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ABUSO INFATIL

Definición de abuso infantil


El abuso infantil se define como cualquier acción intencionalmente dañina llevada
a cabo contra un menor de 18 años por un adulto u otro niño. Esta definición
abarca todos los tipos y formas de malos tratos físicos y emocionales, que
conduzcan a un daño real o potencial para la «salud, supervivencia, desarrollo o
dignidad de un niño en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o
poder» (OMS). Los actos de abuso pueden ser aislados o prolongarse durante un
período de tiempo. A medida que los niños crecen y se desarrollan, corren un
mayor riesgo de sufrir diferentes formas de abuso (OMS, 2020).  

Identificar las diferentes formas de


abuso infantil
El comportamiento abusivo hacia los niños puede manifestarse de muchas
maneras diferentes, por lo que existen múltiples formas de abuso infantil, entre las
que se incluyen:

1. Acoso y ciberacoso
2. Explotación sexual infantil (ESI)
3. Trata de niños
4. Explotación criminal infantil y bandas
5. Violencia doméstica
6. Maltrato emocional
7. Mutilación/ablación genital femenina (M/AGF)
8. Acoso sexual por Internet
9. Abandono de menores
10. Maltrato físico
11. Abusos sexuales
12. Abusos antiguos
13. Abusos médicos

Factores de riesgo del abuso infantil


El abuso infantil se puede detectar a menudo, pero no siempre. Sin embargo, los
factores que aumentan el riesgo de abuso infantil suelen ser más difíciles de
detectar. Hay cuatro categorías diferentes de factores de riesgo que pueden
aumentar la probabilidad de que un niño sufra abusos, negligencia o maltrato.
Estas cuatro categorías de vulnerabilidad tienen que ver con: el niño en sí mismo,
los padres y cuidadores, la dinámica de las relaciones y los factores sociales. Una
víctima de abuso infantil no es, en ninguna circunstancia, responsable del daño
que sufre: «Los niños que sufren abusos nunca tienen la culpa» (OMS, 2020).

1. Las características que pueden causar que un niño sufra abusos incluyen,


entre otras: que el niño sea menor de cuatro años, que no sea deseado por
sus padres o no cumpla sus expectativas, que tenga necesidades
especiales o una discapacidad física o neurológica y que se identifique
como LGBTQIA+ (OMS, 2020). 

2. Las características de un padre/cuidador que pueden indicar un mayor


riesgo de abuso infantil incluyen, entre otras: uso indebido de drogas y
alcohol, baja autoestima, historial de abusos o maltrato personal en la
niñez, problemas de salud mental, implicación en actividades criminales,
dificultades económicas, problemas para establecer vínculos con el niño
desde el nacimiento, falta de conciencia sobre el desarrollo infantil,
expectativas poco realistas con respecto al niño y control deficiente de los
impulsos (OMS, 2020).

3. Las características de la relación entre los miembros de la familia o del


hogar que pueden aumentar el riesgo de que un niño sufra abusos incluyen,
entre otras: el abuso o la violencia doméstica dentro del hogar, que la
familia carezca de una buena red de apoyo o que el apoyo de otros
familiares o de la comunidad local se interrumpa (OMS, 2020).

4. Las características de los factores sociales que pueden aumentar el riesgo


de abusos de un niño incluyen, entre otras: drogas y alcohol de fácil
acceso, falta de apoyo familiar/comunitario y un alojamiento inadecuado y
un bajo nivel de vida, pobreza y desempleo, desigualdades sociales y de
género, reglas y normas sociales que fomenten el uso del castigo corporal,
roles de género rígidos o la promoción/glorificación de la violencia hacia los
demás (OMS, 2020).

Cómo reconocer los signos de abuso


infantil: identificar las señales de
alerta
Las señales de alarma del abuso infantil no siempre son obvias y ser capaz de
identificar y reconocer indicios de un problema puede salvar la vida de un niño.
Debido a las diversas formas de abuso infantil, los signos de abuso pueden
manifestarse de diferentes modos (Smith, Robinson, Segal, 2020). Características
como la autolesión, el comportamiento desafiante, el intento de suicidio, el
absentismo escolar, el aislamiento social de amigos/familiares o actividades
sociales, cambios drásticos en el rendimiento escolar o en las actividades
extraescolares, cambios de comportamiento, agresividad, ira, hostilidad o
hiperactividad son algunos ejemplos de señales de alerta visibles que pueden
apuntar hacia el abuso (Santos & Holland, 2018).

Incidencia del abuso infantil y


estadísticas mundiales
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente
300 millones de niños de 2 a 4 años sufren castigos físicos y abusos emocionales
por parte de sus padres/cuidadores. Uno de cada 13 hombres y una de cada
5 mujeres declaran haber sufrido abusos sexuales cuando eran bebés de 0 a
1 año. A escala mundial, aproximadamente 120 millones de mujeres jóvenes y
niñas menores de 20 años han sufrido alguna forma de abuso sexual (OMS,
2020). 

Mecanismos de denuncia y
prevención
Dado que el abuso infantil es un problema multifacético, para prevenirlo se
requiere un enfoque multisectorial. La siguiente lista no exhaustiva describe una
serie de intervenciones recomendadas por la Organización Mundial de la Salud
(OMS, 2020).

1. Mayor apoyo a los padres y cuidadores para reforzar las estrategias


parentales saludables. Este apoyo deben proporcionarlo profesionales
cualificados y capacitados en entornos comunitarios.
2. Mayor atención a la educación. Dar prioridad al derecho de los niños a la
educación fomenta la resiliencia de los jóvenes y reduce sus propios
factores de riesgo de cometer abuso infantil. Además, las escuelas deben
proporcionar un entorno seguro y libre de violencia para potenciar el
desarrollo saludable de los niños.
3. Mayor atención educativa con respecto al abuso y la explotación sexuales.
Los niños necesitan un mayor apoyo para mejorar su comprensión del
consentimiento y el derecho a la privacidad, así como su conocimiento
sobre cómo acceder a la ayuda y el apoyo.
4. Mayor atención a las normas y valores culturales. Los programas e
iniciativas deben trabajar para proteger a los niños de las normas
comunitarias y sociales que violan los derechos humanos fundamentales de
los niños y los exponen a sufrir daños.
5. Mayor énfasis en las reformas legislativas y la aplicación de la ley. El
castigo corporal debe ser ilegal, junto con otros actos que someten a los
niños a daños, y estas leyes deben aplicarse para proteger a los niños del
abuso y la explotación sexuales.
6. Mayor atención a los servicios de respuesta y apoyo. Cuanto antes se
reconozca un caso potencial de abuso infantil, más fácil será prevenir y
mitigar el daño. Las comunidades deben trabajar para identificar el abuso
infantil lo antes posible y brindar atención a los niños víctimas.

La OMS ha establecido además siete estrategias para poner fin a la violencia


contra los niños: INSPIRE (OMS, 2016).

 Implementación y vigilancia del cumplimiento de las leyes


 Normas y valores
 Seguridad en el entorno
 Padres, madres y cuidadores reciben apoyo
 Ingresos y fortalecimiento económico
 Respuesta y apoyo
 Educación y aptitudes para la vida

ANALFABETISMO
El analfabetismo es la condición de los seres humanos que no han
aprendido a leer y escribir; por oposición a la idea de alfabetismo, por la
cual se hace referencia a las habilidades de identificar, comprender,
interpretar, crear enunciados, a partir de materiales discursivos escritos. El
término proviene del latín analfabetus, que designaba a aquellas personas
que no conocían el alfabeto, es decir, las letras.

En las últimas décadas, la noción del analfabetismo fue complejizada,


dando lugar a una clasificación más específica: hablamos de un tipo de
analfabetismo absoluto o primario para el caso mencionado de individuos
que nunca aprendieron a leer y escribir; analfabetismo secundario, en el
caso de personas que en algún momento de su vida aprendieron a leer y
escribir, pero que, luego, perdieron esas capacidades; o analfabetismo
funcional, el cual tiene lugar cuando los individuos, aun sabiendo leer y
escribir enunciados simples, no han desarrollado sus capacidades
de lectoescritura a un grado tal que les permita emplearlas en beneficio de
su propia vida o de su comunidad. El criterio por el cual se define la
alfabetización, en tanto capacidad del individuo para desenvolverse en
situaciones de la vida cotidiana que requieran de la habilidad de la lectura o
de la escritura es relativo a las exigencias de su propia cultura o grupo
social.

El analfabetismo y las condiciones sociales,


culturales y económicas
El analfabetismo se encuentra directamente relacionado con las
condiciones materiales de existencia de la vida humana. En este
sentido, hay una correlación concreta entre la pobreza y el
analfabetismo, ya que las condiciones de pobreza implican, en gran
medida, la negación del acceso a la instrucción de amplios sectores de
la sociedad que se encuentran marginados. Como contrapartida, las
personas analfabetas quedan relegadas a una situación de absoluta
precarización de la cual resulta muy difícil salir, ya que sus
oportunidades de ingresar al mercado laboral son reducidas. De esta
manera, el vínculo entre analfabetismo y pobreza se torna un factor de
exclusión estructural, que impide el bienestar y el desarrollo de amplios
sectores sociales, alcanzando a la quinta parte de la población a nivel
mundial.
La alfabetización —a saber, la acción de enseñar a alguien a leer y a
escribir— consiste en el primer paso para la integración de los
individuos al sistema educativo e implica, además, la posibilidad de
desplegar habilidades y conocimientos secundarios y de mayor
complejidad. A su vez, alfabetizar, en contextos socioculturales
organizados en torno a la escritura, permite a las personas un mayor
desarrollo de sus derechos y libertades; y, en consecuencia, una mejora
del bienestar de la comunidad en su conjunto.
El analfabetismo tecnológico
A partir de la extensión e intensificación del uso de los medios digitales
en diversos ámbitos de la vida cotidiana en ciertos contextos sociales,
se ha acuñado el concepto de analfabetismo digital o tecnológico, para
hacer referencia al desconocimiento de las nuevas tecnologías que
limita a los individuos en su interacción con otros. Concretamente, el
analfabetismo digital remite a la incapacidad para manejar
computadoras, programas digitales o softwares de uso corriente,
navegar por internet, utilizar plataformas de mensajería virtual, redes
sociales o herramientas informáticas en general; lo cual conlleva un
efecto negativo sobre el desempeño profesional o el ámbito personal de
los individuos. La ampliación de la noción del analfabetismo se debe a
que, en la actualidad, el dominio de la comunicación se ha
transformado profundamente, de manera tal que la lectoescritura resulta
insuficiente para acceder a gran parte de la información relevante que
circula en los entornos sociales. En este sentido, el desconocimiento
acerca de cómo funcionan las nuevas tecnologías se traduce en una
limitación de las actividades de las personas a
los recursos tradicionales disponibles.

Asociada a la noción de analfabetismo digital, se ha desarrollado


también la idea de una “brecha digital” que separa a las personas
capacitadas para comunicarse y acceder a la información a través de
medios digitales, de aquellas que son privadas de esa posibilidad. El
resultado de dicha brecha digital es una profundización, aun mayor, de
las desigualdades sociales.

CORRUPCIÓN Y FALTA DE
TRANSPARENCIA
La corrupción refiere, en una primera instancia, a algo que se ha echado a
perder, que pasa a un estado de pudrición o perversión, alterándose las
propiedades básicas y pasando a ser mucho más turbias y negativas.

El término proviene de la combinación de dos palabras en


latín: romper y corazón. Ese sentido metafórico significa justamente la pérdida
de la esencia de un objeto o valor.

Tipos de corrupción

Si los bits alteran la presentación de datos es considerado un archivo corrupto.


Existan dos grandes acepciones del término: una hace referencia a la pudrición de
algo, en tanto que la otra asume una forma más simbólica, para aludir
a las relaciones humanas, especialmente a las relaciones de poder.

En primer lugar, un organismo luego de su muerte comienza un proceso de


degradación. Se trata de una descomposición (con sustancias que se van
hinchando, luego secándose y pudriéndose), por la que los cuerpos lentamente se
van transformando en formas menos complejas y más simples.

En la literatura y lingüística también se denomina corrupción a una situación que


puede darse cuando una palabra es utilizada de forma diferente de la que
establece su definición, está ocurriendo un fenómeno de corrupción lingüística.
También ocurre si en cualquier obra escrita, a partir de una traducción, corrección
o redacción, aparece una alteración con respecto a la versión original.

En informática, se sabe que el almacenamiento de los datos no es un acto


infalible, y si los bits alteran la presentación de los datos (cosa que puede
suceder por ataque de virus, por mal funcionamiento del sistema operativo, o
simplemente por una mala transmisión de datos), se considera que es
un archivo corrupto.

Cuando se habla de casos de corrupción de menores es porque existe un


mayor de edad que, abusándose de una situación de indefensión, somete a un
menor a realizar actividades como la prostitución, que lo pueden perturbar
psicológicamente de un modo muy grave, corrompiendo así su personalidad y su
desarrollo psicológico.

En política, el concepto de corrupción refiere al acto de abuso de poder para


sacar un provecho, generalmente económico, que no responde a las funciones
que ese poder asigna. Con esto se ve la relación con el espíritu etimológico del
término: en la política, el poder debe tener un fundamento filosófico de búsqueda
del bien común, y la vulneración de eso por perseguir intereses individuales es
uno de los actos por excelencia de traición, y por lo tanto, de corrupción.

Actos de corrupción
La corrupción aparece tanto en la función pública como en la privada.
Pero concretamente, ¿de qué hablamos cuando mencionamos actos de
corrupción? He aquí algunos ejemplos:

 La extorsión al amparo de altos cargos en la función pública o privada,


para obligar a otras personas a hacer cosas más allá de sus funciones.
 La falsificación de las adjudicaciones públicas, con contrataciones
falsas y por fuera de las vías que la ley impone.
 El tráfico de influencias, utilizando los beneficios o las amistades en
los cargos jerárquicos para favorecer o perjudicar causas o proyectos.
 El uso ilegal o con malas intenciones de los bienes que han sido
conferidos para otro uso.
 La falta de ética, sobre todo en altos niveles jerárquicos. Es delito que
un funcionario vea un ilícito y no lo denuncie o advierta.

La corrupción aparece tanto en la función pública como en la privada y tiene


consecuencias más que negativas para la mayoría de las organizaciones que no
saben combatirlo: favorece la reproducción de las burocracias, limita la credibilidad
de los gobiernos, reduce los recursos para el trabajo honesto y naturaliza estos
hechos, que perjudican sobremanera a quienes con su dinero o con su apoyo
legitiman esa organización. Incluso la justicia, la policía o el deporte suelen estar
atravesados por estas cuestiones.

El debate sobre la corrupción suele aparecer en la mayoría de las democracias del


mundo, y no faltan los partidos políticos que se consideran los paladines en la
lucha contra la corrupción. Lo cierto es que para solucionar estos problemas se
necesita un cambio en el sentido común de la sociedad y una cultura de
pertenencia a las decisiones que se toman en los estratos superiores de las
organizaciones, que esa sociedad legitima.

La transparencia debería de ser uno de los valores transversales y obligatorios


para cualquier tipo de organización. La transparencia es el pilar fundamental que
asegura que no se produzca ninguna actividad relacionada con la corrupción. Y es
que la transparencia, lejos de ser un valor individual, debe ser un valor compartido.
La transparencia hay que compartirla, porque es la arma para luchar contra la
corrupción. La transparencia debe expandirse, siendo una regla básica, un
requisito imprescindible.

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