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Es tentador creer que nuestros sentimientos son consecuencia directa de lo que nos sucede. Los
sentimientos que experimentamos cuando nos sucede algo dependen mucho de cómo
interpretamos la situación. Por ejemplo, imagine que algún pariente le dice que su hijo es muy
porfiado. Si se dice a sí mismo que su pariente está siendo cruel y que juzga incorrectamente a su
hijo, seguramente se sentirá muy molesto. Por otra parte, si piensa que su pariente no tiene la
intención de criticar y que ama a su hijo, es mucho menos probable que se sienta alterado por este
comentario. Lo que nos decimos a nosotros mismos impacta en cómo nos sentimos.
- Tensión
- Ganas de llorar,
cansancio
- Ganas de acostarse
Pensamientos inútiles
Los pensamientos inútiles suelen ser negativos y automáticos. Muchas veces ni siquiera nos
percatamos de ellos, pero por lo general nos damos cuenta de las emociones que nos causan.
Estos pensamientos son interpretaciones poco razonables o inútiles. Por desgracia, a menudo
creemos que estos pensamientos son verdaderos. Rara vez los cuestionamos en ese momento así
que no es hasta después que reflexionamos que nos damos cuenta de que son irracionales.
1-. Identificar la tensión: Reconocer los primeros síntomas de que está empezando a sentir
tensión o ansiedad.
2-. Reconocer los pensamientos inútiles: Detenerse para preguntarse ¿Qué me estoy diciendo
para sentirme así?
3-. Relajarse: Bajar el ritmo y relajarse: Utilizar la respiración abdominal profunda o cualquier otra
técnica de relajación que pueda funcionar en esta situación.
4-. Llevar un registro: Anotar los pensamientos automáticos que le provocaron la emoción
desagradable. Al escribir los pensamientos podrá identificar claramente los pensamientos inútiles
que está teniendo.
5-. Desafiar: Podría utilizar algunas de las siguientes preguntas para identificar errores en el
pensamiento y desafiarlos, sustituyéndolos por pensamientos útiles.