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19. La enseñanza
y el aprendizaje
de las matemáticas:
una perspectiva psicológica
Javier Onrubia, M.a José Rochera y Elena Barberá
1. Introducción
Las matemáticas se han constituido especialmente en las dos últimas décadas, en uno de
los dominios específicos más estudiados por la investigación psicoeducativa. Una de las
razones de este interés puede encontrarse en el hecho de que los procesos de enseñanza
y aprendizaje de las matemáticas reflejan y permiten acordar de manera especialmente
adecuada temáticas básicas para la investigación psicoeducativa actual, como los
procesos de resolución de problemas, los lenguajes formales y sistemas notacionales de
representación que median el aprendizaje escolar, o la relación entre conocimiento
específico, conocimiento procedimental y capacidades metacognitivas. Otra de estas
razones remite, muy probablemente, a las dificultades, habitualmente reconocidas y
ampliamente documentadas, que muchos alumnos muestran para aprender matemáticas
en la escuela: unas dificultarles que resultan aún más urgentes de resolver ante los
niveles en aumento de conocimiento matemático que parece requerir un entorno social y
tecnológico cuya complejidad aumenta rápidamente.
2. El conocimiento matemático
El conocimiento matemático presenta, al menos en su estado final de construcción, un
conjunto de características peculiares que le otorgan una notable especificidad. Muy
esquemáticamente, estas características pueden sintetizarse como sigue (Barberá y
Gómez-Granell, 1996):
como la que acabamos de plantear, cabe afirmar que esta es sólo una cara de la moneda
matemática. En efecto, las matemáticas tienen también una dimensión menos abstracta
y descontextualizada, más funcional y relacionada con la resolución de problemas
prácticos en situaciones concretas, más pragmáticas y situada. La elaboración y
desarrollo del conocimiento matemático no se puede separar, en este sentido, de la
acción concreta sobre los objetos, de la intuición y de las aproximaciones inductivas
ligadas a tareas, problemas y contextos particulares, ni tampoco de los instrumentos y
tecnologías de representación culturalmente elaboradas como apoyo a la actividad
matemática. Desde esta perspectiva, las matemáticas constituyen también, una actividad
cultural social e históricamente situada, influenciada por criterios mundanos de utilidad
e intencionalidad y basada en prácticas cotidianas como contar, medir, localizar,
diseñar, jugar o explicar (Bishop, 1999).
Esta dualidad hace que podamos hablar de dos tipos distintos de significados
relacionados con el conocimiento matemático: uno interno, formal, puramente
matemático, y otro externo, referencial, que vincula el sistema formal de las
matemáticas con algunos aspectos del mundo real. La coordinación de estos dos tipos de
significados resulta compleja y es un obstáculo central en el aprendizaje de las
matemáticas. De hecho, en muchos casos se constata que los alumnos no llegan a
coordinarlos, sino que los mantienen separados, en una especie de <<esquizofrenia
semántica» entre el significado matemático y el significado referencial (Marti, 1996). El
resultado es que muchos alumnos aplican procedimientos matemáticos, pero no saben
por qué funcionan; dominan las habilidades, de cálculo necesarias para resolver
problemas escolares estándar, pero carecen de la comprensión para aplicar su
conocimiento a situaciones nuevas: son capaces de manipular símbolos, pero no
entienden el significado de los mismos ni de lo que están haciendo con ellos. Para estos
alumnos, el aprendizaje matemático acaba consistiendo en la repetición mecánica de
definiciones, demostraciones y formulas o en la aplicación no menos mecánica de
La psicología de la enseñanza y el aprendizaje de los contenidos escolares
finales, sino que debe extenderse también, en mayor o menor medida, a los
procesos o caminos que conducen a estos enunciados o formulaciones finales.
que una determinada aplicación es la más adecuada para una situación concreta.
El conocimiento condicional proporciona al alumno un sistema de valoración
sobre la extensión y las limitaciones de su saber (qué se sabe sobre el tema, su
capacidad de memoria, etc.), a la vez que examina la naturaleza de la demanda
del profesor y su objetivo último, y evalúa variables externas como pueden ser el
tiempo que tiene o con quién realiza la tarea.
Son muchos los estudios que muestran que una cosa es saber ejecutar un
procedimiento de manera perfecta y otra cosa muy diferente saber en qué
contexto se puede y se debe aplicar dicho procedimiento (véase, por ejemplo,
Schoenfeld, 1992). Los alumnos con un elevado rendimiento en matemáticas
poseen habilidades cognitivas de alto nivel como pueden ser las habilidades
metacognitivas de planificación, revisión, control, selección y evaluación de las
propias actividades intelectuales. Se puede afirmar que la actividad matemática
requiere la adquisición integrada de conocimiento de ámbito específico y de
habilidades cognitivas más generales, aunque aplicadas a la especificidad del
área.
relación con las matemáticas (véase Niss, 1996, para una discusión más detallada de
este punto).
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1
El pensamiento narrativo y el pensamiento paradigmático pueden considerarse como dos formas
generales en que los seres humanos organizan y gestionan su conocimiento del mundo, y estructuran su
experiencia inmediata. El pensamiento narrativo, con el que alumnos y alumnas se aproximan típicamente
al aprendizaje de las matemáticas, se orienta a la comprensión de fenómenos concretos, personales e
intencionales, y se apoya en referentes concretos e imaginables. Por su parta, el pensamiento
paradigmático propio de las matemáticas como sistema formal, así como de otras disciplinas científicas,
suprime intenciones y motivaciones, y se basa en representaciones abstractas y muy generales de las
características de la realidad. El pensamiento narrativo parece especializado en la comprensión y el trato
con las personas y sus situaciones: el pensamiento paradigmático, en la relación con las cosas «físicas».
aula de primaria cuánto creen que mide un gigante que ha dejado la huella de su mano
en la pizarra, o preguntarles si creen que es verdad el dato -equivocado a causa de un
error de imprenta- que ofrece una determinada enciclopedia sobre la extensión de su
comunidad autónoma, son algunos ejemplos de actividades que pueden fomentar esta
utilización (el lector interesado puede encontrar una presentación más detallada de este
y otros ejemplos en Becker y Selter, 1996).
2
Un análisis detallado de algunas de las dificultades de traducción que plantea el ejemplo citado
puede encontrarse en Riviere (1990)
Vanderbilt, 1992) o de los trabajos realizados por Cobb y sus colaboradores (por
ejemplo, Cobb, Wood y Yackel, 1993). El lector interesado puede encontrar una
presentación inicial de estos y otros «entornos potentes» para la enseñanza y el
aprendizaje de las matemáticas en Bruer (1995), de Corte, Greer y Verschaffel (1996), y
Becker y Selter (1996).