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No puedo mentirme más

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Rating: Explicit
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Category: F/M
Fandom: プリキュア | PreCure | Pretty Cure Series
Character: Prince Hope Grand Kanata, Twilight | Akagi Towa | Cure Scarlet
Additional Tags: Sibling Incest, Brother/Sister Incest
Stats: Published: 2021-01-27 Chapters: 1/4 Words: 2783

No puedo mentirme más


by Ririkka

Summary

Kanata toda la vida se ha sentido confundido respecto a sus sentimientos por Towa, . Al
encontrarse con Twilight, ¿resolverá sus dudas?

Notes
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Kanata corría por el castillo en soledad como siempre, asegurándose de que ningún zetsuborg
pudiera tomarlo por desprevenido o atacarlo por la espalda.

«Hay que encontrar una salida» Se dijo, mirando alrededor al entrar al salón de baile que recordaba
tan bien. «No importa cómo, pero tengo que salir de aquí».

Caminó más despacio, tratando de no hacer ruido con sus pasos, mientras se acordaba de tantos
momentos preciosos que había vivido en ese sitio.

Y eso incluía... El recuerdo de Towa.

Respecto a su hermana siempre hubo un sentir confuso, aún siendo niños, y nunca pudo perdonarse
el siquiera sentir algo que se alejara del amor fraterno. No, lo que sentía era algo más.

¿Estaba mal acaso enamorarse de ella?¿De la persona que cuidaba, lidiaba y seguía a todas partes?

Se le derretía el corazón cuando ella se escondía detrás de él, cuando le regalaba espontáneamente
algún dibujo que hacía o cuando se ponían a practicar juntos con el violín. Cuando lo despertaba de
noche porque tenía miedo, o cualquier otra cosa de esas que no paraba de hacerlo sentir peor
todavía.

«De verdad, soy un maldito enfermo. Me odio por esto» Él lo sabía perfectamente, y por eso
comenzó a esconderse de ella poco antes de su desaparición. Siendo un poco más tímido, fingiendo
estar ocupado o enfermo para no admitir la verdad: la amaba. La adoraba y no como hermanos.
Estaba enamorado desde siempre de ella y no podía mentirse a si mismo por toda la vida.

Cuando llegó a ese punto, una sombra andante interrumpió sus pensamientos. Paró en seco al ver la
figura de una chica albina, esbelta, de catorce años y vestida de negro. Sus ojos rojos de largas
pestañas lo hipnotizaron por varios segundos, hasta que incluso llegó a preguntarse si eso no era lo
que ella pretendía.

«¿Quién es? Se parece tanto a... »

—¿Towa?... — Susurró el príncipe mientras la miraba con un poco más de atención— ¡Towa! No
puedo creerlo... ¡Soy yo!¡Kanata!
—¿Towa, dices?— Lo reconoció fácilmente, pues una apariencia como la del príncipe es difícil de
olvidar— Deberás llamarme por mi nombre, príncipe. Porque no tengo idea de quién es Towa.

La princesa adoraba a su hermano. Siempre lo tuvo por las nubes, aunque no por eso lo creía un
dios. Podría decirse que tenía los pies a cinco centímetros de la tierra.

Pero ese amor no era un nivel aceptable. O señor, era un nivel que muchos considerarían
abominable. Desde muy pequeña, ella se enamoró de él sin saberlo.

Lo besaba en las mejillas inocentemente, cosa que él tomaba como el simple cariño desmedido de
una niña, le regalaba sus dibujos y manualidades, lo seguía como si fuera su sombra. Seguía sus
huellas exactamente, imitando lo que él hacía y jugando con su hermano constantemente.

No podía evitar las ganas de buscarlo con insistencia, incluso fingiendo miedo por las noches para
poder tener una excusa para buscarlo nuevamente.

Lo amaba tanto... Pero por alguna razón, Kanata comenzó a alejarse de ella después de un tiempo.
No podía entenderlo, pensaba que le había hecho algo malo o lo había hecho enojar.

Y entonces fue cuando Dyspear hizo acto de presencia y se llevó a la niña.

Twilight podía únicamente mantener su enamoramiento como si sólo amara al príncipe, más no a
su hermano. Lo había observado deambular por el castillo como un idiota, dejando cualquier fruta
o comida que no necesitara cocción o preparación para que él comiera y no muriera de hambre.

¿Por qué cuidaría la vida de su enemigo si ni siquiera podía recordar su relación? Porque admitió
que estaba un poco enamorada del príncipe desde hace años. Y ok, lo deseaba.

«Eres demasiado guapo, alteza... » Pensó poco antes de entrar a escena. Caminó lentamente, como
si estuviera en una pasarela, sólo para darle al príncipe una oportunidad de admirarla.

Él no podía quitarle los ojos de encima. Veía a Towa, sintiendo como las ganas de llorar
provocaban dolor de garganta. Sentía unas inmensas ganas de correr y abrazarla, de decirle cuánto
la había extrañado. Pero no podía hacer eso. Lo atacaría.

Pero ella no lo atacó ni lo miró con desprecio, ni siquiera lo insultó. Tenía algo diferente que hacer.

—Alteza, tengo una pregunta para usted— Se teletransportó para quedar frente a él. Cara a cara, lo
suficientemente cerca como para que escuchase sus susurros sin hablarle directamente al oído.
—¿E-eh?¿Qué estás-?— En su sorpresa, Kanata se sonrojó por cómo la chica estaba tan cerca. Lo
más extraño y confuso fue como ella se apegó a su cuerpo.
—Quiero saber si el rumor es cierto— Twilight se puso de puntillas y acarició las mejillas de su
insospechado hermano.
Los sentimientos encontrados de Kanata eran obvios: quería apartarla porque sabía que era su
hermana menor, pero por la otra parte deseaba saber que era lo que Twilight quería hacer
exactamente.

«No sé que debería hacer... Tengo muchas dudas» Suspiró un tanto asustado, pero sus
cuestionamientos aumentaron cuando la albina besó sus labios.

No era un besito corto o inocente, no, era algo largo y bastante pasional. La princesa oscura
adentró su lengua en la boca del príncipe, mientras que él estaba en shock total.

No se atrevía a moverse, ni a estarse completamente quieto. Trató de empujarla, de apartarse, pero


realmente no quería que ese contacto se detuviera.

«Se siente muy bien... Pero esto está mal» Se decía cuando el rumbo de las cosas comenzó a subir
de tono. Twilight deslizó sus manos por el cuello y los hombros del chico, tomó las manos que
buscaban mantener la poca distancia entre ellos y las puso en su cadera.

«Vamos alteza, sólo relájate y sígueme» Pensaba ella un poco exasperada por el esfuerzo del
príncipe en poner barreras. No quería separarse, sentía una calidez familiar que no tenía sentido y al
mismo tiempo ya le costaba mucho controlar ese deseo que creció en su interior.

El joven no sabía si dejarse llevar por la princesa oscura y obedecer sus deseos o seguir
deambulando por el palacio en ruinas que antes fue suyo como un completo imbécil. Dar su vida
por un país que siempre le causó toda clase de problemas de estabilidad mental y que siempre
estuvo lleno de mierda que su familia ocultó para mantener la fachada de un reino lleno de amor y
luz.

«Cómo los odio... Están encandilados por la luz de las mentiras que les han dicho. Creen que todo
son risas y paz. Un país donde los sueños se hacen realidad. Pues sí, los sueños se hacen realidad,
pero literalmente. No las ilusiones ni los objetivos, si no las pesadillas más terribles y los viajes
alucinógenos más repugnantes y perturbadores» Reflexionó él, ya hartándose de ser obligado a
mentir y sonreír. Podrían hacer un esfuerzo real por mejorar Hope Kingdom, hacer un reino de paz
dónde se pueda decir que vive gente honesta. ¿De qué vale creer que vives en un campo soleado si
en realidad vives en un invernadero con un bombillo haciendo de sol? No se puede ser pacífico
todo el tiempo, las utopías son estúpidas.

Pero nunca permitirían que gobernara alguien con ese pensamiento. No son tan estúpidos.

Entonces, era regresar a todo eso o aceptar lo que en verdad sentía. Que quería estar con Towa,
ayudar a Twilight a recordarlo y hacer realidad sus verdaderos sueños y anhelos. Unirse con ella
como siempre deseó.

Por lo que, tras volver a pensarlo todo, Kanata terminó por relajarse al fin y corresponder el beso.
Posó sus dedos en la nuca de Twilight para hacerlo más intenso, además de aceptar por fin el lugar
donde ella había puesto su otra mano.

Ella estaba feliz ahora. Lo quería desde hace tiempo, desde que lo vió cuando tenía doce años
estando escondida tras unos pilares. En la actualidad, estaba dejando que su lengua y la del
príncipe se tocaran y se retorcieran deliciosamente.

Con cada segundo las llamas escalaban más y más. La albina jadeó cuando las manos de Kanata
subieron su pierna derecha y la apoyó en su cadera.

Se separaron del beso que los estaba enloqueciendo mientras un hilo de saliva los seguía
enlazando. Las mallas ajustadas de la princesa oscura eran perfectas para ese momento.

Kanata tomó la iniciativa por una vez, y sentó a la chica en el suelo. Abrió sus muslos, metiendo la
cabeza entre sus piernas. Comenzó a lamer y morder la tela con avidez impresionante. Twilight
comenzó a gemir en voz alta por esto, acariciando su cabello y jalándolo levemente.

—A-ah… alteza… — Gimió aquel título con cierta torpeza, a lo que él dejó lo que estaba
haciendo. Ser llamado “alteza” lo sorprendió, hasta que recordó que ella no conocía su nombre.
—Puedes llamarme por mi nombre: Kanata— Dijo el de cabellos morados, quitando por fin las
mallas para ver la ropa interior de la princesa oscura: algo un tanto pequeño, ni muy sensual ni
nada corriente en exceso. Era excitante hasta cierto punto, pero no tardó mucho tiempo en
arrojarlas lejos junto con las mallas negras. Estaban al otro lado de la habitación ahora.

Volvió a hundir su cabeza entre esas suaves piernas temblorosas, pasando su lengua por los
pliegues y el pequeño botón mientras que la zona cada vez se mojaba más. La voz de la princesa
oscura gimió su nombre peligrosamente fuerte para un salón de techo tan alto. Era simplemente
perfecto.

—¡Ka-Kanata!… Ah... sigue por favor… — Twilight tenía una expresión adorable en su rostro,
con sus ojos cerrados y su boca entreabierta que de vez en cuando dejaba escapar un quejido. Era
delicioso de ver, y el príncipe alzaba la mirada en ocasiones sólo para verla.

«Tu expresión es simplemente adorable… » Pensaba él sonriendo con la mirada ante las caricias en
su cabello.

Twilight mordió la punta de su pulgar, para poder contenerse por un tiempo más. Aunque fuera
menos de un minuto más, pues le estaba costando mucho retener todo el placer que sentía.

No duró mucho, pues se vino unos segundos después con un gemido prolongado. Él comenzó a
lamer los fluidos con entusiasmo, simplemente parecía estar soñando.

—U-una pregunta… — La princesa oscura susurró entrecortadamente— ¿Es mi turno?


—¿De tocarme?¿A eso te refieres? Si tú así lo deseas... — Contestó él con una mirada amable,
levantándose para quedar sentado frente a ella. Los dos se miraron fijamente, sintiendo como la
lujuria aumentaba en sus cuerpos. De pronto hacía bastante calor en el salón del castillo.
Sorprendente.

Twilight le quitó el abrigo, molesta por las elecciones de vestuario del príncipe. Kanata tenía que
aprender a vestirse mejor. Tiró al otro lado de la habitación la horrible prenda, junto al pañuelo del
cuello. Ambos se arrugarían en un rincón por un rato.

La camisa que tenía debajo, también blanca, sufrió el mismo destino. En serio, que él usara tanta
ropa y tan mal seleccionada era lo que estaba molestando a la princesa de la oscuridad. Comenzó a
lamer su cuello lentamente, bajando hasta su torso.

Lo besaba y lo lamía suavemente, cosa que tardó poco tiempo en encender las llamas de los deseos
más profundos de Kanata. Estaba en el cielo, pensaba. Se sentía demasiado bien para ser verdad.

«Se siente... Increíble» Sus pensamientos estaban enfocados únicamente en lo que Twi hacía con
él. No había más nada que fuera importante.

Twilight dejó lo que hacía para entonces rozar el bulto en su pantalón. Lo tocó por un rato con algo
de timidez, pero la superó pronto y le bajó los pantalones después. Se apresuró para que su
inexperiencia no fuera notoria.
—To-Twilight… — Kanata corrigió el nombre, aunque sabía que ese no era el verdadero. Ella dijo
que la llamara así y por mucho que se sintiera extraño la obedecería.
—Tranquilo, haré lo mejor que pueda— Lo miró con una sonrisa amable, mientras tocaba la
intimidad del príncipe. Kanata suspiró, jugando con los suaves mechones blancos del cabello de la
princesa oscura. Esto era un impulso que no detuvo. Era relajante.

La chica lo estimulaba tímidamente, sin tener un conocimiento real de lo que estaba haciendo. Sólo
hizo lo posible para lograr una reacción del príncipe, cosa que si consiguió.

—A-ah… Twi-Twilight... — Dió varios gemidos bajos, sin mirar directamente a los ojos rojos tan
brillantes y hermosos. Aún no se acostumbraba del todo al nombre nuevo, pero ya por lo menos no
empezaba diciendo “Towa”.
—L-lo siento... ¿Lo estoy haciendo bien?— La princesa de la desesperación se mostró un poco
más cohibida, pero él sólo asintió. Hablar mucho no es una buena idea.
—No te preocupes… — Susurró Kanata ya un poco avergonzando, volteando la cabeza hacia el
otro lado. Sus mejillas se enrojecieron violentamente.

La albina siguió jugando con su miembro hasta que él se viniera en sus manos con un quejido ya
alto y estridente. Kanata la miró a los ojos, quitando la vista del punto fijo en el que clavaba sus
pupilas cuando sentía vergüenza, y Twilight se sentó sobre sus piernas cuidadosamente.

—¿Vamos a continuar, Kanata?— Apoyó su cabeza de rizos blancos como la nieve en el hombro
del príncipe, cerrando los ojos suavemente. El mayor la abrazó contra sí mismo, mientras sus
latidos aceleraban aún más. Su pecho iba a explotar, y además podía sentir los golpeteos del
corazón de su hermana amnésica.

«Te quiero… Estar aquí contigo, sentirte, es lo mejor que me pudo haber pasado» Por alguna
razón, la lujuria de momentos antes había quedado en segundo plano. Sólo la quería, y mucho,
pero no podía decirle todavía.

Kanata tomó la barbilla de la chica suavemente, perdiéndose y quedando embobado por sus ojos
que jamás habían cambiado. Eran los mismos ojos.

«Mi pequeña princesa... » Sonrió levemente, para luego volver a besarla. Con todo el amor que
podía sentir por ella, mezclado con la pasión del momento.

Twilight correspondió felizmente, rodeándole el cuello con los brazos para acercarse más. Pero
entonces sintió un roce entre sus piernas, que hizo que se estremeciera.

—¡Ah! Ka-Kanata... — La princesa oscura estaba sorprendida, pero tardó muy poco en saber lo
que ocurría.
—Perdón… debería apartarme— El príncipe sintió algo de vergüenza, pero Twilight se acomodó
para terminar de consumar el acto.

Los dos gimieron cuando sus cuerpos se vieron unidos como uno. Ella estaba tensa, dió un
respingo mientras que unas pocas lágrimas salían de sus ojos.

—¿Estás bien?— Preguntó él un tanto asustado. Acarició su cabeza suavemente, para decirle de
alguna manera que se tranquilizara.
—S-sí… sólo un momento— La princesa oscura suspiró profundamente, comenzando a mover las
caderas hacia arriba y hacia abajo.

Kanata la abrazó rápidamente, cerrando los ojos y apoyando su cabeza en la nuca de Twilight,
quién gemía y suspiraba con cada movimiento.
Sentían que los dos estaban llegando a las nubes, el sentimiento de placer era inigualable. Parecían
haber olvidado todo el problema que los rodeaba. La pronta destrucción del reino, que ella era la
hija adoptiva de la bruja de la desesperación, que era su hermana menor que fue secuestrada, que él
era supuestamente su enemigo, todo eso dejaba de importar y se perdía.

No les interesaba nada más en absoluto.

Pasó el tiempo, nadie podría encontrarlos y aunque lo hicieran no se separarían. Ya era muy tarde.

Tras pasar un rato hundiendo sus cuerpos y almas en esa celestial unión, llegaron al clímax, a la
cúspide de ese extraño cielo.

«Ya no podré regresar jamás a lo que fui. No me siento capaz de seguir como si no hubiera
ocurrido nada, pero al mismo tiempo contigo lo haría todo. Cuando te veo, siento que no soy un
debilucho si no tu caballero» Él estaba exhausto, al igual que la princesa de la desesperación, y por
un rato se mantuvieron en la misma posición.

Tras eso que pasó, él se decidió quedar con ella hasta poder reencontrarse con las Precure y salvar
el reino. No deseaba recuperar a nadie más que a su hermana y madre, de resto nada más le
interesaba a Kanata.

—¿Te quedarás conmigo?— Preguntó la hermosa albina, mirándolo fijamente con esos preciosos
ojos carmesí.
—Claro que si tú lo deseas te seguiré al fin del mundo si es necesario— La abrazó tras que los dos
recogieron su ropa y se arreglaron como si nada hubiera pasado.

Se quedó con ella por todo el tiempo en que las Precure no pudieron llegar al reino, y cuando
llegaron, se sacrificó para salvar a su pequeña princesa.

Al perder la memoria, ninguno de los dos habló del tema, pero Towa se prometió que arreglaría las
cosas con él apenas sus recuerdos regresaran.

«Tenemos que aclarar lo que pasó… no puedo dejar que nuestro amor se pierda» Ella también lo
había amado desde antes, no hay que olvidar.

End Notes

Uffff, se sintió bien hacer algo con ellos.

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