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fundido, de desarrollar medidas apropiadas para ello, de descu­ de las condiciones económicas y sociales, asociadas a sistemas

brir sus incidencias cuantitativas y distribución demográfica en democráticos. Se continúa así una vieja tradición aristotélica. Lip­
pp'ses con un ancho margen de experiencia en democracia. Pro­ set clasificó las naciones de Europa (incluyendo la antigua Com-
vistos de estos conocimientos, podremos especular racionalmente monwealth) e Hispanoamérica en “democracias estables” y “de­
sobre “cuánto de qué cosa” debe encontrarse en un país, antes mocracias inestables y dictaduras” °. La inclusión en uno u otro
de que las instituciones democráticas echen raíces en actitudes y grupo se basaba en la trayectoria histórica de estos países. Reunió
expectativas congruentes. luego toda la información estadística asequible sobre las condi­
Los esfuerzos reahzados para resolver estos problemas se ciones económicas y sociales en dichos países, el grado de in­
han basado, por lo general, en impresiones y deducciones obteni­ dustrialización y urbanización, el nivel de alfabetización y las
das de la historia, en consecuencias sacadas de ideologías demo­ pautas de educaciói^ Sus resultados presentan un paralelismo re­
cráticas, en determinados tipos de análisis sociológico o en intros­ lativamente convincente entre estos índices de “modernización” y
pecciones psicológicas. De este modo, en nuestros esfuerzos por una democratización estable. James Coleman, en un análisis
calibrar las posibilidades de la democracia en países como Ale­ semejante, que incluía Asia sudoriental, Asia meridional, Oriente
mania e Italia, o. en los territorios en desarrollo del mundo no- Medio, Africa y Latinoamérica, halló también una estrecha co­
occidental, tratamos frecuentemente de obtener “lecciones” a base rrelación entre los índices de modernización y democratización \
de la historia inglesa y norteamericana. Se ha afirmado, por ejem­ El problema principal presentado por estos estudios consiste
plo, que la larga continuidad de la experiencia política inglesa en que se abandonan al campo inductivo las consecuencias cul­
y norteamericana y el proceso evolutivo gradual han contribuido turales y psicológicas de tecnologías y procesos “modernos”. Sa­
a una democratización efectiva. De modo parecido, el desenvol­ bemos que las democracias, comparadas con otros sistemas políti­
vimiento de una clase media fuerte y numerosa, el desarrollo cos, tienden a poseer personas más educadas e instruidas, que
del protestantismo y, en particular, de las sectas no-conformis­ sus ingresos per cápita y sus riquezas son mayores, y que disfru­
tas del mismo, se han considerado vitales para el crecimiento de tan en mayor proporción de las comodidades de la civilización
instituciones democráticas estables en Inglaterra, en la Com- moderna. Pero este tipo de análisis no sólo omite la base psico­
monwealth y en los Estados Unidos. Se ha tratado de deducir de lógica de la democratización, sino que no puede explicar tam­
tales experiencias algunos criterios sobre las actitudes y el com­ poco los casos significativos que no se amoldan a la norma. Así,
portamiento que deben existir en otros países, si han de llegar a Alemania y Francia, que ocupan un puesto elevado en la escala
un régimen democrático. de modernización, son clasificadas por Lipset entre las demo­
Todavía más frecuente que el establecer deducciones de la cracias inestables. Cuba y Venezuela, que se hallan entre las
historia resulta nuestra tendencia a derivar criterios de lo que primeras en el desarrollo económico de América Latina, poseen
debe ser difundido, partiendo de las normas ideológicas e ins­ un largo historial de dictadura e inestabilidad. Esta clase de aná­
titucionales de la democracia misma. Se afirma que si un sis­ lisis sugiere hipótesis, pero no nos dice directamente qué con­
tema democrático se basa en la participación influyente por la junto de actitudes se asocia con la democracia.
población adulta como un todo, debe el individuo, para que el Otro tipo de enfoque sobre la cultura y psicología de una
sistema no sea alterado, utilizar su poder de un modo inteligente democracia se basa en las introspecciones del psicoanálisis. Ha-
para el bien del sistema político. Teóricos de la democracia, des­ rold Lasswell ha sido el más avanzado al detallar las caracterís­
de Aristóteles a Bryce, han insistido en que las democracias se ticas de la personalidad de un “demócrata” *. En su lista de cua­
mantienen por la participación activa de los ciudadanos en los lidades democráticas características incluye: 1) un “Ego abierto”,
asuntos públicos, por un elevado nivel de información sobre es­ es decir, una portura cálida y acogedora con relación al pró­
tos mismos asuntos y por un sentido muy difundido de respon­ jimo ; 2) aptitud para compartir con otros los valores comunes;
sabilidad cívica. Estas teorías nos dicen cómo debe ser un ciuda­ 3) una orientación plurivalorizada antes que monovalorizada;
dano democrático, si quiere comportarse de acuerdo con los
presupuestos del sistema. S e y m o u r \ I . L i p s e í . P o litica l M a n . N ew Yt)rk, 1 9 6 0 , p p . 4 5 y ss.
" G a b r i e l A. A l m o n d y J a m e s C o l e m a n , T h e Politics- o f th e Dcvelo})in,L’
Un tercer tipo de investigación sobre las condiciones que fa­ A ie u s , P r in c e to n , N . J . 1 9 6 0 , p p . 5 3 8 y ss.
vorecen el desarrollo de una democracia estable son los estudios T h e P o litic a l W r itin g s o f H a ro ld D . L a ssic e ll, G le n c o e , 111., 1 9 5 1 , p p . 4 9 5 y
s ig u ie n te s ; L a s .s a v e l l , P o w e r and. V e rso n n h tu , N ew Y ork, 1 9 4 6 , p p . 1 4 8 y ss.

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4) fe y confianza en los demás hombres, y 5) relativa ausencia finir. Hablamos de “cultura política” de una nación antes que
de ansiedad. Si bien la relación entre estas características y una de “carácter nacional” o “personahdad formal”, y de “sociahza­
conducta democrática parece estar clara, las cuahdades democrá­ ción política”, antes que del desarrollo o educación infantil en
ticas de Lasswell no constituyen actitudes y sentimientos especí­ términos generales. La razón de ello no está en que rechacemos
ficamente políticos, y en realidad pueden encontrarse con gran las teorías psicológicas y antropológicas que relacionan las acti­
frecuencia en sociedades que no son democráticas en su estruc­ tudes políticas con otros componentes de la personahdad, o en
tura. que no admitamos aquellas teorías que subrayan la relación exis­
[Nuestro estudio surge de este cuerpo teórico acerca de las tente entre el desarrollo del niño en términos generales y la in­
características y condiciones previas de la cultura de la demo­ ducción del niño hacia sus roles y actitudes políticas de adulto.
cracia. Lo que hemos hecho consiste en una serie de experi­ En reahdad este trabajo no hubiera podido ser realizado sin las
mentos, con el fin de probar algunas de estas hipótesis. Más que investigaciones precedentes de dichos historiadores, filósofos so­
inferir las características de una cultura democrática de institu­ ciales, antropólogos, sociólogos, psicólogos y psiquiatras, que se
ciones políticas o condiciones sociales, hemos intentado espe­ han ocupado de estudiar las relaciones entre las características
cificar su contenido, examinando actitudes en un número deter­ psicológicas y políticas de las naciones.!;El presente trabajo ha
minado de sistemas democráticos en funcionamiento. Y más que sufrido la influencia, concretamente, de la “cultura-personalidad”
derivar las pre-condiciones sociales y psicológicas de una de­ o “enfoque psico-cultural” con relación al estudio de los fenó­
mocracia partiendo de teorías psicológicas, hemos buscado deter­ menos políticos\ Este enfoque ha sido causa, en los últimos vein­
minar si tales relaciones y hasta qué punto, se hahan realmente ticinco años, de una bibliografía teórica y monográfica muy im­
en sistemas democráticos en funcionamiento.] No afirmamos que portante
nuestro estudio acabará con la especulación y ofrecerá las pro­
T r a b a j o s te ó r i c o s d e t ip o g e n e r a l , c o n e s te e n f o q u e , p u e d e n h a l l a r s e , e n tr e
posiciones exactas y comprobadas de una teoría completa sobre o t r o s , e n R u t h B e n e d i c t , P a tte rn s o f C u ltu r e , N e w Y o r k , 1 9 3 4 ; A l e x I n k e l e s y
la democracia, sino que sostenemos, más bien, que algunas de D a n i e l L e v i n s o n , “ N a t i o n a l C h a r a c t e r : T h e S t u d y o£ M o d a l P e r s o n a l i t y a n d S o ­
c i o - C u l t u r a l S y s t e m s ” , e n G a r d n e r L i n z e y ( e d .) . H a n d b o o k o f S o cia l P sych o lo g tj,
estas proposiciones sobrevivirán a la comprobación mediante C a m b r i d g e , M a s s ., 1 9 5 4 , v o l. I I ; B e r t K a p l a x ( e d .) , S tu d y in g P e rso n a lity C ross-
C A d tu r a litj, E v a n s t o n , 111., 1 9 6 1 ; A b r a m K a r d i n e r , T h e P sy c h o lo g ic a l F ro n tiers o f
un análisis empírico-cuantitativo, y que algunas otras no lo ha­ S o c ie ty , N e w Y o rk , 1 9 3 9 ; K a r d i n e r , T h e I n d iv id u a l a n d H is S o c ie ty , N e w Y o rk ,
rán. Este estadio experimental ha de enfocar y dirigir la inves­ 1 9 4 5 ; C l y d e K l u c k h o h n , H e n r y M u r r a y a n d D a v i d S c h n e i d e r , P e rso n a lity in
N a tu r e , S o c ie ty a n d C u ltu r e , N e w Y o rk , 1 9 5 5 ; H a r o l d D . L a s s w e l l , P s y c h o p a th o ­
tigación, ofreciendo algunas respuestas a antiguos problemas y lo g y a n d P o litics e n P o litic a l W r itin g s ; N a t h a n L e i t e s , “ P s y c h o c u lt u r a l H y p o t h e ­
sugiriendo algunas nuevas preguntas. se s A b o u t P o l it ic a l A c ts ” , e n W o r ld P o litics, v o l. I , 1 9 4 8 ; R a l p h L i n t o n , T h e
C u lttira l B a c k g r o u n d o f P e rso n a lity , N e w Y o rk , 1 9 4 5 ; M a r g a r e t M e a d , “ T l ie
S tu d y o f N a tio n a l C h a r a c te r ” , e n D a n i e l L e r n e r y H a r o l d D . L a s s w e l l , T h e
En otro sentido, confiamos contribuir también al desarroho P o licy S c ien ces, S t a n f o r d , 1 9 5 1 . P a r t i c u l a r m e n t e i m p o r t a n t e p a r a n u e s t r o t r a b a j o ,
de una teoría científica de la democracia. La inmensa mayoría de < \ l e x I n k e i . e s , “ N a t i o n a l C h a r a c t e r a n d M o d e m P o l it ic a l S y s te m s ” , e n F r a n c i s
L . K . H s u ( e d .) , P s y c h o lo g ic a l A n th ro p o lo g u , H o m e w o o d , 111., 1 9 6 1 . Y u n a d e la s
investigaciones empíricas sobre actitudes democráticas se ha rea­ c o n tr i b u c i o n e s r e c i e n te s m á s i m p o r t a n t e s a l a t e o r í a d e l c a r á c t e r n a c i o n a l y c u l t u ­
r a p o l ít ic a e s l a o b r a d e L u c í a n W . P y e , P o litics, P e rso n a lity, a n d N a tio n a l B u ild ­
hzado en los Estados Unidos. Además de nuestro propio país, in g . N e w H a v e n , 1 9 6 2 , q u e d e s a r r o l l a u n a t e o r í a g e n e r a l d e l a p e r s o n a l i d a d y l a s
hemos incluido en nuestro trabajo a Gran Bretaña, Alemania, a c t i t u d e s p o l ít ic a s y l a a p l i c a a l a v e z a u n a n á li s is d o m o d e l o s d e B u r m a .
E s tu d io s d e A le m a n ia se in c lu y e n e n ; R . B b i c k n e r , I s G e r m a n y In c u r a b le ? ,
Itaha y México. Más abajo explicamos por qué hemos elegido P h ila d e lp h ia , 1 9 4 3 ; H . V . D i c k s , , “ P e rs o n a lity T r a its a n d N a tio n a l S o cia list I d e o ­
estos países en concreto. Nuestro estudio sobre cinco países nos lo g y ” , H u m a n R e la tio n s, v o l. I l l , 1 9 5 0 ; D a v i d R o d x i c k , P o stw a r G e rm a n s, N ew
H a v e n , 1 9 4 8 , y B e r t r a m S c h a f f n e r , F a th e r la n d . A S tu d y o f A u th o rita r ia n is m in
ofrece la oportunidad de escapar a este particularismo norteame­ th e G e r m a n F a m ily , N ew Y ork, 1 9 4 8 .
ricano y descubrir si las relaciones basadas en datos norteame­ E s tu d io s d e lo s E s ta d o s U n id o s in c lu y e n : G e o f f r e y G o r e r , T h e A m e ric a n
P e o p le, N e w Y ork, 1 9 4 8 ; M a r g a r e t M e a d , A n d Kee¡o Y o u r P o w d e r D ry , N ew
ricanos se encuentran también en otros países democráticos, cuyas Y ork, 1 9 4 2 , y D a v id R i e s m a x , T h e L o n e ly C ro io d , N e w H a v e n , 1 9 5 0 .
experiencias históricas y estructuras políticas y sociales son di­ E s tu d io s d e R u s ia in c lu y e n : I I . V . D i c k s , “ O b se rv a tio n s o n C o n te m p o ra ry
R u s sia n B e h a v io r” , H u m a n R e la tio n s, v o l. V , 1 9 5 2 ; G e o f f r e y G o r e r y J o h n
ferentes en cada caso. R ic k m a n , T h e P e o p le o f G re a t R u ssia , L o n d o n , 1 9 4 9 ; N a t h a n L e i t e s , A S tu d y
o f B o l s h e v i '^ , G le n c o e , 111., 1 9 5 3 ; M a r g a r e t M e a d , S o v ie t A ttitu d e s T o w a rd
A u th o r ity , N e w Y o rk , 1 9 5 1 , y D in k o T o m a s i c , T h e I m p a c t o f Russi<in C u ltu r e on
T [ P O S D E C U L T U R A P O L ÍT IC A . S o v ie t C o m m u n is m , G le n c o e , 111, 1 9 5 3 .
P a r a I n g la te r r a , v é a se G e o f r e y G o r e r , E x p lo r in g E n g lis h C h a ra cte r, N e w Y ork,
1 9 5 5 . P a r a F r a n c ia , v é a se N a t h a n L e i t e s , O n th e G a m e s o f P o litics in F ra n ce ,
En nuestro estudio comparativo de las culturas políticas de S ta n fo rd , 1 9 5 9 ; R h o d a M e t r a u x y M a r g a r e t M e a d , T h e m e s in F r e n c h C u ltu re ,
cinco democracias contemporáneas empleamos una serie de con­ S ta n f o r d , 1 9 5 4 , y L a w r e n c e W y l i e , V illa g e in T h e V a u c lu s e , C a m b rid g e , M ass.,
1 9 5 7 . Y p a r a J a p ó n , \ é a s e R u t h F . B e n e d i c t . T h e C h rijs a n th e m u m a n d T h e
ceptos y clasificaciones, que será conveniente determinar y de­ S w o r d , B o sto n , Í 9 4 6 .

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\ Empleamos el término cultura política por dos razones. En chas hipótesis.i|Con el concepto de sociahzación política pode­
primer lugar, si queremos descubrir las relaciones entre actitu­ mos trascender los supuestos, más bien simples, de la escuela
des políticas y no políticas y modelos de desarrollo, debemos se­ psico-cultural respecto a las relaciones entre las pautas generales
parar los primeros de los últimos, aunque la separación entre ellos de desarrollo infantil y las actitudes políticas del adulto. Po­
no sea tan marcada como pudiera sugerir nuestra terminología. demos relacionar actitudes políticas específicas del adulto y ten­
- Así, el término cultura política se refiere a orientaciones espe­ dencias behaviorísticas del mismo con las experiencias sociali­
cíficamente políticas, posturas relativas al sistema político y sus zantes políticas, manifiestas y latentes, de la infanciay
diferentes elementos, así como actitudes con relación al rol de uno (^La cultura política de una nación consiste en la particular
,jnlsmo dentro de dicho sistemáíf Hablamos de una cultura po­ distribución de las pautas de orientación hacia objetos políticos
lítica del mismo modo que podríamos hablar de una cultura entre los miembros de dicha n a ció ^ Antes de que podamos
económica o religiosa. Es un conjunto de orientaciones coíj re­ llegar a tales distribuciones, necesitamos disponer de algún
lación a un sistema especial de objetos y procesos sociales. ^ medio para comprobar sistemáticamente las orientaciones indi­
Pero también escogemos la palabra cultura política, antes que viduales hacia objetos políticos. (En otras palabras, es necesario
cualquier otro concepto especial, porque nos brinda la posibili­ que definamos y especifiquemos los modos de orientación po­
dad de utilizar el marco conceptual y los enfoques de la antro­ lítica y las clases de objetos políticos. Nuestra definición y
pología, sociología y psicología. Nuestro pensamiento se enriquece clasificación de tipos de orientación política sigue a Parsons y
cuando empleamos, por ejemplo, categorías antropológicas y psi­ Shils, como hemos indicado en otro lugar “.(^ a orientación se
cológicas, tales como socialización, conflicto cultural y acultura- refiere a los aspectos internalizados de objetos y relaciones. In­
ciónj De modo parecido, nuestra capacidad para entender el cluye: 1.“ “orientación cognitiva”, es decir, conocimientos y
nacimiento y transformación de los sistemas políticos crece al creencias acerca del sistema político, de sus roles y de los in-
fijarnos en las teorías y especulaciones que se ocupan de los cumbentes de dichos roles de sus aspectos políticos (“inputs”) y
fenómenos generales de estructura y proceso sociales. administrativos (“outputs”); 2.“ “orientación afectiva”, o senti­
mientos acerca del sistema político, sus roles, personal y logros,
Reconocemos el hecho de que los antropólogos utilizan el
y 3.“ “orientación evaluativa”, los juicios y opiniones sobre ob­
término cultura en muchos sentidos y de que, al introducirlo
jetos políticos que involucran típicamente la combinación de
en el vocabulario conceptual de las ciencias políticas nos ha­
criterios de valor con la información y los sentimientos. |
llamos en peligro de introducir sus ambigüedades lo mismo que
sus ventajas. Aquí únicamente podemos subrayar que emplea­ Al clasificar los objetos de orientación política, empezamos
mos ej concepto de_cultura en uno solo de sus muchos signi­ con el sistema político “generado”. Tratamos aquí del sistema
ficados ; e.r{~Sr^é~órieritación psicológica hacia objetos socia¡es. en conjunto e incluimos sentimientos tales como el patiotis-
Cuando hablamos de la cultura política de una sociedad, nos mo o el desprecio por lo propio, los conocimientos y valora­
referimos líT s is t^ a político que informa los conocimientos, sen- ciones de una nación, tales como “grande” o “pequeña”, “fuer­
timientos y valoraciones de su población. Las personas son indu- te” o “débil”, y de un sistema político como “democrático”,
cid asa~ d ich o sistema, lo mismo que son socializadas hacia “constitucional” o “socialista”. En el otro extremo distinguimos
roles y sistemas sociales no políticos. Los conflictos de culturas orientaciones hacia “uno mismo” como elemento político ac­
políticas tienen mucho en común con otros conflictos culturales tivo ; el contenido y la cualidad de normas de obligación polí­
y los procesos políticos de aculturación se entienden mejor si tica personal y el contenido y cuahdad del sentido de competen­
los contemplamos en los términos de las resistencias y tenden­ cia personal, confrontado con el sistema político. Al tratar los
cias fusiónales e incorporativas del cambio cultural en general. elementos componentes de un sistema político, distinguimos, en
primer lugar, tres amplias categorías de objetos: 1.“ roles o
^ e este modo, el concepto de cultura política nos ayuda a estructuras específicas, tales como cuerpos legislativos, ejecutivos
evitar la ambigüedad de términos antropológicos tan generales o burocráticos; 2.° incumbentes de dichos roles, como son mo­
como el de ética cultural, y a evitar igualmente el supuesto de narcas, lesgiladores y administrativos; y 3.° principios de gobier-
homogeneidad que el concepto implica. Nos da la posibilidad de
formular hipótesis acerca de las relaciones entre los diferentes G a b r i e l A . A l m o n d , “ C o m p a ra tiv e P o litic a l S y ste m s” , J o u rn a l o f P o litics.
componentes de una cultura y a comprobar empíricamente di­ v o lu m e n X V III, 1 9 5 6 ; T a l c o t t P a r s o n s y E d w a r d Á . S h i l s , T o w a r d a G en era i
A heorxj o f A c tio n . C a m b rid g e , M ass., 1 9 5 1 , p p . 5-3 v ss.

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