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Takemichi no podía creer que después de tantos años, finalmente tenía a Hitto
Kakucho de nuevo frente a él. Hacía mucho tiempo que había renunciado al anhelo
de volver a ver al primer amigo que tuvo, a su protector, al único alfa durante su
niñez que no lo menospreció por ser un omega defectuoso y… a su primer amor.
Habían pasado tantos años que Takemichi olvidó que de hecho su primer amor no
fue Hinata, en todo caso ella fue el segundo.

"Y lo más gracioso es que ambos me rechazaron. Qué patético soy." pensó
Takemichi a la vez que una sonrisa de autodesprecio adornó su rostro.

Su omega interior gruñó a modo de respuesta por sus duras palabras hacia sí
mismo y no pudo evitar intervenir. "No importa que todo el mundo te rechace,
siempre y cuando nuestro alfa nos acepte, serás un campeón"

—Takemichi, ¿qué diablos haces aquí? —preguntó Kakucho aturdido, levantándose


tambaleante de la mesa para luego dar dos pasos hacia el omega.

—¿Ustedes dos se conocían desde antes? —preguntó Emma sorprendida.

—Sí. —respondió Kakucho secamente a la pregunta de la beta. Sus ojos seguían


fijos en Takemichi, esperando una respuesta de su parte.

Draken por su parte observó la interacción entre el alfa y el omega en silencio, sin
embargo su ceño fruncido era un indicativo de que no estaba muy conforme con
cómo se estaban desarrollando las cosas. Él mejor que nadie sabía lo celoso que
era Mikey, al cual no le haría ni puta gracia enterarse que Kakucho conocía desde
antes que él a "su" omega, como Mikey últimamente llamaba sin siquiera ser
consciente de ello a Takemichi. Draken sólo deseó que su cuñado siguiera
profundamente dormido y no se despertara hasta que Kakucho y Takemichi
terminaran su charla.

—Yo… —el omega quiso responder sinceramente a la pregunta de Kakucho, sin


embargo volvió a sellar sus labios al darse cuenta de que no había una respuesta
sincera que lo hiciera verse "digno".

Literalmente estaba allí porque se había vendido a Mikey, a cambio de que el


gángster le perdonara la vida a la insensata de su mejor amiga. Él era la "perra" de
Mikey hasta que los seis meses pactados se cumplieran y darse cuenta de eso hizo
sentir muy mal a Takemichi. Se sonrojó por la vergüenza que sintió, él no quería
decirle a Kakucho que literalmente era el juguete temporal de Mikey pero su olor, el
cual se había mezclado perfectamente con el del rubio, y las marcas en su cuello
eran suficientes para que Kakucho supiera porqué estaba allí, sin necesidad de
palabras. Takemichi se sintió terrible cuando vio a su amigo de la infancia suspirar
decepcionado al ver las marcas en su cuello y al oler la esencia de Mikey en él.
—Takemichi… ¿en serio llegaste a eso? —preguntó con tristeza mientras se
alborotaba su largo cabello negro. La última vez que Takemichi lo vio, lo llevaba
rapado. —Yo no pensé que… te estuviera yendo tan mal como para tener que
recurrir a vender tu cuerpo a cambio de sobrevivir. —dijo mientras suspiraba
desanimado. Sin embargo, sus ojos ardieron en determinación mientras terminaba
de acortar la distancia que los separaba y entonces colocó ambas manos sobre los
hombros de un sorprendido Takemichi. —No te preocupes, lo solucionaré todo.

—¿Que…? —el omega estaba tan anonadado por las palabras dichas por Kakucho,
que fue incapaz de hablar. Emma y Draken estaban igual que él en ese sentido,
completamente mudos.

—Hablaré con Mikey para pagarle el doble del precio que él pagó por ti, entonces
serás libre y yo te ayudaré para que no tengas que volver a vender tu cuerpo para
sobrevivir. —sentenció Kakucho más decidido que nunca, mientras veía a Takemichi
abrir y cerrar su boca como un pez fuera del agua.

—Esto… yo… no es lo que… —sin embargo, Kakucho nuevamente arruinó el


intento del omega por aclarar las cosas y volvió a hablar.

—En verdad lo siento mucho, Takemichi. —se disculpó sinceramente con él.
—Durante todos estos años no me contacté contigo ni investigué sobre ti,
justamente porque quería evitar que te involucres en este mundo de mierda o que
mis enemigos sepan que tengo un viejo amigo, ya que si ellos lo llegaban a
descubrir seguramente te habrían usado para intentar joderme. Sin embargo, al final
caíste en este mundo de todas formas y de la peor manera posible. —el alfa dijo
todo eso con la voz ronca y un tanto rota, como si realmente sintiera mucho dolor
por toda la situación que Takemichi había tenido que vivir. El omega simplemente no
soportó más todo ese malentendido.

—¡No es lo que estás pensando! —exclamó ya con sus ojos llorosos,


completamente sonrojado y sintiéndose más humillado que nunca. —¡No me vendí!
¡No me prostituyo para sobrevivir! Y tampoco fui secuestrado o algo así por
Mikey-kun, estoy aquí de forma voluntaria por un lapso de seis meses. Nunca he
sido maltratado ni nada de eso y tampoco necesito que nadie me salve, Kaku-chan.
—dijo todo eso con una entereza que realmente no sentía.

Takemichi simplemente estaba desesperado por intentar recuperar algo de la


dignidad que sintió que había perdido, debido a la lástima que Kakucho le demostró
con su discurso de "te salvaré de tu vida de mierda por nuestra vieja amistad, no te
preocupes" El omega racionalmente sabía que su amigo solamente estaba
preocupado por él, pero no pudo evitar sentirse pequeño y débil por ser nuevamente
protegido por Kakucho, como cuando era un niño de cinco años siendo intimidado
por otros huérfanos en el orfanato. En aquel entonces estuvo bien ser defendido por
Kaku-chan, después de todo era apenas un chiquillo pero ahora Takemichi ya era un
adulto de veintidós años y sentía que ya había vivido lo suficiente como para poder
defenderse a sí mismo.

—Takemichi… está bien, lo entiendo. —dijo Kakucho haciendo una leve presión
sobre los hombros del omega, como si tratara de consolarlo a través de ese gesto.
A pesar de que el alfa había dicho que "estaba bien", el peligro seguía viendo
lástima y tristeza reflejadas en los ojos bicolor de su viejo amigo.

No importaba lo que el omega dijera, Kakucho estaba convencido de que su viejo


amigo de la infancia estaba allí en contra de su voluntad. Seguramente la razón por
la cual el omega decía que estaba allí por decisión propia, es debido a la vergüenza
que sentía o bien a causa del tan conocido "Síndrome de Estocolmo". Kakucho
conocía bien a Mikey y sabía que su jefe no era muy inteligente que digamos, pero
sí era muy consciente de la inteligencia de personas como Emma, Mitsuya o
Chifuyu así que creyó que quizás alguno de ellos contribuyó para lavarle el cerebro
a Takemichi, haciéndole pensar que allí tenía una vida soñada y que la mejor
decisión de su vida sería aceptar al inestable de Mikey como su pareja. Él
definitivamente no iba a permitir que eso le pasara a Takemichi, tenía que hacer
todo lo posible para salvarlo de las garras de la Toman y alejarlo así de ese mundo
tan pútrido.

—¡Quita tus sucias manos de los hombros de la reina! —exclamó una voz que hizo
estremecer a todos los presentes.

Draken, Emma, Kakucho y Takemichi giraron sus cabezas hacia las elegantes
escaleras que conectaban al área de dormitorios con el salón donde se hallaban
todos. Al final de las escaleras estaba parado un muy molesto Sanzu, quien al
parecer acababa de salir del área de dormitorios y recién empezó a bajar por las
escaleras pero incluso a esa distancia vio la interacción entre Kakucho y Takemichi,
por lo cual decidió intervenir. Draken tragó grueso, sabiendo que el hecho de que
Sanzu estuviera allí significaba que Mikey ya se había despertado y que muy
probablemente pronto bajaría también allí. Kakucho por su parte estaba confundido,
incapaz de entender por qué el lunático de Sanzu llamó “reina” al omega; el sabía
que el beta llamaba rey a Mikey, sin embargo jamás lo escuchó llamar reina a otra
persona en todos los años que llevaban trabajando juntos dentro de la Toman, los
cuales por cierto eran demasiados.

—¿Por qué lo llamas reina? —preguntó Kakucho mientras finalmente soltaba los
hombros de un avergonzado Takemichi.

—Porque él es la reina de la Toman, al igual que Mikey es el rey. —respondió Sanzu


encogiéndose de hombros, como si fuera una obviedad. —¿Qué no te enteras de
nada? Él es la pareja del rey.

Ante esa contundente afirmación por parte de Sanzu, Kakucho abrió sus ojos
sorprendido, Draken y Emma no dijeron nada pues eso era algo que la pareja ya
sabía y por último Takemichi se sonrojó tanto que incluso sus orejas se tornaron
rojas. Ni siquiera él mismo se atrevía a afirmar ser la pareja de Mikey, sin embargo
Sanzu lo hizo de forma tan natural como si fuese algo obvio. Eso hizo sentirse
avergonzado al omega, sin embargo le fue imposible negar que muy en el fondo de
él se sintió feliz al saber que la gente daba por hecho de que ellos dos eran una
pareja.

Kakucho por su parte no estaba nada feliz con la declaración de Sanzu. Él no era un
chismoso como lo eran la mayoría de los ejecutivos de la Toman, así que si bien se
enteró de que su jefe había conseguido una pareja omega masculina, jamás se
interesó por saber el nombre de ese chico ni mucho menos imaginó que se podría
tratar del viejo amigo que conoció en el orfanato. El saber que Mikey consideraba
como su “pareja” a Takemichi era lo peor que le podrían haber dicho, pues eso
significaba que sería mucho más difícil separar a su jefe del ingenuo omega.

El rubio era conocido por ser muy posesivo con sus cosas, por lo cual no sería una
sorpresa que Mikey se negase a soltar a Takemichi aunque él le ofreciera su precio
en oro e incluso más que eso. Kakucho sintió mucha lástima por el omega y se
culpó a sí mismo por no haberse contactado con Takemichi antes, él pensó que le
hacía un favor al dejar a su viejo amigo hacer su vida lejos de las pandillas, las
mafias y en sí de la vida criminal; sin embargo jamás imaginó que el pobre omega
tuviera que recurrir a convertirse en la puta de un gángster tan despiadado como
Mikey para poder sobrevivir. Kakucho sentía mucha culpa por no haber ayudado a
Takemichi cuando más lo necesitó, así que en ese momento se juró a sí mismo que
haría hasta lo imposible por salvar a Takemichi de las garras de la Toman y sobre
todo de las garras del egoísta de Mikey.

Y hablando del diablo, justo cuando Kakucho estaba pensando en todo eso se
escucharon unos pasos bajando por las escaleras que Sanzu acababa de terminar
de bajar. Los ojos de todos los presentes se centraron en un alfa recién bañado,
cuyo cabello rubio aún seguía húmedo, sus ojos negros estaban adormecidos pero
brillaban de una forma especial y una sonrisa perezosa adornaba su rostro. Lo
primero que Mikey hizo al despertar esa mañana fue buscar a Takemichi y se
desesperó cuando no lo encontró durmiendo al lado suyo; tanto se enojó que estuvo
a punto de destruir toda la habitación a base de golpes por su histeria, sin embargo
Sanzu ingresó justo a tiempo para decirle que el omega había bajado al salón para
desayunar junto con Emma y Draken, ya que tenía mucha hambre pero a la vez no
quería despertarlo y por eso decidió irse solo. Sólo cuando Mikey escuchó eso,
logró calmarse y toda la desesperación que sintió se fue tan rápido como llegó.

Una vez que se tranquilizó, Mikey decidió darse una ducha rápida, cepilló sus
dientes y se vistió únicamente con un par de bóxers limpios, unos pantalones cortos
de color blanco, unas chanclas también blancas de la marca Gucci y por último se
puso una toalla pequeña en su cuello, la cual usó para medio secar su cabello
mojado en su trayecto desde la habitación donde pasó su celo hacia el gran salón
de la mansión. Dejó su bien marcado pecho completamente desnudo, luciendo
orgulloso las marcas de chupetones y arañazos que Takemichi había dejado
regadas por su piel durante los últimos tres días.

Sanzu no pudo esperar hasta que el rey terminara de vestirse, así que cuando el
alfa comenzó a ponerse los pantalones cortos, el beta se le adelantó pues no le
gustaba estar por tanto tiempo separado de Takemichi. Durante las últimas semanas
Sanzu había sido prácticamente la sombra del omega, por lo cual los pocos minutos
que pasaron separados para el beta se sintieron como una eternidad. Fue por eso
que Sanzu llegó antes al salón y vio de lejos a Kakucho con sus manos sobre los
hombros de Takemichi, sin embargo Mikey al llegar después del beta no vio al alfa
pelinegro tocando a “su” omega. Tanto Draken como Emma suspiraron aliviados,
ellos lo último que querían era un enfrentamiento directo entre Mikey y Kakucho, sin
embargo el alfa de ojos bicolor lo arruinó todo al abrir la boca de forma imprudente y
decir las siguientes palabras.

—¡Jefe, por favor deje ir a Takemichi! —exclamó Kakucho una vez que Mikey
terminó de bajar las escaleras.

Después de que el pelinegro soltó esa imprudente petición, todas las personas
presentes en el salón sintieron que la temperatura bajó de repente y se
estremecieron de pies a cabeza de forma inconsciente. Emma, Draken, Takemichi e
incluso Sanzu miraron a Kakucho como si hubiese perdido la razón; sólo alguien
que no tenía miedo a morir se atrevería a decir algo así de descabellado. Mikey
parpadeó un par de veces, como si estuviera tratando de procesar lo que el
pelinegro le acababa de decir, luego de unos segundos el rubio abrió sus labios para
decir una única palabra.

—... ¿Qué? —fue todo lo que dijo Mikey. Después de decir eso, toda su
somnolencia se evaporó de repente y sus ojos anteriormente brillantes se opacaron.

—Él es un buen amigo de mi infancia. —explicó Kakucho, sin despegar sus ojos de
los de Mikey. Todos tragaron saliva de forma audible y en silencio admiraron la
valentía del alfa. —No sé bien ni me interesa saber cómo o porqué se metió en esta
situación, pero yo me encargaré de pagar el dinero suficiente a cambio de que usted
lo deje ir sano y salvo. Si así lo desea, además del precio que tenga que pagar,
también puedo trabajar gratis durante los meses que me pida.

—¡Kaku-chan, basta! ¡malentendiste todo!—exclamó Takemichi con una gotita de


sudor frío en su frente, realmente temió que Mikey le hiciera daño a su amigo de la
infancia.

El rubio no dijo nada, simplemente caminó en silencio hacia ambos y sujetó del
antebrazo a Takemichi en un claro gesto de posesividad, atrayéndolo hacia él para
que permaneciera a su lado. Sólo entonces la tensión visible en los hombros de
Mikey desapareció un poco, sin embargo la oscuridad en sus ojos seguía igual de
opaca y en ningún momento despegó su intensa mirada de Kakucho. Quizás de
forma inconsciente o deliberada, Mikey liberó feromonas que rodearon por completo
el cuerpo de Takemichi, indicando así que ese era su omega.

Takemichi tuvo un mal presentimiento por toda la terrible situación que se estaba
formando ante sus ojos. Él no compartía un vínculo permanente con Mikey, pero sí
tenían uno temporal pues él mismo lo había marcado con su olor y con sus colmillos
durante los tres días que compartieron cama. Gracias a esa marca temporal, el
pelinegro sabía que su alfa en esos momentos era como un volcán a punto de
erupcionar. La presión que el alfa ejerció sobre el antebrazo del omega era muy
fuerte hasta el punto de dolerle; así que cuando él giró su rostro hacia Mikey para
reclamarle por sostenerlo con tanta fuerza, tuvo que reprimir un jadeo debido al
miedo que sintió al ver la fría mirada del rubio. Hacía mucho tiempo que no veía al
gángster actuar así, Takemichi creyó que ni siquiera el día que lo conoció en aquel
bar estaba así de enojado. Justo cuando el omega empezó a temblar de miedo,
Mikey abrió nuevamente sus labios para empezar a hablarle a Kakucho con un tono
entre burlón y despectivo.

—¿Dinero? ¿crees que puedes comprar lo que es mío con dinero? —susurró Mikey
en un hilo de voz, empezando a soltar más feromonas que denotaban lo enojado
que estaba.

—¿Lo que es suyo? —preguntó Kakucho conmocionado. Entonces su ojo rojo se


clavó sobre el cuello de Takemichi, el cual estaba lleno de moretones de chupetones
y mordidas, pero no había ninguna mordida permanente sobre su glándula de olor.
Al corroborar eso, Kakucho suspiró aliviado. —No es suyo, jefe. No tiene su marca
en él. —cuando oyeron esas insolentes palabras, todos dejaron de respirar y Draken
incluso se planteó si Kakucho estaba bajo los efectos de alguna droga. Pensó en
culpar a Sanzu, pero el beta estaba tan o más conmocionado que todos allí y sus
manos temblaban por agarrar su katana y acabar con la vida de Kakucho, pero se
contuvo.

—¿Pretendes quitarme lo que es mío simplemente porque no lo he marcado aún?


—preguntó Mikey con una gran sonrisa, sin embargo la misma no era bonita o
divertida, todos se estremecieron cuando de repente lo vieron empezar a reírse.
Takemichi se asustó aún más al oír esa risa y aguantó el agarre en su antebrazo
que, con cada segundo que pasaba, se hacía más fuerte y posesivo.

—¡HAY QUE MATARLO! —gritó Sanzu sin poder contenerse más. —¡¿Cómo te
atreves a pedirle al rey que abandone a la reina?!

—Por primera vez en mucho tiempo estoy de acuerdo contigo, Sanzu. —dijo Mikey
dejando de reír de una forma abrupta y casi antinatural. Sus ojos negros no tenían
brillo y sus feromonas estaban presionando fuertemente a Kakucho; incluso el
mismo Takemichi se estaba mareando debido al enojo del alfa, intensificado aún
más por la marca temporal que compartían. —Debí haberte matado junto con él
cuando tuve la oportunidad, tú sabes por qué sigues con vida Kakucho. Pero aún
así te atreves a codiciar lo que es mío.

Los ojos de Kakucho se afilaron cuando escuchó las dos últimas oraciones dichas
por Mikey. De repente a su mente llegó el lejano recuerdo de un bello chico de tez
morena, de grandes ojos color morado, cabello lacio color plateado y una gran
sonrisa que iluminaba todo su rostro. Le dolió recordar esa sonrisa que no pudo
proteger, pero eso le sirvió al alfa como incentivo para jurarse a sí mismo que al
menos debía ser capaz de proteger la sonrisa de su amigo de la infancia y salvarlo
de las garras de Mikey. Kakucho quería hacer por Takemichi lo que no pudo hacer
por su gran amor, quería evitar que Takemichi se obsesionara con Mikey e hiciera
tonterías por él.

—Sólo quiero salvar a Takemichi. —sentenció Kakucho más serio que nunca,
liberando sus propias feromonas para repeler las intensas feromonas que Mikey
estaba soltando para reprimir al otro alfa. —No quiero que él termine como Izana.

—¡NO TE ATREVAS A DECIR ESE MALDITO NOMBRE EN MI PRESENCIA!


—exclamó Mikey más enojado que nunca usando su voz de mando. Todos los
presentes se estremecieron, incluso Draken y Kakucho quienes también eran alfas
temblaron debido a la voz de mando de Mikey.

El rubio estaba tan fuera de sí, que soltó bruscamente el lastimado antebrazo de
Takemichi para acortar rápidamente la distancia que los separaba a él y a Kakucho;
procediendo a darle un puñetazo del cual el pelinegro se defendió con ambas
manos a duras penas, sin embargo no se esperó el rodillazo que el rubio le dio a su
estómago el cual le quitó por completo el aliento. Luego de aquel fuerte rodillazo,
Mikey dio una vuelta sobre sí mismo para darse impulso y así poder plantarle una
patada en toda la cara a Kakucho con su talón. La quijada del alfa tronó luego de
esa patada y el pelinegro salió disparado, cayendo en la elegante alfombra del salón
de aquella mansión, manchándolo rápidamente con una gran mancha de sangre
que salía de su boca de la cual no paró de brotar sangre, incluso escupió un diente.

Mikey literalmente le había fracturado la mandíbula y probablemente alguna costilla


con ese rodillazo, seguido de esa patada. Por supuesto, el intercambio fue tan
desigual porque Kakucho no se esperó que su jefe reaccionara tan mal ante la
simple mención de Izana, así que no se preparó bien para recibir tal golpiza y por
eso todo acabó tan rápido, aunque de todas formas todos (incluido él mismo) sabían
que Mikey era definitivamente el más fuerte cuando se trataba de batallas cuerpo a
cuerpo tanto dentro como fuera de la Toman. Sin embargo, hacía mucho tiempo que
el rubio no castigaba así a uno de los ejecutivos de la Tokyo Majin.

—¡Muy bien hecho, mi rey! ¡Se lo merecía! —exclamó un eufórico Sanzu, quien de
todos los allí presentes era probablemente el único que estaba satisfecho con el
actuar de Mikey. El beta de cabello rosado caminó hasta pararse al lado de un
adolorido Kakucho, quien poco a poco intentaba levantarse del suelo mientras
escupía sangre y lo miró con desprecio. —Te mereces esto y más por mencionar
ese maldito nombre en presencia del rey y por querer separarlo de la reina, ¡basura!
—dijo un muy enojado Sanzu, procediendo a golpear las costillas ya lastimadas de
Kakucho con una patada, eso provocó que el alfa volviera a escupir un poco más de
sangre sobre la alfombra y cayera de nuevo al suelo, del cual se había estado
levantado lentamente.

—¡Detente ya! —exclamó Emma, harta de ver ese espectáculo sangriento en su


hogar. —¡Es suficiente, él ya aprendió su lección! —dijo la beta mientras colocaba
sus dos manos encima de su vientre duro, toda esa situación la estaba estresando
demasiado.

Sanzu hizo caso omiso a los gritos de la beta y siguió golpeando a Kakucho, Mikey
tampoco movió un dedo para detenerlo mientras seguía fulminando al otro alfa con
sus ojos negros. Draken estaba en una encrucijada, pues por un lado quería detener
todo eso porque estaba estresando a su esposa embarazada pero a la vez no tenía
las ganas de meterse con un Mikey increíblemente enojado, él mejor que nadie
sabía cuánto se descontrolaba su cuñado cada vez que alguien se atrevía a
mencionar el tema de Shinichiro y de Izana. Luego de que pasaron unos segundos y
el loco de Sanzu siguió golpeando a Kakucho, Draken suspiró resignado y no tuvo
otra opción más que intervenir, sin embargo justo cuando dio dos pasos hacia donde
Sanzu se encontraba golpeando a Kakucho, el alfa trenzado vio sorprendido cómo
un tembloroso Takemichi se le adelantaba.

El omega estaba temblando a causa de las dos grandes emociones que estaba
sintiendo en esos momentos: miedo y enojo. Estaba muy asustado por la ira de
Mikey, sin embargo también se hallaba muy enojado por la golpiza injustificada que
estaba recibiendo su amigo de la infancia. Él sabía que si intervenía probablemente
se metería en graves problemas, por esa razón tardó tanto en hacer algo… aunque
se estaba fusionando con su omega interior, aún seguía siendo bastante cobarde.

Sin embargo, no pudo soportarlo más cuando vio cómo Sanzu golpeaba sin
compasión a una persona ya herida, tirada en el suelo y que claramente no podía
defenderse. Quiso pensar que ante esa escena Mikey se iba a compadecer de
Kakucho, después de todo el alfa seguía siendo uno de sus más fieles ejecutivos de
la Toman; no obstante el omega se decepcionó al ver indiferencia en los ojos negros
de Mikey mientras veía cómo el beta de cabello rosado golpeaba una y otra vez a
Kakucho. Takemichi simplemente no pudo soportarlo más y explotó.

El omega agarró a Sanzu por el hombro y lo separó abruptamente de Kakucho,


cuando el beta se dio la vuelta molesto para ver quién había interrumpido la
"lección" que él le estaba dando al insolente alfa, se sorprendió al ver que se trataba
de un muy enojado Takemichi. Esa fue la primera vez que Sanzu vio así de
enfadado al omega y sinceramente se hubiera puesto feliz si él no fuese la razón
por la cual su reina estaba así en esos momentos. Sanzu sonrió nervioso y procedió
a hablarle al pelinegro con sus palabras aduladoras de siempre.

—¡Mi reina! ¿por qué me…? —el beta no pudo terminar su pregunta porque
Takemichi le volteó el rostro de un puñetazo. Todos en el salón jadearon
sorprendidos, incluso el mismo Mikey se sorprendió. El golpe fue lo suficientemente
fuerte e inesperado que hizo retroceder dos pasos a Sanzu.

—No me llames más reina. —sentenció fríamente Takemichi, esa frase le dolió más
a Sanzu que el puñetazo. —No te quiero más cerca de mí, ¿cómo te atreves a
golpear a un amigo mío que ni siquiera puede defenderse? —sentenció Takemichi
mirando con desprecio a un muy dolido beta. Luego de eso el omega pasó por al
lado del beta y se arrodilló para ayudar a un lastimado Kakucho a levantarse del
piso.

—Takemitchy… —por primera vez desde que se levantó Mikey se dirigió


directamente al pelinegro, sin embargo el omega en respuesta le dedicó la más
severa de sus miradas.

—Es Takemichi para ti. —sentenció con una mano apoyada delicadamente en la
cintura de Kakucho y con la otra sosteniendo el brazo del alfa que estaba apoyado
sobre su hombro. —Pensé que eras diferente de los demás alfas, pero al final
resultaste ser igual de agresivo e irracional que todos los alfas que he conocido en
el pasado… menos Kakucho, por supuesto. Al menos él es diferente que ellos y que
tú.

Luego de decir esas tajantes palabras, el omega se encaminó junto con un


lastimado Kakucho a una habitación cercana para poder curarlo con un botiquín de
primeros auxilios, el cual fue proporcionado por Emma quien fue la única persona
que Takemichi permitió que los acompañara. Luego de darle los primeros auxilios
Emma llamaría a un doctor para que fuera a atender a Kakucho, quien
probablemente iba a necesitar de un tratamiento más profesional para su costilla
rota y para su mandíbula fracturada.

En el solitario salón de la mansión quedaron Sanzu, Mikey y Draken. El ambiente en


ese lugar era tan tenso que lo único que se escuchó por unos cuantos minutos fue
la respiración de los dos alfas y del beta, hasta que Sanzu rompió el tenso silencio
cuando le fue imposible reprimir más sus sollozos. Draken y Mikey giraron sus
rostros sorprendidos para mirar al beta, quien sollozaba de forma miserable
mientras dejaba caer lágrimas de sus grandes ojos turquesas.

Esa era la segunda vez en años que Mikey veía a Sanzu llorar, probablemente la
primera y única vez fue cuando le hizo esas cicatrices en la cara. En cuanto a
Draken, esa era la primera vez en su vida que veía al "lunático" (como él solía
llamarlo) llorar por algo. El beta podría ser una persona muy expresiva para algunas
cosas pero llorar definitivamente no era una de ellas. Sin lugar a dudas las palabras
de Takemichi realmente debieron afectar mucho a Sanzu como para que terminara
llorando de esa forma.

Sólo cuando Mikey vio llorar a Sanzu finalmente pudo reaccionar; en ese momento
se dio cuenta de que había mandado al traste todo lo que había avanzado con
Takemichi en las últimas semanas debido a que fue incapaz de controlar sus
impulsos. Entender eso lo hizo sudar frío y sentir un auténtico terror por primera vez
en muchos años. Quizás la última vez que sintió eso fue el día que perdió a
Shinichiro, o tal vez el día que cometieron un intento de asesinato contra Emma. Era
el auténtico pavor de perder a un ser querido, alguien de tu familia.

Mikey por primera vez tuvo miedo de perder a Takemichi por no poder controlar sus
impulsos más bajos.

…Continuará…

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