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Epistemología Pichoniana

“Si alguien conociera un fragmento de la sinfonía y la ley de


construcción del todo, podría derivar de ello las mismas previsiones y
encontraría en el todo, además, la razón de ser de cada hecho local”
M. M. Ponty

Epistemología Pichoniana

“Ismología” e “Interciencia”

A Enrique Pichón Riviére, José Bleger, Ulloa, Liberman,


Taragano, Ana Quiroga, el “Tato Pavlozky”…

Autor: Lic. Basconcelo Juan Carlos.

Ensayista. Docente. Investigador

Derechos Reservados
“Parece muy simple y evidente, sin embargo es necesario
reafirmarlo: el conocimiento aislado, obtenido por un grupo de
especialistas en su estrecho campo de acción, no tiene ningún valor
por sí mismo. Sólo cobra valor a través de su síntesis con todo el
resto del conocimiento y solo en la medida en que realmente
contribuya, en esa síntesis, a dar respuesta a la pregunta: “¿Quiénes
somos?” Erwin Schrodinger

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“Ismología Pichoniana”

A partir de sugerencias del maestro Enrique Pichón Riviére


respecto del enfoque interdisciplinario y la necesidad de
una “interciencia”, tanto como el filósofo Nietzsche y su
visión transvalorativa, y el propio Hegel y su “aufhebung”,
etc., vamos a desarrollar la “Ismología Pichoniana” como
crítica de los ismos que nos han sumido en visiones
parciales como disciplinas aisladas, estancos, parciales y de
luchas con ansias de pretensión hegemónicas pisoteando
la diferencia y sin visos de enfoques en perspectivas o
consensuales.

La Ismología consiste en el estudio de los “ismos” (islote de


saberes parciales) científicos, filosóficos, ideológicos, etc.,
con el objetivo de implicar saberes, descentrar puntos de
vistas, vincular islote de conocimientos, métodos, técnicas,
cosmovisiones, así como la promoción de la necesidad de
saberes integrales, dialécticos, holistas y teórico-prácticos.
Mejor dicho y desde nuestro “Método transvalorativo”, la
transvalorización integral de tales parcialidades en
concepciones y prácticas integrales, de implicación
recíprocas, consensuales, como realidades compartidas
desde una ética de la misma naturaleza.

Los ismos constituyen parcialidades y unilaterales, que no


conducen a aportes integrales válidos, útiles, críticos,
autocríticos y holísticas. Carecen de criterios de
autocríticas y se centran en el “Pensamiento crítico” a
predominio, lo que impide el replanteo del propio ismo o
islote de saberes. Los ismos constituyen un verdadero mal
de las ciencias y necesitamos replantearlos en aras de
enfoques y puntos de vistas compartidos, con “reglas de
colaboración” e intercambios, incluso en el marco del
disenso. De modo que podemos denominar “Ismología” al
estudio de las parcialidades científicas, en aras de saberes
integrales, compartidos, sujetas al pensamiento no solo
crítico sino autocrítico y consensual, para escapar a las
visiones unilaterales, omnipotentes, narcisistico y
autísticos propios de disciplinas que se aíslan para no

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probar sus descubrimientos en su confronte con otras
disciplinas. Es decir, gracias a la “deprivación ismológica”
los científicos se aíslan, niegan la comunidad de saberes en
la diversidad, se tornan defensivos, en aras de enfoques
“Procustianas” y autísticos.

La “visión de túnel” y la lógica formal

Imbuidos de la lógica dialéctica promovido por Pichón en


el campo de las ciencias sociales así como la necesidad de
superar la visión en “lógica formal” que aísla y aliena,
vamos a considerar la “visión de túnel” en aras de una
visión integral y dialéctica, como nueva “Gestalt conjunta”,
como marco teórico consensual a partir de diversos
aportes y sin que ninguno se pretenda hegemónico
respecto de los demás como nos ha acostumbrado el
“pensamiento crítico” violento. La crítica y la autocrítica así
como la epistemología divergente y convergen que nos
enseñara Pichón Riviére rige aquí.

La famosa “Visión de túnel” consiste en una visión parcial,


de “cierre dialéctico” (Pichón Riviére), unilateral, etc.,
sobre el sector de la realidad, el recorte de objeto de
estudio o los conceptos y procedimientos que se manejan
en un ámbito determinado del saber. Son enfoques
parciales como puntos de vistas segmentarios,
insuficientes para explicar la integralidad de cualquier
objeto de estudio. Pues la “visión en “ismos” o
“ismovisiones”, se fundan en la “visión de túnel”, además
de otros mecanismos que iremos estudiando desde la
Ismología. Por lo general ocurre durante el contexto de
descubrimiento o cuando el científico construye su objeto
de estudio, delimitando sus límites y características
aunque no en el marco de una realidad compleja. Así,
termina confundiendo el recorte de objeto de estudio con
la realidad y sus múltiples determinaciones. Digamos que
el objeto de estudio no es parcial sino el enfoque, el punto
de vista o recorte que establece sobre el mismo. Cuando

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Wundt funda la psicología como ciencia de la psiquis, lo
que estaba realizando es el recorte de un segmento o
“pedazo” de realidad que nunca se cruzó o implicó con el
contexto social y humano en que el mismo se desarrolla.
Cuando se habla de “interdisciplina”, lo es en el sentido de
simples “ciencias auxiliares” desde donde se tomaron
conceptos para completar el propio ismo y nunca el honor
de completar la realidad vinculando el propio objeto de
estudio con las demás ciencias como la sociología, la
biología, la filosofía, la neurología, etc. Es decir, se utiliza la
interdisciplina y multidisciplina en aras de completar el
propio ismo y justificar el propio recorte, con lo que se
justifica la visión de túnel, la visión parcial, el aislamiento
de saberes que cobran otro sentido cuando es vinculado al
todo. La premisa fundamental de la transdisciplina, a
saber, que “El todo es más que las partes”, nunca se aplicó
sino a fragmentos del propio objeto de estudio igualmente
fragmentario. Es así que los científicos sociales
desarrollaron la psicología, la sociología, la antropología,
etc., como islas, que buscaron reducir el mundo a sus
esquemas unilaterales.

El “Solipsismo” de las ciencias y la negación de las


contradicciones

Vamos a considerar nuevamente la visión en “lógica


formal” desde Pichón Riviére que consiste en la negación
de las contradicciones, las diferencias y conflictos, a favor
de la naturalización y ahistorización-si cabe el término-de
lo social como perspectiva enajenante. Es decir, el
solipsismo que impide la aufhebung en un nuevo nivel
social de integración de todos los aportes parciales.

Se ha aducido que el solipsismo no ha sido sostenido por


nadie aunque considero que ha sido sostenido por casi
todos en el mundo de las ciencias. Considera que solo la
propia disciplina basta para explicar toda la realidad que

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dice explicar. Son los ismos. Todo el resto de realidad es
producto de la conciencia del científico que así, excluye al
resto por irrelevante. Podríamos aducir una consigna al
respecto: “Solo mi ciencia es válida”. Es una forma de
subjetivismo radical en que no se cruzan los saberes con
otros aportes quedando el sujeto con una visión unilateral
que no considera o cuando la considera, aduce una
“Epistemología justificacionista” de la propia posición. No
existe más que la visión que elabora a partir de su ciencia y
engloba el cuadro social, psicológico, sociológico,
antropológico, filosófico, etc., en la luz de su propia mirada
o paradigma. Incluso la idea de paradigma constituye la
definición de una forma de solipsismo.

Merced a la postura solipsista de considerar la propia


ciencia como hegemónica, acertada y excluyente de los
demás, sin ánimo de cruces de conocimientos, el solipsista
olvida, invalida, descalifica y no considera la interdisciplina
como viable. Menos aún las transdisciplina, por lo que, se
recluye en su campo y área de especialización y desde allí
engloba a la torta, a partir de la porción que le es
inherente.

Concepción espiralado de las ciencias en Enrique Pichón


Riviére

En éste apartado nos guía la concepción espiralado de las


ciencias según Pichón Riviére y que nos obliga al método
dialéctica en la concepción del progreso del saber, de las
ciencias, e incluso de los procesos sociales, grupales e
institucionales, para un análisis de lo social más “objetivo”.

La “dialéctica de las ciencias”, como las sociales y


humanísticas, fue que todos consideraron un fragmento
de realidad o de recorte para su objeto de estudio. Es
decir, cada disciplina consideró un aspecto de la realidad
única y total, dinámico, complejo, compuesto de niveles y
etapas, etc., como “momento” del proceso de
investigación, aunque no lo consideraron como

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“momento” sino como logros, “acercamientos a la
verdad”, cuando no la verdad misma. Es decir,
consideraron el pedazo de torta como la torta misma.
Generalización indebida entonces. Argucia epistémica o
ilusión que deprivó a los “científicos” en visiones
fragmentarias, parciales, que estancaron el estudio
muchas décadas, y podríamos decir, siglos.

Desde el punto de vista de la “Ismología”, como estudio de


las razones de tales parcialidades que dañan el
pensamiento científico, decimos que las disciplinas se han
estancado en el primer momento de la dialéctica de toda
investigación: a saber, el momento del análisis de las
partes, sin poder pasar al segundo momento de síntesis,
siempre parcial, hipotéticos, en permanente revisión. La
falta de una visión dialéctica de la ciencia, como
compuesto de varios momentos a saber, la tesis, la
antítesis y la síntesis para recomenzar en otro plano de
espiral, aspirando a la circularidad de las ciencias tal como
nos lo enseña la epistemología genética de Jean Piaget o
las epistemologías dialécticas como el de Samaja etc.
La dialéctica divergente y convergente de las ciencias en Pichón
Riviére

Considerar las propuestas de Enrique Pichón Riviére en


forma conjunta con el Jean Piaget y otros
psicoepistemólogos, nos llevará muy lejos en la
consideración epistemológica de los logros y saberes. Ya
aludimos a la concepción dialéctica de Pichón y vamos a
considerar ahora también el de Piaget en sus similitudes y
diferencias.

Ciertamente, Jean Piaget y su epistemología genética, nos


enseña que la validez de los saberes depende de conocer
el proceso de construcción de los mismos. Así, la validez de
los conocimientos depende de si conocemos el pasaje de
menor a mayor conocimiento en el marco de la
inteligencia como proceso constructivo y activo del sujeto.
Tal progreso de las ciencias desde una epistemología
ismológica, nos indica que cada disciplina progresa en
espiral, a través de desarrollos evolutivos, sumativos pero
también por momentos de saltos dialécticos de calidad, los

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famosos saltos cualitativos. Pero es una dialéctica en
ismos, través de disciplinas aisladas unas de otras, donde
se detiene la dialéctica en lo particular, sin poder
encontrar otro método-como la misma dialéctica-de
conexión o interacción de todas las disciplinas. Es por ello
que acotan el objeto de estudio llevando a su
simplificación paradójica, en el marco incluso de súper
especializaciones. Mejor dicho, la dialéctica inmanente de
cada disciplina-cuando lo es-se recluye en lo particular sin
una dialéctica con lo general y lo singular, como dicta la
lógica dialéctica. Se obvia la interrelación,
interdependencia, correlación, etc., de las ciencias merced
a que estudian un aspecto aislado de una realidad unitaria
y dialéctica. Mejor dicho, se repudia, ignora, descalifica la
melodía a favor de las notas parciales, como las partes
obviando el todo.
El “cierre de la dialéctica” en las ciencias según Enrique
Pichón Riviére

Pensaba Pichón Riviére a propósito del método dialéctico


que el aprendizaje como proceso de construcción de
nuevos conocimientos se puede estancar en el momento
del “cierre”, sin la dialéctica con nuevas “aperturas”, lo
que podemos llamar también “deprivación cognitiva”, al
conducir a un encierro autístico de los científicos sociales.

Recluidos en sus respectivos ismos fundados en certezas


más o menos controvertibles, los científicos se aíslan y
disfrutan estudiando su objeto de estudio (parcial). La
interdisciplina gusta menos y menos aún las
transdisciplinas. En una suerte de verdadero encierro en el
propio punto de vista, en el propio modelo de mundo, de
paradigma, los científicos, padecen tal “deprivación
cognitiva”. Esto significa que la inversión de perspectiva se
dificulta merced a la imposibilidad para despegarse del
propio punto de vista. Pero no es solo culpa de los

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científicos si la hay. Desde el paradigma social, desde la
cultura, se suelen legitimar ámbitos de estudios, temas,
tópicas, áreas, niveles o fragmentos en estudios merced a
la ideología dominante que protege los puntos capitales de
su sostén social. Lo que se protege en una concertación de
clases son las bases de cada sociedad, sin que se estudien
en forma consecuente y legitimada las cuestiones que
relativizan lo social. Un verdadero “proteccionismo social”
y de clases, que lleva a que los estudiosos estudien temas
que no atacan el núcleo fuerte del paradigma social como
las instituciones capitalistas, el papel de la democracia
como instrumento de dominación y legitimación social, los
medios, el capital, las empresas, las leyes y el sufragio,
etc., que sostienen el orden social. Todo lo que ataca tales
no es financiado ni incentivados ni se les brinda
oportunidad. De modo que la deprivación mental de los
científicos recibe un empuje social además del paradigma
cognitivo de estudiar las partes, como en química,
dividiendo el objeto de estudio, para luego llegar a
conclusiones. Pero se quedaron en el momento de
justificar el orden de opresión, sin tratar métodos o
técnicas que ayudarían a la equidad social, investigando,
por ejemplo, en las instituciones, cosas productivas, útiles
a la libre empresa y nunca para terminar con la pobreza,
un aparto que abarate la luz, los servicios, etc. Se
quedaron también en el momento del análisis, en las
partes, sin poder conectar las diversas disciplinas en una
interciencia o transdisciplina que nos brinde miradas más
holistas y soluciones a un mundo en crisis.

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Dialéctica “crítica-autocrítica” según Pichón Riviére

Ya afirmamos en capítulos anteriores: el pensamiento


crítico sin autocrítica es parcial, tal como ya lo indicó el
maestro Pichón Riviére. Vamos a desarrollar éste tópico de
gran actualidad en los debates merced a que el
“pensamiento crítico” es el paradigma de los “progresos”
en el campo del saber. Vamos a considerar su faz
verticalista, colonizador y autoritaria en aras de la
dialéctica crítica-autocrítica como nos lo indicó en “Teoría
del vínculo”.

En muchas disciplinas como la sociología, la pedagogía,


historia, etc., el “Pensamiento crítico” aparece hoy día
como el parangón de las deliberaciones, como paradigma
del disenso y los debates sociales y políticos. Pero se
detuvo la dialéctica entre el “Pensamiento crítico” y el
“autocrítico”, que, cuando hay desequilibrios, terminamos
en la crítica destructiva, descalificatoria, invalidante, que
lleva a confrontaciones, a la formación de enemigos, a la
pérdida del consenso. En el afán de criticar las certezas, las
diversas formas de dogmatismos, y en aras de una
relativización, se consideró al pensamiento crítico como un
instrumento idóneo. Pero se centra en el interlocutor, en
el diferente, en quién defiende su perspectiva, su
paradigma, su visión, su estilo de vida con el objetivo de
demostrar errores, falsedades, contradicciones, etc.,
aunque el error de estimación aparece muy claro: se es
crítico desde el propio paradigma, cuando nos cansamos
de repetir desde Feyerabend y Kuhn que los paradigmas
son inconmensurables, que no hay posibilidad de invalidar
una a partir de la otro, ni menos de criticar otra visión
desde otra visión. Es un intento de colonización del otro y
un error epistémico. El proceso consiste en asimilar la
postura o idea del otro al propio modelo, lo que ya
aparece como “Procustiana”, como lecho de Procusto en
que se fuerzan las ideas para asimilarlas al propio sistema
de ideas. Es ya una forma de autoritarismo. Luego, se
busca invalidar a partir de la propia interpretación fundada
en el propio paradigma, lo que implica darle otro sentido a

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las ideas del otro. Lo que ocurre es que se intenta forzar
creencias, ideas, ideologías, etc., o imposición.

Digamos entonces que el pensamiento crítico no respeta


las diferentes perspectivas o puntos de vistas disímiles
merced a paradigmas igualmente diversos. Lo que nunca
ocurre es la autocrítica respecto de los propios modelos, el
propio paradigma, lo que depriva en visiones autocráticas,
que se buscan imponer a fuerza de pensamiento crítico.
Debe existir una dialéctica entre ambas formas del pensar
e incluso otras, para poder respetar y tolerar las diversas
perspectivas (José Ortega y Gasset) aunque no implica
tolerar posturas autoritarias o pensamientos únicos.
“ECROs cerrados adialécticos”

Efectivamente, los “ismos” o “ECROs cerrados” son


“pensamientos únicos” sin dialécticas con el resto de los
saberes y con el que intentan abrazar el universo, en una
“generalización infundada” (de la parte al todo, como
argucia epistémica injustificada), porque sabemos desde
Hume que el salto desde unos pocos casos, como los casos
de la propia disciplina, resulta deductiva, y pecando de
parcialidad. Es el llamado “Problema de la inducción”. No
se puede generalizar pero los “ismos” se la pasan
generalizando, a partir de una visión segada, parcial, sin
cruzar los descubrimientos con los aportes de otras
disciplinas implicadas en el “Todo” de un objeto de
estudio.

Los pensamientos únicos poseen la cualidad de ser parcial,


cerradas, aunque sus autores lo perciban como acorde con
el formato del mismo universo. Se pretenden hegemónicos
para la que buscan adeptos, toda una comunidad de

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científicos y adeptos que validen y consideren como
legítimas tales saberes parciales. En un proceso de
“división esquizoide cognitivo”, los científicos se dividen
entre un pensamiento bueno y justo, válido ante la
ridiculez del pensamiento contrario engendrado a la luz de
aquel. Es decir, el pensamiento único se considera como
bueno, desde la posición de “alma bella” (Hegel) quedando
el resto como equivocado, y no válidos. Es decir, el mismo
pensamiento malo es engendrado por el pensamiento
único como su demonio, en un proceso de disociación
mental necesario para sostener el propio modelo. La
imposibilidad se ubica en éste proceso de división, como
las religiones, entre un dios y un demonio, entre teorías
válidas y no válidas, entre creyentes y herejes, etc. Luego,
el combate a los demonios creados, la descalificación, los
argumentos, incluso lógicos, fundamentados en la
matemática, etc. Finalmente la exclusión del hereje, del
demonio, como fantasía de que la propia idea queda
limpia de todo demonio.
El “lecho de Procusto” de los ismos

Los ismos se erigen como weltanschauung y como


ideologías del que necesitamos despejar su infraestructura
inconsciente-sostiene Pichón Riviére-, como concepción
del mundo, en un afán totalizador sorprendente cuanto las
ciencias se consideran “ciencias de lo particular” desde
Aristóteles. Esta idea Aristotélica contribuyó a consolidar la
fragmentación disciplinar, llevando al contrasentido de las
ciencias: si bien se los considera instrumentos de
conocimientos, de propuestas, de logros tecnológicos, etc.,
terminaron enajenando, alienando, merced a la dispersión
disciplinar. Pero la norma actual en materia de ciencias es
que están dispersas, con visos de interdisciplina, quedando
en el enfoque transdisciplinar relegado al limbo. Peor aún,
cada disciplina se pretende totalizador, integral, desde una
visión narcisistico de los científicos, que consideran el
pensamiento crítico como instrumento de imposición,
antes que de validación. Es decir, verdaderos “Procustos”
que utilizan la verborragia y las seudologías fantásticas
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para imponerse. Ya han olvidado que estudian un aspecto,
proceso, mecanismo, faz, arista, etc., del objeto de estudio
y la realidad.

Decimos “Lecho de Procusto” de las ciencias porque los


paradigmas dispersos son como la camita de Procusto,
aquel bandido del Ática, que, bondadoso, te invitaba a
comer y beber para luego invitarte a su lecho donde nadie
cuadra, porque la camita deja piernas y cabezas de sobras,
lo que Procusto procedía a cortar luego de que el
susodicho se durmiera. Lo mismo su otra cama, la grande,
donde nadie coincide y todos quedamos chiquitito, por lo
que, el procedimiento es estirar el cuerpo, descoyuntando
articulaciones y músculos, hasta que coincida con el propio
paradigma, modelo, hipótesis, etc. Un verdadero
monstruo. En las ciencias exactas y naturales es menos
notorio aunque la dispersión aparece muy claro. En las
ciencias sociales y humanísticas resulta acentuada porque
allí sobran modelos explicativos, teorías dispersas,
paradigmas, etc., que los “científicos sociales” aplican con
fervor.
La espiral dialéctica de las ciencias

Contrariamente a los ismos o islote disciplinares,


deprivados en aspectos parciales de una realidad unitaria,
las interciencias, las interdisciplinas y como ámbito
superador, las transdisciplinas, constituye la espiral
dialéctica de las ciencias. Las disciplinas constituyen
fragmentos que necesitamos vincular, poner in interacción
dialéctica, compartir conocimientos, técnicas, métodos,
etc. en aras de una visión integral aunque en dialéctica. Las
disciplinas como la psicología, la sociología, la historia, la
antropología, etc., deben ser recíprocos, con intercambios
de saberes aunque no en el sentido imperialista de la
episteme porque tomar un aporte y asimilar sus términos
al propio marco de ideas es asimilativo, como colonización
conceptual, sin ánimo de resignificar las propias ideas en
función de las nuevas. De ésta manera, el progreso de las
ciencias debe ser dialéctico, en planos sucesivos, en
espiral, gracias a un nuevo nivel, dimensión o plano donde
se trans-significan todos los aportes desde la “Aufhebung”.
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Esta última implica la incorporación, negación, aunque
superados en un plano superior, como momento del
acontecer científico, comenzando otra serie de tesis,
antítesis y síntesis sucesivos.

Un Método contrario a los ismos: el Método


transvalorativo

Un método elaborado por mí a partir del “método


dialéctico” tal como lo utilizó Pichón, y aportes de Federico
Nietzsche para “trans-significar” o resignificar en forma
recíproca, todos los aportes de las disciplinas parciales, en
un nuevo plano, nivel o dimensión a partir de un objeto
también emergente gracias a la aufhebung.

El foco del Método transvalorativo o de resignificación


integral de todos los términos, métodos, teorías, etc., es la
elaboración de una transdisciplina, en el caso de las
humanísticas una “Humanología integral”. Consiste en la
superación de los términos aislados, en ismos en aras de
conceptos integrales, holistas, aunque sin obviar la
dialéctica inversa de estudiar las partes. Lo que los ismos
detuvieron fue el progreso de las ciencias en el momento
de lo particular, a falta de enfoques holistas, imposible sin
un método holista como es el Método transvalorativo.
Desde el Método transvalorativo, cada aporte, cada
concepto, es vinculado, resignificado en función de un
objeto integral mayor, más acorde con la complejidad del
mismo, considerando que el todo es más que las partes,
buscando una verdad ampliada, más cercado al a verdad
de las cosas.

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De los ismos a las interdisciplinas y el salto hacia las
transdisciplinas

Pichón nos enseñó de la necesidad de las interdisciplinas


que llamo “interciencia” y que en su época se encontraba
en boga hasta cierto punto. Lo que vamos a realizar es
hacer honor a su concepción dialéctica del desarrollo de
las ciencias y dar el paso siguiente que consiste en
construir “transdisciplinas". Tal el momento dialéctico
actual que obliga a las disciplinas inconexas y parciales a
cooperar en la integración recíprocas de sus concepciones
y métodos y poder llegar así a visiones holistas, integrales
y en dialécticas a su vez con las disciplinas de bases que
aportar conceptos particulares, singulares, que se
requieren para las conceptualizaciones Transvalorativas y
transdisciplinares. Tal la tarea para los “PostPichonianos”.

Acostumbrados a los ismos, la ciencia se desarrolló en el


marco de ideas acotadas, intradisciplinares, hasta
especializaciones donde el objeto fragmentario se
fragmenta aún más en partes, es parcelas especializadas, a
los fines de profundizar en su estudio. Pero, si aplicamos el
“Principio de incertidumbre” de Eisemberg, sabremos que
pierden la trayectoria del objeto de estudio que es
concatenarse cuan nota con el resto de la melodía de las
transdisciplina, en el nombre de la localización. De modo
que necesitamos salir de los ismos, de los “capitalismos”,
“cientificismos”, “sociologismos”, “psicologismos”,
“psicoanalismos”, etc., a los fines de una visión holista.
Cada disciplina no es más que la nota de una melodía y
necesitamos el cruce, los intercambios, las confrontaciones
en el marco del disenso y el consenso, para lograr saberes
válidos en el marco de una visión holista y no
autorreferencial de las disciplinas estancos. Cada disciplina
aporta una mirada parcial, según su posición respecto del
saber y el objeto y lo que necesitamos son inter, multi y
transdisciplinas dialécticos, sin sectarismos ni fobia al
enfoque holista. El saber de un ámbito del saber no vale
nada si no es concatenada con el resto de los aportes y en
función de la praxis. El “error de paralaje” nos indica que

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según la posición obtenemos una mirada diferente y
necesitamos transvalorizar en un nuevo nivel, plano
dimensión todos los aportes fragmentarios. Tal el deseo de
la “Ismología” como crítica de los ismos del saber,
cualquiera sea su ámbito, ya sea en el arte, la religión, las
ideologías, etc.
Sociohumanismo Integral

El caso de la “Humanología” como “interciencia” y


transdisciplina

Autor: Lic. Basconcelo Juan Carlos

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La Humanología en cuestión

“Una ciencia no es sino una etapa en el estudio completo de los


hechos de que se ocupa”. George Politzer

Pasaron más de una década que escribí sobre la


“Humanología” o “Sociohumanismo integral”. Era una idea
necesaria para hacer honor a varios pensadores que van
desde Marx a Fromm, desde Lenin a Politzer, desde Engels
a Bleger, entre otros. Es el sueño de una “interciencia”
pregonada por Enrique Pichón Riviére, donde las
disciplinas fragmentadas tendrían su lógica holista,
constructiva, integral. Es también la propuesta necesaria
de Jean Piaget desde su epistemología genética del
“círculo de las ciencias”, cuyas interdependencias resultan
lógicas y necesarias. Según el pensamiento de Erwin
Schrodinger, los conocimientos aislados, parciales, no
tienen ningún valor por sí mismos y solo adquieren un
sentido cabal y dialéctica en una síntesis superior en otro
plano. Pero recalca aún más que, solo adquieren valor si
responden a la pregunta: “¿Quiénes somos?”. De modo
que, tenemos varios pensadores que han vislumbrado la
idea de una ciencia integral, que integre dialécticamente
todos los aportes, en aras de una visión de conjunto y en
concordancia con la complejidad de todo objeto de
estudio.

Por su parte, el fenomenólogo Maurice Merleau Ponty,


decía que si alguien posee las partes puede componer la
melodía como un todo con sentido. Sin embargo, no
hablamos de la búsqueda de sentido como finalismo
rector. La explicación y la predicción son propios de toda
ciencia y la idea es integrar, lograr una visión de conjunto,
un enfoque holista en aras de superar la visión
reduccionista donde se generaliza a partir de un fragmento
de realidad.

Es un intento de superar los “ismos” o disciplinas aisladas


que utilizan la generalización indebida para explicar el todo
a partir de las partes. Y la idea es que las partes adquieren
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un sentido cabal a partir del todo que le da contexto,
lógica, sentido y orden.

De modo que, hablar de una disciplina integral, con afán


holista, de síntesis dialéctico, como la “Humanología”, no
significa afán de sistema, pensamiento único, o
imperialismo científico del mismo. Al contrario, significa
superar los reduccionismos, la “visión de túnel” y la
posibilidad para el salto cualitativo hacia un nuevo plano,
nivel o dimensión del hombre.

En éste sentido, las diversas disciplinas se han desarrollado


a la luz de la dominación social y de clase, en el sentido
enajenado, alienante, cuando la inspiración de los mismos
era brindar posibilidades de solución a las problemáticas
suscitadas por el capitalismo emergente. De modo que,
antes que propositiva de soluciones a un capitalismo en
crisis, las ciencias humanas y sociales han operado en
forma dividida, fragmentaria, sirviendo a intereses de
clases y como tecnología de la dominación psicosocial.
La alienación social en el campo de las ciencias sociales y
humanas

“Algún día la Ciencia natural se incorporará a la Ciencia del hombre,


del mismo modo que la Ciencia del hombre se incorporará la ciencia
natural; habrá una sola Ciencia”. C. Marx

Enajenadas unas de otras. Aisladas y parciales, con afán de


eficacia, poder explicativo y totalización. Pero desligadas
unas de otras. Sin conciencia de que el saber y el
conocimiento que tematizan resultan parciales. Sin con-
ciencias de que a partir de las partes generalizan al todo,
escamoteando la verdad que dicen descubrir.

Es decir, una ciencia ajena a la “verdad ampliada”,


“completa” en el sentido igualmente provisional pero en
relación al objeto de estudio. Tal objeto no constituye sino
in fragmento de una realidad total. Mejor dicho,
cosmovisión, métodos, objetos y técnicas parciales que se
pretenden explicativos, predictivos y “científicos”.

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Enfoques reduccionistas en el marco del fragmento de
realidad que estudian y que cosifican gracias a conceptos
que se sustancializan como “objeto de estudio”. Es decir,
lo que debería ser explicaciones de procesos y fenómenos
como momentos de un proceso más amplio o global, se
detiene la dialéctica del proceso global en un objeto de
estudio parcializado.

Enfoques autísticos, desde una deprivación tanto ideativo


como perceptivo porque el punto de vista parcial,
reduccionista determina lo que se observa. Una
observación reduccionista, acotada, sin ánimo de
concatenación con aportes varios, provenientes de otros
campos de estudios, igualmente parciales. De ésta
manera, la deprivación científica conduce a lo contrario de
la inspiración de toda ciencia: la alienación. La pregunta
fundamental de las humanísticas y ciencias sociales
consiste en un “¿Quiénes somos?”, lo que se ve
descalificada en nombre de la fragmentación disciplinar, el
enfoque aislado de los temas, objetos de estudios, etc.
Dialéctica activa del Sociohumanismo

Por el “proceso” como marcha o movimiento constructivo,


y de concatenación de todos los procesos, el método
dialéctico nos indica que las ciencias humanas están todas
vinculadas porque estudian al ser humano. O mejor, cada
ciencia estudia un fragmento, aspecto, plano o cualidad
del ser humano. La psicología estudia el psiquismo, la
conducta, así como la sociología estudia la faz social del ser
humano. De modo que, ambas disciplinas estudian
diferentes aspectos del mismo objeto de estudio: el ser
humano. De la misma manera la antropología social y
cultural, o la antropología física, que estudia diferentes
aspectos del ser humano como ser cultural, simbólico,
biológico. Por su parte, la biología estudia la biología
humana como plano, nivel o dimensión de la existencia.
Pero mantiene conexiones, relaciones o acción recíproca
con la psicología, la sociología o la antropología. Sin
embargo, las relaciones interdisciplinarias, se mantienen
en el plano de vínculos parciales, enajenantes, sin visos de
36
una perspectiva de conjunto. Es decir, desde la
epistemología dialéctica, estamos obligados a vincular lo
parcial con el todo, con el conjunto de las humanísticas, en
aras de una visión totalista, sin cierres y con dialéctica
inversa. De modo que, desde los aportes parciales de cada
disciplina, desde los aportes estancos, incluso desde los
análisis interdisciplinarios, debemos dar el salto de calidad
y trascender y superar tales ismos reduccionistas. Es lo que
nos permite la “aufebhung” como salto de calidad.
Necesitamos ver no solo el árbol sino el bosque, aunque
sin perder de vista lo singular, lo particular y lo general
desde una dialéctica móvil.

El salto cualitativo se logra a través de la aufebhung


(Hegel) donde se incorpora las partes en un todo de
manera superada. Es decir, podemos diferenciar allí los
tres momentos de la dialéctica de afirmación, negación y
negación de la negación. Podemos considerar la negación
como la tesis, la negación como antítesis y la síntesis
como la negación de la negación. Llevado al ámbito de las
ciencias humanas y sociales, podemos considerar a una
ciencia como la tesis, la antítesis a las demás ciencias y
como síntesis a la humanología como transdisciplina. Cada
ciencia individual, como parcialidad desconsiderada, se
afirma en su razón de ser, en el estudio de su objeto de
estudio, lo que es negada por otras disciplinas que
estudian diferentes aspectos del mismo objeto de estudio
(el ser humano). Finalmente, la negación de la negación
cuando se opera la síntesis dialéctica en un plano superior
en las transdisciplinas. Esto nos indica por ejemplo que la
psicología estudia la psiquis, lo que es negada por el plano
social que la incorpora en un nuevo nivel en la sociología,
lo que finalmente es englobada en la transdisciplina desde
enfoques que estudie tanto la psiquis como lo social como
aspectos integrados del mismo objeto: el ser humano. Si
consideramos al ser humano como ser histórico, social,
cultural, simbólico, etc., no podemos sino concluir que su
situación no consiste sino en transdisciplinar, es decir, con
sus características múltiples estudiadas por diferentes
disciplinas. De modo que la humanología constituye la
“ciencia humana” por excelencia, donde múltiples

38
disciplinas parciales estudian aspectos fragmentarios del
ser humano con la necesidad de un método que trans-
signifique todos los aportes para lograr el salto de calidad.
En éste sentido, el método propuesto es el “Método
transvalorativo”, donde todos los aportes son
transvalorizados en un plano humanológico.

De los “ismos” a la humanología socioanalítica

“Perseverando en ser” cuan sujetos humanos, las ciencias


humanísticas se dedicaron a ser, a desarrollarse, a
defender sus respectivos objetos de estudios, sus
métodos, técnicas, incluso a través de congresos, las
universidades, los “grandes”. Se deprivaron en paradigmas
cerrados, donde el uso de las “ciencias auxiliares” consistió
en una asimilación dominante, para completar la visión,
meros aportes. “Ismos” autorreferenciales con afán
Procustiana de imponerse, de que tanto los profesionales
de cada disciplina y la misma sociedad perciban una
ciencia hecha y derecha. Visiones acotadas, donde la parte
semeja el todo. Un ardid epistémico donde se generaliza
en forma indebida a partir de un objeto de estudio que
constituye en verdad un segmento parcial y limitada de
explicación. Pero como buenos Procustos, se pretende que
las partes sean el todo. En éste sentido, muchas teorías e
hipótesis no constituyen sino “hipótesis ad hoc” como un
forzamiento de los datos al propio marco teórico.

Desde un razonamiento transductivo que consiste en


explicaciones de las partes a las partes, y de las partes al
todo o a la inversa como se procedería desde un
pensamiento dialéctico. Este deambular en lo particular,
de las partes a las partes, sin embargo, llega al momento
de la “deducción” donde se generalizan a partir de las
partes, tal cual el llamado “problema de la inducción”. Es
decir, las partes explican el todo desde un seudosalto
cualitativo que es en verdad una deducción injustificada.
Cuando se utilizan aportes de otras “ciencias auxiliares”,
solo se lo consideran como datos que justifican o verifican
la propia teoría, desde un enfoque dominante de la ciencia

40
que utiliza otra disciplina. Para nada una resignificación o
transvalorización de todos los conceptos merced a los
nuevos descubrimientos o nuevos conceptos vinculados
con el de la ciencia en cuestión. Cuando se procede en
forma transductivo, tanto dentro de cada ciencia como
entre ciencias, el enfoque se mantiene en lo particular, de
las partes a las partes o a lo sumo como conexión de las
partes. Pero aún más, cuando se buscan alcances hacia el
todo a partir de las partes, el mismo se mantiene en el
orden de los “ismos” o disciplinas particulares, sin intentar
visiones multidisciplinares sustanciales o de
transdisciplinas.

Solo el enfoque humanológico puede lograr visiones de


conjuntos, sin obviar las relaciones entre las partes y el
todo, sea desde las partes al todo o al revés. El sentido de
cada idea, de cada explicación, de un paradigma
disciplinar, adquiere sentido n función de los aportes de
las demás ciencias humanísticas merced a que cada ciencia
estudia un segmento del nivel humano de integración
La “lógica formal” de las ciencias humanas

Visión idealizada, mistificada, donde, por ejemplo, se


desconsidera el contexto social de descubrimiento del
Inconsciente por Freud. Al considerar dicho contexto,
surge que todo el siglo XIX hablaba del inconsciente a
partir de filósofos como Hartman, Schopenhauer, Fichte,
incluso el propio fundador de la psicología Guillermo
Wundt. Pero la visión fundamentalista de un inconsciente
como base de lo social pierde potencia si salimos de las
idealizaciones y mistificaciones para considerar la faz social
del inconsciente, el “inconsciente social” (Fromm) o el
“Inconsciente colectivo” de Jung. De ahí la reacción neo
analítica de los postfredianos como Adler, Horney, el
propio Fromm, entre otros. Más aún la otra vuelta de
espiral protagonizada por Lacan en los cincuenta. Es decir,
la visión paradigmática de la ciencia, donde la fundación
de un paradigma (Kuhn) y su desarrollo, anomalía, crisis y
cambio de paradigma, nos indica el ideario de toda ciencia
y de todo científico. Todo es cuestión de paradigma y lucha
42
de paradigma. Un psicólogo puede ser “Freudiano” o
“Lacaniano”, entre otros y todo se reduce al estudio o
exégesis de textos, de papers en congresos, así como la
profundización de tales paradigmas en los centros de
estudios. Una visión progresista de la ciencia. Después de
todo, todo es cuestión de epistemología y la necesidad de
miradas más justas, válidas.

En la sociología, antropología u otras humanísticas lo


mismo. Desde su conformación, cada disciplina sufre
rupturas, cambios, hitos, y la res extensa de textos
testimonia de las razones universitarias.

Pero unos pocos se aventuran más allá. Este “más allá” se


localiza en la interdisciplina, en enfoques
multidisciplinares, donde incluso se experimentan el
surgimiento de nuevos objetos de estudios, en conjunción
con los aportes de otras ciencias: psicología social,
etnometodología, sociobiología, psicosociología, etc. De
ésta manera, las ciencias perseveran en ser, en desarrollar
su objeto acotado, su parcela de saber, hasta la valentía de
incursionar en los enfoques “inter” y multidisciplina. En
unas pocas minorías el enfoque transdisciplinar. Pero no
ha logrado buena prensa y todavía permanece como
posibilidad, como propuesta. Si nos fijamos, “ser
psicólogo”, “ser psicoanalista”, “sociólogo”, “antropólogo”,
etc., se nos aparecen aún hoy día como carreras legítimas
para toda vocación de saber.

Pero podemos imaginar el día en que aparezcan


“psicosociólogos”, “socioantropólogos”, “humanólogos”,
etc. Pero esto último implicaría una ciencia integral, con
aportes válidos y trans-significados o transvalorizados de
todas las humanísticas. Sería el enfoque justo sobre el ser
humano porque implicaría la melodía de la vida,
compuesto de muchas “notas” o ciencias parciales, que
tomarían otro tono en el concierto de las humanísticas.

44
La “aufhebung” en el plano social

Lo que caracteriza a la aufhebung hegeliana es la


incorporación de manera superada de los aportes válidos
de cada disciplina humanista dispersa. Los términos claves
son “incorporación” y “superación”. Pero la incorporación
de todos los aportes parciales, de todos los paradigmas
aislados o insuficientemente integradas a la melodía de la
humanología como la ciencia humanística integral no es
mecánica. Tampoco es un rejunte ecléctico o inconexo de
aportes. De modo que la problemática de la aufhebung no
resulta fácil. Otro ardid puede consistir en incorporar
todos los aportes desde un enfoque dominante, incluso
una disciplina que se pretende holista. Tampoco consiste
en una transliteración de aportes en un idioma sistémico.
Aunque debemos trabajar tal idioma holista en aras de
visión integral del ser humano. Si se desea, sujeto humano.
De modo que, la idea de incorporación mecánica,
acumulativa, inconexa queda excluida de nuestra agenda.
El término clave es “superación” en otro plano, dimensión,
nivel de integración (Bleger) o nivel ontológico en relación
al objeto de estudio considerado ya en su integralidad. Esa
visión de conjunto, gestáltica, nos brinda un nuevo sentido
totalizador y no fragmentaria o enajenada. Ya no es la
parcialidad de cada disciplina y podemos considerar al ser
humano como ser social, histórico, biológico, cultural,
psicológico, sociológico, étnico, simbólico, entre otros. Lo
que se ha realizado hasta hoy día es generalizar a partir de
fragmentos considerando que el ser humano es un ser
histórico, social, psicológico, etc., pero forzando los
términos y aportes. Es un enfoque Procustiana que fuerza
el todo a las partes.

Por otro, la aufhebung consiste en una “negación


constructiva”, donde los aportes parciales de cada ciencia
sin superadas en un nuevo plano de sentido. No consiste
en una anulación negativa, sino constructiva. Consiste en
un “salto de calidad” donde los aportes cuantitativos
truecan en un nuevo nivel de sentido. Es la espiral
dialéctica del conocimiento. La supresión dialéctica

46
consiste entonces en este progreso por saltos a través de
lo que conocemos como cuarta ley de la dialéctica.

La visión epistémica consistente en progresos lineales,


intraparadigmas, pequeños logros, grandes autores, etc.,
ha quedado atrás. De modo que, desde la humanología,
nuestro nuevo científico social está obligado a la
formación integral en todas las humanísticas, que, desde
ya, no resulta fácil aunque no hablamos de cantidad de
conocimiento sino de calidad, de conocimientos válidos
epistémicamente, en aras de una visión integral y un
profesional también integral.
El “circulo de las ciencias” según Jean Piaget y la espiral
dialéctica según Pichón Riviére

“Los biólogos y los psicólogos podrían colaborar en el futuro, hasta


desvelar juntos los secretos de una organización organizantes, una
vez descubierto los de la organización organizada”. Jean Piaget

Piaget nos habla del “círculo de las ciencias” y la


interdependencia de los mismos. “Círculos” que
necesitamos “transvalorizar” desde nuestra óptica
transdisciplinar. De seguro hay interdependencia pero los
científicos no lo perciben así. Al contrario, por un
narcisismo de las diferencias, repelen o invalidan los
aportes de las demás ciencias. Cuando acuden a las
mismas lo hacen desde una suerte de reduccionismo
disciplinar en que los aportes son tomados como meros
aportes y nunca como ideas que resignifican ideas, incluso
métodos y técnicas. El “círculo de las ciencias” se nos
aparece en verdad como una Gestalt incompleta, aunque

48
en vías de completarse algún día desde la Humanología. Lo
que Piaget llama “interdependencia” resulta en un cierre
autístico de los científicos y un proteccionismo disciplinar
sectárico. Digamos, la interdisciplina no ha llegado aún a
una interdependencia recíproca fluida como para pasar a
enfoques holistas y transdisciplinares.

Pero aún, necesitamos trans-significar el mismo concepto


de “círculo de las ciencias” de Piaget considerando que no
hay tal cierre de todas las ciencias en un círculo armónico
u holista. No existe tal posibilidad sino en la ilusión de una
epistemología acumulativa y parcialista. En verdad, la
marcha de las ciencias es cuantitativa aunque existen
momentos de saltos dialécticos, a la manera en que Kuhn
considera el progreso de las ciencias: preciencias, ciencias,
anomalías, crisis de los paradigmas. Es decir, el progreso
resulta dialéctico, en espiral, en círculos cada vez en
nuevos planos, en espiral. Es la espiral dialéctica de las
ciencias. Pero aún nos falta el mismo proceso a nivel de las
ciencias, donde nos falta integrar, trans-significar y
englobar en un nuevo plano todos los aportes de todas las
ciencias humanas. De ésta manera el progreso de las
ciencias va de lo particular a lo general y de lo general a lo
particular, con progresos graduales y dialécticos, en saltos,
en espiral en cada ciencia, aunque debería ser entre todas
las ciencias desde una mirada superador, en otro plano,
humanológico. De ahí la lógica de la Sociohumanología.

Una epistemología divergente y convergente

“Para concebir ampliamente todos los procesos del mundo en su


“autodinámica”, en su desarrollo espontánea, en su verdadera vida,
es menester conocerlos como un “todo” formado de contrarios
elementos”. V.I. Lenin

La objetividad en la humanología no consiste en una


objetividad sustancial, de una verdad cosificada, sino el
grado de acercamiento a la integralidad del objeto de
estudio que es el ser humano a través de procesos de

50
ratificación o rectificación del ECRO desde una
epistemología divergente y convergente, según nos
indicara Pichón Riviére. Lo objetivo como verdad ampliada
a lo integral, superando las visiones parciales de cada
disciplina aislada. Es decir, lo objetivo como lo subjetivo
ampliado a lo intersubjetivo de las interdisciplina y desde
allí hacia lo trans-subjetivo o transdisciplinar. En éste
sentido, el observador siempre es parte de lo observado
así como teórico conlleva lo subjetivo, que se supera con
lo intersubjetivo, la mediatización de las teorías desde su
resignificación conjunta, integrada, a lo que se suma la
visión trans-subjetiva o transdisciplinar. Digamos entonces
que lo objetivo no es sino la resignificación de los enfoques
aislados de cada disciplina en lo intersubjetivo de la
interdisciplina, que-a continuación-ajusta el conocimiento
en un salto cualitativo de calidad en lo transdisciplinar.
Podemos decir entonces que las visiones aisladas y
parciales implican un subjetivismo que se aísla en
conocimientos estancos, insuficientes para hacer honor a
la objetividad de las visiones integrales. En otros términos,
el sectarismo, las visiones acotadas, sin cotejo,
resignificación o trans-significación recíproca con otros
aportes sobre el mismo objeto de estudio, resultan
“subjetivos”. Sabemos que el deseo interviene y que la
única epistemología justa es la que incluye al sujeto en lo
que teoriza o estudia y en éste sentido diferenciamos lo
subjetivo del subjetivismo de los enfoques fragmentarios.

En otro sentido, lo que torna “objetivo” a los logros


científico es el enfoque dialéctico donde los momentos
lógicos culminan en una mirada de conjunto, en un
paradigma holista. Es decir, las disciplinas aisladas
permanecen en el subjetivismo sin visos de una
integralidad que localizamos en los enfoques
transdisciplinares como en la humanología. El respeto al
nivel humano de integración (Bleger) y los enfoques que
luchar por el estudio integral, nos indican la marcha hacia
la objetividad que igualamos a integralidad.

Lo general se integra en lo particular y lo particular en lo


general así como lo singular. Son momentos en la
indagación del objeto de estudio integral que es el ser
52
humano. El estudio y los aportes de disciplinas aisladas
tienen su nivel de validez, aunque requieren ser
completadas en una mirada de conjunto. Finalmente, lo
objetivo puede ser entendido como subjetivo social,
mediatizada por las demás disciplinas en forma dialéctica,
recíprocamente, buscando logros de conjuntos, para hacer
honor a la integralidad del ser humano. Tal la
epistemología dialéctica y humanológica.
Una Gestalt emergente

“Lo general no existe más que por lo particular, a través de lo


particular. Cualquier cosa particular tiene de algún modo su carácter
de generalidad”. Lenin

La conocida ley de la Gestalt: “El todo es más que las


partes” también resulta válido en el ámbito de las ciencias
humanas. Podemos responder además a la misma con un
“Las partes no determinan el todo” en el sentido relativo
porque el sentido, las significaciones, los aportes válidos,
solo adquieren sentido en el todo de las humanísticas o
humanología que le da lógica. No percibimos seres
humanos psicológicos en forma exclusiva o seres en su
plenitud social, o étnico, desde la antropología: percibimos
un ser humano total, con una cultural, una mente, ideas,
ideología, con un cuerpo, etc. Es decir, percibimos un ser
humano en su totalidad aunque no decimos esto en el
sentido de que se perciben todos factores o

54
determinantes. Solemos percibir algún aspecto del ser
humano y lo generalizamos como todo, forzando la
realidad. La misma realidad es una construcción total
fundada en un punto de vista o cosmovisión que le da
sentido holista. De modo que, la ley de la Gestalt también
es válida en la humanología como disciplina humanística
holista donde las “materias” son las diversas disciplinas
humanísticas dispersas, inconexas, enajenantes.

La espiral dialéctica en la Sociohumanología

En la ciencia integral como interdisciplina (Pichón Riviére)


y como transdisciplina, con enfoques abiertos y dinámicos
entre el concierto de las humanísticas, las ciencias
interactúan recíprocamente aunque no como meros
aportes en una relación de dominación como con las
“ciencias auxiliares”. No existiría sometimiento
Procustiana de ideas o aportes en un reduccionismo
autodisciplinar. Por el contrario, por la ley de acción
recíproca los intercambios e interdependencias serán muy
claros. Pero aún más, tales intercambios no serían
mecánicos porque caben “trans-significaciones” o
resignificaciones recíprocas, donde los paradigmas se
operan transformaciones, cambios, anomalías, hasta
rupturas epistemológicas (G. Bachelard) cuando no de
revoluciones científicas. De modo que, la espiral dialéctica
obliga a tales superaciones en un plano superior, donde las
ideas no son destruidas sino incorporadas de manera
superada (aufhebung).

Pero lejos de ciencias dominantes y ciencias dependientes


o de “imperialismo científico”, la interacción lógica,
metodológica, conceptuales y epistémicas de las
humanísticas deben ser igualmente dialécticos. El objeto
de estudio es el mismo para todas las humanísticas así
como para muchas ciencias naturales como la biología, la
neurología, o mejor, las neurociencias. Tales, estarán
obligados a salir del autismo metodológico y disciplinar

56
para resignificar sus enfoques en el sentido de la
integralidad para ubicarse en el concierto de las
humanísticas o humanología. Sin embargo, esto no
significa la anulación de las disciplinas inconexas sino su
interacción recíproca, con logros y superaciones en espiral
y no desde un enfoque acumulativo de las ciencias.

Si, por ejemplo, el psicoanálisis requiere de mayor


profundización de sus ideas, como el de inconsciente,
indefectiblemente necesita conectarse con la lógica, la
lingüística, la antropología, la sociología, las neurociencias
para precisar los procesos que subyacen a los mecanismos
psicológicos como la represión, la identificación, la
conversión histérica, entre otros¬.

Incluso conceptos como el de “hábitus” en sociología,


requiere de su cruce con el psicoanálisis, la psicología
social, la antropología, así como la economía política, entre
otros. El enriquecimiento y resignificación resulta muy
claro.
Ciertos conceptos de la matemática como el de fractal, o
clon, sirven a los fines de estudio en relación a los
procesos de imitación, identificación, trasmisión de
patrones culturales desde la sociología o antropología,
entre otros.

Considerando a las neurociencias, resulta posible el


estudio de los procesos de información, pensamientos,
etc., y sus concomitantes cerebrales, incluso desde
modelos matemáticos e informático. En éste sentido, la
idea de “programa” resulta susceptible de ser utilizada
incluso en la psicología, o en la epistemología como
“programa de investigación” en Lákatos.

Digamos, las disciplinas humanísticas varias conllevan


potenciales conceptuales y metodológicos, así como de
puntos de vistas, cosmovisiones, paradigmas, que
debemos considerar en aras de una visión de conjunto
ampliado, en honor a una verdad ampliada u “objetiva”.

58
El Sociohumanólogo holista y dialéctico

De formación múltiple, holista, desde el concierto de las


humanísticas, el Sociohumanólogo posee una visión
integral de su objeto de estudio: el ser humano. Su campo
de acción se caracteriza por su diversidad, como el ámbito
de la psicología, la sociología, la antropología, el
psicoanálisis, la historia, la mitología, el arte, la psicología
social, la lingüística, entre otros. Es decir, toca una melodía
integral y no solo notas aisladas como los profesionales de
disciplinas aisladas. En aras de la desalienación, la mirada
integral se complementa con la especificación de los
juicios y procedimientos, un marco teórico diversificado
aunque orientado a las problemáticas singulares. Su
formación implica la reunificación de los aportes válidos de
cada disciplina, así como la inter y transdisciplinas, con lo
que, el Humanólogo se caracteriza por lo inverso de las
disciplinas clásicas: el enfoque holista. Sin embargo, este
enfoque no implica la alienación en la totalidad porque la
epistemología dialéctica implica el enfoque en espiral, de
la parte al todo y del todo a las partes, con progresos en
espiral, siempre en otro plano, para brindar explicaciones y
predicciones, soluciones y problemáticas acorde al nuevo
paradigma de la totalidad.

Lejos de una disciplina integral y abstracta, la humanología


intenta hacer lo inverso y la deconstrucción del proceso de
enajenación humana a que nos ha sometido la estrategia
de dominación capitalista, buscando definiciones más
acordes a la realidad del ser humano. No somos
fragmentos ni resulta positivo el generalizar a partir de
características aisladas llevando además a que cada
disciplina estanco aplique sus conceptos acotados a un
sujeto caracterizado por su complejidad.

Sin embargo, la ilusión de una visión múltiple y compleja,


de difícil abordaje merced a tal complejidad, solo resulta
desde la óptica de las disciplinas parcelarias,
fragmentadas, por lo que, necesitamos “transvalorizar”
nuestros paradigmas igualmente fragmentarios, así como
nuestras observaciones, hipótesis, modelos de
investigación, etc., desde una mirad etc., nuestro
60
Humanólogo?. No porque significaría volver a los enfoques
acotados y enajenados del ser humano. Si bien se posee
los instrumentos de investigación, paradigmas,
procedimientos, etc., de cada profesional, de un psicólogo,
de un sociólogo, de un antropólogo o del lingüista, etc., el
enfoque es superado en un plano superior y dialéctico. Al
mismo tiempo estudiamos y percibimos a un ser humano
único y total, en devenir, con sus niveles de complejidad,
su psiquismo pero también su cultura, su etnia, su clase
social, sus ideologías, hábitus, usos y costumbres, estilo de
comunicación, etc. Es decir, enfoques, accesos en
múltiples niveles de integración y complejidad, apuntando
a la motivación de la investigación, a su lógica en aras de
aportes positivos, siempre provisorios y dialécticos en
relación a los paradigmas que se movilizan para explicar,
predecir y cambiar la realidad.
Lo inverso de la constitución de las ciencias humanas y
sociales

En principio, podemos considerar que la constitución de


las ciencias sociales y humanísticas (sociología, psicología,
antropología, etc.) acaeció a la luz de los progresos del
capitalismo. No resulta una novedad aunque la idea de
que las humanísticas surgieron como respuestas a las
problemáticas generadas por el capitalismo como sistema
social contradictoria, resulta atractiva. Mejor dicho, la
explotación del hombre por el hombre, el trabajo alienado,
la lucha de clases, las crisis económicas y políticas, las
guerras, el sufrimiento del ser humano, etc., han llevado a
preguntas, a interrogantes, y a la necesidad de
explicaciones y de justificación de tales explotaciones. De
modo que, como saberes sistemáticos, metódicos,
reflexivos y críticos, surgieron las ciencias sociales en
respuestas a las demanda de justicia social, a las demandas
de soluciones originados por un capitalismo salvaje. Sin
embargo, no surgieron como progresos del conocimiento
62
humano en su lógica evolutiva propia. Surgieron para
justificar la explotación del hombre por el hombre, para
justificar la enajenación, el sufrimiento y al servicio de las
clases dominantes. Así, la sociología de Comte surgió para
explicar y justificar la lucha de clases, la explotación, y para
darle un justificativo fundado en la bendición de las
ciencias, en éste caso, la sociología. Sabemos que
surgieron otros paradigmas en el seno de la sociología,
como las explicaciones de Marx de proceso capitalista,
pero ello en respuesta a las ideas justificacionistas del
capitalismo.

Cuando Guillermo Wundt funda la psicología, la necesidad


surgía de los efectos del capitalismo en la psiquis del ser
humano: la intensificación de los conflictos, luchas,
sufrimientos, y “enfermedades mentales” cuyas causas
arraigaban también en factores sociales, económicos,
ideológicos. De modo que, la psicología surge para explicar
y justificar a las ideologías dominantes, la explotación, el
sufrimiento objetivo, buscando teorías explicativas que
llevaron a la asunción de la “falsa conciencia” (Marx) y a la
adopción del punto de vista del explotador.

En su momento la filosofía como arma de dominación


mental de las clases pudientes hacia las sometidas, así
como la mitología, entre otras disciplinas. En general, toda
la superestructura ideológica, en la que ubicamos las
ciencias, se caracteriza por la sospecha de servir a
intereses de clases. Mejor dicho, detrás de las
explicaciones científicas, de las teorías sobre lo social, los
descubrimientos de Freud, de Comte, de Weber, etc.,
tenemos los intereses de las clases pudientes y el afán de
dominio que los caracteriza. De modo que, la
desalienación científica del ser humano viene aparejada
con la desalienación de las ciencias, su integración en un
nuevo plano o nivel de integración, así de la necesidad de
un objeto de estudio más acorde con el ser humano.

Por su parte, la antropología surge como necesidad para


explicar la sociedad y cultura de las tribus y colonias
sujetas a la explotación de los imperios. Surgió como
proceso de colonización intercultural, como necesidad
64
para explicar y dominar desde los aportes de las ciencias.
Pero este proceso interesa a muchas humanísticas, como
el caso de la psicología y sus ideas e instrumentos de
exploración de la inteligencia, que, en los “salvajes”, eran
de menor rango, es decir, el europeo era más inteligente
que el “primitivo”. Así con muchos tópicos de cada
disciplina. Desde la psicología y la sociología, tenemos que
los pobres o clases bajas son menos inteligentes que los
ricos, de inteligencia superior. Lo mismo los negros en
relación a los blancos. De ésta manera, los aportes
conceptuales de las ciencias humanas y sociales sirvieron
para justificar y adaptar al ser humano al trabajo alienado,
al sufrimiento, a la explotación.

De modo que, el proceso de constitución de la


Humanología consiste en lo inverso de la constitución de
las ciencias humanas y sociales alienadas, dispersas,
inconexas, con visión de túnel, sin intención de miradas
integrales que liberen al ser humano de las cadenas
simbólicas y de la dominación mental.
Fases lógicas en el desarrollo de las ciencias

¿Por qué las disciplinas humanísticas y sociales se


detuvieron en la fase de “disciplinas aisladas”, sin visos de
progresos hacia las interdisciplinas, las multidisciplinas y
las transdisciplinas?. Es decir, ¿por qué se detuvo la espiral
dialéctica del desarrollo en espiral de las ciencias?.
Podemos considerar que la alienación humana se opera
también en el ámbito de las ciencias y que, tanto la
dispersión de los campos como la detención del proceso
dialéctico de desarrollo de las disciplinas hacia las
transdisciplinas se deben al mismo proceso de alienación.

Sabemos que la fundación de tales disciplinas obedecen a


procesos de justificación de la alienación humana inducida
por un capitalismo salvaje y que los procesos de
dominación se continúan en diversos formatos, como la
deprivación epistémica de las ciencias en lo disciplinar. Es
decir, por un proceso de mantenimiento de la alienación,
los científicos no han logrado encontrar la llave para salir

66
de la caverna de platón y liberar a las disciplinas de su
parcialidad y aislamiento. De modo que, la colonización
mental, la dominación mental a través de dispositivos
disciplinares, ideologías, representaciones,
weltanschauung, etc., mantuvieron a las ciencias en forma
aisladas unas de otras sin posibilidad de intercambios y
acciones recíprocas verdaderas. Lo que tímidamente
realizan las ciencias como la psicología, sociología, etc., son
las interdisciplinas, donde el “inter” aún se tiñe de
proteccionismo disciplinar y cierre narcisistico sobre el
propio sistema de ideas. Falta entonces incentivar éste
proceso de ruptura del autismo disciplinar y salir
plenamente hacia la interdisciplina, las multidisciplinas
hasta llegar a una visión de conjunto o transdisciplina. Es
también lo que el progreso dialéctico en espiral del
conocimiento nos obliga. De lo contrario, el círculo vicioso,
el progreso hacia especializaciones estancos, que
parcializan y cristalizan en áreas e ideas inconexas, sin
posibilidad de continuar la dialéctica de las ciencias.
A veces, las fases de desarrollo de las ciencias se dan al
mismo tiempo: lo disciplinar y su formalización lógica,
matemática, o a posteriori, cuando se utilizan métodos
interdisciplinares, entre otras. De modo que el desarrollo
de las ciencias no sigue una lógica evolutivo a predominio
y a los cambios graduales en una disciplina, el salto
cualitativo de calidad nos debería orientar hacia la
interdisciplina, las multidisciplinas y las transdisciplinas en
forma dialéctica. Sin embargo, nos falta ahora el “método”
para tal progreso y respondemos que no es sino el
“Método transvalorativo”, que venimos promoviendo.

68
Lógica dialéctica y método transvalorativo

La dialéctica es el método para estudiar los procesos


sociales, psicológicos y culturales, así como los procesos de
la naturaleza. Se caracteriza por considerar que todo
cambia, fluye, y en esto recordamos al filósofo Heráclito. El
cambio y su manera de cambiar: a través de
contradicciones. Todos los procesos conllevan una lucha
de opuestos, como la lucha de clases en lo social, imperio-
colonia en la antropología, anabolismo y catabolismo en
biología, etc. Es decir, el autodinamismo de los procesos se
debe a la lucha de los opuestos. La dialéctica es el método
que nos permite estudiar los procesos sociales, las
desigualdades y la lucha de un sector con otro, lucha por la
supervivencia, lucha por ser. De modo que, el cambio es
propio de los procesos, así como la contradicción en la
unidad, en todos los procesos, la división en partes
contradictorias y su lucha, como rasgo crucial de la
dialéctica. Esto es lo que Lenin nos aconseja considerar.
Otro rasgo crucial es que los procesos cambian en forma
cuantitativa hasta tornarse cualitativa, desde un salto de
calidad, salto cualitativo o cuarta ley de la dialéctica. El
agua se calienta hasta trocar en vapor a los cien grados, los
cambios y crisis sociales son graduales hasta el salto de
calidad en las revoluciones como el paso del feudalismo al
capitalismo.

Es también lo que nos permite dar el salto desde


disciplinas dispersas, con aportes cuantitativos hacia la
Humanología como disciplina madre de las humanísticas.
Es lo que en Hegel se conoce como “aufhebung” o
incorporación de los aportes en otro plano que los supera,
que las integra en un nuevo nivel del desarrollo en espiral.
Mejor dicho, damos el salto desde las notas o árboles
dispersos e inconexos a la melodía y el bosque como
nueva síntesis superior. Claro es que ello no niega la
legitimidad de los estudios disciplinares pero replantea el
aislamiento en disciplinas estancos sin dar el salto hacia
visiones más integrales. Es el anhelo de la humanología
como disciplina de disciplinas, al mismo tiempo
epistemológico, práctico, técnico, con métodos de diversas

70
índoles merced a las relaciones con diversas disciplinas
que van desde la psicología, la sociología, antropología,
psicoanálisis, psicología social, etc. Pero el salto de calidad
pregonado por el método dialéctico, con su negación
constructiva e incorporada en otro plano, requiere una
revisión en el sentido en que lo que se supera, se niega e
incorpora en otro nivel no constituye una extrapolación o
suma ecléctica de aportes sino una “transvalorización” o
resignificación de los aportes, métodos, enfoques,
cosmovisión y marco teórico. De ahí el “Método
transvalorativo” donde la relación entre ciencia dominante
y ciencias auxiliares se subvierte para transformarse en
acción recíproca, en materia de resignificaciones
conceptuales y de puntos de vistas. No consiste en el mero
desarrollo de los paradigmas de una disciplina dada sino la
acción recíproca, las modificaciones recíprocas, cambios
recíprocos de perspectivas, de niveles de aportes,
apuntando a visiones integrales, holistas, y donde cada
ciencia humana se integra en la melodía de la humanología
donde todos sus aportes adquiere otra valoración.
Psicologismo, sociologismo y antropologismo

Son las argucias epistémicas de explicar el todo a partir de


las partes. Es la famosa “generalización indebida” o el
desmantelamiento del todo en las partes (Pichón Riviére),
porque a partir de un fragmento de datos se generaliza al
todo del ser humano. Es el caso del sociologismo, que
utiliza en forma excesiva la causalidad social en sus
explicaciones. La sociologización del sujeto, de las clases
sociales, la familia, la mujer, los medios, etc., lleva a obviar
los aportes de otras disciplinas como la psicología social, el
psicoanálisis, la economía política, entre otros. El cruce
recíproco y a resignificación recíproca de los aportes
posibilita una visión más integral de lo que se estudia.

De la misma manera el psicoanalismo o explicación del


mundo, del sujeto, la familia y la sociedad, la política, etc.,
desde el psicoanálisis, buscando incorporar el todo en la
parte, como forma de reduccionismo. Pero cuando cada
concepto psicológico o psicoanalítico es cruzado o

72
transvalorizado con otros aportes psicológicos,
sociológicos, antropológicos, filosóficos, etc., tenemos
miradas o interpretaciones mucho más integrales que la
visión de los ismos. En el caso del antropologismo nos lleva
a similares conclusiones porque los pueblos sometidos, las
colonias, el “Otro cultural”, es interpretado a la luz del
etnocentrismo o eurocentrismo, como forma de
imposición conceptual y al servicio de la dominación
cultural. Se me dirá que esto es común en la antropología
en sus comienzos y que merced a los progresos
antropológicos, las ópticas han variado, con el replanteo
del etnocentrismo y esto es una verdad patente. Pero
cuando la antropología se cierra sobre su propia mirada,
sobre los paradigmas exclusivamente antropológicos, sin
Transvalorizaciones ni intenciones de síntesis integrales
con los aportes de otras disciplinas humanísticas, nos
encontramos en el terreno del antropologismo. En general,
podemos realizar similares críticas a todas las humanísticas
dispersas merced a la dificultad disciplinar de lograr
puntos de intercepciones, contribuciones, y
resignificaciones integrales y holistas. Se debe a la
fragmentación disciplinar y el progreso intradisciplinar
hacia “especializaciones” que obvian las interrelaciones
multi y transdisciplinares.

La weltanschauung, fundamento del ECRO

“Funda-mental” para cada científico social resulta su


cosmovisión o weltanschauung porque delimita el
contorno del mundo, lo social, las problemáticas, su mismo
ECRO. De modo que, el objeto de estudio está
determinado por la cosmovisión, el “punto de vista” sobre
lo social. Pero tal punto de vista puede ser considerado
también como ideología del mundo, de lo social, sobre su
estructura, su devenir, sus avatares. De modo que, el
punto de vista se nos aparece como sostén del científico
social y sus percepciones, observaciones, hipótesis,

74
teorías, etc., son direccionados por el punto de vista o
cosmovisión. Como weltanschauung define los contornos
de lo social y de cómo debe ser una sociedad dada, como
el capitalismo. Pero como toda concepción se encuentra
teñida del espíritu de la época y no resulta ajena a las
luchas ideológicas, a los intereses de clases, no podemos
sino concluir que el concepto de lo social y las
problemáticas sociales no son ajenas a tales intereses de
clases o incluso, a la colonización mental donde las
culturas luchan por instalar su propio modelo de mundo.
De modo que, no debemos olvidar las influencias
culturales, la condición de colonia o imperio, y las
cosmovisiones dominantes. Al respecto, la cosmovisión
capitalista enajenante internalizada por los expertos como
concepto de ciencia, ha llevado a considerar que las
visiones aisladas, estancos, parcelarias de cada
humanística, sea la concepción dominante. Es decir el
“Divide y reinarás” se ha traspolado al campo del saber
con objetivos de dominación y control social.
Desde otro ángulo, la weltanschauung es lo que sostiene al
investigador en su ser social, en su subjetividad, en su
perspectiva, en su enviscamiento en una visión de túnel
donde solo percibe lo que su punto de vista y modelo de
mundo le prescribe. Es decir, constituye un modelo de
mundo impuesto, que le impide vislumbrar otras
perspectivas. Para peor, la visión de túnel inducida por el
punto de vista acotado, no le permite sino percibir e
hipotetizar sobre el pedazo de realidad humana
igualmente impuesta. El problema, el recorte de disciplinas
y de objetos de estudios, tanto como los métodos, los
procedimientos, el mito y el rito, etc., todos determinados
por el modelo de mundo. Es lo que sostiene al investigador
en su rol de investigador e incluso en su conciencia, su ser
social, su mismo “inconsciente”. Mejor dicho, el modelo de
mundo y de interpretación del mismo se encuentra
solidariamente ligado al programa social inducido por el
proceso social. Es decir, el programa impuesto, obligado,
depriva al investigador en puntos de vistas acotadas,
fragmentaria, alienantes y ello impide la relativización de

76
la propia disciplina y la apertura dialéctica hacia el
contexto de ciencias humanas que dan sentido a las partes
como el bosque al árbol.

De modo que, salta a la vista la necesidad de la


deconstrucción del modelo de mundo y de ciencia como
paso previo al salto de calidad hacia el enfoque
multidisciplinar y transdisciplinar.

La “Humanología” como ciencia integral, ¿una posciencia?

“Posciencia” en el sentido en que la humanología ha dado


el salto de calidad a partir de disciplinas fragmentarias,
alienantes, y su enfoque holista implica la superación
dialécticas de las partes. Digamos, “pos-disciplinas
aisladas”. Digamos, un vuelco Copernicano, un cambio de
perspectiva, de paradigma. Implica el cambio de mirada
desde las partes al todo, sin perder, por supuesto, las
investigaciones y aportes de cada segmento o disciplina
aislada. Se me dirá que hay interdisciplinas y enfoques
multidisciplinares, pero solo en el sentido de toma de
aportes que son reducidos al propio marco teórico en
sentido Procustiana. Si englobamos los aportes
resignificados o trans-significados de todos los segmentos
de la realidad humano o “disciplinas”, tenemos un nuevo
plano, nivel o dimensión que hace honor al objeto de
estudio que no es sino un todo cultural, simbólico, social,
histórico, pulsional, etc., que es el ser humano. Mejor
dicho, la pos ciencia humanística o humanología consiste
en la melodía humana total, dialéctico, con inducciones
particulares y singulares, deducciones generales, del todo
a las partes y de las partes al todo. Es la negación aunque
superada de los aportes y sin invalidar los nuevos
progresos, investigaciones, etc., que son tomadas desde
una acción recíproca permanente. Al respecto, no
podemos obviar un enfoque convergente y divergente,
donde los conceptos se transforman en función del nuevo
nivel de integración humana (José Bleger). Entonces, la
idea de pos ciencia consiste en la pos alienación, en la

78
necesaria interconexión y acción recíproca de todas las
humanísticas y disciplinas afines, superando la visión de
túnel, los enfoques aislados, las investigaciones y
especializaciones que maximizan los fragmentos en
detrimento de enfoques globales que hagan honor al
objeto de estudio: el ser humano total.

De la “visión de túnel” y “visión de paralaje” a la visión


transdisciplinar

Condicionado ya desde la vida real, la escuela secundaria y


la universidad, los investigadores humanísticos se
quedaron atrapados en la deprivación sensorial de una
realidad ampliada y holista. Las “materias” continuaron
siendo materias consideradas en su supuesta autonomía,
objeto de estudio, métodos propios, y las “ciencias
auxiliares” consideradas como simples auxiliares. Es decir,
una cultura de la división disciplinar, con instituciones
como las universidades que santifican las teorías y
procedimientos. Pero en el fondo, una cultura científica de
la alienación, la dispersión disciplinar, sin visos del
“pensamiento crítico” dirigida hacia el núcleo de las
humanísticas. Es decir, Paradigmas erigidas en verdades
evidentes, demostrables, aunque con pretensión de
hipótesis y de falsabilidad si recordamos a Popper. Incluso,
“paradigmas” desde Kuhn, y todo estriba en una
epistemología que considere el paso desde la preciencia,
ciencia normal, anomalías y crisis, pasando al estado
admirable de “revoluciones científicas”. Pero nunca el
replanteo de la propia disciplina como parcial, como
segmento de toda la realidad humana, y aún menos en su
dimensión inter y multidisciplinar. Menos aún la
posibilidad de las transdisciplinas, unificadas como marcos
explicativos globales, dialécticos. Eso da miedo e incluso
los científicos se cuidan de establecer sistemas
considerados ya como delirantes. Es decir, fundadas en

80
certezas parciales y evitando el delirio, caen en otro
delirio.

En pocas palabras, una cultura científica en visión de túnel,


con la percepción supuestamente justa y epistémica pero
parcial. Y esto va desde el modelo de mundo da las
ciencias y sus profesionales hasta el objeto de estudio
delimitado a la luz de tales cosmovisiones fragmentarias
hasta las problemáticas y especializaciones que brindan un
aire de progreso a las investigaciones que emulan al
modelo médico hegemónico y a las ciencias naturales y
físicas.

Digamos que una ilusión muy generalizada es la visión de


túnel, donde se percibe el todo desde la óptica de las
partes confundiendo el bosque con el árbol. Por otro,
tenemos la “Visión de paralaje” utilizado como resistencia
para realizar el salto de calidad desde lo disciplinar a lo
inter y multi para luego la síntesis totalizador en la
transdisciplina. Este nivel “transdisciplinar” en humanística
es la humanología. Sin embargo, pueden existir muchas
transdisciplinas, siempre que se opere el salto de calidad
desde las disciplinas dispersas a visiones de conjuntos. La
visión de paralaje consiste en que a cada cambio de
posición respecto del objeto de estudio cambia la
perspectiva, observamos nuevos aspectos del mismo
objeto, hasta visiones opuestas, merced al cambio
posicional del observador. De ésta manera, se ha
considerado la visión de paralaje como algo revolucionario
y una novedad sin parangón. Sin embargo, no consiste sino
en observaciones cuantitativas, de simples cambios de
posiciones y perspectivas acordes a un paradigma, a una
ciencia aislada, y en el marco de la visión de túnel del
propio paradigma. De modo que, la visión de paralaje no
consiste sino en un cambio intrasistémicos, un dar vuelta
en el mismo modelo de mundo, de paradigma, de ciencia,
sin salirse hacia perspectivas más amplias, como la inter o
transdisciplina. De ésta manera, y como consideración
personal, la visión de paralaje y la visión de túnel se funda
en la inducción ampliada, en la transducción como
razonamiento de parte a parte, sin poder llegar al salto
cualitativo de un paradigma humanológico holista.

82
¿Fase de transvaloración de todos los aportes científicos?

Respetando el enfoque dialéctico de Pichón Riviére y en


aras de una humanología integral y transdisciplinar, el
paso necesario y lógico, metodológico y epistémico de las
ciencias es el siguiente: el de la transvalorización de todos
los paradigmas desde una epistemología dialéctica. Es el
paso que nos queda para forjar una mirada más objetiva
en el sentido de lo integral. De ésta manera, todas las
humanísticas necesitan transvalorizar todos sus términos,
sus paradigmas, métodos, incluso su objeto de estudio,
para la elaboración de una visión unificada, dialéctica, de
acción recíproca entre todas las disciplinas, con trans-
significaciones recíprocas en el sentido de resignificaciones
mutuas de todos los conceptos. No consiste en un
imperialismo disciplinar donde se utilizan simples aportes
que son asimilados en forma Procustiana al propio marco
teórico. La transvalorización como método obliga a la
resignificación reciproca en otro plano, nivel o dimensión
en aras de una visión sintética, de conjunto, aunque
dialéctica, sin obviar el proceso inverso de interactuar con
las partes, lo que cada disciplina descubre y opera
resignificaciones en diversos planos, en toda la dimensión
humana, etc. Así, el “círculo en espiral” de las ciencias
sufren transformaciones conceptuales, de paradigmas,
procedimientos, técnicas, áreas de intervención, etc., a
medida que interactúan recíprocamente. Como carrera, la
humanología requiere de un procesamiento recíproco
integral de todas las ciencias humanas. En definitiva, el
objeto de estudio es el sujeto humano en su dimensión
múltiple. Claro es que cada disciplina individual requiere
de estudios minuciosos, a los fines de encontrar puentes,
ideas polisemánticos y en conexión con otras de otras
disciplinas. En el caso de transdisciplinas constituidas como
la psicología social, el psicoanálisis, etc., el horizonte de
expectativa radica en la conexión en acción recíproca y de
trans-significación para lograr visiones compartidas, en
otra dimensión, esta vez humanológica. Sin embargo, las
adquisiciones, integraciones, resignificaciones, etc.,
implicación la consideración de que los conceptos sujetos

84
a resignificaciones también están siendo investigados en
su disciplina de origen, por lo que, se mantienen los
mandatos epistemológicos de refutabilidad,
provisionalidad de los conocimientos, paradigmas, etc.
Ensayo II

Psicoepistemología
La validez de los conocimientos psicológicos

“Un enfoque experimental combinado y concertado-por medio de las


experiencias de laboratorio, las entrevistas, las técnicas proyectivas,
el estudio de campo, etc.-ofrece amplias perspectivas para
desarrollar una teoría valedera de la personalidad”. Gerald Blum

“Si las consideramos no como hechos indestructibles, sino como


hipótesis sujetas a comprobación o rechazo, tenemos una teoría en
marcha”. Gerald Blum

86
La Psicoepistemología, momento necesario de la práctica
profesional

A los fines de evitar que la clínica sea dogmática como


ocurre en la actualidad, necesitamos un momento lógico,
elaborativa, de reflexión autocrítica y epistémica sobre la
práctica. La asunción acrítica de las teorías, técnicas,
procedimientos genera un profesional conformista que
aplica ideas, busca ratificar sus referencias, sin visos de
nuevos descubrimientos. Tanto la formación psicológica y
psicoanalítica requieren de un enfoque epistémico de los
conceptos, a los fines de entrever los descubrimientos
válidos, aunque siempre en el marco de las hipótesis. De
ahí la necesidad de una “Psicoepistemología” que ponga
en guardia contra el dogmatismo, el empirismo ingenuo,
las ideas que consideran la ciencia como acumulativa, con
una visión de la práctica como “praxis”, donde teoría y
práctica se retroalimentan, se ratifican o rectifican. Es
decir, la reflexión crítica y epistémica sobre la validez de la
práctica y las referencias.
También el enfoque experimental de la práctica donde se
ponen a pruebas las ideas, los propios procedimientos, y
donde resulta posible nuevos descubrimientos, nuevas
aristas de la realidad. La clínica es procedimental pero
implica visiones, conceptos, procesos que no son eternas y
necesitan ser resignificados gracias a nuevos
descubrimientos, nuevos niveles de enfoques, nuevas
concepciones sobre la práctica. Sin embargo, la
Psicoepistemología no significa el estudio de métodos
científicos, estudio de paradigmas, de técnicas de
investigación, etc., porque implica un momento lógico y
necesario de la práctica diaria del profesional. Solo así
podrá respetar la dialéctica de su práctica, aunar la
investigación con la clínica, en una dialéctica donde los
paradigmas y teorías son contrastados al calor de la
transferencia, y como práctica investigativa.

88
El psicoanálisis, ¿una ciencia?

Al menos, para Sigmund Freud, era parte de lo que en ésa


época se denominaba “ciencia natural”. De modo que, el
fundador de la disciplina le otorgó el rango de “ciencia”
que estudia el Inconsciente. Sabemos que para Jacques
Lacan, su intérprete y comentarista, solo era una
“práctica” donde incluso la técnica cedía paso al “estilo”.
Pero si nos fijamos en la gran empresa de Jacques Lacan,
veremos que a los fines de “transliterar” el psicoanálisis de
Freud desde varias disciplinas, utilizó “ciencias”, como la
lingüística, la matemática, la lógica, la antropología, la
psicología, entre otros. De modo que, si Lacan reformula el
método psicoanalítica como “Teoría del significante”
utilizando conceptos lingüísticos, podemos afirmar que ya
no realiza una mera práctica, porque la exégesis,
interpretación, y resignificación lo condujo muy lejos en el
marco de las ciencias humanísticas. En éste sentido, tales
disciplinas científicas le dieron valor contextual a los
conceptos que lacan iba innovando. Negar que la
antropología o la sociología no sean ciencias es negar un
real que ronronea.

Entonces, ¿ciencia o transdisciplina?. Respondemos que


ambas, aunque sabemos que lacan lo definió como una
práctica. Sin embargo, tanto desde Freud como desde
Lacan, el enfoque “transdisciplinar” fue disciplinar, merced
a que los aportes de las diversas disciplinas fueron
utilizados en sentido reduccionista, siendo asimilados al
corpus del psicoanálisis para dar validez o extensión a
diversos conceptos psicoanalíticos. Cuando Lacan
reformula algunos conceptos psicoanalítico en términos
lingüísticos, como el desplazamiento y la condensación
como metáfora y metonimia, era un uso psicoanalítico de
la lingüística, sin que los conceptos sufran resignificaciones
en función de los aportes. Mejor dicho, era un uso
transliterativa donde se vuelve a formular un concepto en
términos de otro código o instrumento conceptual. Y
desde ya, la transdisciplina no es transliteración ni
hermenéutica interdisciplinar. Gracias a nuestro “Método
transvalorativo”, todos los aportes disciplinares y los

90
aportes de la propia disciplina sufren una resignificación
recíproco operándose nuevos conceptos, ya no disciplinar
sino transdisciplinar, al ser unificado en otro plano, nivel o
dimensión. De igual forma, el objeto de estudio también
cambia y la “aufhebung” hegeliana nos obliga a éste
procedimiento vía el método dialéctico.

¿Psicoanálisis Experimental?

¿Es posible un “Psicoanálisis experimental”?. Desde ya, el


psicoanálisis constituye un método de intervención sobre
los males que aquejan al sujeto. Tal método implica
procedimientos, hipótesis, un modelo explicativo o
“Paradigma”, etc., que le otorgan contexto a los procesos
de la cura. De modo que, el psicoanálisis, procede por
hipótesis que son construidos durante la dirección de la
cura, cuando gracias a las entrevistas preliminares, se
abstraen características subjetivas y se accede a un
diagnóstico. En éste sentido, notamos que el analista
enfrenta una situación experimental porque allí debe jugar
no solo las hipótesis que elabora sino sus conceptos
previos respecto de la cura, los procesos patológicos, etc.

Una cura es en este sentido, un procedimiento


experimental donde el encuadre aparece como el contexto
donde se prueban procedimientos, interpretaciones,
posiciones en relación al analizando, hipótesis que se
ponen a pruebas para comprobar la veracidad de las
presuposiciones, y donde al mismo tiempo se procede a
intervenir con el objetivo del cambio. Pero un experimento
para entrever los males en juegos y poder intervenir para
extinguir un síntoma, un sufrimiento, lo más alejado
posible de procedimientos mágicos. No consiste en una
hermenéutica meramente interpretativa ni la aplicación
mecánica de procedimientos estandarizados y en cierta
medida, el analista dirige un campo operacional donde se
juegan hipótesis, el método, conceptos de la cura, entre
otros. En síntesis, el psicoanálisis y sus procedimientos

92
experimentales consisten en un campo operacional para
ver, comprender y concluir en intervenciones que re
direccionan procesos, logran efectos subjetivos, se
prueban hipótesis sobre la marcha y en el mismo proceso,
sin una incidencia externa más que la intersubjetividad y el
poder de la dirección de la cura del analista también sujeto
al mismo experimento.

Comprobación experimental sobre el “Aparato psíquico” y


el Inconsciente

Gracias al método de la asociación libre y atención flotante


podemos detectar indicadores del Inconsciente como
sistema psíquico separado de la conciencia y del
preconsciente. Cuando el paciente asocia, suele verse
inundado por contenidos inconscientes “reprimidos” u
olvidados y que suelen manifestarse como un lapsus o a
través de otras “formaciones” como el chiste, un olvido, un
tropiezo, etc. Es decir, tales símbolos verbales, olvidos,
etc., nos indican significaciones al ser concatenadas, como
cuando analizamos un sueño y sus diferentes elementos
manifiestos que nos remiten al contenido latente como
pensamiento reprimido y vinculado con el deseo. El
analista experimentador estimula la situación con la “regla
fundamental” que dictamina “Asociar libremente” pero a
sabienda de que no hay tal libertad de asociación y que el
inconsciente opera en otro plano, nivel o dimensión con
los desplazamientos y condensaciones de sentidos como
en el sueño o un lapsus.

En el caso del “Preconsciente” como otro plano del


aparato psíquico, podemos comprobar
experimentalmente su existencia cuando invitamos al
sujeto a recordar sucesos del día anterior o del mismo día,
con lo que, comprobaremos que recuerda a voluntad, sin
necesidad de la asociación libre extenso como cuando
buscamos contenidos reprimidos infantiles. Es decir, lo que
recuerda estaba en el preconsciente que es de acceso

94
directo, a voluntad, donde la conciencia sale a la búsqueda
de los contenidos del preconsciente.

¿Cómo comprobar experimentalmente el funcionamiento


del proceso de “represión”?

Es también lo que se llama “censura”, que funciona entre


el Inconsciente y el Preconsciente-consciente de la
“Primera tópica” de Freud. En relación a lo que es
prohibido o rechazado por el sujeto, la censura permite el
paso o no de contenidos censurados. El pasaje sufre una
deformación, merced a que opera el proceso primario.
Podemos comprobar el proceso de represión cuando un
sujeto olvida algo que desea recordar vehementemente.
Se debe-según hipótesis clásicas-a que está motivado, hay
asociaciones vinculadas a algo prohibido, como en famoso
nombre “Signorelli” que Freud mismo olvida, porque
estaba vinculado con la sexualidad y la muerte.

Este proceso puede ser experimentado en sí mismo como


sujeto: imagine algo terrible, lo que a Ud. Le cuesta
imaginar, pensar, o considerar. Podrá observar desde la
“auto observación” que excluye tales ideas intolerantes de
su conciencia. Solemos excluir de nuestra conciencia todo
lo que contraría una norma, una regla social como la
“prohibición del incesto” etc. En éste último caso, tal
prohibición apunta a que la madre es un objeto de amor y
de sensualidad es interdicto por la cultura, por la función
paterna en Freud o por el sistema lingüístico en Lacan. De
modo que, tales fantasías vinculadas a la violación de la
prohibición del incesto pocas veces llegan a la conciencia.

Contrariamente, cuando un sujeto no puede reprimir, es


porque su inconsciente lo ha inundado, como el caso de
quién fue “reprimiendo” odio hasta que llega a un umbral
de tolerancia y explota. Es así que agrede, etc. Una esposa
tolera las injusticias vividas de la pareja, hasta que un día
sucede algo que colma el vaso. En tales casos, observamos
96
que la barrera o límite denominado “represión” falla, y hay
retorno de lo reprimido, de lo que callamos, de lo que no
pudimos articular.

En el caso de niños como en una escuela, podemos


observar experimentalmente cómo, algunos de ellos no
pueden contener sus impulsos y se dejan inundar por lo
que conocemos como “hiperactividad”, agresión, o de
palabras obscenas, etc.

La neurósis experimental

En una situación estructurada por el encuadre analítico,


donde la función analista ya está prescripta, consagrada
socialmente, validada por una comunidad de analistas
conforme al paradigma sobre la psiquis, la psicopatología,
la dirección de la cura, etc., lo que torna experimental al
encuadre clínico. En el marco de una situación
estructurada, el analista enuncia la “regla fundamental” de
asociar libremente, con el complemento funcional de su
rol de “Atención flotante”, sin jerarquizar las escuchas
libradas a su dinámica. Pero tal paradoja de solicitar
asociaciones libres cuando se sabe muy bien que la
sobredeterminación del inconsciente opera siempre así
como el encuadre como prueba de las hipótesis, de la
función analista, del tipo de dirección de la cura, etc.

Conocida también como “Neurósis clínica”, la “neurósis


experimental” es netamente experimental porque tanto el
encuadre del análisis así como el rol del analista y sus
intervenciones, conducen al sujeto a “re experimentar” tal
neurósis infantil, pero ésta vez en el marco del encuadre
para extinguir su eficacia gracias a las interpretaciones. En
otros términos, el análisis como encuadre y como proceso
de intervención, dirección de la cura, rol de analista, etc.,
provoca la reactualización de la neurósis infantil para
extinguir sus efectos. Tal inducción de un conflicto infantil,
para reactualizarlo en forma instrumental, para interpretar
su sentido tanto como los intentos de extinción, constituye

98
una situación experimental en que se induce para probar
intervenciones y la medida no constituye algo azaroso sino
encuadrado en una situación clínica. Imbuido de un marco
de interpretación o paradigma clínico, con hipótesis sobre
la subjetividad y la psicopatología, un diagnóstico
presuntivo, el analista se enfrasca en provocar la
reaparición de la crisis transferencial para poder
enfrentarlo e interpretación se sentido para extinguir su
eficacia simbólica.
La faz experimental de todo análisis

Aunque medien enfoques dogmáticos o repetitivos de


estilos y técnicas de análisis (de Freud o de lacan, etc.), el
análisis en sí mismo posee una faz experimental de todos
de sus técnicas. Esto se debe a que constituye una “Action
Research” o investigación operativa, que no solo consiste
en la búsqueda de nuevos procesos y mecanismos sino un
procedimiento experimental donde se rectifican,
descubren o ratifican ideas. Su uso exclusivamente clínico
la torna dogmática, sin posibilidades de nuevos
descubrimientos ni de puestas a pruebas de los conceptos
y procedimientos. Es decir, la misma clínica posee su faz
experimental donde el encuadre opera con creencias
sobre el analista y su saber. El mentado “SsS” o sujeto
supuesto saber como suposición de que sabe sobre las
dolencias. En el análisis, el método clínico orientado hacia
lo terapéutico y el método experimental hacia los
descubrimientos o cotejo de saberes, de rectificaciones o

100
ratificaciones, hipótesis, contrastaciones, etc., indican la
línea que venimos defendiendo.

La clínica es experimental porque laboramos con un marco


teórico, un paradigma que se pone en juego y en procesos
de verificación. Claro es que la “verificación” no consiste
en repeticiones experimentales como en la física o la
química. No hablamos de una “ciencia dura” como las
exactas sino de humanísticas, más conjeturales,
hipotéticas, laboramos en el marco de paradigmas sobre la
salud mental, la enfermedad mental o no, las técnicas son
cualitativas y no cuantitativas.
El propio psicoanálisis como ciencia en proceso

El analista parte de certezas mínimas: la creencia en un


inconsciente, en su rol como eficaz para interpretar e
introducir cambios, y de la eficacia del encuadre entre
otros. Es decir, considera su método o su técnica como
legítima, arraigada en la creencia social de que el
psicoanálisis constituye una terapia, o aún mejor, un
método totalmente diferente a las terapias porque la
supera. En el mejor de los casos, aparece la fe en la propia
técnica desde un comienzo. Como método o técnica, el
psicoanalista constituye un procedimiento que no escapa a
las ciencias humanas. Si se la considera mera práctica
desde la mistificación, constituye un error de apreciación
porque la práctica se funda en muchas ciencias como la
lingüística, la antropología, la matemática, la lógica, la
psicología, etc., por lo que, estamos obligados a
considerarla “práctica compuesta”. Lacan mismo utilizó
todas esas disciplinas así como Freud respecto de la
historia, la antropología, la literatura, la biología, etc.
102
Como procedimiento o práctica fundada en las ciencias
humanas, todas sus intervenciones o investigaciones
constituyen “momentos” de un proceso científico de
búsqueda de la verdad como muchas ciencias. Solo que
una verdad subjetiva, arraigada en el inconsciente, y que
vía el método de la asociación libre y la interpretación se
busca no solo construir sino cambiar. Cuando un analista
se encuentra con su paciente y en el marco de las
“entrevistas preliminares”, lo que hace es observar,
escuchar, interpretar, aplicar todo el esquema conceptual
del psicoanálisis y laborar con una hipótesis respecto del
mal que aqueja al sujeto. Claro es que se pide neutralizar
todos los saberes previos pero resulta imposible escuchar
o interpretar por fuera del marco de referencia de cada
analista. Consciente o inconscientemente aplica esquemas
previos. Lo mismo sucede con el encuadre donde la
técnica implica formación, aprendizajes, progresos y
validaciones en el marco de la comunidad de analistas.
La hipótesis diagnóstica es parte de la ciencia

Ya desde las entrevistas preliminares el analista esboza


una hipótesis sobre qué tipo de estructura compete al
sujeto. Ello no significa que tal hipótesis sea fija porque las
entrevistas subsiguientes y el análisis posterior pueden
implicar cambios en tal hipótesis al comprobar que se trata
de otro tipo de sujeto. De modo que, desde un comienzo,
el psicoanálisis labora como una ciencia, con un
“Paradigma” sobre la subjetividad, concepto de lo normal
y patológico, etc. Es por ello que estamos obligados a
considerarlo como una disciplina compuesto de métodos,
técnicas como la asociación libre, la atención flotante, etc.

Pero se sabe que muchos analistas como incluso el propio


Lacan consideran que el psicoanálisis no constituye una
ciencia y que se circunscribe a una cierta práctica. Pero
sabemos que la práctica constituye solo un juicio de valor
sobre el accionar de los analistas y que los mismos utilizan
procedimientos, métodos, conceptos, y teorías propios de

104
las ciencias humanas. Ello es consecuente con la idea de
que el sujeto es un ser humano, de índole simbólica,
cultural, que siente, piensa y sufre. De modo que, el
estudio del ser humano como en los casos clínicos no
pueden ser azarosas ni fundadas en criterios mágicos o
religiosos.

¿La ciencia forcluye al sujeto?

Muchos psicoanalistas identificados con Jacques Lacan


consideran que la ciencia forcluye al sujeto. De ahí que no
consideran al psicoanálisis como una ciencia. Pero la
ciencia a la que aluden es la ciencia en el sentido de las
exactas, como la física experimentalista, la química, e
incluso de la psicología, a la que endilgan su rango de
positivismo exclusionista del sujeto. Que yo sepa, la idea
de “sujeto” está siendo usada desde Wundt en adelante,
tanto como por psicoepistemólogos como Jean Piaget,
entre otros. Claro es que no es el mismo sujeto del
significante que el psicoanálisis porque es diferente. Pero
no podemos decir que la psicología excluye al sujeto
aunque podemos sostener que trata de un sujeto Otro. En
el caso del psicoanálisis, el reproche entonces es que las
ciencias no consideran al sujeto. De modo que, si
consideramos al psicoanálisis en su rango de ciencia, como
saber metódico, deconstructivo, con un concepto del
sujeto, etc., también estamos obligados a tratar al sujeto
desde la ciencia. Es decir, gracias al psicoanálisis, el sujeto
simbólico, vinculado a lo pulsional, sujeto del inconsciente,
cuenta para la ciencia.

106
Una clínica investigativa

El paradigma de investigación en el campo del psicoanálisis


no es sino la comparación entre el caso o varios casos con
el texto de Freud y Lacan, entre otros. Es decir, lo que se
dio en llamar “investigación” no consiste sino en la
comparación entre el caso y la teoría, con lo que se da por
comprobada la exactitud de las ideas y la explicación del o
los casos. Las investigaciones son así una búsqueda de
cotejo de las ideas sobre una estructura y el caso mismo,
con lo que el investigador encuentra los indicadores como
un mecanismo. Si tomamos el caso de un sujeto que delira
y alucina según su discurso o delirio, el profesional acude
al caudal referencial que va desde el caso paradigmático
en Freud que es Daniel Schreber, y las ideas de Jacques
Lacan sobre la psicosis, con lo que nuestro profesional
encuentra los indicadores patognomónicos de la psicosis,
quedando nada más el diagnóstico diferencial para
diferenciar el tipo de psicosis del de otros o si existen
indicadores de otras estructuras. Digamos, dogmatismo
clínico de índole aplicativo de teorías e historiales que
sirven de referencias comparativas para comprobar si
estamos ante un loco o no.

Por otro, existen “investigaciones teóricas” de textos, de


un concepto en Freud y Lacan, donde se busca la precisión
conceptual, el esclarecimiento, o tal vez, algo que nos
acerque a la verdad del discurso del maestro Lacan, con lo
que, importan los aportes en su diacronía, a través de los
hitos, las escansiones, las citas, y la audacia del
investigador teorético para captar el nódulo de la verdad.

Es decir, una clínica dogmática, donde las ideas previas o el


marco conceptual delimitan lo posible, y hasta lo
imposible, sin que el paradigma sea puesto en riesgo de
falsabilidad (Karl Popper, Tomas Kunh).

De modo que necesitamos una clínica más investigativa


pero no como hermenéutica clínica, como exégesis de
textos, comparación con casos y verificación de la conserva
cultural psicoanalítica. Necesitamos una clínica más
experimental y un enfoque experimental más clínico,

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donde el entrecruzamiento de ambos enfoques nos dará la
verificación de conceptos o su rectificación con nuevos
descubrimientos.

Dialéctica método clínico-método experimental

Si consideramos la dialéctica necesaria entre el método


clínico y el experimental nuestro enfoque será más
abarcativa de la clínica meramente dogmática que se
empecina en aplicar conceptos desde una “escucha libre
de presupuestos teóricos”. Es imposible escuchar sin un
marco de referencia merced a que el punto de vista
orienta las percepciones. Se me dirá que la cuestión
consiste en poner en blanco la mente, liberarse de
prejuicios, negativizar el marco de ideas, etc., pero creo
que el acto analítico es imposible sin la teoría que orienta
la práctica. Un Lacaniano escucha al sujeto de la
enunciación y un freudiano clásico al Yo y sus defensas, la
resistencia, etc.

En cuanto a la dialéctica de ambos métodos, podemos


considerar que ambos se presuponen e interactúan si se
respeta el enfoque dialéctico. El método clínico no implica
simplemente la clínica, la cura, la búsqueda de la verdad
del sujeto que alimenta el síntoma, el malestar, la misma
estructura histérica, obsesiva, etc. Implica además que los
casos ponen a prueba todo el encuadre, toda la teoría y
necesitamos una mayéutica de la práctica para poder
entrever nuevos descubrimientos. En éste sentido, la
teoría se ratifica cuando un diagnóstico da en el clavo o
una interpretación logra efectos terapéuticos eficaces.
Pero también podemos buscar su rectificación, se mejora,
hasta nuevas relaciones como descubrimientos. Es así que
necesitamos una clínica más experimental, aunque no en
el sentido de la física sino como “experimentos
psicoanalíticos”, en el plano de la psiquis, como uso de la
fantasía y la imaginación para interrogar la práctica. Una
observación, una pregunta, una interpretación,

110
constituyen intervenciones que buscan efectos, y
constituyen además pruebas respecto de nuestras
hipótesis. Un caso puede parecerse a los casos
paradigmáticos del psicoanálisis pero debemos ir más allá,
buscando no solo precisar enfoques e intervenciones sino
entrever nuevos aspectos de un caso. En este sentido,
“probar” nuevas preguntas, indagar en zonas que nadie se
interroga, vincular el caso con otros enfoques, buscando
falsar la propia referencia constituye indicadores de
cientificidad en psicoanálisis.
Experimentos psicoanalíticos cualitativos

Muñido del encuadre, las interpretaciones, las conjeturas


que guían la práctica, etc., el analista “experimenta” su rol
poniendo en juego en cada caso su propio inconsciente. Es
decir no solo pone en juego su propia subjetividad e
inconsciente sino su marco de ideas. Con su escucha, el
analista pone a prueba al sujeto en su verdad, en ese
jugarse la propia intimidad, buscando que emerjan
indicadores del mismo. Es decir, la misma escucha
constituye un toque técnico que busca la emergencia de la
verdad. Es así que el sujeto asocia, y se deja inundar por
sus ideas, fantasías, etc., emergiendo la verdad en el
campo experimental del análisis. En cada caso, la puesta a
prueba del sujeto y su verdad lleva a resultados, a eficacia
simbólica, a logros en términos de la cura. Cuando
interpreta, pone a prueba sus hipótesis o conjeturas,
tiñendo de experimentalidad todo el campo analítico. Es al
calor de la transferencia donde surgen verdades, donde el
analista se prueba, prueba sus referencias y puede lograr
112
algo más que comprobar hipótesis: nuevos
descubrimientos. Para ello necesita salirse de la ilusión de
que el Psicoanálisis está hecho y necesita percibirlo en
términos de paradigmas, de hipótesis centrales, de la
necesidad de verificación, de falsabilidad, y nuevos logros
en términos de descubrimientos.

¿Verificacionismo Psicológico?

El analista asiste a rituales y relatos repetitivos, a síntomas


reverberativos, a la compulsión de repetición, a los
automatónes significantes, etc., pero no puede repetir
experiencias como en la física y otras ciencias exactas. No
es una ciencia en el sentido de la física. Es una ciencia
conjetural y cualitativa, lo que lo diferencia de las ciencias
fácticas. En Psicoanálisis, la verificación de las hipótesis se
realiza al calor de la transferencia, durante el mismo
proceso simbólico de la cura. El “Efecto de sentido” que el
analista hace consciente, tanto en sí mismo como para el
analizando, es lo que llamamos “eficacia terapéutica”, que
es lo que valida la práctica, las hipótesis, el mismo
paradigma. Es diferente que otras disciplinas porque el
sentido es un efecto del discurso que se produce en un
momento lógico de la cura. Sin embargo, en las ciencias
fácticas como la física, se busca el paso de los casos
concretos a la ley general, lo que se conoce como
Inducción. Sería el famoso “Caso por caso” del
psicoanálisis. Pero según el mentado “Problema de la
inducción”, resulta difícil comprobar o verificar todos los
casos, tanto sincrónicos como del pasado y el futuro, en
todo lugar y dimensión, por lo que, solo quedamos en un
nivel de generalización de particular a particular. Es decir,
lo que podemos denominar “Nivel transductivo”, de parte
a parte. Pero se observa que se salta a la ley muy o a
generalizaciones indebidas muy fácilmente. Se comprueba
en unos pocos casos y de allí se conjetura que el resto
infinito de los casos seguirán la misma trayectoria. De allí

114
la idea de “ciencia conjetural”. De modo que solo podemos
lograr hipótesis de corto alcances, como generalizaciones
hipotéticas, que necesitamos verificar en cada nuevo caso
y en el mismo marco de la cura donde obtiene valor y
verificación. Alguien exterior no podría considerar el punto
de vista interno de la cura y la mirada exógena no
comparte la transferencia como situación experimental y
clínica donde se juegan hipótesis y verdad tanto del sujeto
como del analista.
¿Transvalorización del Inconsciente?

El “Método transvalorativo” propio de las transdisciplinas


que proponemos, nos obliga a revalorizar todos los
términos del Inconsciente, todo su sentido, incluso su uso
y sus orígenes desde que el filósofo Hartman y otros los
utilizaran en forma exhaustiva. En éste sentido, la
revalorización, trans-valorización, no implica asimilar
conceptos en un corpus hegemónico porque incluso el
propio paradigma transvalorativo sufre resignificaciones,
logrando progresos en el conocimiento científico. De ésta
manera, la transvalorización como método, nos obliga a la
vinculación de los aportes sobre el inconsciente, la
consideración de los diversos aportes como fragmentos de
un proceso más abarcativa y total, en proceso, en aras de
una visión constructiva del objeto de estudio. Alejado de
todo enfoque parcelario, la transdisciplina nos obliga
también a considerar muchas disciplinas como “momento”
de una realidad unitaria, holista, con un sentido y
dimensión emergente y mayor. Pero, inversamente, no
116
consiste en una mera superación de los aportes en un
sentido holista porque lo inverso también es válido
dialécticamente.

Desde los primeros teóricos del Inconsciente, que van


desde Leibniz a Fichte, Locke, Hegel, Lipps, Harmant,
Wundt, etc., el concepto sufrió modificaciones según el
modelo de mundo de cada autor. El punto de vista, el
paradigma o cosmovisión, imprimió su sentido a la idea de
inconsciente para llegar muy lejos en lo que hace a su
sentido actual. Pero, desde los “procesos lógicos
inconscientes” de Wundt (el fundador de la psicología
como ciencia) o las nociones sobre la conciencia, el
preconsciente y el inconsciente de Lipps, pasando por el
“Inconsciente reprimido” de Freud, la aventura del
inconsciente se posó en la pluma de Lacan como
“Estructurado como un lenguaje” para finalmente
terminar siendo un “Inconsciente real”, imposible, casi
mítico por su apertura y cierre, tal como teoriza el propio
Jacques Lacan en su “Seminario 11”.
Pero antes que un raconto genealógico de los orígenes del
inconsciente, lo que vamos a transvalorizar es su sentido,
los modelos de inconscientes habidos hasta hoy día, la
revisión de tales en el sentido de la utilidad o no, para
terminar con la propuesta de un nuevo inconsciente, que
supera dialécticamente a las anteriores, y que vamos a
llamar “Programa Inconsciente”, merced a que las
conceptualizaciones previas han utilizados modelos
limitados y limitantes, como los modelos filosóficos,
psicoanalítico como en Freud que incursionó por varios
modelos. De la misma manera el Inconsciente propugnado
por Lacan y otros no tan alejado como el propio Piaget y su
“Inconsciente cognoscitivo”, entre otros.

118
Los Tests psicológicos sirven para verificar conceptos y
prácticas

Podemos considerar que los tests psicológicos poseen dos


funciones cruciales en lo que hace a recabar pruebas sobre
la psique. Una es la que conocemos en sentido clásico:
recolectar y comprobar procesos, mecanismos, etc., sobre
la subjetividad, la psicopatología, etc. La otra es la que
podemos considerar como “función epistémica” de los
tests y consiste en que nos posibilitan comprobar y
recabar pruebas sobre nuestras hipótesis, teorías,
procesos psicológicos, entre otros. Un test nos permite
indicadores sobre un tipo de subjetividad, tipo de
estructura, mecanismos de defensas, conflictos, etc., pero
además necesitamos comprobar la validez de tales
hipótesis, teorías y hasta paradigmas. En éste sentido,
necesitamos considerar el corpus de las teorías
psicológicas como hipótesis y en términos de paradigmas,
para poder considerar el grado de validez de las hipótesis,
y poder así laborar con ideas lo más válido posible sobre
nuestra práctica. Al respecto, el psicólogo conformista,
dogmático, poco amante de la Psicoepistemología, no
posibilita el progreso de la disciplina en términos
epistémicos.

Solo a título de ejemplo, necesitamos el uso de los tests


mentales para corroborar nuestras hipótesis no solo
respecto de tópicos como el Edipo, el inconsciente, la
represión, las defensas, etc., sino hipótesis respecto de la
influencia posterior del trauma del nacimiento, el
significado de la serie de hermanos, así como estudios
intertest, correlaciones, etc., sobre muchos temas de la
psicología evolutiva, el desarrollo de la inteligencia, etc.

120
Paradigmas inconmensurables

Desde Feyerabend y Kuhn que sabemos de los paradigmas


inconmensurables. Es decir, constituyen puntos de vistas,
cosmovisiones, weltanschauung, sobre el recorte de
realidad que cada ciencia y sujeto sostiene. De modo que,
tanto Freud como otros teóricos o prácticos, no pueden
ser comparados en sus apreciaciones sobre un cierto
recorte de lo real. Cada paradigma es único e
inconmensurable, por lo que, elaborar una “epistemología
de la validez” en el campo de la psicología constituye un
verdadero reto. La adscripción acrítica a un modelo, teoría
o paradigma resulta inconsecuente porque cada disciplina
implica progresos, aunque el tema de la
inconmensurabilidad de los paradigmas no obliga a
repensar sobre los métodos y las posibilidades para cruzar
paradigmas, encontrar puntos de acuerdos, coincidencias y
diferencias, etc., y poder elaborar un marco de referencia
que implique una epistemología convergente y al mismo
tiempo divergente.

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