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Carlos G. Valles
Colección
Servidores y Testigos 21
VIVIENDO
JUNTOS
2.» EDICIÓN
Editorial SALTERRAE
Santander
ÍNDICE
EL AUTOR 7
EL LIBRO 9
A EDITORES Y LECTORES 11
SUEÑO Y REALIDAD 13
ÉXODO 21
AMISTAD 33
INTIMIDAD 45
© 1984 by Carlos G. Valles, S. J. COMPETICIÓN 53
St. Xavier's College, Ahmedabad PLURALISMO 63
TRABAJO 81
© 1985 by Editorial Sal Terrae DIALOGO 89
Guevara, 20 - 39001 Santander DELICADEZA 101
PODER 113
Con las debidas licencias
HECHOS 133
Impreso en España. Printed in Spain
UN PUEBLO DE ALABANZA 143
suitas, y a jesuítas vivos, reales y jóvenes. Había de- encontró atrapado en una lucha de poder a poder entre
jado que su imagen de la Compañía ideal se entrometie- dos padres con sendas autoridades conflictivas; y en
ra y, al final, acabara con sus relaciones con jesuítas de su tierna inexperiencia pudo ver en ellos algunos de
verdad. Sé muy bien lo mal que lo pasó —y se lo hizo los aspectos más ruines de la naturaleza humana cuando
pasar a los demás—. se desmanda. Se quedó de una pieza. ¿Dónde estaba
Dietrich Bonhoeffer fue director de un seminario ahora? ¿Dónde estaba la 'Compañía de amor' en que
en Finkenwalde antes de la guerra. Allí él, que más él había entrado? ¿Dónde estaba su sueño? Se encon-
tarde habría de conocer la soledad de una celda en la traba deshecho, angustiado, desconcertado. Necesitaba
prisión, tuvo ocasión de ver y vivir plenamente la rea- consuelo y ánimo, más que consejo o dirección.
lidad de la vida en común, reflexionó sobre ella y tras- Entre otras cosas que le dije, le conté a modo de
ladó más tarde a un libro las lecciones de esa experien- parábola cómo una vez asusté a un joven que me pedía
cia privilegiada. Su primera lección es precisamente el consejo sobre su matrimonio en peligro, diciéndole que
peligro de soñar con la comunidad ideal y el efecto la única solución que tenía era el divorcio. No se había
desastroso que puede tener en la vida de cualquier gru- imaginado que su situación era tan desesperada, y en
po religioso. «Quien ama a su sueño de la comunidad todo caso no se esperaba semejante salida de una perso-
más que a la misma comunidad cristiana, la destruye». na «oficial» como yo. Le expliqué: Tenía que divor-
Quien tal hace, juzga, acusa, condena. Declara sus es- ciarse de la mujer con quien se había casado, es decir,
peranzas fallidas y acusa a los demás del fallo. Exige que del sueño de mujer con que se había casado, de la ima-
su sueño sea realizado, y lo exige en nombre de Dios, gen ideal de la esposa perfecta que él mismo se había
que, según él, es quien ha dado origen a ese sueño. Y
formado en su mente y había llevado de la mano al altar
por fin, acaba quejándose de Dios mismo, que no se
en pura fantasía romántica. Había adorado siempre la
preocupa lo bastante de su pueblo y no le obliga a
imagen que él mismo se había creado de su mujer y se
hacer lo que ciertamente sería mejor para todos. En vez
había ido distanciando poco a poco de la mujer de
de unir, divide; en vez de animar, ataca, y no para
hasta destruir la hermandad misma que profesa servir. carne y hueso que era su esposa. Lo que ahora tenía
«Son innumerables las veces en que una comunidad que hacer era divorciarse del sueño y volverse a casar
cristiana se ha deshecho porque había nacido de un puro con su propia mujer —que era una persona admirable
sueño.» y capaz de hacerle feliz una vez que le permitiese entrar
en su vida tal como ella era—.
Un jesuíta joven me descubrió una vez la primera
gran crisis de su vida religiosa. Había entrado en el Luego le aconsejé a aquel joven jesuíta que renovase
noviciado con plena inocencia, creyendo que cada je- mentalmente sus votos, su entrega a la Compañía, a la
suíta era un santo, y cada casa de jesuítas un paraíso, y Compañía auténtica y real que estaba comenzando a
se las había arreglado para mantener tan elevada idea conocer, no tan ideal, pero tampoco menos maravillosa
de la orden hasta que le tocó ir a una casa donde se que la que él había soñado. La entrega tendría ahora
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mayor valor, porque se haría con más conocimiento de votos traen consigo pueden aumentar la sensibilidad,
causa. El joven comprendió enseguida. enriquecer el afecto y contribuir con una profundidad
El sueño de la comunidad ideal es el primer ene- desusada y una belleza nueva a las relaciones humanas
migo de la comunidad real. El segundo enemigo viene de una persona consagrada a Dios. Para todo hombre
de la dirección opuesta, aunque en la práctica acarrea o mujer que ha hecho unos votos, es aventura íntima
un peligro muy similar, y al final causa los mismos es- y personal encontrar en su vida el equilibrio delicado
tragos. Ese enemigo es una actitud de pesimismo, desa- y gozoso entre la entrega y la renuncia, entre el dejar y
liento, desesperación por no llegar nunca a poder ha- el pertenecer, entre la amistad humana y la soledad del
cer algo para crear una verdadera unión de mentes y corazón, entre la sociedad y la clausura. La vida con-
corazones y una vida de comunidad auténtica. En su sagrada es un feliz anticipo en este mundo de lo que
peor aspecto, esa actitud se hace cinismo y se ríe con ha de ser la vida en la Ciudad de Dios y, como tal, lleva
desdén de todo esfuerzo por fomentar la unión, ya en sí misma la semilla de las relaciones más verdaderas
sean documentos de Roma o sesiones de dinámica de y del mejor amor. Hacer que esa semilla crezca y flo-
grupo. Todo se ha probado y nada ha dado resultado. rezca y fructifique es el gran reto —y el gran privile-
Inútil volver a intentarlo. Pura pérdida de tiempo y adu- gio— de la vida religiosa.
lación servil a las autoridades, que insisten en que se La realidad en la vida de un grupo religioso está a
haga algo y a quienes hay que enviar de cuando en medio camino entre el ideal imposible y el cínico des-
cuando un informe oficial de lo que se ha hecho a tal dén. Reconocer y aceptar esta realidad es la condición
efecto. La vida de comunidad no funciona, y más vale básica para enfocar hacia el éxito cualquier esfuerzo de
dejarla en paz. Guarda distancias, deja en paz a los entendimiento mutuo y de vida en común. El ideal so-
demás, defiende tu derecho a que los demás te dejen ñado tiene una idea demasiado alta de la comunidad,
en paz, y vive tu vida. Un provincial jesuíta me dijo mientras que el desprecio cínico tiene una idea dema-
una vez en persona las siguientes palabras: «Este es siado baja de sus miembros, y ambas actitudes consiguen
el consejo que les doy a mis subditos: Si quieres afecto el mismo lamentable resultado de hacer imposible en
en la Compañía... ¡cómprate un perro! » Quizá no sabía la práctica la vida compartida del grupo. No sólo es la
que la voz 'cínico' viene de una palabra griega que quie- política la que es el arte de lo posible, sino la vida mis-
re decir 'perro' y describe la mueca de quien gruñe ma. Lo posible es lo real, y a ello hay que atenerse.
como los perros. El grupo que conozca sus propias dificultades, acepte
La vida célibe, una formación ascética, el duro tra- sus limitaciones, no olvide frustraciones y fracasos pa-
bajo y la competencia que no perdona pueden hasta cier- sados, y al mismo tiempo tenga conciencia serena de su
to punto endurecer los sentimientos de una persona propio valer, reconozca las cualidades innegables de
y dañar su vida afectiva. Pero, por el contrario, una cada uno de sus miembros y valore positivamente cada
mente virgen, un corazón abierto, una afectividad intac- esfuerzo y cada avance hacia una mayor comunidad de
ta y el carisma de amor universal que el sacerdocio y los pensamiento, de trabajo y de vida, tiene la mejor ga-
SUEÑO Y REALIDAD 19
18 VIVIENDO JUNTOS
randa de que llegará a encontrarse a sí mismo y a se- es providencia eterna. Por muy personales que sean
guir avanzando en el camino de la unidad. El realismo las circunstancias de nuestra vocación individual, más
sincero es la base primera del éxito. tarde o más temprano vamos cayendo en la cuenta de
En nuestro caso, el realismo, además, se encuentra que no era una llamada aislada, de que nuestras vidas
reforzado por la fe. No somos una sociedad de negocios estaban llamadas a encontrarse, y de que es con otros
que busca ganancias materiales. No somos una oficina y a través de otros a nuestro lado como hemos de hacer
ni una fábrica. Nuestro objetivo no es la eficiencia ni realidad nuestras esperanzas, librar nuestras batallas y
la productividad. No nos juntamos al azar ni nos elegi- alcanzar nuestra meta. La acción de Dios entre los hom-
mos unos a otros. Nos empuja en nuestra vida una fuer- bres, desde el 'pueblo errante' hasta el 'pequeño re-
za común, en la que reconocemos una llamada, una pro- baño', se ha actualizado con preferencia a través de un
videncia, una vocación. No son nuestras preferencias grupo, una familia, un pueblo. Esa es nuestra herencia.
personales las que nos unen. Oí una vez que se proyec- En esa tradición nos colocamos. En esa continuidad se
taba abrir una casa religiosa en cierto sitio de la si- basa nuestra esperanza de vivir como hermanos. En un
guiente manera: se escogería primero al que iba a ser mundo que está herido, dividido, dispersado, Dios es-
superior de la nueva comunidad; luego él escogería a tablece, en la múltiple maravilla de su poder, células de
un amigo suyo como segundo miembro del grupo, y gracia para unir y reconciliar y sanar como signo de su
ambos juntos invitarían a un amigo común a que se les presencia actual y de su voluntad de salvar. Eso es lo
uniera, repitiéndose el proceso hasta completar el nú- que somos: una imagen, una muestra, una prenda de
mero. No sé si se llevó a cabo el proyecto, pero quiero lo que ha de ser la vida en. la casa del Padre. Somos
comentar que, aparte de que el sistema no parece prác- un signo, una garantía, una parábola, una promesa. Y
tico y causaría reacciones adversas por parte de otros esa promesa es nuestra vida. Por mínimo que sea nues-
grupos, ésa no es nuestra manera de acercarnos unos a tro grupo y por frágil que sea nuestra unión, represen-
otros y formar grupo. No es probable que Simón el Ze- tamos la palabra de Dios, encarnamos su providencia,
lote hubiera escogido a Mateo, el recaudador de im- mediatizamos su acción. Vivimos en una tienda batida
puestos: uno era un patriota ardiente, y el otro un por el viento en un desierto hostil. Pero el desierto es
odiado colaboracionista. Nada les podía haber hecho Sinaí, y la tienda abriga a hijos del pueblo de la espe-
acercarse el uno al otro y vivir en paz. Pero fue otra ranza.
voz la que les llamó, y ambos se sentaron juntos al
lado de Jesús.
Incluso cuando la amistad contribuye a formar un
grupo, como sabemos que lo hizo en el caso de Ignacio
y sus compañeros, adivinamos allí también la actividad
callada de un orden superior. Las circunstancias son los
dedos de la mano de Dios, y un encuentro accidental
ÉXODO
así que cuando, en generaciones venideras, los israeli- que trabajo, tuvimos que sufrir una huelga de estudian-
tas ya no tengan la experiencia de haber sido sacados tes, exclusivamente dirigida contra nuestra universidad,
personalmente de Egipto, la Mishna les seguirá orde- que duró muchos días y obtuvo una gran publicidad
nando en obediencia tradicional: «Cada hombre y en contra nosotros en toda la ciudad. Era penoso hasta el
cada generación ha de considerar que él mismo ha salido tomar el periódico aquellos días, con la certeza de que en
personalmente de Egipto. No sólo fueron nuestros pa- alguna página traería algún reportaje contra nosotros,
dres los que fueron salvados por el Santo de Israel, alguna denuncia, algún ataque. Aun para andar por la
cuyo nombre sea bendito, sino nosotros mismos.» Una calle hacía falta valor aquellos días, sabiendo que todos
liberación común en origen era y había de seguir siem- estaban hablando de nosotros y nos señalaban con el
pre siendo su identidad como Pueblo. dedo. Fueron días de puro desierto. Y nos unieron a
El mismo es nuestro caso. La base de nuestra unión todos nosotros más que cualquier otro suceso o ejerci-
es que hemos sido llamados juntos: primero a la Igle- cio en toda nuestra historia. Presentamos un frente uni-
sia, heredera y plenitud del primer Pueblo de Dios; y do; nos defendimos unos a otros y todos a todos; nos
dentro de la Iglesia, a familias religiosas concretas, lla- olvidamos de nuestras discrepancias; nos negamos ro-
madas a la experiencia y al testimonio de la unión en tundamente a acusar a nadie o a buscar víctimas; y
entrega especial. Tradicionalmente, nuestra vocación nos nos unimos en llevar juntos el peso de la protesta y el
lleva del 'mundo' a la 'vida religiosa', con muros de mo- insulto de que nuestros mismos alumnos nos hacían ob-
nasterios como testigos de la separación, de la distan- jeto. Aquellos días fuimos todos uno como nunca lo
cia y de la unión de los que viven dentro. Hoy, más habíamos sido; y aun por mucho tiempo después de
bien sin esos muros, nos esforzamos en conseguir una acabada la huelga, seguimos sintiendo en nosotros la li-
unión aún mayor entre nosotros, permaneciendo al mis- gadura de unión que el sufrimiento en común había es-
mo tiempo en contacto con la sociedad de nuestros días tablecido. El desierto une.
y formando parte viva de ella. Las salvaguardas exter- El Sinaí también une. Liderazgo, legislación, la bús-
nas de la unión han disminuido; a nosotros nos toca queda en común de la voluntad de Dios y aun la expe-
reforzar los lazos internos en alegre compensación. riencia humillante de fallar en su cumplimiento y bus-
La común vocación trae consigo una común histo- car el perdón juntos. Las reglas y constituciones que
ria hecha de vivencias, memorias, nombres en común. hemos aprendido forman un marco de referencia men-
Esto ocurre no sólo con el grupo en general (con su tal que facilita la comunicación rápida y el entendi-
respaldo de siglos y su memoria de generaciones), sino miento inmediato a través de una terminología, un vo-
también con cada grupo concreto que vive y camina cabulario, una multitud de citas implícitas y alusiones
año tras año en esfuerzo unido. Cruzar juntos el desier- ocultas, un clima espiritual y un fondo intelectual en
to une. Trabajar juntos une. Hacer frente a dificultades que participan todos los miembros del grupo mientras
juntos une. permanece inaccesible a los de fuera.
Hace algunos años, en la universidad de jesuítas en Una vez, dos psicólogos hindúes vinieron a dirigir-
ÉXODO 25
24 VIVIENDO JUNTOS
manera como lo tomamos es importante para la vida jamos en una 'provincia' concreta a la que pertenecemos
en común. y en cuyo catálogo estamos inscritos. El territorio de
La entidad física de la Tierra Prometida fue siem- esa provincia es nuestra unidad topográfica, la 'porción'
pre y continúa siendo hasta el día de hoy el lazo de prometida de la herencia bíblica, el escenario de nues-
unión más estrecho entre el pueblo judío. Como meta tro trabajo, el marco físico de nuestra vida y nuestras
lejana, como campo de batalla, como patria espiritual actividades. Viajar a lo largo y a lo ancho de esa tierra,
y como estado soberano, ha dominado su historia y ha conocer los nombres de sus pueblos y el polvo de sus
unido sus corazones. El libro de Josué atribuye a Moi- caminos, palpar su geografía y beber sus paisajes, visi-
sés la distribución detallada, con nombres y fronteras, tar a compañeros en los puestos lejanos en que viven
del nuevo territorio a las tribus de Israel. «Moisés ha- y recorrer con ellos las tierras de su celo, empaparse con
bía dado a la tribu de los hijos de Rubén una parte por las lluvias de los monzones que inundan el campo, y su-
clanes. Su territorio fue desde Aroer, que está a orillas dar juntos bajo el sol implacable de cada día... todo eso
del torrente Arnón, incluida la ciudad que está en me- nos acerca y nos junta y nos une. Este año, por error de
dio de la vaguada, y todo el llano hasta Medbá; Jesbón, imprenta, el mapa de la provincia no se imprimió en el
con todas las ciudades situadas en el llano; Dibón, Ba- catálogo de la nuestra y, cuando yo lo noté, sentí que
mot-Baal, Bet-Baal-Meón, Tahas, Quedemot, Mefaat, faltaba una página esencial. El lazo de unión de.la tie-
Quiryatáyim, Sibmá, y Séret-has-Sájar, en el monte del rra, a un tiempo entidad física y concepto teológico, es
valle; Bet-Peor, las laderas del Pisgá, Bet-ha-Yesimot, importante para nuestra unión. La historia de la sal-
todas las ciudades del llano y todo el reino de Sijón, rey vación no puede escribirse sin una geografía de la sal-
de los amorreos...» (Jos 13, 15-21), y así siete capítu- vación.
los de nombres y ciudades y límites y valles. Al nom- El título para poseer la tierra de promisión es la
brar cada parcela de terreno, Moisés toma posesión de entrega personal que juntos hacemos al Señor, cuya
ella para su pueblo, de la misma manera que al nom- herencia es. Cuando Josué se supo a punto de morir,
brar a los animales en el origen de la creación Adán congregó a todas las tribus de Israel en Siquem, les
adquirió podet sobre ellos. La larga lista de nombres recordó todo lo que el Señor había hecho por ellos des-
extraños suena a letanía sagrada, la geografía se hace de Egipto hasta el Jordán, y los llevó a renovar en
teología y un trozo de tierra se hace patria. común su opción fundamental del Dios de Israel por
También en nuestras vidas podemos descubrir la encima de todos los dioses de los pueblos entre quienes
geografía como lazo de unión. Es verdad que, como vivían. «Josué dijo a todo el pueblo: 'Ahora, pues,
jesuítas, entramos en la Compañía de Jesús universal temed al Señor y servidle perfectamente, con fideli-
que abarca al mundo entero; y, de hecho, no nos que- dad; apartaos de los dioses a los que sirvieron vues-
damos cortos en viajar con toda la frecuencia y a la tros padres más allá del Río y en Egipto, y servid al
mayor distancia que podemos, pero también es verdad Señor. Pero, si no os parece bien servir al Señor, elegid
que la mayor parte de nuestra vida la pasamos y traba- hoy a quién habéis de servir, o a los dioses a quienes
VIVIENDO JUNTOS ÉXODO 29
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servían vuestros padres más allá del Río, o a los dioses la ceremonia de la profesión de cuatro jesuítas me dijo:
de los amorreos en cuyo país habitáis ahora. Que yo y «Lo que me ha chocado es que uno tras otro los cuatro
mi familia serviremos al Señor'. El pueblo respondió: han leído la misma fórmula.» Y añadió: «No es ex-
'Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a traño que todos seáis de la misma marca.» Sí que lo
otros dioses. Porque el Señor nuestro Dios es el que nos somos.
sacó, a nosotros y a nuestros padres, de la tierra de Los lazos que nos unen son tantos, tan definidos
Egipto, de la casa de servidumbre, y el que delante de v y tan firmes, que podemos a veces llegar a abusar de
nuestros ojos obró tan grandes señales y nos guardó por ellos, y de hecho se nos ha acusado en este sentido.
todo el camino que recorrimos y en todos los pueblos Grupismo, exclusivismo, esoterismo. Orgullo jesuítico,
filas cerradas, complejo de superioridad. Mientras re-
por los que pasamos. Además, el Señor expulsó delan-
conocemos nuestros fallos en lograr la unidad, nos pue-
te de nosotros a todos esos pueblos y a los amorreos que
de alentar el saber que algunos creen que tenemos de-
habitaban en el país. También nosotros serviremos al
masiada. Ortega y Gasset, alumno de los jesuitas, de-
Señor, porque él es nuestro Dios'. Aquel día, Josué pac-
nunció años más tarde la formación que había recibido
tó una alianza para el pueblo; le impuso decretos y
en su colegio en un célebre artículo de El Imparcial,
normas en Siquem. Josué escribió estas palabras en el
en el que, después de otras acusaciones, llega así a la
libro de la Ley de Dios. Tomó luego una gran piedra
condena final: «Aún esto fuera pasadero si la desmo-
y la plantó allí, al pie de la encina que hay en el santua-
ralización a que conduce la pedagogía jesuítica se detu-
rio del Señor. Josué dijo a todo el pueblo: 'Mirad, esta viera ante la idea de la fraternidad humana. Pero... ape-
piedra será testigo contra nosotros, pues ha oído todas nas entra Bertuco en el colegio escucha de labios de
las palabras que el Señor ha hablado con vosotros; ella aquellos benditos padres una palabra feroz, incalcula-
será testigo contra vosotros para que no reneguéis de ble, anárquica: los nuestros. Los nuestros no son los
vuestro Dios'. Por fin, Josué despidió al pueblo y cada hombres todos: los nuestros son ellos solos. Bertuco
uno volvió a su heredad» (Jos 24). verá la humanidad escindida en dos porciones: los jesui-
Nuestra alianza son nuestros votos. Una decisión tas y luego los demás. Y oirá una vez y otra que los
personal y comunitaria, un acto público, una entrega demás son gente falsa, viciosa, dispuesta a venderse
perpetua. Los votos nos unen al darnos la base de una por poco dinero, ignorante, sin idealismo, sin mérito
mentalidad común; al dejarnos libres para el servicio alguno apreciable. Por el contrario, los nuestros, los je-
conjunto de los hombres; al separarnos de los demás suitas, son de tal condición específica que, a lo que
conservando, sin embargo, contacto íntimo con todos; parece, no se ha condenado ninguno todavía. Saldrá
al inspirarnos, con su sentido y su observancia, las nor- Bertuco del colegio inutilizado para la esperanza: por
mas y la práctica de la vida en común: la pobreza nos muy graves esfuerzos de reflexión que haga, jamás lo-
sienta alrededor de la mesa común, la castidad nos in- grará vencer una desconfianza original, un desdén aprio-
tegra en una familia, la obediencia nos reúne bajo una rístico ante los demás hombres. En cambio, estudios un
cabeza. Un amigo mío hindú que estuvo presente en
30 ÉXODO 31
VIVIENDO JUNTOS
poco más serios, meditaciones más vigorosas le harán y comprensión y aprecio de la intimidad. Ahora nos po-
insoportable el recuerdo de los nuestros.» demos acercar unos a otros mucho más que antes, y
Ortega era el primer pensador de España cuando estamos aprendiendo con alegría a aprovecharnos de
yo me formaba allí de jesuíta, y no se me permitió leer esta invitación a la amistad en la mejor de las causas.
sus libros. Muchos años más tarde, cuando el mundo Por lo que yo sé y vivo, los lazos de relación personal
cambió y yo con él, leí sus obras y me encontré con ese entre nosotros, el contacto de hombre a hombre, de
pasaje. El pasaje me dolió profundamente, y el dolor corazón a corazón, el aprecio directo y el afecto since-
venía del hecho de que en parte era verdad. Mis pri- ro, en una palabra, la amistad entre jesuítas, han au-
meros años de jesuíta quedaron marcados por un acen- mentado grandemente en esta generación. Estamos de
to constante sobre los nuestros, la palabra misma se nos enhorabuena.
repetía veces sin cuento a diario, y yo llegué a adquirir
un 'complejo jesuítico' que conllevaba un infinito orgu-
llo de grupo y, si no desprecio, al menos una actitud
de protección y condescendencia hacia el resto de los
hombres que no compartían nuestra excelsa vocación.
Liberarme de ese complejo me llevó muchos años y
muchos encuentros con la realidad. Resulta extraño te-
ner que decirlo ahora, y hasta uri poco humillante, pero
el hecho es que, para mí, entonces los jesuítas no éra-
mos como el resto de los hombres, ni siquiera como otros
sacerdotes o religiosos. Eramos clase aparte. A mi maes-
tro de novicios le gustaba levantar con una mano el fa-
jín que llevábamos a la cintura y nos distinguía de otros
sacerdotes o religiosos, y repetir una y otra vez: «Lo
que importa es el fajín.» El mensaje estaba claro. Ahora
me sonrío al pensar que hace muchos años no he vuelto
a llevar el fajín.
Junto con el fajín, otros lazos externos de unión
han desaparecido en todo o en parte. La sotana, la clau-
sura, la campana, el horario, la uniformidad y la regu-
laridad ya no ocupan entre nosotros el lugar que un
día ocuparon. Pero, por otro lado, las oportunidades
para el contacto personal entre nosotros han aumentado,
y se ha establecido un clima nuevo de mayor apertura
AMISTAD
Y no es que el camino de la amistad entre jesuítas lar. Me las arreglo solo. He vivido cuarenta años sin
fuese fácil, no. En mi noviciado éramos ciento ocho amigos y puedo vivir otros cuarenta sin ellos.» También
novicios bajo un solo maestro. El nos instruyó y amo- hay quien puede vivir sin sonreír. ¿Por qué será que ele-
nestó que cada uno de nosotros teníamos que querer a gimos a veces la esterilidad en nombre de la santidad?
los ciento siete restantes por igual. No era tarea fácil. Para otros, el grupo, de una manera general e im-
El número derrota al afecto. La democracia no funciona personal, ocupa el lugar del amigo personal, y aseguran
en los sentimientos. Esforzarse en tener a todos el mis- que el grupo como tal les proporciona toda la atención
mo afecto pronto degeneraba en resignarse a tener a to- y el cuidado que necesitan en la vida. Oí decir a un
dos el mínimo afecto. Y apartarse de ese canon mínimo compañero, a quien aprecio con toda mi alma: «La co-
era hacerse sospechoso, hacerse acusar de exclusivis- munidad es mi mejor amigo.» Hay algo muy profundo
mo, de sentimentalismo y del crimen horrendo de y muy bello en esa actitud, y ojalá la tuviéramos todos
'amistades particulares'. El espectro de las 'amistades en lo que tiene de positivo; pero, con toda su belleza y
particulares', con sus insinuaciones homosexuales, ame- profundidad, se equivoca en lo esencial. Aquí es donde
nazaba a cualquier relación y viciaba cualquier amistad diez personas no pueden sustituir a una; donde compa-
en un clima de escrúpulos y sospechas. Se nos insistía ñerismo no es intimidad ni camaradería es afecto; y don-
en ese tema año tras año en público y en privado, y no de echar una mano de ayuda no es lo mismo que poner-
había ejercicios anuales o triduo de renovación de votos la con cariño sobre el hombro del amigo cuando la ne-
completo sin una instrucción detallada y amenazante cesidad se hace sentir. El grupo nunca puede reemplazar
sobre la materia. Una vez tuve que aguantar un triduo a la persona.
entero sobre el tema. Esta vigilancia oficial a la que se Otros, por fin, van a encontrar refugio en la popula-
nos sometía testifica, por un lado, la solicitud con que ridad fácil, la vida social, fiestas, diversión, contactos su-
nuestros superiores velaban sobre nosotros; y por otro, perficiales, relaciones públicas. Todo eso queda a flor
la necesidad insistente del hombre joven de acercarse de piel y nunca llega al corazón. Una vez más, los mu-
más a unos que a otros, entre los compañeros con quie- chos no pueden sustituir a los pocos. Y luego viene el
nes vive. Había que ser valiente para hacer eso en- trabajo, la actividad, la prisa, el estar siempre ocupado,
tonces. siempre en acción, siempre en movimiento, que es el
Esa desconfianza inicial hacia la amistad que se nos sustituto más general y más peligroso del afecto y la
inculcó desde el principio de nuestra formación se siguió amistad. Aún no he oído a nadie decir esto de hecho,
manifestando, pasados los años, en una especie de resis- pero no me extrañaría si algún misionero eficiente me
tencia oculta a entablar amistad profunda aun con com- dijera algún día: «Mi jeep es mi mejor amigo.» Una vez
pañeros jesuitas. Esa resistencia puede tomar muchas for- sí que oí a uno decirme, mostrándome su guitarra: «Mi
mas. Inercia afectiva, miedo a cambiar, desconfianza de guitarra es mi mejor amigo.» Y yo amóla música. Pero
los propios sentimientos, reserva intelectual, aislamiento me dio pena.
espiritual... Oí decir a un jesuíta: «Yo soy duro de pe- Otra objeción a amistades concretas, muelo más
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sutil y espiritualizada, es el profesar que nuestro cora- digo con fe que «Jesús es quien me cura», y a él le pido
zón está consagrado al Señor, y él sabe lo <jue necesi- en oración la salud cuando caigo enfermo, al mismo
tamos y llena nuestros vacíos. «Jesús es mi mejor ami- tiempo que voy al médico y tomo la medicina que me
go, y no necesito otro.» «Nunca me siento solo, porque receta. También digo: «Jesús es quien me enseña, Je-
Jesús está siempre conmigo.» Ese es el fundamento de sús es mi maestro», y nada más verdad que ello. Jesús
nuestra vida, el corazón de nuestra fe y la esencia de me enseña y me ilumina a veces por sí mismo en las
nuestra oración. La amistad personal con Jesucristo profundidades de mi mente, y de ordinario a través
es la mejor realidad de nuestras vidas, y el vivirla pue- de los libros que leo y las personas que consulto. Dios
de llegar a ser una experiencia tan intensa, tan feliz, tan actúa a través de los hombres. Y del mismo modo, cuan-
llena de gozo íntimo y de placer sin mancha que nada do se trata de la amistad y el amor, que es lo que más
más y nadie más parecen hacer falta para la felicidad importa en la vida, Dios ama a través de los hombres.
completa y el desarrollo total de la persona. A veces se Jesús, mi mejor amigo, me hace sentir y vivir su amor
nos conceden destellos de esa relación única que nos a través de los hombres y mujeres que ha puesto a mi
llenan de gozo y reverencia, y a veces temporadas en- alrededor, en mi familia, en mi vida, en el grupo re-
teras de nuestra vida parecen sumirse en esa experiencia ligioso donde transcurren mi trabajo, mi oración y mi
transformadora del amor personal que Dios nos tiene, esperanza a lo largo de toda mi vida. Jesús es mi mejor
como anticipo del cielo en nuestros corazones. amigo, y necesito otros amigos a mi lado que me hagan
Sé por propia experiencia lo que eso significa; he sentir, expresar y vivir con ellos esa amistad suprema
vivido no sólo en mi juventud, sino en mi edad madura que da sentido a todas las demás.
y bien madura, períodos de gracia y de luz en que Dios Necesito amigos, ante todo, para conocerme a mí
se acerca y todo lo demás palidece; y he gustado la mismo. El conocimiento propio es el punto de partida
verdad, la alegría, la profundidad, la ilusión y el idilio y la condición esencial de toda búsqueda espiritual, hu-
de decir simplemente: «Jesús es mi mejor amigo.» Ese mana o divina; y es paradoja ineludible que el conoci-
es el fruto más exquisito de nuestra fe, y esa vivencia miento propio no puede obtenerse por uno mismo. Ne-
auténtica personal es lo que hace que la religión sea cesito un espejo para ver mi rostro. Necesito un amigo
algo vivo en nosotros. Dios puede satisfacer y, de hecho, para ver mi alma; necesito su presencia, su paciencia, su
a veces satisface directamente por sí mismo todas las intuición, sus reacciones, su amor, para que me refle-
necesidades de los hombres que ha creado, incluso sus jen los rasgos de mi alma, me iluminen a mí mismo mi
necesidades afectivas. Sin embargo, la experiencia en- propio modo de ser, me revelen a mí ante mí. Lo me-
seña que no lo hace siempre; de hecho, no lo hace de jor de mi ser se manifiesta en la amistad; mi alegría,
ordinario. Los filósofos explican eso diciendo que Dios mi humor, mi ternura, mi picaresca, mi interés por los
suele preferir actuar a través de 'causas segundas', es demás y mi valor para ser yo mismo, todo ello florece
decir, a través de otros hombres; y en la práctica, to- de manera espontánea e irreprimible cuando me en-
dos actuamos también de acuerdo con ese principio. Yo cuentro en la presencia de un amigo a quien amo. El
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hace brotar mis mejores cualidades, y luego me las re- quieren todos ellos una nueva luz y un nuevo valor
fleja de vuelta, en ese cuadro ensalzado de mi mejor cuando los veo reflejados en el aprecio y el cariño de
esencia, con su amor por mí, con su alegría al verme, un amigo de confianza. Sólo entonces me conozco de
con su aceptación total de todo lo que soy y tal como veras a mí mismo. El hombre se descubre a sí mismo
soy, con lo que a veces me dice directamente de cómo solamente en diálogo con otros; y el diálogo con un
ve él mismo y cómo interpreta lo que yo digo y lo que amigo íntimo es el mejor de los diálogos.
yo hago. Un amigo fiel al lado es la mejor ayuda Muy cerca del conocerse a sí mismo, y muy relacio-
para conocerse a sí mismo sin velos y sin miedo. nado con ello, está el aceptarse a sí mismo. Para eso
Hace muy poco, estaba yo pasando un rato a solas también necesito amigos. Será por lo que sea, pero a
con un amigo íntimo y, al escucharle, caí de repente en todos nos es difícil aceptarnos a nosotros mismos. Por
la cuenta de la voz tan bella que tenía. Allí mismo le muchas que sean nuestras cualidades y nuestros éxitos,
dije: «La verdad es que nunca te lo he dicho, y puede por mucho que los demás nos ensalcen y alaben, se
ser que tú mismo no lo hayas notado, pero el hecho nos hace permanentemente difícil el gustarnos a nos-
es que tienes una voz bellísima, una voz muy musical. otros mismos tal como somos, el reconciliarnos con
Ya sé que no eres cantor, y no se trata de eso; pero, nosotros mismos, el aceptarnos. Tendemos a ser dema-
sin necesidad de que cantes, ya en el mismo hablar tu siado críticos, susceptibles, desconfiados; tenemos mie-
voz tiene un tono, un timbre, una suavidad, una rique- do de que nos rechacen, y hasta las alabanzas nos hacen
za, una musicalidad que deleita íntimamente al oído. sospechar. Tanto examen de conciencia, tanto propósito
Aparte de lo que dices, que siempre me gusta oír, sólo y tanto plan, tantos objetivos ambiciosos y tanta bús-
el escuchar el sonido de tu voz es ya un verdadero pla- queda de la excelencia en todo nos han dejado marca y
cer.» El se quedó callado y pensativo un buen rato nos han hecho ser jueces rigurosos en nuestra propia
cuando yo le dije eso; y luego dijo despacio y con gran causa. Con frecuencia, un reproche escrupuloso, una re-
sentir: «Yo no sabía que mi voz tuviera nada de es- criminación oculta, un remordimiento secreto acompa-
pecial. Nadie me lo había dicho hasta ahora, y ¿cómo ñan desde dentro de nosotros mismos a triunfos exter-
iba yo a saberlo? Ahora me alegra saber que mi voz es nos y éxitos públicos, y aun a veces a una vida entera
musical y que a ti te gusta. Gracias por decírmelo.» Y de trabajo ferviente y consagrado.
la melodía de su voz sonó aún más bella al decirme He aquí un caso extremo de que fui testigo. Un
eso. Fue un pequeño incidente, pero auténtico y lleno anciano jesuíta, ya fallecido, había dedicado su vida
de sentido. Necesito alguien que me diga que mi voz entera a la enseñanza y formación de jesuítas jóvenes,
es bella, que mi compañía es agradable, que mis pen- acompañado de un gran éxito y aprecio como profesor.
samientos son valiosos, que mi vida merece la pena. Yo Sin embargo, los últimos días de su vi<la quedaron em-
mismo, con frecuencia, no reconozco mi propia valía, y pañados por un obsesivo miedo al infierno y Ja negra
mis mejores cualidades se me ocultan. Y aun cuando convicción de que allí estaba destinado a ir por toda
reconozco mis cualidades y mis logros y mis éxitos, ad- la eternidad, pues estaba totalmente convencido de que
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AMISTAD 41
amor ha de ser efectivo y práctico. Obras son amores, do volvió, pasaron varios días juntos; y al final de esos
que no buenas razones. «El amor se muestra más en días, cuando el más joven se iba ya a marchar, el otro
las obras que en las palabras» dice el mismo Ignacio, sacó el regalo, literalmente se lo tiró encima y le espetó
que entendía de amor, y sus hijos respetamos su ex- abruptamente, sin mirarle: «Toma. He traído esto para
periencia y su doctrina. Pero en su misma expresión ti. Ahora vete.» Le empujó y cerró la puerta tras él. El
noto el 'más', que deja la puerta abierta a las palabras, regalo estaba diciendo «te quiero» de la manera más
y quiero subrayar que la expresión directa del amor es clara y bella. Pero esas palabras no podían salir de unos
también importante en la práctica de la amistad. Si hay labios a los que una disciplina austera había cerrado para
algo que yo pueda hacer por mi amigo, lo haré de todo hablar de amor. El gesto violento era, a un mismo tiem-
corazón. Pero, por lo general, me encuentro con que la po, testigo espontáneo de un amor verdadero y demos-
mayor parte de los días no 'hago' nada por mis amigos. tración lastimosa de una incapacidad total para expresar
¿Qué puedo hacer .por ellos? ¿Comprarles un helado? sentimientos.
¿Limpiarles los zapatos? ¿Hacerles favores? Desde lue-
Y luego el compartir. Dar «de lo que uno tiene o
go que les haré todos los favores que pueda y todos los
puede», que son también palabras de Ignacio. Como
encargos que me hagan cuando se ofrezca la ocasión,
el hijo del rey dio al pastorcillo de Israel cuando sus
aunque pocas veces se ofrece. La mayor parte de los
corazones quedaron sellados en la amistad. «El alma
días y de las horas no hay nada que yo pueda 'hacer'
de Jonatán se apegó al alma de David, y le amó Jonatán
por mi amigo. Si dejamos el amor sólo a las 'obras', se
como a sí mismo. Hizo Jonatán alianza con David, pues
va a enfriar bien deprisa. El amor requiere expresión,
le amaba como a sí mismo. Se quitó Jonatán el manto
comunicación, palabras, efusión. El amor quiere asegu-
que llevaba y se lo dio a David, su vestido y también
rarse. Quiere oír una y otra vez la noticia eterna. El
su espada, su arco y su cinturón.» (1 Sam 18, 1-4). La
mismo Jesús preguntó tres veces: ¿Me amas? ¿Me
amistad encuentra a los amigos iguales, o los hace igua-
amas de veras? ¿Me amas de una manera especial, más
les. Y más importante que el manto y la espada es el
que todos estos? Y Jesús pregunta porque quiere oír
compartir ideas, experiencias, temores, esperanzas, va-
la respuesta. El amor quiere oír. No hay nada más
lores, planes, fantasías, frustraciones, éxitos, fracasos,
bello en la vida que el poder estar delante de un amigo
penas y gozos y preocupaciones y recuerdos, y el cielo
a quien se ama, apretar su mano con gesto que es calor
y la tierra, y la vida entera en sus mil facetas y su com-
y verdad y entrega y alegría, y pronunciar mirando a
pleja maravilla. «Os lo he contado todo.» La satisfac-
sus ojos las palabras sencillas, directas, eternas, sacra-
ción infinita de saber que en mi amigo tengo una per-
mentales: «Te quiero.» Tampoco es fácil hacerlo.
sona que sabe todo lo mío, que puede recibir toda con-
Un jesuíta ya mayor había ido al extranjero por fidencia, guardar todo secreto, realzar toda alegría y
primera vez en su vida, y se había traído de vuelta un suavizar todo dolor. Ayuda total. Entendimiento abso-
regalo bueno y caro para un jesuíta joven a quien quería luto. Amor sin condiciones. En mi vida he podido ve-
mucho, sin habérselo dicho nunca directamente. Cuan- rificar una y otra vez el equilibrio integral, la paz firme
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INTIMIDAD 49
y la radical fortaleza que la amistad aporta. «El amigo Me emociona cuando un amigo llama a mi puerta todo
fiel es seguro refugio.» (Sir 6, 14). Sí que lo es. excitado porque quiere que yo sea el primero en saber
En mis primeros días en la India, cada carta de casa que ha salido bien de un examen, o cuando otro me
o de mis compañeros jesuítas de España era un aconte- envía un telegrama por la muerte de su padre porque
cimiento para mí. Dulce y amargo. La carta me traía quiere tenerme a su lado en su dolor. Yo necesito y
noticias, recuerdos, cariño; y también me traía consigo busco y disfruto las largas horas con un amigo después
el agudo recuerdo de mi soledad. Ahora yo estaba solo. de un pesado viaje, a la vuelta de dar una serie de
Nadie había alrededor mío a quien yo pudiese contar conferencias, al acabar un nuevo libro. Y luego el re-
esas noticias, que de todos modos tampoco eran grandes zar juntos, el abrir nuestros corazones al Señor en mu-
noticias. Leía la carta y volvía a leerla en solitario, y tua presencia, y uno al otro en presencia del Señor, el
luego iba,a reunirme con mis nuevos compañeros, gente silencio compartido, el paseo a Emaús y el partir el pan
excelente también, pero con quienes yo aún no había en compañía.
establecido contactos personales, que llevan tiempo. Un
Una vez tuve que hacer frente a una crisis súbita
día recibí carta de casa. No pude resistir el impulso y
en mis relaciones con mi grupo. Acababa de discutir con
me puse a leerla en mitad del pasillo, por el que en
ellos mis planes para aquel año, que había resultado un
aquel momento pasaban otras personas. Me olvidé de
asunto bastante penoso y me alegraba de haber acabado
donde estaba y dejé aflorar en mis labios una sonrisa
con él. Entonces me enteré de que algunos del grupo
de satisfacción al leer. Un padre «grave» lo observó y
no estaban satisfechos y querían volver a tratar todo el
me amonestó: «Hermano, las cartas personales no se
asunto en la próxima reunión. Me puse furioso. Estaba
leen en público, donde otros puedan verle.» Me puse
dispuesto a desafiarles a todos y tenía ganas de en-
colorado. Me sentí culpable. Me habían cogido en un
frentarme y armar un buen escándalo; de hecho, estaba
;cto reprensible. Me escondí enseguida la carta en el
tan molesto que sentí la necesidad de desahogarme pri-
bolsillo, borré mi sonrisa y me uní al grupo. La corres-
mero con un amigo, para calmarme antes de obrar. Re-
pondencia privada ha de leerse en privado. Nadie ha
sultó que en aquel momento yo estaba geográficamente
de participar. Nadie ha de saberlo. El contacto con ami-
lejos de todos mis mejores amigos, excepto uno, el cual
gos lejanos, cuando yo aún no me había ganado a los
era un novicio de primer año, ajeno a conflictos y lim-
de cerca, no hacía más que aumentar mi soledad.
pio de miserias. Dudé. ¿Cómo cargar su inocencia y
Y ahora lo contrarío. La alegría de ir corriendo a un enturbiar su paz con una historia sórdida de envidias,
amigo con la última carta de casa y comentar con él to- fricción, lucha y enfrentamientos? Pero mi necesidad
dos los detalles: la última diablura de una sobrina tra- era tan fuerte que pasé por alto todas las objeciones.
viesa, las fotos de su fiesta de cumpleaños, una boda, Me fui derecho a donde estaba él y hablé sin parar. El
un duelo... Conocer detalles de la familia y tener amigos me escuchó con una paciencia angelical y una compren-
en común afianza la amistad personal. Cada noticia, sión infinita. Lo encajó todo. Sintió conmigo, se preo-
cada suceso, cada anécdota es un nuevo lazo de unión. cupó conmigo y cuando, por fin, acabé, me dijo con
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delicado candor: «Yo de eso no entiendo nada. Pero sino por el número de los corazones en los que he ob-
sí te entiendo a ti. Lo que tú necesitas ahora es tomar- tenido entrada y por los instantes de tiempo en que
te un buen helado conmigo. Vamos allá.» Yo reí con he vivido la intimidad.»
ganas. Nos fuimos a por el helado. Aquel día vi yo una La intimidad hay que cuidarla, merecerla, conquis-
vez más y sentí hasta el fondo la paz, la bendición, la tarla. Para ir creciendo hacia la intimidad, quiero ser
liberación, la vuelta a la cordura, la luz para ver y la transparente con mi amigo, limpio de toda sombra y li-
fuerza para soportar que la amistad verdadera engen- bre de "toda duda; quiero ser tierno y delicado, al mismo
dra en mi corazón. No hubo escándalo. tiempo que firme y decidido; no quiero depender de él
Amar y compartir. Los dos pilares de la amistad. ni hacer que él dependa de mí (¡y qué equilibrio tan
Ambos se necesitan mutua y progresivamente para al- difícil es ése! ); quiero dejarle que me quiera él a su
canzar la riqueza soñada que un corazón siempre guar- manera, sin imponerle mi propia manera; quiero saber
da para otro. Unos amigos responden más a una de es- cuándo retirarme y dejar que crezca el deseo, y cuándo
tas dos dimensiones, y otros a la otra; a unos les atrae acercarme con candor y confianza y dejar que dos almas
más el afecto, y a otros el intercambio de ideas y ex- se hagan una por un instante privilegiado, anticipo del
periencias; y cada uno reacciona a su manera, distinta gozo eterno. Quiero aprender a esperar, a gastar tiem-
y única, estableciendo así la identidad separada de cada po, a atesorar paciencia, a olvidar horarios, a dejar que
amigo y revelando el delicado juego de almas que se el tiempo pruebe mi fidelidad, a permitir que el ritmo
complementan unas a otras y se acercan misteriosamen- oculto de la naturaleza haga florecer la primavera en
te unas a otras a lo largo de trayectorias siempre distin- nuestros corazones al unísono. Sólo largos años de amis-
tas y siempre nuevas. Cuanto más converjan en una sola tad pueden florecer de pronto en momentos de intimi-
persona los dos movimientos de amar y compartir, más dad. Y la belleza de la flor justifica la disciplina de la
íntima será su amistad. La confianza total con el amor espera.
total dan la mejor amistad. Una vez, durante unas vacaciones, estaba yo con mi
Esta combinación de afecto profundo y confianza mejor amigo en su cuarto charlando, comentando y no
mutua es la que engendra el más precioso don de la vida haciendo otra cosa que no fuera hablar y escuchar y
humana, que es la intimidad. El contacto de dos almas. callar juntos. Un tercer jesuíta llamó a la puerta, despa-
El levantar el velo. La cumbre de la unidad. Ser uno y chó el breve asunto que le traía y volvió a marcharse,
ser dos. La riqueza de ser dos y el secreto de ser uno. dejándonos solos. Al cabo d e varias horas tuvo ocasión
La intimidad es la aspiración más noble del corazón hu- de volver a llamar a la puerta otra vez, y se sorprendió
mano, la diadema de la amistad, el lauro de la vida. El al encontrarnos a los dos e n las mismas sillas y en la
escritor indio Kalelkar, autor de un centenar de libros misma posición que antes, con sólo la ceniza acumula-
en casi cien años, dijo de sí mismo: «No mido el valor da en el cenicero cual testigo mudo, como la arena en
de mi vida por el número de libros que he escrito, de un reloj, de las horas que habían pasado. Exclamó con
conferencias que he dado o de premios que he ganado, tono de sorpresa, a un tiempo broma y reproche: «¿Qué
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Nuestra vida lleva consigo la competición. En ge- jefes de la casta Lohana, en Kutch, y otra de un grupo
neral, se nos juzga por lo que hacemos. Y como quere- jainista en Saurashtra. A todos les concedí de buena
mos que nos juzguen bien, queremos hacer mucho. Te- gana el permiso; lo que no les dije fue que el artículo
nemos que lograr resultados, vencer estadísticas, alcan- era puramente autobiográfico y que estaba basado de
zar triunfos. Luego, irremediablemente, mi trabajo se lleno en mi propia experiencia. No me lo habían suge-
manifestará sobre el fondo del trabajo de mis compañe- rido los problemas de la envidia y la competitividad en
ros, de modo que, aunque yo trabaje bien, si ellos tra- la comunidad Patel o Lohana, sino en comunidades re-
bajan mejor, yo, por comparación, lo hago peor. Así es ligiosas de jesuítas y en mi propia vida. Cuanto más
como el éxito de mi hermano resulta una amenaza para unido el grupo, mayor es el roce y la fricción. Nues-
mí, el grupo se hace mi rival y nace la envidia. En la tras comunidades son grupos bien unidos de trabaja-
India conocemos la historia de Akbar y Birbal, en la dores espléndidos, y eso hace subir la fricción al máxi-
que Akbar traza una línea en el tablero y desafía a Bir- mo. La envidia es, a su manera, una medida de la uni-
bal a que la acorte sin borrar ningún trozo. Birbal tra- dad del grupo y del celo y la eficacia de sus miembros;
za una línea más larga debajo de la otra y gana la incómodo cumplido a un grupo eficiente. Nos tenemos
apuesta. La línea de arriba se ha hecho más corta, sen- envidia porque trabajamos juntos y trabajamos duro.
cillamente porque ahora tiene una más larga a su lado. Si Los Kadva Patels del norte del Gujarat tienen las
la línea larga estuviera lejos, no afectaría a la corta, mismas características.
pero está allí mismo, junto a ella, y la comparación es Eso no quiere decir que no nos ayudemos unos a
inevitable. Cuando oigo hablar de los éxitos de un com- otros. Lo hacemos con toda generosidad. Yo haré todo
pañero jesuita en una ciudad distante o en un país le- lo que esté en mi poder para ayudar a cualquier com-
jano, puedo alegrarme espontáneamente con la noticia; pañero jesuita, rezaré por su trabajo, lo ayudaré y de-
pero cuando es mi vecino de al lado el que triunfa, fenderé con todas mis fuerzas. Pero, aun al hacerlo así,
siento en mí un toque de tristeza y de resentimiento, mis sentimientos pueden irse por su lado, y puedo estar
porque con su triunfo ha hecho sombra al mío. Mi lí- resentido con él al mismo tiempo que lo ayudo. Inclu-
nea se ha hecho más corta. so puede que le esté yo felicitando por sus éxitos y en-
Hace algunos años escribí un artículo sobre la en- salzando sus logros, y al mismo tiempo no consiga ale-
vidia en un periódico de lengua gujarati que produjo grarme interiormente con él ni hacer verdaderamente
una reacción inusitada en volumen e intensidad. Aparte míos sus triunfos. Es fácil celebrar todos juntos un
de muchas cartas de personas particulares, recibí una gran éxito de uno de los del grupo; pero no es fácil
petición de la comunidad de negociantes Kadva Patels, regocijarse con él íntima y espontáneamente como si su
en el norte del Gujarat, que querían publicar mi artícu- éxito fuera el mío. De hecho, la capacidad espontánea
lo en la revista de su casta porque, según decían, ése de regocijarse por la felicidad de otro es en sí misma
era su mayor problema y la causa de muchos conflictos un índice claro de la amistad y la intimidad que con él
y riñas entre ellos. Otra petición igual me vino de los tenemos. Con un amigo verdadero, sus gozos se hacen
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inmediatamente míos, mientras que con un mero com- cubierto. Aquella noche le oí decir con tristeza: «No
pañero me dejan indiferente o me dan envidia. Lo que me imaginaba yo que le caía tan mal a todo el mundo.»
es peor: cuando ese compañero tiene algún fracaso, me El triste episodio dejó huella profunda en su alma.
puede suceder que yo me alegre secretamente de su fa- En otra ocasión, otro compañero jesuíta tuvo un
llo, presenciando dentro de mí mismo la lucha entre el accidente de tráfico que, aunque no lo hirió seriamen-
deber de apenarme por su desgracia y la malicia de ale- te, le produjo grandes molestias. Y él me comentó lo
grarme de ella. Puedo contar muchos ejemplos domésti- siguiente: «Lo que más me ha dolido es cómo todos
cos de situaciones semejantes. han disfrutado en casa con mi accidente.» También he
Cuando estaba yo estudiando teología, a un compa- oído a compañeros comentar las vicisitudes de un largo
ñero mío lo suspendieron en un examen importante. Era y penoso viaje que acababa de realizar otro del grupo,
muy inteligente, y su misma inteligencia le había gran- y que disfrutaban visiblemente como si cada una de sus
jeado muchos enemigos y lo había hecho poco popular tribulaciones fuera una buena broma. Todos estos ejem-
en la universidad. El no se hubiera permitido nunca la plos se refieren a sufrimientos relativamente pequeños:
debilidad de que lo suspendieran en un examen; pero, un viaje desagradable, un accidente sin consecuencias,
sin saber cómo, no entendió bien las instrucciones es- un suspenso en un examen; todos ellos incidentes sin
critas de un cuestionario, contestó una pregunta por importancia que pueden tomarse a la ligera entre ami-
otra y lo suspendieron solemnemente. La noticia del su- gotes. No cabe duda de que, ante una pena profunda
ceso se difundió como la pólvora por todos los rincones o ante un disgusto serio de uno del grupo, todos nos
y, aunque me da vergüenza decirlo, aquel día fue un pondríamos a su lado, le ayudaríamos y sentiríamos su
día de alegría general en el teologado. Llamábamos de dolor con él en mayor o menor grado. Pero tampoco
puerta en puerta y nos dábamos la noticia unos a otros cabe duda de que, cuando se trata de un amigo verda-
con júbilo, sin disimular: «¿Sabes la gran noticia? ¡Se dero, hasta sus pequeños sufrimientos se hacen míos y
han cargado a Fulano! Le está bien empleado, ¿no te no me divierten. Más inquietante para mí fue el triste
parece? Eso le bajará los humos por una temporada testimonio que oí una vez de labios de un psicólogo pro-
por lo menos. A ver si así nos deja en paz.» Y así de fesional que tenía mucha experiencia del funcionamien-
cuarto en cuarto. A él, desde luego, le dábamos el pé- to interno de grupos con todo tipo de personas. El era
same y le cargábamos toda la culpa al profesor que ha- hindú y se encargó una vez, a petición de una comuni-
bía tenido la insolencia de suspenderlo: «¡Qué dispa- dad de jesuítas, de dirigirlos en una semana intensa de
rate, suspenderte a ti! El profesor sabe que tú sabes sesiones conjuntas de sensibilidad colectiva. Comentan-
más que él y ha querido vengarse, eso es todo. ¡Pura do su experiencia en aquella ocasión, me dijo estas pa-
injusticia! » Pero él no era tonto y vio perfectamente labras: «Nunca en mi vida labia visto tanta hostilidad
lo que había detrás de esos pésames insinceros. Sintió y animosidad en un grupo. Quedé desconcertado.»
el fracaso con toda su alma, y más aún la hostilidad ge- No saco de ahí la conclusión de que seamos la gen-
neral contra él que aquel incidente había puesto al des- te más competitiva del mundo. No creo que lo seamos.
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COMPETICION
Pero sí anoto el hecho de que somos competitivos, que char mi conducta; La mejor manera de hacer inofensivo
buscamos la propia ventaja, que con frecuencia nos te- un sentimiento dañoso es admitir ante uno mismo que
nemos envidia unos a otros; y el caer serenamente en la el sentimiento está presente. Con no hacerle caso o
cuenta de este hecho es factor esencial para que funcio- despreciarlo, lo único que hacemos es reforzarlo y sol-
nemos bien en grupo. Los sentimientos son sentimien- tarle las riendas. Sentimientos de envidia reprimidos
tos y pueden permanecer firmes en nosotros, sin perjui- darán origen solapado a críticas de los demás, tristeza
cio de nuestras más sinceras convicciones y santidad y resentimiento, falta de cooperación, roces, disgustos.
personal. He conocido casos en que un jesuíta, en su Pueden hacer mucho daño precisamente porque están
deseo de librarse de sentimientos de envidia, ha ido escondidos y, por tanto, sin controlar. La mejor manera
derecho a la persona que era objeto de esos sentimien- de controlar a un chico travieso es saber que es tra-
tos suyos y le ha confesado sinceramente: «Te tengo vieso y tenerlo a la vista. Con no querer ver sus trave-
envidia.» Eso es, desde luego, un buen ejercicio de hu- suras conseguimos que las aumente.
mildad, puede ser muy meritorio y puede incluso faci- Ese es el primer paso. Neutralizar los efectos de un
litar el diálogo entre ambos. Lo que semejante confe- sentimiento con sólo observarlo. Luego viene una tera-
sión no hace es eliminar el sentimiento. De la misma pia más profunda para curar el sentimiento mismo. El
manera, rezar por el éxito de alguien cuyo trabajo me da tratamiento es el que apunté al hablar de la amistad: la
envidia, ayudarle en ese trabajo y contribuir a su feliz envidia viene de la competición; la ansiedad que acom-
resultado puede ser un bello ejemplo de solidaridad paña a la competición viene de la inseguridad personal;
y hermandad. Pero el sentimento persiste. Puedo estar la inseguridad de la soledad, de la falta de afecto y
dándole gracias al Señor con toda sinceridad por el éxi- apoyo, de hacer que mi salud interna dependa solamen-
to de un compañero y sentir al mismo tiempo el tirón te del trabajo y el éxito; y la amistad íntima y personal
de la envidia hacia él en mi corazón. Los sentimientos me devuelve el sentido y la certeza de mi propio valer
van por su camino. El corazón no obedece a la cabeza. como hombre, como persona, me hace ver que no tengo
Ahora bien, una cosa es tener sentimientos y otra que demostrar mi valía ante nadie, que el valor de
cosa es obrar según ellos. Una cosa es sentir envidia y mi vida no depende del éxito de mi trabajo y que, en
otra cosa es ponerla en práctica. Y precisamente la me- consecuencia, el éxito de los demás no es ninguna ame-
jor manera de mantener a raya los sentimientos y evitar naza a mi carrera, no hace sombra a mi imagen. La
que lleguen a los hechos es el reconocerlos, no perderlos amistad calma la ansiedad. El amor verdadero en el
de vista, aceptarlos. Si me repito a mí mismo que no soy Señor suaviza la envidia. «La caridad no es envidiosa»
envidioso, que no debo serlo, que no tengo por qué (1 Cor 13, 4).
serlo y que no quiero serlo, mientras por dentro lo sigo
siendo, no hago más que relegar el sentimiento de la Jesús mostró una gran paciencia toda su vida ante
envidia al subconsciente, desde donde seguirá actuan- las rivalidades y las envidias de aquellos a quienes ama-
do secretamente para influenciar mis acciones y man- ba. Hubo una fuerte protesta en su grupo contra dos
de ellos, Juan y Santiago, que querían conseguir a es-
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paldas de los demás puestos de influencia en el reino que a uno de sus miembros le va bien, todos los de-
venidero; y aun una disputa indecorosa en la última más se regocijan con él (1 Cor 12, 26). El éxito de uno
comida que tomaron juntos, para decidir quién se senta- es el éxito de todos, y el bienestar de uno contribuye
ba más arriba o más abajo alrededor de la mesa de la al bienestar de todo el cuerpo. Esa es la realidad que
primera Eucaristía. También se encontró Jesús con la nos ofrece la gracia. A nosotros nos toca traducir esa
envidia femenina en el caso de dos hermanas que le noble realidad al lenguaje del sentimiento diario.
servían con devoción, pero una de ellas se enfadaba si
la otra se sentaba tranquilamente a los pies del Maestro
y se pasaba el rato escuchándolo. Jesús vio enseguida
que el problema de Marta no era de demasiado trabajo,
sino de envidia; no era que necesitase la ayuda de Ma-
ría, sino que le dolía el verla descansando a sus pies; y
por eso se niega a mandar a María a ayudar a su her-
mana y la deja seguir disfrutando la 'mejor parte' que
había escogido. Jesús se encontró con la envidia de gen-
te religiosa en sus mejores actuaciones, al curar a los
enfermos, al comer con intocables, al regocijarse de que
los niños cantasen hosanas en el templo. Todo eso le
llevó a dibujar cuadros de envidia en algunas de sus
más célebres parábolas: los viñadores que se quejan no
por haber recibido menos salario, sino porque otros que
habían trabajado menos recibían el mismo; y el herma-
no mayor del hijo pródigo, que se niega a entrar en
su propia casa al oír la música de bienvenida por la vuel-
ta de su hermano. Entristecerse por el bienestar de su
hermano. Eso es la envidia.
El padre del hijo pródigo es quien define la actitud
auténtica: «Convenía hacer una fiesta y alegrarse.» El
bello don de alegrarme con la alegría de mi hermano, de
hacer mía su felicidad, de bailar en su fiesta. El gesto
espontáneo de participar en los éxitos de mi hermano,
de celebrar sus triunfos con él. El sentido más profun-
do de la comunidad cristiana, en la que el cuerpo en-
tero se une y se entrelaza bajo Cristo cabeza, y siempre
PLURALISMO
se haga despecho. Jesús habló de un caso así y la per- sar en la conducta de otro. Bien y mal, justo y falso,
sona de que se trataba volvió a su casa sin redimir. Que son expresiones válidas y legítimas en sí mismas, pero
no deje el breviario. Pero que aprenda a limpiar los están teñidas del juicio moral de bondad y maldad que
motivos que le impulsan a rezarlo. Que no se le queme indica virtud y vicio, mérito y pecado, y lleva finalmen-
el alma. te al premio o al castigo, al cielo o al infierno. Ese
Este ejemplo arroja luz sobre una de las causas de juicio más vale reservárselo a Dios. Lo que yo puedo
tensión permanente en muchos grupos. Dos personas hacer es expresar mi aprobación o rechazo de un tipo
viven pared por medio, se encuentran todos los días a de conducta concreta, sin emitir un juicio moral sobre
cada paso, comen en la misma mesa y rezan en la mis- ella; y para reforzar esa actitud de la mente puedo, al
ma capilla, y uno hace algo que considera importante, hablar, usar palabras como 'aceptable' o 'no aceptable',
esencial, obligatorio (como rezar el breviario), mientras 'positivo' o 'negativo', 'que ayuda' o 'que estorba',
que el otro claramente no lo hace. El juzgar se hace casi 'según las reglas' o 'en contra de las reglas'. Eso no es
inevitable. Y el juicio destruye toda relación. Jesús in- diluir la moralidad, sino dejar el juicio a Dios mientras
sistía sin cuartel: «No juzguéis» (Mt 7, 1). A él se le expreso claramente mi opinión sobre la materia. Incluso
había dado la prerrogativa de juzgar a todos los hom- los tribunales de justicia imponen moderación en la ma-
bres (Jn 5, 27), pero prefería no usar ese poder (8, 15). nera de referirse al acusado y sus acciones ('presunto'
Y Santiago pone de manifiesto las consecuencias sacri- autor del robo) antes de que el juez pronuncie la sen-
legas de todo juicio: «Si juzgas a tu hermano, juzgas a tencia, para no prejuzgar el caso. Y yo haré bien en
la Ley» (que era la manera hebrea de decir que juz- ejercer una moderación semejante en mis pensamientos
gas a Dios mismo) y «¿quién eres tú para juzgar a tu y en mi vocabulario por respeto al Juez supremo. Las
prójimo?» (St 4, 11). Esta es una cuestión en que la palabras tienen un gran poder de convicción en sí mis-
psicología moderna está totalmente de acuerdo con las mas, y evitar expresiones jurídicas de bien-mal-justo-
enseñanzas morales y teológicas del evangelio y ve en falso puede resultar una gran ayuda para templar el
la aceptación mutua un elemento fundamental de toda clima crítico de la mente.
relación sana y fecunda entre personas y entre grupos.
Otra ayuda. Al formar mi opinión sobre lo que al-
«No juzgues» es mandamiento evangélico, es regla bá-
guien ha hecho y al expresarla, puedo aprender a limi-
sica de relaciones humanas y es precepto inevitable de
tar mis comentarios a la acción de que se trate, sin juz-
salud mental. Y, sin embargo, es bien difícil. Puede
gar a la persona. Condenar el pecado y no al pecador
que consiga refrenarme y no expresar hacia afuera mi
es otro gran principio cristiano y, también aquí, un
juicio, pero ¿cómo puedo en manera alguna evitar que
sano consejo psicológico. Una cosa es que una persona
mis ojos vean lo que es obvio y que mi mente declare
haga algo censurable, y otra muy distinta es que esa per-
espontáneamente que semejante conducta está mal?
sona sea en sí misma censurable corno persona. La ecua-
Empecemos por esta palabra. 'Mal'. Un primer re- ción existencial «él es... lo que sea» es siempre injusta
medio es abstenerse de usarla aun mentalmente al pen- y siempre falsa. Nadie «es» ni deja de ser de una mane-
70 VIVIENDO JUNTOS PLURALISMO 71
ra o de otra. Una golondrina no hace verano, y una fla- dora universal, es un crimen contra el individuo, es
queza no hace a un hombre flaco. La trampa de siem- juzgarle antes de que se le juzgue, es tribunal sin re-
pre es pasar de la condena de la acción a la condena curso de apelación antes de haberlo llevado a los tribu-
de la persona, de la obra al hombre, del 'hacer' al 'ser'. nales. Se le clasifica, se le define, se le condena. El
El ha dicho una mentira, por consiguiente 'es' menti- poder de la generalización, la tiranía del silogismo. To-
roso. Mala lógica y peor moral. La trampa puede evi- dos los hombres son mortales; es así que Sócrates es un
tarse con tener cuidado y vigilancia, y puedo aprender hombre, luego es mortal. Todos los jóvenes son...; es
a distinguir entre la persona y sus actos y aun entre la así que..., luego... No hay escape. Es parte de ese
persona y sus costumbres. Me puede seguir gustando grupo, por consiguiente es como el grupo o, más bien,
una persona aunque no me gusten algunas de las cosas como se supone que el grupo ha de ser. Etiquetas ha-
que hace. De hecho, eso es lo que ocurre con todas Jas blan. Fórmulas convencen. Titulares ofuscan. Son el
personas que amamos. Aun nuestros amigos más ínti- peor juicio, porque no aparentan serlo. Juzgan por ca-
mos y nuestros parientes más queridos hacen a veces tálogo. Condenan en serie. Estigmatizan con un adje-
cosas que no nos gustan y que no aprobamos en ab- tivo. Mezquino tipo de juicio que, con un poco de aten-
soluto y, sin embargo, el amigo íntimo continúa siendo ción y cuidado, podemos desenmascarar y desterrar de
amigo íntimo, y el pariente querido sigue siendo queri- nuestra manera de pensar y de hablar.
do. Cuando media un verdadero amor, hacemos instin- Las etiquetas «vieja generación» y «nueva genera-
tivamente la distinción entre la persona y sus actos ción» se prestan a equívoco, como mínimo. La edad no
y nos resulta fácil y normal seguir queriendo a la per- vale como frontera. Hay jóvenes entre nosotros que
sona aunque rechacemos lo que ha hecho. Podemos aho- son conservadores decididos, y viejos que son perfecta-
ra extender esa generosidad a los demás y no llamar a mente liberales. Ni hay 'vacío' en el 'vacío generacio-
un hombre tramposo porque ha hecho una trampa, o nal' ni se trata de 'generaciones'. Lo que hay son dis-
estafador porque ha cometido una estafa. Aun cuando tancias mentales entre gentes distintas, y la edad juega
es inevitable juzgar el acto, podemos evitar juzgar a la su parte en ello; pero divisiones rígidas basadas sola-
persona. mente en la edad no corresponden a la realidad. Cuando
Y otra manera más de llevar a la práctica el man- tratamos de ayudar a viejos y jóvenes a que se entien-
dato de Cristo «no juzguéis»: No generalizar, no esta- dan mejor, hay que recordar que no todos los jóvenes
blecer categorías, no poner etiquetas. «Los jóvenes no son jóvenes y no todos los viejos son viejos.
tienen sentido de la responsabilidad», «los viejos son Un factor que ayuda mucho más que la edad para
intransigentes», «no te fíes de nadie de más de treinta entender mentalidades 'viejas' y 'jóvenes' es la capaci-
años», «no te fíes de nadie de menos de treinta». Esas dad de cambiar o la negativa a hacerlo. Estar dispues-
divisorias, esas fronteras, esas categorías, ese juntar en to al cambio o no estarlo es frontera sutil y real que
paquete a todas las personas de cierta edad, grupo, ori- divide mentalidades y causa los grandes roces de la vida
gen, color o credo, y ponerlas bajo una etiqueta defini- común. El crecimiento siempre lleva consigo cambio
72 VIVIENDO JUNTOS
PLURALISMO 73
guíente, al no cambiar demuestras que no estabas equi- ministerio entregado y fecundo. Había estado escuchan-
vocado, que tenías razón en todo, como siempre la has do con gran atención todo lo que se decía, no había
tenido y la seguirás teniendo, con tal de que continúes dicho ni una palabra él mismo durante toda la discusión,
haciendo siempre lo mismo sin cambiar. El sofisma es y sólo cuando la sesión se acababa murmuró entre dien-
evidente, pero tiene efecto sobre la mente, que quiere tes, como hablando consigo mismo, unas pocas palabras
convencerse a sí misma y buscar excusas para no cam- que sólo los que estábamos muy cerca de él pudimos
biar. Negarse a cambiar puede perfectamente ser una oír. Dijo meneando la cabeza: «Si eso es verdad, yo he
defensa velada de un pasado dudoso. hecho el tonto toda la vida.» A mí me impresionaron
En cierta ocasión fui testigo de un ejemplo claro de esas palabras, y quiero analizar respetuosamente lo que
esta actitud que me afectó mucho. Un grupo de jesuítas veo tras ellas. Aquel buen sacerdote se había formado
(jóvenes, viejos y de mediana edad), se reunió para dis- en el espíritu de los documentos originales de la Com-
cutir tendencias modernas de espiritualidad y vida re- pañía, reglas, constituciones y epítome, que nos man-
ligiosa y, al cabo de un rato, la discusión se centró al- dan buscar «la mayor abnegación en el Señor y continua
rededor de la vocación cristiana y religiosa como una mortificación en todas las cosas posibles», como San
llamada a 'celebrar la vida', a ser testigos vivos de la Ignacio prescribe en el 'Examen', documento base de
alegría de Cristo resucitado, a gozar en fe y gratitud la Compañía de Jesús. En consecuencia, había llevado
un anticipo de la felicidad definitiva del cielo. Varias una vida muy austera de oración, trabajo, pobreza y
personas serias y responsables hablaron por turno sobre soledad; no se había permitido ni el consuelo de un
el tema con fervor y entusiasmo e hicieron valer los as- amigo personal; no había leído una sola novela ni había
pectos positivos que tienen el calor de las amistades visto una película; apenas sabía qué era una buena co-
personales, el descanso de leer libros ligeros y ver pe- mida y vivía voluntariamente privado de casi todas las
lículas buenas, el placer de una buena comida en buena comodidades de la vida. Le consolaba en su austeridad
compañía, aun el valor de excursiones y viajes para el pensar que, al hacer eso, estaba haciendo lo que debía
cultura y contactos. La tendencia general del grupo es- hacer, estaba siguiendo el verdadero espíritu de la Com-
taba claramente a favor de adquirir, junto con una sana pañía, estaba siendo lo que un buen jesuíta debía ser.
sencillez, la capacidad de disfrutar de lo bueno que nos Si otros jesuítas se portaban de otra manera, él no los
ofrece la vida, y así es como la mayor parte dijo no sólo juzgaría, pero siempre sabría que su propio camino era
que pensaba, sino que vivía en la práctica. Reconciliar- el verdadero, y en él seguiría. Pero ahora se había en-
se con la creación y afirmar la vida era el principio contrado de repente con una situación nueva. Una serie
teológico y la práctica concreta de casi todos los allí de jesuítas formales, serios y responsables, a los que él
presentes. mismo respetaba, estaban diciendo con toda claridad
en su presencia que era legítimo tener amigos, leer no-
Pero había sus excepciones. A mi lado estaba sen-
velas, pasarlo bien y disfrutar de la vida. Gente que
tado un padre ya mayor, bien conocido de todos por su
había hecho los mismos votos que él, que habían tenido
abnegación, penitencia y austeridad de toda la vida en
78 VIVIENDO JUNTOS
PLURALISMO 79
la misma formación, que seguían las mismas reglas y
constituciones que él seguía, veían ahora la vida de ma- vida, el milagro de crecer, el desprendimiento radical,
nera muy distinta, se divertían y disfrutaban decidida- el gesto generoso y valiente viene cuando yo me siento
mente, y eran buenos religiosos y sacerdotes dignos. El libre para desprenderme aun de la propia imagen que
se había perdido todo el lado divertido de la vida, y tengo de mí mismo; para hacer algo nuevo en la vida
ahora era ya demasiado tarde para recuperarlo. De ahí sin renegar de lo antiguo; para apreciar mi pasado mien-
el desespero: .«Si eso es verdad, yo he hecho el tonto tras cambio mi futuro; para ser yo mismo no repitién-
toda la vida.» dome a mí mismo, sino permitiéndome responder de
Y ahora viene la reacción. Como no quiere aceptar manera nueva a situaciones nuevas; para tener la hu-
que haya hecho el tonto toda la vida (que, desde luego, mildad, espiritualidad y confianza de dejarle a Dios que
no lo ha hecho, pero que le parece a él que lo ha hecho), me enseñe nuevas tierras y me lleve por caminos nue-
tiene que declarar ante sí mismo que la premisa no es vos. En una palabra, para tener la fe, el valor y la sen-
verdadera; que el 'si' de 'si eso es verdad' no se veri- cillez de cambiar. Negarse a cambiar es endurecerse, es-
tancarse, dañarse a sí mismo. Estar dispuestos a cam-
fica; que ellos no tienen razón; que el verdadero es-
biar es estar dispuestos a vivir.
píritu de la Compañía es la 'continua mortificación' y no
el 'festejar la vida'; que todas estas ideas nuevas son La actitud ante el cambio es la gran línea divisoria
sólo una corrupción de la vida religiosa causada por la entre mentalidades distintas, el principal factor en la
relajación general de costumbres en el mundo entero; distancia que separa a las generaciones, el pulso de la
y que, por consiguiente, es su deber continuar mante- vida del grupo. Los jóvenes, en general, están más dis-
niendo ante el mundo y ante sus hermanos el ideal ver- puestos a cambiar, a hacer cosas nuevas, a experimen-
dadero de la vida religiosa con su mortificación conti- tar. El peso de su pasado es ligero y se lo pueden cam-
nua, tal como él lo ha vivido siempre y lo seguirá vi- biar de hombro con facilidad. Cuando la nueva matemá-
viendo perseverantemente hasta el final. Y eso fue tica se introdujo, resultó mucho más difícil para los
exactamente lo que hizo. Todavía vivió varios años des- profesores que para los alumnos. Los alumnos tenían
pués de aquella reunión, y los vivió como siempre había de todos modos que aprender algún tipo de matemática,
vivido. Sin cambio alguno. En pura mortificación y ab- y no les importaba mucho que fuera la vieja o la nueva.
negación. Cuando murió, sus hermanos expresaron su En cambio, el profesor que de joven había aprendido
la vieja tenía ahora que hacer otro esfuerzo para apren-
admiración sin límites por él, junto con la pena afec-
der la nueva y dominarla hasta poder enseñarla, y eso
tuosa y sincera de que no hubiera disfrutado un poco
no era cosa fácil. El cambio se hace más duro con los
más de la vida.
años. Los jóvenes harán bien en tener eso en cuenta.
No se trata de reñir con el pasado. Nuestro pasado Una última palabra sobre el acercamiento de men-
es perfectamente válido tal y como es, y nadie hace el talidades y el entendimiento entre generaciones. Una
tonto por hacer lo que él considera que más le conviene última recomendación: amistad entre distintas edades;
en la coyuntura concreta. Pero luego, la elegancia de la acercamiento de personas a pesar de los años. Hay algo
80 VIVIENDO JUNTOS
'criatura' (en terminología ignaciana), que ha de usarse aún para todo jesuíta que quiera vivir la plenitud de
sólo en tanto en cuanto conduce a su fin o, mejor dicho, su vida, hacerse justicia a sí mismo y saber lo que es
a nuestro fin. De hecho, el trabajo puede ser un exceso, satisfacción. Estimo la autodisciplina, los hábitos fijos,
una deformación, un abuso; puede acometerse por ra- el horario, la puntualidad, el silencio, el aprecio del
zones falsas y puede hacer daño. Hablando claro y re- tiempo, el deseo de perfección, la intransigencia en los
flejando la realidad actual, hay jesuítas que trabajan de- objetivos, el impulso vital de explotar hasta el fondo
masiado, y otros que trabajan demasiado poco; y los cada instante de la existencia y de hacerlo todo de la
que trabajan demasiado esperan que todos los demás mejor manera posible. Deseo vivir a tope hasta mis mo-
trabajen tanto como ellos, mientras que los que traba- vimientos respiratorios y dejar mi impronta en todo lo
jan demasiado poco esperan que se les deje en paz y no que yo haga. Veo en el trabajo no sólo ley de vida, sino
se meta nadie con ellos. Y ambas clases de jesuitas, con privilegio de nobleza. Y además he llegado a caer en la
otras muchas entre medio, trabajan juntos, a veces en la cuenta, en mi propia vida y en la de otros, de que el
misma casa. Y hay roces. trabajo puede convertirse, y de hecho se convierte con
Cuando llegué a la universidad de jesuitas de Ma- facilidad y frecuencia, en obligación, en vicio, en im-
dras, en la India, para hacer la carrera de ciencias exac- pulso ciego, en droga, máscara, ídolo, escape.
tas, me dieron a entender sin pérdida de tiempo y sin El trabajo puede atrofiar el crecimiento, marchitar
dejar lugar a dudas que la única razón de ser de mi la alegría, ahogar la vida. El trabajo excesivo embota,
existencia, al menos durante los años que permaneciera debilita, apaga. Por eso, lo que yo quiero para mí mis-
allí, era el conseguir la calificación máxima en el último mo, así como para todo jesuíta y para todo hombre,
examen de la carrera y un puesto de honor en mi pro- es, primero, adquirir hábitos de trabajo, ser exigente
moción. Si no lo conseguía, no sería yo un jesuíta dig- conmigo mismo, someterme a disciplina, rendir al máxi-
no, no habría cumplido mi primera obligación, habría mo, explotar cada minuto y hacer rendir cada talento.
dado mal ejemplo y habría manchado el honor de la Y luego liberarme de la fatal rutina del trabajo, de la
Compañía ante todos los de fuera. Acepté sumisamente necesidad de conseguir éxitos, de la obligación de ha-
ese valor y me batí por él. Años más tarde oí decir de cerlo todo bien, de la tenaza del perfeccionismo. Adqui-
un provincial que les dijo a sus jóvenes subditos, estu- rir primero los hábitos, y luego dejar que se liberen a sí
diantes en la universidad: «Si a cualquiera de vosotros mismos en un clima de confianza y soltura. Algo así
le suspenden, daré una fiesta en su honor.» Dos acti- como el duro y esclavizador aprendizaje de la técnica
tudes. Dos posiciones. Dos valores. Dos extremos. Y am- del manejo de los dedos en el arte del violín, única-
bos coexisten en nuestras casas. Coexistencia incómoda. mente para que se libere la inspiración y pueda inter-
Quiero dejar bien clara mi postura desde el princi- pretar a su gusto. La liberación es gozosa. Y no hay
pio. Valoro el trabajo y el trabajo fuerte; me he criado liberación si no ha ido precedida del trabajo.
en él, he salido de él, vivo de él, lo practico, lo dis-
Justamente el mes pasado tuve una experiencia que
fruto, lo considero esencial para todo hombre y más
me llegó al alma. Me invitaron a pronunciar la confe-
TRABAJO 85
84 VIVIENDO JUNTOS
rencia anual en memoria del fundador de la ciudad uni- puesto a esperar a que alguien viniera y me explicara
versitaria de Vidyanagar. Esta institución es el mayor cómo aprender gujarati, todavía estaría yo sentado bajo
complejo educacional del estado del Gujarat y cuenta aquel árbol —lo señalé con la mano extendida y todos
con su universidad independiente en todas sus facul- volvieron la mirada hacia él— y ño estaría dirigiéndoos
tades, su hospital propio para la facultad de medicina, la palabra a vosotros. Pero yo quería hacer algo, sabía
colegios, escuelas politécnicas, residencias de estudian- lo que quería, y me moví, llamé a puertas, vi a gente,
tes. Allí es donde yo escogí ir, tímido principiante en un pedí, insistí, y al fin me salí con la mía. Estos árboles
mundo extraño, cuando decidí aprender la lengua guja- y estos campos son testigos de lo mucho que trabajé y lo
rati, ya que en el Gujarat había yo de residir. Por pura mucho que sufrí. El voto que hice de no hablar ni una
casualidad, la fecha de mi conferencia coincidía con el palabra de inglés mientras estuviera aquí, porque sabía
treinta aniversario del día en que yo había ido a ver en muy bien que si me refugiaba en el inglés nunca apren-
persona al fundador de la institución, en cuya memoria dería el gujarati, la incomodidad de meterme en con-
iba a dar la conferencia, al objeto de solicitarle permiso versaciones que no podía seguir, la compañía constante
para hospedarme en una residencia de estudiantes y asis- del diccionario, las horas enteras escribiendo ejercicios
tir a clase en la única facultad de letras que existía que nadie corregía, la pronunciación defectuosa, las son-
entonces. El me había dado una cita «bajo el árbol de risas cuando yo me equivocaba, las ganas de dejarlo
mangos» donde tenía su oficina al aire libre en aquellos todo y marcharme, el aguante diario, la perseverancia
primeros días. difícil... La gente sólo ve el éxito final y aplaude. Eso
es fácil. Hoy, con vosotros, he querido recorrer el ca-
Y fue precisamente cerca de aquel árbol de mangos,
mino largo y tortuoso que hube de recorrer.» Me emo-
preservado en memoria suya y rodeado ahora de una
cioné al hablar, y por un momento me falló la voz. Los
ciudad entera, y a la vista de él, donde tenía yo que
miles de personas que me oían se habían hecho uno
pronunciar mi conferencia. Hablé con el corazón en la
conmigo en intimidad silenciosa, y se sentía respeto en
mano. Hice mención de mi aniversario particular y de
el aire. He trabajado duro en la vida. He conocido sus
mi satisfacción personal al pensar que estaba dando una
penalidades. Y he gustado su fruto.
conferencia en gujara ti en memoria del hombre que me
había dado facilidades para aprenderlo y que no podía Una vez, mi columna semanal en el periódico guja-
haber adivinado aquel día, bajo aquel árbol, que aquel rati del domingo contó la historia de un estudiante a
joven extranjero tímido que le pedía un sitio en su ins- quien yo le había preguntado: «Dime con toda honra-
titución ocuparía un día la cátedra del prestigio en dez cuánto estudias.» Se trataba de un estudiante de
nombre y memoria suya. Después dije: «Muchas veces primera, apreciado por todos los piofesores, seguro de
me preguntan los jóvenes con quienes trato qué hay sacar buenas notas en cualquier examen. Con todo, yo
que hacer para tener éxito en la vida, para sacar buenas tenía mis sospechas de que su actuación estaba muy
notas en los exámenes, para dominar idiomas. Les con- por debajo de su capacidad, y por eso le hice la pre-
testo que yo nunca hice tales preguntas. Si me hubiera gunta directa: «Dime, <;cuánto estudias?» Su respuesta
TRABAJO 87
86 VIVIENDO JUNTOS
fue tan directa como mi respuesta: «A decir verdad, no los peligros de las drogas. El vicio que prende, aumen-
trabajo ni la mitad de lo que podría. Y lo sé muy bien.» ta y no le suelta a uno. Tabaco, alcohol, cocaína. El
Entonces bromeé con él: «¿Cuántos años tienes? ¿Vein- toxicómano. El drogadicto. El trabajo es una droga.
te? Eso quiere decir que sólo tienes diez, ya que sólo Debería llevar una etiqueta que advirtiera de sus pe-
vives a medias. Tienes dos ojos, dos oídos, dos manos, ligros. Actúa como la heroína. Primero agrada, alegra,
dos piernas..., pero de hecho eres tuerto, manco y cojo, intoxica de placer. El trabajo, para un joven sano y
ya que sólo usas la mitad de tus posibilidades. Todo a emprendedor, puede producir una satisfacción intensa,
media máquina. Empleas la mitad de tus energías. Vi- y éxitos tempranos son manjar del paraíso. Se disfruta
ves la mitad de tu vida. Así no se vive.» Alguien tomó el trabajo. Se toma la droga. Luego viene la necesidad
aquella página del periódico del domingo y la puso en de aumentar la dosis. Más heroína. Más trabajo. Toda
el tablero de avisos de la universidad. Aquella semana actividad física está sujeta a la ley de disminución de
me aumentó el correo. La historia se extendió por la rendimientos. Y para conservar el rendimiento hay que
universidad, colegios, residencias. Todo el mundo la aumentar la dosis -y volver a aumentarla. La escalada.
comentó. Y nadie llegó a averiguar que el estudiante La espiral. Exceso de trabajo. Más exceso. Y por fin,
del cuento era un jesuíta. Se trataba de un joven je- la esclavitud desnuda. El drogadicto no puede vivir sin
suíta. Listo, brillante, inteligente. Y perezoso. Todo a la droga. El jesuíta no puede vivir sin trabajo. Y él sabe
medias. Trabajar a medias y vivir a medias. Nadie supo tapar la vergüenza de su vicio con la teología de sus ex-
quién era. Sólo él y yo. Su vocación también la vivió cusas: «Un jesuíta nunca se jubila»; «las almas me nece-
a medias. Pocos años más tarde la abandonó. sitan»; «mi conciencia no me permite descansar mientras
haya una sola persona que pase hambre en mi parroquia»;
No quiero decir con esto que un joven que no es-
«he de morir con las botas puesta»; «es mi deber»; «no
tudie durante la carrera eche a perder su juventud. Me-
me ordenaron para estar ocioso». La droga ha llegado al
nos aún que la manera de no echar a perder la juventud
final. Y se ha llevado consigo la alegría de una vida.
sea hacer una carrera. No se trata de eso. Ni se trata de
A mi entender, la vida de un jesuíta se asienta sobre
estudiar o no estudiar. Lo que sí quiero decir es que,
tres pilares: fe, trabajo y amistad. Cuando los tres son
si los años de la juventud se dejan pasar sin adquirir
igualmente firmes, paralelos y proporcionados, man-
una disciplina mental, hábitos firmes de trabajo y un
tienen el equilibrio, causan satisfacción íntima y sostie-
compromiso personal por alcanzar lo más alto, el resto
nen una vocación feliz. Pero si uno de los pilares rom-
de la vida es muy probable que se resienta de flojera,
pe la simetría y se alza sobre los otros, toda la estruc-
debilidad y frustración. Llegar a la vida sin las armas de
tura se inclina y peligra. Y" en mi conocimiento y expe-
la vida. Entrar en el torneo sin entrenarse. Jugar sin
riencia, el pilar que tiende a levantarse sobre los otros
dominar la técnica del juego. Un buen profesional nun-
dos, al menos en jesuítas de mi edad, es el del trabajo.
ca hace eso.
O digamos que los otros dos se rebajan; el efecto es el
Y ahora el otro lado. El poder de esclavizar que el mismo. Si la fe se nubla, la oración pierde su encanto
trabajo tiene. Los médicos y el gobierno nos avisan de
88 VIVIENDO JUNTOS
cación entre miembros de la misma familia, y eso puede por la agonía de decidirse y el dolor de decírselo a la
causar mucho daño a todos. He aquí un caso límite del chica, y toda aquella temporada veía a su padre todos
que fui testigo. Una familia hindú de Bombay estaba los días en casa, se sentaba a la mesa con él, charlaba
formada por el padre, la madre y dos hijos, el mayor con él de mil cosas, menos de la única cosa que de veras
de los cuales estaba ya casado y afincado en América, le importaba. El hijo no decía nada y el padre no sospe-
en Nueva York. Desde allí acostumbraba a llamar por chaba nada. Juntos y separados. Proximidad física y
teléfono a su fámula de Bombay una vez al mes, man- reserva afectiva. Padre e hijo, mutuos desconocidos.
teniendo así el contacto con sus padres. Mientras tan- Mucha conversación y ningún diálogo. Presencia sin
to, el hijo pequeño también iba a casarse, había tenido contacto. Parentesco sin entenderse.
lugar ya la petición de mano y planeaban la boda para Imagen y aviso para gente que vive en la misma
comienzos del año siguiente. En eso estaban cuando un casa sin jamás encontrarse, que se ven a diario sin acer-
día, como cada mes, llamó el hijo mayor desde Améri- carse, que hablan entre sí sin llegar a saber nunca lo
ca, su padre cogió el teléfono y comenzó el intercambio que el otro piensa. Vecinos sin contacto. Hermanos sin
de noticias de siempre. Entre noticia y noticia, el hijo diálogo. Una vez, el rector encargado de una comuni-
de América preguntó como de pasada: «Por cierto, dad me pidió consejo para mejorar las relaciones entre
¿cómo va el problema de mi hermano?» El padre res- sus subditos y la vida de familia en general de su
pondió sorprendido: «¿Qué problema?» — «¿Cómo? grupo. Yo le dije tranquilamente que hiciera instalar
¿No lo sabes? Aquí lo sabe todo el mundo. Ha roto un interfono en la casa con aparatos en cada cuarto
definitivamente con su novia.» — « ¡Imposible! » — que pudieran comunicarse entre sí. Al principio él tomó
«Pregúntaselo a él. Ahí lo tendrás a tu lado.» El padre mi propuesta en serio y me hizo la impresión de que
colgó el teléfono, llamó a su hijo menor, que estaba en empezaba a calcular mentalmente el costo de la ope-
el cuarto de al lado, y le preguntó si era verdad lo que ración, cuando vio mi sonrisa. No me refería yo a apa-
su hermano acababa de decir desde Nueva York. Sí, ratos de la telefónica, sino a un clima de diálogo, a
era verdad. En la India romper las relaciones es algo una atmósfera de comunicación en la casa, a una situa-
muy serio que casi nunca se hace y que, de hacerse, ción en la que personas que viven juntos aprendan a
tiene consecuencias muy graves, no sólo para los novios hablarse directa y personalmente unas a otras, a meter-
que se separan, sino para las familias de ambos y su si- se sin avisar en el cuarto del vecino, a hablar largo
tuación en sociedad; y a ese buen hombre le había acae- de hombre a hombre acerca de sí mismos, en vez de
cido esa catástrofe en su propia casa y en la persona acerca de todos los demás, a establecer contacto, a en-
de su propio hijo, y la primera noticia que tuvo de ello contrarse, a vivir juntos. Esa clase de interfono merece
fue por conferencia telefónica nada menos que desde la pena instalarse.
Nueva York. Y buena distancia hay de Nueva York a Dialogar es ejercer la fe. Es creer en la práctica
Bombay. Caso extremo de falta de comunicación en que Dios es Padre y nos hace a todos hermanos y la
casa. El hijo pequeño había pasado por una crisis aguda, sangre habla. El diálogo es posible porque Dios existe.
92 VIVIENDO JUNTOS
DIALOGO 83
ejerzo presión, no hago campaña, no solicito votos, no tancias y talantes. Si hemos de vivir juntos y trabajar
paso la bandeja. Me contento con dejarme conocer por codo a codo mientras seguimos teniendo distintas pre-
mi hermano como él se ha dejado conocer por mí. Es ferencias, distintos enfoques, distintas interpretaciones
posible que, después de todo, estemos tan en desacuer- de los mismos valores, necesitamos ese contacto abier-
do como al principio o, ¿quién sabe?, quizá en mayor to, esa comunicación constante, esa permanente ida y
desacuerdo aún. Pero yo llevo ahora conmigo su punto vuelta de hablar y escuchar, de hacer y preguntar, de
de vista, y él lleva el mío. Eso son puentes. enseñar y aprender de aquellos y con aquellos que están
Después de mucha discusión en largas sesiones de más cerca de nosotros, en nuestro trabajo y en nuestra
un grupo numeroso de jesuítas sobre objetivos, priori- vida. El diálogo no acaba nunca.
dades y política general de apostolado, un miembro
El testimonio personal sobre la vida y experiencia
mayor y muy respetado del grupo dijo: «Basta ya de
propias puede ser un hermoso y eficaz medio de acer-
diálogo. Hemos visto bien claro que hay dos posturas
camiento entre personas distintas y de comunicación y
opuestas entre nosotros, y ninguno de los dos campos
participación con los demás de las riquezas espirituales
ha logrado convencer al otro. Dejémonos, pues, de diá-
de uno mismo. Pero precisamente porque es medio efi-
logo y formulemos una política común de trabajo que
caz, es peligroso y se puede abusar de su efectividad aun
luego todos hayamos de seguir en la práctica como
con buenas intenciones. Una vez recibí en visita a varios
miembros que somos de un mismo cuerpo.» A pesar
miembros de cierto grupo religioso. Me dijeron que sólo
de tod* su inmensa buena voluntad, aquel santo y ce-
querían 'dar testimonio' ante mí; yo di mi consenti-
loso sacerdote no sabía qué era el diálogo. Nunca 'bas-
miento y ellos empezaron. Fueron hablando uno a uno,
ta' de diálogo. El diálogo nunca cesa. Dur mientras
y bien pronto caí en la cuenta de que yo estaba siendo
dura la vida. Aunque se llegue a formular una 'política
objeto de un ataque concertado. Cuando alguno decía:
común' (difícil logro en los tiempos en que vivimos), el
«a mí me sucedió que...», lo que evidentemente quería
diálogo habrá de continuar día a día para llevarla a la
decir era: «y a usted le debería pasar lo mismo»; y
práctica de tantas maneras como personas haya que tra-
cuando otro añadía: «entonces yo hice el propósito
bajan en ello. El diálogo es el alimento de la vida co-
de...», su intención obvia era decir: «y usted debería
mún, y hay que continuarlo si hemos de seguir viviendo
hacer el mismo propósito». La voz, los gestos, el mi-
juntos. Lo que hay que entender, y esto es lo más im-
rarse unos a otros en complicidad estudiada al pronun-
portante, es que el fin del diálogo no es el darnos una
ciar las palabras importantes, su insistencia y su exceso
política común. El diálogo no está para darnos una po-
de celo hacían bien evidente y bien molesto lo que
lítica común, sino para enseñarnos a vivir sin ella. No
querían decir. No estaban hablando, estaban predican-
está para hacernos a todos iguales, sino para hacernos
do; aquello no era una conversación, era un ataque.
aceptar nuestras diferencias. Podremos alcanzar cierta
En sus manos la experiencia era un arma, el testimonio
uniformidad de acción en algunas materias, pero mu-
uríia ofensiva. Aprende de nosotros, haz como nosotros
chas más quedarán al aire, abiertas, al albur de circuns-
hacemos o, con mayor malicia, quiera el Señor en su
96 VIVIENDO JUNTOS DIALOGO 97
bondad concederte a ti las gracias que nos ha conce- si no tuviéramos que hacerlo, si no nos hubiéramos se-
dido a nosotros. Bonita manera de limitar al Señor, de parado tanto que ahora haya que excogitar medios como
condicionar a Dios, de monopolizar la gracia. Que Dios el diálogo para seguir juntos de alguna manera. Para
haga contigo lo que ha hecho con nosotros. Dejémoselo los que así piensan, el diálogo no es una conquista, sino
a Dios. No reduzcamos sus caminos infinitos a repeti- una concesión; no es algo bueno en sí mismo, sino algo
ciones monótonas. Aquella experiencia me hizo caer imperfecto a lo que hay que acogerse como mal menor;
en la cuenta de que alguna vez en el pasado, en mi an- no es tejido vital, sino vendaje artificial. Para esos mis-
helo de disfrutar con otros gracias y dones espirituales mos, el pluralismo es un mal, una debilidad, una flaque-
que suponían mucho para mí, yo también había con- za de la naturaleza humana en tiempos difíciles, y se-
vertido mis testimonios en proselitismo y mis experien- ría mucho mejor si pudiéramos dejarnos de pluralismos
cias en proyectiles. Dar testimonio es loable y puede y diálogos y volviéramos sencillamente a la unidad que
hacer mucho bien, pero hay que domar el testimonio, antes teníamos y que era nuestra fuerza y nuestra gloria.
suavizarlo y templarlo para que sea instrumento útil Se explica la nostalgia. Comprendo y respeto el sen-
de diálogo. timiento digno y profundo de tiempos pasados. Pero
Aún hay gente entre nosotros y entre quienes nos también afirmo sin rodeos que tal concepto del plura-
conocen que siguen lamentando el que no seamos ya tan lismo y del diálogo no hace justicia a su verdadero sen-
uniformes como antes en nuestra manera de pensar y tido. El pluralismo no es un mal cuyo remedio sea el
de ser; que hayamos llegado a ser tan distintos unos de diálogo. No; el pluralismo es progreso y el diálogo su
otros; que se haya hecho necesario el diálogo. ¿No era combustible; el pluralismo es crecimiento y el diálogo
mejor haber seguido siendo todos uno, pensar igual y su alimento. El ser todos uno tiene su valor, y todavía
trabajar a una como un solo cuerpo? Un amigo de los lo somos en lo fundamental; pero también tiene su va-
jesuítas comentó: «Antes, cuando se hacía la misma lor el ser muchos, el ser distintos, el ser diferentes, el
pregunta a cinco jesuítas en cinco partes distintas del reflejar de mil maneras distintas la luz y sabiduría y
mundo, podía uno estar seguro de que los cinco darían bondad infinitas de Dios, que nunca se repite. El plura-
prácticamente la misma respuesta; mientras que si hoy lismo es el acto de fe que descubre en la creación la
se les hace la misma pregunta a dos jesuítas de la misma infinitud de Dios. El hombre es la creación suprema, y
casa, de lo que podemos estar seguros es de que saldrán el pluralismo descubre, respeta y venera en él los mil
con dos respuestas bien distintas.» Esta queja expresa reflejos de la esencia inacabable de Dios. Por eso el
el pesar de muchos: ya no hay uniformidad, no hay pluralismo enriquece a quien lo practica. Puedo fundar
universalidad, no hay fiabilidad. Algo se ha perdido, y una biblioteca comprando mil ejemplares de un solo
lo sentimos; sí que aceptamos las tendencias modernas, libro, y puedo también fundarla comprando mil libros
no hay más remedio, pero lo hacemos con la impresión distintos. El segundo procedimiento me da una biblio-
de haber perdido algo, con tono de pesar. Diciéndolo teca mucho mejor. Eso es pluralismo.
sin ambages: tenemos que dialogar, pero sería mejor Y el diálogo es la manera práctica de reconocer el
98 VIVIENDO JUNTOS DIALOGO 99
pluralismo, de hacerlo posible y de cosechar sus frutos. otros; miedo de que, al fin y al cabo, mis convicciones
Lo que es más, aparte de poner a mi alcance las riquezas no sean tan firmes y se desmoronen si las expongo a la
de los demás, el diálogo me enseña, me modela, me crítica del diálogo auténtico; miedo de que el otro pue-
forma y me hace a mí mismo ser mejor al hacerme más da 'ganar' y yo 'perder'; miedo de que, si realmente
abierto, más atento, más delicado y más libre para co- me entrego a un diálogo total y verdadero, tendré que
municarme y humilde para preguntar, dispuesto a apren- cambiar en consecuencia mis opiniones y mi conducta.
der y decidido a abrirme. El diálogo es toda una educa- Ese es el miedo esencial. El obstáculo fundamental del
ción en sí mismo; no es ya sólo el contenido del diálo- diálogo, el replegar las antenas, el toque de retirada.
go lo que importa, aunque no puede perderse de vista, Miedo de cambiar. Miedo de tener que cambiar. Donde
sino todo el proceso, el entrenamiento, la disciplina, el hay miedo no hay diálogo.
lanzarse a ello, el riesgo y la aventura, la novedad y el Una vez fui a visitar a un compañero jesuíta en mi-
descubrimiento, el llegar a conocer al hermano y salir tad de su dominio apostólico, tan vasto como lleno de
conociéndose mejor a sí mismo. El diálogo es la mejor toda clase de actividades. El mismo en persona me acom-
escuela del carácter. pañó a ver las distintas dependencias, me llevó en co-
No es extraño que haya también muchos obstáculos. che a todos los rincones, me explicó todos los detalles.
No hay tiempo, no hay tranquilidad, no hay provisión Estuvimos juntos varias horas aquel día, y en todo el
para el diálogo reposado en nuestros apretados presu- rato él no paró de hablar dando datos, describiendo el
puestos. Hablar en profundidad lleva tiempo, y no nos trabajo, narrando la historia pasada y esbozando sus
permitimos fácilmente el lujo de regalarnos tiempo a planes para el futuro. Mucho tenía que decir, y lo de-
nosotros mismos. Y esto tiene su significación bien cla- cía. Sin duda, no era frecuente para él tener a alguien
ra. «No tengo tiempo» puede ser simplemente un es- que^le escuchara con interés, y aquel día compensaba
cape, una excusa, una traducción cortesana de «no tengo dicha carencia. Seguí escuchando. Pero poco a poco me
interés», que sería poco educado decir. Por lo menos fue entrando la sospecha. Comenzó a darme la impre-
sirve para caer en la cuenta de que en realidad no que- sión de que él hablaba sin parar para que yo no pudiera
remos dialogar. Y ese puede ser el principio del diá- meter baza. Hablaba él para no dejarme hablar a mí.
logo. Luego vienen la inercia, la timidez, la cómoda No paraba de hablar él para que yo no pudiera abrir
superficialidad de casi todo lo que hablamos, el pesi- la boca. Cuando yo conseguía decir algo, él no hacía
mismo de que nada va a cambiar y es inútil intentarlo, caso y cogía el hilo donde lo había dejado. Todos mis
el esperar a que sea el otro el que comience, el posible esfuerzos fracasaron. Era su día. No tuvo rival en el
fracaso, el sentimiento herido, el pudor que protege a la maratón. No me dejó hablar. Fue de lo más amable y
intimidad. Y luego, el miedo. Miedo de abrirme, miedo eficiente, lleno de atenciones y de detalles todo el día.
de tomar en serio a los demás, miedo de que quizá Pero no me dejó decir una palabra. Y tenía sus buenas
tengan algo que enseñarme y yo me vea forzado a ver- razones para no dejarme. Sin duda sospechaba, y no sin
lo, reconocerlo, aceptarlo, a tener que aprender de razón, que si yo hablaba mostrada que no estaba de
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destino dispuso (y un severo jefe de trabajo ordenó) pensar en hacerlo; y ahí está la fineza del alma. Eso es
que sirviera yo a la mesa aquel día en el comedor prin- lo que importa. Caer en la cuenta, observar, pensar en
cipal; y servir a mano a aquellas docenas de personas hacerlo. El pensamiento, la atención, el detalle. Eso es
de buen apetito, entregadas a comer en silencio total, delicadeza. Me humilló pensar que a mí no se me hu-
era temida tortura. Fui a la cocina y cogí el delantal, biera ocurrido, pero entonces mismo pensé que ahí te-
cuando una mano por detrás me lo quitó y, al volverme nía yo una manera de aprender a ser delicado, de entre-
sorprendido, vi a un querido compañero novicio que se narme, de adquirir poco a poco esa virtud fundamen-
ponía un dedo sobre los labios y con un gesto rápido tal. Decidí fijarme en los cumpleaños de mis compa-
me conminaba a desaparecer antes de que nadie se diese ñeros y en si alguno tenía que servir a la mesa en su
cuenta. Me imagino que se jugaba la vocación al susti- día; y cuando eso sucedía, me acercaba por detrás y
tuirme sin permiso, pero lo hacía bien a gusto. La
le quitaba el delantal. No me salía con la naturalidad
sonrisa de tunante, el cariño en la mirada, el cambio
y la gracia con que mi compañero me lo había hecho a
instantáneo. Delicadeza en caer en la cuenta, esponta-
mí; pero, con gracia o sin ella, lo seguí haciendo. De
neidad en la reacción, rapidez en el impulso. Sirvió a la
hecho, lo hacía con tanta torpeza que lo notaron todos
mesa en mi lugar. Y consagró en mi memoria mi primer
y llegó a hacerse regla oficial que nadie sirviera a la
cumpleaños de jesuíta. Cuando recuerdo ahora mi no-
mesa en su cumpleaños. La espontaneidad se había he-
viciado, éste es uno de los primeros recuerdos que me
cho decreto. Algo se gana y algo se pierde. La inventiva
vienen a la memoria: el compañero que me quitó el
y el cariño de un compañero alerta ya no podrían sor-
delantal de las manos el día de mi cumpleaños. Esa
acción sencilla de amabilidad delicada contribuyó más prender a su amigo el día de su cumpleaños.
a mi formación que muchas conferencias del maestro Ahora un caso de falta de delicadeza, también en
de novicios. casa. Estaba yo dirigiendo unos ejercicios espirituales
de treinta días para un grupo de jesuítas maduros, y en
Ya entonces saqué una consecuencia de aquel feliz el horario de cada día teníamos una hora entera de ora-
e inesperado incidente. Un pensamiento se fijó clara- ción informal participada, para todo el grupo junto, por
mente en mi cabeza a través del gozo incandescente la noche. Al explicarles las reglas generales de ese tipo
de aquel perplejo instante. El pensamiento fue éste: a de oración, insistí en que la regla fundamental que resu-
mí no se me habría ocurrido hacer eso, no habría pen- mía todas era la delicadeza para con los demás. Sensi-
sado en ello, no se me habría pasado por la mente. No
bilidad ante el grupo. Caer en la cuenta de que hay
que no lo hubiera hecho si me lo hubieran pedido, sino
otros a mi alrededor y que todos escuchan; prestar aten-
que sencillamente no se me habría ocurrido a mí. Po-
ción a lo que otros dicen; ponerse a tono con el grupo;
dría yo haber visto a un compañero ir a servir a la mesa
reconocer y seguir la corriente; apoyar la plegaria de mi
el día de su cumpleaños y no se me hubiera ocurrido
hermano con la mía; respetar los silencios; dejar que
quitarle el delantal y servir yo en su lugar. Una cosa
el grupo vaya encontrando su camino; dejarse llevar;
es hacerlo, que es una acción directa, y otra cosa es
hacer que la oración de todos sea la de uno, y la de
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DELICADEZA 107
uno la de todos. Entendieron bien y, de hecho, aquella Parecía una oración que cualquiera podía hacer suya.
oración nocturna se convirtió en el rato favorito del Pero nadie tuvo la oportunidad. Antes de que nadie ha-
día. Una noche, en mitad de la oración, alguien dijo: blara, la voz del otro rincón se oyó implacable, intole-
«Señor, tú sabes que la pobreza es algo esencial para rable, increíble: «Señor, los que están desahuciados
nosotros; ilumina a nuestros superiores para que nos por cáncer mueren de cáncer. Te rogamos que concedas
guíen y ayuden a ser pobres de verdad.» Apenas acabó una santa muerte a nuestro hermano y lo recibas en tus
cuando, desde otro rincón de la capilla en penumbra, brazos.»
otro rezó: «Señor, la pobreza no depende de los supe- Si no hubiera escuchado yo tal 'intercambio' con
riores, sino de nosotros; concédenos a cada uno de mis propios oídos, no lo hubiera creído. Pero fue bien
nosotros la gracia de entender y practicar la pobreza a real y acabó con la oración del grupo y con todo el re-
nivel personal, que es lo que necesitamos.» cogimiento de los ejercicios. Se paró todo. Se destruyó
Sentí el peligro. No es que hubiera enemistad entre el ambiente. Se enfrió el espíritu. La falta de delicadeza
aquellos dos hombres, y menos que pensaran ponerse a espiritual amortaja el alma. El devoto diálogo, con el
discutir en lugar sagrado; ambos estaban rezando por «Señor, Señor» para empezar cada intervención, y con
una misma gracia, la de la pobreza, pero lo hacían sin el Santísimo en medio, había sido un duelo a muerte.
respetar los sentimientos del otro, y por ese camino Todo el grupo se resintió. Y lo increíble fue que cuan-
iban a dar al traste con la oración de todo el grupo. do, al día siguiente, llamé por separado y en privado
Eso es lo que hicieron. Después de algunas peticiones a los dos rivales de la noche anterior, ninguno de los
aisladas de otros, nuestro primer hombre volvió a ha- dos tenía ni idea del lío que habían armado. Falta de
blar: « ¡Ven, Espíritu Santo, ven! Necesitamos tu gra- sensibilidad absoluta. Costó varios días cerrar la herida
cia y esperamos tu venida. Ven a nuestros corazones.» abierta en el grupo y reanudar la marcha. La dureza de
Y enseguida la otra voz: «Espíritu Santo, tú has venido espíritu se paga cara.
ya y estás con nosotros desde el bautismo. No pedímos
La delicadeza es el arte de lo pequeño. No se trata
que vuelvas a venir, sino que nos hagas sentir tu pre-
de grandes sacrificios, empresas sobrehumanas o propó-
sencia.» Eso ya era una declaración de guerra. La ora-
sitos heroicos. Basta un pequeño detalle, la atención ca-
ción quedó paralizada. Ahora nadie hablaba; pero no
riñosa, la palabra oportuna. Una mirada, una visita, una
era silencio de oración, sino silencio de aprensión, de
caricia. El arte de echar de menos a otros y hacérselo
recelo, de miedo. Todos temíamos en secreto que aque-
saber cuando vuelven: ¡cuánto rne gusta que me echen
llos dos iban a volver a hablar. Lo hicieron. El prime-
de menos, que los demás se den cuenta de mi ausencia
ro, confiado en haber encontrado para su petición un
y la sientan! y ¡cuánto me duele cuando, al regresar a
objeto a prueba de controversia, dijo «Señor, me estoy
casa, nadie sale a recibirme, porque nadie había em-
acordando del padre Fulano, a quien todos aquí cono-
pezado por daise cuenta de que me había ido! La ha-
cemos y que está desahuciado por cáncer. Los médicos
bilidad de ser oportuno. La palabra justa en el justo
no pueden hacer nada, pero tu poder puede salvarlo.»
instante. La prontitud en felicitar al menor éxito. No
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DELICADEZA 109
hay logro pequeño para el que lo logra. El interés de rencia, de reconocer humildemente el hecho de que hay
preguntar por un trabajo, un problema, una dolencia.
otros seres humanos en la calle y sus vidas son tan va-
La generosidad de alegrarse con los que se alegran. La
liosas como la de uno. La manera de portarse un con-
solicitud de descubrir el sufrimiento y hacerlo propio.
ductor con otros vehículos es símbolo y medida de cómo
La capacidad de notar cosas. El hábito de mirar y ver.
se porta con otros seres humanos en su vida. Quien
La voluntad de estar cerca.
conduce bien, se conduce bien. En cambio, quien no
Cosas aún más pequeñas. ¿Cómo cierras las puer-
hace caso de los demás coches, quien conduce como
tas? ¡Si es que las cierras, para empezar! ¿Las cierras
si la carretera fuera suya, quien hace carreras con todos,
de golpe, las vuelves con cuidado, te aseguras de que
quien insulta a cada coche que le pasa, quien se impa-
quedan bien cerradas, caes en la cuenta de que hay gen-
cienta al volante, se enfada y se vuelve agresivo, no
te dentro que apreciaría cerrases la puerta al mar-
hace más que proclamar en la calle lo que todos saben
charte?; ¿te acuerdas de que hay una persona durmien-
de él en su casa. El conductor a quien no le importa
do en el cuarto de al lado y le estropeas el sueño cada
vez que das un portazo? el resto del tráfico es figura e imagen del miembro del
grupo a quien le falta delicadeza y sensibilidad. Peligro
¿Cómo ajustas el volumen de tu transistor? ¿Has
sobre ruedas.
caído en la cuenta de que su sonido llega lejos y no a
todos les gusta la misma música que a ti? ¿Hablas de- ¿Sabes mirar a la cara? Esa es la gran contribución
lante de otros en una lengua que no entienden? ¿Inte- de la delicadeza de sentimientos al diálogo. Mirar a la
rrumpes conversaciones? ¿Te entrometes con tu asun- cara, fijarse en el rostro, descubrir estados de ánimo,
to sin la cortesía de esperar a una pausa, sin dejar que leer emociones, descifrar gestos. Los ojos, la frente, las
acabe la discusión que todos están disfrutando? ¿Te po- arrugas y la sonrisa. Y las manos y los pies y la respi-
nes a hablar de tus asuntos con otro en medio del gru- ración y la voz... Todas estas cosas hablan antes de
po, fastidiando a todos los demás? ¿Monopolizas la con- que comience el diálogo. Y el suyo sí que es un verdade-
versación? ¿Moderas la voz? ¿Es tu voz un castigo para ro diálogo. Sólo hace falta que aprendamos a leerlo e
los que están condenados a oírte? ¿Caes en la cuenta interpretarlo. En eso consiste la fineza. El arte de es-
de que bajar el tono ante tu hermano es mostrarle res- cuchar. Y escuchar a la persona entera. Y luego escu-
peto? ¿Lees cartas privadas mientras los demás hablan char también con toda la persona, no sólo con los oídos
alrededor tuyo? ¿Te acuerdas de los cumpleaños? ¿Te y a base de asentir con la cabeza y emitir gruñidos de
quedas en tu cuarto con libros y revistas que otros tam- aprobación que dicen que sí cuando la realidad es que
bién querrían leer? ¿Monopolizas el coche de casa? Y no, sino con todo mi ser, con oídos, mente, corazón y
¿cómo conduces? La manera de conducir de uno puede entrañas, con los ojos y con la piel, con todo el cuerpo
ser un indicio de lo delicado que es o deja de ser. y toda el alma. Acoger todo lo que él dice, entenderlo,
Aparte de prudencia en la carretera y respeto a la po- aceptarlo, no falsificarlo ni filtrarlo ni desfigurarlo, sino
licía de tráfico, se trata de educación, delicadeza, defe- respetarlo, acogerlo y grabárselo uno. La escucha es un
arte difícil, y sólo la persona delicada sabe practicarlo.
DELICADEZA 111
110 VIVIENDO JUNTOS
Sin escucha no hay diálogo, y sin sensibilidad no hay guntas, nuestra postura es cada vez más ajena a la de
escucha. Oímos una cosa y entendemos otra; oímos nuestro interlocutor. Cuanto más largo el diálogo, ma-
lo que el otro dice, pero entendemos lo que nosotros yor la distancia. Al final nos encontramos más separa-
queremos entender. Jugamos al escondite. Y el resulta- dos que al principio. El diálogo resulta contraprodu-
do es la confusión más absoluta. cente. En vez de entendimiento mutuo, lo que obtene-
En cierta ocasión tuve que viajar en autobús de mos es mutua frustración. La falta de sensibilidad des-
línea desde "Baroda a Ahmedabad. Subí al autobús, en- truye el diálogo. Y yo me quedo sin saber si este auto-
contré un asiento libre y, antes de sentarme, quise ase- bús va a Ahmedabad o no.
gurarme de que el autobús iba adonde yo quería, y pre- La puerta del entender se abre con la sensibilidad
gunté a un señor que estaba sentado en el asiento de para escuchar. Delicadeza de oído. El oído atento, la
al lado: «¿Va este autobús a Ahmedabad»? Su res- recepción fiel, la atención virginal. Es gracia mesiáni-
puesta inmediata fue: «No, señor, el asiento está libre; ca el que los sordos oigan. Hace falta una espiritualidad
puede usted sentarse.» Lindo diálogo. Yo había pre- refinada para aprender a escuchar. Y la práctica del bien
guntado si el autobús iba a Ahmedabad, y recibí por escuchar afina a su vez nuestros sentimientos. El buen
respuesta que el sitio estaba libre y podía ocuparlo. Yo oído ayuda a disfrutar de la buena música.
había hablado claro y en voz bien alta, y aquel hombre Un amigo mío había tenido un mal día en la oficina.
no era sordo y, sin embargo, no había habido comunica- No quería decir nada en su casa, porque su familia no
ción. Me había oído, pero no había escuchado. Había podía hacer nada al respecto y, de todos modos, no era
entendido lo que esperaba escuchar. Había dado por cosa seria. ¿Para qué preocuparlos sin necesidad? Pero
supuesto que, cuando me incliné yo a hablar con él, le no había contado con el instinto femenino. En cuanto
iba a preguntar: «¿Está este sitio ocupado?» Por eso su mujer le abrió la puerta y lo besó, le preguntó con
su respuesta fue: «No, está libre, puede usted sentar- cariño:«¿Te ha ocurrido algo? Estás preocupado. ¿Qué
se.» No había contestado a mi pregunta, sino a la pre- ha pasado en la oficina? Dímelo.» De hecho, él había
gunta que él mismo se había formulado en su mente. procurado parecer más animado aquel día. Pero el truco
No había oído mi pregunta. No me había entendido. No no resultó con su mujer. Ella cayó en la cuenta ense-
había escuchado. Por eso su respuesta no tenía nada guida. Lo supo sin palabras. Lo adivinó al instante. Era
que ver con mi pregunta..., que es lo que pasa en la mujer. Tenía delicadeza y sensibilidad. Era una familia
mayoría de los diálogos. Se cambian palabras, pero no feliz.
hay entendimiento. Dos personas hablan, pero no se Cuando me lo contó al día siguiente, sentí de pron-
acercan. No sabemos escuchar. No contestamos a lo que to en mi alma la punzada de un modo de vida excesiva-
se nos pregunta, sino a lo que nosotros mismos nos pre- mente masculino. Y el deseo vital de hacer de la deli-
guntamos. Hay una censura invisible, un filtro, un velo, cadeza de sentimientos el alma déla vida religiosa. Para
un tinte que no nos deja percibir las palabras tal como mí lo es.
son. Nuestras respuestas se van alejando de las pre-
PODER
nen y consagran toda una actitud y mentalidad que Ig- humana ha sido interpretada en función de cada uno de
nacio consideraba de la mayor importancia. Y así como ellos por Marx, Freud y Bertrand Russell, respectiva-
en materia de pobreza verificamos en nuestros días lo mente. En nosotros, esos tres impulsos quedan contro-
difícil que es mantener los ideales y la práctica de nues- lados por los tres votos esenciales de pobreza, castidad
tro fundador, del mismo modo en lo que se refiere a la y obediencia. La observancia de los dos primeros es,
ambición de poder, un mínimo examen de conciencia por naturaleza más externa y observable y, en conse-
revela que no andamos mucho mejor en esta materia. cuencia, se puede controlar mejor. Los efectos en la
No precisamente que muchos jesuítas estén tramando mente y en la conducta de la ambición de poder son, de
llegar a obispos, pero sí que el deseo de mandar, la ordinario, más sutiles y, por consiguiente, no se pue-
ambición de autoridad, la tentación del poder no están den detectar tan fácilmente como los de la codicia y la
lejos de nosotros. Y el poder es el gran enemigo de la lujuria. Una tentación contra la pobreza o la castidad
vida en común. se revela al instante como tentación, y el actuar contra
En la meditación clave de las Dos Banderas, eje de ellas se percibe enseguida en la conciencia como viola-
la segunda semana de los Ejercicios Espirituales, Igna- ción clara de la regla; mientras que una tentación de
cio señala las maneras de actuar del demonio con el poder, o una acción motivada por la sed de poder,
alma, y las reduce a tres: riqueza, honor y soberbia. puede pasar por el alma inadvertida. Por eso la ten-
Actualizando la terminología, las podemos llamar hoy: dencia a dominar puede crecer de incógnito, y hasta
dinero, poder y opresión. Lo que era el 'honor' para el puede afirmarse en obras sin que la conciencia se en-
caballero andante del siglo dieciséis es el 'poder' para tere. Algunos jesuítas que se mueven por puro deseo
el ejecutivo del siglo veinte. Al poner tanto el 'dinero' de poder serían los primeros en sorprenderse si se les
como el 'poder' bajo un voto especial, Ignacio buscó dijera. La ambición de poder no figura en nuestra lista
proteger a sus hijos de los ardides de Satán, que llevan de pecados cotidianos. Por eso mismo puede crecer sin
a 'crescida soberbia' y, de allí, 'a todos los vicios'. Las medida.
Constituciones de Ignacio son paralelo fiel de sus Ejer- Hay otra conexión entre esos impulsos fundamen-
cicios. tales. Cuando un impulso se domina, otro, en compen-
Ignacio insistía en la obediencia, y su práctica fiel sación orgánica, puede dispararse dentro de la persona.
ha de hacer que el superior gobierne con facilidad sin Poder y dinero van juntos, como Ignacio nos ha dicho
tener que recurrir al juego de la política, y que el sub- en Las Banderas. Quedan poder y sexo en contraste. La
dito obedezca de buen grado sin meterse a tramar intri- interacción natural entre ambos es que, al rebajarse uno,
gas. El voto bien observado es la mejor protección con- sube el otro. El celibato refrena el sexo en nuestra vida
tra la amenaza interna de la ambición de poder, y así y, junto con él (con razón o sin ella), el afecto, la inti-
quiso Ignacio que su Compañía quedase libre de luchas midad, la emotividad. Tal situación puede dar lugar a
internas. El hombre tiene tres impulsos fundamentales: un desmesurado aumento del irnpulso de poder en nos-
la posesión, el sexo y el poder y, de hecho, la realidad otros. El deseo de dominar puede muy bien ser com-
116 VIVIENDO JUNTOS PODER 117
pensación oculta por la falta de afecto en una vida aus- como siervos. Por lamentable que esto sea, no deja de
tera. Quien ama menos, quiere dominar más. Y al do- ser real.
minar más, ama menos. La ambición elimina a los ami- El Ministro consagrado es sacerdote, profeta y rey,
gos. El poder no conoce la amistad. Un dictador no en pura tradición bíblica. Rey también. Hay parroquias
tiene amigos, sólo seguidores... o enemigos. Napoleón que son pequeños reinos. Hay casas de religiosos que
era afectuoso por naturaleza, pero no tuvo tanto éxito son cortes imperiales. El 'poder de las llaves', el poder
en el amor como en la política. Al acumular más y más de atar y desatar, el poder (que hace temblar) de decla-
poder, se fue endureciendo por dentro, hasta que llegó rar a los fieles qué es virtud y qué es pecado, de entrar
a pronunciar aquellas desdichadas palabras que recogió en las conciencias, de entrar en las familias, de dar con-
su secretario Bourrienne: «La amistad no es más que sejo, de juzgar, de hacer sentirse culpable a la gente,
una palabra. Yo no amo a nadie.» Tenía, desde luego, de bendecir, de perdonar o de negarse o hacerlo. Esos
seguidores fervientes, y su guardia imperial murió por poderes son tan enormes, tan universales, llegan tan
él. Eso era fidelidad, lealtad, entrega. Llamémoslo, si lejos y tan profundo en vidas y en conciencias que se
se quiere, amor militar. Pero no era afecto, amistad, prestan irremediablemente al abuso, a propasarse en
cariño. Cuando un hombre reina en toda Europa, no ellos, a exagerarlos con buena o no tan buena volun-
queda lugar en su vida para el amor. «Cuando un hom- tad. La tentación de abusar de sus poderes espirituales
bre se ha encontrado cara a cara con la historia, no no está nunca lejos del sacerdote, y es difícil resistirla
tiene otro remedio que hacer de la soledad su compa- siempre. Abusos repetidos de poder refuerzan la incli-
ñera» (Charles de Gaulle). El poder y el amor no hacen nación natural a dominar; el impulso crece, se forrna
pareja. Jesuítas adentrados en los pasillos del poder ha- el hábito, se crea la imagen y se establece el reino. El
rían bien en revisar su vida afectiva. La sed de poder reino que nunca debió existir.
puede ocultar la sed de afecto. Y la amistad sincera Nuestros mismos ministerios viven de números. Pu-
puede templar el impulso de dominar. blicamos estadísticas y valoramos multitudes. Por mu-
El instinto del poder se alimenta de las ambiciones cho que insistamos en la calidad, la pregunta ¿«cuán-
acumuladas durante los largos años de espera; de la tos?» siempre está presente. 7a se trate de conversio-
temprana admiración de compañeros bien intenciona- nes en la misión o de estudiantes en un colegio, las ci-
dos; de un posible complejo de inferioridad que, pa- fras son importantes. Y cifras son poder. Las cifras son
radójicamente, provoca intentonas de superioridad; de comparación, son «yo tengo más y tú menos», son com-
la inseguridad que busca sobrevivir pisoteando a los petencia. Las cifras en una democracia son votos. Y los
demás; de la envidia, la competencia, la vanidad... Aun votos son poder. El mismo esfuerzo por conseguir la
los poderes espirituales que nos otorgan las sagradas salvación puede tomar un aspecto de competición, qxie
órdenes pueden tristemente convertirse en fuente de desde luego nunca debería tener, cuando se interpretan
poder material, en instrumento para dominar al pueblo mal imágenes como la puerta estrecha, el «muchos son
de Dios, de quien esas mismas órdenes nos consagran los llamados y pocos los escogidos», las vírgenes pruden-
118 VIVIENDO JUNTOS PODER 119
tes que se niegan a dar de su aceite a las demás para no truye la comunicación apagando la sensibilidad. Es in-
poner en peligro su propia fiesta: casi casi la imagen de creíble cómo caracteres amables y personas encantadoras
unas oposiciones, de una entrada restringida en la que pueden endurecerse bajo el impulso del poder. La per-
hay que apartar a otros a codazos para meterse dentro. sona movida por el poder se hace implacable en su am-
Falsificación evidente del evangelio, pero sospecha que bición. No se preocupa de los demás, los pisotea sin
no deja de rondarnos por la mente. El cristianismo es piedad, desprecia sentimientos y, al despreciar los sen-
religión dinámica, y su dinamismo, que es vida en el timientos de los demás, pierde los suyos propios. No
Espíritu, puede torcerse hacia el egoísmo y la ambición. hay pérdida mayor. Todo el poder del mundo no lle-
No es que el poder sea malo en sí mismo. El poder garía a compensar por la pérdida de sensibilidad, de hu-
es indiferente. Es incluso necesario para regir la socie- manidad, de bondad, de la amistad y del amor. El
dad y poner orden en el mundo. El poder se hace peli- miembro del grupo que puja por el poder hace daño al
gro cuando el que actúa movido por él no lo sabe ni lo grupo y se hace daño a sí mismo. He dejado dicho que
acepta él mismo; cuando viene de una necesidad per- la delicadeza de sentimientos es el alma de la vida del
sonal de dirigir, y no de la necesidad real de la comu- grupo. Y esa delicadeza es tierna planta que se marchita
nidad de ser dirigida; cuando el impulso hacia el po- y muere cuando soplan los fríos vientos del poder.
der es sustituto oculto de otros impulsos no satisfechos La vida en común, el trabajo efectivo, el orden y
en la persona que manda; cuando se desmanda, cuando la continuidad requieren que haya cierto poder para or-
hiere, cuando divide. En concreto, y en el contexto que ganizar y dirigir. La autoridad es legítima, necesaria y
aquí nos ocupa de la vida en común, el poder puede benéfica. El grupo necesita un jefe. La comunidad ne-
ser el mayor enemigo de la unión, la armonía y la vida cesita un superior. El cuerpo necesita cabeza. Y eso no
del grupo, al acallar la sensibilidad, cerrar la comunica- es sólo necesidad del grupo, sino ayuda personal para
ción, desterrar el diálogo y hacer imposible el relacio- el individuo. La obediencia no es sólo una necesidad
narse unos con otros. El poder hace todo eso y mucho para todos, sino una bendición para cada uno; no sólo
más. Los dictadores no dialogan. El que está encima es requisito esencial de una acción combinada, sino ins-
no arriesga el diálogo, y el que está debajo no puede in-
trumento íntimo de desarrollo personal. Etimológica-
tentarlo. El diálogo, por su esencia misma, es horizon-
mente, obedecer quiere decir escuchar. En latín, oboedi-
tal. En cuanto el empujón del poder altera el equilibrio,
re = ob + audire — dar oídos a. Y escuchar es sen-
el diálogo cesa; en cuanto un miembro del grupo intenta
sibilidad. Obedecer es delicadeza: a Dios y a su Espí-
controlar a los demás, la comunicación con él deja de
ritu en el hombre. El proceso de la obediencia resulta
existir. Me cierro ante quien me amenaza, me aislo de
así continuación de ese proceso esencial de la delica-
él en defensa propia.
deza de alma ante el hombre y, en él, al Espíritu que
La comunicación auténtica sólo puede tener lugar guía al hombre. Estar atento, estar alerta, estar afina-
en un clima de confianza mutua. El poder desenfrenado
do. «Aquel que tenga oídos para oír, que oiga.» «Escu-
destruye ese clima. A nivel más profundo, el poder des-
120 VIVIENDO JUNTOS PODER 121
chad, vosotros que tenéis oídos para escuchar, lo que el dad que se han tomado todas las precauciones posibles,
Espíritu les dice a las iglesias». que no hay solicitación de votos ni campaña electoral,
Sin embargo, también el poder legítimo puede ser que se guarda el secreto y sólo se publica la lista final
objeto de abuso y puede convertirse en raíz de conflic- de los 'elegidos' en discreto orden alfabético. Pero unas
to, en vez de en lazo de unión. Si el superior pone en elecciones, por espirituales y silenciosas que sean, crean
juego su propia indigencia, que le impulsa a compensar ambiente de competición, influencia y poder, y dejan
inferioridades ocultas con despotismo manifiesto; si es su huella en las relaciones de las personas entre sí. Co-
un autoritario; si entra en conflicto con otros superio- mienzan a tener en cuenta al electorado y a pensar en
res cuyo campo de acción se mezcla con el suyo; si bus- las posibles reacciones de los votantes ante lo que ellos
ca sus intereses bajo capa de la gloria de Dios; si hagan o digan, y así comienzan poco a poco a cambiar,
trama intrigas; si cede ante grupos de presión o los consciente o inconscientemente, su manera de obrar con
forma él mismo; si enfrenta a sus subditos unos con vistas a las próximas elecciones. Al encontrarse con
otros para dominarlos a todos; si usa el miedo, la in- otros después de unas elecciones, la duda incómoda pue-
timidación, las amenazas; si juega a hacer política, en de surgir en las oscuridades de la mente de los 'elegi-
vez de gobernar con sencillez y honradez; si usa a las bles' (que ni siquiera 'candidatos'): ¿Votaste por mí?
personas en lugar de servirlas y las manipula en lugar O bien: ¿Cómo puede este inútil haber salido elegido,
de ayudarlas, llegará a dividir en vez de unir, y a des- y no yo? O quizá: Esta vez lo he conseguido, pero ¿lo
truir la vida común en vez de fomentarla. Todo eso es conseguiré la siguiente? También es verdad que las con-
bien claro y, por desgracia, bien real. Para reducir al gregaciones provinciales en la actual legislación no tie-
mínimo los peligros que el ejercicio del poder lleva con- nen mucho poder, aparte de elegir a los delegados que
sigo, el superior hará bien en caer en la cuenta de que han de ir a Roma. Pero, aunque la congregación no ten-
sí que tiene poder; que puede abusar de él sin darse ga importancia en sí misma, el hecho de ser o no elegi-
cuenta él mismo; que aun el uso legítimo, necesario y do sí que la tiene, ya que muestra con el veredicto in-
equilibrado del poder puede crear obstáculos a la co- apelable de la urna qué posición ocupa el individuo 'ele-
municación verdadera entre él y sus subditos. Saber es gible' ante la provincia en aquel momento. Esa revela-
remediar. ción es importante, y el ser o no ser elegido puede afec-
Ignoro si los legisladores de la Compañía, al intro- tar a sus relaciones con la provincia a partir de la fe-
ducir en nuestros días la novedad de las elecciones para cha. Las elecciones son un avance positivo. Lo único que
las congregaciones provinciales (innovación oportuna y he querido resaltar aquí es que, a mi parecer, las conse-
grata, ~or lo demás), cayeron en la cuenta de que con cuencias de las elecciones no se han estudiado, el tema
ello intensificaban el tema del poder en nuestra vida del poder ha pasado desapercibido y el cambio que han
interna. Las elecciones son política, y la política es po- efectuado en la dinámica de la provincia no ha sido
der. Votos, expectación, resultados, sorpresas, decep- reconocido. Tengamos elecciones. Y estemos alerta a
ciones. Todo eso influye en la vida de un grupo. Es ver- sus consecuencias.
122 VIVIENDO JUNTOS PODER 123
Estoy tratando en todo esto de dos cosas distin- diencia, considero aquí cuatro tipos de poder concreto
tas; primero: que el poder, aun cuando se obtenga con entre nosotros: el poder del dinero, de las institucio-
legitimidad y se use con prudencia, crea obstáculos a la nes, de los grupos y de las ideas. El dinero engendra
comunicación entre quien lo tiene y quien no lo tiene, poder; y el mucho dinero, mucho poder. Algunos je-
así como entre los que tienen distintos poderes que suítas en el tercer mundo administran cantidades enor-
pueden chocar; y segundo: que cuando el poder no es mes de dinero y, en consecuencia, ejercen un poder enor-
ni legítimo en su origen ni prudente en su uso, es ame- me. El peligro peculiar de tal poder es el no reconocerlo
naza aún mayor para cualquier relación humana. El conscientemente, el no considerarlo oficialmente como
poder en sí es barrera; el abuso del poder es barrera tal, el que la persona que lo tiene diga y crea honrada-
insuperable. mente que no tiene ningún poder, que él es sincera-
Para caer en la cuenta de cómo el poder afecta a las mente pobre, que el dinero no le pertenece a él, que
relaciones personales, basta con ver lo que pasa cuando él sólo es un canal, un intermediario entre los que dan
se encuentra uno con que a un amigo personal le hacen el dinero y los que lo reciben, y que él acepta ese tra-
superior suyo. Si mi amigo llega a ser mi superior, bajo, que es bien duro y difícil, sólo por amor a la
¿cómo lo trato? ¿y cómo me trata él a mí? ¿Es libre gente y por deseo de servir a los pobres. Y todo eso es
para negarme un permiso? ¿Se atreve a andar conmigo casi siempre verdad. Muchos de esos jesuítas viven una
en público y arriesgarse a que le critiquen por dejarse vida en verdad pobre y abnegada, son trabajadores in-
influenciar por sus amigos? ¿Puede comentar conmigo cansables y eficientes, encarnan en sus vidas el ideal del
sus experiencias de gobierno, o hay una censura men- servicio a los pobres de una manera tan cristiana como
tal que aparta su vida oficial de nuestro mutuo com- ejemplar. Pero tienen poder, Y el hecho de que no
partir? A la larga, ¿cómo afecta su cargo a nuestra amis- lo reconozcan hace que ese poder sea mucho más peli-
tad? La amistad es, por definición, entre iguales, y el groso. Jugar con fuego sin saber que es fuego. Aunque
poder destruye la igualdad. Oí decir a un superior con el dinero que distribuyen no les traiga a ellos ninguna
plena honradez y sentido de responsabilidad, como res- ventaja personal, sí les trae, en todo caso, una ventaja,
puesta a un proyecto que le presentaba un subdito y que es la de convertirlos en distribuidores de ese dinero.
amigo suyo: «Como amigo, te digo espontáneamente de Son ellos quienes deciden en qué pueblo se ha de exca-
todo corazón: ¡Adelante! En cambio, como superior...» var el pozo, a qué familia se le regala la vaca, qué estu-
Esa situación introduce un elemento de tensión en la diante ha de recibir la beca. Y eso es poder. Incluso
vida del superior, y esa tensión repercutirá en sus re- allí donde hay comisiones nombradas para decidir tales
laciones con sus amigos. Quizá nadie debería ser supe- casos, la palabra del Padre es la que cuenta; sus deseos
rior muchos años seguidos. Y mientras lo sea, el supe- se averiguan y se respetan; su opinión es decisiva. El es
rior hará bien en buscar tiempo y camino para la amis- quien consigue el dinero, y él es quien firma los che-
tad. También él necesita amigos. ques. A él tiene que dirigirse el grupo o la persona que
Aparte del poder oficial de la autoridad por la obe- quiere un préstamo, un anticipo, una prórroga en el
124 VIVIENDO JUNTOS PODER 125
pago de una deuda. Su oficina la visita toda la gente También las instituciones son poder. El director de
importante de muchos pueblos a la redonda, se le reser- un colegio tiene el poder de admitir alumnos y contra-
va el puesto de honor en actos públicos, su presencia tar profesores. Influencia, contactos, favores que se pa-
se hace sentir en toda la región. Otra vez el reino. El gan con favores... El poder, el cargo, la autoridad. Y
reino terrenal. Y la sombra de ese poderío caerá sin todas las consecuencias de roce y tensión con los com-
remedio sobre la vida social de ese jesuíta y sobre sus pañeros que viven en la misma casa. Otra vez el padre
relaciones con sus compañeros en su propia casa. No es principal y el secundario.
fácil convivir con el poder. Un peligro muy real para la persona ocupada en
El siguiente episodio se comentó tanto entre nos- asuntos que implican grandes dosis de poder es el de
otros y con tan buen humor que puedo contarlo aquí sin irse metiendo más y más en ellos, hasta que llegan a
temor a revelar secretos o divulgar chismes. A un pues- dominar su vida por completo. La actividad externa
to de misión llegó una delegación de un pueblo, se acer- siempre tiende a crecer. Los proyectos se multiplican.
caron a la primera persona que vieron, que resultó ser Siempre hay más gente dispuesta a enviar dinero y más
el ayudante del párroco, y le preguntaron: «¿Dónde está gente dispuesta a recibirlo. Y en medio se encuentra el
el padre de aquí?» Respuesta: «Yo soy un padre aquí, sacerdote, con su celo, su compasión, su deseo de ayudar
díganme qué es lo que desean.» Los del pueblo se mi- a todos, y la organización que di ha creado para ello. La
ran unos a otros e insisten: «A quien nosotros quere- tentación de ampliar, de abrir nuevos centros, de llegar
mos ver es al padre principal.» Respuesta indignada: a más gente, y luego a más y más... se acentuará de día
«Aquí no hay tal padre principal. Entre los padres no en día. Hará falta mucha entereza, mucho juicio y mu-
hay ni principal ni secundario. Todos somos iguales. Dí- cho discernimiento para separar los numerosos hilos de
ganme de qué se trata.» Más miradas y sonrisas de los esa compleja trama y distinguir lo que es necesidad au-
del pueblo: «Sí, pero a quien nosotros queremos ver téntica de lo que es ambición personal, lo que es abne-
es al padre principal.» No progresa el diálogo, y el pa- gación de lo que es autoengrandecimiento, hasta dónde
dre 'secundario' desaparece furioso de la escena. Teoló- llega el servicio y dónde empieza el poder. Yo no juzgo
gicamente, tenía toda la razón. El sacerdocio del padre a nadie. Sólo trato de sacar a la luz el tema del poder
'secundario' venía de Melquisedec tanto como el del pa- en nuestras vidas. Con ello consigo al menos la satis-
dre 'principal'. En cuanto sacerdotes, el párroco y su facción personal de seguir el espíritu de los tres votos
asistente eran lo mismo. Pero el otro era quien tenía el que hice en relación con la renuncia al poder. Aunque
dinero, y la gente lo sabía. Hasta la gente que venía de tal vez esté escribiendo todo esto sólo porque nunca
un pueblo lejano lo sabía. La diferencia es innegable, y he sido superior. Los escritores tenemos nuestras com-
sus efectos inevitables. Se puede conjeturar sin miedo pensaciones. ¿No es eso poder también?
que la comunicación entre el padre 'principal' y el 'se- El poder de los grupos. Unos grupos dentro de
cundario' no va a ser fácil. El poder hace que se atasque otros. Divisiones. Facciones. Grupos de presión. El po-
el diálogo. Y el dinero es poder. der de los números. El poder de la asociación. Todo
126 VIVIENDO JUNTOS PODER 127
eso existe entre nosotros en mayor o menor grado, con alguien sea nombrado superior, controlar el trabajo y
la misma universalidad y el mismo disimulo que se dan la vida de los demás, hacer que todo el grupo los siga...
en el tema del poder engendrado por el dinero. Para Camarilla de palacio. Que puede acabar con el mismo
comprender cuan cierto es esto, basta con fijarse en el palacio; que puede destruir al grupo y deshacer su uni-
papel que desempeña el origen de una persona cuando dad. El diálogo se viene abajo, porque, al hablar con
se propone su nombre para superior de un grupo con- un miembro de la camarilla sé que estoy hablando con
creto en un momento concreto. En la India se ha nece- toda la camarilla. Son más que yo. Tienen más votos
sitado mucho tacto para salvaguardar la universalidad que yo. No hay equilibrio. No hay confianza. No hay
de los superiores. Los grupos tienen influencia a la hora diálogo. Y si, por casualidad o por reacción, llega a
de hacer nombramientos o tomar decisiones. Y eso es formarse otra camarilla opuesta a la primera, tenemos
poder. No es que cada grupo sea un grupo de presión guerra declarada. La camarilla política es la perversión
como tal. Hay una serie de divisiones naturales entre de la autoridad en manos cié unos pocos; y si algún
nosotros, y sus fronteras no son necesariamente fronte- día llega a formarse, puede acabar sin remedio con la
ras políticas. Cada uno de nosotros pertenece a una se- vida y la unidad de la comunidad más floreciente. La
rie de grupos, que se solapan mutuamente, en función división en el poder destruye al grupo.
del lugar de origen, la lengua, la raza, el tipo de trabajo, Otro peligro cercano a éste es que el grupo entero
la edad, la ideología e incluso la «casta». Algunas de se ponga a ejercer presión sobre uno de sus miembros
estas diferencias son más marcadas que otras. Algunas para forzarlo a seguir a los demás. En tal caso, el grupo
llegan a ignorarse en la práctica; otras dan lugar a la entero se convierte temporalmente en grupo de pre-
existencia de grupos de amigos a los que les gusta verse sión contra un individuo concreto. El grupo puede in-
y recordar y orar juntos de vez en cuando, comunicarse cluso exigir que el individuo someta sus decisiones al
experiencias y hacer planes; e incluso a veces llegan a grupo y se atenga a su veredicto. Lo cual es confundir
convertirse en plataforma de discusiones útiles y nuevos peligrosamente el compañerismo con la obediencia, el
proyectos. Todo eso puede ser muy positivo y muy grupo con el superior. Una cosa es informar al grupo,
sano. De ahí puede deducirse también qué clase de deci- relatar experiencias, discutir planes, pedir sugerencias,
siones serán más o menos aceptables a tal clase de per- crítica, consejo, etc., lo cual es excelente, y otra cosa
sonas, y todo ello puede ayudar al buen funcionamiento muy distinta es que uno necesite el permiso del grupo
del grupo. para actuar, lo cual es injustificable. El grupo no sus-
El peligro comienza cuando se forma una camarilla tituye al superior. Una reunión de comunidad no es una
dentro del grupo; cuando unos pocos individuos se «cuenta de conciencia». Ni puede ni debe serlo. La
unen consciente y deliberadamente (por supuesto que autoridad ha de estar donde le corresponde, y cualquier
con los mejores motivos espirituales y apostólicos) y desplazamiento del centro de poder destruye la estabi-
pretenden influenciar a todo el grupo, cambiar decisio- lidad del grupo. Para que el cuerpo funcione como cuer-
nes, forzar estilos, imponer tendencias, conseguir que po, la cabeza ha de ser cabeza.
128 VIVIENDO JUNTOS
PODER 129
El poder de las ideas. Poder supremo. Sutil, ele-
gante, efectivo. Las ideas gobiernan el mundo; maneja para promocionarse a sí mismos y extender su propia
las ideas y manejarás al mundo. Ideología, política, in- influencia. La ideología puede ser excelente en sí misma
fluencia. No el rey, sino su brazo derecho. No el trono, y, de hecho, cuanto más elevada y noble sea, cuanto
sino la sombra del trono. Richelieu en la corte francesa, más moderna, actual y urgente, tanto más peligrosa re-
o Munjal en los pasillos de palacio de Anhilwad Patán. sulta cuando se convierte en instrumento de poder, en
El eunuco jefe, el cortesano, el confesor del rey, el con- plataforma para un líder, en pedestal para una estatua.
sultor del obispo, el secretario del ministro. El jesuíta La propaganda de una idea puede convertirse en pro-
Araoz en la corte del rey de España. La eminencia gris. paganda del que propaga la idea.
El guante blanco. La mano negra. Esto fue lo que Un ejemplo que muestra cómo una idea, por sen-
acarreó mala fama a nuestra Compañía. Intrigas de pa- cilla e inocente que en sí misma sea, puede entrar en el
lacio. Jesuitas que aparentemente observaban las exi- juego de poderes y convertirse en arma de oposición y
gencias de sus votos contra la ambición de poder, viola- de división: una de las primeras cartas de Roma a la
ban su espíritu impunemente a lo largo y a lo ancho de Asistencia India sobre la 'inculturación' (que entonces
todas las cortes imperiales de Europa. La tentación del se llamaba 'adaptación') promulgaba, entre otras cosas,
poder se hacía sentir más y más, y esas intrigas ocultas el mandato de no tomar carne en más de una de las dos
eran el modo solapado y seguro de satisfacer las ansias principales comidas diarias en nuestras casas. Nadie hizo
de dominar. Dominio especialmente peligroso porque caso de tal precepto. Tampoco lo hicieron en la casa en
es oculto, porque da poder sin exigir responsabilidad, que yo residía entonces. Pero uno de los miembros de
porque mantiene oculta la mano que, de hecho, go- aquella comunidad se lanzó repentinamente a la acción.
bierna. Las ideas son siempre peligrosas y, si se convier- Comenzó a hacer campaña en toda regla contra el tomar
ten en instrumento de poder, son armas mortales. carne por la noche (que no era exactamente lo que decía
Poder de las ideas dentro de la Compañía misma. la carta de Roma), pidiendo pública y sonoramente una
Jesuitas que influyen en las ideas que influyen en otros tortilla cuando servían la carne en la cena; no tardó
jesuitas. El poder de consultores, de comisiones, de en conseguir que dos o tres siguieran su ejemplo; luego
amigos de superiores, de los que contribuyen a dar des- se dedicó a poner en el tablero de avisos citas acerca
tinos, de profesores que enseñan, escritores que escri- de la necesidad de la adaptación y escribió cartas al
ben, directores de ejercicios que dirigen; poder de los provincial y al general para denunciar al rector de la
cuadros de formación que moldean la mente y el alma comunidad por no obedecer el mandato. Toda aquella
de jesuitas jóvenes; poder de las publicaciones de ca- temporada no permitió a nadie de la casa, y menos al
rácter interno, que subrayan unas cosas y minimizan rector, olvidarse de la controversia del menú nocturno.
otras; y, sobre todo, el poder de nuevas o viejas ideo- No es que él fuera vegetariano, ni menos aún campeón
logías en manos de individuos movidos por el ansia de la causa de la adaptación. Lo que sí tenía era ene-
de poder que las usan con determinación y eficiencia mistad declarada contra el rector, con quien no se en-
tendía y a quien guardaba rencor por un enfrentamiento
130 VIVIENDO JUNTOS PODER 131
que habían tenido hacía tiempo, y ahora había visto en nuar. No podemos esperar de otros ni conseguir nos-
la carta de Roma la ocasión de desquitarse, incordián- otros mismos actuar por motivos íntegramente puros.
dolo con su campaña de vegetarianismo nocturno. Nuestros motivos son siempre una mezcla, y el poder
Cuando pensó que ya le había fastidiado bastante, o es parte de la mezcla. Lo importante es que nosotros
cuando se cansó de comer tortilla por la noche, cesó en mismos lo sepamos, que no dejemos que las ansias de
su campaña, volvió a tomar carne en la cena y se quedó poder enturbien nuestro juicio y tuerzan nuestros ac-
esperando la próxima ocasión de volver a luchar con el tos, que montemos guardia sobre nosotros mismos para
rector. no permitir que nuestra ambición dañe en manera al-
Otro ejemplo, y éste de resonancia internacional, guna a aquellos por quienes trabajamos ni a nosotros
de cómo la mejor causa puede convertirse en el peor mismos. Y en el tema en que estamos, que no dañe al
pleito, y la inocencia en poder. Apenas podrá haber una grupo.
causa más bella y encantadora hoy en el mundo que la Jesús mismo hubo de luchar contra la tentación del
causa de la ecología. La causa de la naturaleza y de la poder al principio de su vida pública. «Te daré todo
salud, del aire limpio y del agua pura, de los peces y el poder y la gloria de estos reinos, porque a mí me
los pájaros y los océanos y los cielos. La causa del hom- ha sido entregado, y se lo doy a quien quiero. Si me
bre en su pureza original. La causa del planeta Tierra. adoras, todo será tuyo» (Le 4, 6). Y al final de su
Una herencia franciscana. Una evocación del paraíso. vida hubo de luchar contra la msma tentación en sus
Un universo virginal. Candor. Inocencia. Luz. Pero aho- discípulos. «Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he
ra la ecología se ha hecho política. Los árboles son vo- lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies
tos. Los bosques son campos de batalla. Un partido unos a otros. Os he dado ejemplo, para que también
político se pone nombre de naturaleza. Un presidente vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros. En
gana las elecciones con promesas ecológicas... que lue- verdad, en verdad os digo: n o es más el siervo que su
go no cumple. Un movimiento ecológico en un país de- amo, ni el enviado más que el que lo envía. Sabiendo
mocrático resulta estar financiado por un país comu- esto seréis dichosos si lo cumplís» (Jn 13, 14).
nista. La ecología se ha agriado. La serpiente ha vuelto Ese es el Espíritu de los tres votos característicos
a meterse en el jardín. La serpiente es el poder. Cual- de Ignacio, que brotan de la misma experiencia y van
quier causa puede utilizarse para cualquier fin. Cada a sanar la misma herida en el hombre. El poder es, y
idea es un manifiesto. Me abstengo aquí de especifi- continúa siéndolo, hoy quizá más que nunca, la gran
car las ideas que veo convertidas en manifiestos de po- tentación para el individuo, el gran obstáculo para el
der entre jesuítas a mi alrededor. Por una vez he deci- diálogo, la gran amenaza para la vida del grupo.
dido ser prudente.
Este ejemplo sirve también para aclarar que el que
alguien abuse de una causa no significa que la causa
haya de ser abandonada. Si es causa digna, debe conti-
HECHOS
sideración básica que vale por muchas investigaciones sentir que el Espíritu Santo los guiaba día a día en
y por muchos estudios: ¿somos felices como grupo? su vida y en su trabajo. Eso es lo que llamaban 'pro-
Un grupo feliz es la mejor propaganda de vocaciones fecía', que constituía para ellos uno de los 'carismas'
y la más segura garantía de perseverancia. La alegría especiales a ejercer en el grupo bajo la dirección del
es prueba y argumento, es logro y desafío, es termóme- otro carisma del 'discernimiento'. La iniciativa valien-
tro de salud y fuente de energía. Lo que todo el mundo te, el ánimo creador, la ofensiva espiritual. Eso era lo
busca, a fin de cuentas, es la felicidad; y si nosotros, en que rompía fronteras, enviaba mensajeros, extendía a la
nuestra vida y en nuestro grupo, somos sincera y equi- Iglesia. Pablo había dicho: «La profecía es lo que hace
libradamente felices, nunca faltará gente que se acerque crecer a la Iglesia» (1 Cor 14, 4), y él mismo dependía
a nosotros y permanezca con nosotros. a diario de esa guía interior para sus viajes, sus dudas,
¿Qué imagen proyecta nuestro grupo? ¿Conoce la sus decisiones, su fortaleza, su vida entera. Esa íntima
gente nuestras divisiones o aprecia nuestra unión, a dirección del Espíritu fue la que le destinó a él, junto
pesar de nuestras diferencias? ¿Se encuentran nuestros con Bernabé, a una tarea especial de evangelización
huéspedes a gusto con nosotros? ¿Les gusta a jesuítas abierta (Hch 13, 2), le hizo pasar (momento histórico
de otras casas visitarnos, pasar unos días con nosotros, para la humanidad) del Oriente Medio a Europa (16,
tomar parte en nuestra conversación, en nuestra vida? 10), le llevó a imponer las manos a Timoteo (1 Tim 1,
La hospitalidad, aparte de ser una gran virtud, dice 18; 4, 14), le condujo a Jcrusnlén (Hch 20, 22) y, fi-
mucho acerca de la vida del grupo que la practica o nalmente, a Roma (23,11).
deja de practicarla. La hospitalidad verdadera es una
Los primeros cristianos no tomaban nunca un paso
invitación a nuestros hermanos a que nos vean en nues-
importante en su vida sin la explícita dirección del Es-
tra casa tal como somos; y si estamos contentos y so-
píritu. Discernir la voluntad de Dios en común era su
mos felices entre nosotros, atraeremos a visitantes y les
misma vida, y el procedimiento no era el de una reunión
haremos felices; mientras que, si no estamos satisfechos
de negocios con secretario, orden del día, votos y mi-
con nuestra vida en grupo, haremos inconscientemente
nutas, sino el arte y la práctica de abrirse juntos al Es-
que nuestros huéspedes se sientan incómodos y los evi-
píritu, del discernimiento en grupo, de la oración co-
taremos, y ellos pronto acusarán recibo del mensaje tá-
mún y concreta como luz y guía. Esa dirección del Es-
cito. Un joven hindú me dijo una vez que quería ha-
píritu es lo que daba unidad a sus impulsos, confianza
cerse jesuíta sin pasar, desde luego, por la formalidad
a sus corazones y, en consecuencia, éxito a sus esfuer-
del bautismo, atraído por la alegría sincera que había
zos. La decadencia del pueblo judío en la época ante-
visto en un grupo de jesuítas que conocía a fondo. El
rior a Cristo se había atribuido precisamente a «la des-
mejor cumplido a una comunidad religiosa. «La alegría
aparición de la profecía en Israel» (1 Mac 9, 27), de
en el Señor es nuestra fortaleza» (Neh 8, 10).
personajes a tono con la historia y con el Espíritu que
El segundo rasgo característico de los primeros gru- hablaran en nombre de Dios, enseñaran el camino, em-
pos de cristianos era la manera que tenían de saber y pujaran a la acción, ercendieran en el pueblo la fe viva
136 VIVIENDO JUNTOS
HECHOS 137
y aseguraran el desarrollo y crecimiento del grupo en- que dio a los primeros cristianos valor, elocuencia, for-
tero. El Pueblo de Dios no puede vivir y prosperar sin taleza, atrevimiento, aguante, entusiasmo, fervor, y con-
la guía constante del Espíritu. virtió su pequeño grupo en una célula llena de vida, de
Usando la terminología paulina, puedo describir celo, de urgencia por llevar la buena nueva al mundo
nuestra situación actual diciendo que hoy tenemos mu- entero. El poder de dar testimonio, de hacer frente a la
cho 'apostolado' y poca 'profecía', mucha actividad y persecución, de desafiar el peligro y exponerse a la
poca reflexión, demasiado trabajar y demasiado poco muerte, de aparecer ante multitudes hostiles y jueces
pensar; y, aun en lo que pensamos, hay demasiado de adversos, de resistir, de inspirar, de convencer, de amar.
consideración puramente humana y demasiado poco de El poder de actuar juntos como cristianos.
sabiduría divina. El resumen práctico de muchas de
Hay una palabra griega que se repite, como motivo
nuestras consultas y decisiones es: si tenemos el dinero
para hacerlo, lo hacemos. Nuestras reuniones de comu- musical de una sinfonía, a lo largo de las cartas de San
nidad pueden tener mucho de eficaz gestión empresa- Pablo y de los Hechos de los Apóstoles (cuyo autor, Lu-
rial, con su escrutinio de votos y su toma de decisiones, cas —compañero y secretario de Pablo—, indudable-
y muy poco de búsqueda inspirada, de iniciativa creado- mente tomó de éste la expresión, que encarnaba, tanto
ra, de oración abierta, de profecía. El jesuita ha de ser no por su sentido como por su forma lingüística, el espíritu
sólo 'contemplativo en la acción' sino 'contemplativo y la vida-del propio Pablo). La palabra es parrhesía.
para la acción', es decir, que obtenga las directrices de Son dos palabras en una: 'hablar todo', hablar claro;
la acción a la luz de la contemplación. Ver para actuar. libertad de expresión, capacidad de presentarse ante
Escuchar antes de hablar. Abrirse al Espíritu antes de cualquiera y decir con firmeza y decisión todo lo que se
acercarse a los hombres. Y eso no sólo como persona quiere decir, sin miedo a las consecuencias; audacia,
privada, sino como miembro del grupo activo apostóli- valentía. Todo eso quiere decir, y mucho más. Es la
co que siente la necesidad y el gozo de recibir de Dios virtud del apóstol, del evangelizador, del testigo, del
sus caminos y la fuerza para recorrerlos. profeta, del hombre. Y por ello es la virtud del grupo
que se sabe lleno de vida y de alegría y quiere comuni-
Esta fidelidad al Espíritu se entronca en aquella de-
car su experiencia y su plenitud a un mundo en crisis,
licadeza de alma que es base de la vida social y el des-
como era el que encontraron los primeros cristianos...
arrollo espiritual de la persona. Escucharse a sí mismo,
escuchar al hombre, escuchar a Dios. Obediencia, discer- y como es el nuestro. Ese fue el tema y el objeto de la
nimiento, sensibilidad. Instinto, carisma, profecía. Cir- primera solemne oración en común que tuvo el grupo
cunstancias, inclinaciones, voluntad de Dios. Atento a cristiano de Jerusalén cuando comenzó a vivir. Pedro y
todo y obediente a Dios en todo. Esa es la vida en el Juan habían hablado 'con valentía' (ésa es la palabra:
Espíritu, ése es el aliento del grupo, eso es profecía. Hch 4, 13) ante el Sanedrín, con sus jefes, ancianos y
Y junto con la profecía y la alegría, el poder. El escribas, en presencia del Sumo Sacerdote Anas, Caifas,
poder de verdad. Puro y profundo. Poder del Espíritu, Jonatán, Alejandro y cuantos eran de la estirpe de su-
mos sacerdotes (4, 6). Disgustados por el nombre de
138 VIVIENDO JUNTOS HECHOS 139
Jesús que Pedro y Juan proclamaban, e impresionados una sola frase la palabra que resumía su vida. Y, cosa
por la 'valentía' con que lo hacían, les dejaron marchar, curiosa y profunda, en Pablo esa 'valentía' de presen-
prohibiéndoles que volvieran a pronunciar ese nombre tarse ante los hombres tomaba su base y su raíz d é l a
en público y amenazándolos si lo hacían. Pedro y Juan 'valentía' de presentarse ante Dios. La misma palabra
fueron derechos a su gente, se reunieron en confiden- expresa para él la obra esencial de Jesús (que consiste en
cia y oración, reunión modelo de toda reunión de cris- ganarnos «acceso al Padre» en confianza y libertad y
tianos, «elevaron su voz a Dios» después de hablar darnos la facultad de poder hablarle directamente como
de la situación entre ellos, citaron salmos que les en- no se atrevían a hacer los hebreos en el desierto), a
troncaban en la tradición del Pueblo de Dios y les pres- tener 'libertad de expresión' para con Dios, en la cual
taban palabras y sentimientos con que unirse y presen- se basa y radica con profundidad teológica y valor de
tarse en familia ante el Señor «que hizo el cielo y la fe la libertad de expresión ante los hombres.
tierra y el mar y todo lo que hay en ellos», y pidieron Pablo reza a «Cristo Jesús, Señor nuestro, quien,
unidos una gracia, una sola, clara y definida, concreta mediante la fe en él, nos da valor para llegarnos a Dios
y universal, que resumía su urgencia y entrañaba su vi- con valentía» (Ef 3, 12), Sé que versiones modernas
da: «Y ahora, Señor, ten en cuenta sus amenazas y suavizan el texto y prefieren decir 'confiadamente' en
concede a tus siervos que puedan predicar tu Palabra vez de 'con valentía', pero en el original griego la pa-
con toda valentía» (4, 29). labra es la misma, porque el concepto es el mismo o,
Esa es la palabra. Esa es la gracia. Esa es la vida mejor dicho, depende uno de otro. Al presentarme ante
del grupo cristiano que quiere serlo en plena concien- Dios con la libertad de hijo, obtengo la libertad de pre-
cia de su responsabilidad y su misión. Y Dios respon- sentarme ante el mundo sin miedo ni temor. V.n esa pa-
de. «Acabada su oración, retembló el lugar donde esta- labra se cifra toda nuestra vida. Y de ella nos hacemos
ban reunidos, y todos quedaron llenos del Espíritu San- eco todos los días en nuestro mejor momento, juntos
to y predicaban la Palabra de Dios con valentía» (4, 31). ante el altar, cuando pronunciamos unidos la oración
Esa petición cristiana fundamental estaba siempre pre- que Jesús nos enseñó y, con voz alta y clara, «nos atre-
sente en su corazón y en sus oraciones, tanto en grupo vemos a decir: Padre Nuestro...» Esc 'nos atrevemos'
como en soledad. Pablo pedía el mismo favor, y quería de nuestras lenguas de hoy n o es otra cosa que la tra-
que lo pidiesen para él sus amigos de Efeso: «Siempre ducción, a través de tamices latinos y vernáculos, de la
en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Es- expresión griega que ya nos es familiar: 'tenemos la
píritu, velando juntos con perseverancia e intercedien- valentía de'. El sentido de la palabra se realzaba en la
do por todos los santos, y también por mí, para que anterior liturgia, porque ése era el momento solemne
me sea dada la Palabra al abrir mi boca y pueda dar a y significativo en que los fieles asistentes a la Eucaris-
conocer con valentía el Misterio del Evangelio, del cual tía, que habían permanecido Je rodillas y en silencio
soy embajador entre cadenas, y pueda hablar de él va- durante todo el canon, se levantaban a una como hijos
lientemente como conviene» (Ef 6, 19). Dos veces en ante el Padre después de ser siervos ante Dios y, con
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HECHOS 141
voz firme y unida, recitaban la oración común para la Había habido un choque, se multiplicaban las quejas,
venida del Reino. se acusaban unos a otros, mujeres a quienes la viudez
Valentía de orar, valentía de aparecer ante Dios en había hecho desamparadas y suspicaces luchaban por el
pie y en voz alta y valentía, en consecuencia, de apare- subsidio diario, los helenistas atacaban a los hebreos, y
cer ante el mundo entero con el mensaje del evangelio los Doce se encontraban atrapados en medio de aquella
recibido de Dios y vivido en el grupo. Los Hechos de fea disputa financiera. Resolvieron la situación nom-
los Apóstoles, crónica y molde de cristianos que quie- brando 'diáconos' que se encargaran de la administra-
ren vivir juntos su vocación y su misión, acaban en la ción, quedando ellos así libres para el trabajo pastoral
última línea de su último capítulo con la palabra que de la oración y la palabra. Y aquí hay algo muy inte-
ha estado presente en todo su texto; «Pablo predicaba resante y que arroja mucha luz sobre la vida y la di-
el Reino de Dios y enseñaba lo referente al Señor Je- námica de la Iglesia primitiva, y es que los tales diá-
sucristo con toda valentía» (Hch 28, 31). En esa pa- conos, por lo que sabemos de Esteban y Felipe, a pesar
labra se resume todo el libro, y en el libro se resume la de haber sido destinados a la administración, la dejaron
vida de todo grupo reunido en nombre del Señor Je- bien pronto y se pasaron al trabajo apostólico directo,
sús. El poder de Dios se hace realidad cuando los hom- sin que sepamos qué les pasó a las viudas desampara-
bres aprenden a vivir en su nombre. das; y así los vemos predicando y bautizando y dando
El poder, sin embargo, trae siempre dificultades y testimonio desde Jerusalén a Cesárea. La tendencia cla-
origina conflictos, y así lo hizo también entre los pri- ra y definitiva entre los líderes cristianos era entonces
meros cristianos, para que no nos asombremos o acobar- el desentenderse de la administración y entregarse al
demos cuando lo haga entre nosotros. Roces, quejas, trabajo pastoral; dejaban espontáneamente los puestos
necesidad de dirimir querellas, y la tensión, en quien es de poder para dedicarse totalmente al servicio espiri-
al mismo tiempo autoridad y evangelista, entre su obli- tual de su grey. Su poder espiritual venía precisamente
gación de gobernar y su celo por evangelizar. Incluso de haber dejado el poder material.
los primeros apóstoles, los Doce, que se sabían consa- Pedro se había encontrado con esa experiencia cuan-
grados a la oración y la palabra (6, 4), se encontraron do un mendigo tullido le pidió limosna delante de la
en la incómoda situación de tener que perder el tiempo Puerta Hermosa del templo y él no llevaba dinero. Si
en la rutina de la administración diaria y, lo que era Pedro hubiera tenido dinero en el bolsillo, le habría
peor, de tener que malgastar su autoridad y su paciencia dado algo a aquel hombre y todo el episodio se habría
en líos de dinero. La expresión griega en ese pasaje, reducido a un acto de dar limosna que habría sido me-
que muchas versiones traducen «servir a la mesa», debe ritorio en sí, pero que no habría merecido mención
más bien traducirse por «llevar cuentas», ya que la especial en los anales de la comunidad cristiana. Pero
mesa en cuestión era término empleado para hablar de Pedro no tenía oro ni plata, ao tenía dinero en el bol-
cuentas, como en la mesa del prestamista o del recau- sillo y, k al no tener el podei material que encarna el
dador de contribuciones: más bien 'caja' que 'mesa'. dinero, pudo y tuvo que recurrir a ese otro poder que
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Dios miró la creación al final de cada día, con compla- Israel existe para que haya salmos. Su arma es el alelu-
cencia y amor, y ver y decir en su compañía, con candor ya. Su confianza es su liturgia. Su derecho a existir es
genesíaco, que todo ello es en verdad bueno y bello. La su sacrificio de alabanza.
alabanza cura las heridas del pecado en la creación. Tras esa concepción, que a nosotros nos parece in-
Los israelitas tenían una manera especial de conven- genua, se esconde una verdad importante y profunda
cer a Dios y conseguir de él la garantía de su seguridad, en la vida del grupo. La alabanza del Señor es la cédu-
su existencia, su supervivencia como pueblo. Empeza- la de nuestra existencia. La manera de entrar en la his-
ban por tener una idea bien pobre de la vida después toria de la salvación, de participar en la alianza salvífi-
de la muerte, ya que, según ellos, un hombre después ca, de ser pueblo de Dios, es aprender a cantar en gru-
de morir no era más que una sombra en el Sheol y no po las alabanzas de Dios. Alabanza que es canto en el
tenía existencia digna de tal nombre, ni podía siquiera coro y apostolado en la ciudad. Es hacer que los hombres
alabar a Dios. «La alabanza no puede venir de un muer- conozcan, respeten y amen a Dios. Hacer que lo alaben
to, ya que ya no existe; sólo un hombre vivo y sano con nosotros. La unidad de nuestro grupo está en fun-
puede alabar a Dios» (Sir 17, 28). Los salmos se apro- ción de nuestro apostolado. Nuestra vida depende de
vechan de esa idea y razonan así eficazmente con Dios nuestro presente ante Dios. La fuerza, la salud y el
cuando amenaza el peligro: «¿Qué ganarás tú con que desarrollo de nuestro garpo dependen de nuestro poder
yo muera? ¿De qué te servirá mi tumba? ¿Acaso pue- de alabanza en plegaria y en servicio. Dios no permiti-
den alabarte los muertos? ¿Pueden ellos proclamar tu rá que se cierren los labios de los que lo alaban y hacen
bondad inefable?» (Sal 30, 9). El argumento es direc- que otros lo alaben.
to: si yo muero, tú te pierdes mis alabanzas; tú eres El ejercicio de alabar a Dios es ejercicio de virtudes
quien sales perdiendo. Si el hombre es creado para ala- que moldea y enriquece a quienes participan en él. La
bar a Dios, el cumplimiento de su deber es la garantía alabanza nace de la fe, se ejercita en la paciencia, engen-
de su existencia. dra la alegría. Y con eso confiere la energía y fortaleza
La alabanza salvó incluso la existencia de Israel que ganan las batallas del pueblo de Dios. Cuando Is-
como pueblo. Asuero había decretado el genocidio y, si rael se enfrentó a los rnoabitas, los ammonitas y las tri-
su orden se ejecutaba, el pueblo de Israel dejaría de bus del monte Seir en Jasasón-Tamar, Josafat formó a
existir. Ester y Mardoqueo rezaron ante Dios, y en su los cantores a la cabeza del ejército, y el sonido de las
situación desesperada recurrieron a la oración última alabanzas de Yahvé hizo huir a sus enemigos (2 Cro
que sabían podía salvarlos: «No cierres los labios de 20). Las trompetas que hicieron que se derrumbaran las
los que te alaban» (Es 4, 17). Si Israel perece, Dios murallas de Jericó eran las trompetas usadas en la li-
pierde al pueblo que le canta alabanzas. Dios reacciona. turgia para alabar al Señor (Sal 150, 3), y fueron los
Israel se salva. Los que perecen son sus enemigos. La sacerdotes quienes las tocaron (Jos 6). La alabanza gana
existencia del pueblo de Dios está asegurada precisa- victorias. Y las gana porque une al pueblo que en ella
mente porque es pueblo de Dios, pueblo de alabanza. participa. La alabanza se hace posible cuando todo el
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UN PUEBLO DE ALABANZA 147
pueblo se une y canta con una voz y un alma. Por eso
Pablo pedía esa gracia para sus iglesias: «Que el Dios aquí conmigo. Todavía no ha entrado de lleno en los
de la paciencia y del consuelo os conceda tener los unos ejercicios, y yo sé que los necesita de veras. Estoy se-
para con los otros los mismos sentimientos, según Cris- guro de que Dios oirá mi oración.» Pero ¿es que eso
to Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al es oración? ¿Cómo sabes que no ha entrado de cora-
Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo»" (Rom 15, 6). zón en los ejercicios? ¿Y quién eres tú para juzgar a
La mejor manera de alabar a Dios en el grupo es tu hermano? ¿Qué va a hacer el buen Dios con esa
alabarlo sincera y amorosamente en los miembros del condena sin apelación que le has entregado? La mejor
grupo. El aprecio, la felicitación, el encomio. La crítica manera de rezar por otro sin juzgarlo es alabar al Señor
divide, y la alabanza sentida une. Alabar al Señor en mi y darle gracias por él. Alabar al Señor en sus criaturas.
hermano. Eso me une al Señor y me une a mi hermano. Alabar al pintor en sus cuadros. Alabar al Padre en sus
Es importante para la vida del grupo que aprendamos hijos. Señor, yo te alabo y te doy gracias por mi her-
a rezar upos por otros con mutua solicitud, ayuda y ca- mano tal como es, por mí mismo tal como soy, y por
riño., En la obra que mencioné al comenzar este libro, ti tal como tú eterna y misteriosamente eres. Aceptar,
Bonhoeffer dice: «O la comunidad cristiana vive y se reconocer, alabar, dar gracias. Esa es oración pura que
sostiene de la intercesión de sus miembros unos por acerca, hace contacto, cura y sana. Las alabanzas del
otros, o se derrumba.» Y yo encuentro que la mejor in- Señor unen a su pueblo.
tercesión es la alabanza. Pedir gracias concretas para Durante un largo período en mi vida de comunidad
los demás, por justo y bien intencionado que sea, se me encontré distanciado de uno de mis compañeros por
presta peligrosamente a que yo me ponga a juzgarlos los prejuicios, la incomprensión y el alejamiento progre-
y a tratar de gobernar sus vidas con mi oración. Me sivo. Un día, cuando se trataba de nombrar nuevo rec-
enseña la experiencia que, cuando empiezo a rezar por tor y el provincial nos iba consultando previamente uno
alguien en concreto, con nombre y apellido, no pasa a uno para contrastar opiniones y explorar convergen-
mucho rato sin que directa o indirectamente me ponga cias, me llamó el provincial, me preguntó sobre mis pre-
a juzgarlo en mi mente, que es lo último que debería ferencias para un nuevo rector y luego, ante mi asom-
hacer cuando estoy rezando por él. La oración se hace bro y mi incredulidad, me dijo en confidencia que al-
juicio, y la petición condena. Señor, concédele a mi her- guien había propuesto mi nombre para rector; y ese
mano esta gracia... que yo sé muy bien que la necesita alguien era precisamente aquel compañero de quien yo
de veras y le ha de hacer mucho bien. ¡Vaya oración! me encontraba distanciado, el cual había añadido a su
¿Estoy rezando por mi hermano o lo estoy juzgando? propuesta recomendaciones y alabanzas concretas de mi
¿Es mi oración intercesión o sentencia? Un jesuíta fer- persona. Se me cayó el velo de los ojos. No me lo hu-
voroso viene y me dice en unos ejercicios que estoy di- biera imaginado. Yo creía que el recelo era mutuo, que
rigiendo: «Estoy rezando mucho estos días por fulano, la frialdad era por ambos lados, que la desavenencia era
que es un buen amigo mío y está haciendo los ejercicios radical.-Y no lo era. El me apreciaba. El quería inclu-
so que yo fuera rector suyo. Se lo había dicho al pro-
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