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XII. UN DISCURSO DE POLÍTICAS


QUE REFLEJA SU MARCO

M a r t in R e i n y D o n a l d S c h o n

E l e n m a r q u e d e l d i s c u r s o d e l a s p o l ít ic a s

M ientras que en la prim era p arte del volum en se h an exam inado las ex­
periencias nacionales con respecto a la relación que hay en tre el co n o ­
cim iento social y el E stado, la segunda p arte ab orda cuestiones acerca
de la relación que existe entre am bas esferas. La p rim era cuestión que
abordarem os es el c arác ter de los procesos de la política p ú b lica a los
que se espera que contribuya la ciencia social. Este capítulo y el siguien­
te, de M ajone, intentan conceptualizar el proceso de políticas en form as
innovadoras, con objeto de aclarar la relación que g u ard a con la ciencia
social orientada hacia las políticas.
E n la práctica de las políticas existen ob stin ad as contro v ersias que
tienden a eternizarse, relativam ente inm unes a toda resolución p o r refe­
re n c ia a los testim o n io s y que r a ra vez llegan a reso lv erse en fo rm a
definitiva. En el m ejor de los casos quedan zanjadas d u ran te u n tiem po
p o r obra de procesos electorales, tom as del po d er o negociación. O, con
los cam bios ocurridos en u n contexto m ayor, sim plem ente pueden des­
aparecer por un tiem po, para reaparecer en alguna form a nueva.
Las trayectorias de estas controversias —podem os p en sar en las disp u ­
tas causadas p o r las arm as nucleares, el b ienestar o la condición de las
m ujeres— no deben in te rp re ta rse en térm in o s de la ya fa m ilia r se p a ­
ració n de cuestiones de valor y cuestiones de hecho, pu es los p a rtic i­
pantes en ellas interpretan los problem as de sus difíciles situaciones de
políticas p o r m edio de marcos en que se integran hechos, valores, teo- •
rías e intereses. Dadas las m últiples realidades sociales creadas p o r m ar-
cqs en conflicto, los p articipantes no sólo están en desacuerdo m u tu o , e*
sino tam bién acerca de la naturaleza de sus desacuerdos.
Las controversias en to rn o a las p o líticas d u rad era s p la n te a n la s i­
guiente cuestión epistem ológica: ¿cuál puede ser la base p a ra resolver
co n flicto s de m arco s c u a n d o los p ro p io s m a rco s d e te rm in a n lo que
c u e n ta com o p ru e b a , y cóm o se h a de in te rp re ta r la p ru e b a ? C om o
re sp u e sta a esta situ a c ió n p ro p o n e m o s en este c a p ítu lo u n a episte­
mología empírica: no una teoría del conocim iento en el sentido filosófi-
co, sino u n a investigación del conocer en la práctica p o r el cual, en nues­ análisis de marcos, que sirve básicam ente para explicar las estructuras
tra sociedad, tratam o s de resolver las controversias en torno a políticas que dan form a a los procesos de interacción social y com unicación.
a falta de u n a base generalm ente aceptada p ara resolverlas.1 N uestro em pleo de la idea de enmarque tiene u n aire de familia con
E m pleam os el térm ino discurso de políticas p a ra referim os a las inter- todo lo anterior, pero deseam os reservar el térm ino a u n proceso más
| acciones de individuos, grupos de interés, m ovimientos sociales e institu­ fundam ental en relación con el cual esos otros usos pueden verse como
ciones p o r m edio de los cuales situaciones problem áticas se convierten variaciones especializadas. El enm arque es, según n u estro em pleo del
en p ro b lem as de políticas, se fijan agendas, se to m an decisiones y se térm ino, u n a m anera de seleccionar, organizar, in terp retar y dar sentido
em p ren d en acciones.2 R econocem os el análisis de políticas com o una a juna realid ad com pleja en tal form a que nos ofrezca puntos de guía
form a de actividad intelectual que puede fun cionar com o causa o conse­ para conocer, analizar, convencer y actuar. Un m arco es u n a perspectiva
cuencia de m ovim ientos que ocu rren d entro de los procesos de un dis­ desde la cual se puede d ar sentido a una situación am orfa, problem ática
cu rso de políticas m ás general. E n p articu lar, nos interesan las condi­ y m al definida, y ac tu ar en consecuencia.
cio n e s en que el d isc u rso de las p o lític a s p u ed e lleg a r a refle jar los El e n m a rq u e tra n s p ira en tres niveles: la vida p erso n al, la investi­
m arcos. A nalizarem os estas cuestiones en el dom inio específico de las gación científica o erudita y la hechura de las políticas. Además, a m e­
políticas de bienestar. nos que queram os suponer un m undo de políticas, no habitado por per­
sonas y caren te de conocim iento, deberem os relac io n ar entre sí estos
Enm arque tres niveles de enm arque.
E studiosos de m uy diversas disciplinas han descubierto independien­
La idea de los m arcos ha recibido, recientem ente, b u ena difusión. Min- tem ente la im portancia de este sentido m ás fundam ental del enm arque.
sky (1978) in tro d u jo el té rm in o m arco en el cam p o de la inteligencia El antropólogo Clifford G eertz (1983) reconoce que es necesario cuando
artificia] p ara referirse, p o r ejemplo, a una form a p articu lar de represen­ observa que: "el m undo es u n lugar variado, y m ucho puede ganarse [...]
ta r el conocim iento. K ahnem an y Tversky (1974) escribieron acerca de confrontando el espléndido estado de cosas, en lugar de desear que des­
los m arcos q u e d isto rs io n a n n u e s tra in te rp re ta c ió n y a n á lisis de los aparezca en un halo a base de generalidades sin fuerza y falsos consuelos”.
datos, tom ando com o pun to de referencia u n a concepción p articular de El filósofo social Geoffrey Vickers (1975) h a acuñado el térm ino sis­
la to m a de decisiones racional. El sociólogo W illiam G am son (Gam son y tema apreciativo para referirse a los sistem as de valores, preferencias, nor­
L asch, de p ró x im a a p a ric ió n ) h a em p lead o el té rm in o em pacar para m as e iaeas sobre la base de los cuales enm arcam os la grandiosa realidad
referirse a un tipo particu lar de enm arque, a saber: el proceso p o r el cual del m undo, y con ello lo hacem os coherente ante nosotros mismos. En su
encarnam os u n a idea (o m arco) central organizadora, en una posición opinión, un sistem a apreciativo debe satisfacer tres condiciones:
de política que luego expresam os m ediante sím bolos ta n condensadores
com o m etáforas o lemas. Goffm an, 1974, ha desarrollado u n a especie de En prim er lugar, debe corresponder a la realidad, lo suficiente para guiar la
acción. En segundo, debe ser lo b astan te com partido p o r nuestros com ­
1 V éa se M ajone, e n el c a p ítu lo x iu d e e ste v o lu m en . E n su e n sa y o , M ajon e s e explaya pañeros para m ediar en la comunicación. En tercer lugar, debe ser lo bastante
so b re otra ruta de la in v e stig a c ió n al m ism o p ro b lem a , a saber: u n a in vestig a ció n d e hasta
aceptable a nosotros mismos para hacer tolerable la vida.
qu é p u n to la e p iste m o lo g ía filosófica p u ed e servir ú tilm en te c o m o a n alogía y v eh íc u lo para
el a n á lisis de p ro b lem a s de p o lítica s, in c lu y en d o la s m á s p ro fu n d a m en te arraigadas c o n ­ Es, pues, un constructo mental, en parte subjetivo, en gran parte intersubje­
troversias d e p o lítica s. tivo, es decir, basado en un juicio subjetivo com partido y constantem ente
2 U na v ez m á s, e n co n tra m o s u n a n o ta b le c o m p lem en ta ried a d en tre n u estro en foq u e y el desafiado y confirmado por la experiencia.
de otra co la b o ra ció n a e ste v o lu m en , a saber, la de W ittrock et a i, ca p ítu lo ir. M ientras que
el d iscu rso de p o lític a s se refiere a u n tip o de p r o c eso de con versión , a saber: aqu el por el
c u a l la s in te r a c c io n e s d ir e c ta s e n tr e d iv e r so s in te r e se s se c o n v ie r te n en p r o b le m a s de Siem pre debe haber sistem as apreciativos a p a rtir de los cuales per­
p o lític a , é ste en fo c a — para em p lea r su térm ino— la e stru ctu ración del d iscu rso. E n tales sonas, eruditos o activistas políticos construyen sus m arcos.
p r o c eso s, p ro b lem a s d e p o lític a d e p a rticu la r im p o rta n cia y p e r siste n c ia p u ed en con ver­
tirse —y fu sio n a rse— e n d isc u r so s in telec tu a les in stitu c io n a lm en te rep rod u cid os, qu e a su
El filósofo Nelson G oodm an (1978) introdujo el térm in o formación del
vez p u ed en servir c o m o d e p ó sito s para su u so in term iten te en varias con troversias, ya sea m undo para referirse a los procesos p o r los cuales enm arcam os y dam os
en u n a fu n c ió n de ilu stra ció n o de d e fen sa (v éa se ta m b ién W eiss [ca p ítu lo x iv ] y W ittrock form a a las realidades de los m undos en que vivimos. Y, lo que tal vez
[c a p ítu lo x v ] en e ste v o lu m en , q u ie n e s e la b o r a n u n a ser ie de m o d e lo s p r e c isa m e n te de
e sto s tip o s de u tiliz a ció n del c o n o c im ie n to ).
sea m ás significativo, el sociólogo K arl M annheim (1936, p. 265) hace
largo tiem po ya introdujo la idea de u n a sociología del co n o cim iento Las políticas siem pre se tocan en u n a "guitarra azul”, porque definen
como el estudio de: y h a sta cierto p u n to c rean la fo rm a en que son las cosas. C u an d o la
gente no se pone de acuerdo acerca de u n a cuestión de políticas, puede
las diversas m aneras en que los objetos se presentan al sujeto, de acuerdo exam inar los hechos de la situación y d e te rm in a r quién tiene la razón;
con las diferencias de medios sociales (con el resultado de que) las estructuras los desacuerdos en to m o a políticas surgen dentro de u n m arco co m ú n y
m entales inevitablem ente se form an de distintas m aneras en los diversos se pueden resolver, en principio, recurriendo a reglas establecidas. Pero
medios sociales e históricos.
las controversias de políticas no pueden resolverse recu rrien d o tan sólo
a los hechos ni, en realidad, recurriendo a evidencia de ninguna índole,
E stru ctu ras m entales, apreciaciones, form ación del m undo y en m ar­ porque se derivan de m arcos conflictivos, y el m ism o cuerpo de eviden­
que son térm inos que captan diferentes rasgos de los procesos p o r los cia puede em plearse p a ra apoyar p o stu ras totalm ente distintas respecto
cuales la gente construye interpretaciones de situaciones problem áticas, de las políticas.
h acién d o las co h eren tes desde n u estras diversas p ersp ectiv as, y d á n ­ Los m arcos de p o líticas y sus su b y acen tes sistem as ap re cia tiv o s se
donos m arcos evaluativos d entro de los cuales podem os ju z g a r cóm o revelan p o r m edio de los relatos que los participantes están dispuestos a
actuar. N adie está exento de la necesidad del enm arque. Las prácticas hacer acerca de situaciones de las políticas. E stas narraciones, que p re­
personal, académ ica y de política dependen de ello. cisan los problem as y frecuentem ente basadas en m etáforas generativas,
enlazan los relatos causales de los problem as de política con propuestas
particulares de acción, y facilitan el salto norm ativo que va del "ser" al
Controversias de políticas "debe ser" (Rein y Schon, 1977). Dado que la realidad de cualquier situ a ­
ción de las políticas siem pre es m ás rica y m ás com pleja de lo que se
Lo que hace p ro b lem ático al en m arq u e es que con d u ce a d iferen te s puede ca p tar p o r m edio de cualquier relato en particular, las controver­
visiones del m u n d o y crea m ú ltiples realidades sociales. G ru p o s de sias sobre políticas están sujetas, p o r su esencia m ism a, a relatos hechos
intereses y de votantes, estudiosos trabajando en diferentes disciplinas y desde m ú ltip les p e rsp e ctiv a s. S ie m p re tie n e n el p o te n c ia l de in te r ­
personas en diversos contextos de vida cotidiana tienen distintos m arcos pretación eñ térm inos de m arcos m últiples y conflictivos, donde no exis­
que los co n d u cen a ver diferentes cosas, a h ace r diversas in te rp re ta ­ ten esos m arcos co m únm ente aceptados p ara la resolución. P or tanto,
ciones de cóm o son las cosas y a apoyar distintos cursos de acción, con levantan el espectro del relativism o epistem ológico.
respecto a lo que se debe hacer, cómo se debe hacer y p o r quién. En la filosofía de la ciencia, K uhn (1962) h a distinguido los periodos
Si los h o m b res ven el m undo com o algo diferente p a ra cad a u n o y de ciencia norm al (cuando los científicos actúan dentro de u n parad ig ­
actúan de acuerdo con sus diversas opiniones, entonces el m undo m is­ m a com partido [m arco, en n u estro sentido], y están de acu erdo en las
mo se vuelve diferente. Expectativas, creencias e interpretaciones m ol­ reglas del juego para zanjar desacuerdos) de los periodos de revolución
d ean los m u n d o s en que vivimos. La obra de Alfred S c h u tz so b re la científica, en que el desacuerdo científico pasa a través de los p a rad ig ­
estru ctu ra de la vida cotidiana es un enfoque filosófico al problem a de m as y no hay u n m arc o ac ep ta d o p a ra za n ja r d isp u ta s. E n el ú ltim o
las m últiples realidades construidas, m ediadas a través de signos, sím ­ caso, las controversias pueden desaparecer porque quienes sostenían un
bolos y lenguajes, que conducen a diferentes cursos de acción social paradigm a com petitivo sufren u n a conversión, o porque sim plem ente se
(Schutz y Luckm ann, 1981). Wallace Stevens (1954, p. 165) expresó m uy m ueren y nadie los rem plaza.
bien u n a idea sim ilar en un poem a breve pero incisivo:
En su obra Philosophy and the Mirror o f Nature, R orty (1979) ha tra ta ­
do de m an era m ás general un tem a sem ejante. H a distinguido entre el
Dijeron: "tienes una guitarra azul,
No tocas las cosas como son".
discurso norm al y el anormal en la ciencia, así com o en otros cam pos de
Él replicó: "Las cosas como son investigación. Según el sentido que le da, norm al se refiere al discurso
Se cambian con la guitarra azul".3 que p ro ced e de a cu erd o con u n c o n ju n to c o m p a rtid o de reglas, su ­
posiciones, convenciones, criterios y creencias, todo lo cual nos dicen
cóm o, a lo largo del tiem po y en p rin cip io , se p u ed e resolver u n d es­
3 E sta referencia fu e sugerid a p o r L isa Peattie. acuerdo. Aquí, aun cuando en realidad pueda persistir un conflicto, hay
UN DISCURSO DE POLÍTICAS QUE REFLEJA SU MARCO 333
u n a c re e n c ia —ta l vez ilu s o ria — b a s a d a en la su p o sic ió n de q u e las
p a ra las p ro p o sic io n e s n o rm a tiv a s c o n te n id a s en el e n m a rq u e de u n a
reglas o rd in arias del d iscurso “e n c a m a n n o rm as aceptadas p a ra llegar a
situ ació n , y en la re su lta n te o p inión de lo que es co rrec to o in co rrecto
u n a c u e rd o ". P o r c o n tra s te , el d iscu rso a n o rm a l o c u rre en a q u e lla s hacer.
situ acio n es en que las n o rm as co m ú n m en te aceptadas p a ra llegar a un E n m u c h o s a sp e c to s, e sta s tre s n o rm a s d e e v a lu a c ió n de m a rc o s
acu erd o no son los elem entos esenciales en los que se basa la co m u n i­ p u e d e n e n tra r en conflicto m u tu o . S in em b a rg o , in tu itiv a m e n te c o m ­
cación en tre los actores opuestos. Tales situaciones no son definidas p o r p ren d em o s que no todos los m arcos son de igual valor. P odem os discer­
los p a rtic ip a n te s en fu n c ió n de u n m a rc o objetivo d e n tro del cual se n ir u n te rre n o q u e se e n c u e n tra en a lg ú n lu g a r e n tre el p o sitiv ism o
p u e d e n a r b itr a r o a d m in is tr a r los d e sa c u e rd o s. Y sin em b a rg o , a u n extrem o, según el cual to d as las co n troversias im p o rta n te s pu ed en resol­
aquí, com o lo h a observado G eertz (1983, p. 223), co m en tan d o la obra verse p o r re feren cia a los h e ch o s y la lógica, y el relativ ism o extrem o,
de Rorty: según el cual u n m arco de u n a situ ac ió n es ta n b u e n o com o cualq u ier
o tro .4 Pero las n o rm as p ro p u estas p o r M arch p a ra la a d ecu ació n de los
No se abandona la esperanza de llegar a un acuerdo. En ocasiones la gente en m arq u es no d isip an el espectro del relativism o ni nos enseñ an "cóm o
cam bia de opinión, o tiene sus diferencias sobre el resultado de la inteligencia
e stu d iar el d iscu rso an o rm al desde el p u n to de vista de algún discurso
concerniente a lo que creen los individuos o grupos de individuos cuya mente
n o rm a l”. P o r eje m p lo , p u e d e n re s u rg ir c o n flic to s de m a rc o s c u a n d o
corre “en otra pista”.
aplicam os las n o rm a s de la verdad, la belleza y la ju stic ia a la evaluación
de los m arcos que intervienen en u n a controversia de políticas específica.
Según Rorty, la ta re a consiste en "cóm o estu diar el discurso anorm al
Un estudio del discurso de los m arcos en la política social puede reve­
desde el p u n to de vista de algún discurso norm al”. H ay algo m uy a tra c ti­
lar los m odos en que en realidad actu am o s en n u e stra sociedad, con las
vo en esta form ulación p orque suena a verdad, aunque los térm inos nor­
m al y anorm al parezcan innecesariam ente peyorativos. G eertz propone situaciones epistem ológicas plan tead as p o r u n conflicto de m arcos. Una
el u so del discurso estándar y no estándar, pero esa term inología parece ep istem o lo g ía em p íric a p u ed e a y u d a r a a c la ra r c u áles n o rm a s a p lic a­
ta n insatisfactoria com o la sugerencia de Rorty de que se em plee el té r­ m os en realid ad en n u estro juicio sobre lo ad ecu ad o de los m arcos, y p o r
m edio de qué procesos en fo c árn o slo s conflictos de m a rco s a falta de un
m in o herm enéutica p a ra d e sc rib ir el d iscu rso an o rm al, y el de episte­
m arco co m ú n m en te aceptado p ara resolverlos. E se e stu d io se en fren ta­
m ología p a ra d e sc rib ir el d iscu rso norm al. N in g u n a de esas fo rm u la­
ría á la cuestión de los cam bios de marco: cóm o los m a rc o s que p lantean
ciones parece correcta; n in g u n a parece ofrecer u n a alternativa clara a
u n a visión relativista de los conflictos de enm arque. problem as en m a te ria de política social cam b ian con el paso del tiem po.
La in te rp re ta ció n relativ ista extrem a de los m arco s lleva a so sten er A yudaría a a cla ra r las propiedades de un posible discurso que reflejara el
marco: u n d isc u rso de p o líticas en que los p a rtic ip a n te s reflejaran los
que to d o s los m arco s son ig ualm ente válidos. Pero au n q u e sea difícil
re fu ta r la lógica relativista a la que conduce u n reconocim iento de en ­ conflictos de m arcos que están im plícitos en sus controversias, y explo­
m arque, esa lógica ofende el sentido com ún y el entendim iento com ún. ra ra n los potenciales p ara su resolución.
U na epistem ología em pírica tam b ién en focaría las posibles funciones
No todos los m arcos ni todos los relatos en que se les expresa son igual­
de un tipo p artic u la r de análisis de políticas. El an álisis convencional de
m e n te a c e p ta b les o co n v in cen tes. Al p a re c e r, ten em o s u n a s n o rm a s
im plícitas y tal vez hasta consensúales con las cuales podem os ju zg ar lo p o lític as se p re o c u p a p o r la elección; p re g u n ta có m o el que to m a las
decisiones puede elegir racionalm ente en tre diversas opciones de políti­
a d e c u a d o de los d ife re n te s m a rc o s p a ra la in te rp re ta c ió n , el e n te n ­
dim iento y la acción. ca p ara realizar sus valores. P or lo co n trario , el análisis de políticas que
P o r ejem plo, M arch ha sugerido que n os dejam os g u iar en n u estro critica los m arcos in tenta po n er en relieve el discurso de políticas que re­
fleja los m arcos, identificando las suposiciones que se d a n p o r sentadas
ju icio de diferentes m arcos p o r las norm as de belleza, verdad y justicia
y que subyacen en nuestro s en tendim ientos y acciones —ap arentem ente
(M arch y Olson, 1975). La belleza se refiere a la elocuencia que haya en
n a tu ra le s — en u n a situ a c ió n p ro b le m á tic a de p o lític a s. T ra ta de ex­
la form ulación de un argum ento, especialm ente a la parsim onia en sus
plicar los m arcos conflictivos inherentes a las controversias de políticas,
cad e n a s de inferencia. La verdad tiene que ver con la v e riñ c ab ilid a d
y confiabilidad de las im plicaciones de las p rem isas co n ten id as en el
argum ento asociado con un m arco. La justicia se deja guiar por norm as 4 V é a se ta m b ié n M ajon e (c a p ítu lo x m ), W eiss (c a p ítu lo x iv ) y W ittro ck (c a p ítu lo x v ) de
e ste v o lu m en , q u ien es d e d ifer e n te s m an eras e n fo c a n e ste d ilem a .
de m odo que podam os reflexionar sobre ellos y ca p ta r m ejor las rela­ m ism os. Una discusión acerca de los m arcos casi siem pre es acerca de
ciones que hay entre las prem isas ocultas y las conclusiones norm ativas. un aspecto profundo de nosotros m ism os. P or tanto, no es posible sepa­
Pero el estudio de los m arcos y de los conflictos de m arcos se ve obsta­ ra r el m arco, o sea el objeto acerca del cual querem os teorizar, de la p er­
culizado, lam entablem ente, p o r dificultades conceptuales y prácticas, sona que lo sostiene. Pero, com o acabam os de observar, un m arco no
casi tan difíciles de identificar com o de superar. Si querem os avanzar determ ina una posición p articu lar acerca de una cuestión sustantiva de
hacia u n discurso de políticas que refleje los m arcos, antes deberem os política, y m uchas posiciones de políticas pueden ser congruentes con
com prender qué lo hace tan difícil. un m arco determ inado. Hay m ás que u n a conexión lógica entre un m a r­
co y sus consecuencias prácticas para la acción.
Las p olíticas, en térm in o s generales, tie n d e n a no ev o lu c io n ar p o r
Dificultades al estudiar los marcos m edio de cam bios de enm arque autorreflexivos, de alcance general, del
tipo que Heclo (1985) ha descrito com o "cam bios en la autoconciencia”:
Aunque los m arcos ejercen una poderosa influencia sobre lo que vemos "Los cam bios en la autoconciencia im plican los m ás generales cam bios
y descuidem os, y sobre cóm o interpretam os lo que vemos, p aradójica­ de paradigm a [marco]: ¿Dónde estam os? ¿Por qué estam os aquí? ¿Adon­
m ente son difíciles de evaluar. Como son parte del m undo natural —que de vam os?" P o r o tra p a rte , ten em o s m u ch o s ejem plos de ca m b io de
dam os p o r sen tad o — a m enudo no nos dam os c u e n ta de su p apel al m arco en to rn o a cuestiones específicas de política. P o r consiguiente,
organizar nuestras percepciones, pensam ientos y acciones. n ece sita m o s e n fo c a r el e n m arq u e de las c u e stio n es de p o lític a s que
En la p ráctica, es m uy difícil d istin g u ir entre los d esa cu e rd o s que pueden estar o no estar relacionadas con cam bios de m arco m ás gene­
ocurren dentro de un m arco y los conflictos y controversias que ocurren rales. N ecesitam os p re g u n tar qué es lo problem ático en estas cu estio­
entre diversos m arcos. Esto se debe, en parte, a que los m arcos son acer­ nes, en qué terrenos de políticas se encuentran y cuáles factores explican
ca de acción, y el deseo de hacer algo suele conducir a u n com prom iso las form as en que están enm arcados. Sabem os m ucho m enos acerca de
de volver realizable esa acción que buscamos. A m enudo lo hacem os "afe- estas cosas de lo que solemos creer... aunque, sin du d a alguna, en tran en
rrándonos" a u n m arco dom inante con sus m etáforas convencionales, juego intereses m ateriales y simbólicos.
con la esperanza de “com prar” la legitim idad para un curso de acción Es difícil distinguir entre los cam bios de enm arque reales y los poten- .
inspirado, en realidad, por diferentes intenciones. De ahí la com ún dis­ cíales. Por ejem plo, en el cam po de la política de asistencia pública, la
crep an cia en tre lo que decim os y lo que en realidad q u erem o s decir. introducción del ingreso com plem entario del seguro (ssi) podría in te r­
Como resultado, con frecuencia som os incapaces de d ecir cuál m arco p retarse com o un reenm arque de las políticas norteam ericanas hacia los
está en realid ad subyacente en u n a posición de políticas. C uando los pobres, porque significó n acio n alizar las instituciones y la legislación
participantes en un discurso de políticas em piezan a "apostar" oscure­ que solem os relacionar con la Ley para los Pobres, integrándolas en el
cen los m arcos subyacentes. m arco de la seguridad social, al m enos para una parte im portante de la
El discurso de m arcos es difícil de estudiar, por varias otras razones. población que depende de la asistencia. Este acontecim iento pudo haber
El m ism o curso de acción puede ser congruente con m arcos totalm ente creado un potencial para un cam bio de en m arque en algún m om ento
distintos; p o r ejem plo, en las políticas de b ienestar n o rtea m erica n as, posterior; pudo conducir a reenm arcar el problem a de la pobreza en té r­
hubo una m arcada continuidad durante los gobiernos de Ford y de Cár­ m inos de u n a concepción m ás general de la responsabilidad social de
ter, au n cuando los portavoces de sus políticas hubiesen adoptado m uy ayudar a los pobres. Pero ese potencial de reenm arque no se realizó. No
distintas posiciones.5 El mism o m arco puede conducir a diferentes cu r­ se introdujeron otras reform as, p o r lo cual el potencial de un reenm ar­
sos de acción; los liberales que sostienen m uy sim ilares posiciones de que m ás vasto quedó latente. En realidad, lo que ha ocurrido es que los
política, sin em bargo, están en desacuerdo m utuo acerca del tra to de­ a n c ian o s p a re c e n e sta r d isfru ta n d o de u n a p o sició n p riv ileg iad a a
bido a los que son inelegibles p ara los pagos de asistencia social. expensas de las fam ilias pobres y los niños dependientes.
Los m arcos hacen referencia a sí mismos, pero no se in terp retan a sí Es posible lograr reenm arque sin controversias y controversias sin re-
enm arque. Las políticas pueden cam biar sin la elección de un m arco, y
5 E n el ca p ítu lo v de este volum en . S m ith dem u estra una pauta s im ila r d e c o n tin u id a d a
lo largo del esp ectro p artidista c o n respecto a la p olítica británica de la c ie n c ia so c ia l en los podem os discutir sobre la elección de m arco sin ningún cam bio político.
m u y d iferen tes co n tex to s de las p olíticas de lo s sesen ta y los setenta. P o r ejem plo, d u ran te los sesenta y com ienzos de los setenta surgió en
los E stados Unidos u n debate p o r la introducción de u n im puesto nega­ parecía ta n p e rtu rb a d o r. El nom bre m ism o indicó im p lícitam en te el
tivo general sobre la renta. Se efectuaron m uchos experim entos sociales cam in o a la so lución del problem a, a saber: la liberación fem enina.
p a ra m o strar que el ingreso garantizado no p ertu rb aría el esfuerzo labo­ Desde la perspectiva del m arco resultante, cuestiones políticas específi­
ral ni la estabilidad de las familias, y se introdujeron reform as legislati­ cas —por ejemplo, las cuestiones de la atención durante el día y los pa­
vas. Pero el plan abortó; de ahí no surgió ningún gran cam bio. M ientras gos de asistencia a las m ujeres— adquirieron significados m uy distintos.
ta n to , las políticas públicas n o rteam erican as seguían com prom etidas El nom bre asignado a u n terreno problem ático llam a n u estra a te n ­
con el concepto de que las personas debieran tener un ingreso puro en ción hacia ciertos elem entos y nos lleva a pasar otros por alto. O rganizar
efectivo, en lugar de prestaciones en especie o asignadas con propósitos las cosas nom bradas las une en un todo integrado. El proceso com ple­
específicos, com o vivienda, ate n c ió n m éd ica o alim entos. Pero en la m entario de n o m brar y de enm arcar construye socialm ente la situación,
práctica, pese al com prom iso con la expansión de las opciones indivi­ define cuál es su problem ática y sugiere cuáles son los cursos de acción
duales, lo que surgió fue u n a creciente proporción del gasto para benefi­ apropiados. Nos da coherencia conceptual, u n a dirección p a ra la ac­
cios en especie, que lim itó la elección individual a ciertas categorías par­ ción, u n a base p a ra la persuasión y un m arco p ara la recabación y el
tic u la re s de gastos com o com b u stib le, alim e n to s y ate n ció n m édica. análisis de datos; orden, acción, retórica y análisis.
H u b o así u n im p o rta n te re e n m a rq u e de las p o líticas, pero sin una Cuando los participantes en una controversia de políticas nom bran y
explícita decisión pública de avanzar en dirección del reenm arque. enm arcan la situación de las políticas de m aneras distintas, a m enudo es
M uchos cam bios de política consisten ta n sólo en adaptarse a situa­ difícil descubrir por qué están luchando. Por ejemplo, no es posible de­
ciones cam biantes. Em pero, el efecto acum ulativo de m uchas de estas cir, sencillam ente: “C om parem os diferentes perspectivas para resolver
adaptaciones puede entrañar u n reenm arque del m odo en que pensam os la p o b reza”, pues es probable que cada enm arque del problem a de la
y actuam os con respecto a la cuestión de políticas de que se trate. Pode­ pobreza seleccione y nom bre diferentes características de la situación
m os vernos llevados a u n cam bio de m arcos por algo distinto de la evolu­ problem ática. Ya no som os capaces de decir que estam os com parando
ción de las ideas o la experiencia de la investigación dentro de un marco. distintas perspectivas sobre "el m ism o problem a”, porque el problem a
Los diversos tipos de fenóm enos que obstaculizan u n a epistem ología m ism o se h a m odificado. P or ejem plo, aunque p o dam os ponernos de
em pírica del discurso de políticas p u eden ser, en sí m ism os, objeto de acuerdo en que la pobreza trata de falta de recursos, la naturaleza de lo
estudio. Un estudio de los conflictos de m arcos y los cam bios de enm ar­ que falta puede ser sum am en te oscura. La idea de dependencia hace
que debe en focar el enm arque de cuestiones p articulares de política y p ro b le m ático el pro ceso p o r el cual los pobres a d q u ie re n recursos,
aguardar a la interrelación de procesos tales como el "aferrarse”, enm arcar tratándola com o pauperización. Las transferencias de ingreso tendien­
al nivel de las políticas adoptadas y aplicadas, y la obligación de reenmar- tes a responder a la falta de recursos pueden crear nuevos problem as de
car p o r m edio de m últiples adaptaciones a circunstancias cam biantes. dependencia, o una subclase que obtenga su ingreso gracias a la genero­
sidad del gobierno. C uando se considera la p o b reza en función de la
desigualdad hay u n a preocupación por la distribución relativa de recur­
U N VOCABULARIO PRELIMINAR PARA EL ESTUDIO DE LOS MARCOS sos, de m odo que al dar ayuda a los pobres nos vem os obligados a con­
siderar la posición económ ica de los grupos de ingresos altos y m edianos
Nombrar y enmarcar de la sociedad. E n cada caso, el nom bre dado a la problem ática situa­
ción de la pobreza selecciona diferentes fenómenos —en el mejor de los ca­
Una vez nom b rad o u n terreno de políticas, su nom bre parece natural. sos, traslapantes— para centrar en ellos nuestra atención y los organiza
Pero el paso de u n a sensación incoherente de que algo, en una situación, de m anera distinta.
está mal, a u n a especificación de lo que está m al puede estar preñado de
incertidum bre, intelectual y em ocional en sus m anifestaciones. El contexto
E n The Feminine Mystique, Betty F riedan (1964) describe la sensación
que tuvo, d u ran te los sesenta, cuando se sentía preocupada por la posi­ El enm arque de una cuestión de políticas siem pre ocurre en el seno de
ción de las m ujeres pero no sabía qué nom bre d a r a la angustia que sen­ un contexto anidado. Las cuestiones de políticas suelen surgir en rela­
tía. El som etim iento fem enino fue el nom bre dado al fenóm eno que le ción con program as gubernam entales, que existen en algún entorno de
políticas, el cual a su vez es p arte de otro m edio político y económ ico institucional en favor de los pobres y los desprotegidos. La era de los
m ás vasto, localizado a su vez dentro de una época histórica. C uando se ochenta aún parece estar desenvolviéndose, pero tem as com o la repriva­
m odifica algún rasgo del contexto anidado, los p a rtic ip a n te s p u ed en tización y los lím ites de la in te rv e n ció n g u b e rn a m e n ta l p a re c e n evi­
d escu b rir que ya no funciona la repetición de u n a fó rm ula que antes dentes, acaso com o reacción al afán expansionista de la época anterior.
h ab ía tenido éxito. Entonces, esa percibida m odificación del contexto Hace m ucho tiem po, Innis (1951) nos recordó el célebre aforism o de
puede fijar el clim a dentro del cual redes adversarias intentan reenm ar- Hegel de que "el búho de M inerva levanta el vuelo al caer la noche”, es
car u n a cuestión de política, dando otros nom bres al terreno de las polí­ decir, la sabiduría de una época sólo llega cuando está term inando. É sta
ticas, reconstruyendo las interpretaciones sobre cómo las cosas llegaron es una observación cínica, porque es precisam ente en el p u n to en que
a ser lo que son y proponiendo lo que puede hacerse al respecto. una era ha term inado cuando ya no podem os h a ce r n ad a p o r ella. Sin
Resulta útil distinguir al menos cuatro contextos anidados. Un progra­ em bargo, tal vez Hegel tuviera razón, en p arte. Q uizás u n cam bio de
m a puede servir com o su propio contexto interno, que se modifique con el contexto nos m uestre que algo se ha m odificado en u n a sociedad, a u n ­
tiem po m ediante el rem plazo de su personal, sus patrocinadores o sus que el cam bio aú n no haya sido plenam ente captado. Un cam bio de con­
clientes. Las m etas surgen de las posibilidades de la situación interna y de texto puede verse com o el instintivo tanteo de u n a sociedad que tra ta de
la necesidad de adaptarse a los cambios que ocurren en ella. C aracterísti­ com prender, de antem ano, el pleno desarrollo del cam bio social. Por ta n ­
cam ente, la organización se adapta a su nueva situación en lugar de in­ to, el búho de M inerva puede volar al alba m ejor que al anochecer. Las
ten tar deliberadam ente modificar su marco. Pero unas nuevas reglas de ideas y los sím bolos del sistem a cu ltu ral de la so ciedad (en té rm in o s
hacer las cosas, adoptadas con espíritu de ajuste, pueden preparar los fun­ de Parsons) pueden prefigurar los cam bios de su sistem a social antes de
dam entos de u n cam bio considerable del marco, corriente abajo. que estos cam bios hayan sido cabalm ente com prendidos (Parsons, 1967).
El contexto próxim o es el entorno de política en que opera un pro g ra­ H asta aquí hem os dicho que el enm arque de las cuestiones de política
ma. Un program a siem pre existe en interacción con otros program as, y responde a los cambios de los contextos m ás vastos de la política, cambios
el reenm arque puede ocurrir cuando se modifica el contexto próximo. Por que a m enudo e n trañ an alteraciones del propio m arco. Pero tam bién es
ejemplo, el alojam iento público en los Estados Unidos fue redefinido en cjerto que el reenm arque de cuestiones puede d a r form a a los contextos
el curso del desarrollo de un program a de renovación u rb an a que arrojó de los cuales depende. Algunos cam bios de contexto o cu rren cuando in­
a u n a diferente clase de gente a la vivienda pública, m odificando así el dividuos y organizaciones se ad ap tan a sus situaciones locales; el efecto
m undo del program a y obligándolo a adaptarse a un m edio nuevo. acum ulativo de sus adaptaciones produce un nuevo m undo social que, a
El contexto macro incluye los cam bios en las direcciones de las políti­ su vez, conduce a nuevas form as de conducta. El reenm arque de cuestio­
cas, los cambios de las instituciones destinadas a aplicar medidas políticas, nes de políticas b ro ta de los. cam bios de contexto y tam bién ayuda a p ro ­
la realineación de la política partidista y las fluctuaciones económicas. Los ducirlos. Tanto la adaptación cpm o el aprendizaje social son operativos.
cam bios ocurridos en el contexto m acro no necesariam ente fijan las
condiciones para el reenm arque de las políticas, al m enos a corto plazo,
pero sí pueden conducir a un reenm arque simbólico. Así, como hem os vis­ E l discurso del marco
to, la retórica del desacuerdo puede sugerir un im portante reenm arque de
las políticas, m ientras la práctica m uestra una notable continuidad. La conversación interpersonal tal vez sea el sentido fundam ental del tér­
Los cam bios globales de contexto son m ás difíciles de esp ecificar, m ino discurso. El em pleo de este térm ino p ara referirse al diálogo den­
aunque sean de extrem a im portancia. Incluyen cam bios de las eras h is­ tro de las in stitu cio n es y en tre ellas es u n a extensión m etafórica. Sin
tóricas en que puede ocurrir u n reenm arque de las cuestiones de políti­ em bargo, el caso prototípico de discurso interpersonal puede in terp re­
ca. Poco se ha escrito acerca de las eras históricas de tal form a que vuel­ tarse al m enos de dos m an eras distintas. Podem os ver a dos personas
va a vincularlas con las políticas públicas, los entendim ientos científicos hablando entre sí acerca de un asunto en que am bas están directam ente
y las p ercep cio n es individuales; sin em bargo, u n cam bio de u n a e ra in terrelacionadas. P o r ejem plo, cada u n a de ellas desea algo que sólo
h istó rica pued e ejercer u n notable im pacto sobre el en m arq u e de las una puede tener. E n este caso, la controversia de política es de n a tu ra ­
cuestiones de política. Por ejemplo, al parecer acabam os de dejar atrás leza interpersonal. O puede verse a dos personas hablando entre sí acer­
la e ra de los sesen ta con su evidente com prom iso con la inno v ació n ca de una cuestión de políticas m ás general, en relación con la cual fun-
d o n a n com o agentes de grupos o instituciones que son partes de la con­ de políticas, que sirven de vehículos institucionales p a ra el debate de
troversia de políticas. E n este caso, la controversia es de naturaleza ins­ políticas. Incluyen las arenas legislativas, los tribunales, las comisiones
titucional. públicas, los consejos de gobierno y de partidos políticos, las páginas
E n cualquiera de estos casos, m ientras el discurso ocurra en un con­ editoriales de revistas y periódicos, los program as de radio y televisión,
texto interpersonal será im portante hacer referencia al m undo conduc­ y las salas de sem inario y de conferencias de las academ ias.
tu a l en que está o cu rrien d o . C uando las p e rso n a s h ab lan entre sí sus Los foros de las políticas tienen sus propias reglas del juego. Ahí, por
ac cio n es tie n e n sig n ificad o s m ú ltiples: no sólo c o m u n ic an m ensajes una parte, las locuciones individuales probablem ente ten d rán significa­
cuyos sig n ificad o s p u e d e n ser c o n stru id o s p o r el o tro , sino tam bién dos y consecuencias alejados del contexto interpersonal en que ocurren.
tran sm iten actitudes de segundo nivel hacia la interacción mism a. Tam ­ Por ejemplo, podem os hablam os unos a otros, pero nuestras palabras po­
bién m odelan los m odos de conducta que la o tra p arte po d rá aceptar. siblem ente sean registradas y repetidas ante un público m ás num eroso,
P re se n ta n teo rías en uso p a ra la in te ra c c ió n in terp erso n a l (Argyris y ap a rta d as de su inicial interacción cara a cara, y en ese contexto m ás
S ch o n , 1974). Así, com o lo h a señ a la d o B a te so n (1972), el discurso general tal vez no sepam os cóm o los otros interpretarán y responderán a
interpersonal puede ad o p tar la propiedad de la esquizogénesis, o "cuanto nuestras palabras. El discurso puede estar enm arcado dentro de la are­
m ás, m ás”. P or ejem plo, cu an to m ás u n b an d o defienda su posición y na de la política form al, interpretado com o si favoreciera a uno u otro
trate de ganar, más lo h ará también la otra parte. Las pautas de interacción bando en u n a pugna continua entre partidos políticos. Puede ser modifi­
interp erso n al pueden con trib u ir a la creación de un m undo conductual cado por los m edios de la com unicación pública: la prensa, las publica­
que esté m ás o m enos abierto o cerrado, sea desconfiado o confiado, au­ ciones especializadas, la radio, la televisión y similares.
téntico o engañoso, defensivo o no defensivo, contencioso o cooperativo. E ntre las reglas del juego en los foros de política están las poem as por
C ada ju g ad a en u n a interacción in terpersonal tiene significado para el las cuales se hacen juicios acerca de la legitim idad de los participantes^,
m undo conductual, así com o p ara la cuestión de políticas, que los parti­ su categoría com o participantes en la conversación de políticas. Las dispu­
cipantes tra ta n com o tem a de su discurso. tas dentro de un discurso de políticas pueden tener que ver con la lucha
El d iscu rso in terp erso n al tam bién debe ten er un lu gar institucional p o r o b te n e r categ o ría. Los que fu ero n excluidos de la co nversación
d e n tro de algún sistem a social m ás general. No hay vacíos institucio­ pueden lu c h ar p o r intervenir. Como un aspecto de este.tipo de lucha,
nales. H asta u n a charla entre am igos íntim os o curre en el m edio institu­ ciertos m ovim ientos sociales pueden en trar en acción p a ra poner ciertas
cional de "la casa de alguien” o "un paseo p o r el parque". Cuando los eru­ ideas en b u e n a circu la ció n y leg itim ar a sus p ro p io s re p re se n ta n tes
ditos h ablan en tre sí acerca de u n a controversia de políticas, lo hacen com o p a rticip a n tes en u n a conversación de políticas, em pleando con
den tro del contexto institucional de u n a universidad o de un instituto de este fin todo el re p e rto rio de la acción y la p ro testa sociales. De este
investigación. Este nicho institucional es im portante p o r varias razones m odo, por ejem plo, el m ovim iento p o r los Derechos de Asistencia, del
p a ra la n atu raleza del discurso. El contexto in stitucional puede llevar decenio de 1960, intentó m odificar los térm inos de referencia del debate
sus propias perspectivas características y m odos de en m arcar los asun­ por la asistencia social, e introducir participantes nuevos como actores
tos, co m o lo hem o s n o ta d o antes; o b ien p u ed e o fre c e r p a rticu la res legítim os en los foros de políticas de la época.
roles, canales y norm as p ara la discusión y el debate; el discurso tiende a E n los foros de políticas y a su alrededor hay toda u n a gam a de roles
■i ad ap tarse a las norm as de las instituciones en que se encuentra incrus- sociales que ocupan diferentes posiciones en el proceso del discurso de
tado. P or ejem plo, en un tribunal en que se espera u n a interacción entre las p olíticas. P o r ejem plo, hay u n a fu n d am en tal división del trab ajo
adversarios, cada quien tiende a sup rim ir sus dudas acerca de su propia entre los interesados por la movilización de la acción y los preocupados
posición. Ante la m esa de negociaciones, cada locución tiende a in ter­ p o r la m ovilización del consenso intelectual. Sin em bargo, com o en la
pretarse com o u n a jugada en u n juego de regateo. Sin em bargo, aun en m ayoría de tales situaciones, el lím ite suele ser borroso. M ediar entre el
m edios com o éstos, las personas pueden em plear su libre albedrío para pensam iento y la acción lleva a algunos a subrayar el prim ero y a otros a
ac tu a r en form a desviada, violando así las norm as institucionales. preferir la segunda, m ientras que otros m ás tratan de tender un puente
C u ando el d iscu rso es público, ad o p ta las form as especiales de las entre uno y otra, com binando la investigación y la práctica.6
instituciones reservadas en nuestra sociedad a las interacciones públicas
6 S c h w a r tz m a n , en e l c a p ítu lo XI de e ste v o lu m en , o fr e ce u n r e la to fa sc in a n te d e las
acerca de controversias de políticas de preocupación pública: los foros m an eras e n q u e ocu rren los c a m b io s en lo s d isc u r so s d e p o lític a s sob re largos p eriodos,
Como ya hem os observado, los m arcos n u nca son a u to in terp retati- debajo. En el discurso interpersonal suponem os que los individuos tam ­
vos. La interpretación de asuntos particulares de políticas en térm inos bién llevan adelante u n diálogo paralelo en sus propias m entes, p e n san ­
de varios m arcos siem pre la em prende alguien: habitualm ente grupos de do para sí m ism os m ientras hablan a otros. E n el discurso público hay
individuos, o bien organizaciones form ales o inform ales. E stas entida­ m odos de diálogo interpersonal. Los representantes individuales de las
des actúan com o patrocinadoras del marco. Cuanto m ás naturales sean instituciones en pugna pueden reunirse para u n a discusión inform al y
los m arcos que m oldean nuestro pensam iento y cuanto m ás los dem os hablar entre sí ante la m esa de negociaciones, au n cuando sus in terac ­
p o r sentados, m enos probablem ente cobrarem os conciencia de nuestros ciones tendrán allí u n a m ayor resonancia institucional.
m arcos y a la vez de los transm isores sociales que interpretan las cues­ A la inversa, cada nivel inferior de discurso puede reflejar el nivel su ­
tiones de políticas en térm inos de marcos. perior en relación con el cual ocurre. Las personas pueden h a b lar entre
Los patro cin ad o res de un m arco tratan de desarrollarlo, de explicar sí de un m odo que m uestre que están tom ando en cuenta a los partidos
sus im plicaciones p ara la acción y de echar las bases para los argum en­ políticos o a los diversos grupos de votantes a los que pertenecen. Y aun
tos. Tam bién p o d rán inventar m etáforas p ara la com unicación acerca en la intim idad de su fuero interno, pueden em plear el lenguaje, obede­
del m arco: m etáforas diversam ente relacionadas con las que acaso h a­ cer las norm as y experim entar los sentim ientos norm ales en la conducta
yan contribuido a la generación del m arco mismo. de una controversia sobre política pública.
El p atro cin io de m arcos puede co rrer a cargo de organizaciones de El interjuego de los niveles del discurso, la m anipulación de los con­
investigación dentro de la com unidad de las ciencias sociales. Aquí, los textos in stitu c io n ales del d iscurso, puede d e se m p e ñ a r p a rte s im p o r­
analistas de las políticas pueden desem peñar una función crítica en la tantes en la investigación que da form a a la carrera de u n a controversia
creación de m arcos, trabajando dentro y fuera de las burocracias guber- de políticas. Por ejemplo, el problem a de lograr u n a resolución satisfac­
; nam entales en papeles de em presarios, interm ediarios y corredores de toria de u n a disputa de políticas puede estar enm arcado de tal m anera
ideas. Ellos pueden nom brar el terreno de las políticas y especificar cómo que perm ita a los individuos liberarse de las restricciones del debate de
deberán vincularse los marcos, los diseños y las acciones de las políticas. las políticas públicas. Por ejemplo, la gente dice: “ju n tem o s a los princi­
Pueden ac tu a r com o especialistas técnicos que dep u ran los problem as pales actores donde pu ed an in te ra ctu ar com o seres h u m an o s” (lleván­
que surgen en el enm arque de una cuestión de política y, en el proceso, dolos "a lo alto de la m ontaña", donde pueden e n tra r en "su espíritu").
p onerla en buena circulación.7 Pueden com binar investigación y expe­ O bien, el problem a de resolver una controversia puede enm arcarse en tal
riencia en el uso de símbolos, m etáforas com unicativas y suposiciones form a que m ejore el fun cio n am ien to de las in stitu cio n e s p ú b licas en
sim plificadoras. De todas estas m aneras, ayudan a crear el m arco; pero cuestión: por ejemplo, m ejorando la estructura de un proceso de nego­
estos procesos m ism os pueden llevarlos a los lím ites de sus m arcos y, ciación colectiva. Si dos personas tienen u n a relación especial que les da
p o r tanto, al reenm arque. una sólida base de confianza m utua y para una indagación cooperativa,
Los intelectuales de las políticas desem p eñ an el pap el especial de aunque estén sentadas "en lados opuestos de la m esa”, su relación espe­
explicar las ideas y marcos de políticas implícitos en la acción de los movi­ cial podrá servir com o vehículo para resolver la controversia. Si u n a p e r­
m ientos sociales. Por ejemplo, en este sentido, Piven y Cloward (1971) sona puede en co n trar en sí m ism a toda una m ultiplicidad de opiniones
se en co n traro n en tre los intelectuales de las políticas que ay u d aro n a d iferen tes y co n flictiv as so b re el a su n to en c u e stió n , p u e d e se r que
sacar a la superficie y a defender las ideas im plícitas en las acciones del llegue a estar m ás dispuesta a aceptar las opiniones de los adversarios
m ovim iento p o r los Derechos de Asistencia. con quienes haya trab ad o la disputa.
Los tres niveles del discurso de políticas —el individual, el in terp e r­
sonal y el público— están interrelacionados en form as com plejas. Cada
nivel su p e rio r de agregación p resupone la existencia de los que están C a m b io s d e m a r c o : e l e j e m p l o d e l a s p o l ít ic a s d e b i e n e s t a r

in m ed ia ta m en te detrás de lo s giros en las posturas de aqu ellos q u e p ortan las p reten sion es E n la compleja interacción de quienes participan en un discurso dé m arco
y tra n sicio n es del co n o c im ie n to en su s d o m in io s in stitu cion ales y p ro fesio n a les. a través de m últiples tipos y niveles de contexto, ¿cómo ocurren en rea­
7 La d e scr ip c ió n del d iscu rso de p o lítica s qu e aq u í d am os e s u n a m o d ific a c ió n d e una
a n tigu a descrip ció n , h ech a por Schon , de lo s p rocesos por los c u a le s las ¡deas d e p o lítica s
lidad los cam bios de m arco? Que nosotros sepam os, hay pocos o ningún
cobran a cep ta ció n (S ch on , 1971). estudio em pírico del reenm arque. Lo que sigue es u n relato, u n tan to

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especulativo e interpretativo, de u no de los m odos en que ocurren los Una prim era estrategia consistiría en m o strar que el problem a de la
cam bios de enm arque en el área especial de las políticas de bienestar.8 pobreza era m ucho más pequeño de lo que se había im aginado. Los par­
Desde 1962 ha habido al m enos tres m arcos dom inantes en el terreno tidarios de este enm arque argüyeron que en el atiborrado medio de las
C de la política de bienestar. Los llam am os capital hum ano, incentivos y políticas de los sesenta y los setenta se habían desarrollado m uchos pro­
obediencia a las normas. gram as para dar a los pobres recursos económ icos que no fueran en for­
Una de las suposiciones críticas que sirvieron de prem isa a la Guerra m a de pagos en efectivo. Por ello, era un error definir la pobreza tan sólo
c o n tra la P o b reza fue c a p ta d a p o r la im agen: "U na m an o [...] no un como falta de dinero. Lo que se necesitaba era un esquem a más vasto, en
p u ñ a d o ”. Se h a ría el hin cap ié p ro g ram ático en los servicios, especial­ que el valor m o netario de estos servicios en especie p u d iera c o n tab i­
m ente en el en trenam iento y la preparación de la m ano de obra. Se pen­ lizarse y añadirlo al ingreso de los pobres. Según esta m edida, podría con­
só que los pobres y los que recibían pagos de asistencia pública necesita­ siderarse que la pobreza se había exagerado como problem a. De hecho,
b an a d q u irir cap acidades que les p e rm itie ra n p a rtic ip a r en el m undo sólo 4 o 5% de la población era pobre, dependiendo de los servicios que
laboral. Se dio apoyo a los program as de creación de em pleos cuando la se incluyeran en la definición general y del m étodo que se em pleara para
experiencia indicó que no b a sta b a la p re p a ració n in stitu cio n al en las contabilizarlos. Estos patrocinadores creyeron que no debiera em plear­
aulas. E stos em pleos ten ían am bientes protegidos en que, se pensaba, se u n sistem a de redistribución com o sistem a de incentivos p a ra reducir
las personas lograrían ad q u irir habilidades relacionadas con el trabajo. la dependencia económ ica. Antes bien, sostuvieron, el m antenim iento
Un ta n to p a ra d ó jic a m e n te , la sig u ien te e ta p a de la evolución del del ingreso para los pobres debiera ser un program a residual, enfocado
enm arque de las políticas de asistencia pública subrayó el puñado, antes a quienes estuviesen fuera del m ercado laboral. El program a general fue
que la m ano. Después de todo, la preparación requería largo tiem po y no rech azad o en favor de tra ta r el m antenim iento del ingreso com o una
se podía d a r a todos. La gente necesitaba m ás que capital hum ano; tam ­ "red de seguridad”.
bién necesitaba dinero. El enfoque de los incentivos fue rechazado y rem plazado por un com ­
Los p a tro c in a d o re s del en fo q u e de los in centivos crey ero n que la prom iso con la obediencia a las norm as. Se esperó que la gente siguiera
p o b reza tra ta b a b á sic a m e n te de falta de din ero, y de u n sistem a que la norm a de trab ajar sin necesidad de incentivos p a ra alterar su conduc­
consid erab an esencial p a ra red istrib u ir el ingreso a quienes se encon­ ta. Se creyó que la p o lítica d ebía su p rim ir to dos los incentivos, y se
tra ra n fu era del m ercad o laboral. E stas p ersonas in v en taro n —m ejor insistió en que las personas capacitadas p a ra tra b a ja r debían hacerlo.
dicho, reinventaron— u n m ecanism o p ara redistribuir el ingreso, vincu­ E n situaciones am biguas, com o la de las m adres solteras trabajadoras
lado con el sistem a del im puesto sobre la ren ta popularm ente conocido con hijos pequeños, sería necesario hacer una elección: o trabajo o pago
com o im p u esto negativo so b re la re n ta . Los experim entos con el im ­ de asistencia. Los inelegibles que recibieran prestaciones debían salir de
puesto negativo sobre la ren ta pretendieron m ostrar que redistribuir el las listas de pago.
ingreso de esa m an era no afectaría negativam ente la conducta en el tra ­ ¿Cómo podem os com prender la trayectoria de estos cam bios de marco?
bajo ni p ertu rb aría la vida de familia. E n la política pública norteam eri­ No sólo fueron resultado de la acum ulación de conocim iento científico ni
cana, estas ideas se discutieron d u ran te cerca de 10 años. E n las políti­ de cam bios del poder político. No fueron resultado Be que com prendié­
cas de b ienestar se creó u n sistem a de incentivos, con objeto de alentar a ram os m ejor las cosas o supiéram os más, porque el conocim iento p ro ­
tra b a ja r a quienes hacían tram p as p ara recibir pagos de asistencia pú­ veído por las ciencias sociales se utilizaba, en su m ayor parte, después
blica y, con el tiem po, a g a n a r el d in ero suficiente p a ra no te n e r que de £ue _ya_s£*había alcanzado una postura con respecto a u n a política y ,
recibir esos pagos. se necesitaban "m uniciones" p ara legitim arla. La gente solía prim ero
Con el tiem po, el esfuerzo p o r reen m arcar el sistem a de transferencia h a c e r las paces en cu a n to a sus opiniones y ra ra vez h a cía uso del
del ingreso ab o rtó políticam en te y la idea languideció. Pero al m ism o conocim iento de las ciencias sociales para llegar a u n a posición ante las
tiem po, tam bién el contexto cam bió a la época que nosotros conocemos políticas. Dado que los intereses no son autodefinilorios, estos cambios
hoy com o los ochenta. Varios patrocinadores conservadores prom ovie­ de m arco no fueron resultado de poder o intereses; no hay u n a m anera
ron nuevos m arcos p ara hacer frente a la pobreza. m ecánica de saber cóm o el poder calculará sus intereses. El gobierno
8 Gran parte de e ste a n á lisis se b a sa e n c o n v ersa cio n es in form ales sosten id as entre M ar­ co n se rv a d o r del p re sid en te N ixon p a tro c in ó u n siste m a de ingreso
tin R ein y H ugh H eclo. garantizado y de incentivos en m ateria de asistencia pública (el Plan de
Asistencia Fam iliar) y otro gobierno conservador, el del presidente Rea­ valores norteam ericanos, los llam ados sim bólicos no pueden resolver la
gan, rechazó el enfoque de los incentivos y en cam bio favoreció un com ­ controversia.
prom iso m ás enérgico con la obediencia a las norm as. Pero in te rp re ta r la sucesión de m arcos com o u n ch o q u e de m arco s ;
Pero no hay que excluir p o r com pleto el conocim iento y los intereses. apoyados en los foros del patrocinio oficial y divorciada del foro de la
Podem os in te rp re ta r este proceso de sucesión de m arcos com o resu l­ opinión pública, y p o r ello atrapada en un intratable dilem a de políticas,
tado de tres procesos diferentes y paralelos del discurso de políticas, sería oscurecer el nivel real del consenso que hay en el trasfondo y que
que o currieron en distintos contextos globales. No com prendem os m uy traza una línea dem asiado clara entre controversias irreconciliables a
bien todos estos procesos ni podem os a rticu la r to d as sus relaciones través de m arcos y desacuerdos dentro de un marco. Otro m odo de in ter­
entre sí.
pretar esta historia de la asociación de m arcos es co nsiderar el proceso
Em pecem os por el proceso que m ás a m enudo se ha tratad o en la bi­ com o la carrera de un solo m arco. Según esta opinión, el m arco com ún
bliografía sobre la elaboración de políticas: el conflicto de los m arcos de se deriva de la idea de que la asistencia pública debe ser au to lim itad o ra
patrocinio y el problem a del consenso. Según esta opinión, los m arcos y residual. Y se considera que el principal objetivo a largo plazo de las
se asignan a diferentes patrocinadores oficiales; no en tran los m arcos de políticas de bienestar es una reducción de las listas de asistencia pública
quienes los refutan. P or ejemplo, los radicales suelen ver la asistencia y no un salario a los ciudadanos, basado en u n derecho. Se considera
pública com o un "ejército de reserva”, que será útil para dom ar las exi­ que cada cam bio de políticas es resultado de las insuficiencias de las po-
gencias salariales de los sindicatos en los m ercados laborales activos. El líticas de la fase anterior. El carácter esencial y los efectos de cada ro nda
ala liberal del Partido D em ócrata favorece los incentivos y los enfoques U e ídeas/sobre políticas se revelan conform e las perso n as em piezan a
del capital hum ano. (La tensión entre estos dos enfoques salió a la su­ poner en práctica esas ideas.
perficie durante el gobierno de Cárter, el cual había esperado com binarlos Una tercera interpretación de la historia considera la evolución de los
en un m ejorado Program a de Empleos e Ingresos.) Los conservadores m arcos, en su m ayor parte, en función del cam bio de con tex to /esp ecial­
tradicionales desean u n gobierno pequeño y no creen que el gobierno m ente del económ ico. D urante los sesenta, los program as de incentivos
deba tra ta r de m odificar la conducta de los ciudadanos. A su parecer, y capital hum ano fueron aceptables porque la econom ía h abía generado
deben hacerse todos los esfuerzos necesarios p ara m an te n er bajas las un excedente, y los intelectuales de las políticas desarrollaron la idea de
nóm inas, y el bienestar social debe ser un program a ta n reducido com o que si no se gastaba ese excedente, se socavaría el crecim iento económ i­
sea p o líticam ente posible. Al m o strar que la p o b reza es un problem a co. Al llegar los ochenta habían cam biado el contexto económ ico y los
p equ eñ o y que los p ro g ram as c o n tra la p o b rez a ay u d a n a c re a r las m arcos p a ra interpretarlo. Las cuestiones de política llegaron a ponerse
condiciones que ellos m ism os tratab an de m ejorar, los conservadores en térm inos de u n a p erm uta (trade off), o dilem a, que incluía dos obje­
tradicionales intentan crear un clima intelectual y sim bólico en que pue­ tivos en conflicto: prom over la equidad social y fom en tar la eficiencia
da florecer sem ejante program a m inim alista. Por contraste, los conser­ económ ica. El argum ento en favor de la reform a al E stado benefactor
vadores cívicos favorecen el gobierno grande y p o r ello están dispuestos dice que la eficien cia no pued e ser el objetivo su p rem o ; ta m b ié n se
a apoyar u n a g aran tía al ingreso, pero en cam bio objetan al gobierno deben tom ar en cuenta cuestiones de igualdad, equidad y reducción de
tolerante. Insisten en m antener las obligaciones de tra b aja r y en im po­ la pobreza. Por contraste, la bibliografía sobre la crisis del E stado bene­
ner pruebas de trabajo, en evitar depender de incentivos y de enfoques facto r afirm a que los objetivos de eq u idad se h a n llevado dem asiad o
de capital hum ano. La opinión pública no aceptará las opiniones con­ lejos, y que hoy existe el riesgo de socavar la capacidad de la sociedad
servadoras liberales o tradicionales, y los conservadores cívicos carecen para e n trar con éxito en una com petencia económ ica global y m an ten er
de pod er político p ara im poner sus ideas. El resultado es un esta n ca ­ con ello los recursos necesarios p a ra asegurar u n a sociedad m ás equi­
m iento (Mead, 1985).
tativa. Según esta idea, ya se ha llegado a los lím ites de la m ayor expan­
Los pasajes anteriores son un relato sobre m arcos en conflicto, apoya­
sión del Estado benefactor. Si se quiere m antener la viabilidad económ i­
dos por patrocinadores oficiales con valores en conflicto y acerca de una ca, será necesario hacer algunos recortes.
opinión pública am bivalente e incapaz de apoyar u n m arco o el otro. Es
Ante tres in te rp re ta cio n e s parciales de la h isto ria, ca d a u n a de las
un contexto "vicario” entre patrocinadores de igual poder. Y dado que
cuales es a la vez válida e incom pleta, evidentem ente hem os de tra ta r de
todos ellos pueden apelar a norm as que resuenan con los tradicionales
integrarlas. Pero aq u í com pletam os un círculo. Se necesita u n m arco
p a ra desarrollar y p ara ju zg ar u n m arco: u n m odo de construir el m undo qué? P ensam os en esos té rm in o s porque el p erso n a l resp o n sab le de
social que nos p erm ita asim ilar e in te rp re ta r los hechos de que dispo­ escribir el inform e adoptó un m arco diferente. El cam bio de personal,
nem os. Considerem os el contexto: ¿estam os experim entando en realidad m ás que el cam bio de los hechos, condujo a u n a "lectura” distinta de lo
un a crisis del E stado benefactor? que estaba ocurriendo. El inform e m ás reciente sostiene que se exageró
E n la O rganización de C ooperación y D esarrollo E conóm ico ( o c d e ), el argum ento de la crisis y que quedaban recursos suficientes para per­
im p o rtan te foro internacional p ara el discurso de políticas, el concepto m itir cierto m odesto desarrollo en el Estado benefactor y hacer posible
de la crisis del E stado benefactor pasó a ser tem a de gran im portancia a u n a inno v ació n tecnológica y u n a u lte rio r ex p an sió n económ ica.
finales de los se te n ta y com ienzos de los o ch enta ( o c d e , 1985). Desde Aunque se reconoce la cuestión de la crisis, en cam bio se reinterpretan
luego, la p ropia organización depende, p ara su apoyo económ ico, de los los datos sobre los niveles de gastos para que sean congruentes con este j
estados m iem bros, en tre ellos los E stados Unidos. Como organización nuevo argum ento. Aunque el p atro cin ad o r parece h ab er cam biado de
internacional, es especialm ente sensible a los m inisterios financieros de opinión, la idea se había difundido, y probablem ente ya era dem asiado
d ife re n te s p aíses y a los p o lítico s y b u ró c ra ta s, p a rtid a rio s de los re ­ tarde para invertir su creciente influencia. El reenm arque de la cuestión
co rtes, ta n to en los E stad o s U nidos com o en o tra s g ran d es naciones del bienestar debe verse en el contexto de la generalizada aceptación de
industriales. E n la atm ósfera de finales de los setenta, estas influencias este m arco de crisis.
convergieron ayudando a g en erar u n am biente de sentim iento, que tal La sucesión de m arcos sobre la cuestión de la política de bienestar,
vez deba caracterizarse com o de crisis de la política social. Según estas pasando del capital hum ano a los incentivos y a la obediencia de las nor­
ideas, el E stado benefactor era el principal causante, o al m enos uno de m as, ¿deberá interpretarse com o un aprendizaje social dentro del m arco
los principales, de la decad en cia de las econom ías de E u ro p a y de los com ún de "reducir las nóm inas de la asistencia” o com o com petencia en­
E stados Unidos, porque afectaba perversam ente los incentivos para tra ­ tre distintos m arcos o com o am bas cosas? Las ideas asociadas al apren­
b ajar e im pedía el gasto del Estado, inhibiendo así las inversiones y con­ dizaje social acum ulativo dentro de un m arco no pueden separarse de
tribuyendo indirectam ente a lo que algunos críticos h an descrito como u n m etam arco organizador, que considera la sucesión de m arcos como
u n a huelga de inversiones p o r el capital. El capital estaba reservándose una investlgácion cooperativa especialm ente científica, y no com o una
para e n co n trar m ejores condiciones, así com o lo hace la m ano de obra pu g n a de ideologías sin reglas para a rb itra r la controversia. P or otra
cu ando se declara en huelga. La m ejor condición que estaba buscando parte, de cuando en cuando un diferente tipo de aprendizaje social puede
era u n a carga reducida al p ag ar p o r la protección social que los grupos verse en las "coyunturas” de un proceso dialéctico del discurso de polí­
laborales y cívicos h abían conquistado a lo largo de los años. ticas, en que los p articip an te s lu ch an p o r c o n tro la r la tra n sició n del
P ara cuando R eagan fue elegido presidente en 1980, la o c d e ya había m arco de una cuestión a su sucesor. Aquí, las inadecuaciones que se han
patrocinado su p rim era conferencia internacional: "La crisis del Estado visto ya en el m arco anterior de la m ism a cuestión pueden e n trar en el
b en e fa c to r”, an ticip án d o se con p resciencia a la era conservadora que debate y la investigación que m edian en la lucha política entre los de­
inaugurarían los años de Reagan. Algunas personas han conjeturado, ade­ fensores de m arcos en com petencia (véase tam bién Weiss, capítulo xiv
m ás, que la cu ltu ra institucional de la b urocracia de la o c d e , al prever lo de este volumen).
que podía ser u n a aceptable posición norteam ericana, se m ostró espe­ W ollm ann (1984) ha sostenido que los analistas de las políticas y los
cialm ente favorable a la cam p añ a de reelección de R eagan en 1984. El conceptos de investigación que em plean reflejan las coaliciones de fuer­
discurso internacional acerca del desarrollo del E stado benefactor ven­ zas políticas. C uando cam bian las condiciones, los conceptos pueden
dría a d esarro llar m ás aún el m arco de crisis que se había introducido desfasarse. Por ello, los investigadores acaso se vean obligados a reco­
p o r vía de la p u b licació n de los resu ltad o s de la conferencia en 1981 n ocer len ta y dolorosam ente que los conceptos científicos que habían
( o c d e , 1981). estado prom oviendo (por ejemplo, la "evaluación de program as”) sen­
A unque respondiendo a la ideología política de Reagan, la o c d e adop­ cillam ente reflejaban la sabiduría tradicional aceptada de los contextos
tó u n a posición u n tan to d istin ta y m ás m oderada a com ienzos de los in stitu cio n a le s en que e sta b an operando. P rag m áticam en te, m uchos
o chenta acerca de la contribución del E stado benefactor hacia los gra­ científicos sociales han com enzado a m odificar sus conceptos y m éto­
ves p ro b lem as económ icos que ex p erim en tab an los países europeos. dos de investigación p a ra que reflejen el nuevo contexto en que están
Podem os llegar, incluso, a d ecir que la o c d e cam bió de opinión. ¿Por laborando. Se están adaptando a una situación m odificada y alterando
su propia conducta, lo m ejor que pueden. Por otra parte, otros especialis­ form a que sea m ás reductible a una solución satisfactoria. La actitud sub­
tas están experim entando con u n a apreciación diferente no sólo de sí yacente que apela a la reflexión es algo com o "¡seamos racionales!”
m ism os y de los cambios que hay en la situación externa, sino tam bién de Según la prim era opinión, los participantes parecen m iem bros de un
ellos mismos en esa situación. Su conciencia de sí m ism os es uno de los sistem a social cooperativo. Se enfrentan a u n a situación problem ática
factores que han generado interés en el papel del enm arque en el discur­ com ún, tienen un interés com partido en reenm arcar y resolver, aunque
so de las políticas. acaso puedan ver esto, al principio, de m aneras distintas. La situación
Lo que hasta aquí ha faltado a nuestro análisis es p o n er atención a los paradigm ática es la de dos personas que persiguen u n a ta re a com ún y se
usos posibles de la autoconciencia de quienes participan en el discurso enfrentan a un obstáculo puesto a su em peño com partido. La función
de las políticas. Si los form uladores de las políticas, los políticos y los de la reflexión co n siste en fa c ilita r su in v estigación del p ro b le m a
intelectuales de las políticas cobraran mayor conciencia de sus m arcos com ún; la actitu d subyacente es algo com o "pensem os en lo que e sta ­
subyacentes y del conflicto de m arcos que ellos transm iten, si se m ovi­ m os haciendo”. ^ -------
liz a ra n y a c tu a ra n b asán d o se en u n a conciencia de sí m ism o s en la Llam arem os a éstas las visiones política y cooperativa de la c o n tro ­
situación de las políticas, ¿cuáles podrían ser las consecuencias para el versia de políticas. Según am bas opiniones existen conflicto e investi­
d iscurso del m arco? E n pocas palabras, ¿cuáles son las posibilidades gación, pero se les concibe de diferentes m aneras. Si se ve la controversia
para un discurso de políticas que refleje el m arco y p ara un análisis de de las políticas com o básicam ente cooperativa, el llam ado a la reflexión
las políticas que critique el m arco dentro de sem ejante discurso? es un llam ado a hacer que la investigación com partida sea m ás significa­
tiva y eficaz. Si se ve la controversia de las políticas com o política, el lla­
m ado a la reflexión es un llam ado al interés com ún de los participantes
E l DISCURSO QUE REFLEJA EL MARCO en m inim izar o al m enos en com partir los costos experim entados en el
juego de ganar o perder: en el m ejor de los casos, tran sfo rm ar el conflic­
No conocem os ejemplos bien descritos de un discurso de políticas que to en cooperación. E n el peor, perm itir al m enos a los participantes lle­
refleje el m arco. Pero querem os im aginar aquí cóm o sería y cuáles se­ gar a una solución satisfactoria de su disputa.
rían las condiciones que lo favorecieran. Al p a re cer hay dos visiones E stos rasgos generales del discu rso del m arco p u e d en re la cio n a rse
principales de los participantes en una controversia de políticas. Pode­ ahora con nuestro anterior análisis de la búsqueda hecha p o r R orty de
mos im aginarlos com o investigadores que consideran la situación de una un discurso norm al en relación con el cual podam os estu d ia r o influir
política cual objeto de pensam iento, experim entación o análisis. Desde sobre el discurso anorm al. La traducción a través de m arcos en conflicto
esta posición aventajada, sus intereses propios son fuentes potenciales es un m odo de pensar acerca de la relación del discurso anorm al con el
de d isto rsió n . O p o d em o s im a g in a r a los p a rtic ip a n te s com o partes discurso norm al. P or ejemplo, podem os enfocar la labor de quienes se
interesadas —patrocinadores o partidarios de m arcos— que utilizan la h an arrogado com o m isión especial la tarea de tender u n puente entre el
investigación p a ra favorecer sus propios intereses. E n el p rim er caso, discurso norm al y el anorm al no sólo en la política social, sino tam bién
vemos la política com o una copa sobrepuesta a la investigación. E n el se­ en la ciencia. Este punto de vista, basado en la m isión especial del tra ­
gundo caso, la investigación surge de un proceso básicam ente político.9 1 ductor, parece perder de vista el punto esencial de que las controversias
De acuerdo con la segunda visión, los marcos dan una form a cognosci­ de políticas son sustantivas: acerca de prem isas y axiom as, com o lo ha
tiva a los intereses que surgen de roles sociales, posiciones, m em bresías e señalado Sim ón (1983) y no sólo acerca de las reglas p ara llegar a un
historias. La situación paradigm ática es la de dos partes em peñadas en una acuerdo. El sig n ificad o p reced e a los hech o s y sólo tien e se n tid o en
lucha por el dom inio de algo, lucha que necesariam ente tom a la form a de relación con los propósitos situados en diferentes m arcos. De hecho, el
un juego de ganar y perder. Lo que está en juego en la lucha es ¿quién conflicto de los m arcos ha contribuido a la reciente reform ulación del
sostiene que debe tener la prioridad? Según esto, la función de la reflexión papel de la ciencia en las controversias de políticas. Hay crecientes dudas
consiste en resolver la disputa, o tal vez en transform ar la disputa en tal acerca de la neutralidad de la ciencia com o agente en los debates cau sa­
9 D esd e lu eg o , e ste m ism o problem a es exam inad o, c o n cierta e x te n sió n , p o r varios de dos p o r el en m arq u e en las cuestiones de políticas. Si ya no se puede
lo s colab orad ores de e ste volum en , tal vez m ás n otab lem en te por S ch w a rtzm a n (cap ítu lo confiar en que la ciencia m ediará en los conflictos sobre m arcos, habrá
x i) y p o r W eiss (cap ítu lo xiv).
el riesgo de au m en tar el nivel del discurso anorm al.
UN DISCURSO DE POLÍTICAS QUE REFLEJA SU MARCO 353

P or o tra parte, las personas parecen vivir en un m undo que es a la vez


estrategia de la protesta se pone en térm inos de dram a personal, expre­
consensual y conflictivo. Coexisten el discurso norm al y el anorm al. En
sado apelando al futuro bienestar de los niños del m undo. Pero, desde
algunos aspectos, la gente parece co m p artir los m etam arcos: en la cien­
luego, no se excluye p o r com pleto cierto elem ento de com unicación.
cia, la fe en la razón y la evidencia; en las políticas, la fe en el capitalis­ E n tre estos m arcos existe todavía u n discurso vacilante. Queda cierta
m o dem ocrático. C uanto m ás abstracto sea el principio, m ás alto será el esperanza de convertir el discurso anorm al en norm al, tal vez convir­
nivel del acuerdo. Surge la discordia cuando nos volvemos explícitos, es tiendo la controversia entre los m arcos en un desacuerdo dentro de un
decir, cuando significado y propósito cobran vida en situaciones reales. m arco. Pero los llam ados a la ciencia, com o en los recientes debates por
P o r ejem plo, a u n q u e to d o s los d is p u ta n te s esté n de a cu erd o en la el "invierno nuclear”, fácilm ente son presa de u n a reconversión del dis­
dem o cracia, p ueden estar en d esacuerdo acerca del nivel de gobierno curso norm al en anorm al; am bos bandos ofrecen interpretaciones pre­
que debe gobernar, el tipo de dem ocracia que se debe subrayar o cóm o deciblem ente conflictivas de "los m ism os datos".
debe ac tu a r el gobierno p ara que las instituciones se enfrenten a las fluc­ Los conflictos sobre políticas a veces se resuelven por m edio de proce­
tu aciones económ icas y p ara proteger a los individuos contra la incer- sos interactivos que no e n trañ a n u n conflicto de m arcos. Los p artic i­
tidum bre. Es en las situaciones concretas (donde se unen la política y el pantes pueden entab lar una lucha en cualquiera de los contextos institu­
m ercado) donde se hace m ás evidente el conflicto de m arcos. Sin em bar­ cionales de lucha que les ofrezca su sociedad, y uno u otro bando de la
go, aun entonces hay u n hogar sim bólico al que los disputantes pueden d isp u ta p o d rá ganar. O bien, si no surge u n g an ad o r indiscutible, las
re tira rs e p a ra b u sc a r c o n sen so en u n nivel s u p e rio r de ab stra cc ió n , partes de la disputa podrán negociar un acuerdo en que convendrán en
d o n d e la v aguedad re su lta u n ific a d o ra y d o nde hay u n co m prom iso c u a lq u ie ra de los contextos in stitu c io n ale s de n eg ociación que la
com ún con cierto tipo de discurso norm al. En realidad, el hecho m ism o sociedad les ofrezca.
de p a rtic ip a r con otros en el discurso presupone cierto m arco de refe­ C uando el discurso es en el m odo político, y cu an d o los objetos de
rencia com partido, au n si sólo es u n conocim iento com partido de, o una reflexión son las posiciones de los participantés o los conflictos que hay
lealtad con, reglas del juego socialm ente legitim adas. Por su controver­ entre ellos, entonces la labor de la reflexión puede consistir en la adjudi­
sia m ism a, los actores se declaran m iem bros de u n sistem a social en que cación, negociación, ocultación o adm inistración del conflicto. Pero las
se com prenden y obedecen unas reglas tácitas de esta clase de lucha. controversias m ás reacias de políticas, como la controversia por las arm as
Vemos así que hay u n m etanivel donde hay un tipo de consenso que es nucleares, no son reductibles a este tipo de acuerdo. No hay "vencedo­
afín al orden social. Pero esta casiconsensualidad puede dificultar m ás res”. O bien las victorias tem porales dejan sin resolver la controversia
aú n la tarea del discurso. Al nivel superior, los disputantes pueden h a ­ básica. O los acuerdos negociados en un contexto local particular o en
b lar sin oírse unos a otros, inconscientes de su verdadero desacuerdo. torno a u n a cuestión particular, com o en el caso de la reciente historia
Sólo en la diaria tarea de h acer y analizar las políticas se m anifiesta el de la p o lític a de b ie n e sta r, no lo g ran u n c o n sen so p o lítico estable.
choque entre los diversos m arcos; en otros niveles puede ser desesperan­ N osotros afirm am os que cualquier proceso tendiente a la resolución de
tem ente elusivo. enconadas controversias de políticas deberá incluir sus conflictos entre
Un ejem plo de ello fue el debate acerca de la política sobre las arm as m arcos subyacentes, y que los analistas de las políticas pueden desem ­
nucleares. El discurso norm al enm arca el debate en térm inos de un lim i­ p eñar u n papel im portante en este proceso.
ta d o c o n ju n to de opciones. Se tra ta de las opciones pensables y d is­ Los analistas de las políticas que criticaran los m arcos descubrirían
cutibles que dependen de u n conjunto com partido de axiom as y prem i­ los m últiples m arcos conflictivos que participan en cualquier disputa de
sas, el m ás im portante de los cuales es la potencial am enaza de la Rusia políticas. A veriguarían las fuentes de los m arcos conflictivos en las his­
soviética a la seguridad norteam ericana. Según esta opinión, es necesaria torias, roles, contextos institucionales e intereses de los participantes.
cierta estrategia defensiva, y el desarm e unilateral no es una opción en E x plorarían las am bigüedades e incongruencias contenidas en ellos y
que siquiera pueda pensarse. O tro m arco considera la cuestión en térm i­ las consecuencias que podría tener su uso.
n os de aspiración h u m an a y la aniquilación que seguiría a una guerra Pero ese análisis, cuando se em prende desde la perspectiva rem ota de
nuclear. E n ese m arco, las consideraciones estratégicas y m ilitares están u n especialista universitario, tendría un potencial lim itado para contri­
proscritas. b u ir a elaborar una resolución m utuam ente satisfactoria de las contro­
No se hace u n serio intento de com unicación entre los dos m arcos. La versias de políticas. E n el m ejor de los casos, d aría a los participantes
UN DISCURSO DE POLÍTICAS QUE REFLEJA SU MARCO 355
u n a m ayor p ercatación de sus m odos de enm arcar cada problem a. No Un cam bio de m areo tam bién puede ser consciente. En un m om ento
co n d u ciría per se al proceso q u e iía b e rm a s (1968) ha d e sc rito com o u otro de la conversación de los participantes con u n a situación de po­
"autorreflexión crítica que contribuye al consenso político”. lítica —típicam ente, en alguna "coyuntura” de la dialéctica de las políti-
Consideram os necesario explorar el espacio que yace entre las luchas cas— pueden, en el discurso de un o con otro, so m eter sus m a rco s en
políticas y las negociaciones características del ordinario debate político conflicto a u n pensam iento y u n control conscientes y, com o consecuen­
y el análisis —crítico de m arcos— de un estudioso protegido y aislado cia parcial, reenm arcar la situación.
en su universidad. Desde esta perspectiva, veríam os a los participantes C uando el discurso refleja el m arco, la labor de la reflexión consiste
en u n a con tro v ersia de políticas com o agentes-experim entales (véase an te todo en sa c a r a la superficie m arcos conflictivos, id e n tific a r sus
Vickers, 1975), en transacción (véase Dewey y Bentley, 1949) con las si­ fuentes y consecuencias, y luego traducir, restructurar, integrar, conver­
tuaciones de las que form an parte. Acaso logren m odificar sus situacio­ tir o elegir.
nes, que tam bién pueden cam biar como resultado de las modificaciones La la b o r cognoscitiva del discu rso que refleja el m arco d e p en d e de
operadas en algún m ás vasto contexto social, y pueden ser m odificadas diversas condiciones contextúales. Depende de la actitud de los p artici­
p o r los cam bios de su situación, algunos de los cuales tal vez ellos m is­ pantes: su distancia relativa con respecto a sus m ateriales y con respecto
mos ayudaran a producir. Estas condiciones transaccionales son básicas a los procesos en que participan, sus actitudes hacia la in certid u m b re
para el desenvolvim iento de la historia de una situación de políticas. En que sigue al «¿esenmarque, su disposición a co rrer riesgos cognoscitivos,
térm inos esquem áticos: su inclinación a aceptar las opiniones de otros, y su capacidad p a ra la
doble visión que puede d ar a las personas el don de com binar la defensa
Las personas se encuentran en presencia de esta situación, de la cual cobran
conocimiento.
de u n m arco con la investigación de otros. P or todas estas razones, la
A partir del enm arque inicia] de la situación llevado a cabo por las personas, labor del reflejo de m arcos es tan to afectiva com o cognoscitiva; incluye
éstas emprenden una acción sentim ientos y análisis de sentim ientos.
Que contribuye al cambio de la situación. Por últim o, el reflejo de los m arcos probablem ente sea inseparable del
Por la cual son afectadas, reflejo del contexto. Como lo ha señalado K uhn (1977), acaso los cientí­
Y las personas cobran conocimiento de este cambio, ficos logren la tarea cognoscitiva de tra d u c ir de un p ara d ig m a a otro,
Sobre la base del cual vuelven a actuar pero, ¿cómo harem os para que se sienten ju n to s a discutirlo? El reflejo
Y se actúa sobre ellas. recíproco de los m arcos depende de la creación de u n m undo conduc-
tual que conduzca a él.
E n el curso de la conversación de los participantes, con su situación Todos estos factores m erecen m ás investigación de las condiciones
pueden ocurrir el reflejo del m arco y el resultante cam bio de m arco. Es p a ra el discurso de políticas que refleje los m arcos. U na investigación
im portante observar que no es probable que ocurra sem ejante cam bio crítica del conflicto de m arcos y del reflejo de m arcos en las arenas inter-
"en n u estra m ente" antes de em prender una acción. Es m ás probable relacionadas del cam bio institucional, la investigación eru d ita o científi­
que ocurra conform e se vaya captando y se responda a ella. ca y la vida p erso n al, p la n te a u n fu n d a m e n ta l desafío a n a lític o a la
~ Un cam bio de m arco puede no tener ningún sentido. Sencillam ente investigación de políticas contem poráneas. Sin em bargo, p o r ese m ism o
podem os encontram os teniendo que pensar en las cosas de o tra m anera. hecho, contiene el potencial necesario p ara extender considerablem ente
Como ya lo subrayó Festinger (1957), nuestro h o rro r a la "disonancia la investigación m ás allá de sus actuales lím ites y, así, p ara ilu m in ar las
cognoscitiva” —la discordia de nuestras creencias con nuestra conducta carreras de las m ás enconadas controversias de políticas.
real— puede hacer que, gradual y tácitam ente, ajustem os nuestras creen­
cias p ara d ar acom odo a los cam bios de nuestras situaciones. Esto sig­
nifica que continúa u n a labor cognoscitiva de cierta índole, pero sin una
crítica o un control consciente. Sin embargo, habiendo tenido que hacer REFERENCIAS
ese cam bio, bien podem os esforzam os conscientem ente p o r justificarlo
o, si descubrim os que no se le puede justificar, podem os esforzarnos Argyris, Chris, y D onald A. Schon, 1974. Theory in Practice. San Francisco,
conscientem ente p o r anularlo. Jossey-Bass.
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XV. CONOCIMIENTO SOCIAL Y POLÍTICA


PÚBLICA: OCHO MODELOS DE INTERACCIÓN

B jö r n W it t r o c k

L a l l e g a d a de la m odernidad a las nacientes civilizaciones industriales y


naciones-estados del siglo xix entrañó nuevas form as de in te rp re ta r la
realidad social (véase W ittrock et al., capítulo 11 de este volum en). Algu­
nas antiguas form as de tales interpretaciones se estaban tran sfo rm an d o
y ren o v a n d o en la llam a d a revolución m a rg in a lista de la ec o n o m ía
política y en la resultante síntesis neoclásica. O tras form as de discurso
com o grandes partes de las ciencias m orales, la filosofía idealista y, tal
vez con la m ayor claridad, las form as preindustriales de estudio de las
finanzas y las políticas públicas, las llam adas ciencias cam arales y políti­
cas se e sta b a n tra n sfo rm a n d o h a sta q u e d a r irreco n o cib les, o ib a n
siendo discretam ente suplidas.
La confluencia de diferentes proyectos destinados a en fren tarse a la
cuestión social de la sociedad industrial y a la cuestión de rec o n stru ir
la identidad cultural y nacional en sem ejante sociedad, se unió dentro del
m arco general del m oderno E stado-nación. El c o n o cim ien to re la c io ­
n a d o con estos diversos p ro y ecto s quedó u n id o de m a n e ra s m ás o
m enos directas al desarrollo de este Estado m oderno. En m uchos países
com o se ha m ostrado con todo detalle en este volum en, p o r ejem plo,
los casos del Reino Unido y de los Países Bajos— las agendas del discurso
de políticas y de la hechura de las políticas fueron forjadas fu n d am en tal­
m ente p o r esas redes entrelazadas de p o der y conocim iento, o —p a ra
u s a r n u e stra p ro p ia term in o lo g ía — co aliciones del d isc u rso (véase
S m ith [capítulo v] y Blume et al. [capítulo vil] en este volum en). E n al­
gunos países y algunas áreas de políticas, esas redes ya tenían im p o rtan ­
cia form ativa a com ienzos del siglo xx, com o las describen B ulm er (ca­
p ítulo vi) y W ittrock et al. (capítulo n) en este volum en. S chw artzm an
(capítulo xi) pone en relieve otra form a, incluso an terio r pero de influen­
cia sim ilar, a saber: la ejercida p o r los p a rtid a rio s y tra n sm iso re s de
varias form as de conocim ientos de ingeniería, m edicina y derecho sobre
la form ulación de políticas públicas en m edios preindustriales, en este
caso B rasil du ran te el siglo xix.
S in em bargo, d espués de la seg unda G u erra M undial, las cien cias
sociales se desarrollaron a un ritm o sin precedente. Este desarrollo ocurrió
en la secuela de los cam bios de la función del gobierno en la sociedad, boradores de las políticas por igual, la idea de que u n pensam iento acer­
que o c u rrie ro n en la m ay o r p a rte de los países. Se m anifestó de m uy tado au m en tara el potencial de hacer el bien era sum am ente atractiva.
diversos m odos. Se canalizaron recursos hacia los nuevos departam entos La expansión m ism a de la ciencia social y los crecientes esfuerzos por
sociales en el creciente sistem a de la educación superior (véase Bulm er, vincularla con la hechura de las políticas subrayaron las lim itaciones de
1982, pp. 128-150; Cherns, 1979; H avem an, 1986; W agner y W ollm ann, la d o ctrina de “pensar bien, hacer el bien”. Los enorm es esfuerzos he­
1986 a y b). Se o rganizaron nuevas unidades p ara el análisis y el aseso- chos p o r ap licar la ciencia social a las políticas sociales, realizados en
ram ie n to de políticas. En m uchos países, u n a proporción creciente de relación con la G uerra contra la Pobreza en los E stados Unidos, presen­
serv id o res civiles y expertos en la ad m in istració n recibió prep aració n ciaron "pocos ejemplos en que las conclusiones de la investigación afec­
profesional o académ ica en u n a de las ciencias sociales. De m anera si­ ta ra n v isib lem en te el cu rso de las p o lític a s” (W eiss, 1980, p. 3). De
m ilar, se hicieron esfuerzos p o r form ular políticas coherentes y completas m uchos países europeos llegaron inform es de descubrim ientos similares
p a ra el uso de todos los tipos de conocim iento científico en la tom a de (véase, p o r ejemplo, B aehr y W ittrock, 1981; H usén y Kogan, 1984). En
d ecisio n es y, b a sta n te a m enudo, p a ra p la n e a r o m o ld ear consciente­ realidad, la bibliografía del creciente cam po de la investigación sobre la
m en te la evolución m ism a del conocim iento social de acuerdo con crite­ utilización del conocimiento está repleta de historias de horror o de subuti-
rios de políticas. Así, se supuso que u n buen conocim iento social y econó­ lización o nula utilización de la investigación social. A veces, com unida­
m ico p o d ría trad u cirse en unas buenas políticas sociales y económ icas, des de especialistas sim plem ente no respondieron a peticiones urgentes
las cuales, a su vez, p ro m o v erían el b ie n e sta r social y el crecim ien to de u n conocim iento orientado hacia las políticas, y cuando lo hicieron,
económ ico. sus re sp u e stas fu eron tardías, im procedentes o in adecuadas. C uando
E stos desarrollos sirven com o trasfondo a la m ayor parte de las cola­ h u b o allí algo que p u d ie ran e m p lear los en ca rg ad o s de las políticas,
boracio n es que aparecen en este volum en. De hecho —y Rein y Schon éstos a m enudo no se enteraron. Y cuando lo hicieron, tuvieron poco o
(capítulo x i i ) sugieren precisam ente esto— ha habido una notable sem e­ n in g ú n tie m p o p a ra in teg rarlo a los procesos de políticas en acción.
ja n z a de los desafíos intelectuales básicos que han en trañ ad o las cam ­ O bien la investigación de políticas que fue encargada y aun presentada
b ia n te s relacio n es en tre el p o d e r y el co n o cim iento en casi todos los de acuerdo con los planes a m enudo h a carecido de interés y h a sido
países que ap arecieron en los capítulos de este volum en. Rein y Schon cad u ca; o el c e n tro de in te ré s p a ra los fo rm u la d o re s de políticas ya
in d ic a n que la existencia de foros in tern acio n ales p a ra el discurso de h a b ía c am b ia d o cu a n d o se p re se n ta ro n los re su lta d o s de la in v esti­
políticas, com o la O rganización p ara la Cooperación y el Desarrollo Eco­ gación. Y aun si no ocurrió así, m uy a m enudo nuevas pautas de coali­
nóm ico ( o c d e ), sirve p ara fortalecer m ás aún la corriente de políticas e ciones y conflictos han hecho que de todas m aneras los resultados de la
ideas, p a ra que viajen —no d igam os p a ra en v iarlas— a través de las investigación fueran inútiles.
fron teras nacionales. En los casos de Japón y Brasil, W atanuki (capítulo Surge de aquí una pauta paradójica. Tanto el crecim iento de la inves­
x) y S chw artzm an (capítulo xi) logran dem ostrar que la form ulación y tigación social com o la “cientifización” del proceso de políticas son pro­
restru ctu ració n de u n discurso pertinente a las políticas en estos países cesos sociales de im portancia fundam ental en casi todos los países de
incluyó com plejos procesos de relacionar u n a transferencia de discursos O ccidente. Adem ás, estos procesos p arecen a p re ta d a m en te interrela-
originados en o tra p arte —en el caso de Brasil, m ás notablem ente, aca­ cionados. Sin em bargo, la investigación que h a intentado precisar ejem ­
so, en el m edio intelectual francés— a proyectos intelectuales e in stitu ­ plos de interacción entre los ám bitos de la investigación social y de la
cionales internos. política pública se ha caracterizado en gran parte p o r variaciones sobre
D urante todo el decenio de los sesenta, se sostuvo casi intacta la fe en el tem a de "todo análisis, nada de acción”. Una y otra vez encontram os
u n a d o rad a cadena de sabiduría y acción, subyacente en el pensam iento inform es de científicos sociales que se quejan de que no se les escucha, y
de la política pública en la m ayoría de los países de la o c d e . R ara vez o de responsables de políticas que se quejan de haber recibido m uy poco
n u n ca se atrevió alguien a d u d ar de que “utilizar la investigación de la que valiera la pena. ¿Por qué esta “discontinuidad entre el compromiso
ciencia social p ara las políticas públicas es u n a cosa b u ena”, o la suposi­ gubernam ental con la investigación de la ciencia social, como lo dem ues­
ción de que “u sar la investigación social es bueno, usarla m ás es mejor, tra el gasto de dinero y toda la retórica circundante, y su desdén de los
y au m en tar su uso significa m ejorar la calidad de las decisiones guberna­ resultados que produce la ciencia social”? (Weiss, 1980, pp. 3 s.) ¿Por qué
m entales" (Weiss, 1977, p. 4). Huelga decir que, para académ icos y ela- el su p u esto "diálogo entre p ro d u cto res y u su a rio s de la investigación
social” degenera con tan ta frecuencia en una serie de m onólogos apenas origen m icroeconóm ico. La investigación de la utilización del conoci­
conexos? ¿Por qué tantos de esos relativam ente pocos ejem plos inequí­ m ien to ha socavado la con fian za en que los re su lta d o s de la inv esti­
vocos de "utilización del conocim iento” que pueden identificarse ocu­ gación se pueden preprogram ar, en que la ciencia social, si es encargada
rren inadvertidam ente y a m enudo en periodos de conflicto o aun de cri­ o com isionada, puede producir fragm entos precisos de insum o p ara una
sis de las políticas, es decir, en form as que se desvían evidentem ente de m aquinaria de planeación y elaboración de políticas, que funcione a la
todo m odelo de control-com ando de la interacción entre investigación y perfección. De m an era sim ilar, ha fortalecido la c rític a de elem entos
p o líticas? ¿P or qué la extensa investigación so b re u tiliz a c ió n del clave de las ciencias de las políticas que fueron sobresalientes en m u ­
conocim iento, pese a fascinadores atisbos y extensos estudios em p íri­ chas naciones europeas entre los sesenta y los setenta, subrayando la ne­
cos, no da señales de que esté naciendo un consenso conceptual entre cesidad de co n trolar y d irigir la investigación en u n a dirección que la
los m odos a través de los cuales la ciencia social se traduce en política ap arte de las estrechas orientaciones disciplinarias hacia u n a p reo c u ­
social? p ación por problem as social y políticam ente m ás p ertin en tes y útiles.
Resultaría ten tad o r pedir más investigación em pírica detallada y m ás Pero, si no se utiliza la investigación, ¿qué objeto tiene com isionarla,
investigación de carácter histórico y transnacional. De m anera sim ilar, p ara empezar? Si se le utiliza, ¿qué objeto tiene hacerlo, si los atisbos que
p o d ría a rg ü irse que existe u n a necesidad de c o n ta r con u n a inv esti­ nos ofrece no reflejan auténticas com prensiones en profundidad de u n a
gación teórica que se enfrente sistem áticam ente a los m ás prom etedores investigación m inuciosa?
m odelos de utilización del conocimiento que hasta hoy se han presenta­ G radualm ente se h a ido com prendiendo que una red m ás ap retad a de
do. Esas dem andas no serían irrazonables. Y sin em bargo, en este breve com ités político-burocráticos no ofrece una panacea p ara pro d u cir una
capítulo sostengo que nuestras actuales dificultades p ara enfrentarnos a nueva ciencia social que fuera capaz de com binar calidad y orientación,
la conexión entre la investigación social y la política pública no se deben sensibilidad y pertin en cia a los problem as (por ejem plo Blum e, 1985;
básicam ente a u n a falta de evidencia empírica. Tam poco son resultado Geiger, 1985). En algunos países, com o Suecia, se ha m antenido el com ­
de u n p ensam iento confuso. Antes bien, reflejan la ta re a —v erdadera­ prom iso político de apoyar a las ciencias sociales, m ientras que el cam ­
m ente desafiante— que constituye cualquier análisis de la in te ra cción bio de actitud hacia la política en m ateria de ciencia ha sido tan rápido
entre la investigación y las políticas; cualquier conceptualización de este que una crítica que hace pocos años solía ser audaz y valiente hoy pasa
vínculo se basa, en últim a instancia, en un supuesto acerca de la analo­ p o r ser la verdad revelada. E n otros países, especialm ente quizá en el
gía entre los m odos operacionales de los ám bitos de la investigación y R eino Unido, las ciencias sociales com o tales h an sido p u e stas se ria ­
de las políticas. P or ello, com prender debidam ente este vínculo exige m ente en entredicho por partes im portantes del gobierno (véase Sm ith,
cierto entendim iento de ambos dominios, los cuales se caracterizan por capítulo v de este volum en). P or todo ello, u n a concepción ingenieril '
un elevado nivel de complejidad, para ninguno de los cuales disponem os estrecham ente utilitaria de la interacción entre investigación y políticas, v
de m odelos com prehensivos aceptados. Pero, p o r m uy difícil y g ra n ­ caracterizada por u n a interpretación sum am ente racionalista del proce­
diosa que sea, ésta es la tarea a la que deberá enfrentarse el estudioso so de políticas, y por la subordinación de la investigación social a las de­
que esté interesado en com prender "el difícil diálogo entre productores m andas autoritativam ente expresadas del sistem a de políticas, ha resul­
y usuarios de la investigación social”. tado cada vez m ás incom patible con el testim onio em pírico disponible,
de toda una plétora de estudios. La colaboración de Weiss (capítulo xiv)
a este volum en es de todas m aneras un resum en autorizado de esta dis­
U n a MATRIZ DE CONOCIMIENTO SOCIAL Y POLÍTICAS; CUATRO MODELOS cusión y crítica, y u n a dem ostración de que la investigación de políticas
no sólo se puede concebir com o un asunto de "datos” (para u tiliz ar su
La investigación sobre el empleo del conocim iento ha surgido, en p ro ­ propio térm ino en nuestro contexto).
porción considerable, com o p arte de una reacción c o n tra las infladas A la inversa, el llam ado m odelo de la ilustración ha ganado te rre n o \]
p reten sio n es de la revolución racio n alista del decenio de 1960 y sus entre los especialistas. Este m odelo es com patible de m uchas m aneras "
esfuerzos p o r racionalizar todo plan y coordinar las políticas públicas con una función académ ica m ás tradicional, y ofrece una razón de ser a
en u n núm ero cada vez m ayor de ámbitos, y cada vez m ás hacia el fu­ la utilidad social de esta función en una época en que m uchos form u-
turo, con ayuda de toda u n a variedad de técnicas de adm inistración de ladores de la política en m ateria de ciencia llevan ya años argum entando
que esta función ha sido dejada atrás p o r los propios procesos sociales. La experiencia del uso (y del no uso) de la investigación de ciencias sociales
El m odelo ilustrado: por comisiones embona mucho mejor en el modelo de "ilustración” que en el
de “ingeniería”. La influencia de la sociología y de otras ciencias sociales con­
supone que la investigación de la ciencia social no tanto resuelve problemas siste menos en ser de utilidad directa, que en aportar una perspectiva general
cuanto ofrece un medio intelectual de conceptos, proposiciones, orientaciones sobre los problemas y las cuestiones que interesan a comisiones particulares
y generalizaciones empíricas. Ningún estudio en sí mismo ejerce mucho efec­ [Bulmer, 1983, p. 376].
to, pero, a la larga, los conceptos llegan a ser aceptados...
D urante un periodo, y con m ucha investigación, las ideas [...] se filtran has­ P ara nuestros propósitos, debem os poner en relieve dos característi­
ta la conciencia de los funcionarios de las políticas y los públicos atentos. Lle­ cas claves del modelo de la ilustración. En prim er lugar, enfoca ante todo
gan a desempeñar un papel en la m anera en que los encargados de políticas el ám bito del investigador, y no el de los procesos de políticas. Asigna
definen los problemas y las opciones que examinan para hacerles frente [...] u na clara primacía conceptual a la investigación sobre las políticas. En
En este punto de su desarrollo, la "ilustración” puede ser el uso más sabio que segundo lugar, el m odelo contiene u n a suposición clave acerca de la
se dé a las ciencias sociales [Weiss, 1978, pp. 77 s.].
relación que hay entre los principales m odos de operación de estos dos
á m b ito s, a saber: estos m odos son c la ram en te in co m p atib les y todo
O bviam ente, la concepción ilu strad a del nexo en tre investigación y esfuerzo por tratarlos como básicam ente idénticos ten d rá graves conse­
políticas se basa en la prem isa, m ás o menos explícita, de una imagen real cuencias adversas. Podemos expresar esto dicjendo que el modelo de la
de las ciencias sociales, que otorga un puesto sobresaliente al papel de ilustración presupone que los dos ám bitos operan de acuerdo con lógi­
estas disciplinas al a p o rta r los in stru m en to s conceptuales y analíticos
cas diversas y no de acuerdo con una lógica unitaria. E n am bos aspectos,
p ara el discurso público. Sin em bargo, tiene tan to m enos que decir acer­ el llam ado modelo de ingeniería ad o p ta u n a posición adversa. Acepta í
ca de la n aturaleza del proceso de políticas y acerca de los nexos exactos la suprem acía de las políticas y prescribe m odos y m edios p ara que la
que hay entre los ám bitos de la investigación y de las políticas. En reali­ investigación se ad ap te bien a ella. E n p rincipio, la investigación de
dad, se dejan sin exam inar m uchas cuestiones críticas tocantes a estos la ciencia social m ediante una planeación adecuada producirá fragm en­
nexos. Todos sentiríam os un alivio al enterarnos de que las ciencias so­ tos, claram ente delim itados, de insum o para la m aquinaria de tom a de
ciales, si las dejaran en paz en lugar de alim entarlas p o r la fuerza con decisiones del proceso de políticas. Esto es posible en virtud del hecho
form ulaciones de problem as políticam ente definidos, a su debido tiem po de que la ciencia social —al m enos si se aparta de estrechas preocupa­
"ilu strarían ” a los elaboradores de las políticas y a la hechura de las po­ ciones disciplinarias y académ icas, en favor de u n a preocupación p o r
líticas. Pero acaso deseem os sab er m ás acerca de los m odos y m edios
los problem as de im portancia social, norm alm ente de naturaleza inter­
p o r los cuales la o sc u rid a d c ed erá arjte la luz. ¿ E stam o s re alm e n te d isc ip lin a ria — a c tú a de u n a m a n e ra que no está esen cialm en te se­
seguros de que estas criaturas de las políticas m oran en las tinieblas y de p arad a del funcionam iento del proceso de políticas ni es incom patible
q u e los e sp e c ia lista s viven en la luz? ¿Q ué p a sa ría si estu v iéram o s
con éste.
enfrentándonos a diferentes form as de vida social, ninguna de las cuales Aunque han dom inado gran parte del debate contem poráneo sobre la
fuera necesariam ente superior a la otra? ¿Qué pasaría si la tribu de las utilización del conocim iento, los m odelos de ingeniería y de ilustración
políticas no reconociera las virtudes de la luz académ ica aun si la viera? ciertam ente no gozan de u n m onopolio conceptual. P or ello, su actitud
P arece te n e r b uen sentido su p o n er que fragm entos y piezas de cono­ característica —lógica u n itaria cum suprem acía de las políticas (el m o­
cim ien to llegarán a “g otear” h asta el flujo g radual del conjunto de las delo de ingeniería) y lógicas diversas cum prim acía de la investigación
decisiones y a afectar de m anera decisiva su curso, a largo plazo. Pero, (el m odelo de la ilustración)— se refleja en las de otra pareja, a saber: las
¿cuánto tiem po necesitará? ¿Qué p asará si el persistente goteo del cono­ del modelo tecnocràtico (lógica u n itaria cum suprem acía de la investi­
cim iento no horada la piedra de la ignorancia sino que, sim plem ente, se gación/análisis) y del modelo burocrático clásico (lógicas diversas cum
escurre hacia u n terreno lodoso?
prim acía de la esfera político-adm inistrativa).
A p esar de estos problem as, el llam ado m odelo de ilustración ha con­ M ientras que la perspectiva básica del m odelo de ingeniería es deci-
quistado u n a creciente aceptación en años recientes: sionista —en últim a instancia, los encargados de las políticas tienen que
pon erse al frente y decir a an alistas y a investigadores cuáles son los
análisis que se necesitan y cuáles son los valores sociales pertinentes—, entre los p artidarios de un m odelo burocrático clásico, en cu an to a la
hay tam bién los que proponen lo que podríam os llam ar un enfoque tec- relación que hay en el ordenam iento bu ro crático del m undo, p o r u n a
nocrático de la interacción del conocim iento social y las políticas públi­ parte, y las realidades del sistem a económ ico capitalista dom inado por
cas. Desde esta perspectiva, el análisis y la investigación pueden m ejorar lo privado e im pulsado p o r el m ercado, p o r la otra. Los p ro c eso s de
decisivam ente la "arquitectura social” y la tom a de decisiones. E n una racionalización encarnados en la burocracia y en la expansiva econom ía
situ ació n en que m uchos gobiernos se ven am enazados p o r enorm es c a p italista fu ero n vistos, p o r ejem plo, p o r W eber, com o pro ceso s en
"déficit de capacidad" al enfrentarse a un futuro incierto, existe la n e ­ g ran p arte paralelos. Em pero, para m uchos p artid ario s de u n m odelo
cesidad de una preparación sistem ática de los principales responsables b urocrático clásico, por ejem plo M annheim , esta relación en tra ñ a una
de las políticas, y de u n aum ento radical del uso de técnicas analíticas tensión fundam ental.
y de "tanques de pensam iento”. De este m odo podrán echarse los funda­ De este modo, la planificación y la racionalización del m undo, según
m entos de un “rediseño de la gobernación, para enfrentarse al fu tu ro ” M annheim y m uchos otros partidarios del m odelo burocrático en gene­
(Dror, 1983). En sum a, no hay razones lógicas o conceptuales para qué ral, en traña la elim inación del riesgo, de la incertidum bre y la adversi­
la investigación y el análisis no puedan llegar a pesar sobre las políticas; dad en procesos sociales incontrolables, com o la com petencia y o tras
tan sólo obstáculos prácticos y de organización, y éstos se podrán quitar form as no reguladas de interacción social. Aquí se hace verdaderam ente
si se da a la investigación y al análisis la prim acía debida y se les perm ite obvia la diferencia entre el modelo burocrático clásico y el m odelo inge-
hacer toda su contribución a un enfoque sistem ático y m ás estructurado nieril de la “revolución racionalista” del modelo de los sesenta. E n esta
de u n a elab o ració n so cietaria de las políticas. É ste es, en esencia, el concepción m ás m oderna, el objetivo de la planeación no es elim inar el
meollo del argum ento de los partidarios de este m odelo. C ualesquiera riesgo y la incertidum bre del m undo social; sem ejante objetivo sería tan
que sean los m éritos y dem éritos analíticos y éticos de sem ejante argu­ utópico cuanto nocivo. De lo que se trata es de enfrentarse a la incerti­
m ento, es relativam ente fácil ver que, de m om ento así com o para el fu­ dum bre y vivir con ella de m anera razonable.
tu ro previsible y al m enos en lo tocante a la E u ro p a occidental, este M ientras que para M annheim una econom ía com petitiva de m ercado
m odelo apenas resulta tolerable p ara la mayoría del público en general, com pendiaba “el ám bito irracional de nuestra vida social” (por ejemplo,
o p ara la m ayoría de los responsables de las políticas. M annheim , 1936, pp. 102 s.), la m o d ern a teoría de la b u ro c ra c ia y la
E n el modelo burocrático clásico, el ám bito de la b u ro cracia y de la planificación es, en esencia, sólo una extensión del razonam iento m icro-
adm inistración com pendia en cierto sentido la racionalización y la m o­ económ ico que tra ta de reflejar estos m ism os procesos, los cuales, lejos
d ern izació n del m undo social. Sin em bargo, esta ra c io n a liz a c ió n se de parecer "anclados en lo irracional” (M annheim ), se p resentan com o
expresa en form a de un ap arato adm inistrativo racional y je rá rq u ic a ­ el m odelo m ism o de la eficacia racional. P or ello, según la m o d ern a
m ente ordenado, fundam entalm ente interesado en la aplicación de con­ teoría de la adm inistración y la planeación, las técnicas de gestión y de
juntos form ales de reglas y de leyes, y en la subsunción de acontecim ien­ políticas, y las form as de análisis basadas en la teoría económ ica y que a
tos sociales p a rtic u la re s a estas reglas. De este m odo, en el m odelo m enudo m uestran u n a tendencia m atem ática, constituyen un elem ento
burocrático clásico existe u n a necesidad de personal con buena p rep a­ básico de las form as burocráticam ente necesarias de conocim iento, y a
ració n ju ríd ic a y ad m in istrativ a, com petente en la ap licació n de sis­ este respecto ocupan lugar de honor, desplazando a la ju risp ru d e n cia
tem as de reglas pertinentes, pero que tenga poca o ninguna necesidad del puesto que había ocupado en el m odelo burocrático clásico (Jann,
de c o n ta r con algún tipo de co n ocim iento científico social. A unque capítulo iv de este volumen, sobre program as universitarios en el an áli­
habitualm ente relacionado con Weber, este modelo burocrático clásico sis de la política pública, elabora extensam ente este punto).
tam b ién puede en co n trarse en la obra de autores com o M annheim y H asta aquí, el argum ento se ha centrado en los cuatro m odelos de lo
hasta com o H aberm as (por ejemplo, M annheim, 1936, pp. 169-171, 189- que podría llam arse la principal m atriz de interacción entre las políticas
191; H aberm as, 1981, pp. 459-462). y la ciencia social. Se han distinguido los modelos por su posición a lo
El m odelo b u ro c rá tic o clásico difiere del racio n alism o rad ic al del largo de dos dim ensiones: prim ero, p o r la com patibilidad o incom pati­
m oderno m odelo de ingeniería en sus objetivos fundam entales. Éstos bilidad de los modelos de operación básicos, o lógicos, de los dom inios de
conciernen a la ordenación jurídica y adm inistrativa de piezas delim ita­ la investigación de la ciencia social, por una parte, y de la hechura de polí­
das de la realidad social. A este respecto, existe una am bivalencia básica ticas y la burocracia, por la otra; en segundo lugar, la posición de pri-
C uadro XV. 1. Matriz del conocim iento social y las políticas m iento y las preocupaciones de una com isión gubernam ental sobre la
em ig ració n (cu e stió n de im p o rta n c ia p a ra las p o lítica s en Suecia
Primacía del dominio durante el cam bio de siglo, cuando la em igración, en contra de lo que
Lógica de los ámbitos de la
ciencia social y de la ocurría en algunos otros países europeos, no se niveló, pese al hecho de
Elaboración de políticas que la in d u strializació n iba evolucionando ráp id am en te, y cuando la
elaboración de políticas
Investigación y administración supervivencia m ism a de la nación pareció a veces en juego, en una pers­
y la administración
pectiva a largo plazo) y la creación de la prim era cátedra de estadística
Lógicas diversas Modelo de ilustración Modelo burocrático clásico (en la U n iversidad de U ppsala), cedida al se c re ta rio en jefe de esta
Lógica unitaria Modelo tecnocrático Modelo ingenieril com isión gubernam ental.
A pesar de todo, en cuanto quedaron institucionalizadas dentro de la
academ ia las disciplinas profesionales de la ciencia social, la tradicional
a u to n o m ía acad ém ica del sistem a un iv ersitario en la m ayoría de los
m acía atrib u id a a uno de estos dos dom inios, p o r relación al otro. Esto países occidentales entrañó una relativa independencia p ara la ciencia
n o s ofrece u n a m a triz que h a servido p a ra e s tru c tu ra r el arg u m en to social ante las dem andas inm ediatas del m undo de la elaboración de las
(cuadro xv.i). políticas y la ad m in istración; esto, desde luego, no significó que des­
apareciera la interacción entre la investigación y los procesos de las po­
Recuperación del tiempo líticas. P o r el co n trario , m uchos de los m ás sem inales pro g ram as de
investigación de los prim eros decenios del siglo xx se caracterizaron por
Como ya se indicó, esta m atriz no sólo sirve de vehículo al análisis con­ grandes preocupaciones, orien tad as hacia las políticas. La obra de la
ceptual; representa, asim ism o, tendencias seculares de la evolución del sociología vienesa, la ciencia social em pírica de Chicago y los econom is­
conocim iento social en contextos sociales cam biantes. P or ello, el su r­ tas de E stocolm o durante los años de entreguerras, dem ostraron lo fruc­
gim iento m ism o de la ciencia social profesional, y la transición del pen­ tífero de un continuado diálogo entre especialistas y agrupam ientos de
sam iento social general, y form as sem iliterarias de explicaciones de la form uladores de políticas o con el público. Pero todos estos casos ejempli­
realidad social, p o r ejemplo, com o se m anifestaron a lo largo de todo el fican pautas de interacción, no de som etim iento, y en todos estos casos,
siglo xix, siguiendo la tradición de las novelas m ás o m enos realistas, fue la investigación llegó a ejercer u n a co nsiderable in flu en cia sobre las
u n proceso que cubrió varios decenios de finales del siglo xix y com ien­ p olíticas, m e d ia n te u n g rad u al proceso de ilu stra c ió n (p o r ejem plo,
zos del xx (véase H ughes, 1958; L epenies, 1981; Soffer, 1978; T h u rn véase Coleman, 1979b). Por ello, resulta razonable sostener que el modelo
et al., 1984). de la ilustración puede considerarse com o un m odelo bastante apropia­
D u ran te este proceso, ciertam en te no h u b o u n a dem arcació n clara do para el papel social de la investigación durante u n a época histórica
en tre las form as de investigación social orientadas hacia las políticas y específica. De m anera sim ilar, el m odelo burocrático clásico, como ya se
o tra s m ás disciplinarias. Por lo co ntrario, las form as disciplinarias de dijo, es sin duda u n a representación m ás adecuada del m odo de opera­
conocim iento social a m enudo rep resentaron tan sólo una instituciona- ción de las adm inistraciones europeas durante la p rim era m itad de este
lización de preocupaciones de políticas sobresalientes y perm anentes. A siglo, que de los aparatos adm inistrativos rem odelados y reorganizados
veces, este proceso fue indirecto, com o en el caso del surgim iento de la en la secuela de la “revolución racionalista” del decenio de 1960.
sociología em pírica en Alemania e Inglaterra com o form a de respuesta a Y a la inversa, podría argüirse que los modelos de la lógica unitaria en
preocupaciones extendidas p o r "la cuestión social”, es decir, los efectos la m atriz, es decir, el m odelo ingenieril y el m odelo tecnocrático, son
trascendentales del proceso secular de industrialización y de urbaniza­ represen tacio n es de u n a realidad social diferente de los m odelos que
ción en vastos estratos —a m enudo desarraigados— de la población. Sin presuponen u n a lógica diversa. Se les puede considerar com o esfuerzos
em bargo, a veces los nexos entre la orientación hacia las políticas y el por in corporar las realidades sociales de un aparato estatal m ucho más
desarrollo disciplinario fueron m ás inm ediatos. Un ejem plo interesante intervencionista, y las tareas m ucho m ás com plejas y extensas de una
fue el establecim iento de la dem ografía estadística e histórica dentro de burocracia a la que se ha confiado la tarea de adm in istrar los diversos y
la academ ia sueca. Hubo allí una transición casi directa del funciona­ crecientes program as públicos del tardío Estado benefactor keynesiano.
Si la ciencia social m oderna se desarrolló como respuesta al rem plazo Cuadro XV.2. Matriz de modelos de la interacción entre conocim iento
de u n m ás antiguo Polizeystaat (y en interacción con él), por un m ucho y políticas: los modelos que presuponen una lógica análoga
m ás m oderno, Rechsstaat burgués, más o menos liberalm ente orientado,
entonces el rem plazo de esta tradicional form a de Estado por un m ucho Elaboración de políticas
m ás intervencionista E stado benefactor hizo au m en ta r originalm ente Pauta de interacción Investigación y administración
las dem andas de conocim iento social. Luego, esto sirvió com o estím ulo
(im pulsado p o r la dem anda) para la ciencia social, que ocurrió en dife­ Fuertemente análoga Modelo de aprendizaje Modelo de solución
rentes etapas y en distintos países. En algunas naciones, com o los E sta­ y continua de las políticas social de los problem as
dos Unidos y', en grado m ás lim itado, el Reino Unido y Suecia, la expan­
Débilmente análoga Modelo disposicional Modelo adversativo
sión im pulsada p o r la dem anda comenzó desde el decenio de los treinta. y discontinua
En g ran p a rte de la E u ro p a central, el fascism o y las n ecesid ad es
inm ediatas de la reconstru cció n después de la guerra re tra sa ro n este
desarrollo. Cuando ocurrió, a veces en conjunto con "coaliciones refor­
m istas” form adas por responsables de las políticas y científicos sociales,
como en la Alemania O ccidental durante los sesenta (véase W ollm ann, L a m a t r iz e x t e n d i d a : e v o l u c i ó n y c o n t r o v e r s i a
1984), coincidió con crecientes dem andas a las ciencias sociales p a ra
que cobraran m ayor pertinencia social y desarrollaran form as de inves­ Si el modelo de ilustración y el modelo burocrático clásico presuponen
tigación m ás orientadas hacia la política. por igual que hay un abism o entre los m undos de la investigación y de
De este modo, la tem prana fase de interacción entre ciencia social y las políticas, en m ateria de misiones y de m andatos, entonces el m odelo
hechura de políticas, en un Estado benefactor intervencionista, no exigió tecnocrático y el m odelo ingenieril por igual presuponen que estím ulos
una transform ación de la naturaleza de la propia ciencia social; en cam ­ de un o de estos dom inios pu ed en in flu ir de m a n era b a sta n te d ire cta
bio, las form as establecidas de las disciplinas científico-sociales, que dis­ sobre la conducta del otro ám bito. Sin em bargo, am bos tipos de expli­
frutaron de un grado relativo de autonom ía institucional y habían obte­ cación tro p ie za n con d ificultades m uy co n siderables. E n el caso del
nido cierto grado de consolidación disciplinaria, pudieron aprovechar p rim er tipo de enfoque —suponer una considerable diversidad entre los
entonces una atención benévola. Durante los sesenta y los setenta, las pre­ m odelos operantes de los dos dom inios— la falta de interacción resulta
siones en el sentido de pertinencia para las políticas hizo que las ciencias en teram en te com prensible, pero es difícil ver cóm o p o d ría o c u rrir si­
sociales se vieran obligadas a reconsiderar unas creencias profundam ente quiera alguna ilustración. Aún m ás difícil es ver cóm o los p artidarios de
sostenidas acerca de sus identidades disciplinarias, y que experim entaran la ilustración pueden estar tan confiados en que, a largo plazo, los resul­
luchas por lograr prerrogativas en la formulación de los problemas: u n des­ tados de una buena investigación “gotearán” hasta llegar a la conciencia
arrollo que en los estados benefactores sum am ente desarrollados e inter­ del público en general y, con el tiem po, afectarán profundam ente la ela­
vencionistas, com o Suecia, llegó m ás lejos que en algunos otros, y al que b o ració n de políticas. E n el caso del segundo tipo de enfoque —p re ­
se ha llamado, entre otras cosas deriva epistémica (Elzinga, 1985). su p o n e r u n a lógica u n ita ria —, el hecho e m b arazo so al que hay que
La diversidad de los actuales avances en m ateria de conocim iento so­ enfrentarse es que la interacción postulada n u nca ocurrió; a m enudo,
cial y las tendencias sim ultáneas hacia un creciente hincapié en la inves­ bastantes encargados de las políticas e investigadores parecen reacios a
tigación básica y en u n a m ayor "politización” de los expertos, p o r una dejarse preprogram ar del m odo que lo requieren el m odelo tecnocrático
m u ltip licid ad de ag ru p am ien to s sociales y políticos (véase W agner y y el ingenieril. Estos tipos de dificultades han sido el p u nto de partid a de
W ollmann, 1986a y b), debería servir como advertencia contra las gene­ esfuerzos por elaborar unos modelos para la función del conocim iento
ralizaciones apresuradas acerca de la probable evolución de las futuras sistem ático en los procesos de políticas que fueran, a la vez, descriptiva­
pautas de interacción entre la ciencia social y la esfera de la elaboración m ente precisos y conceptualm ente m ás poderosos.
política y la adm inistración. Sin em bargo, ahora es necesario resum ir Estos tipos de m odelos com parten una característica clave: sugieren
algunos recientes esfuerzos p o r rom per conceptualm ente con la m atriz que los m odos de operar básicos de los dom inios de la investigación y
de dos p o r dos, que h a servido p ara estructurar hasta aquí el argum ento. los procesos de políticas no son aproximadamente equivalentes ni funda­
m entalm ente diversos y ni siquiera incompatibles. En cam bio, la prem isa Cualquiera que sea la validez de la respuesta popperiana-lakatosiana
de estos m odelos es que los m odos de operación, aunque no idénticos, del desarrollo del conocim iento científico, es obvio que una aplicación
son aproximadamente análogos y compatibles, y de este m odo, por ejem ­ de alguna de sus versiones a los cam bios de las políticas se basa en cier­
plo, p erm iten que o cu rran procesos cual el aprendizaje a largo plazo. to núm ero de suposiciones de bastante alcance. Se hacen evidentes dos
Como en el caso de los otros modelos, los m odelos que sugieren una ló­ suposiciones dudosas. Prim era, no es claro que pueda considerarse el
gica análoga d ifieren en el m odo en que atrib u y en la suprem acía a la desarrollo de las políticas como algo afín al desarrollo del conocim iento
esfera de las políticas o a la de los procesos de investigación para explicar científico en algún sentido real. Ciertam ente, las políticas se modifican
las pautas de interacción. Además, dentro de cada uno de estos tipos se com o respuesta a experiencias de tipo positivo o negativo. En algunas
puede establecer u n a distinción entre una versión de gran alcance y otra naciones, por ejem plo en Suecia, tam bién existen m ecanism os institu­
m ás cautelosa. Las diferentes versiones de los modelos que presuponen cionales que sirven como una especie de depósito de ideas y experiencia
un a lógica análoga se pueden representar p o r una sim ple m atriz (véase de políticas. El sistem a de comisiones gubernam entales es un instrum en­
el cuadro xv.2). to im portante que sirve a este propósito (por ejemplo, Prem fors, 1983).
El modelo de aprendizaje de las políticas ha cobrado m ayor im portan­ Sin em bargo, aun con sem ejante sistem a es claro que en m uchas áreas
cia en años recientes (por ejem plo, S ab atier y Hanf, 1985, y Sabatier, de políticas no hay nada parecido a u n a trad ic ió n in in terru m p id a de
1988). Su pun to de p artid a es una observación ta n prom etedora com o conocim iento referido a las políticas al que, con el tiempo, se añadan pie­
razonable: las políticas son, en cierto sentido, hipótesis. De m anera m ás o zas y fragm entos, en respuesta a algún tipo de prueba severa. G ran parte
m enos explícita, postulan que ciertos tipos de acciones están causalm ente de la hechura de las políticas en el nivel central, incluso en un país pe­
relacionados y conducen a la realización de ciertos tipos de estados de queño com o Suecia, surge como respuesta a problem as percibidos que
cosas, considerados deseables. P or ello, u n a política se centra en torno a cobran notoriedad en la arena política. A veces se aprenden lecciones
un enunciado o conjunto de enunciados susceptibles de som eterse a in­ del pasado, pero otras veces este pasado cae sim plem ente en el olvido o
dagación en térm inos de su justificación y, en últim a instancia, su verdad. se le ve com o irrelevante en gran p a rte p a ra las p reo c u p ac io n es del
Desde luego, las políticas están rodeadas p o r la incertidum bre y, en m om ento (véase W ittrock y Lindstróm , 1984). Sencillamente, las políti­
cu alquier punto del tiem po, puede ser difícil o hasta im posible saber si cas no constituyen un cuerpo de conocim iento que se pueda equiparar
es probable que u n determ inado curso de acción tenga los efectos desea­ legítim am ente con el conocim iento científico en m ateria de coherencia y
dos. No obstante, a la larga y con el beneficio de la retrospectiva, debe continuidad cabales. Si se emplea la m etáfora del conocim iento científi­
ser posible acum ular gradualm ente cierto conocim iento de dichos efec­ co y su desarrollo a lo largo del tiem po como principal y único criterio
tos. Por lo m enos debe au m en tar cierto tipo de conocim iento negativo; analítico, entonces grandes partes de la realidad de unos procesos de
después de un núm ero de fracasos en las políticas y desastres de planifi­ políticas discontinuos y no m uy racionales, sim plem ente serán exclui­
cación, debe ser posible afirm ar que hay m otivos débiles o insuficientes das del cam po de visión abarcado por estas anteojeras analíticas.
p a ra creer que la política en cuestión tendrá los efectos benéficos que se E n segundo lugar, las controversias por las políticas no sólo ni princi­
le atribuyen. A la larga, tam bién debe ser posible estrechar al m enos el palm ente conciernen al valor de verdad de ciertos enunciados, que se
rango de incertidum bre y lim itar el debate de las políticas a cuestiones pueden establecer m ediante experim entos y debate entre una com unidad
acerca de las que hay auténtica divergencia ideológica y evitar los “sim u­ de científicos com petentes. A m enudo en tran en juego diversos intere­
lacros de com bate" causados p o r p u ra ignorancia (véase Heclo, 1974, ses, y la controversia de políticas incluye com petencia y conflicto entre
pp. 284-322). Sin em bargo, los partidarios de un modelo de aprendizaje distintos intereses y agrupam ientos. No hay cantidad de conocim iento
de las políticas dan varios pasos más. En lo básico, afirm an que ocurre adicional que pueda elim inar el elem ento político del proceso de políti­
u n a evolución de las p o líticas o que al m enos se le p u ede h a ce r que cas. De hecho, igualm ente podría a p o rta r m uniciones y cañones más
ocurra, en una p au ta análoga a u n modelo popperiano-lakatosiano del potentes para una batalla ya entablada.
desarrollo del conocim iento científico; a la larga, “un program a de in­ La prim era de estas dos objeciones sirve de punto de partida a uno de
vestigación progresivo” conduce a la elim inación de hipótesis falsas o al los m odelos en com p eten cia —el de solución social de problem as—
m enos infructíferas y a la extensión de un corpus de hipótesis "corrobo­ m ien tras que la segunda desem peña un papel sim ilar con respecto a
ra d a s” que en trañ an una aproxim ación a la verdad: la “verosim ilitud”. otro modelo: el de los procesos adversativos y la controversia de política.
Antes de exam inar estos dos modelos, sin embargo, deberem os subrayar rativo que puede o no realizarse en una situación determ inada; h a sta en
que la colaboración de Majone (capítulo xm) a este volum en representa las fo rm as m ás ru tin a ria s o h ab itu ales de co n d u c ta te n d re m o s que
uno de los esfuerzos m ás am biciosos y rig u ro sam en te d esarro llad o s reflexionar ocasionalm ente, o aun explicarlas en cierto tipo de discurso
hechos hasta hoy p o r explorar los potenciales de conceptualizar la inves­ razonado.
tig ació n o rie n ta d a h acia las políticas com o proceso de ap ren d iz aje, El m odelo de solución social de problem as deshizo eficazm ente, de
basándose plenam ente en analogías tom adas de la filosofía de la ciencia, m uchas m aneras, la preten sió n de los científicos sociales de te n e r un
de la tradición lakatosiana. Si el modelo de aprendizaje político presenta m onopolio de la co m prensión y el conocim iento p ertin en tes p a ra los
el cam bio de políticas como algo análogo al desarrollo del conocim iento procesos de políticas. La ciencia social profesional será las m ás de las
científico, el modelo de solución social de problem as, elocuente y persis­ veces tan sólo uno de muchos insumos y, a menos que de algún m odo apo­
tentem ente defendido p o r Lindblom, adopta una posición casi inversa ye o sea apoyada por otras form as de creencias, convicciones y visiones,
(Lindblom y Cohén, 1979). El conocim iento científico sólo es una entre no es probable que ejerza un gran impacto sobre la hechura de las políticas.
m uch as fo rm as de conocim iento, y nad ie debe so rp re n d e rse p o r el Sin embargo, esta sencilla com prensión ciertam ente no significa —com o
hecho de que los encargados de las políticas a m enudo atribuyan m ás arguyen Lindblom y Cohén (1979, p. 12)— que cualquier vieja creencia
valor a o tras form as de conocim iento y p refieran el consejo de otros esté tan bien fu n d ad a com o cualquier otra. S im plem ente, no se da el
sobre el de los científicos sociales de profesión. ¿Por qué —p reg u n ta caso de que "verdadero o falso, con o cim ien to es co n o cim ien to p a ra
Lindblom — debe preferirse un m ayor análisis a una solución puesta en cualquiera que lo tom e com o base para algún com prom iso o acción”. Si
térm inos de interacción; 'es decir, de aprender haciendo? aceptáram os sem ejante “definición” del conocim iento, de ahí se seguiría
¿Por qué, en realidad? No hay ninguna razón, a m enos que los costos un subjetiv ism o m ás o m enos to ta l y te n d ría poco se n tid o d isc u tir
del fracaso sean aterradoram ente altos, no a m enos que haya poca opor­ siquiera sobre la función del conocim iento en los procesos de políticas.
tunidad de volver atrás, no a m enos que los “que corren los riesgos” en Como cualquier otra cosa en la vida social, estos procesos ten d rán que
las políticas no sean idénticos a los que “corren los riesgos” del erro r po­ ser im buidos p o r creencias y com prom isos, “verdaderos o falsos”. Por
tencial... o del desastre. Tiene m ucho sentido argum entar en favor del tanto, si seguim os el argum ento de Lindblom y Cohén a este respecto, ya
esquem a ensayo-error, y a veces puede ser legítim o ridiculizar la aver­ no tendrem os la m enor idea de si estam os exam inando la utilización del
sión al riesgo en la planeación de políticas, que habla m ucho acerca de conocim iento o la utilización de la basura, o sim plem ente contem plan­
ensayo, pero no perm ite el error. Sin embargo, salir del paso por m edio do una plétora am orfa de creencias e interacciones.
de la interacción a veces puede ser sim plem ente un eufem ism o para no Si la prim era de estas dos objeciones contra el m odelo de aprendizaje'
decir error sin ensayo; si no se tiene ninguna idea de lo que se está h a­ de las políticas es recogida por el modelo de solución social de proble-
ciendo, todo es error y no hay ensayo y, por tanto, no se aprende nada. mas, entonces la segunda objeción a este m odelo —su tendencia a eli­
Por ello pueden decirse m uchas cosas buenas acerca de resolver pro­ m in ar de la evolución de políticas el elem ento de política y de co n tro ­
blem as p o r m edio de la interacción. Sin em bargo, la interacción no es versia— sirve com o tem a im portante en el m odelo adversativo, asociado
una panacea, ni es —como parece sugerirlo Lindblom — una alternativa directam ente con las aportaciones del sociólogo de Chicago Jam es Co-
al análisis “del m ism o m odo que se puede escoger un avión o u n tren lem an (p o r ejem plo, C olem an, 1979a, 1979b y 1984; véase ta m b ié n
para llegar a un destino” (Lindblom y Cohén, 1979, p. 27). Antes bien, se O rlans, 1976). S u b ra y a el hecho de que el co n o cim ie n to b ien puede
da el caso de que en m uchas situaciones cotidianas no necesitam os lan­ servir com o m unición en las batallas partidistas. Además, la controver­
zarnos a procesos deliberativos para decidir, por ejemplo, cóm o volver sia por un asunto bien puede conducir a la utilización del conocim iento
del trabajo a casa. Em pero, si se nos pidiera, norm alm ente podríam os social —com o lo p re su p o n e el m odelo in g en ieril— en lu g a r de ir en
d ar buenas razones acerca de nuestros m edios de transporte diario. Sin detrim ento de dicho uso.
em bargo, en otros casos en que las pautas norm ales han sido alteradas Sin em bargo, los usos que se dan en tales situaciones adversativas no
p o r innovación o descom posición im prevista, bien p o d ría se r que tu ­ se p u e d en p re p ro g ra m a r con facilidad, y los frag m en to s y piezas de
viéramos que reflexionar acerca de hasta los cursos de acción m ás sen­ conocim iento serán utilizados por todo el que pueda echarles m ano y
cillos. Por ello, análisis e interacción no son sim ples opciones. Ambos m ás los necesite para apuntalar sus argum entos. E sto entraña, a m enu­
incluyen o presuponen cierto elem ento de un proceso reflexivo y delibe­ do, la utilización por adversarios y críticos de una política establecida,
m ás que p o r quienes ocupan cargos en que bien podían ten er fácil acce­ gación ejercidos sobre la acción social, pero no más que los efectos de algunas
so a m uchas fuentes de inform ación y quienes, adem ás, para em pezar, novelas [...] Con el desplazamiento a la investigación de las comunicaciones y
p u d ie ro n h ab er encargado u n determ inado proyecto de investigación. de las audiencias, hubo también un giro en el nexo de la investigación socio­
Colem an nos ofrece buen núm ero de ilustraciones de esto, tom adas del lógica con la acción social. Fue un desplazamiento de los efectos accidentales
y la irrelevancia general hacia una vinculación más directa, con una investi­
escenario n o rteam ericano. Pero varios ejem plos suecos, tom ados de la
gación social diseñada para ciertas decisiones [Coleman, 1979b, pp. 338 s.].
acalorada controversia surgida durante los setenta por la energía nuclear,
confirm an el hecho de que en circunstancias propicias, la investigación
llevada a cabo p o r co m isió n —sin d a r u n largo rodeo p o r vía de u n a A pesar de todo, y como lo ha m ostrado el propio Coleman, este nexo
p au latin a ilustración conceptual— puede ser utilizada inm ediatam ente m ás directo resultó en gran parte ilusorio, y el m odelo adversativo es, en
p o r los adversarios de las políticas de ese m ism o gobierno (véase, por realidad, un esfuerzo por reinterpretar las anom alías de u n modelo inge-
ejem plo, W ittrock, 1980; Schw arz et al., 1982). nieril con su concepción jerárquica del proceso de políticas, y por con­
A p e sa r de todo, en u n m odelo adversativo existen dos dificultades vertirlas en los típicos casos de un modelo de políticas m ás pluralista, en
obvias. Prim era, es claro que p o r m uy im portante que sean, la contro­ que no hay un solo actor central que ejerza un control decisivo, sino en que
versia y los procesos protagonizados p o r adversarios no pueden ofrecer toda una m ultiplicidad de actores com piten p o r la influencia y el cono­
m ás que u n a respuesta parcial al problem a de la utilización del conoci­ cim iento pertinente.
m iento. Además, com o lo sostiene Weiss (capítulo xrv de este volumen), En segundo lugar, aun en aquellos casos en que el m odelo adversativo
u n m odelo de defensa activa, prom oción y form ulación de propuestas, es una buena aproxim ación a los acontecim ientos del m undo real, suele
la “investigación com o argum entación” sirve sólo hasta un punto lim ita­ acercarse peligrosam ente al modelo de solución social de problem as en
do p a ra em b o n ar en la au to in terp retació n de los investigadores de las u n aspecto, a saber: en su relativa falta de interés p o r aquellas carac­
políticas. Aun en los am bientes en que la adopción de sem ejante modelo terísticas que pueden d iferenciar el conocim iento social de otros ele­
está m enos asociada al riesgo de sanciones, com o en la academ ia, "existe m entos en un cierto m edio social. Es interesante observar que una pieza
co n sid erab le resisten cia a la idea de la investigación com o arg u m en ­ de investigación puede utilizarse com o m uniciones en u n a controversia
tació n ” (Weiss, capítulo xrv de este volumen). Vemos así que la ciencia en torno a una cierta política, pero así lo puede hacer tam bién cualquier
social a m en u d o se u tiliza básicam en te p a ra a p u n ta la r argum entos y n ú m ero de o tra s declaraciones de creencias, ex h o rtaciones y valo ra­
posiciones que ya se h a n establecido, si no p lenam ente articulado, al ciones. Si no se m enciona esta cuestión, fácilm ente la utilización del
m enos en u n esbozo burdo. Sin em bargo, en otros casos parece posible conocim iento puede volverse tan sólo un nom bre engorroso para el es­
un efecto m ás fundam en tal a largo plazo, y bien puede te n er repercu­ tudio del conflicto político y social y, p o r muy interesante que este estu­
siones de am plio alcance sobre la form ulación m ism a de los problem as dio p u ed a ser, no enfoca esp ecíficam en te la cu e stió n del papel del
de políticas. Este tipo de p au ta ilustrada es, en opinión de Coleman, en conocim iento en las políticas.
gran p arte u n fenóm eno del tipo de sociedad de com ienzos del siglo xx Así, para que este modelo sea analíticam ente convincente, tendrá que
que, en la sociología norteam ericana, él identifica con la prem inencia de poder enfrentarse a la cuestión de las variedades pertinentes del discur­
la Escuela de Chicago: so y de las reglas que gobiernan e im ponen diferentes tipos de discurso.
A este respecto, Rein y Schon (capítulo xii de este volum en) parecen pre­
Viendo en retrospectiva los productos de la Escuela de Chicago, podemos pre­ s e n ta r u n o de los cam inos m ás p ro m ete d o res que h a sta hoy se han
guntarnos quién era su público. ¿Había algunos para quienes los problemas abierto. Su m arco conceptual y sus efectos em píricos constituyen un es­
sociológicamente definidos eran problemas para la acción? La respuesta, en mi fuerzo m uy am bicioso p o r en fren ta rse p rec isa m en te al p ro b lem a de
opinión, es No. Los productos de la Escuela de Chicago fueron leídos por an alizar controversias y discontinuidades m uy profundas en térm inos
sociólogos y por un público lego interesado, e indudablemente ejercieron cier­ de un modelo del llam ado discurso de políticas, que refleje el marco.
ta influencia sobre la acción social. Pero esa influencia fue difusa, indirecta y Vemos, así, que lo necesario es un modelo que com parta las preocu­
hasta accidental [...] En suma, durante ese periodo, la relación ante los resul­ paciones cognoscitivas del m odelo de la ilustración, pero que tam bién
tados de la investigación sociológica y las acciones sociales fue la de un pan perm ita una m ás vasta gam a de modelos de interacción entre la esfera
arrojado a las aguas. Hubo posibles efectos de estos productos de la investi­
de la investigación científico social y la esfera de la hechura de políticas
y la adm inistración. En particular, debe adm itir la influencia indirecta y de ciencias sociales o sus reto ñ o s, en fo rm a de escu elas de p o lítica
a largo plazo de la investigación social y a la vez unos efectos a m ás pública, gestión pública y hasta de adm inistración pública.
breve plazo, com o los que ya fueron notados por el modelo adversativo. Aparte de estos tres agolpam ientos —es decir, primero, los sabios y las
Si tom am os la m etáfora de Coleman, a veces unas semillas, si no un pan, sabias, los intelectuales e inventores de las políticas; segundo, los dise­
arrojadas a las aguas, pueden flotar hasta la playa y florecer. Una vez ñad o res, conv en ced o res y n a rra d o re s, y tercero, los em p lead o s, los
más aceptando el punto de Coleman acerca de la pertinencia inm ediata expertos e ingenieros, p o r decirlo así— está, desde luego, toda la gam a
de la investigación p ara algún agrupam iento en un proceso adversativo, de los agrupam ientos sociales y políticos que cada vez m ás glam orosa-
a veces se dan en realidad casos de empleo instantáneo del conocimiento. m en te a n u n c ia n su p ro p io papel de ex p ertos (W agner y W ollm ann,
Sin em bargo, p ara que esto ocurra debe haber, p a ra em pezar, conoci­ 1986b).
m iento. Sin u n a buena investigación que utilizar, un proceso de utiliza­ A dem ás, los d isc u rso s d irig id o s p o r estos varios a g ru p a m ie n to s
ción rápida y fácil resulta una ventaja muy dudosa. Sin em bargo, dado dependerán a la vez de reglas intelectuales inherentes a los discursos y
lo anterior, las disposiciones y las capacidades de la investigación social de los m edios institucional y sociopolítico. La estructuración y restru c­
p a ra p ro d u c ir atisb o s de p o líticas y ap ren d izaje de políticas p o d rá n tu ra c ió n de los d iscu rso s en am bos tip o s de regla se b a sa rá d e c isi­
quedar liberadas en circunstancias y condiciones fortuitas. vam ente en un proceso de estructuración del discurso (W ittrock et a l, ca­
En gran m edida, tales condiciones no pueden ser directam ente afec­ p ítu lo ii de este volum en). S em ejante c o n c e p tu a liz a c ió n p a re c e ría
tadas, aunque hasta cierto punto sí pueden serlo. No obstante, esos efectos contener la prom esa de darnos una com prensión tan to de los procesos
sólo p u eden o c u rrir m ediante la acción de seres h u m anos co n creta­ de las continuidades com o de los procesos de drástica restructuración de
m ente localizados en u n contexto social y de políticas. De este m odo, se los nexos entre el conocim iento social y la política pública (com o infor­
debe co n stru ir u n modelo disposicional de utilización del conocim iento m an, p o r ejem plo, M arkiew icz y M oraw ski en su estu d io sobre la in ­
en torno a u n análisis de los actores clave en el proceso de utilización. fluencia de las ciencias sociales en la Polonia de la posguerra, capítulo IX
Existen al m enos tres de esos grupos clave. Prim ero, hay au ténticos de este volumen).
especialistas que se dedican a la investigación y la enseñanza, y que Vemos así que ahí deben estar los canales necesarios para un diálogo
pueden o no ser de una naturaleza orientada hacia las políticas. Aun si entre productores y usuarios de la investigación social. Acaso no se les
estos estudiosos nunca son llevados a las oficinas donde tiene lu g ar la utilice. Tal vez estén bloqueados y acaso no haya m ucho que valga la
hechura de las políticas y de la adm inistración, pueden, sin em bargo, pena de tra n sp o rta r a otro lado. Éste puede ser, a la postre, el m ayor de­
ejercer u n a considerable influencia en las políticas de dos m aneras: safío de toda la investigación científico-social. E n u n a época en que los
actú an com o intelectuales de las políticas y p articip an en debates p ú ­ llamados a la participación parecen más exigentes y persistentes que nu n ­
blicos en to rn o a las cuestiones de políticas m ientras se basan, en su ca y en que las razones p a ra el com prom iso pu ed en ser m ayores que
com petencia profesional, y m antienen la posición au tónom a que con­ n u n ca, m ie n tra s que la lejan ía y la falta de c o m p ro m iso p u e d en , a
fieren las universidades a su facultad. Tam bién pueden ser m aestros del m enudo ser sinónim os de cinism o, algunos especialistas deben seguir
creciente grupo de escuelas de política pública, y ayudar con esto a fo r­ fieles a la necesidad de la distancia crítica y de decir la verdad, ya sea
m a r las h e rra m ie n tas conceptuales u tilizadas p o r los a ctu ales y los que el poder les escuche o no.
futuros h a b itan tes de las varias burocracias de la sociedad m oderna
(véase Trow, 1984).
E n segundo lugar, hay varios tipos de asesores de p o lítica s (véase
Rein, 1976), que bastante a m enudo son llam ados del m undo de la cien­
cia social o bien participan voluntariam ente en un diálogo con represen­ REFERENCIAS
tan tes au tén tico s de ese m undo. En te rc er lugar están los b u ró c rata s
profesionales, dedicados activam ente a aplicar políticas de "abajo a rri­ Baehr, P. R., y B. Wittrock (eds.), 1981. Policy Analysis and Policy Innovation:
b a” y a forjar la realidad adm inistrativa de las grandes intenciones del Patterns, Problems and Potentials. Beverly Hills, CA, Sage.
gobierno (véase H anf y Toonen, 1985). Estas oficinas adm inistrativas Blume, S. S., 1985, "After the Darkest H our... Integrity and Engagement in the
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XIV. LA INVESTIGACIÓN DE POLÍTICAS:


¿DATOS, IDEAS O ARGUMENTOS? ■■-* ' 7rr : - - c

C a r o l H ir s c h o n W e is s

H e m o s aplazado ya bastante el exam en de los efectos de la ciencia social


sobre la política pública. Este capítulo y el siguiente, obra de W ittrock,
en focan a h o ra los m odos en que las cien cias sociales influyen en el
desarrollo de las políticas en el Estado m oderno. M ientras M ajone (capí­
tulo x i i i ) tom ó ideas de la filosofía de la ciencia, yo a d o p to u n a idea
tom ada del sistem a jurídico: la idea de argum entación.
E n la prim era m itad del capítulo exam inaré la influencia de tres tipos
de productos de la investigación sobre las políticas: datos y d e scu b ri­
m ien to s, ideas y crítica, y arg u m en to s o in fo rm es p a ra la a c ció n de
políticas. M ientras que el producto tradicional de un estudio de políticas
es un inform e del prim er tipo, lleno de datos, conclusiones, estadísticas y
descubrim ientos, u n a revisión de los som eros testim onios disponibles
p arece in d ic a r que, en cierto s m edios, la investigación ejerce m ay o r
im pacto cuando pasa a ser p arte de la defensa activa de u n a posición
preferida.
Así, la segunda parte del capítulo busca una respuesta a la pregunta
norm ativa: ¿qué actitud deben adoptar los investigadores? Se enfrenta a
la p reg u n ta de si la defensa activa, la prom oción y la reco m en d ació n
tienen un lugar en la agenda del investigador de las "políticas. La investi­
gación de políticas es parienta cercana de la ciencia social, y aunque se
haya puesto sus ropas de trabajo y se haya ido a laborar en las oficinas y
antecám aras del gobierno, no h a abandonado su nom bre de "ciencia":
de a h í las cien cias de las políticas". H ay algo in có m o d o en p e n sa r
siquiera en aban d o n ar las norm as de objetividad que caracterizan una
ciencia y ab razar en cam bio la noción de la defensa activa, la prom oción
y la recom endación, m ás apropiada para un grupo de interés o de cabil­
deros. Y sin em bargo, los avances ocurridos en la epistem ología (y hasta
en la m ecánica cuántica) han socavado los conceptos de u n a sola reali­
dad “que está ahí". E n el periodo pospositivista, todos ten em o s clara
conciencia de que los investigadores “construyen” el m undo que estudian
y de que los valores, prioridades y m odelos conceptuales que ponen en su
trabajo influyen sobre las cosas que ellos “descubren”. Si la objetividad
es en re a lid a d u n a ilusión, ¿es 1a reco m en d ació n , tal vez, u n franco com o to m ad o res de decisiones. En la esfera de la política pública su
reconocim iento del carácter parcial de su obra? Yo batallo con este dile­ ta re a ha sido, en general, ilu m in ar las consecuencias de las diversas
m a e in te n to esta b le c e r las im p licacio n es de los diversos cu rso s de opciones para que quienes ocupan los cargos de autoridad puedan saber
acción p ara los investigadores de políticas y p ara las instituciones para lo que obtendrán y aquello a lo que renunciarán al seleccionar un rum ­
las que trab ajan y a las que sirven. bo particular. La investigación de políticas es un actor de reparto en el
Las cuestiones que enfocam os en este cap ítulo son im p o rtan tes en d ra m a de la h e c h u ra de políticas. La p re g u n ta e m p írica es: ¿en qué
varios niveles. La cuestión em pírica —en qué form a ejerce m ayor efecto condiciones entra siquiera la investigación en escena y, cuando lo hace,
la in v estig ació n de p o líticas— tien e u n en foque aplicado; a aquellos qué consecuencias tendrá para el desenvolvimiento de la acción? Aunque
c ie n tífic o s sociales que in te n ta n a u m e n ta r la in flu e n cia del an álisis creo que esta generalización es cierta en países del m u n d o entero, es
em pírico sistem ático sobre la elaboración de las políticas públicas les im portante observar que casi toda la evidencia de este capítulo se deriva
convendría saber en qué form a de presentación es m ás probable ejercer de la experiencia norteam ericana.
un im pacto en diferentes arenas. Si supiéram os lo suficiente, podríam os
ay u d ar a hacer que sus inform es tuviesen el m áxim o efecto.
La cuestión del proceso —cóm o la inform ación interactúa con otros L a in v e s t ig a c ió n d e p o l ít ic a s c o m o d a t o s
elem entos en la form ulación de las decisiones públicas— posee im por­
tan tes elem entos sustantivos. Tiene im plicaciones p a ra el papel de los H asta hace cerca de un decenio se daba por sentado que lo que desea­
expertos —en este caso, los investigadores de las ciencias sociales— en el ban los form uladores de las políticas era precisam ente lo que los investi­
siste m a de e la b o ra c ió n de las p o líticas. Si los in v estig ad o res logran gadores eran m ás capaces de ofrecer: o sea, datos, descubrim ientos y
influ ir m ás sobre las políticas cu an d o van m ás allá de su papel tra d i­ conclusiones de investigación. Los científicos sociales presuponían que
cional de ap o rtar evidencia em pírica, entonces encontrarem os pregun­ los funcionarios políticos y burocráticos encontrarían el proceso de tom a
tas acerca de los efectos probables de su ingreso m ás dinám ico en los de decisiones considerablem ente simplificado si supieran, por ejemplo,
co n ciliáb u lo s de la h e c h u ra de p o líticas. E n p a rtic u la r, si u tilizan la cuántas personas que viven en la pobreza eran adultos, sin im pedim en­
investigación p ara hacer avanzar valores de políticas, ¿pondrán en peli­ tos físicos y sin niños pequeños; si la enseñanza para niños con un lim i­
gro su "boleto de en trad a”, el cual se basa en suposiciones de un cono­ ta d o d o m in io del inglés ha sido m ejo r si se les en se ñ a en la lengua
cim iento objetivo y que se im pone? ¿Se enajenarán a algunas partes del m atern a de los niños o en inglés; si u n a reducción del im puesto a las
espectro político? ¿Servirá su recom endación p ara d a r una ventaja espe­ ganancias del capital aceleraría el crecim iento económ ico o reduciría el
cial a los intereses que favorecen? ¿Pondrá en peligro los intereses de la ingreso del gobierno. Sin duda, las políticas podrían beneficiarse si con­
ciencia social institucional? ¿O resistirán los científicos sociales las pre­ taran con m ejores datos sobre la situación de las condiciones actuales,
siones que se les hagan p a ra co n tratarlo s com o activistas arg u m en ta­ la evaluación de la eficacia de los program as pasados y actuales y las
tivos, en favor de unas orientaciones de política particulares o de políti­ probables consecuencias futuras de las diversas opciones de acción.
cas específicas? A la postre, tendrem os que en frentarnos a la pregunta Todo esto parecía m uy razonable. Lo m alo era que cuando los cientí­
norm ativa de cuál es el papel apropiado p ara u n experto en una entidad ficos sociales se ponían a estudiar los efectos de la investigación sobre
política de carácter dem ocrática. las decisiones del gobierno, encontraban muy poco efecto (Caplan, 1977;
Desde el principio, reconozcam os que la investigación de políticas o Bulm er, 1978; W eiss y Bucuvalas, 1980; Alkin et al., 1979; D eitchm an,
cu alquier o tro tipo de investigación no va a d eterm inar la principal di­ 1976; Dockrell, 1982; K norr, 1977; Rich, 1977; Leff, 1985; Walker, 1987).
rección de la política. Políticos y funcionarios poseen convicciones ideo­ Aun cu an d o se e n ca rg aran explícitam ente estu d io s de políticas p ara
lógicas y constelaciones de intereses, que en g ran parte determ in an el responder a preguntas específicas del gobierno, no parecían tener gran
rum b o que ellos siguen. El lugar de la inform ación en general y de la in­ efecto sobre las decisiones ulteriores. Los estudios de evaluación fueron
form ación de la investigación en particu lar deben verse, antes bien, en el un ejem plo notable. En m uchos ám bitos, se en carg aro n evaluaciones
sentido de ayudar a los elaboradores de políticas a decidir cuáles m edi­ para descubrir hasta qué punto program as generosam ente patrocinados
das son las m ás apropiadas p a ra la realización de sus ideologías y sus por el gobierno estaban alcanzando sus m etas con objeto de tom ar deci­
intereses (Weiss, 1983). No se espera que los investigadores participen siones acerca de su continuación, term inación o cam bio. Pero los resul­
tados de la evaluación parecieron ejercer muy poca diferencia sobre el analfabetism o de adultos (el estudio efectuado p o r el N ational Assess-
destino de los program as estudiados (véase tam bién M ajone, capítulo m ent of E ducational Progress m ostró tasas inferiores a las esperadas y
xiii de este volumen). El program a Head Start salió casi incólum e de una redujo la im portancia política de esta cuestión en 1986) y las tasas de
tem p ran a evaluación desfavorable y luego procedió a florecer. Los Job desem pleo (u tiliz ad a s en apoyo de to d a u n a v aried a d de p ro g ra m a s
Corps se e n fre n ta ro n a evaluaciones de costo-beneficio que h a b ría n de capacitación laboral y creación de em pleos). Algunas fórm ulas del
deb id o c o n d u c ir a su te m p ra n a m uerte, pero c o n serv aro n su apoyo gobierno, com o las utilizadas para calcular los gastos y reem bolsos de
político. Por o tra parte, la favorable evaluación de las becas de college, Medicare, la d istrib u ció n de la ayuda federal a los estados, los planes
de acuerdo con la Ley Nacional de Educación para la Defensa, no bastó de retiro del servicio civil, etc., dependen de los datos; los que tom an las de­
para salvar al program a de severos recortes y de su term inación. cisiones se ven obligados a prestar atención a las cifras.
Lo que ocurría era que otros valores e intereses tom aban precedencia ¿Quién es probable que transm ita la investigación de políticas en for­
sobre los datos. Si los encargados de las políticas deseaban m o stra r a m a de datos a los funcionarios del gobierno? O bviam ente, los propios
sus votantes que estaban "haciendo algo” contra el desem pleo, p ara ellos investigadores y analistas. Escriben inform es a la m anera en que los in­
no significaba m ucha diferencia que las políticas de p rep aració n en el vestigadores escriben sus inform es, con datos, cuadros, gráficas y tal vez
em pleo que ellos habían apoyado estuviesen ejerciendo un im pacto m í­ unas cuantas fórm ulas en el apéndice, ju nto con su interpretación de lo
nim o. Al m enos, ahí q uedaban registradas, diciendo que ap o y ab an el que significan los datos. Una concesión habitual a la esfera de las políti­
empleo. Si otro grupo de form uladores de políticas estaba com prom eti­ cas es que incluyen un "sum ario ejecutivo”, en que resum en los puntos
do, p o r p rin cip io , con la d esregulación y la p riv atizació n , no e sta b a clave en unas cuantas páginas y a veces trata n de sacar las im plicaciones
interesado en escuchar los descubrim ientos acerca de la ocasional supe­ de los datos para las opciones de políticas a que se enfrentarán quienes
rioridad de los servicios sum inistrados públicam ente. Esa opción estaba tom en las decisiones. El sum ario ejecutivo suele estar bien escrito, pero
fuera de lo que podían aceptar. Los descubrim ientos de la investigación la aplicación de los descubrim ientos a las actuales opciones de políticas
se utilizaban básicam ente cuando ayudaban a los actores de las políticas a veces no da en el blanco; no todos los investigadores están lo bastante
a hacer lo que ya deseaban hacer. E n tales circunstancias, los datos les cerca del "juego interno” de la hechura de políticas, p ara tener siquiera
a y u d ab an a aju star, a d a p ta r y a fin a r sus pro p u estas p a ra que em b o ­ u n atisbo de las opciones que se están considerando m ás seriam ente; y
n aran m ejor en los hechos del caso. p ara que sus esfuerzos sean oportunos y pertin en tes, d eb erán revelar
Algunos datos se tom an en cuenta ya por rutina en la tom a de deci­ m ás que su condición de simples aficionados en la arena de las políticas.
siones gubernam ental. Ciertos tipos de datos económ icos parecen con­ Por encim a de todo, los descubrim ientos de la investigación no han
v enir p articu larm en te, porque los datos económ icos o cu p a n u n lugar tenido ta n ta influencia sobre las decisiones legislativas o b u ro cráticas
central en las decisiones acerca de im puestos y gastos. Q uiéranlo o no, en m ateria de políticas como originalm ente habían esperado los científi­
los gobiernos se ven envueltos en la política m acroeconóm ica y llegan a cos sociales. A m ediados de los setenta, cuando se puso en m archa el es­
depender m arcadam ente de las previsiones económicas. Al enfrentarse a tudio em pírico de la situación, los especialistas se sintieron perplejos y
cuestiones específicas como la solvencia del Fideicom iso de Seguridad desalentados. V arias fueron las razones de su desencanto, y no fue la
Social, los d atos económ icos ejercieron gran influencia. Pero a veces m enor de ellas el altísim o nivel de las expectativas que habían puesto en
hasta los datos económicos se utilizan más como "m uniciones” para apo­ el tem a. C onsideraban la tom a de decisiones com o una em presa racio­
yar posiciones de políticas ya existentes, que como señales de guía. Los nal y esp era b a n que la info rm ació n ejerciera u n a in flu en c ia d irecta.
m ism os datos han aparecido en am bos lados de una cuestión, utilizados M uchos de ellos creían en el antiguo adagio de que saber es poder, sin
en apoyo de prescripciones radicalm ente distintas... de acuerdo con las com prender que en la política suele ocurrir, m ás a m enudo, lo c o n tra­
inclinaciones políticas de sus partidarios. rio: poder es conocer..; o al m enos da acceso y control del conocim ien­
Algunos datos estadísticos y de investigación de varias índoles sí han to. Los científicos sociales tam bién fueron ingenuos al no com prender la
afectado los contornos de las políticas, como los datos sobre las necesi­ ten acid ad de las convicciones ideológicas y del in terés egoísta de las
dades de salud de los ancianos (que influyeron sobre la aprobación de organizaciones. De hecho, su optim ism o original y desencanto ulterior
Medicare), las tasas de ocupación de camas de hospital (que influyeron casi los cegaron ante los cam bios m uy reales, pero sutiles y lentos, que
en las decisiones sobre la construcción de hospitales), la prevalencia del causó la investigación de las políticas.
enm arca los problem as (véase tam bién Rein y Schon, capítulo x i i de este
LA INVESTIGACIÓN DE POLÍTICAS COMO IDEAS volumen). Las ideas pueden m odificar el m odo en que la gente percibe
los elem entos de una situación que pueden modificarse y los que tienen
Lo que en co n tram o s a m ediados y finales de los setenta fue que la in­ que aceptarse com o dados. Pueden alterar la im portancia de un proble­
vestigación de políticas servía menos de dirección a las políticas, que de m a y ayudar a darle m ayor o m enor im portancia en la agenda pública.
" ilu s tra c ió n ” general p a ra los elab o rad o res de las políticas. É stos no Las ideas pueden ayudar a determ inar, por ejem plo, qué faceta de un
e sta b a n u tiliz a n d o ta n to datos sueltos c u a n tita tiv o s o cu alitativos, o problem a deberá seleccionarse para la acción, si se debe gastar dinero
co n ju n to s de d escubrim ientos, sino eran influidos p o r las generaliza­ en investigación m édica o en tratam iento o prevención. Con el correr del
ciones basadas en los datos. tiem po, la asim ilación de las ideas de la investigación puede ayudar a
Lo que distingue a la investigación de políticas com o ideas es que se tran sfo rm ar el m odo en que se enfocan las cuestiones de política y los
ha p rescindido de la m ayor parte de todo el atavío de la investigación. tipos de solución que se consideran, se debaten y se adoptan.
Se pierde lo específico de la m etodología de investigación. Los encarga­ ¿Quién transm ite la investigación de política en form a de ideas? Ante
dos de las políticas y sus ayudantes no tienen la m enor idea del carácter todo, los interm ediarios de la investigación. Los especialistas han estado
de la m uestra, el núm ero de casos, el contenido de las intervenciones que escribiendo durante m ás de 20 años acerca de los "interm ediarios", en el
haya habido, las preguntas específicas planteadas, cóm o se procesaron y proceso de propagación de la investigación (Lazarsfeld et al., 1967; Wil-
a n a liz a ro n los datos, ni de la calidad del estudio com o investigación: son, 1978). Los escritos h an sido caprichosos o bien exhortatorios, y
cualquiera de los puntos específicos que les capacitarían a ver lo bueno piden la creación de u n a ocupación especializada que se encargue de
q u e h a b ía sido el estudio, la c re d ib ilid a d que d eb ían d arle y en qué co n v e rtir los d e scu b rim ien to s de la investigación en p rescrip cio n es
situ a c io n e s sería razo n ab le g eneralizar. E sta co n d ició n a m enudo se prácticas para quienes tom an las decisiones. El subtexto de los escritos
sostiene aun cuando la investigación se presente com o datos. La carac­ sobre los interm ediarios ha sido que quienes adopten la especialidad de
terística m ás reveladora de la investigación com o ideas es que tam bién "hacer contactos” deben su lealtad a la investigación y no a los practi­
h an desaparecido los descubrim ientos reales del estudio. Lo que la gente can tes o e la b o ra d o res de las políticas (véase tam b ié n L ippitt, 1969;
recu erd a es que los program as de p reparación en el trabajo funcionan Miles, 1964). Lo que rara vez se ha notado en las discusiones sobre los
p a ra las m adres que reciben pagos de la asistencia pública, pero no para interm ediarios de la investigación es que ya hay cierto núm ero de perso­
los adolescentes o p ara los desem pleados crónicos. Los descubrim ientos nas encargadas de esos roles de vinculación; incluyen a asesores, prepa­
originales de la investigación se reducen a una simple "historia”, los enun­ radores, oradores, cabilderos, periodistas y otros (Weiss, 1986).
ciados condicionantes se pierden, y las conclusiones a m enudo se extien­ Los propios investigadores pueden ser interm ediarios al transm itir el
den m ás allá de los descubrim ientos del estudio. De este m odo, los ac­ tem a general de su labor o de la de otros. Cuando sirven com o asesores
to res de la política recu erd an que la educación p reesco lar m ejora los de d ep en d en cias g u b ern a m en tales o com o m iem b ro s de com isiones
logros en tre los niños m enesterosos en la escuela, pero no recu erd an seleccionadas, su aportación distintiva es la de ideas desarrolladas por
que el P rogram a Preescolar de Perry, que fue la fuente de m uchos datos, m edio de la investigación. El escritor profesional que elabora el "resu­
tuvo u n total de 58 niños en el grupo experim ental, y que las diferencias m en ejecutivo” acerca de un estudio para su publicación, el periodista
en el co cien te in te le c tu a l e n tre los e x p e rim e n ta les y los de co ntrol que escribe un reportaje sobre un estudio para la prensa sem anal o coti­
desaparecieron a la edad de 14 años (Schw einhart y W eikart, 1980). Lo diana, el profesorado universitario que incluye los descubrim ientos de
que queda es que una tem prana intervención en la educación de los jó ­ la investigación en sus conferencias en el aula para educar a la siguiente
venes es m ejor que aguardar hasta que sea tarde. E ntonces se aplica la gen eració n , los p re p a ra d o res, los p a rtic ip a n te s en las conferencias,
idea (m ucho m ás de lo que la justificarían los datos) para influir sobre el quienes hablan en banquetes, desayunos y reuniones anuales, amigos y
desarrollo de los tem pranos program as p ara la educación, salud y reh a­ conocidos —todas las diversas personas que hayan oído los resultados de
bilitación de la niñez. la investigación, en persona o de cuarta m ano— las transm iten a quie­
E n el aspecto positivo, las ideas tom adas de la investigación de las nes tom an las decisiones. Algunos de ellos lo hacen intencionalm ente,
p o lític a s p u ed en d a rn o s nuevos atisb o s del p ro ceso de las políticas. porque los descubrim ientos de la investigación apoyan una actitud que
Pueden a lte ra r el m odo en que la gente conceptualiza las cuestiones y ellos desean im poner, com o suelen hacerlo los cabilderos; a veces ac-
384 LAS CIENCIAS DE LAS POLÍTICAS EN LA ENCRUCIJADA
LA INVESTIGACIÓN DE POLÍTICAS 385
túan neutralm ente, y esto es p arte de su propio trabajo, com o cuando
los re p o rtero s escriben noticias acerca de la investigación; a veces lo cientes m ostraron que las regulaciones no estaban funcionando. Al m is­
hacen ociosam ente, com o simple tem a de conversación. En todas estas mo tiem po, se descubrió que ciertos planes de reem bolso habían surtido
com unicaciones se pierden el tono y el detalle de la investigación original, cierto efecto sobre la reducción de costos. Entonces, los investigadores
y queda m uy poca seriedad científica. Se hace hincapié en el m eollo del crearon un sistem a de "grupos relacionados con el diagnóstico” ( d r g ) para
relato. P or ejemplo, el tiem po que los estudiantes dedican a las tareas es rem bolsar a los hospitales de acuerdo con el diagnóstico del paciente; el
lo que establece la diferencia acerca de cuánto aprenden; las terapias a sistem a fue adoptado por el gobierno federal. O tro ejem plo fue la investi­
largo plazo contra el alcoholismo no son más eficaces que las intervencio­ gación que m ostró que las innovaciones im puestas "de arriba abajo” a las
nes breves. Estos son los tipos de ideas que "gotean” hasta la esfera de las escuelas solían d u ra r m uy poco. La idea estim uló a los funcionarios de la
políticas, desde toda u n a variedad de fuentes que ayudan a establecer el educación y a los legisladores, para canalizar fondos hacia innovaciones
clima de la opinión para tom ar decisiones ulteriores (Weiss, 1980, 1986). creadas localm ente, en lugar de im poner cam bios que todas las escuelas
A unque hem os em pleado el noble térm ino de ilustración p a ra des­ debieran acatar. La función de la investigación com o crítica básica de las
cribir la circulación de la investigación como ideas, desde luego no hay políticas puede, con el tiempo, tener efectos de largo alcance.
ninguna g arantía de que las ideas sean correctas... o de que sean m ejo­
res que las que teníam os antes. La investigación de la que se derivaron
pudo ser inadecuada, conceptual o m etodológicam ente; su abreviación La in v e s t ig a c ió n d e p o l ít ic a s c o m o a r g u m e n t o s

en resúm enes o “lem as” puede haber om itido elem entos vitales; la tra ­
ducción pudo ser u n a com pleta deformación. Y sin em bargo, las ideas La investigación de políticas com o argum entos representa no sólo una
procedentes de la investigación entran en circulación. Al ser absorbidas investigación que se ha diluido, sino tam bién una investigación a la que
p o r el pensam iento convencional m oldean las suposiciones de la gente se ha añadido algo. Lo que se h a añadido es u n a actitud de defensa acti­
acerca de lo que es im portante, de lo que debe hacerse y de las solucio­ va y recom endación. Cuando esto ocurre, no sólo se pierden algunos de
nes que probablem ente ayudarán a alcanzar los fines deseados. los datos, com o en la investigación com o ideas, sino tam bién se pierden
Una serie de estudios que se han realizado desde 1975 sobre los efectos selectivam ente los datos. Los d escubrim ientos que favorecen “la o tra
de la investigación m ostraron que éste es el “uso” m ás característico de m ano” o que debilitan el poder del argum ento se descartan, con objeto
la investig ació n (Aaron, 1978; B anting, 1979; B arber, 1987; B ulm er, de hacer m ás convincente el argum ento. 1
1978, 1982, 1987; Cherns, 1979; Derthick y Quyirk, 1985; Feller, 1986; Desde luego, gran parte de la investigación de políticas se h a plan ea­
H ayes, 1982; H u sén y K ogan, 1984; K allen et al., 1982; P a tto n et al., do para considerar los efectos pasados o los potenciales futuros de dis­
1977; Rich, 1981; Sabatier, 1978; Saxe, 1986; Weiss, 1977, 1980, 1986, tintas políticas, y sus descubrim ientos casi siem pre preferirán u n curso
1989; W eiss y B ucuvalas, 1980). M ientras que la investigación com o sobre otro. Lo que tengo en m ente no es esa preferencia con base em pí­
datos altera el curso de acción en esferas lim itadas, m uchos funciona­ rica; antes bien, la investigación com o arg u m en to s co m ien za con un
rios dicen que las ideas llegadas de la investigación han alterado el m odo conjunto de valores (sean los del investigador, los del cliente o los del
m ism o en que definen los problem as. Les parece difícil citar los efectos em pleador), y sólo considera opciones dentro de esta gam a ideológica.
de la investigación sobre decisiones en concreto, pero tienen la sensa­ La restricción de la perspectiva puede ser involuntaria, com o cuando los
ción de que im buye su com prensión y su labor. investigadores que trabajan para una com pañía de productos quím icos
Donde las ideas procedentes de la investigación tienen que ver con in­ sencillam ente no tom an en cuenta los costos públicos de la lim pieza de
suficiencias de una política actual provocan dudas acerca del statu quo. Re­ desechos tóxicos, y los investigadores que trabajan para un grupo a m ­
fuerzan el escepticism o existente y sugieren que los responsables de las bientalista no consideran los efectos de m ayores costos de lim pieza p a ra
políticas deben reexam inar lo que se está haciendo y reconsiderar lo que la supervivencia de la com pañía. El m arco m ental puede ser autom ático
se debe hacer. A m enudo, favorecen una revaluación fundam ental de las e inconsciente, o deliberado. Agencias o intereses p articu lares pueden
políticas que están en vigor. Por ejemplo, las evaluaciones de los planes enm arcar la investigación en form as que probablem ente prom uevan los
federales p ara contener el alza de los costos de hospitales, com o los es­ valores que ellos defienden. Pero algún conjunto de prem isas de valor
fuerzos por reducir el gasto de capital y tam bién la perm anencia de los p a­ rodea to d a la investigación, y el que considerem os que u n estu d io se
basa en prem isas justas o sesgadas es algo que depende m ás de que este­
m os de acuerdo con los valores integrados, que de las características del investigación afecte la acción legislativa, parece hacerlo con la m ayor
pro p io estudio. facilidad en form a de argum entos.
La investigación que se p resenta com o argum ento en apoyo de una A prim era vista, las burocracias parecen m enos receptivas a la investi­
c o n c lu sió n p a rtic u la r tie n e g ran d es v en tajas p a ra los a jetre ad o s gación como argum entos. Tienen un personal m ás num eroso y especiali­
tom ad o res de decisiones:f(l)’ Les ah o rra tiem po y trabajo. No tienen que zado y poseen sus propias oficinas de investigación, análisis y evaluación.
d e sc ifra r las im plicaciones de la investigación; la investigación com o Patrocinan su propia investigación interna y externa y se m antienen al
arg u m en to explica las im plicaciones de sus d escubrim ientos en térm i­ día con respecto a los avances ocurridos en su cam po. Su periodo tam ­
nos fáciles de com prender. (2) El argum ento relaciona explícitam ente la bién es m ás largo, y por ello tienen m ejores m em orias institucionales de
investigación con el problem a en cuestión. Dice; p o r causa de la infor­ asuntos, investigación y argum entos anteriores. Y p ara obtener conoci­
m ación a, b y c, cám biese el artículo 4 (a) en tal y tal sentido. Esa con­ m ien to s no d ep e n d en ta n to de cóm o se los p re se n te n los gru p o s de
creció n es m uy atractiva. El arg u m en to em pieza con la preocupación interés.
in m ed iata del elaborador de la política y presenta la investigación com o Y sin em bargo, a pesar de ser expertos, los burócratas no son inm u­
garantía.((3) La integración de argum ento y evidencia form a un lim pio nes al señuelo de la investigación com o argum ento. El rasgo distintivo
paquete p ara em plearlo en las negociaciones burocráticas o legislativas. de las agencias burocráticas es lo im probable de que los partidarios de
| Y los p artidarios ya existentes pueden utilizar el paquete en el debate y los argum entos no form en parte de los grupos de interés. M ás a m enudo
la negociación. son partidarios com prom etidos que se encuentran dentro de las filas de
¿Q u ién tra n s m itirá , p ro b a b le m e n te , la in v estig ació n com o a rg u ­ la burocracia m ism a. Las facciones internas se valen de la investigación
m ento? Los grupos de interés son u n canal. Los grupos de interés y las para fortalecer sus argum entos en los debates de la organización.
o rg a n iz a c io n e s de cab ild eo d ise m in a n c a n tid a d e s c o n sid e ra b les de Las tres im ágenes de la investigación de p o líticas —d ato s, ideas y
info rm ació n an alítica, con objeto de fortalecer sus posiciones. E n un argum entos— hacen distintas suposiciones acerca de la naturaleza del
estu d io sobre los “cab ild ero s” de W ashington, S chlozm an y T ierney proceso de hechuras de las políticas (véase W ittrock, capítulo xv de este
(1986) descubrieron que la abrum adora m ayoría de los cabilderos (92%) volumen). Bajo la im agen de la investigación com o datos se encuentra
in fo rm aro n que la función de "p resentar resultados de investigación o una visión tecnocrática. Los funcionarios están m uy deseosos de hacer
inform ación técnica” era p arte de su tarea. E n tre las actividades a que un trabajo com petente. Hay poco conflicto de metas; los datos de los in­
ded icaro n la m ayor p arte de su tiem po y de sus recursos, los "cabilde­ vestigadores son com patibles con las necesidades de los usuarios; los
ros” la colocaron en tercer lugar de las 27 actividades enum eradas. Sólo u su a rio s tie n e n conocim iento suficiente de los d ato s p a ra b u sc ar en
"establecer contacto directo con funcionarios del gobierno” y "atestiguar ellos calidad y aplicarlos eficazmente al problem a del m om ento. Se ve la
en las audiencias" req u erían m ás tiem po y esfuerzo que p rese n ta r los traza de una burocracia casi w eberiana en que la inform ación se utiliza
resu ltad o s de u n a investigación. En m i investigación dél C ongreso de para au m entar la eficiencia.
los E stad o s U nidos descubrí que el personal del com ité se basaba n o ta ­ La idea de la investigación com o ideas tiene u n sa b o r m enos meca-
blem ente en rep resen tan tes de grupos de interés p a ra ob ten er in form a­ nicista, m ás hum anista. Los funcionarios no necesariam ente se orientan
ción acerca de sus posiciones ante cláusulas legislativas, y tam b ién en a u n a tarea inm ediata. M últiples problem as y prescripciones com plejas
b u sc a de te stim o n io s p a ra que esas p osiciones fuesen convincentes com piten p o r la atención general. Hay espacio p ara u n considerable <<;„*■
(W eiss, 1989). "juego” en el sistem a. La form ulación de los problem as que hacen los
Los grupos de interés —grupos de in tereses públicos, asociaciones investigadores no necesariam ente coincide con las necesidades inm e­
profesionales, grupos de intereses privados— son especialm ente n o to ­ diatas de quienes tom an las decisiones, y éstos pueden reco rd ar selec- c>;i7
rios en la legislatura. Es allí donde la investigación com o argum entos tivam ente las ideas que m ás les gustan. Es u n lugar de au to rid ad dis- K/!
parece florecer m ás abiertam ente. En estos días, cuando el gobierno de persa. La im agen del modelo de la tom a de decisiones com o u n "cesto de
los E stados U nidos está dedicado a m icroadm inistrar detalles que solían b a s u ra ” de M arch y O lsen (1976) es p e rfe ctam e n te com p atib le con
dejarse p ara que las agencias ejecutivas los aplicaran, los legisladores el concepto de la investigación com o ideas. Problem as van y vienen;
necesitan prescripciones e inform ación detalladas. Tam bién es en la le­ ideas van y vienen; los participantes pueden o no asignar u n a idea a un
g isla tu ra d o n d e m ás a p re m ia el tiem po; p o r eso, si se q u iere que la problem a de m om ento. Pero las ideas quedan confusam ente alm ace­
com plejo el proceso de llegar a u n a decisión, prim ero en la m ente de
nadas en la m em oria de la gente y pueden resurgir al ap arecer nuevas cada persona y luego entre individuos, para la organización en conjunto
cuestiones. el papel de la inform ación (y de ese sub co n ju n to de info rm ació n que
La investigación como argum entación-presupone u n a tom a de deci­ procede de la investigación) probablem ente no podrá saberse nunca con
siones con factores en pugna. Tiene un trasfondo político. Intereses y certidum bre.
valores se en cu en tran en disputa. Los partidarios de ciertas ideas u ti­ En cam bio, podem os ofrecer u n a serie de hipótesis. Con base en la
lizan la investigación cuando y si favorece sus propios casos, en el barullo investigación efectuada y el testim onio de los participantes interesados,
de la tom a de decisiones organizativa. Es probable que la investigación be­ deseo ofrecer estas hipótesis prelim inares acerca de la influencia de la
neficie a los intereses en pugna que tengan los recursos necesarios para investigación en form a de datos, ideas y argum entos sobre la política
pagar investigación, y que tengan el refinam iento necesario para utilizar pública.
la investigación con el fin de prom over su bando en la controversia. La investigación com o datos m ás probablem ente te n d rá influencia:

en situaciones de consenso sobre valores y metas. La investigación puede pre­


C o n c l u s i o n e s t e n t a t iv a s e h ip ó t e s i s n u e v a s cisar el problema y aclarar sus parámetros, y servir de base para hacer buenas
estimaciones de la eficacia de los correctivos;
La in v estig ació n p o lítica se u tiliza en form a de datos p a ra to d a u n a cuando se plantean claram ente dos o tres opciones. Si se ha diseñado ex­
gam a de usos especializados, pero a m enudo son cuestiones detalladas y plícitamente la investigación para poner a prueba cierto núm ero lim itado de
opciones y si los descubrim ientos son bien claros, los datos tendrán buena
co tid ian as. La in flu en cia de los datos sobre las g ran d es cu estio n es
oportunidad de establecer una diferencia;
parece relativam ente insólita fuera del ám bito de la econom ía. La inves­ en situaciones en rápido cambio. Cuando nadie sabe cuál es la situación, es
tigación com o ideas fluye a la arena de las políticas p asando p o r toda probable que se atienda a datos, particularm ente si m uestran que las condi­
u n a v a ried ad de fu en tes no coordinadas. E ste uso p are ce se r o m n i­ ciones actuales están fuera de la zona de aceptabilidad [Steinbruner, 1974],
presente, pero no está claro el efecto que tenga sobre elecciones específi­ Sin embargo, más probablem ente se les utilizará como "reconocimiento" y
cas de política. Ideas llegadas de la investigación se vuelven corrientes, como trasfondo que como guía para la acción;
p arte del discurso político y, sin em bargo, no afectan la acción de las cuando los que tom an las decisiones (o su personal) tienen buenos
autoridades. Tam poco sabem os bien qué im portancia tenga la investi­ conocimientos analíticos. Utilizar datos es algo que exige un conocimiento de
gación com o fuente de ideas, en contrapeso con otras fuentes. La inves­ las técnicas de investigación para que se pueda evaluar la calidad de los da­
tigación en tra en la arena de las políticas como argumentos, p rin cip al­ tos, y una com prensión de las lim itaciones de la investigación, de modo que
los datos no se apliquen a situaciones que vayan más allá de su generaliza-
m ente por m edio de las actividades organizadas de sus partidarios. Los
grupos de interés que operan en la legislatura y en las facciones internas bilidad.
que com piten dentro de las agencias ejecutivas pueden h acer uso de la
La investigación com o ideas m ás probablem ente ten d rá influencia:
investigación por medio de la argum entación. Citar el apoyo de la inves­
tigación a m en u d o parece ser táctica eficaz p a ra lla m a r la a te n ció n en las prim eras etapas de un a discusión política. Es entonces cuando hay
hacia u n a posición, sobre todo cuando sus partidarios tra ta n de llevar espacio para la consideración de las distintas facetas de un problem a y para
sus argum entos al público. La evidencia de la investigación da legitim i­ las diversas soluciones. Cuando la discusión ya ha llegado dem asiado lejos,
dad al caso y, a veces, m ayor notoriedad. Sin em bargo, el resultado de quienes toman las decisiones han enmarcado el asunto y empezado a endure­
cualquier argum ento p articu lar puede no depender tan to de la fuerza cer sus posiciones;
de la evidencia cuanto del poder de la coalición que la apoya. cuando la política existente está en desorden. En condiciones de fracaso y
Es difícil tra ta r de desenredar el extraño papel de la investigación, por crisis, aun los más endurecidos buscan un modo de salir de la situación;
causa de la constante interacción de información, ideología e intereses. cuando es grande la incertidumbre. Cuando nadie sabe qué hacer o qué fun­
Y la investigación no triunfa. No pasa por encim a de creencias e intere­ cionará, las ideas tienen buena demanda;
ses. Lo que sí pued e h acer es ay u d ar a las p e rso n as a fig u rarse cuál en las arenas de política descentralizadas, cuando deciden muchos cuerpos
separados. En arenas como la justicia penal o la educación, cuando está dis­
decisión específica será la que m ás favorezca sus intereses y sus convic­
ciones ideológicas en un caso particular (Weiss, 1983). Dado que es tan
persa la autoridad de las decisiones, una idea relativamente sencilla puede lle­ probable que puedan fortalecer su coalición y m ejorar las posibilidades
gar m ás lejos y con mayor rapidez que unos datos detallados. de que prevalezca la posición favorecida por la investigación.
A unque la investigación com o argum ento puede ser m ás persuasiva
La in v estig ació n com o arg u m en to s m ás p ro b ab lem en te te n d rá in ­ en la arena de las políticas, representa una m ezcla de funciones cientí­
fluencia: ficas y p artid a rista s. Así, vuelve a p lan te ar ciertas p reg u n tas difíciles
acerca del papel apropiado de los expertos en una sociedad dem ocrática
' cuando es intenso el conflicto. En un área conflictiva donde los diferentes ban­ y, particularm ente, preguntas acerca de la ciencia social como conoci­
dos han marcado sus posiciones, lo que cada quien está buscando es garantía m iento científico o argum ento especial. Si los científicos sociales aban­
y apoyo para fortalecer su propio caso. La investigación puede aportar prue­ donan su insistencia en la objetividad, ¿no estarán socavando la posi­
bas que tranquilizarán a los partidarios, convencer a los indecisos y debilitar ción de neutralidad experta que, para em pezar, les valió ser invitados a
las posiciones rivales; la arena de las políticas? É sta es una interrogante que tiene ya un largo
en las legislaturas. Como la legislatura es el sitio quintaesenciado para la
resolución de diferencias ideológicas y basadas en un interés, la argum en­
historial en la ciencia social norteam ericana.
tación es el hum or prevaleciente, y será bien recibida toda investigación que
apoye ciertos argumentos;
•í después de tomadas las decisiones (como legitimación). La tom a de deci­ Antecedentes históricos
siones es la estación de paso a la puesta en m archa y al im pacto último. Para
un ir la organización y los individuos que aplicarán las decisiones, hay una En los E stados Unidos, las ciencias sociales em pezaron a separarse de la
continua necesidad de legitimación. Y la investigación puede ayudar a satis­ filosofía m oral a m ediados del siglo XIX, com o respuesta, en gran parte,
facer la necesidad. a los problem as planteados por la Revolución industrial. Los prim eros
científicos sociales eran reform adores: sociólogos, politólogos y sobre
E l DILEMA NORMATIVO todo econom istas. Fueron atraídos a las nacientes disciplinas, prim ero
p o r cau sa de su interés en a p o rta r u n co n o cim ien to que aliviara las
El an álisis nos sugiere, h a sta aquí, que p u ed en o b ten e rse beneficios condiciones de pauperism o, in q u ietu d laboral, poblaciones no asim i­
cu an d o se em plea la investigación de políticas en un papel de defensa ladas, barrios bajos y otras patologías de los Estados Unidos durante su
activa en la to m a d em ocrática de decisiones. Los p rim ero s beneficios industrialización en el siglo xix. Los prim eros científicos sociales fueron
son u n au m en to de notoriedad e influencia. La investigación utilizada ciudadanos voluntarios; poco después, estos "aficionados” fueron des­
com o apoyo p ara u n argum ento de políticas no tiene que salir a buscar plazados por académ icos profesionales. Según F u m e r (1975, p. 3):
quién la atienda; encuentra u n público ya dispuesto entre quienes están
com prom etidos con las políticas que la investigación propone. Se ale­ Ambos grupos se enfrentaron a un problem a común: cómo reconciliar los
grarán de divulgar y propagar sus descubrim ientos, com o arm as para su intereses reformistas que para empezar les habían atraído a la ciencia social,
causa. P or ello, es probable que se logre evitar el frecuente destino de la con su necesidad de reconocimiento como científicos objetivos y desapasiona­
investigación de políticas: languidecer olvidada y al m argen. dos, capaces de dar una guía desinteresada a la sociedad.
Además, en cuanto esa investigación entre en la liza de las políticas,
probablem ente ten d rá u n a m ejor oportunidad de su rtir efectos sobre la La solución que con el tiem po crearon consistió en subrayar en sus
discusión de políticas. Por una parte, refuerza las convicciones de par­ disciplinas los elem entos teóricos y de form ación de conocim iento. Al
tidarios ya dispuestos y. les da m ayor confianza en su posición. Si en los profesionalizarse las ciencias sociales y expulsar a sus m iem bros "aficio­
descu b rim ien to s de la investigación hay elem entos que a rro jan dudas nados” y al convertir, cada vez más, a la universidad en su base, el hin­
sobre ciertas prem isas de su posición, p odrán fortalecer sus argum en­ capié en el conocim iento fue u n a actitud natural, lo que no significó que
tos. T am bién se les p odrá a tra e r a m odificar ciertos su b p u n to s de sus los científicos sociales ab an d onaran el im pulso reform ista. En los últi­
p ro p u estas p a ra hacerlos m ás congruentes con la evidencia. Arm ados m os decenios del siglo se elaboró, por m edios tentativos, una definición
con testim onios convincentes, tam b ién p o d rán e star m ejor equipados de los lím ites ideológicos apropiados, y surgió u n consenso sobre los
p a ra convencer a los indecisos a que se pongan de su lado. Por ello, es lím ites perm isibles de desviación. Los científicos sociales que se que­
daron d entro de la corriente liberal aceptable pudieron afirm ar entonces cuántica, hasta la fecha en todos los experim entos se h a descubierto que
que su la b o r e ra objetiva y que m erecía la p ro te c c ió n de la lib e rta d predice correctam ente los fenóm enos. Y sin em bargo, parece decir que a
académ ica. Los científicos sociales “envolvieron sus intenciones refo r­ nivel subatóm ico no existe algo que pueda llam arse "cosas”. Los objetos
m istas en u n m anto de prerrogativa profesional, que los protegió de las no tienen propiedades definidas h asta que se les m ide. Algunos físicos
consecuencias de h acer recom endaciones que de otra m an era hab rían han propuesto u n a teoría de "m uchos m undos” para explicar el extraño
constituido u n gran riesgo” (Fum er, 1975, p. 322). Y la objetividad se co m p ortam iento de las p artículas, que viajan p o r universos p aralelos
convirtió en escudo contra todo ataque. En la academ ia, los científicos (The Economist, 1989). El sim ple y seguro m undó del positivism o se ha
sociales ab razaro n la objetividad y el desarrollo de teorías com o elem en­ ido para siem pre.
tos centrales de sus ciencias de la sociedad. H asta los científicos sociales El hecho de que los científicos sociales m oldean el m undo que estudian
que parecían utilizar la investigación para hacer casos de políticas, p u ­ por la m anera en que definen el problem a ha llegado a ser aceptado no só- ■
dieron co n tar con su adherencia a las norm as profesionales, para prote­ lo por científicos sociales, sino tam bién por m aduros actores políticos. Es­
gerse de contraataques de quienes se encontraban fuera del privilegiado tán conscientes de que las suposiciones, teorías y elección de variables de
bastión de la disciplina y de la universidad (para u n a perspectiva com ­ los investigadores pueden tener grandes efectos sobre las respuestas que
parativa sobre estos desarrollos, véase W ittrock et al., capítulo n de este encuentren. Esta nueva interpretación pone en duda el acom odo que h a ­
volumen). bían negociado anteriores generaciones de científicos sociales. Si ya no
Los entendim ientos negociados a finales del siglo xix y principios del pueden afirm ar que descubren la "verdad" acerca de la “realidad”, ¿cuál
xx sirvieron bien a los científicos sociales (Lyons, 1969). P udieron hacer es su función en el proceso de las políticas? Parece haber llegado la hora
avanzar la base del conocim iento de las disciplinas y al m ism o tiem po de form ular un nuevo conjunto de suposiciones y disposiciones.
utilizar su labor en provecho de su agenda sociopolítica. Pero a finales En form a contem poránea y coincidente, los dos decenios pasados pre­
del siglo xx hubo un difundido reconocim iento de la intrusión inevitable senciaron el surgim iento de las ciencias de las políticas en la universidad
de los valores, aun en la investigación m ás objetiva y desapasionada. Los norteam ericana. Se establecieron nuevas escuelas de política pública;
científicos sociales llegaron a reconocer el hecho de que la actitud políti­ m uchas de ellas obtuvieron considerable notabilidad y renom bre. E n al­
ca y filosófica de su labor era influida por su restringida visión teórica, gunas universidades, antiguos departam entos de adm inistración pública
sus suposiciones iniciales, sus preferencias m etodológicas, sus incom ­ se han transform ado en escuelas de asuntos públicos, o se han dividido en
pletos m odelos explicativos y otros obstáculos inevitables hacia la ver­ dos; la política pública/asuntos públicos ha sentado sus reales. Se han
dadera objetividad. En realidad, m uchos llegaron a cuestionar si había fundado nuevas publicaciones y se han organizado nuevas asociaciones
fu era u n “m u n d o re a l” in d ep en d ien te de la in te rp re ta c ió n que ellos profesionales, cuyo núm ero de m iem bros ha ido en aum ento. Los estudios
daban a sus parám etros. La "construcción social de la realidad” (Berger de políticas se han convertido en la subespecialidad en m ás rápido cre­
y Luckm ann, 1980) llegó a ser un concepto aceptado. cim iento en la ciencia política norteam ericana, y el análisis de políticas in­
La conciencia de los m últiples m undos que se ofrecían al estudio de terdisciplinario (a m enudo con la econom ía en ascenso) se han vuelto
la ciencia social recibió un apoyo inesperado: el de las teorías de la física sum am ente conspicuos no sólo en las escuelas de política pública/asuntos
del siglo xx. El Principio de Incertidum bre de H eisenberg, 1927, afir­ públicos, sino tam bién en escuelas profesionales com o las de salud públi­
m aba que los científicos pueden fijar la posición o la velocidad de una ca, trabajo social y educación (véase Jann, capítulo rv de este volumen). Y el
p artícu la subatóm ica, pero no am bas cosas, porque el propio acto de movimiento no se ha lim itado a las universidades. Después de un breve
m edición in terfiere con lo que se está m idiendo. D urante los trein ta, recorte a comienzos de los ochenta, los gobiernos han seguido contratando
Niels Bohr fue el principal creador de la Interpretación de Copenhague analistas de políticas para trabajar en agencias ejecutivas y legislaturas, a
de la m ecánica cuántica, la cual niega la existencia de todo m undo inde­ los niveles federal y estatales, y hasta en algunas de las ciudades más
pendiente de lo que se pueda medir. La física, dijo, no puede descubrir grandes. Los analistas de políticas han servido como asesores de agencias
lo que es la naturaleza; la física trata de lo que puede decirse acerca de y de m iem bros de com isiones de alto nivel. Los gobiernos siguen invir-
la n a tu ra le z a. El esfuerzo de E instein p o r salv ar la id ea de se n tid o tiendo sum as considerables de dinero en investigación de políticas dirigi­
com ún de un m undo tangible, por la prem isa de la localidad, ha resulta­ da por organizaciones de investigación externas.
do vano. P or m uy c o n tra in tu itiv a e ilógica que p a rez ca la m ecán ica
de los investigadores que trabajan dentro del gobierno, de quienes tra ­
¿ E L PAPEL DE ABOGADO? bajan en organizaciones de investigación, lucrativas y no lucrativas, y de
quienes trabajan en institutos y departam entos universitarios.
T oda esta actividad parece descansar en suposiciones no reflexionadas É stas son las cuatro m etas que al parecer tienen a la vista los investi­
acerca de la objetividad de la ciencia de las políticas. Pero si las viejas gadores de las políticas:
pretensiones de objetividad se han desacreditado, ¿habrá llegado el m o­ (1) Un objetivo es llegar a ser un conocido y respetado científico social
m en to de crear u n a nueva interpretación del papel de la investigación de gracias a la calidad conceptual y m etodológica de su investigación. Los
p o líticas? ¿O volverá a d esen cad en ar sem ejante revisión de las reglas investigadores de las políticas desean realizar bien su trabajo, quieren
básicas las batallas que entablaron antiguas generaciones de científicos estar al día, enterados de los últim os m étodos y de las teorías m ás perti­
sociales y (evidentem ente) ganaron? nentes, y a sp ira n a ganarse el respeto de sus colegas y superiores así
R esulta te n ta d o r b u scar u n a resolución fácil al dilem a: m an ten er a com o de las personas para quienes se realiza la investigación.
los investigadores y su investigación en categorías separadas. La investi­ 2) Una segunda m eta consiste en establecer u n a diferencia. Desean
gación debe p erm anecer ta n objetiva com o sea hu m an am en te posible. que su investigación influya sobre las políticas, que sea "utilizada". El
E ntonces, los investigadores p o d rán utilizar la investigación p a ra toda principal atractivo de la investigación de las políticas es estar cerca de
u n a variedad de propósitos, uno de los cuales —si así lo prefieren— pue­ la acción y participar en la form ulación de las políticas. Y a m enos que
de ser el de la defensa activa, la prom oción y las recom endaciones. Pero su trabajo tenga público, toda la em presa parece carente de significado.
esa fácil distinción sim plem ente confunde la com plejidad del asunto. Si Los investigadores de las políticas desean servir para algo.
la interpretación pospositivista es que no hay u n a sola realidad (o abso­ ( 3 ) Un tercer objetivo es llegar a ser lo que Schultze (1968) llam ó abo­
lutam en te ninguna realidad, hasta que tom em os su m edida), u n a obje- gados partidaristas de la eficiencia en el gobierno, es decir, favorecer la
^ti vi dad “hum anam ente posible” resulta b astante m ediocre. cau sa de u n a tom a de decisiones an alíticam ente basada. Q uieren ver
P ara avanzar en nuestro análisis, tom em os en cuenta dos factores. El que esa investigación sirva para hacer m ás eficiente al gobierno al alcan­
prim ero es aquello que los investigadores de las políticas desean realizar zar unos fines políticam ente determ inados. Los abogados de la eficiencia
en sus funciones profesionales. ¿Hasta qué pun to están interesados en la no representan una solución particular, sino la aplicación de datos, cálcu­
defensa activa y la form ulación de recom endaciones, o las rechazan de an­ los y racionalidad en el gobierno. Su m eta es hacer que todo el sistem a sea
tem ano? El segundo tiene que ver con la ubicación diferencial de los in­ m ás racional, aclarando el planteam iento de problem as, com prendiendo
vestigadores de políticas. ¿H asta qué punto com parten éstos en las univer­ la envergadura y distribución de los problem as, y evaluando sistem áti­
sidades las oportunidades y los riesgos con quienes trabajan dentro del cam ente los costos y beneficios de las diversas opciones.
gobierno o en organizaciones de investigación independientes? Tal vez 4) Un cuarto objetivo consiste en defender una posición política o una
haya que hacer distinciones, dependiendo de la afiliación institucional perspectiva política y p lan tear esa perspectiva en la arena de las deci­
de quienes em prenden la investigación de políticas. Así com o el acom odo siones. Q uienes tien en este objetivo tra ta n de pro m o v er u n a política
del siglo xix dependió m arcadam ente de la creación de departam entos de específica o una orientación general hacia las políticas, sobre la base de
ciencias sociales en las universidades, que podían ofrecer a la vez una sus propios valores. Si trabajan en la educación, acaso deseen im pulsar
razón pedagógica y u n refugio para los científicos sociales reform istas, así las p o lítica s h acia u n a m ay o r gam a de o p o rtu n id a d e s p ara p ad res y
un actual acom odo puede depender de las estructuras dentro de las cuales estudiantes, sobre a cuáles escuelas asistirán los hijos. Si trabajan en la
trab ajan los investigadores orientados hacia las políticas. energía, acaso deseen prom over la energía solar. H acen investigaciones
que favorecen su opción predilecta. Aquellos cuya posición se deriva de
sus creencias, sean las suyas o las de los clientes a los que sirven y que
Las intenciones de los investigadores de las políticas utilizan la investigación p a ra favorecer esas creencias, pertenecen a la
categoría de los abogados defensores.
¿Q ué esp eran lo g rar los in v estig ad o res de las políticas? N o conozco E n m i som era revisión, la respuesta m ás frecuente a la pregunta de lo
datos al respecto, pero en el estudio inform al que he estado haciendo he que desean realizar los investigadores de las políticas es: desean que se
descubierto cuatro motivaciones básicas; creo que representan las m etas utilice su investigación. A nhelan sentirse eficaces. Aun quienes dicen
396 LAS CIENCIAS DE LAS POLÍTICAS EN LA ENCRUCIJADA
LA INVESTIGACIÓN DE POLÍTICAS 397
que desean ser buenos investigadores, debidam ente respetados, a m enu­
do consideran im portante esa m eta porque tiende a au m e n ta r la acep­ tal vez sea imposible, pero los analistas pueden d ar pasos extraordinarios
tación de su investigación entre quienes tom an las decisiones y, por tan ­ para ap artar de su trabajo todo sesgo personal. Por ejemplo, en la Ofici­
to, su utilización. H asta la fecha, el objetivo m enos m encionado ha sido n a C ongresional del P resu p u esto , los revisores leen cad a m a n u sc rito
prom over los propios valores y posiciones de políticas. Sólo unos cuan­ palabra por palabra para ver que cada afirm ación esté basada y apoyada
tos investigadores de afiliación universitaria han m encionado esto como por un testim onio específico.
p arte de su intención. Aunque la escasez de esta resp u esta puede d e­ Una actitud de neutralidad hacia políticas alternativas sirve a varios
berse a sim ple disim ulo, creo que probablem ente la defensa y pro m o ­ propósitos vitales. El fundam ental es lograr que la dependencia acepte
ción es relativam ente rara com o objetivo consciente. Los investigadores la investigación co n siderando que a p o rta m otivos n eu trales y convin­
de las políticas están dispuestos a reconocer que, in d u d ablem ente, se centes para la tom a de posiciones. A la prem isa subyacente se le puede
hallan influidos p o r sus valores al enm arcar la investigación, form ular llam ar, según el térm in o de Miles y de H uberm an, p ositivism o lógico
preguntas, interpretar datos y la m iríada de otras decisiones de investi­ blando (1984, p. 19). Es el positivism o lógico que “reconoce y tra ta de
gación que tienen que tom ar. Pero se esfuerzan en serio p o r ser ta n obje­ com pensar las lim itaciones de este enfoque” (p. 19). Pero desde luego,
tivos com o les sea posible, en parte porque tal es la n o rm a de trabajo, d e n tro de u n a d e p e n d e n c ia a d m in istra tiv a algunas in te rp re ta c io n e s
pero —de m ayor im portancia— porque no desean enajenarse grandes pueden ser ta n om nipresentes que influyan sobre la investigación, así
p artes de su público adhirién d o se a u n a posición ideológica. F ueron com o sobre todas las dem ás actividades. Por ejemplo, en una agencia de
invitados a p articipar en la arena de las políticas porque pueden ap o rtar salud m ental, los enfoques de la com unidad hacia la atención a la salud
evidencias, no porque califiquen como "jugadores”, y tom an en serio su m ental pueden ser considerados tan generalm ente valiosos y vitales, que
tarea. Tam bién insisten en que estudian m uchas cuestiones en que no toda la investigación de la agencia les dé prioridad.
tienen opiniones o puntos de vista previos, y todo lo que saben es lo que Los investigadores de políticas que tra b a ja n en o rg an izacio n es de
aprenden de su investigación. investigación, sean lucrativas o no lucrativas, probablem ente com partan
m uchas de las creencias de quienes trabajan en el gobierno. Si los fon­
dos p a ra su investigación dependen de organism os gub ern am en tales,
Variaciones por ubicación tendrán los m ism os incentivos para m antener u n a actitu d de n eu trali­
dad hacia las políticas, de m odo que su investigación parezca persuasiva
Es indiscutible que la constelación de motivos varía según la ubicación. no sólo a sus clientes, sino tam bién a los grupos exteriores a quienes sus
Los investigadores de políticas que trabajan directam ente p ara una or­ clientes deseen convencer. Al m ism o tiempo, probablem ente h ab rá una
ganización que defiende, promueve y hace recom endaciones (como un ventaja en aceptar las prem isas básicas de la agencia patrocinadora (por
sindicato o un grupo de interés) se han com prom etido a em plear la in­ ejem plo, que la p ro m o ció n de la salud m ental c o m u n ita ria re c ib a la
vestigación como parte de su argumentación; desde luego, esto no signifi­ m ayor prioridad). Si existe un incentivo especial para las organizaciones
ca que tengan que deform ar su investigación para ponerla en "arm onía” investigadoras, consiste en no enajenarse a otros potenciales p a tro c i­
con su organización, o que no exijan —a veces a gritos— un cam bio, cuan­ nadores. Una vez más, se haría cierta presión para transm itir cierta aura
do los resultados de la investigación no apoyan la posición que está adop­ de objetividad.
tando la organización. Pero sem ejante trabajo incluye, com o parte del En la universidad, los investigadores de política tienen m ayor espa­
contrato implícito, una aceptación de la prem isa de la investigación en cio. En parte p o r causa de las victorias por la libertad académ ica ob ten i­
apoyo de las tareas de defensa activa y form ulación de recom endaciones. das en los prim eros años del siglo, en parte por la justificación pedagógica
Por otra parte, los investigadores de las políticas que trab a jan en el para su posición, en parte porque dependen m ás del reconocim iento de
gobierno suelen tener un interés en subrayar la objetividad de su labor. sus com pañeros y, a la vez, dependen m enos de que los funcionarios uti­
En particular, si trabajan en una dependencia en que están divididas las licen su investigación p a ra validarla, los investigadores universitarios
opiniones, o para una legislatura en que está representada toda la gam a de pueden adoptar m ás fácilm ente una orientación de políticas basada en
la opinión política, comprenden que su "boleto de entrada” depende de que sus propios valores y u tiliza r su investigación com o p a rte de la arg u ­
se les considere im parciales y de amplio criterio. La objetividad perfecta m entación. H asta cierto punto, esto significa que pueden perm itirse ser
sinceros y francos acerca de sus valores, en lugar de ocultarlos h asta el
grado que sus colegas no universitarios consideran esencial. De hecho, La ciencia social forense [en que los especialistas se arrogan la tarea de
tod o s los pocos investigadores de p o líticas que resp o n d iero n a la en ­ escribir informes en favor de posiciones particulares de políticas] me parece
cuesta inform al diciendo que tratab an de favorecer particulares puntos un desarrollo sumamente saludable. Reduce la hipocresía de la seudobjetivi-
de vista ocupaban puestos universitarios. Los investigadores pueden, en dad y los sesgos disimulados. Si se le emplea bien, puede agudizar las cues­
tiones públicas y hacer que la investigación científica social sea más perti­
las u n iv ersid ad es, d efe n d e r posicio n es co n tro vertibles y actitu d es de
nente para cuestiones reales de lo que ha sido en el pasado.
crítica a las políticas y las prem isas actuales, casi sin tem or a ser castiga­
dos. Existen tradiciones de defensa activa y recom endación, precedentes
de c rític a y re c o m p e n sa s p a ra las lín eas de p en sa m ie n to originales. Lindblom y Cohén (1979, p. 81) han escrito: “La com plejidad de los
D ado que a d o p ta r actitu d es y p re se n ta r evidencia en apoyo de dichas problem as niega la posibilidad de toda prueba y reduce la búsqueda de
actitudes es algo aceptado y hasta protegido, los investigadores universi­ los hechos a la búsqueda de aquellos hechos selectivos que, si son debi­
tarios pueden prom over teorías y políticas particulares. d am en te d esarrollados, constituyen un testim onio en favor,del arg u ­
El hecho de que puedan hacerlo no significa, desde luego, que m u ­ m ento relevante”. Se refieren a la discusión que presenta M ajone t i 977)
chos investigadores académ icos lo hagan. E n realidad, h asta en la aca­ del análisis de políticas, en que afirm a que éste desem peña funciones
dem ia existe u n a considerable resistencia a la idea de la investigación posdecisión, com o m o strar lo racional de una decisión, recom endar la
com o argum entación. No pocos investigadores de políticas han declara­ d ec isió n a o tro s y p o n erla en u n contexto de p e n sa m ie n to racio n al
do, p o r escrito, que u s a r la investigación p a ra favorecer u n a posición (Lindblom y Cohén, 1979, p. 80). Majone, como Lindblom y Cohén, con­
preexistente es u n "abuso" de la investigación (H orow itz, 1975; Heller, sidera apropiados estos usos, aunque establece el punto de que la inves­
1986). Se supone que prim ero viene la investigación y luego las im plica­ tigación tiene que poner a prueba, adem ás de h acer em b o n a r el arg u ­
ciones deberán tom arse de los datos; ad ap tar los descubrim ientos a una mento.
p o s tu ra de p o lític a s p re c o n c e b id a es algo so spechoso. D esde luego, Lindblom ha sostenido desde hace largo tiem po que las m ás de las
parecerá m ucho m ás sospechoso si la posición preexistente está siendo veces, y m uy sensatam ente, la investigación se utiliza de m anera p a r­
d efen d id a p o r alguien m ás, ya sea la A sociación N acional del Fusil o tidarista y en apoyo de fines partidaristas (Lindblom, 1980). H a escrito
Control de Armas de M ano, S. A. Pero aunque sean las preferencias en (p. 32):
m ateria de políticas del propio investigador las que se defiendan, esto
puede parecer tendencioso... a m enos que la preferencia de políticas sea Aunque gente partidarista sólo utilizará los recursos analíticos para favorecer
inobjetable porque caiga dentro de la corriente liberal que tiende a do­ sus propios intereses, interactúa con muchos otros partidarios que hacen lo
m in ar la ciencia social académ ica. mismo en favor de sus intereses respectivos. Como cada quien alimenta los
procesos interactivos con análisis para su propio beneficio, al menos parte de
él se vuelve posesión común de todos los participantes [...] Muy posiblemente,
la supuesta "competencia de ideas” considerada esencial para la democracia
P r o s y c o n t r a s d e la in v e s t ig a c ió n c o m o a r g u m e n t o
pluralista, en gran parte tome la forma de un intercambio entre analistas par­
tidarios y elaboradores de políticas partidarias, que utilizan su análisis.
Y sin em bargo, hay algo ren o v ad o r en u tiliz a r la investigación com o
parte de u n argum ento de políticas. Siem pre que la investigación no sea
De este m odo, en el to m a y daca entre p a rtid ario s, el análisis p a r ­
deform ada, parece apropiado p ara sus partidarios utilizar su testim onio
tidarista puede llegar a ser una ayuda para el desarrollo de una política
en favor de sus argum entos. La investigación p u esta al servicio de la
consensual. Sem ejante opinión representa, sin duda, u n a interpretación
argum entación hace descender la investigación de su pedestal por encima
optim ista de las posibilidades, com o al parecer lo reconoce Lindblom,
de la m ayoría y la reconoce com o u n a fuente de conocim iento entre m u­
pero no parece dem asiado tirado de los cabellos.
chas otras. Podría afirm arse que ésta es u n a presentación m ás honrada:
Yo sim patizo con la investigación com o argum entación, en térm inos
que la investigación, que inevitablem ente es parcial en su planteam ien­
m uy parecidos a los de Rivlin, de honradez y pertinencia. H asta parece
to, conducta e interpretación, llega a su estado apropiado com o apoyo
justificable cuando la posición de políticas que se está defendiendo no
parcial de u n a postura partid arista parcial. E scribe Rivlin (1973, p. 62):
sólo representa las preferencias del propio investigador, sino tam bién es
posiciones de alguien. El esfuerzo p o r poner a prueba, p o r desafiar, por
apoyada por otros factores en la arena de las políticas, au n cuando las
tra ta r de re fu ta r prem isas iniciales, es el requisito expreso del enfoque
propuestas así apoyadas son anteriores a la investigación y no se derivan
b ásicam en te de sus d escu b rim ien to s. Me parece que las p rin cip a le s científico y, por tanto, de la investigación de políticas. Si la investigación
condiciones son que no se deben deform ar los descubrim ientos y que p ro d u c e u n o s d esc u b rim ie n to s que convencen al in v e stig a d o r de la
todo el corpus de evidencia debe estar a disposición de todas las partes superioridad de u n curso particular, eso estará m uy bien. Pero em pezar
que participen en el debate. Dentro de esos límites, me parece que el uso con la intención de p ro b ar un caso es función del ideólogo, del cabildero
de la investigación com o testim onio para prom over una m edida política o del pistolero a sueldo, no del investigador de políticas.
Pero —y éste es un gran pero— no es posible desconfirm ar los valo­
particular m antiene lim pio el juego, al menos en la superficie, m ientras
res. El in v estig ad o r que a n aliza d a to s c o n tra c rite rio s de eficien cia
que al m ism o tiem po extiende la gam a de conocim iento que se tom a en
económ ica puede ser com prensivo, im parcial y laborioso, pero aun así
cuenta en el desarrollo y la adopción de las políticas.
seguirá favoreciendo cierto tipo de prescripción para una política. Otro
Pero hay costos. Un costo inm ediato es que algunos bandos en los de­
investigador que analice los m ism os datos con la m ism a escrupulosidad,
bates de políticas tienen m ayor habilidad y m ás recursos p a ra aprove­
pero que sostenga valores de distribución equitativa del ingreso, llegará
char la investigación. Quienes no tienen experiencia en la investigación,
a conclusiones distintas. Cada uno podrá, con la conciencia tranquila,
o cuya experiencia les ha llevado a denigrar o desconfiar de la investi­
u tilizar el testim o n io com o argum entos de políticas. H em os vuelto al
gación, difícilm ente se aprovecharían de los recursos de investigación.
antiguo p a n ta n o de las disp u tas de la filosofía de la ciencia so b re los
Los que no tienen fondos ni aliados entre los investigadores de las políti­
hechos y los valores.
cas u otros medios de adquirir investigación se en contrarán en desven­
Lo que puede sacarnos del p an tan o , creo, es la n atu ralez a del co n ­
taja. M ientras no se rectifiquen esos desequilibrios, la investigación no
senso norteam ericano. En térm inos generales, ésta no es una sociedad
será u n árbitro neutral, sino una ayuda para el bando privilegiado.
que ten g a p o sicio n es v io len tam e n te d iv ergentes y p o la riz a d a s .' Los
Un costo que se paga a más largo plazo consiste en que reinaugura la
republicanos m ás conservadores se preocupan, hasta cierto grado, por
vieja p u g n a acerca del papel ap ro p iad o p a ra las cien cias sociales en
la situación de los que carecen de hogar y por la salud y educación de los
la vida social y p o lítica. Si los científicos de las p o lític as a c e p ta n la
nuevos inm igrantes de color. Los dem ócratas m ás liberales se p reo cu ­
situación de p articipar en la defensa y de prom over recom endaciones y
pan por lo com petitivo de la industria norteam ericana y por la reducción
abandonan las pretensiones de verdad y de objetividad, estarán partici­
del déficit presupuestario. Los actores de la política a lo largo de toda la
p ando en un d esarm e unilateral. Dejan de dep en d er de su a rm a m ás
gam a responden a m uchos de los m ism os valores, si bien con diferente
poderosa (la evaluación m inuciosa y sistem ática de la evidencia em píri­
intensidad, y es posible convencerlos de que consideren las propuestas
ca pertinente) y tienen que jugar de acuerdo con las reglas del otro. Y los
de políticas a la luz de toda una gam a de criterios. (Las excepciones son
otros tienen poder, persuasión, experiencia, dinero y votos: recursos que
tem as com o el aborto, hacia el cual se sostienen opiniones extrem as, y
no abundan en los círculos de la ciencia social. Casi no cabe duda de cuál
los extrem istas co m p arten pocos valores.) D ado u n am plio y bien re ­
será el resultado.
corrido tram o del cam ino, los investigadores de políticas pueden tra b a ­
Pero, ¿cómo, con la conciencia tranquila, pueden los investigadores
ja r a p artir de su propio conjunto de valores, sin perder pertinencia en la
de las políticas sostener que ellos representan la verdad y la objetividad?
discusión en general. Tal vez pueda o cu rrir algo sim ilar a la "com peten­
E stán dem asiado conscientes de los defectos de esas afirm aciones para
cia de ideas” de Lindblom.
exigir que se ten g a p erfecta co nfianza en los d e sc u b rim ie n to s de su
Pensem os en cóm o los periodistas se enfrentan a un problem a sim i­
investigación o en las recom endaciones que basan en sus investigaciones.
lar. Los periodistas saben tan bien como los científicos sociales que sus
Y tam bién sus clientes conocen esas lim itaciones. ¿Qué pueden hacer?
inform es no son espejos objetivos de alguna "realidad” que está ahí. Más
Me parece que u n a distinción crucial es la diferencia entre m ayor y
que la ciencia social, la noticia es una construcción social, aun con m enos
m enor objetividad. Hay una diferencia entre la investigación que aspira
reglas y lím ites metodológicos. Y sin em bargo, los periodistas conservan
a ser u n análisis justo y com pleto de un aspecto y la investigación que se
el principio de objetividad y diariam ente tra tan de cum plir con norm as
pone en m a rc h a —sea co n scien tem en te o p o r falta de reflexión y
autocrítica— p ara "defender el caso” de una posición. Un hito de la cien­
1 La m ism a p au ta p u ed e so ste n e r se en otras d em ocracias occid en tales.
cia es el intento p o r refutar o, según el térm ino de Popper, falsear las su­
de precisión e im parcialidad. Los científicos de las políticas tienen m u­ investigadores de las políticas pueden hab lar con franqueza acerca de
chos m ayores recursos teóricos y m etodológicos, en su busca de una sus valores y sus posiciones desde el principio. Si empiezan por m ostrar sus
explicación válida. El hincapié en la evidencia y la lógica protege contra valores, los lecto res p o d rán desco m p o n er en facto res los sesgos que
las deform aciones m uy burdas. M uchos distintos investigadores de po­ haya en su interpretación de lo que dice la investigación, aplicando cual­
líticas, ca d a u n o con sus p reju icio s y lim itacio n es y con un n ú m ero q u ier “factor de corrección" que requieran sus propias inclinaciones.3
m ayor de canales p ara transm itir su trabajo que el lim itado núm ero de Cuando se conoce la posición del investigador, los lectores se ven invita­
m edios de com un icació n , p u ed en c o n stru ir colectivam ente u n a expli­ dos a leer con m irada crítica y a revisar las im plicaciones de la investi­
cación rica y com pleja del m undo. gación y las recom endaciones, con ojo experto.
Y sin em bargo, algunos segm entos de la opinión parecen creer que la O tal vez haya llegado el m om ento de volver a e n fre n ta rn o s a los
investigación de políticas no satisface sus intereses. Probablem ente, los antiguos dilem as del conocim iento y la participación activa para llegar a
conservadores form an uno de esos grupos. Por ejemplo, Banfield (1980) un nuevo acom odo pospositivista.
afirm a que el análisis de políticas intrín secam ente encuentra fallas en
las instituciones y localiza nuevos problem as que necesitan solución del
gobierno. Com o lo m o straro n los acontecim ientos de los ochenta, los
go b iern o s co n servadores, al to m a r posesión, suelen re c o rta r los p re ­ REFERENCIAS
supuestos de la ciencia social. Esto ha ocurrido en los Estados Unidos y
tam bién en la E uropa occidental (véase W ittrock et al., capítulo II de este Aaron, Henry, 1978. Politics and the Professors. W ashington, DC, Brookings
volum en). Cierto es que los científicos sociales tienen una orientación Institution.
m ás liberal que la población en general (O rlans, 1973; Lipset y Ladd, Alkin, M. C., Richard Daillak y Peter White, 1979. Using Evaluations: Does Eval­
1972). El im pulso reform ista que anim ó a las nacientes ciencias sociales uation Make A Difference? Beverly Hills, Sage.
Banfield, E. C., 1980. “Policy Science as Metaphysical Madness". En Bureaucrats
en el siglo xix probablem ente resuena hoy en las ciencias de las políticas,
Policy Analysts, Statesmen: Who Leads?, pp. 1-19. Ed. R. A. Godwin. Washing­
y puede ten d er a enajenarse a quienes tienen ideas m ás conservadoras.2
ton, DC, American Enterprise Institute.
P uede acep tarse que la in clinación colectiva de la investigación de Banting, K. G., 1979. Poverty, Politics and Policy. Londres, Macmillan.
políticas sea p o r lo d ado —lo dado com pasivo— en la situación. A la Barber, Bernard, 1987. Effective Social Science: Eight Cases in Economics Politi­
investigación se le puede contener a la m anera en que la Oficina Congre- cal Science, and Sociology. Nueva York, Russell Sage Foundation.
sional del Presupuesto, así como ciertas otras agencias, ejercen su control: Berger, Peter L„ y Thomas Luckmann, 1980. The Social Construction o f Reality:
po r m edio de continuas revisiones a la precisión de los datos y la lógica de A Treatise in the Sociology o f Knowledge, Nueva York, Irvington (publicado
la interpretación. La política de la dependencia exige que se com pruebe por prim era vez en Garden City, Doubleday, 1966). [Hay traducción al espa­
to d a afirm ación em pírica que haya en u n inform e. O bien —y ésta es ñol en Amorrortu.]
un a opción que suele gustarm e, p ara quienes pueden darse el lujo— los Bulmer, M artin (ed.), 1978. Social Policy Research. Londres, MacMillan.
-------- , 1982. The Uses o f Social Research: Social Investigation in Public Policy-
Making. Londres, George Allen and Unwin.
2 A aron (1 9 7 8 ) afirm a que eJ efe cto agregad o de la in v estig a ció n de p olíticas con siste en -------- (ed.), 1987. Social Science Research and Government: Comparative Essays
p la n tea r n u evas pregu n tas y du das y, c o n ello, e n hacer m ás le n to el ritm o de la reform a,
te n ie n d o u n e fecto co n serv a d o r sobre las p o lítica s. Otros afirm an qu e los in vestigad ores de
on Britain and the United States. Cambridge University Press.
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c lie n te s de la s a g en cia s qu e lo s de lo s adm in istra d o res de las m ism a s agen cias. Al m en os
lo s e stu d io s de p o lítica s qu e se han p u b lica d o en lib ros y a rtícu los p erio d ístico s, o que han
a p a r e cid o e n lo s p rin cip a les m e d io s in fo rm a tiv o s, p a recen m ostrar un a p ersp ectiva a la 3 G ans, por su parte, n o s ó lo lo ha recom en d ad o, sin o tam b ién lo h a p racticad o en su
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