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CAPÍTULO 17
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cerebral, con frecuencia resulta alterada por una hemorragia arterial o una trombosis
cerebral.
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interna (fig. 17-2). Tiene un trayecto hacia delante y medialmente superior al nervio
óptico, y penetra en la fisura longitudinal del cerebro. Aquí, se une a la arteria cerebral
anterior del lado contrario mediante la arteria comunicante anterior. Se curva hacia
atrás sobre el cuerpo calloso, y, por último, se anastomosa con la arteria cerebral
posterior (fig. 17-3; v. fig. 17-8). Las ramas corticales irrigan toda la superficie
medial de la corteza cerebral hasta el surco parietooccipital (fig. 17-3). También irrigan
una franja de corteza de alrededor de 2,5 cm de ancho de la superficie lateral
adyacente. La arteria cerebral anterior irriga por tanto el «área de la extremidad
inferior» del surco precentral. Un grupo de ramas centrales atraviesan la sustancia
perforada anterior y ayudan a irrigar parte de los núcleos lenticular y caudado y de la
cápsula interna.
5. La arteria cerebral media, la rama más grande de la carótida interna, tiene un
trayecto lateral en el surco cerebral lateral (fig. 17-2). Las ramas corticales irrigan
toda la superficie lateral del hemisferio, excepto la franja estrecha irrigada por la arteria
cerebral anterior, el polo occipital y la superficie inferolateral del hemisferio, que están
irrigadas por la arteria cerebral posterior (fig. 17-3). Esta arteria irriga, por tanto, toda
el área motora, excepto el «área de la extremidad inferior». Las ramas centrales
penetran en la sustancia perforada anterior e irrigan los núcleos caudados y lenticular,
y la cápsula interna (fig. 17-4).
Arteria vertebral
La arteria vertebral, una rama de la primera parte de la arteria subclavia, asciende por el
cuello al atravesar los agujeros de las apófisis transversas de las seis vértebras cervicales
superiores (fig. 17-1). Penetra en el cráneo a través del agujero magno y atraviesa la
duramadre y la aracnoides para entrar en el espacio subaracnoideo. Luego, sigue hacia
arriba, hacia delante y medialmente sobre la médula oblongada (fig. 17-2). En el extremo
inferior del puente (protuberancia), se une al vaso del lado contrario para formar la
arteria basilar.
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Figura 17-1 Origen y recorrido de la arteria carótida interna y de las arterias vertebrales conforme ascienden por
el cuello y penetran en el cráneo.
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página 482.
4. La arteria cerebelosa posteroinferior, la rama más grande de la arteria vertebral,
sigue un curso irregular entre la médula oblongada y el cerebelo (fig. 17-2; v. figuras
17-12 y 17-14). Irriga la superficie inferior del vermis, los núcleos centrales del
cerebelo, y la superficie inferior del hemisferio cerebeloso; también irriga la médula
oblongada y el plexo coroideo del cuarto ventrículo.
5. Las arterias medulares son ramas muy pequeñas que están distribuidas en la médula
oblongada.
Arteria basilar
La arteria basilar, formada por la unión de las dos arterias vertebrales (fig. 17-1),
asciende en un surco en la superficie anterior del puente (protuberancia) (fig. 17-2; v.
figs. 17-13 y 17-14). En el extremo superior del puente (protuberancia), se divide en las
dos arterias cerebrales posteriores.
Figura 17-2 Arterias de la superficie inferior del cerebro. Obsérvese la formación del circuito arterial cerebral. Se
ha eliminado parte del lóbulo temporal para mostrar el trayecto de la arteria cerebral media.
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Ramas
1. Las arterias pontinas están formadas por numerosos vasos pequeños que penetran a
la sustancia del puente (protuberancia) (fig. 17-2; v. figs. 17-13 y 17-14).
2. La arteria laberíntica es una arteria larga y estrecha que acompaña a los nervios
facial y vestibulococlear en el conducto auditivo interno, y que irriga el oído interno. A
menudo, se forma como una rama de la arteria cerebelosa anteroinferior.
3. La arteria cerebelosa anteroinferior tiene un trayecto hacia atrás y lateralmente, e
irriga las partes anterior e inferior del cerebelo (fig. 17-2; v. figs. 17-13 y 17-14).
Algunas ramas se dirigen al puente (protuberancia) y a la parte superior de la médula
oblongada.
4. La arteria cerebelosa superior se origina cerca de la terminación de la arteria basilar
(fig. 17-2; v. figs. 17-11 y 17-14). Tiene un trayecto alrededor del pedúnculo cerebral,
e irriga la superficie superior del cerebelo. También irriga al puente (protuberancia), la
glándula pineal y el velo medular posterior.
5. La arteria cerebral posterior se curva lateralmente y hacia atrás alrededor del
mesencéfalo, y se une con una rama comunicante posterior de la arteria carótida
interna (figs. 17-1 y 17-2; v. figs. 17-11 y 17-14). Las ramas corticales irrigan las
superficies inferolateral y medial del lóbulo temporal y las superficies medial y lateral
del lóbulo occipital (fig. 17-3). Por tanto, la arteria cerebral posterior irriga la corteza
visual. Las ramas centrales perforan el parénquima cerebral e irrigan partes del
tálamo y del núcleo lenticular, así como el mesencéfalo, la glándula pineal y los
cuerpos geniculados mediales. Una rama coroidea penetra en el asta inferior del
ventrículo lateral e irriga el plexo coroideo; también irriga el plexo coroideo del tercer
ventrículo.
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Figura 17-3 Zonas irrigadas por las arterias cerebrales. A: superficie lateral del hemisferio derecho. B: superficie
medial del hemisferio derecho. La zona irrigada por la arteria cerebral anterior está coloreada de azul, la zona
irrigada por la arteria cerebral media lo está de rosa, y la arteria coloreada por la arteria cerebral posterior lo está
de marrón.
Las variaciones en el tamaño de las arterias que forman el circuito arterial cerebral son
frecuentes, y se ha descrito la ausencia de una o de ambas arterias comunicantes.
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Figura 17-4 Corte coronal de los hemisferios cerebrales que muestra la irrigación arterial a las estructuras
cerebrales profundas desde la arteria cerebral media.
El tálamo está irrigado principalmente por ramas de las arterias comunicante posterior,
basilar y cerebral posterior. El mesencéfalo está irrigado por las arterias cerebral
posterior, cerebelosa superior y basilar.
El puente (protuberancia) está irrigado por las arterias basilar y cerebelosa anterior,
inferior y superior.
La médula oblongada está irrigada por las arterias vertebral, espinal anterior y
posterior, cerebelosa posteroinferior y basilar.
El cerebelo está irrigado por las arterias cerebelosa superior, cerebelosa anteroinferior
y cerebelosa posteroinferior.
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Figura 17-5 Drenaje venoso del hemisferio cerebral derecho. A: superficie lateral. B: superficie medial.
CAPILARES CEREBRALES
El aporte de sangre capilar al encéfalo es mayor en la sustancia gris que en la sustancia
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blanca. Esto es previsible, puesto que la actividad metabólica de los cuerpos de las
neuronas en la sustancia gris es mucho mayor que en las terminaciones nerviosas de la
sustancia blanca. La barrera hematoencefálica aísla el tejido cerebral del resto del cuerpo,
y está formada por las uniones estrechas que existen entre las células endoteliales en los
lechos capilares (v. pág. 462).
CIRCULACIÓN CEREBRAL
El torrente sanguíneo al cerebro debe aportar oxígeno, glucosa y otros nutrientes al tejido
nervioso, y eliminar dióxido de carbono, ácido láctico y residuos metabólicos. Se ha
demostrado que el cerebro está irrigado por sangre arterial procedente de las dos arterias
carótidas internas y de las dos arterias vertebrales. El aporte de sangre a la mitad del
cerebro procede de la arteria carótida interna, y la arteria vertebral de este lado y sus
respectivos flujos se juntan en la arteria comunicante posterior en el punto en el que la
presión de las dos es igual y no se mezclan (fig. 17-6). Si, no obstante, la arteria carótida
interna o la arteria vertebral se ocluyen, la sangre fluye hacia atrás o hacia delante a lo
largo de este punto para compensar la reducción del torrente sanguíneo. El circuito
arterial cerebral también permite que el torrente sanguíneo atraviese la línea media, como
se observa cuando se ocluye la arteria carótida interna o vertebral de un lado. También se
ha observado que los dos flujos de sangre desde las arterias vertebrales se mantienen
separados del mismo lado de la luz en la arteria basilar, y que no se mezclan.
Aunque las arterias cerebrales se anastomosan las unas con las otras en el circuito
arterial cerebral y mediante ramas en la superficie de los hemisferios cerebrales, una vez
que penetran en la sustancia cerebral, no se producen más anastomosis.
El factor más importante para que la sangre fluya a través del cerebro es la presión
sanguínea arterial. A ésta se oponen factores como el aumento de la presión intracraneal,
aumento de la viscosidad de la sangre o estenosis del diámetro vascular. El flujo de
sangre cerebral es marcadamente constante a pesar de los cambios de la presión
sanguínea general. Esta autorregulación de la circulación se logra mediante una
disminución compensatoria de la resistencia vascular cerebral cuando disminuye la
presión intracraneal, y por un aumento de la resistencia vascular cuando aumenta la
presión arterial. No es necesario insistir en que esta autorregulación no mantiene un
torrente sanguíneo adecuado cuando la presión arterial se reduce a un nivel muy bajo.
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Figura 17-6 Circuito arterial cerebral que muestra la distribución de sangre desde las cuatro arterias principales.
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Figura 17-7 A: irrigación arterial de la médula espinal que muestra la formación de dos arterias espinales
posteriores y de una arteria espinal anterior. B: sección transversal de la médula espinal que muestra las arterias
segmentarias posteriores y las arterias radiculares.
Las arterias espinales posteriores son pequeñas en la región torácica, y los primeros
tres segmentos torácicos de la médula espinal son especialmente vulnerables a la
isquemia si se ocluyen las arterias segmentarias o radiculares en esta región.
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