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Todos quedaron en silencio ante las palabras dichas por Mikey. Por un momento
pensaron que habían oído mal, es decir su jefe claramente estaba a punto de darle
una paliza a ese impertinente beta pero de la nada dijo el nombre de su dulce
favorito y luego preguntó que si ese muchacho ¿era un omega? ¡¿qué diablos
estaba pasando?! Por su parte, el único de la Toman que ya sabía que Takemichi
era omega (Pah-chin) dormía cómodo en el sofá del sector VIP.

—Y-yo… —Takemichi no sabía qué decir, todo pasó tan de repente sin darle tiempo
a procesarlo.

El alfa frunció el ceño al ver las lágrimas formándose en los ojos azules del
pelinegro ¿por qué ese chico tenía que ser tan llorón? Mikey suspiró fastidiado
antes de proceder a agarrar al otro por el cuello de su camisa y acercarlo aún más
hacia él, para así poder acercar su nariz al cuello ajeno. Takemichi ni siquiera
intentó resistirse pues se sentía increíblemente presionado por el aura dominante
que el alfa exudaba de forma natural. Mikey no se molestó en prestar atención al
temblor del cuerpo que sostenía y se concentró mejor en inhalar profundamente el
aroma que desprendía la glándula de olor del chico; entonces las pupilas
naturalmente dilatadas del rubio se dilataron aún más e inconstantemente se
relamió los labios. No obstante, el control de Mikey sobre sus instintos primitivos era
altísimo por lo cual enseguida reprimió a su alfa interior, el cual gruñó conforme
porque finalmente encontró un olor que le satisfacía.

—Tú... Realmente eres un omega. —el alfa soltó a Takemichi, quien se tambaleó y
retrocedió tres pasos. El pelinegro tapó su cuello con ambas manos e hizo lo
imposible por suprimir a su omega interior, el cual quería gemir asustado e inclinar
el cuello con sumisión. —¿Cómo puedes pretender ser beta escondiendo tan bien tu
olor?

—E-eso es debido a una condición que padezco.

—No te creo, nunca oí hablar de una enfermedad así de rara. Así que dime la
verdad. —el omega quiso llorar ¿qué "verdad" quería que le dijera? No estaba
mintiendo.

—Y-yo… Por favor, se-señor déjenos ir. Lo que le dije es la verdad. —tartamudeó
retrocediendo aún más, hacia el círculo en el que sus amigos protegían a Hinata.

—Joder ¡oye, Sanzu! —ni bien Mikey terminó de gritar aquel nombre, un tipo
delgado con cabello de color rosa llamativo hizo acto de presencia, caminó
obedientemente al lado del alfa y todos se hicieron a un lado para dejarlo pasar.
Para ese momento, todos en el gran bar-discoteca ya se habían ido o sino se
habían amontonado en el otro extremo del lugar porque no querían tener nada que
ver con ese encuentro peligroso. Takemichi por su parte tragó saliva al ver a esa
nueva persona que se acercaba hacia donde ellos se encontraban. Al tenerlo más
cerca el omega notó que vestía un elegante traje violeta que se ceñía a su delgada
figura, calzaba zapatos negros lustrosos con plataformas y una hebilla de oro como
decoracion que tenía el símbolo de la Toman. Y en cuanto su cara… Dios el omega
se sintió feo al mirarlo, ese sujeto tenía un rostro hermoso con unos llamativos ojos
azul turquesa enmarcados por largas pestañas claras y quizás lo único que opacaba
su belleza eran dos cicatrices notables que tenía a los costados de su boca.

—¿Sí, mi rey? —dijo con gentileza el pelirosa sin prestarles la menor atención a
Takemichi y a sus amigos.

—¿Cuántas veces debo decirte que no me digas así en público? Es vergonzoso. —


espetó Mikey poniendo sus ojos en blanco. —En fin, ya que tú eres experto en
drogas quería preguntarte algo ¿puede alguna droga camuflar tanto el olor de un
omega hasta el punto de hacerlo parecer beta?

Solo cuando el rubio hizo esa pregunta, Sanzu finalmente prestó atención a
Takemichi aunque solo debías ver su expresión para notar que lo veía sólo porque
su jefe se lo pidió. El pelirosa se acercó un poco al omega y lo analizó de abajo
hacia arriba. El pelinegro rogó en su mente que ese tipo raro no se acercara a su
cuello, ese día su glándula de olor sufrió el acoso de dos alfas y no quería que ese
beta se sume también a la lista. Para su fortuna, Sanzu simplemente lo inspeccionó
con su mirada y luego de hacerlo giró su cabeza hacia Mikey ignorando una vez
más la presencia de Takemichi.

—No está usando ninguna droga para camuflar su olor. —le aseguró y Mikey frunció
el ceño confundido. —Si bien existen en el mercado drogas para camuflar el olor de
alfas y omegas, no pueden hacer que la esencia desaparezca hasta ese punto. —
después de decir eso, los ojos turquesas del beta una vez se centraron en el
pelinegro. —Mi suposición es que ese omega sufre de alguna condición la cual
provoca que su olor sea tan tenue, a tal punto de que solamente podría ser sentido
por los alfas si estos se acercaran mucho a su glándula de olor. Los betas como yo
ni siquiera podríamos olerlo aunque estuviéramos a centímetros de distancia de su
glándula.

—Oh… —el alfa vio con ojos curiosos a Takemichi pero enseguida suspiró
decepcionado. —Pensé que estaba usando alguna droga o algo así para camuflar
su olor tan bien; de ser así le hubiéramos quitado la receta a la fuerza, lo habríamos
silenciado, luego la hubiéramos patentado nosotros mismos y nos hubiéramos
ganado unos cuantos millones más. Qué lástima. —el pelinegro tembló al oír la cruel
idea que ese alfa y agradeció al cielo que su falta de olor se deba a una condición
de nacimiento y no a una maldita droga.
—Po-por favor señor… —dijo Takemichi nuevamente, luego de que el tema de su
escasez de olor se hubiese aclarado. —Déjenos ir.

—Ni hablar. Primero golpearé a esa estúpida omega por haber hecho llorar a mi
hermana e insultar a mi cuñado. —justo cuando el omega se iba a largar a llorar de
verdad, una voz de mujer se hizo escuchar.

—Mikey, ya es suficiente. —el alfa giró su rostro hacia atrás y Takemichi se


sorprendió al ver a Emma soltar el brazo de Draken para acercarse hacia donde
ellos se encontraban. El sonido de sus tacones retumbó igual que el corazón del
omega ¿acaso la beta se apiadó de ellos y pretendía salvarlos?

—Emma, esa perra nos llamó “criminales despreciables” frente a nuestras narices,
no pienso dejarlo pasar así porque sí. Esto se trata de orgullo. —sentenció el alfa y
Takemichi apretó los dientes nervioso ¿por qué ese tipo tenía que ser tan
rencoroso?

—Mikey ¿podrías dejarlo pasar solo por esta vez como un regalo por mi
compromiso? —ni bien la rubia hizo esa petición con una sonrisa adornando su
rostro, el alfa apretó sus puños e incluso tembló debido a la impotencia que sentía.
El pelinegro quiso suspirar de puro alivio, al parecer a ese tipo le costaba decirle
que no a su hermana.

—Joder. Bien, pero esta será la primera y última vez. —advirtió con el ceño fruncido,
volviendo a meter sus manos en los bolsillos de su pantalón chándal color gris. Miró
una vez más al grupo pero su ojos negros no se centraron en Hinata sino en
Takemichi, quien tembló en su sitio hasta que el alfa apartó su intensa mirada de su
cuerpo. Mikey se dio la vuelta sin decir más y se dirigió hacia donde se hallaban los
miembros de la Toman, Sanzu lo siguió en silencio y la única que quedó allí frente al
grupo de amigos fue Emma.

—Hinata, hablemos. —dijo la rubia mirando seriamente a la castaña. Ya no era


“Hina-chan” sino Hinata. Claramente la beta no estaba feliz por las palabras dichas
por la omega.

La castaña salió lentamente del círculo que Akkun, Makoto, Yamagishi y Takuya
armaron para protegerla. Caminó unos pasos hasta pararse al lado de Takemichi y
miró con tristeza los preciosos ojos color miel de Emma. Le partió el corazón ver al
amor de su vida viéndola con enojo por primera vez en su vida e hizo uso de toda su
fuerza de voluntad para no fulminar nuevamente con su mirada a ese tipo alto que
estaba al fondo, ese alfa llamado Draken que cambió por completo a la dulce Emma
de sus recuerdos.

—Emma-chan, yo no… —sin embargo, la rubia levantó una mano para callar a la
omega, sus ojos color miel seguían siendo fieros.
—No me importaría tanto si me faltaras el respeto a mí debido al despecho que
sientes, Hinata. —empezó a decir acercándose hasta quedar justo en frente de la
castaña. —Entiendo que mi rechazo te doliera pero eso no te da derecho a faltarles
el respeto a mi familia.

—¡Emma, yo no sabía que ese alfa era tu hermano! —exclamó Hinata desesperada,
sabía que nunca iba a ser correspondida por Emma pero al menos no quería ser
odiada.

—Pues ahora lo sabes, Mikey es mi hermano y Draken es mi prometido, ellos son


mi familia. Y esa gente a la que llamaste criminales despreciables, son mis amigos
de la Toman. —aunque la expresión de Emma normalmente era cálida, en esos
momentos estaba más helada que nunca. —He intercedido por ti en esta ocasión
por todos nuestros años de amistad, pero esta será la última vez.

Takemichi al escuchar eso suspiró aliviado porque tanto él como todos sus amigos
se salvaron ese día. Hinata sin embargo estaba llorando, durante el tiempo que se
separaron la rubia realmente había cambiado demasiado y casi no podía vislumbrar
a la dulce chica de la cual se enamoró en sus días en aquel orfanato. Entonces
Emma volvió a hablar una vez más.

—Si no puedes aceptar mi realidad actual, entonces lo mejor será cortar de raíz
nuestra amistad aquí y ahora. Haremos como si nunca nos hubiésemos conocido,
es decir que aunque nos veamos por causalidad no nos saludaremos ni
abrazaremos como hoy lo hicimos ¿de acuerdo? yo viviré mi vida y tú la tuya.

Ni bien terminó de decir aquello, de repente una lágrima traicionera rodó por la
mejilla de Emma, obviamente le dolía separarse definitivamente de su gran amiga.
Cuando la rechazó hace dos años, se distanciaron por completo pero Emma lo
aceptó porque pensó que Hinata necesitaba tiempo para sanar su corazón, sin
embargo ese día le demostró que al parecer no estaba dispuesta a sanar ni aceptar
nunca su relación con Draken. Y de ser así, lo mejor era distanciarse por completo
porque aunque Emma la quería mucho y le deseaba lo mejor, lo que más amaba en
su vida eran su hermano Mikey y ese alfa trenzado que conquistó su corazón. Si
Hinata simplemente los consideraba “criminales despreciables” y los aborrecía
tanto, entonces no la quería cerca de ella. Una triste sonrisa surcó su rostro
mientras recordaba los buenos momentos vividos junto con Hinata y entonces habló
una vez más.

—Hina-chan, te deseo lo mejor. Por favor, vive una vida feliz pero alejada de mí y de
mi gente. Este es el adiós. —dijo la rubia mientras un par de lágrimas cayeron de
sus ojos color miel y le dedicó a la omega una cálida sonrisa de despedida, después
de eso se dio la vuelta para retirarse de allí. La castaña empezó a llorar a todo
pulmón al oír a Emma llamarla por su apodo una última vez mientras la veía
alejándose, meciendo su vestido rojo al compás de sus pasos, directamente hacia
donde se encontraban los miembros de la Toman.
—Hina-chan, por favor no llores. —Takemichi abrazó a la castaña por los hombros,
tratando de consolarla de alguna manera pero la omega ignoró sus intentos de
calmarla y lloró con más ímpetu.

Los amigos betas de ambos omegas por su parte suspiraban aliviados, acababan
de salvarse de ser golpeados o asesinados por ofender a la Toman, realmente eran
afortunados. Emma regresó a los brazos de Draken, quien chasqueó la lengua
molesto más decidió respetar la decisión de su prometida y ambos volvieron al
sector VIP del bar. Todos los demás miembros de la Toman siguieron a la pareja
encogiéndose de hombros aburridos ya que ellos querían ver sangre correr pero al
final todo se terminó solucionando de forma pacífica, el único feliz ahí era el pacifista
de Mitsuya. Mientras tanto Pah-chin seguía durmiendo en el sofá del sector VIP con
sus subordinados sin enterarse de nada, al parecer bebieron demasiado alcohol.

El único que se quedó allí parado unos minutos más fue ese alfa inusualmente bajito
y con chanclas, miró fijamente a la pareja de omegas abrazándose e incluso le dio
gracia cómo el pelinegro intentaba consolar a la castaña mientras a la vez hacía
todo lo posible por no largarse a llorar él también. Sanzu iba a seguir al resto pero
se detuvo al ver que su “rey” como él usualmente llamaba a Mikey no dejaba de ver
a los omegas, los ojos turquesas del beta siguieron la mirada de su jefe y se dio
cuenta de que específicamente estaba mirando a ese omega inusual de poco olor.
Frunció el ceño preguntándose por qué su rey estaría interesado en un tipejo sin
chiste como ese pelinegro.

—Sanzu ¿es normal que dos omegas sean pareja?

—No se podría llamar a eso un caso “normal”, mi rey. —respondió el beta


educadamente mientras ladeaba la cabeza, pensativo. —Pero tampoco puedo decir
que es imposible, se han visto casos de omegas siendo pareja pero son una
minoría.

—Bueno, supongo que la mierda se junta con la mierda. Estúpidos omegas. —


espetó el alfa con el ceño fruncido; todavía sin entender exactamente el porqué le
molestaba tanto ver a ese llorón hacerse el fuerte para intentar consolar a la perra
que los insultó.

—Sí, mi rey. No vale la pena que siga gastando su valioso tiempo en esas pestes.
—respondió el beta con una sonrisa torcida adornando su rostro. Mikey bufó
molesto, atribuyendo su malestar al rechazo general que sentía por los omegas.
Tanto el rubio como el pelirosa se dieron la vuelta sin decir más y se dirigieron
directamente hacia el sector VIP del bar-discoteca.

La aversión que Mikey sentía por los omegas era bien conocida dentro y también
fuera de la Toman. De hecho, uno de los requisitos fundamentales para convertirte
en miembro oficial de la Tokyo Manji era no ser omega, podrías ser beta o alfa pero
nunca omega. La única persona por la cual Mikey hizo una excepción a su
inquebrantable regla fue por Chifuyu, ya que el mismo Baji e incluso Kazutora
intercedieron por él y además el omega demostró su increíble destreza física, algo
muy raro en los de su categoría pues se sabe que los omegas en general son
físicamente más débiles que los alfas y los betas. El mismo Mikey luchó contra
Chifuyu el día que fue a su encuentro acompañado de Baji y Kazutora, el alfa le dio
una tremenda golpiza pero Chifuyu no solo no se quejó en ningún momento ni dejó
escapar una lágrima de dolor sino que pudo devolverle unos cuantos golpes a Mikey
y sobrevivió a la fuerza del gran jefe de la Tokyo Manji, ese día el alfa lo reconoció a
regañadientes como miembro oficial de su organización pero nunca más volvió a
aceptar a otro omega y los que insistieron en unirse, pasaron por la misma prueba
que Chifuyu pero a diferencia de él, esos omegas no vivieron para contarlo. Desde
ese momento, ningún otro omega siquiera se acercó para preguntar cómo unirse a
la Toman, por miedo a ser asesinados durante la “prueba de Mikey”.

El rechazo del alfa hacia los omegas eran de conocimiento común pero nadie o
mejor dicho muy pocos realmente sabían el porqué. Quizás solo Emma y Draken lo
sabían e incluso la pareja creía que, aunque el rubio sí tenía sus razones, las
mismas no eran lo suficientemente consistentes como para justificar que no
permitiera que ningún omega (salvo Chifuyu) pudiera ser miembro de la Toman. Por
supuesto, Mikey no tenía problema en que los betas y alfas de la Tokyo Manji
tuvieran noviazgos o se casaran con omegas siempre y cuando sus parejas no se
crean con el derecho de entrometerse en los asuntos de la organización.

En conclusión, aunque Emma y Draken creían que era exagerado, no se atrevieron


a decírselo directamente a Mikey porque sabían que no iba a reaccionar bien a eso,
además ellos como su familia entendían la personalidad extremista de su
hermano/cuñado. Si bien Mikey era un alfa fuerte, seguro, carismático y una de las
principales razones por la cual la Tokyo Manji se haya convertido en lo que es hoy
en día, también eran conscientes de los defectos del rubio; como su personalidad
volátil y sus decisiones extremistas.

La verdad era que si Mikey decidiera hacer algo, prácticamente nada ni nadie lo
haría cambiar de opinión, quizás nadie más que su hermana podría hacerle
retractarse de sus palabras y solo en determinadas circunstancias. Además, era
extremista es decir que odiaba con pasión o amaba con pasión, no tenía puntos
intermedios. Aunque Mikey era todo sonrisas con su gente cercana, también era un
líder que comandaba la Toman con mano de hierro y jamás mostraba debilidad ante
nadie que no sean Draken o Emma. El alfa se consideraba a sí mismo un
gobernante y además tenía la suerte de estar rodeado de personas llenas de lealtad
hacia él, quizás la más leal al punto de ser algo enfermizo era Sanzu quien lo
adoraba tanto que si Mikey le ordenara que se disparara, el pelirosa se mataría sin
dudarlo dos veces por él; ese hecho sólo alimentó aún más el ego del rubio.

Así que siendo conscientes de todo eso, sabiendo que digan lo que digan Mikey no
cambiaría de opinión, tanto a Emma como a Draken no les quedó de otra más que
suspirar resignados y aceptar la decisión extremista del alfa. Quizás en el fondo
desearon que algún día Mikey se enamorara de un omega que lo hiciera cambiar de
opinión pero luego de pensarlo mejor, hicieron a un lado ese deseo egoísta porque
sabían que antes de que eso ocurriera (si es que llegaba a ocurrir) Mikey haría sufrir
mucho a ese pobre omega por todos sus traumas.

—Mierda, vámonos corriendo de aquí. —dijo Makoto una vez que todos los yakuzas
de la Toman volvieron a la zona VIP.

—Al parecer esos tipos no son yakuzas cualquiera sino que son de la Toman. —dijo
también Yamagishi arreglándose los lentes con nerviosismo. —Tenemos suerte de
estar vivos, chicos.

—Joder, larguémonos antes de que esos gánsters cambien de opinión y vuelvan a


por nosotros. —sentenció Akkun, todos asintieron con la cabeza y se encaminaron
hacia la salida de aquel bar-discoteca. —Nunca más volveremos a pisar este lugar.
Es una promesa.

—Nunca más. —prometieron todos al unísono.

—Hina-chan, por favor vámonos de aquí. —Takemichi abrazó más fuerte a Hinata
por los hombros y ella asintió entre lágrimas. Ellos salieron a pasos acelerados de
ese lugar mientras eran inspeccionados por un montón de miradas curiosas que los
veían como si fueran bichos raros. Aunque todas las personas se alejaron del lugar
donde el grupo de amigos tuvo su encontronazo con la Toman, todos dieron por
hecho de que o terminaban magullados o muertos pero contra todo pronóstico
salieron intactos. Los dos omegas y los cuatro betas huyeron de ahí a las corridas.

Mientras eso ocurría…

—Oye, tú. —Mikey estaba sentado con la piernas un tanto abiertas sobre un
elegante sofá en la zona VIP de su bar-discoteca. El mesero al que llamó se acercó
a su jefe amablemente.

—¿Si, señor?

—Tráeme taiyaki. —cuando oyó tal petición, una gotita de sudor rodó por la frente
del sonriente mesero pues eso era un bar y por lo tanto no se servían esa clase de
dulces. Pero aún así en ningún momento dejó de sonreír y asintió.

—Por supuesto, enseguida se lo traigo. —ni modos, tendría que correr a alguna
tienda de conveniencia cercana y comprarlo, no quería enfrentar la ira de su
caprichoso jefe.

Mikey vio desde el segundo piso cómo el grupo de amigos huía de su bar, bufó
molesto al ver a ese pelinegro abrazando de forma protectora a esa estúpida
omega. Una vez más recordó el inusual olor a taiyaki que desprendía su glándula de
olor, le extrañó demasiado porque los omegas con los que tuvo la mala suerte de
toparse tenían esencias florales, frutales, o dulces pero muy empalagoso como el
azúcar. Sin embargo ese omega defectuoso olía diferente, su esencia era dulce
como las cosas que a Mikey le gustaba comer pero sin llegar a ser empalagoso
como los otros omegas. Olerlo realmente le dio hambre, así que por eso le pidió al
mesero que le trajera su postre favorito y entonces una vez que lo comiera
seguramente dejaría de pensar en aquel pelinegro. Mikey le gruñó a su alfa interior
que no paraba de mover su cola, feliz al recordar la fragancia de aquel omega.
Todos los presentes dejaron de beber alcohol y centraron su mirada en su jefe
cuando lo oyeron gruñir tan de repente.

—Hey ¿estás bien? —preguntó Draken.

—Sí, sólo necesito ir al baño. —espetó mientras se levantaba del enorme sofá y se
encaminaba al baño especial que tenía el sector VIP. —Maldita sea, ¿por qué
justamente un omega tiene esa clase de olor? ¿no podía ser mejor un beta? —
refunfuñó en voz muy bajita mientras caminaba al baño pero Draken, quien tenía
sus sentidos muy desarrollados (incluso más que los alfas ordinarios) lo escuchó y
frunció el ceño confundido mientras veía a su cuñado alejarse con las manos en los
bolsillos.

—¿Acaso a Mikey le gustó ese omega llorón? —se preguntó Draken a sí mismo en
voz baja. Emma, que estaba sentada muy pegada a él, lo escuchó.

—¿Qué dijiste? No te oí muy bien.

—No importa, no es nada.

Akkun, Makoto, Yamagishi y Takuya volvieron a sus casas en taxis distintos no sin
antes despedirse de sus amigos omegas. Todos estaban asustados pero
agradecidos de poder haber salido intactos de ese bar, después de todo era de la
Toman de la que estaban hablando. Por su parte Hinata y Takemichi fueron juntos
en un taxi hasta la casa-restaurante de la castaña. No dijeron nada durante todo el
camino y Hina siguió sollozando sin cesar, el pelinegro lo único que podía hacer era
darle palmaditas para tratar de consolarla. Una vez que el taxi los dejó justo en
frente de las puertas del restaurante, Takemichi se armó de valor mientras veía a
Hina lloriquear y colocó sus manos temblorosas sobre los hombros de la susodicha.

—¡Por favor Hina-chan! ¡Debes olvidarte de Emma! —al oírlo gritar eso, la omega
dejó de sollozar y lo miró con los ojos muy abiertos. —¡Si no puedes olvidarla,
puedes usarme! ¿podemos intentarlo al menos? Sé que ambos somos omegas pero
yo puedo perfectamente pasar por beta y realmente te amo, quiero que lo
intentemos y quizás así puedas olvidar a Emma, entonces ambos podríamos…

Sin embargo, Takemichi no llegó a terminar su idea porque una bofetada le volteó la
cara. El omega sintió su mejilla arder y parpadeó varias veces sin saber qué decir o
cómo reaccionar. Está bien, tal vez fue imprudente y ese no era el mejor momento
para confesarle sus sentimientos a Hinata pero ¿fue tan malo como para golpearlo
sin siquiera dejarle terminar lo que quería decirle?

—Takemichi, siempre he sabido que estás enamorado de mi. —le reveló Hinata y
los ojos azules del chico temblaron. Poco a poco giró su cara torcida por la bofetada
de nuevo hacia el frente, para ver a la chica. —Lo sabía y sin embargo nunca lo
mencioné porque no te quería rechazar, ya que yo mejor que nadie sé lo duro que
puede llegar a ser un rechazo. —el corazón del pelinegro se rompió cuando
escuchó esas palabras, literalmente acababa de ser rechazado.

—Hi-Hina-chan… yo…

—Realmente deseé que nunca me revelases lo que sentías, porque no quería


rechazarte directamente. —Hinata sollozó y retrocedió dos pasos. Su semblante
lucía triste pero también molesto. —Pero ¿en serio de todos los días se te ocurrió
hacerlo en el momento que más vulnerable me siento? ¿qué esperabas, Takemichi?
¿Creías que te aceptaría porque estoy triste de perder a Emma-chan?

—¡No! ¡jamás pensé eso!

—¡Pues si pensaste eso, estás muy equivocado! —gritó enojada, empujando con
ambas manos a Takemichi quien retrocedió dos pasos. —¡Nunca podrás
reemplazar a Emma-chan! ¡Yo la amo a ella, no a ti!

—¡Lo sé, Hinata! ¡Lo sé! —exclamó angustiado, mientras dejaba caer todas las
lágrimas que retuvo desde que tuvieron ese encontronazo con la Toman en el bar-
discoteca. Ya no podía seguir fingiendo ser fuerte, sólo quería volver a su pequeño
departamento destartalado y hacerse bolita en su nido.

Joder, él mejor que nadie sabía que jamás se podría comparar con la amada
“Emma-chan” de Hinata. Él mejor que nadie era consciente de que no era más que
un omega defectuoso, la segunda o tercera opción de todos porque no era muy
inteligente, no era fuerte, lloraba mucho, no tenía dinero, no pudo estudiar por sus
circunstancias, era huérfano y ni siquiera lucía extremadamente hermoso como
otros omegas. Incluso su escaso aroma era feo, pues no olía a flores ni frutas o a
esas fragancias exóticas que tenían los omegas más refinados; varios alfas que lo
olieron por curiosidad se burlaron de él diciendo “Hueles al mercadito donde las
viejas preparan dulces tradicionales, hueles a barato. Definitivamente es un buen
olor para ti.” él sabía… Que no valía la pena, por eso seguía soltero a sus 22 años.
Pero escuchar un rotundo rechazo de la única persona que le gustó durante toda su
vida, fue increíblemente doloroso.

—Vete. —exigió Hinata limpiándose las lágrimas con rudeza. —No quiero verte
durante un tiempo, Takemichi. Quiero estar a solas.
—Yo… de acuerdo, Hina-chan. —el omega no se atrevió a decir nada más, él
mismo sabía que no eligió ese momento de vulnerabilidad de su amiga para tener
alguna especie de “ventaja”. Sin embargo entendía el porqué Hina pensó mal de él.
—Lo siento mucho.

Takemichi hizo una reverencia ante ella para demostrarle cuánto lo sentía. Ella
siguió sollozando más no dijo nada. El omega por su parte se dio la vuelta y empezó
a caminar, su departamento no quedaba muy lejos pero tampoco muy cerca, podría
tomar un taxi con el poco dinero que tenía encima ya que la distancia no era muy
larga… pero prefirió caminar y llorar tranquilo, además de pensar por supuesto.

Ese día le ocurrieron demasiadas cosas, aún ni siquiera podía procesarlas todas.
Fue su cumpleaños, se encontró con yakuzas que le quisieron dar un paliza tanto a
él como a sus amigos, descubrió que esos gángsters en realidad eran miembros de
la peligrosa Toman y muy probablemente ese rubio con chanclas era uno de los
jefes de esa mafia por la forma en la que lo trataban. Descubrió que la Emma de la
cual Hina-chan estaba tan enamorada era hermana de ese alfa bajito que daba
miedo y prometida de otro alfa alto que también daba miedo. Pudieron salir sin
golpes de ese lugar por la ayuda de Emma, él tomó la estúpida decisión de
confesarle sus sentimientos a Hinata y fue brutalmente rechazado. Sin lugar a
dudas, ese fue el peor cumpleaños de toda su maldita vida.

—Joder, solo quiero regresar a casa y acurrucarme en mi nido, deseo poder olvidar
este día de mierda. —refunfuñó Takemichi mientras limpiaba sus lágrimas con las
mangas de su camisa. Le dolía el corazón por el rechazo de Hina y seguramente al
otro día le dolerán los ojos por tanto llorar. —Solo espero nunca más tener que
volver a toparme con esos yakuzas, sobre todo con ese rencoroso alfa en
chancletas.

Pero como es bien sabido, si a Tekemichi le sonriera la suerte… ya no sería


Takemichi.

Luego de aquel caótico día, las semanas pasaron y la rutina del pelinegro volvió a
ser tan aburrida como siempre. Siguió yendo a trabajar a la tienda de DVD de lunes
a jueves, soportando los regaños de su apática jefa y de viernes a domingo iba a
trabajar al restaurante familiar de Hinata, sin embargo se entristeció porque su
amiga dejó de trabajar como siempre lo había hecho. La madre de la omega la
encubrió diciendo que estaba en semanas de exámenes en la universidad y que por
eso no estaba trabajando pero Takemichi presentía que solo le mentía para que él
no se sintiera tan mal o se preocupara. Un día mientras lavaba los trastes y hablaba
con el pequeño Naoto corroboró su teoría, el adolescente le confesó que
efectivamente su hermana mayor se la pasaba todo el día en su cuarto llorando, ni
siquiera quería ir a la universidad. Tanto su madre como su padrastro trataron de
hablar con ella para entender qué le pasaba, pero Hinata los echó a ambos.
Entonces Takemichi pensó por un momento que tal vez la castaña estaba así de
mal por lo que pasó entre ellos aquella noche en su cumpleaños cuando él le
confesó sus sentimientos y ella lo rechazó, pensó que quizás si hablaba con ella
podría mejorar su estado de ánimo. Sin embargo, las esperanzas de Takemichi se
rompieron tan pronto como se formaron cuando Naoto le dijo con una mirada triste
“traté de hablar con mi hermana pero tampoco quiso recibirme a mi, solo la he oído
sollozar el nombre de Emma-chan una y otra vez entre lágrimas” ni bien el puberto
le dijo eso, Takemichi desechó la idea de ir a tocar a la puerta de la habitación de
Hinata. Obviamente no era por él, la única persona que le importaba a Hina-chan
era Emma. Al omega no le quedó más opción que resignarse y darle su espacio a la
castaña para que pudiera sanar, quizás cuando se sintiera mejor ella misma lo iría a
buscar para hablar.

Sacando el tema de la ausencia de Hina-chan en su vida, Takemichi siguió


trabajando y viéndose en sus pocos ratos libres con sus amigos quienes también
habían olvidado ese fatídico día en el bar-discoteca, aunque por supuesto eran
conscientes de que nunca más volverían a pisar ese lugar, solo por las dudas. A
pesar de que a simple vista todo parecía ser como antes, Takemichi notó que
algunas cosas cambiaron. Quizás estuviera siendo un poco paranóico o tal vez era
porque había visto la serie estadounidense “You” de suspenso psicológico hace no
mucho tiempo pero… sentía que lo seguían. Más que nada durante las horas del
trabajo, sentía que había ojos que le miraban desde lejos pero nunca terminaba de
saber de dónde provenían esas miradas exactamente. Sí, Takemichi creía que lo
estaban acosando.

Bueno, podía vivir con eso pero cuando notó que empezaron a faltarle cosas en su
departamento… ahí sí se asustó. Al principio se negó a creerlo, es decir ¿quién con
dos dedos de frente entraría a su departamento para robar? literalmente no había
nada de valor allí. Por otra parte, teniendo en cuenta lo desordenado que estaba
todo, Takemichi al comienzo no notó que empezaron a desaparecer prendas de
vestir. No obstante, debido a su falta de dinero no es como si a Takemichi le sobrara
la ropa por lo cual después de un par de semanas notó que muchas de sus
camisetas faltaban, se exaltó aún más cuando descubrió que no encontraba varios
de sus bóxers. Tan pronto como el omega notó que se estaba quedando sin
camisetas para vestir, de la nada empezaron a aparecer camisetas nuevas de mejor
calidad que las que desaparecieron. Fue entonces que se espantó del todo y
cambió la cerradura de su vieja puerta, sin embargo fue en vano porque su ropa
siguió desapareciendo y asimismo aparecía ropa nueva. Pero era extraño ¿por qué
esa persona no se llevaba ropa del armario (la cual estaba limpia) sino la ropa sucia
que él dejaba encima en su futón cada vez que se cambiaba para ir a trabajar?

—Lo que me faltaba, acosado por un maldito fetichista... —murmuró Takemichi


malhumorado, mientras se hallaba acostado de lado en su futón-nido improvisado.
Se encontraba viendo la televisión mientras se llenaba la boca con papas fritas y se
quejaba de la vida, lo típico. —¿Cómo diablos me podré deshacer de ese fetichista?
¿tendré que comprarme una cámara para dejarla en casa escondida mientras
trabajo y así tener material para denunciarlo? —se preguntó a sí mismo mientras
seguía comiendo y veía sin interés las noticias que pasaban por la televisión. —Sí
claro idiota y ¿con qué dinero comprarás una cámara? —se regañó a sí mismo,
últimamente todo le salía mal.

“Noticias de última hora, la noche de ayer se encontraron dos cuerpos en el Puerto


de Tokio. Los mismos flotaron hacia la superficie luego de que su descomposición
fue tan severa que los grilletes que los ataban a rocas pesadas al fondo del mar ya
no pudieron retenerlos y salieron hacia la superficie. Todavía no se han realizado
las pruebas para saber las identidades de los cuerpos encontrados pero sí se sabe
que ocurrió en la Terminal Aomi, no es la primera vez que ocurre algo como esto en
dicho muelle. Al parecer, se dice que la Toman fue quien tiró ambos cuerpos al mar
pero son solo suposiciones porque aún no hay pruebas concretas y al parecer la
descomposición de ambos cuerpos en el agua salada fue tan severa que borró toda
evidencia”

—Joder. —Takemichi frunció el ceño mientras veía asustado las noticias. —Pobres
diablos, terminaron siendo comida para peces. —el omega tembló al recordar aquel
día en el bar cuando se encontraron de frente con miembros de esa organización
criminal, realmente fueron afortunados de salir ilesos de una disputa con sujetos que
andan matando gente como si nada y al parecer tiene comprada hasta a la policía,
ya que nunca los atrapan. —Realmente ruego no toparme con ellos nunca más.

Unas horas después de eso, el celular de Takemichi sonó. El omega rodó los ojos
sin ganas de atender, pensando que era alguno de sus amigos betas que le llamaba
para reunirse o algo así, ese era el día libre que Takemichi tenía una vez al mes de
su trabajo en la tienda de DVD; así que quería pasarlo en su casa acostado en su
nido, mirando la TV, comiendo comida chatarra y rascándose los huevos, no tenía
ganas de salir pero de todos modos suspiró resignado y cogió el celular con su
mano libre. Al ver la pantalla de su móvil sus ojos se abrieron demasiado, incluso
parpadeó varias veces para corroborar que no estuviera viendo mal.

—¿Hina-chan? —claramente el destinatario de esa llamada era su mejor amiga. Sin


pensárselo más, el omega apretó el botón verde para aceptar la llamada. Tragó
grueso porque esa sería la primera vez en un mes y medio que oiría la voz de
Hinata.

—¿Takemichi? —dijo una voz al otro lado de la línea que sonaba ronca, eso
preocupó al pelinegro.

—Sí, Hina-chan. Soy yo.

—Lo siento tanto, Takemichi…

—¿Qué? ¿por qué te disculpas? No has hecho nada malo. En todo caso soy yo
quien debería pedirte perdón por haberme confesado aquel día en el que tú estabas
tan mal. —el omega frunció el ceño confundido cuando escuchó a su amiga sollozar
del otro lado.

—No, tú fuiste valiente al hacerlo y yo fui muy cruel. Me desquité contigo esa noche,
por eso te quiero pedir perdón, Takemichi. —dijo la castaña con la voz un tanto
quebrada. —Pero no es solo por eso que estoy disculpándome.

—¿Cómo? ¿por qué habría algo más por lo cual disculparse? —Takemichi no sabía
porqué, pero estaba teniendo un mal presentimiento de hacia dónde iba esa
conversación telefónica.

—Takemichi, yo… —Hinata aspiró una gran bocanada de aire antes de soltar lo
siguiente. —Hice una estupidez por amor, cometí una locura por Emma-chan.

—¿Qué hiciste? —el omega ni siquiera sabía qué diablos había hecho su amiga
pero ya estaba temblando. Tenía muchísimo miedo porque sabía que Emma estaba
involucrada con Toman.

—Takemichi yo… tenía tanta rabia contenida desde aquel día. Sé que nunca voy a
poder estar con Emma-chan pero al menos no quería que ella esté con ese alfa
criminal, lo odié tanto por tener a la persona que yo amo para él. Yo… lo quería
muerto, realmente deseé que se muriera.

—Hina-chan, por Dios ¿qué hiciste?

—Yo… me contacté con alguien. Alguien que me prometió que podría matar a ese
alfa llamado Draken, la pareja de Emma-chan. —cuando oyó eso, Takemichi quedó
en shock. No, jodidamente debía ser una broma de mal gusto. —Esa persona no me
pidió dinero, porque de todos modos no podría pagarle… me pidió acostarse
conmigo, varias veces. Y yo acepté. —los ojos azules del omega temblaron al oír
eso último ¿quién diablos pediría como pago por el asesinato de un mafioso
importante… solo sexo? —Yo accedí ingenuamente, firmando incluso un contrato.
S-se supone que esa persona mandaría a matar a Draken el día de su boda con
Emma-chan, ya que ese día de celebración todos estarían más despreocupados. —
Hinata empezó a sollozar e incluso a tartamudear algunas palabras, claramente
nerviosa. —Pero todo fue una trampa, Draken sí fue apuñalado pero sobrevivió y la
persona que me hizo firmar aquel contrato se encargó de que los de la Toman, al
investigar el incidente, dieran directamente conmigo.

—¡¿Pero por qué?! ¡No tiene ningún sentido que te haya traicionado así! —
Takemichi estaba sudando frío, si los de la Toman ya estaban al tanto de que fue la
omega quien mandó a matar a Draken el día de su boda, eso significa que... —
¡Hinata, estás en grave peligro!

—Lo sé, Takemichi. —más sollozos se escucharon del otro lado de la línea. —Ese
tipo… lo hizo a propósito, siempre ha estado obsesionado conmigo y aprovechó
esta oportunidad para tenderme una trampa. —en medio de la desesperación,
también se podía percibir rabia en las palabras de Hinata. —Ahora mismo me ha
dicho que si quiero salvarme de ser asesinada por la Toman, debo entregarme a él
y permanecer a su lado de forma permanente.

—¡¿Quién es, Hinata?! ¡qué hijo de puta!

—...Su nombre es Kisaki. Tetta Kisaki. —era la primera vez que Takemichi
escuchaba ese nombre pero ya lo odiaba demasiado.

—Hina-chan, Dios... ¿qué harás? —el pelinegro estaba mordiendo sus uñas debido
a la desesperación que sentía, él quería hacer algo pero no sabía qué. De todas
formas, un debilucho como él no podría hacer nada.

—No pienso convertirme en la esclava sexual de ese desgraciado de Kisaki. —


sentenció Hinata con la voz ronca pero decidida. —Yo tomé una decisión estúpida,
independientemente de que ellos sean unos criminales y de mi dolor por perder a
Emma-chan, nunca debí pedir que mataran a ese tipo Draken. —el pelinegro
escuchó nuevamente los sollozos de su amiga y su corazón se oprimió. —¿En qué
estaba pensando, Takemichi? Matar está mal, joder… y encima me metí con la peor
organización criminal de Japón.

—Hina-chan… yo… yo

—No digas más, Takemichi. —a pesar de que se sentía rota, Hinata sonrió del otro
lado de la línea al oír cómo el torpe omega intentaba buscarle una solución a algo
que no la tenía. —Justamente te pedí perdón por esto, no debería haberte llamado
pero quería que al menos alguien me escuchara antes de partir. Te pido perdón una
vez más, porque sé que es injusto que tú hayas tenido que escuchar todo esto.

—¿A qué te refieres? —no supo en qué momento pasó pero el rostro del omega ya
estaba bañado en lágrimas. —¿Qué quieres decir con “partir”?

—Voy a hacerme cargo de mi decisión, Takemichi. —cuando escuchó eso, el


pelinegro empezó a negar con la cabeza lentamente. —Hoy me enviaron un
mensaje al celular, al parecer es el hermano de Emma-chan, Mikey ¿lo recuerdas?
—Takemichi tembló al oír aquel nombre ¿que sí lo recordaba? aún tenía pesadillas
con ese alfa de chancletas. —Dice que si no voy al lugar de encuentro antes de las
8 pm sola... toda mi familia morirá. Y que si intento ir a la policía, no solo mi familia
sino mis amigos también morirán. —dijo la omega en un susurro y entonces la
sangre de Takemichi se heló.

—No… ellos te matarán si vas.

—Lo sé pero prefiero morir yo sola, a que maten a toda mi familia o a ustedes por mi
decisión estúpida. Fue mi culpa por confiar en Kisaki, sabiendo lo loco que está.
—¡Ni se te ocurra ir sola, Hina-chan! —Takemichi gritó, azotando el suelo con el
puño que tenía libre. Un montón de lágrimas nublaron su visión. —¡Iré contigo! —
una risita quebrada se escuchó del otro lado de la línea.

—Sabía que dirías eso, mi héroe llorón. —Takemichi siguió negando con la cabeza
mientras más lágrimas caían como cascadas hacia el suelo.

—Por favor no, Hina-chan… por favor… no nos hagas esto...

—Vive una vida feliz. Sé que encontrarás al amor de tu vida algún día, no te rindas
¿si? —el pelinegro no podía verla pero sabía que en medio de las lágrimas, Hinata
estaba sonriendo del otro lado. —Te quiero mucho, Takemichi.

—¡No, Hinata! ¡Dime dónde te dijo Mikey que sería el punto de encuentro! ¡Por favor
dímelo!

Sin embargo, Hinata colgó la llamada, ella obviamente no le diría a Takemichi dónde
se encontraría con la Toman ¿para qué? ¿para que él muera junto con ella por la
decisión estúpida que ella sola tomó? ni hablar. Hinata ya había sido lo
suficientemente egoísta, así que no arriesgaría la vida de su familia y de su mejor
amigo por su insensatez. Si iba a morir, moriría sola.

Por su parte Takemichi intentó llamarla varias veces más pero ella al parecer apagó
su celular, el omega tiró el móvil con fuerza por la rabia que sentía sin importarle si
se rompía. Luego miró la hora que tenía en su viejo reloj-despertador: 7:35 pm.
Hinata dijo que Mikey la estaría esperando en el lugar de encuentro a las 8:00 pm y
si no aparecía, tomaría represalias contra su familia. Takemichi empezó a sudar frío
debido al pánico que sintió, luego salió de su hogar con su celular que tenía la
pantalla rota por el golpe, con algo de efectivo en mano y hecho un espanto luego
de llorar tanto y vistiendo simplemente su vieja pijama. Corrió a casa de Hinata sin
importarle su aspecto pero Naoto le dijo que la omega se había ido de casa hacía
media hora, alegando que iría a visitar a unas amigas. Takemichi no quiso decirle
nada a Naoto pero obviamente el puberto sospechó al verlo tan alterado, sin
embargo el omega no le permitió interrogarlo y corrió hacia un taxi que vio pasar, se
subió en él rápidamente y cuando el taxista le preguntó hacia dónde se dirigía,
Takemichi quedó en blanco.

¿A dónde carajo sería el punto de encuentro entre la Toman y Hinata? ¿dónde?


Piensa, piensa, piensa. Justo cuando el taxista lo iba a echar a patadas de su auto
porque Takemichi tenías pintas de loco entre la pijama vieja, el pelo desordenado, la
cara con lágrimas secas y el temblor de su cuerpo, justo en ese instante el omega
apuntó hacia el cielo con su cabeza y sonrió esperanzado, creía que sabía hacia
dónde había ido Hinata. Agradeció haber visto las noticias ese día en la televisión y
no su serie.

—¡Al puerto de Tokio! ¡vaya al puerto de Tokio, señor taxista!


El hombre pegó un saltito debido al grito del pelinegro, refunfuñó por lo bajo pero se
abstuvo de maldecir en voz alto por temor a que se vaya sin pagarle después, así
que sin más asintió con la cabeza y arrancó el auto para ir hacia el destino que su
extraño pasajero le había dicho que fuera.

…Continuará...

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