperanzas de salir
de allí. Por ello es importante acoger el diálogo y resolver los conflictos de manera
madura, pacífica y constructiva.
Servicio Bíblico Latinoamericano

Sábado 26 de octubre
Paulina Jaricot, fundadora (a. 1862)

Rom 8,1-11: El Espíritu del que resucitó a Jesús habita en ustedes


Salmo responsorial 23: Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor
Lc 13,1-9: Si no se convierten, todos perecerán de la misma manera

E n la mentalidad judía rondaba una creencia de que la gente se moría por pecadora.
Tras el personaje Pilatos o el derrumbe de la Torre de Siloé se evidencia una
interpretación religiosa de los hechos equivocada. Jesús deja sin base una interpretación
moralista de lo sucedido con los Galileos. Había también un sector de la población que
se creía bueno y libre de pecado. Las palabras de Jesús advierten y enseñan que la
bondad y la rectitud no se consiguen señalando y acusando a las demás personas de
pecadoras, sino reconociendo la propia condición, teniendo una actitud de conversión y
poniendo a producir al ciento por ciento los talentos que Dios nos ha regalado. El
sentido de nuestra vida se asemeja a la higuera de la parábola. Las semillas sembradas
por Dios en nuestra vida hay que cuidarlas, abonarlas y ponerlas a producir buenos
frutos, de lo contrario nuestra vida se irá marchitando por falta de Dios y de prójimo.
Sin embargo, hay un tiempo de gracia, una oportunidad para rectificar el camino,
simbolizada en aquella acción de cavar y abonar. Cavar y abonar simbolizan el proceso
de nuestra conversión para acoger la voluntad de Dios. – ¿Estamos dando fruto en lo
que hacemos?
Servicio Bíblico Latinoamericano

Domingo 27 de octubre
30º domingo del Tiempo Ordinario
Bartolomé de Bregantia, obispo (a. 1270)

Eclo 35,12-14.16-18: Los gritos del pobre atraviesan las nubes


Salmo Responsorial 33: Cuando el pobre llama, el Señor le escucha
2 Tim 4,6-8.16-18: Ahora me aguarda la corona merecida
Lc 18,9-14: Quien se humilla será exaltado

L a mayor parte de las parábolas de Jesús tienen como telón de fondo la vida de las
aldeas de Galilea y refleja distintas experiencias de vida del campesinado. Solamente
unas pocas se salen de este marco. Una de éstas es la del fariseo y el recaudador que se
sitúa en contexto urbano y, más en concreto, en la ciudad de Jerusalén: en el recinto del
templo, el lugar propicio para obtener la purificación y redención de los pecados.
La influencia y atracción del templo para los judíos se extendía incluso más allá
de las fronteras de Palestina, como lo mostraba claramente la obligación del pago del
impuesto al templo por parte de los judíos que no vivían en Palestina. Pagar ese
impuesto se había convertido en tiempos de Jesús en un acto de devoción hacia el
templo, porque éste hacía posible que los judíos mantuviesen una relación saludable con
Dios.
En tiempos de Jesús, el cobro de impuestos no lo hacían los romanos
directamente, sino indirectamente, adjudicando puestos de arbitrios y aduanas a los
mejores postores, que solían ser gente de las élites urbanas o aristocracia. Estas élites,
sin embargo, no regentaban las aduanas, sino que, a su vez, dejaban la gestión de las
mismas a gente sencilla, que recibía a cambio un salario de subsistencia. Los
recaudadores de impuestos practicaban sistemáticamente el pillaje y la extorsión de los
campesinos. Debido a esto, el pueblo tenía hacia estos cobradores de impuestos la más
fuerte hostilidad, por ser colaboracionistas con el poder romano. La población los
odiaba y los consideraba ladrones. Tan desprestigiados estaban que se pensaba que ni
siquiera podían obtener el arrepentimiento de sus pecados, pues para ello tendrían que
restituir todos los bienes extorsionados, más una quinta parte, tarea prácticamente
imposible al trabajar siempre con público diferente. Esto hace pensar que el
recaudador de la parábola era un blanco fácil de los ataques del fariseo, pues era
pobre, socialmente vulnerable, virtualmente sin pudor y sin honor, o lo que es igual, un
paria considerado extorsionador y estafador.
En su oración, el fariseo aparece centrado en sí mismo, en lo que hace. Sabe lo
que no es: ladrón, injusto o adúltero; ni tampoco es como ese recaudador, pero no sabe
quién es en realidad. La parábola lo llevará a reconocer quién es, precisamente no por lo
que hace (ayunar, dar el diezmo...), sino por lo que deja de hacer (relacionarse bien con
los demás).
El fariseo decimos que ayuna dos veces por semana y paga el diezmo de todo lo
que gana. Hace incluso más de lo que está mandado en la Torá. Pero su oración no es
tan inocente. Lo que parecen tres clases diferentes de pecadores a las que él alude
(ladrón, injusto, pecador) se puede entender como tres modos de describir al
Servicio Bíblico Latinoamericano
recaudador. El recaudador, sin embargo, reconoce con gestos y palabras que es pecador
y en esto consiste su oración.
El mensaje de la parábola es sorprendente, pues subvierte el orden establecido por
el sistema religioso judío: hay quien, como el fariseo, cree estar dentro, y resulta que
está fuera; y hay quien se cree excluido, y sin embargo está dentro.
En el relato se ha presentado al fariseo como un justo y ahora se dice que este
justo no es reconocido; debe haber algo en él que resulte inaceptable a los ojos de Dios.
Sin embargo, el recaudador, al que se nombra con un despectivo “ése”, no es en modo
alguno despreciable. ¿Qué pecado ha cometido el fariseo? Tal vez solamente uno: mirar
despectivamente al recaudador y a los pecadores que él representa. El fariseo se separa
del recaudador y lo excluye del favor de Dios.
Dios, justificando al pecador sin condiciones, adopta un comportamiento
diametralmente opuesto al que el fariseo le atribuía con tanta seguridad. El error del
fariseo es el de ser “un justo que no es bueno con los demás”, mientras que Dios acoge
graciosamente incluso al pecador. Esta parábola proclama, por tanto, la misericordia
como valor fundamental del reino de Dios. Con su comportamiento el recaudador
rompe todas las expectativas y esquemas, desafía la pretensión del fariseo y del templo
con sus medios redentores y reclama ser oído por Dios, ya que no lo era por el sistema
del templo y por la teología oficial, representada por el fariseo.
Si la interpretación de la parábola es ésta, entonces se puede vislumbrar por qué
Jesús fue estigmatizado como amigo de recaudadores y de pecadores y por qué fue
crucificado finalmente por las élites de Jerusalén con la ayuda de los romanos y el
pueblo.
En esta parábola se cumple lo que leemos en la primera lectura del libro del
Eclesiástico: “Dios no es parcial contra el pobre, escucha las súplicas del oprimido, no
desoye los gritos del huérfano o de la viuda cuando repite su queja”. Dios está con los
que el sistema ha dejado fuera. Como estuvo con Pablo de Tarso, como se lee en la
segunda lectura, que, a pesar de no haber tenido quien lo defendiera, sentía que el
Señor estaba a su lado, dándole fuerzas.

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 80 de la serie «Un tal Jesús», de


los hnos. López Vigil, titulado «El piadoso y el granuja». El guión del capítulo, y su
comentario, puede ser tomado de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?
id=1400080 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap80b.mp3

Para la revisión de vida


Analicemos : ¿cómo es mi manera de tratar con Dios?
¿Cómo hago oración? ¿Me creo mejor que los demás?
¿Tengo conciencia de mi ser pecador? ¿Soy humilde ante Dios y ante los
hermanos?
¿Abro mi corazón al amor gratuito de Dios?

Para la reunión de grupo


- ¿Qué actitudes "farisaicas" conocemos: en el mundo, en la Iglesia, en nuestro
país, en nuestro ambiente...?
- ¿Qué es lo esencial del "fariseísmo"? ¿Por qué es contrario al Evangelio?
Servicio Bíblico Latinoamericano
- ¿Tenemos algo también nosotros de ello? ¿Cómo podríamos evitarlo? ¿Qué
podemos hacer para comprometernos en la superación del fariseísmo en la
sociedad y en la Iglesia?
- «Dios no es parcial contra el pobre»... Ser «neutral entre ricos y pobres», ¿es la
actitud de Dios? ¿Se puede ser neutral en la lucha de clases (o el “conflicto de
intereses sociales”)? ¿Se puede vivir una vida en plenitud sin definirse ante los
pobres y desheredados?
- Buena ocasión para estudiar de nuevo en el grupo la «opción por los pobres». En
la Revista Electrónica Latinoamericana de Teología
(http://servicioskoinonia.org/relat) y en la biblioteca de Koinonía
(http://servicioskoinonia.org/biblioteca) hay artículos y algún libro completo
sobre el tema (públicamente disponibles).

Para la oración de los fieles


- Para que el Señor nos dé a todos el conocimiento íntimo de nuestras limitaciones
y de nuestros pecados, de forma que nunca despreciemos a los demás, roguemos
al Señor.
- Para que seamos humildes, "andando en la verdad", sin enorgullecernos ni
infravalorarnos,
- Para que nuestras comunidades sean ejemplo de relaciones fraternas maduras,
donde cada uno ponga todos sus dones al servicio de los demás y todos valoren
los dones -pequeños o grandes- que Dios dio incluso al más pequeño de los
hermanos...
- Para que la Iglesia dé al el mundo el ejemplo de ser una comunidad en cuyo seno
sus miembros no buscan el poder ni el arribismo, sino el servicio desinteresado y
humilde...
- Para que la comunidad cristiana, siempre esté del lado de los pobres, tomando
partido incondicionalmente por la Justicia y por los «injusticiados»...

Oración comunitaria
• Dios Padre Nuestro, cuyo Hijo se encarnó en nuestro linaje humano
despojándose de sus títulos de gloria y pasando por "uno de tantos": enséñanos a
caminar tras sus huellas, poniendo nuestro corazón sinceramente en la verdadera
gloria: el dar nuestra vida humildemente en el amor y el servicio. Así te lo
pedimos gracias al ejemplo que nos dio Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y
reina, y lucha y camina con nosotros, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios
por los siglos de los siglos. Amén.

• Oh Dios, Padre-Madre nuestro, Amor sin límites, totalmente parcializado hacia


la Justicia, en favor de los injusticiados, de todos aquellos que sufren la
explotación o marginación, excluidos de la fraternidad-sororidad. Haznos
apasionados luchadores por la Utopía-Reino del «otro mundo posible» que nos
anunció Jesús, e imitadores radicales de su opción por los pobres. Nosotros te lo
pedimos apoyados en Jesús, hijo tuyo y hermano nuestro. Amén.
Servicio Bíblico Latinoamericano

Lunes 28 de Octubre
Simón y Judas, apóstoles (s. I)

Ef 2,19-22: Están edificados sobre el cimiento de los apóstoles


Salmo responsorial 18: A toda la tierra alcanza su pregón
Lc 6,12-19: Escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles

E l evangelio nos revela tres elementos principales en la misión de Jesús: la oración,


la elección de los doce apóstoles y la sanación de la multitud enferma. Lucas destaca el
tiempo de Jesús para la oración antes de elegir a sus colaboradores más inmediatos. El
discipulado antecede a la elección de los apóstoles, una institución que simboliza a la
Iglesia como Nuevo Pueblo de Dios, a semejanza de las doce tribus de Israel. Llama la
atención que en este grupo los discípulos tienen nombre propio y hasta se revelan
detalles de su identidad. De entre los discípulos salen los apóstoles. El gentío revela las
precarias condiciones de salud en que vivía el pueblo y la esperanza puesta en el poder
sanador de Jesús, fortalecido por la experiencia de la oración. El texto da cuenta de la
procedencia universal de la multitud que sigue a Jesús. – En nuestros días nos cuesta
mucho hacer un alto en el camino para escuchar a Dios en intimidad y oración. Jesús
nos invita a tener el coraje de sacar tiempo para la oración, para que podamos tomar las
mejores decisiones y poner al servicio de los demás los dones que Dios nos ha regalado.
Servicio Bíblico Latinoamericano

Martes 29 de octubre
Beato Miguel Rúa, religioso (a. 1910)

Rom 8,18-25: La creación está aguardando la manifestación de los hijos de Dios


Salmo responsorial 125: El Señor ha estado grande con nosotros
Lc 13,18-21: Crece semilla y se hace un arbusto

J esús toma en cuenta dos imágenes de la vida cotidiana de aquel tiempo: la semilla de
mostaza y la levadura. El primer ejemplo nos remite a la vida rural, al proceso de
siembra y crecimiento de la semilla más pequeña dentro de un huerto. Quien siembra es
un hombre. Mientras tanto, en el segundo, la protagonista es una mujer, que vive el
proceso de mezclar levadura en tres medidas de masa, hasta conseguir que toda la masa
fermente. Jesús explica el Reino de Dios de una manera sencilla, sin discursos y sin
palabras complejas, de modo que sea comprendido por sus oyentes. Se trata de un
proceso, sin eventos extraordinarios, concretizado en signos cotidianos que vive la
gente. El objetivo de la siembra de la semilla es que crezca hasta convertirse en un árbol
que pueda acoger a las aves. Mientras que la levadura hará fermentar toda la masa. –
Como discípulos y discípulas de Jesús somos semillas que debemos crecer día a día en
los valores del Reino, de manera que todos los hermanos, especialmente los más
excluidos, puedan encontrar acogida y compromiso solidario. También estamos
invitados a ser fermento de los valores que Jesús nos encomendó y hacerlos florecer en
nuestras comunidades.
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Miércoles 30 de octubre
Alonso Rodríguez, viudo y religioso portero (a. 1617)

Rom 8,26-30: A los que aman a Dios todo les sirve para el bien
Salmo responsorial 12: Yo confío, Señor, en tu misericordia.
Lc 13,22-30: Vendrán de oriente y occidente y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios

L a entrada en el Reino de Dios sigue siendo el horizonte de la reflexión de Jesús.


Hay varios símbolos importantes para comprender el mensaje del Evangelio: la puerta
estrecha, la casa y la mesa del Reino. Jesús invita a entrar en su proyecto de vida, que
significa compromiso, entrega, servicio y fidelidad, actitudes que eran difíciles para
muchas personas en aquel tiempo, pero que también hoy siguen representando una
puerta estrecha para seguir a Jesús. Recordamos que la casa era un lugar muy querido
para las primeras comunidades cristianas, donde se reunían a compartir la vida y la
comida, en signo de comunión con el Resucitado. La novedad del cristianismo germinó
dentro de las comunidades de la casa, donde estaba vivo el espíritu de Jesús, que hacía
posible mantener despierto un encanto muy atractivo por traspasar la puerta y sentirse
en el seno de la comunidad. La mesa del Reino simboliza la comunión y la
universalidad del proyecto de Jesús, es decir, el ecumenismo, representado en los cuatro
puntos cardinales. Se trata de un llamado a ser consecuentes con la enseñanza que
recibimos de Jesús; a comprometernos, desde lo que somos, a vivir los valores del
Evangelio.
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Jueves 31 de octubre
Quintín, mártir (a. 287)

Rom 8,31b-39: Ninguna criatura podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo
Salmo responsorial 108: Sálvame, señor, por tu bondad
Lc 13,31-35: No cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén

E l Evangelio advierte sobre la situación peligrosa en que actúa Jesús, de los planes
que hay para darle muerte y de la conciencia que tiene sobre su identidad profética.
Jesús no rehúye el peligro, por el contrario, lo enfrenta abiertamente. Su acción
comprometida tiene como signos la denuncia, la expulsión de demonios y las
sanaciones de los enfermos. Esa acción de Jesús se manifiesta en el tiempo presente
(hoy) y futuro (mañana), sin perder el horizonte que la inspira. Busca confrontar los
poderes en el lugar mismo donde se concentran. A través de la imagen de la gallina que
arropa a sus polluelos, desvela la realidad de violencia, persecución y muerte que
circunda a Jerusalén. El pasaje revela la humanidad de Jesús, su sentir más profundo y
su visión sobre el destino que le espera en esta ciudad, que mata a los profetas y rechaza
el mensaje del Evangelio. – La realidad de hoy nos exige vivir una actitud profética al
estilo de Jesús, denunciadora de los hechos de violencia y muerte que acontecen a diario
en nuestros campos y ciudades, pero también propositiva de hechos concretos de amor,
paz y justicia. Una actitud profética que revele la bendición de Dios.
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