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STEPHEN C.

LEVINSON
Stephen C. Levinson FBA (nacido el 6 de diciembre de 1947) es un científico social
británico, conocido por sus estudios sobre las relaciones entre cultura , lenguaje y
cognición , y ex director científico del departamento de Lenguaje y Cognición del
Instituto Max Planck para Psicolingüística en Nijmegen , Países Bajos.
Levinson se educó en Bedales School y King's College, Cambridge , donde recibió una
licenciatura en Arqueología y Antropología Social, y en la Universidad de California,
Berkeley, donde recibió un doctorado en Antropología Lingüística. Ha ocupado puestos
en la Universidad de Cambridge, la Universidad de Stanford y la Universidad Nacional
de Australia, y actualmente es profesor de Lingüística Comparada en la Universidad de
Radboud. En diciembre de 2017, se jubiló como director del departamento de Lenguaje
y Cognición del Instituto Max Planck de Psicolingüística. Entre otras distinciones, es
ganador del Premio Stirling en 1992, miembro electo del Stanford Center for Advanced
Study in the Behavioral Sciences, miembro de la Academia Europea y profesor Hale en
2009 de la Linguistic Society of América. En 2017, Levinson recibió un doctorado
honoris causa de la Universidad de Uppsala. Es el actual presidente de la Asociación
Internacional de Pragmática.

1. EL ÁMBITO DE LA PRAGMÁTICA
1. 1 Origen y caprichos históricos del término pragmática
El uso moderno del término pragmática es atribuible al filósofo Charles Morris (1938),
interesado en esbozar (después de Locke y de Pierce) el perfil general de una ciencia de
los signos, o semiótica. Dentro de la semiótica, Morris distinguió tres ramas diferentes
de investigación: la sintáctica (o sintaxis), que es el estudio de "la relación formal de los
signos entre sí”, la semántica, el estudio de "las relaciones de los signos con los objetos
a los que dichos signos son aplicables” (sus desígnala), y la pragmática, el estudio de
"las relaciones de los signos con los intérpretes” (1938: 6). Dentro de cada rama de la
semiótica se podía distinguir entre los estudios puros, que se ocupan de la elaboración
de un metalenguaje pertinente, y los estudios descriptivos que aplicaban dicho
metalenguaje a la descripción de signos específicos y sus usos (1938 (1971: 24)).
1.2 Definición de la pragmática
La definición de pragmática no es nada fácil de proporcionar, por las diferentes
controversias que existen a partir de este término, de hecho, en cierto sentido no existe
ningún problema de definición en absoluto: así como, tradicionalmente, la sintaxis se ha
considerado como el estudio de las propiedades combinatorias de las palabras y sus
partes y la semántica como el estudio del significado, asimismo la pragmática es el
estudio del uso del lenguaje. Una definición de este tipo es igual de buena (o mala) que
las definiciones paralelas de sus términos hermanos, pero es apenas suficiente para
indicar a qué se dedican realmente los practicantes de la pragmática: para descubrir esto,
como en cualquier disciplina, uno debe echar una ojeada.
Primera definición
Una definición posible podría decir lo siguiente: la pragmática es el estudio de aquellos
principios que explican por qué ciertas oraciones son anómalas o no son enunciados
posibles.

Se podría ofrecer una explicación de las anomalías que muestran estas oraciones
indicando que no existen contextos, al menos contextos habituales, en los que puedan
ser usadas adecuadamente.
Otra clase de definición que podría ofrecerse sería que la pragmática es el estudio del
lenguaje desde una perspectiva funcional, esto es, que intenta explicar facetas de la
estructura lingüística haciendo referencia a influencias y causas no-lingüísticas. Pero
una definición, o ámbito, para la pragmática de este tipo no distinguiría la lingüística
pragmática de otras muchas disciplinas interesadas en un enfoque funcional del
lenguaje, incluyendo la psicolingüística y la sociolingüística. Además, podría aducirse
plausiblemente que adoptar una definición de este tipo es confundir los motivos para
dedicarse al estudio de la pragmática con los objetivos o el perfil general de una teoría
( de lo cual hablaremos más adelante).
1.3 El interés actual en la pragmática
En el aumento del interés por la pragmática de los últimos años convergen un número
de razones. Algunas de ellas son esencialmente históricas: el interés desarrollado en
parte como reacción o antídoto al tratamiento chomskiano del lenguaje como un
mecanismo abstracto, o una capacidad mental disociable de los usos, usuarios y
funciones del lenguaje (una abstracción que Chomsky sacó en parte del estructuralismo
postbloomfieldiano que predominaba en los años inmediatamente anteriores a la
gramática generativa transformacional). Buscando los medios para poder minar la
posición de Chomsky, los semantistas generativos se vieron entonces atraídos por un
cuerpo considerable de pensamiento filosófico ocupado en mostrar la importancia de los
usos del lenguaje a la hora de comprender su naturaleza (nos referimos a la obra de
Austin, Strawson, Grice y Searle en particular). Hasta hoy, la mayoría de los conceptos
importantes de la pragmática se han sacado directamente de la filosofía del lenguaje .
Una vez se hubo establecido este ámbito más amplio en la principal corriente de la
lingüística norteamericana, 21 la pragmática tomó muy pronto vida propia, porque las
cuestiones que surgieron tienen interés e importancia por sí mismas.

2. La deíxis
La manera más obvia en que la relación entre lenguaje y contexto se refleja en las
estructuras mismas de las lenguas es a través del fenómeno de la deíxis. El término
proviene de la palabra griega para señalar o indicar, siendo ejemplos prototípicos o
principales de ello el uso de los demostrativos, los pronombres de primera y segunda
persona, el tiempo verbal, adverbios espec íficos de tiempo y lugar como now"ahora" y
here, “aquí” , y varios otros rasgos gramaticales ligados directamente a las
circunstancias de la enunciación.
En esencia, la deíxis se ocupa de cómo las lenguas codifican o gramaticalizan rasgos del
contexto de enunciación o evento de habla, tratando así también de cómo depende la
interpretación de los enunciados del análisis del contexto de enunciación. Así, el
pronombre this "éste/a/o" no se refiere a ni denomina una entidad concreta en su uso,
sino que más bien es una variable o soporte de lugar para una entidad concreta dada por
el contexto (por ej. mediante un gesto).
2.2 Categorías principales de la deíxis
 Deíxis de persona. - La deíxis personal, expresada con pronombres personales
de 1.ª y 2.ª persona [[yo (mí, me), tú (te, ti,...)]); también, con los de de 3.ª
persona [él, ella]), pero con éstos solo cuando señalan a una persona presente en
la situación; con pronombres posesivos de 1.ª y 2.ª persona ([mí, tu, su, nuestro,
vuestro,...]); y con morfemas verbales de 1.ª y 2.ª persona, a causa de la elipsis,
habitual en español, del pronombre sujeto ([Quiero], en que la «o» final señala a
la persona que habla).

 Deíxis de tiempo. - La deíxis temporal, realizada mediante adverbios, locuciones


y sintagmas adverbiales de presente ([hoy, ahora]), pasado ([ayer, el mes pasado,
hace poco]) o futuro ([el mes próximo, dentro de poco,…]) y mediante
morfemas de tiempo ([Llegó], [Llegas]).
 Deíxis de lugar. - La deíxis de lugar o de espacio concierne a la especificación
de las situaciones relativas a los puntos de anclaje en el evento de habla. La
deíxis espacial, formulada con adverbios de lugar ([aquí, ahí, allí, allá,...]),
demostrativos ([este, ese, aquel,…]) y verbos de significado locativo ([traer] al
lugar en que se habla, [venir], etc.).
 Deíxis del discurso. - La deíxis del discurso, o del texto, concierne al uso de
expresiones en un enunciado para referirnos a alguna porción del discurso que
contenga ese enunciado (incluyendo al mismo enunciado). La deíxis textual o
discursiva, a medio camino entre la deíxis y la anáfora, realizada con
pronombres personales o demostrativos neutros ([eso, ello, lo]) o expresiones
del tipo [líneas más arriba, como ya hemos comentado, a continuación], etc.;
remite a fragmentos del texto que se han dicho, o que se van a decir, y que, por
lo tanto, están ya presentes en el entorno comunicativo y son susceptibles de ser
señalados.
 Deíxis social. - La deíxis social atañe a "aquellos aspectos de las oraciones que
reflejan o establecen o están determinados por ciertas realidades de la situación
social en que tiene lugar el acto de habla". que refleja o establece la relación
social entre los participantes en la comunicación. Las fórmulas de tratamiento,
aunque forman parte de la deíxis personal, se consideran como grupo específico
ya que no solo señalan los papeles de locutor e interlocutor, sino también su
estatus social y la relación que los une. En español el sistema de tratamientos
varía según los dialectos: [tú, usted, vos, ustedes, vosotros] se utilizan de modo
distinto, por ejemplo, en el español septentrional de la Península y en el español
hablado en algunos países de América, conformando por lo tanto subsistemas
distintos de deíxis social.

3. implicaturas conversacionales
la noción n de implicatura es que proporciona una explicación explícita de cómo es
posible significar (en un sentido general ) más de lo que efectivamente 'se dice' (es
decir, más de lo que es literalmente expresado por el sentido convencional de las
expresiones lingüísticas enunciadas).
Una implicatura conversacional se produce cuando hay un elemento expresado o
implícito por parte del hablante sin ser parte de lo que se dice en sentido estricto. La
implicatura conversacional, por lo tanto, constituye un componente del sentido que da el
hablante al enunciado, pero que no es parte de lo que significa la oración.
En suma, las implicaturas conversacionales comunican / transmiten / significan menos
de lo que se dice. El hablante implica y el receptor realiza una inferencia. Dependiendo
de diferentes factores, el receptor puede tener éxito en la recuperación del sentido del
hablante o puede no tener éxito.

4. La presuposición
Las presuposiciones son tipos de inferencias pragmáticas por las que el emisor de un
enunciado transmite un tipo determinado de información implícita en el que es
indispensable que exista unos conocimientos compartidos entre el emisor y el receptor
de este enunciado.
El concepto técnico de presuposición procede de la filosofía. Levinson (1983) presenta
un amplio recorrido histórico sobre la concepción del término. Entendida en principio
como un concepto propio de la lógica semántica, desde el análisis del discurso se ha
indagado en otro tipo de presuposición que escapa del análisis estrictamente lógico, ya
que se basa en el conocimiento previo que se da por supuesto y compartido por las
personas que participan en el acto comunicativo. Este tipo de presuposición se conoce
con el nombre de presuposición pragmática o implicatura.
Como características lógicas fundamentales de la presuposición se señalan normalmente
las siguientes:
1. la presuposición permite dar cuenta de la veracidad del enunciado del que forma
parte. Así, por ejemplo, ante un enunciado como [Alberto ha dejado de
quererme] se presupone [Alberto me quería]; idea que debe ser cierta para que
también lo sea el enunciado desde el que se deriva la presuposición.
2. La presuposición sigue siendo válida aun negando el enunciado del que se
deriva. Así, [Alberto no ha dejado de quererme] sigue presuponiéndose que
[Alberto me quería].
3. Las presuposiciones, por ser significados convencionales de las expresiones, no
se pueden fácilmente anular, sin que el hablante se contradiga. [Alberto ha
dejado de quererme, pero nunca me quiso].
La práctica comunicativa de la lengua en el aula comporta necesariamente el recurso a
las presuposiciones, de lo que se derivan como mínimo, dos consecuencias para la
concepción y la realización de las actividades de enseñanza:
1. que los enunciados en cuya formulación y uso significativo en el aula deben
entrenarse los aprendientes no pueden ser eficaces ni coherentes si hacen
explícito todo el contenido informativo, es decir, si los estudiantes no se
acostumbran a hacer uso eficaz de la presuposición en el discurso generado en el
aula, tanto en la producción como en la recepción de mensajes. Esto afecta
también a los textos que se aportan al aula (discurso aportado), que no deben ser
artificialmente manipulados con el fin de favorecer una comprensión
pretendidamente más fácil de los mismos.
2. Que, para lograr el objetivo que se señala en, hay que asegurarse de que los
aprendientes comparten el necesario conocimiento suficiente para usar
eficazmente las presuposiciones.
Por lo tanto, en didáctica de segundas lenguas, el interés suscitado desde el surgimiento
del enfoque comunicativo, por el componente pragmático de la lengua, ha llevado a dar
cabida a la explotación didáctica de lo que las formas significan, de lo que presuponen y
comunican, con una aproximación a la gramática y a la semántica desde un punto de
vista más pedagógico.

5. Actos del habla


La teoría de los actos de habla es probablemente, de todas las cuestiones relativas a una
teoría general del uso del lenguaje, la que ha suscitado un mayor interés.
Se entiende por acto de habla la unidad básica de la comunicación lingüística, propia del
ámbito de la pragmática, con la que se realiza una acción (orden, petición, aserción,
promesa...).
Esta forma de concebir el lenguaje parte del filósofo británico J. L. Austin, quien en la
década de los 40 expuso en sus clases sus investigaciones pragmáticas en torno a la
lengua, recogidas luego en su obra póstuma de 1962. El término fue acuñado
posteriormente por un discípulo suyo, el filósofo J. Searle, quien perfeccionó y
consolidó dicha teoría.
Al producir un acto de habla, se activan simultáneamente tres dimensiones:
Un acto locutivo (el acto físico de emitir el enunciado, como decir, pronunciar, etc.).
Este acto es, en sí mismo, una actividad compleja, que comprende, a su vez, tres tipos
de actos diferentes:
 acto fónico: el acto de emitir ciertos sonidos;
 acto fático: el acto de emitir palabras en una secuencia gramatical estructurada;
 acto rético: el acto de emitir las secuencias gramaticales con un sentido
determinado.
Un acto ilocutivo o intención (la realización de una función comunicativa, como
afirmar, prometer, etc.)
Un acto perlocutivo o efecto (la (re)acción que provoca dicha emisión en el
interlocutor, como convencer, interesar, calmar, etc.)
De este modo, al emitir un enunciado como [te prometo que lo haré] estamos, por un
lado, diciendo algo (acto locutivo); prometiendo una acción (acto ilocutivo) y
provocando un efecto (convencer de la promesa al interlocutor).
Según esta teoría, los enunciados sirven no sólo para expresar proposiciones con las que
describir, constatar, en suma, decir algo, sino también para realizar acciones lingüísticas
muy diversas en contexto, por ejemplo, dar una orden o hacer una promesa. La
realización de tales actos está sujeta a un conjunto de reglas convencionales, cuya
infracción afectará directamente a los efectos comunicativos del acto. Searle propuso
una tipología de dichas condiciones; éstas se refieren a las circunstancias y al papel de
los participantes del acto de habla, a sus intenciones así como a los efectos que
pretenden provocar. Son las llamadas condiciones de felicidad. Así, por ejemplo, para
prometer algo a alguien, hay que ser sincero, dirigirse a un destinatario interesado en la
realización de esta promesa, no prometer algo imposible de cumplir o cuyo
cumplimiento, por el contrario, resulta evidente, etc.
Searle agrupa los actos de habla en cinco categorías: los actos de habla asertivos dicen
algo acerca de la realidad: [el teatro estaba lleno]; los directivos pretenden influir en la
conducta del interlocutor: [no te olvides de cerrar con llave]; los compromisivos
condicionan la ulterior conducta del hablante: [si tengo tiempo pasaré a saludarte]; en
los expresivos el hablante manifiesta sus sentimientos o sus actitudes: [lo siento mucho,
no quería molestarle] y los declarativos modifican la realidad [queda rescindido este
contrato].
En una primera versión de su teoría, Searle establece una relación directa entre la forma
lingüística de una expresión y la fuerza ilocutiva del acto de habla que se realiza al
emitirla (siempre que ello se dé en las condiciones apropiadas); así, por ejemplo, con un
imperativo se estaría dando órdenes, y con una interrogativa, solicitando información.
Posteriormente, observa que en muchas ocasiones se da una discrepancia entre la forma
lingüística y la fuerza ilocutiva: con una pregunta puede estar haciéndose una
sugerencia, o dando un mandato. Ello lo lleva a establecer el concepto de acto de habla
indirecto, para referirse a los casos en que el significado literal no coincide con la fuerza
ilocutiva o intención, como ocurre ante un enunciado del tipo [¿puedes cerrar la
ventana?], donde bajo la pregunta se esconde una intención de petición. Si se
respondiera literalmente a este enunciado, la respuesta podría ser un [sí, puedo]. En
cambio, al formularla, lo que esperamos es que el interlocutor cierre la ventana.
En la didáctica de las lenguas la teoría de los actos de habla ha servido de base para las
propuestas de enseñanza comunicativa. Los programas nociofuncionales elaborados en
esta metodología se construyen sobre las nociones y las funciones, conceptos que se
inspiran en los actos de habla.

6. Estructura de la conversación
Los actos de habla no se producen «en abstracto», sino que entran en funcionamiento en
realizaciones comunicativas concretas que se desarrollan en un contexto específico. De
hecho, esto es lo que motiva que, según la situación, un enunciado puede conducir a un
acto de habla u otro. Si un docente entra en una clase bulliciosa y dice «Buenos días»,
puede tener la intención de saludar a sus estudiantes antes de comenzar. Sin embargo, si
en clase siguen hablando y el docente eleva un poco la voz y, de forma algo más
contundente, dice «Buenos días», la intención cambia y se produce un acto de habla
distinto.
En la comunicación ritual, la formulación de algunos enunciados suele conllevar una
respuesta específica que se ajusta en una estructura de intercambio. Ante un saludo, se
suele responder con un saludo; ante un ofrecimiento, se suele responder con una
aceptación o un rechazo (incorporando, posiblemente, un agradecimiento); ante una
recriminación, suele responderse con una disculpa o con una justificación.
Por ejemplo, en una situación real de comunicación, no es frecuente que un hablante
diga «Buenos días» y su interlocutor diga «Adiós».

A. Buenos días.
B. Buenos días.

A. Buenos días.
B. ?Adiós.

A. ¿Te vienes con nosotros al cine?


B. Me encantaría, pero había quedado con Teresa. Pero la próxima vez me apunto.

A. ¿Te vienes con nosotros al cine?


B. ?Pues mira, me gustaría pero no me gusta ver películas. Adiós.

A. No tenías que haberle dicho que no te gustaba su regalo…


B. Pues mira, tienes razón, tenía que haber sido un poco menos brusca.
A. No tenías que haberle dicho que no te gustaba su regalo…
B. Es que yo soy así, sincero y directo.
En los ejemplos anteriores hemos visto que se produce un intercambio comunicativo.
Un intercambio comunicativo se compone de, al menos, dos intervenciones: la
intervención iniciativa y la intervención reactiva.
Aunque en los ejemplos indicados más arriba se ha producido un intercambio con dos
intervenciones, también es frecuente una tercera intervención como cierre.
(Estamos en una clase el viernes a última hora y los estudiantes van saliendo del aula.
Quedan Teresa y Pablo)

A. Bueno, hasta el lunes (intervención iniciativa; función comunicativa: despedida).


B. Hasta el lunes, ¡buen fin de semana! (intervención reactiva; funciones comunicativas:
despedida; expresar buenos deseos).
A. ¡Gracias, igualmente! (intervención de cierre; función comunicativa:
agradecimiento).

La estructura de estas interacciones como las apuntadas es muy simple. Sin embargo, la
combinación de funciones comunicativas en intercambios puede llegar a tener una
estructura muy compleja.
(Estamos en la biblioteca el viernes a última hora y en las mesas próximas ya solo
quedan Teresa y Pablo)

A. Adiós, hasta el lunes (intervención iniciativa 1a; función comunicativa: despedida).


B. Ah, ¿ya te vas? (intervención iniciativa 2a; función: pedir confirmación).
A. Sí, es que tengo que coger el autobús, que si voy andando llego a casa muy tarde
(intervención reactiva 2b; función: justificarse).
B. ¡Buen fin de semana! (intervención reactiva 1b; función comunicativa: expresar
buenos deseos).
A. ¡Gracias, igualmente! (intervención de cierre; función comunicativa:
agradecimiento).

Vemos aquí dos intercambios distintos: uno con una intervención iniciativa, una reactiva
y una de cierre, y otro con una intervención iniciativa y una reactiva intercalada.
Cuando se producen varios intercambios comunicativos nos encontramos con una
secuencia conversacional.
De este modo, podemos concluir que la estructura de la conversación es secuencial y
jerárquica. Los exponentes funcionales se combinan para formar intervenciones, las
intervenciones se combinan para formar intercambios y varios intercambios conforman
una secuencia.

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